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381

JRJ, «Prólogo». Crítica paralela (ed. A. del Villar). Madrid, Narcea, 1975; p. 145.

 

382

Me refiero al poema «Joven, te ofrezco el don de esta copa de plata... Llena la copa y bebe: la fuente está en ti mismo» (Rubén Darío, Prosas profanas y otros poemas. París, Vda. de C. Bouret, 1901). Esta edición incluye el opúsculo de José Enrique Rodó, «Rubén Darío», sin firma. Posteriormente fue reimpreso en la edición de Prosas de 1908, ya con el nombre del gran crítico hispanoamericano. Ignacio M. Zulueta presenta una excelente información en su edición de Prosas profanas y otros poemas (Madrid, Castalia, 1983). M. H. Abrams escribe: «La familiar figura neoplatónica del alma como fuente o raudal que desborda es asimismo frecuente en la poesía romántica» (El espejo y la lámpara. Teoría romántica y tradición crítica, Barcelona, Barral, 1975; p. 112).

 

383

JRJ, Estética y ética estética (ed. F. Garfias). Madrid, Aguilar, 1962; p. 377.

 

384

JRJ, «La razón heroica» (1948). El trabajo gustoso (ed. F. Garfias), México, Aguilar, 1961; p. 126. Certeramente ha glosado esta idea juanramoniana el profesor F. J. Blasco: «Es la poesía, de un lado, una actividad espiritual, que puede definirse como reiterada expresión y toma de conciencia, por parte del poeta de su propio yo y del mundo. De otro, dicha actividad redunda en ese llegar-a-ser-yo; es decir, la actividad poética se traduce y se manifiesta, en el pensamiento de Juan Ramón, como diaria realización de un yo» (Poética de Juan Ramón. Salamanca, Universidad de Salamanca, 1981; p. 210). En la magnífica Antología poética que Javier Blasco ha preparado recientemente invoca el origen hegeliano de esta idea de Juan Ramón (J. Blasco, «Introducción» a JRJ, Antología poética, Madrid, Cátedra, 1987; p. 38, nota 88). Creo, no obstante, que la raíz de tal planteamiento está más cerca del pensamiento krausista que del hegeliano, y así el propio Blasco lo deja entrever en sus penetrantes notas 133, 134 y 140 de la citada edición. No en balde Krause dejó escrito que «es el arte una manifestación constante, una función perpetua de la vida misma, con la cual crece y decrece, progresa y decae; función permanente como ella» (Krause, Compendio de estética, traducción y notas de Francisco Giner, Madrid, V. Suárez, 1883 2; p. 89).

 

385

Adolfo Sotelo, «Miguel de Unamuno y la forja de la poesía desnuda de Juan Ramón Jiménez». Hispanic Review, 55 (1987); p. 195-212.

 

386

P. B. Shelley, Defensa de la poesía y otros ensayos (traducción de Leonardo Williams). Madrid, Biblioteca Nacional y Extranjera, 1904. Un ejemplar con numerosas indicaciones de atenta lectura se guarda en los anaqueles de Moguer. Noticia de su publicación proporciona el trabajo de Ricardo Gullón, «Relaciones entre JRJ y los Martínez Sierra». Direcciones del modernismo. Madrid, Gredos, 1971; p. 249.

 

387

Deben consultarse H. Young, The Line in the Margin: Juan Ramón and his Readings in Blake, Shelley and Yeats. Madison, University of Wisconsin, 1980. Y Carmen Pérez Romero, Juan Ramón y la poesía anglosajona, Cáceres, Universidad de Extremadura, 1981.

 

388

El conocimiento de la Estética hegeliana es indudable tanto en el caso de Unamuno como en el de Juan Ramón: «Leo poco -le escribe Unamuno a Clarín (10-V-1900)- porque leí mucho; sólo Hegel me ha alimentado para largo rato» (Marcelino Menéndez Pelayo / Miguel de Unamuno / Armando Palacio Valdés, Epistolario a Clarín, ed. Adolfo Alas, Madrid, Escorial, 1941; p. 101). Sobre la incidencia de la estética hegeliana en Juan Ramón debe verse el fundamental rastreo -Schiller y Lessing al fondo- de Antonio Vilanova: «El ideal de la poesía desnuda en Juan Ramón Jiménez», en Juan Ramón Jiménez en su centenario (ed. Ricardo Senabre). Cáceres, Ministerio de Cultura, 1981; p. 275-306. Debo apostillar que el gran filósofo alemán define avant-la-lettre la poesía desnuda, al sentenciar: «El fin del arte es, precisamente, despojar tanto el fondo como la forma, de aquellos elementos ordinarios y prosaicos, depurando por la actividad creadora del espíritu el elemento racional de las cosas, su esencia, para representarlas en una imagen ideal y verdadera» (W. F. Hegel, De lo bello y sus formas (Estética), traducción de M. Granell, Madrid, Austral, 1980; p. 127). También la traducción de Hermenegildo Giner de los Ríos (Madrid, Daniel Jorro, 1908) de la versión francesa de Bénard de las Lecciones de Estética tiene numerosas anotaciones juanramonianas.

 

389

En un trabajo próximo abordaremos la filiación krausista de la estética juanramoniana a partir de los tiempos de Helios.

 

390

JRJ, Eternidades (ed. V. García de la Concha). Madrid, Taurus, 1982; p. 105.