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For a similar reading of Galdós's ideas on harmony between man and Nature see Gustavo Correa's «Galdós y el platonismo» in this volume (Editor's Note).

 

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The advocacy of nature as a guide receives several expressions of support in Fortunata y Jacinta, whose basic theme is the integration of the natural and the social. «Cuando lo natural habla, los hombres tienen que callar la boca», says Fortunata; and the sophisticated Don Evaristo, her mentor, maintains even more forcefully: «es insigne majadería rebelarse contra la Naturaleza. Tiene ella sus fueros, y el que los desconoce lo paga».

 

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«Fuera del caso de cortejar a la dama, esposa o manceba de un amigo íntimo, en amor todo lo tenía por lícito» (ch. 4).

 

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The intentional parody of Don Quijote in Don Lope and his «caballería sedentaria» (ch. 4) is apparent from the opening lines of the novel: «En el populoso barrio de Chamberí, más cerca del Depósito de aguas que de Cuatro Caminos, vivía no ha muchos años un hidalgo de buena estampa y nombre peregrino», and in other parallel phraseology: «aquel temido lindero de medio siglo», recalling Cervantes's «frisaba... con los cincuenta años», and details of Don Lope's appearance and economic status -«Vestía con toda la pulcritud y esmero que su corta hacienda le permitía»- and his lack of a salutory occupation -«Sin ninguna ocupación profesional...» The Cervantine parallel extends also to the case of Tristana, whose unusual name is the product of her mother's excessive reading and particular literary preferences: «Por temperamento, por educación y por atavismo, pues tuvo dos tíos académicos y otro que fue emigrado en Londres con el duque de Rivas y Alcade Galiano, detestaba las modernas tendencias realistas; adoraba el teatro antiguo, y se sabía de memoria largos parlamentos de Don Gil de las calzas verdes, de La verdad sospechosa y de El mágico prodigioso. Tuvo un hijo, muerto a los doce años, a quien puso el nombre de Lisardo, como si fuera de la casta de Tirso o de Mareto. Su niña debía el nombre de Tristana a la pasión por aquel arte caballeresco y noble, que creó una sociedad ideal para servir constantemente de norma y ejemplo a nuestras realidades groseras y vulgares» (ch. 3).

 

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E.g.: «En palacios y cabañas se coló, y no respetó nada el muy trasti, ni la virtud, ni la paz doméstica, ni la santísima religión» (ch. 11); and «Horacio la incitó a proceder con firmeza y a medida que se agigantaba en su mente la figura del don Lope, más viva era su resolución de burlar al burlador...» (Ibid.).

 

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Ibsen's A Doll's house appeared in 1879, that is, thirteen years before the publication of Tristana. Casalduero (op. cit., pp. 104-106) analyzes the differences between the two treatments of the theme of «La esclavitud de la mujer y sus deseos de liberación».

 

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The gently derisive form of these concocted terms is more lenient than the biting satire of Pío Baroja in a similar treatment of the theme. In Paradox, rey (Pt. I, ch. 7) the following exchange takes place between Paradox and Miss Pich:

MISS PICH. (Sonriendo.) En mi redacción, no pone la pluma ningún hombre.

PARADOX. ¿Los desprecian ustedes?

MISS PICH. Sí; los desdeñamos.

PARADOX. Vamos, los consideran ustedes como unos pobres pingüinillos.

MISS PICH. Eso es. Los hombres son inferiores. Para la fecundación y la procreación de la especie, son indispensables, por ahora al menos; pero para los trabajos especulativos, filosóficos, artísticos... las mujeres. Ellos, los pobres, son negados para eso.

PARADOX. Sin embargo, miss Pich, Sócrates, Shakespeare...

MISS PICH. (Vivamente.) Es que esos eran mujeres.

PARADOX. ¿De veras?

MISS PICH. Está demostrado. El rey David también era mujer; y en el texto hebreo de la Biblia, pone la reina David.

PARADOX. ¿Qué me dice usted?

MISS PICH. Lo que usted oye.

PARADOX. ¿Y cómo se explica usted ese cambio de sexo tan escandaloso?

MISS PICH. Muy sencillamente. Es que los hombres, con la necia vanidad que les caracteriza, han querido que la reina David fuera de su sexo, y han falseado la Historia.



 

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«Sólo tres carreras pueden seguir las que visten faldas: o casarse, que carrera es, o el teatro... vamos, ser cómica, que es buen modo de vivir, o... no quiero nombrar lo otro. Figúreselo» (ch. 5).

 

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«Al año de la operación, su rostro había adelgazado tanto, que muchos que en sus buenos tiempos la trataron apenas la conocían ya, al verla pasar en cochecillo. Representaba cuarenta años cuando apenas tenía veinticinco» (ch. 28).

 

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The taming of these two violent enemies of marriage falls within yet another literary tradition (to add in this novel to those of the Quijote and Don Juan Tenorio), that best represented in modern Spanish literature in Alarcón's El capitán Veneno.