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ArribaAbajoEn torno a Nazarín

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ArribaAbajoPresentación

Antonio Ramos Gascón


Sigue siendo don Nazario atractivo y problemático ente de ficción y continúa despertando Nazarín positivas discusiones en torno a su sentido, estructura e, incluso, a su misma efectividad artística -aunque ésta no sea cuestionada en los artículos que a continuación presentamos. Que así ocurra debe ser motivo de satisfacción para todos: nuevas aproximaciones, encontrados enfoques, me parecen centrados sobre puntos de gran interés crítico y no sólo podrán orientarnos hacia un mejor entendimiento de la novela que nos ocupa, sino también -quizá más importante- nos obligarán a hacer frente, desde renovadas perspectivas, a problemas generales de la narrativa galdosiana.

En cierta manera, el interés que Nazarín vuelve a suscitar entre nosotros (no es la primera vez que Anales Galdosianos agrupa trabajos críticos sobre esta novela, véase No. 2, 1967) tiene un carácter reivindicatorio. Los ensayos sobre Nazarín que anteceden cronológicamente a los que presentamos en este volumen, de una forma o de otra, manifestaron reservas o pusieron en tela de juicio la excelencia literaria de la obra. Casalduero, maestro de todos, no obstante haber sido siempre muy reacio a la formulación de juicios valorativos, parece cuestionar en su libro la oportunidad de Galdós al establecer un acusado paralelo entre la figura de Nazarín y la de Cristo: «No sólo la novela no lo exige -escribe D. Joaquín- sino que hubiera ganado sin él; pues fatalmente el peso del Evangelio puede más y arrastra a la novela, aparte del riesgo que se corre de que el lector se divierta y distraiga viendo la mayor o menor habilidad con que el autor hace coincidir los dos perfiles». Para Morón Arroyo lo infortunado no es tanto el paralelo en sí como la manera de trazarlo: Nazarín en la pluma de Galdós queda convertido en figura paródica, mimo; la sublimidad espiritual queda convertida en farsa. Alexander Parker opina, en cambio, que el punto débil de la novela reside en su excesiva relación de dependencia con Don Quijote. Michel Nimetz verá en esta misma estructura correlativa la razón de su «fracaso estético».

Los artículos reunidos en este número, valiéndose de los aciertos y útiles interpretaciones contenidos en los estudios que les precedieron en publicación, hacen hincapié en la complicación técnica de Nazarín y en la abundancia de sus recursos narrativos. Al afirmar su riqueza instrumental, al desvelarnos dimensiones más complejas de las que estábamos acostumbrados a entrever en la novela, Kronik, Goldman y Dendle están reivindicando tácitamente las cualidades artísticas de Nazarín.

John Kronik nos ofrece un estudio sobre las estructuras dinámicas de la novela. Partiendo de concepciones teóricas elaboradas por la nueva crítica francesa, fija la atención en el desplazamiento físico de los personajes -especialmente del protagonista-, viendo en este peripatetismo el fundamento estructural de la obra y el factor determinante de su configuración estilística; el movimiento   —80→   físico de Nazario es considerado después como metáfora de su trayectoria espiritual. Subraya el autor [en las últimas páginas de su trabajo] cómo, en determinado punto de la novela, Nazarín adquiere una cualidad mítica cuya realidad y sentido apenas habían sido vislumbrados hasta ahora.

Tenemos la esperanza de que el paper de Peter Goldman -joven hispanista cargado de nuevas y buenas ideas- nos dé a todos mucho que pensar, discutir y someter a reconsideración. No obstante su tono general anti-polémico, se trata, probablemente, del intento más radical y ambicioso de imprimir un enfoque distinto al estudio de Nazarín. Goldman se aproxima a la obra situándola junto a Halma y Misericordia, partes segunda y tercera de lo que él considera trilogía (recordemos que Morón Arroyo pensaba que Misericordia (1897) debería considerarse estructural y cronológicamente separada de las otras dos novelas, publicadas en 1895). La composición de la trilogía nos es presentada como un proceso dialéctico en el que Nazarín constituye la tesis, Halma la antítesis y Benina la síntesis. Una de las aportaciones más originales del artículo de Goldman es su visión de la estética galdosiana en los últimos años del XIX, a la que llama «estética de la ambigüedad»: el anhelo, la capacidad de Galdós para captar múltiples puntos de vista, para reflejar las contradicciones y conflictos de la personalidad humana y de las clases sociales. La ambigüedad en Nazarín se articula de muy diversas formas y se proyecta sobre diferentes coordenadas. Ambigua es la presentación que el autor nos hace del protagonista, ambigua resulta la visión de la realidad que nos deja entrever la mirada del narrador-reportero, igualmente ambigua la frecuente confusión entre los planos de ficción y «realidad». Propone Goldman la necesidad de distinguir entre lo que Nazarín dice y su conducta subsiguiente que no siempre guarda correspondencia. A la luz de estas contradicciones entre el nivel ideológico-verbal y la proyección íntima y externa del comportamiento, se nos invita a replantear un buen número de cuestiones y se nos ofrece una innovadora y atrevida conclusión.

El tercer artículo aquí reunido representa una anticipada muestra de la cualidad estimuladora que presumíamos en las elaboraciones críticas de Goldman a propósito de Nazarín. Las páginas de Brian Dendle, en sus dos primeras partes, desarrollan puntos enunciados en el ensayo anterior, ejemplificando juicios e interpretaciones que, en general, Dendle acepta, aunque manifestando en algún caso explícita discrepancia. En la última parte del trabajo se nos somete a consideración el problema de la locura-santidad, de límites tan difíciles de precisar y que Galdós deja ambiguamente indeterminados, forzando al lector a que deduzca sus propias conclusiones.

Habrá que proseguir en las sendas abiertas por estos tres entusiasmados galdosistas. En toda buena lección de crítica resolver un problema o descifrar el sentido de un texto implica a la vez ofrecerlo convenientemente dispuesto para el salto hacia otra interrogante o para la incitación a nuevos asedios. Los estudios que siguen, con sus mismos hallazgos, nos están exigiendo continuadora tarea de análisis. Toca a nosotros ahora ser sensibles a este requerimento.

University of Minnesota



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