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Torquemada en la hoguera, Torquemada en la cruz, Torquemada en el purgatorio, Torquemada y San Pedro. Se citan por la edición de Obras completas de Pérez Galdós, Novelas, tomo II (Madrid: Aguilar, 1970).

 

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Véase, por ejemplo, la introducción de Federico C. Sáinz de Robles a la citada edición de Galdós. También F. Lacosta, «Galdós y Balzac», Cuadernos Hispanoamericanos, 224 (1968), p. 355; Arthur L. Owert, «The Torquemada of Galdós'», Hispania, 7 (1924), p. 170; Víctor Pérez Petit, «El 'Torquemada' de Pérez Galdós», en sus Obras completas (Montevideo: García y Cía., 1942), p. 29. Terence F. Folley recuerda que Galdós llamó «Gobseck» a Torquemada, cuando lo presentó por primera vez a sus lectores en El Doctor Centeno (1883), pero sólo los relaciona a través de «the image of a nineteenth-century usurer as a form of modern inquisitor» y abandona pronto el paralelismo para ocuparse del tema anunciado en el título, «Some Considerations of the Religious Allusions in Pérez Galdós Torquemada Novels» (Anales Galdosianos, XIII [1978], p. 41).

 

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P. Manuel Suárez, «Torquemada y Gobseck», en Actas del segundo congreso internacional de estudios galdosianos (Ediciones del Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, 1978), p. 378. El presente trabajo aspira a ser un complemento del anterior en cuanto que atiende más bien a los dos personajes como figuras literarias -a la divergencia de funciones que, como tales, desempeñan en cada una de las obras literarias- y estudia la figura de Torquemada como una disolución o «desnaturalización» de una serie de convenciones genéricas a las que todavía corresponde la figura de Gobseck. El P. Suárez se ocupa de Gobseck y Torquemada no tanto como protagonistas de las novelas a las que dieron título sino corno personajes de una pieza que, sin embargo, transitan por numerosos textos, a lo largo de varias décadas de escritura. En este trabajo me ocupo, sobre todo, de la relación intertextual entre las obras fundamentales, Gobseck y las novelas de Torquemada, y de las trayectorias y «transformaciones» que alejan entre sí a sus protagonistas.

 

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P. Barbéris, Balzac et le mal du siècle (Paris: Gallimard, 1970), tomo II, p. 1120.

 

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G. Lukács, Ensayos sobre el realismo, traducción de Juan José Sebrelli (Buenos Aires: Ediciones Siglo XX, 1965), p. 111.

 

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El P. Suárez concluye: «Porque pertenecen al séquito de los usureros y hombres al servicio exclusivo del dinero, las dos figuras de usureros tienen cierto parecido en lo físico y en lo moral» (art. cit., p. 376). Pero no concede a ese parecido una función concreta dentro de la evolución de Torquemada, desde el «antes» del encuentro al «después» del encuentro.

 

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El P. Suárez alude a otros varios rasgos en el artículo citado, pp. 373-376, a la vez que detalla las múltiples reapariciones de los dos personajes en las diversas novelas de los dos autores.

 

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Parece significativo que la figura del avaro no se encuentre como tal entre los innumerables retratos de tipos contemporáneos que compusieron los costumbristas españoles en el siglo XIX. Se le aproximan vagamente las figuras del «casero» -por ejemplo, la pintada por Constantino Gil en Españoles de hogaño (Madrid: Librería de Victoriano Suárez, 1872), pp. 83-94- o la del corredor de alhajas y amo de casa de empeños, como en el artículo de Larra, «Empeños y desempeños». Como ha visto el P. Suárez, el modelo convencional del avaro se encuentra más bien en dramas y cuadros de otras épocas (art. cit., p. 376). El romanticismo español parece haberlo recuperado de algún modo a través de un teatro que se inspiraba en historias remotas y trataba de resucitar precisamente los personajes de esos dramas y esos cuadros. Véase Vicente Lloréns, El romanticismo español (Madrid: Castalia, 1980), pp. 375-458, passim. Antes de crear la figura de Torquemada, Galdós había realizado otros retratos de avaros que pueden considerarse, como ese primer Torquemada-«Gobseck», «pictorial descendants of the miser-villain tales of an earlier literature» (J. J. Alfieri, «The double Image of Avarice in Galdós' Novels», Hispania, 46 [1963], p. 723). El 26 de marzo de 1868 publicó Galdós en La Nación un artículo titulado: «Manicomio político-social. Soliloquios de algunos dementes encerrados en él. Jaula IV -El espiritista». Se trata de un personaje que se entrevista con famosas personalidades de ultratumba, entre ellas, un Tomás de Torquemada aficionado al fuego y corto de palabras. Artículo recogido por William H. Shoemaker en Los artículos de Galdós en «La Nación» (Madrid: Ínsula, 1972), p. 508.

 

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Entre los avaros antepasados de Gobseck, Shylock parece a la vez el más próximo y el más distante. En el acto IV, escena I de The Merchant of Venice, el Duke declara a Shylock «A stony adversary, an inhuman wretch / Uncapable of pity, void and empty / From any dream of mercy», pero alude poco después a la misma difícil dualidad que caracteriza a Gobseck: «Thou 'It show thy mercy and remorse more strange / Than is thy strange-apparent cruelty». Los personajes de Shakespeare no se cansan de comparar a Shylock con el demonio.

 

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Algunos datos más sobre los rasgos divinales incluidos en el retrato de Gobseck han sido señalados por J. Luc Seylaz, «Reflexions sur Gobseck», Etudes de Letres, oct.-dic. 1968, p. 306, y en P. Nykrog, La pensée de Balzac (Copenhague, 1965), pp. 388-389.

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