—172→
Cuento al caso
| ||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||
—173→ | ||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||
—174→ | ||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||
—175→ | ||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||
|
Buenos Aires. Agosto 25 de 1853.
—176→
Si el señor Gobierno ha decretao fresquito de que los paisanos no puedan correr avestruces en los campos, y en esa confianza, redepente se nos deja caír por la campaña el Maldito Diretudo con algunos tratadores, ¿cómo hacemos? Respuéndame alguno a ver.
Lista cócora204 o suplefaltas de representantes para el pueblo, asigún la opinión de Aniceto y otros que no son gallos, pero que son pavos.
—177→En primer lugar:
Yo Aniceto el Gallo.
Mi compadre Lucas Sentao.
Mi suegro Roque Callate.
Mi pariente Estanislao Sordo.
Mi tío Benedito el Mudo.
Mi cuñao Agapito Sueño.
Y mi aparcero José Crespín Nalgas.
Ahí tienen Deputiaos de sobra... por si faltan.
—[178]→
| ||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||
—179→ | ||||||||||||||||||||
|
Aniceto.
|
Nicolasa la Porteñaza.
¿Quiénes son ellos? A la fija, ésta es la primera pregunta que en sus adentros se hará cada paisano letor, en cuanto se eche a la cara esta primer gaceta de la segunda lechigada, que empieza a soltar el Gallo que clavó el pico la vez pasada, hasta que vuelve al reñidero a impulsos de las bravatas del Entrerriano Orejano general de —181→ aguas y tierra209, a quien todos conocemos por su fama de Diretudo, y porfiao menospreciable a tal punto, que yo, siendo un infeliz, y apenas lo he sentido relinchar otra vuelta, ya también, como les avisé, salgo arremangao y dispuesto a pegarle un vigor hasta aplastarlo, por más alzao y bellaco que se encuentre. ¡Ah, chaná viejo!
Pues, sí, paisanos: ellos son los de cierta manada de Urquizanos y Rosines, todos de la marca y pelo del Diretudo, los cuales a un tenor balaquean de tal suerte, que, al oírlos algunos hombres patriotas que andan retiraos de esta ciudá, y particularmente los provincianos, quizá creerán que esos diablos tienen algún fundamento en lo que alegan, desde que nuestros gobernantes los aguantan y se encogen allá, porque dicen que así deben proceder por respeto a las galantías y la libertá que en el día tienen por la ley los imprenteros desvergonzaos y embusteros. ¡Muy lindo!
Con esta confianza, toda esa recua de Rosines al mesmísimo Gobierno de Buenos Aires le canta el cielo, y le dicen menudamente en sus barbas, que Vuecelencia el presidente terutero es mejor y más Gobierno que el nuestro; y que por lo tanto la patria toda enterita se le debe someter, porque, si no, es muy arrejada y peliaguda la situación en que hoy están los Porteños y las Porteñas, desde que el Diretudo, de puro corajudo y yesquerudo, está atufadísimo con los primeros, porque ni le hacen caso, ni se quieren dejar soplar a la juerza la Custitución terutera, ni por los diablos quieren soltarle las vacas y menos la batería aquella que —182→ mandaba el dijunto don Bernabel Escalada210 y que hoy está a las órdenes del paisano patriotazo don Savedra211 ¡Ah, criollo! ¡no se la vaya a soltar!
Luego, con las Porteñas también está muy atufao el costitucionero Diretudo y barrigudo, porque siendo éstas el tormento mayor de los amorosos deseos de Vuecelencia, las muchachas no hay forma de que quieran bailar con él la contradanza aquella, a que tanto se aficionaba en el Clubo212, porque todas se están lambiendo por largárseles nada menos que con los lanceros, y eso no aguanta el costitucionero, porque, como ya está pesadón, malicea que lo pudieran chuciar. ¡Ah, bruto!
Siendo así pues, el general de agua y tierra se quedará ganoso de todo y por todo, y a los que dicen que la situación es peliaguda... ¡ahi-juna! dígoles yo que no hay tales carneros.
La prueba está en que nuestro gobierno los deja no más que ladren a caerse muertos, desde que no nos han de morder. Además, ya cuasi naides para la oreja al toreo de tales cimarrones; y yo menos que otro cualquiera, porque ya estoy de balacas213 rosines hasta el pelo: como que soy salvaje veteranazo y baqueteao en la defensa de la justa causa que hoy defienden los Porteños, y de la mesma que, por fortuna, hace una máquina de años a que se nos resertó ese mesmo gauchaso —183→ Diretudo ambicioso, enredista y pendenciero como morao sin agüela. ¡Cabalito!
¡Qué Cristo! a ver como no se retoba fiero y nos atropella con los veinte mil aliaos de ñaupas214 que dice que ya va rejuntando (¡y que rejuntaba!). ¡Ah, malaya, se le aflojara del todo la chaveta! pues sólo así pudiera merecer pillarme a tiro (y que me pillaba), supuesto que yo no pienso juirle muy lejos, aunque voy arrejando a que, si me agarra (cosa que no le ha de ser tan fácil), no me haga nada, sino prenderme apenas un chaleco de cuero fresco y cortito no más, así como desde el cogote hasta el encuentro mesmito.
Como guste: pero, así con riejo y todo, sostengo y les afirmo a todos los paisanos liberales que el Diretudo tetudo es un peine, que ni liendres nos dejaría si consiguiera que le agacháramos la cabeza por las bravatas que nos echa, y las embrollas que nos arma allá entre algunos provincianos que tiene apretaos o ilucinaos, y con quienes los Porteños no tenemos queja ni agravio ninguno, y de quienes, a pesar nuestro, estamos medio apartaos hasta que el Diretudo degollador y manotiador quite su cuero del titulao Gobierno nacional, y deje que salga cualquier otro Presidente a mandar a todas las provincias unidas del Río de la Plata... y a Buenos Aires en la punta.
Velay en plata la única ambición que tiene la porteñada y su Gobierno, esperando en Dios y la justicia que todos los provincianos se convenzan de que Urquiza los está pelando y enredando: y que no crean en su fantástico poder ni en sus —184→ bravatas y chismes, porque miente el Diretudo juidor y zambullidor cuando dice y hace decir, hasta en las gacetas urquizanas del mesmo Buenos Aires, que esta ciudá y su campaña están pronunciándose por él, y muy atrasadas, porque hasta los Pampas nos apuran...
¡Ahi-juna, el terutero embustero! A la vista está fresquito, que a todos los Indios aliaos de ese bruto, el ejército guapo y morrudazo de Buenos Aires los ha cuereao y arrempujao, espantándolos últimamente hasta Chiloé y para siempre.
Ésta es la verdá evidente y a macho: así, todo lo demás que dice el Diretudo tobilludo son embrollas y balandronadas que suelta, por no soltar la TETA que le está chupando hacen diez y seis años al Entre Ríos, y para aparentarles a las provincias mucho crédito y poderío, de miedo que los provincianos mesmos redepente lo echen a ponchazos de la presidencia antigualla y refalosa, en que sin merecerla se ostenta el 2º don Usebio215 de la Santa Federación. ¡Anda, pulpero maula!
Por último, Aniceto les alvierte a todos los provincianos y en la presente a los amigos Entrerrianos, que los Porteños ni su Gobierno ni quieren ni arman pendencias con naides, menos con los Argentinos, como que también lo somos los gauchos de Buenos Aires: y más les alvierto de todas veras, que la presidencia de Urquiza, con fanfarronadas y todo, ya está relampaguiándole como candil flaco y se le va por un cuesta abajo; y que de ahí procede el ULTIMATO ñato y las —185→ amenazas del Diretudo uñerudo. De balde se hace lomo liso216, le duele la matadura y corcovea más desde que ha visto que los señores Gobiernos de Francia y de Ingalaterra han reconocido en amistá la justicia con que el Gobierno de Buenos Aires, con tierra y todo, se le ha hecho José de ajuera217 al costitucionero balaquero, lo mesmo que deben hacer lueguito todas las provincias Argentinas, despreciando los maquines y balacas de Urquiza y sus lagañas gurupieses218.
Bueno pues: para fundirlo del todo al Diretudo, si los provincianos no nos quieren ayudar, por encimita aunque sea, no tienen que forcejear mucho, sino dejarse andar trajinando allá en sus pagos, mientras nosotros, los Porteños solitos, ya que don Usebio Urquiza nos viene sacando cuchillo, veremos si le trajinamos la presidencia, las vacas y la rocinada que ha arrejuntao, descamisando y degollando por diez y seis años a los infelices Entrerrianos y por orden del calandria don Juan Manuel Rosas, de quien Urquiza fue ovejero, como perro de presa, hasta ahora que la echa de potestá y nos sale con las alianzas.
Balaquiando a costillas | |||
del Emperador, | |||
de la Banda Oriental | |||
y de Ituzaingó, | |||
el ombú, el juncal, | |||
y las prendas colgadas | |||
en la catredal | |||
—186→ | |||
de Buenos Aires... | |||
prendas de que han de reírse | |||
hasta los flaires... y | |||
¡música, música! |
| ||||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||||
—188→ | ||||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||||
|
—189→
| ||||||||||||||||||||
|
El Gobernador don Valentín Alsina.
—191→
| ||||||||||||||||||||||||
|
—192→
A LA TRIBUNA DE LOS RATAPINGAS.
¡Ay, mi alma! Te quiero mucho... ¡A que te pincho! ¿Pero: por qué a los güeyes flacos les meniás picana, y a uno que otro gordo le negás macana?
AL NACIONAL.
¡Superiorazo, y échele cuhetes! pero no se turbe ni se me alargue en los cargos que señala, porque hay muchos niños, y esos trompos cuestan caro.
A LOS DEBATES.
¡De mi flor, amigazo! pero no se enriede en las cuartas ni ponga el freno patas arriba, como en el cuentito de la sulevación del ejército del Sur.
—193→A LA ESPADA DE LAVALLE.
¡Guapísima y cortadora! pero que no vaya a salirse de la vaina.
A LA OPINIÓN PÚBLICA.
Mi afeto de corazón y... ¡dele guasca!
A LA NUEVA GENERACIÓN.
¡Qué lindo los angelitos! Dios los guarde y dispongan del cariño de Aniceto.
AL JUDICIAL.
Mi respeto, con tal que me recomiende al alcaide del callejón de Ibáñez, por si me refalo en algunas eleciones.
Y a los demás que no trato:
La Virgen les dé su gracia y el Señor les diga: Amén.
—194→
| ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
—195→ | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
|
El Sargento Arrecifero.
Señor Presidente Costitucionero:
| ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
|
Cruz Ramayo.
A.
—[199]→
| ||||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||||
—200→ | ||||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||||
| ||||||||||||||||||||||||
|
—201→
Vaya, paisanos: ahí tienen otro nuevo Gallo que sale medio flojón, porque ya se suena que a Vuecelencia el Entrerriano general de ambas vías redepente se le ha encogido la guapeza, y ha reculao la cosa del ultimato, alegando que ÉL no ha soltao tal balaca, sino que su ministro el cantor de Carolla228 es quien mandó el documento, sin la conocencia del señor Diretudo panzudo. ¡Óiganle al invasor de los cotigentes de a quince mil!
Por supuesto, todo eso que alega Vuecelencia es nada más que una gauchada; de balde ahora saca el cuerpo y recula... porque se le chingó el cuhete, luego que el coronel Granada se basurió a Calfucurá con toda la Indiada que ha ido a guasquiarse al infierno, y que el coronel don Emilio Mitre le está desde la Loma Negra poniéndole los puntos al Diretudo Sicofantástico. En ancas, se ha sentao de golpe el balaquero presidente, porque —202→ todos los señores Cipotenciarios229 uropeos le han hablao fieramente a respeto de las alianzas con que cacarea el Zambullidor.
Velay la causa de la sofrenada que ha pegao Vuecelencia, cosa sabida ya por muchísimos nutriales que han llegao del Paraná ahora poco, y la mesma que yo he averiguao como se las cuento: oigan.
Ayer al tocar las doce llegué de los Corrales del Alto, aonde me almorcé un matambre con tortas y mucho vino superior, y medio chamuscao enderecé a la casa de mi amigazo el patroncito de la Tribuna ratapinga, que vive en la calle de San Francisco.
Pues, señor, en la mesmísima puerta me le apié; y después de maniar mi potrillo, entré a la casa, y sin ruido me iba colando hasta el fondo, cuando tuve que hacer alto en la puerta de un cuarto muy sahumao, en donde estaba el mocito haciendo medio día y sentao como pegadito a una niña, que da comezón el verla tan primorosa.
Redepente el patroncito, que es un lagarto de vivaracho, me sujetó dándome el grito:
-¡Ché, qué fortuna, el amigo Aniceto por acá! Adelante. ¿Cómo está, compañerazo?
-Alentao, patroncito; y me le entré al cuarto... ¡ojo a la moza!
-Me alegro, amigo Gallo: y así tengo el gusto de presentarlo a esta señorita mi esposa y su servidora.
-A lo mesmo, patroncito; ya veo que la niña —203→ es una joya, y que usté es muy dichoso en el amor.
-Gracias, Aniceto: ahora sientesé pues en esta butaca blandita.
-¡Mutaca blandita! que se siente un maturrango, que yo no caigo más en otro resumidero: ¿se acuerda?
-¿Ja, ja? sí, me acuerdo: pero este sillón no esta inflado, como aquel en que usté pegó la sumida hasta las aujas. Siéntese no más con toda confianza y almorzará en mi compaña.
-Le agradezco, patroncito: ya estoy lleno.
-Sin embargo: probará una omeleta. ¿No le gusta?
-¿Mulita dice? sí, señor; peludo también me gusta, pero por ahora sólo apetezco un cimarrón.
-Corriente: al instante le haré dar mate; tome asiento.
-Vaya, pues, ya que se empeña, le haré el gusto (le dije), y me le afirmé a la mutaca, la mesma que pegó un resoplido cuanto le asenté las nalgas.
-Con que, amigo Aniceto, ya sabrá usté que Urquiza no nos invade por ahora.
-¡Voto al diablo! ¿y, por qué se anda empacando?
-¡Toma! porque ha consultado el resultado que tendrá su invasión, y le han profetizado un descalabro.
-¡Vea eso! ¿y quién?
-Un trípodi o mueble profético.
-¡Un tripo! vaya un profeta acertao: pero ¿de qué se ríe, amigazo?
—204→-De nada, amigo Aniceto; y dígame, ¿por qué viene medio escuálido?
-¡Ñaú, ya empieza con sus terminachos! ¿Medio cómo decía?
Medio pálido y de mal semblante.
-¡Ah! puede ser, porque ahora noches pasadas rodé muy fieramente con una hembra en ancas.
-¿Y adónde?
-En un pantano.
-¿Y cómo fue usté, que es tan gaucho, a empantanarse así?
-Le diré, patroncito: andaba yo mal montao la otra noche, y se me antojó apiarme junto a la Recoba a oír la musiquería del baile mascarao. Luego, cuando iba a retirarme, se me arrimó una moza de Turca por dentro y juera, porque venía muy divertida: a la cuenta en la confituría de la esquina le habría menudiao al coñaco y la giniebra.
Ello es que se me prendió y me dijo: «Ché, compadre, ya lo conozco; mónteme en ancas y lléveme a casa, que estoy medio en chaucha». Como era mi comadre, la monté ahí mesmo y salí al tranco rumbiando para el güeco de la Yegua; y al llegar a la casa, en un barrial medio pantanoso, aflojó el mancarrón y se me dio güelta tan fieramente que me tapó con hembra y todo. Velay cómo rodó, y la razón por que hasta ahora rengueo como manco de la cuerda.
-Ya lo veo, amigazo, y lo siento mucho, aunque considero que su renguera no le impedirá soltar su gaceta. ¿No es así?
-¡Qué esperanza! para eso vengo a preguntarle, —205→ si es evidente la reculada del señor Diretudo.
-Ciertísima, amigo, no lo dude: y así puede usté decirlo a los paisanos en el Gallo que suelte.
-Pues entonces, amiguito, con su permiso me largaré a escribirlo para darle a Vuecelencia unos consejos razonables. ¿No le parece, patroncito?
-Buenísimo, amigo Aniceto. ¿No tiene algo que recomendarme?
-Nada más sino que cuide a la deidá de su tortolita presente.
Y me salí suspirando y pidiéndole al cielo que, de gallo que soy, me trocase alguna ocasión en la figura del patroncito de la Tribuna y ratapinga.