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  —172→  
El Manetismo

Por la valsa titulada 14 de julio, y componida por la señora doña Josefina de Barbierí


Cuento al caso



ArribaAbajo   En cierta solicitú,
antes de anoche llegué
a la ciudá, y me colé
por la calle del Perú...

    En un zaino parejero  5
del andar de mi mujer,
que lo aprecea199 por ser
mansito como un cordero.

    Así, al principio, ¡barajo!
extrañé y me hizo enojar  10
el lance particular
que les cuento más abajo.
—173→

    Es el caso, que esa noche,
a un trote muy asentao,
entraba yo tan holgao  15
como si viniera en coche;

    Y redepente, quién sabe
cómo diablos sucedió,
que el pingo se me tendió
al sentir tocar un clave200;  20

    Y ya por el costillar
me sacó de la tendida201
entrando el zaino en seguida
a dar güeltas y a escarciar.

    Ahora lo verás, ¡barajo!  25
dije yo muy calentón,
y con la firme intención
de prenderle al pingo un tajo.

    Me arremango y desenvaino
el cuchillo; pero ¡qué!  30
si yo también comencé
a dar güeltas como el zaino;

    Y bailando hasta la reja
de MADAMA BARBIERÍ,
fui a dar y me le prendí  35
por la cintura a una vieja;

    Y medio como a la cincha
la arranqué de la ventana,
valsiando a la veterana
y gritando: ¡ay, que me pincha!  40
—174→

    Malicié, y quise envainar
el cuchillo, ¡qué esperanza!
no pude en la contradanza,
ni con la vaina acertar.

    Por suerte, con el polvillo  45
que me echó a favor del viento
la vieja, en un movimiento
estornudé, y el cuchillo...

    Se me cayó de la mano;
y al punto muy alegrona  50
me dijo la lechuzona:
«ya no me pincha, paisano;

    «Sólo siento que me estruja
un poco, pero no es cosa:
¡Ay, qué valsa tan preciosa!  55
¿no es verdá?» añadió la bruja.

    «¡Maldita sea mi suerte!»
le dije, y quise soltarme;
pero, ¡qué poder largarme!
valsa, y valsa, y... dele juerte.  60

    «Siga el compás, no se trabe,
compañero», díjome
la vieja, al istante en que
dejó de sonar el clave.

    Y cuando precisamente  65
ambos nos desayuntamos202
y hechos postes nos quedamos
mirándonos frente a frente:
—175→

    Hasta que la veterana,
de fatiga o qué sé yo,  70
en la vedera se echó
en cuatro pies como rana.

    Diciendo a gritos: «¡Josús!
¡yo en zarandeos, qué horror!
¡cuando al baile y al amor  75
cuantuá les hice la cruz!

    «¿Cómo es que ahora al son de un clave
en la valsa me he floriao?».
«Porque la han manetizao203
con música, y no se alabe,  80

    Le contesté, porque a mí
también me ha manetizao
con la valsa que ha tocao
madama de Barbierí».

    Y por fin, a mi caballo  85
de un brinco me le senté,
y en cuanto me acomodé,
salí a dos laos como un rayo.

    Esto es la pura verdá:
y el que quiera embelesarse  90
por gusto, o manetizarse,
compre la valsa, y verá.

Buenos Aires. Agosto 25 de 1853.



  —176→  
Pregunto yo

Si el señor Gobierno ha decretao fresquito de que los paisanos no puedan correr avestruces en los campos, y en esa confianza, redepente se nos deja caír por la campaña el Maldito Diretudo con algunos tratadores, ¿cómo hacemos? Respuéndame alguno a ver.




Vayan deputaos

Lista cócora204 o suplefaltas de representantes para el pueblo, asigún la opinión de Aniceto y otros que no son gallos, pero que son pavos.

  —177→  

En primer lugar:

Yo Aniceto el Gallo.

Mi compadre Lucas Sentao.

Mi suegro Roque Callate.

Mi pariente Estanislao Sordo.

Mi tío Benedito el Mudo.

Mi cuñao Agapito Sueño.

Y mi aparcero José Crespín Nalgas.

Ahí tienen Deputiaos de sobra... por si faltan.





  —[178]→  

ArribaAbajoNº 11

Buenos Aires.- Marzo 12 de 1858



¡Ojo al gallo nuevo!



ArribaAbajo    Velay la estampa del Gallo
que sostiene la bandera205
de la patria verdadera
del Veinticinco de Mayo.

    El santero206 don Catalde  5
es quien me ha hecho la fineza
de pintarlo a toda priesa
a lo divino, y de balde.
—179→

    Es una prueba de afeto
y de generosidá,  10
que se la agradecerá
eternamente...

Aniceto.




Empanada

Para el señor general de aguas mayores y tierras menores, don Usebio José de Urquiza




ArribaAbajo   Señor: yo había pensao
para hoy viernes, por si ayuna
en cuaresma, mandarle una
empanada de pescao:
pero, como en el mercao  5
anda el sábalo a caballo
de carísimo, y no me hallo
en situación de gastar,
sólo le puedo largar
esta empanada de GALLO.  10

    Tendrá, eso sí, que morder
si acaso el hambre lo apura,
—180→
porque el gallo es ave dura
para dejarse comer.
En fin, si le dan qué hacer,  15
las presas échelas juera,
que allá mi recao207 pudiera
gustarle, porque ahí le soplo
un morrudísimo choclo208
a lo gaucha amasandera.  20

Nicolasa la Porteñaza.




La situación sigún ellos, y la mesma asigún yo

¿Quiénes son ellos? A la fija, ésta es la primera pregunta que en sus adentros se hará cada paisano letor, en cuanto se eche a la cara esta primer gaceta de la segunda lechigada, que empieza a soltar el Gallo que clavó el pico la vez pasada, hasta que vuelve al reñidero a impulsos de las bravatas del Entrerriano Orejano general de   —181→   aguas y tierra209, a quien todos conocemos por su fama de Diretudo, y porfiao menospreciable a tal punto, que yo, siendo un infeliz, y apenas lo he sentido relinchar otra vuelta, ya también, como les avisé, salgo arremangao y dispuesto a pegarle un vigor hasta aplastarlo, por más alzao y bellaco que se encuentre. ¡Ah, chaná viejo!

Pues, sí, paisanos: ellos son los de cierta manada de Urquizanos y Rosines, todos de la marca y pelo del Diretudo, los cuales a un tenor balaquean de tal suerte, que, al oírlos algunos hombres patriotas que andan retiraos de esta ciudá, y particularmente los provincianos, quizá creerán que esos diablos tienen algún fundamento en lo que alegan, desde que nuestros gobernantes los aguantan y se encogen allá, porque dicen que así deben proceder por respeto a las galantías y la libertá que en el día tienen por la ley los imprenteros desvergonzaos y embusteros. ¡Muy lindo!

Con esta confianza, toda esa recua de Rosines al mesmísimo Gobierno de Buenos Aires le canta el cielo, y le dicen menudamente en sus barbas, que Vuecelencia el presidente terutero es mejor y más Gobierno que el nuestro; y que por lo tanto la patria toda enterita se le debe someter, porque, si no, es muy arrejada y peliaguda la situación en que hoy están los Porteños y las Porteñas, desde que el Diretudo, de puro corajudo y yesquerudo, está atufadísimo con los primeros, porque ni le hacen caso, ni se quieren dejar soplar a la juerza la Custitución terutera, ni por los diablos quieren soltarle las vacas y menos la batería aquella que   —182→   mandaba el dijunto don Bernabel Escalada210 y que hoy está a las órdenes del paisano patriotazo don Savedra211 ¡Ah, criollo! ¡no se la vaya a soltar!

Luego, con las Porteñas también está muy atufao el costitucionero Diretudo y barrigudo, porque siendo éstas el tormento mayor de los amorosos deseos de Vuecelencia, las muchachas no hay forma de que quieran bailar con él la contradanza aquella, a que tanto se aficionaba en el Clubo212, porque todas se están lambiendo por largárseles nada menos que con los lanceros, y eso no aguanta el costitucionero, porque, como ya está pesadón, malicea que lo pudieran chuciar. ¡Ah, bruto!

Siendo así pues, el general de agua y tierra se quedará ganoso de todo y por todo, y a los que dicen que la situación es peliaguda... ¡ahi-juna! dígoles yo que no hay tales carneros.

La prueba está en que nuestro gobierno los deja no más que ladren a caerse muertos, desde que no nos han de morder. Además, ya cuasi naides para la oreja al toreo de tales cimarrones; y yo menos que otro cualquiera, porque ya estoy de balacas213 rosines hasta el pelo: como que soy salvaje veteranazo y baqueteao en la defensa de la justa causa que hoy defienden los Porteños, y de la mesma que, por fortuna, hace una máquina de años a que se nos resertó ese mesmo gauchaso   —183→   Diretudo ambicioso, enredista y pendenciero como morao sin agüela. ¡Cabalito!

¡Qué Cristo! a ver como no se retoba fiero y nos atropella con los veinte mil aliaos de ñaupas214 que dice que ya va rejuntando (¡y que rejuntaba!). ¡Ah, malaya, se le aflojara del todo la chaveta! pues sólo así pudiera merecer pillarme a tiro (y que me pillaba), supuesto que yo no pienso juirle muy lejos, aunque voy arrejando a que, si me agarra (cosa que no le ha de ser tan fácil), no me haga nada, sino prenderme apenas un chaleco de cuero fresco y cortito no más, así como desde el cogote hasta el encuentro mesmito.

Como guste: pero, así con riejo y todo, sostengo y les afirmo a todos los paisanos liberales que el Diretudo tetudo es un peine, que ni liendres nos dejaría si consiguiera que le agacháramos la cabeza por las bravatas que nos echa, y las embrollas que nos arma allá entre algunos provincianos que tiene apretaos o ilucinaos, y con quienes los Porteños no tenemos queja ni agravio ninguno, y de quienes, a pesar nuestro, estamos medio apartaos hasta que el Diretudo degollador y manotiador quite su cuero del titulao Gobierno nacional, y deje que salga cualquier otro Presidente a mandar a todas las provincias unidas del Río de la Plata... y a Buenos Aires en la punta.

Velay en plata la única ambición que tiene la porteñada y su Gobierno, esperando en Dios y la justicia que todos los provincianos se convenzan de que Urquiza los está pelando y enredando: y que no crean en su fantástico poder ni en sus   —184→   bravatas y chismes, porque miente el Diretudo juidor y zambullidor cuando dice y hace decir, hasta en las gacetas urquizanas del mesmo Buenos Aires, que esta ciudá y su campaña están pronunciándose por él, y muy atrasadas, porque hasta los Pampas nos apuran...

¡Ahi-juna, el terutero embustero! A la vista está fresquito, que a todos los Indios aliaos de ese bruto, el ejército guapo y morrudazo de Buenos Aires los ha cuereao y arrempujao, espantándolos últimamente hasta Chiloé y para siempre.

Ésta es la verdá evidente y a macho: así, todo lo demás que dice el Diretudo tobilludo son embrollas y balandronadas que suelta, por no soltar la TETA que le está chupando hacen diez y seis años al Entre Ríos, y para aparentarles a las provincias mucho crédito y poderío, de miedo que los provincianos mesmos redepente lo echen a ponchazos de la presidencia antigualla y refalosa, en que sin merecerla se ostenta el 2º don Usebio215 de la Santa Federación. ¡Anda, pulpero maula!

Por último, Aniceto les alvierte a todos los provincianos y en la presente a los amigos Entrerrianos, que los Porteños ni su Gobierno ni quieren ni arman pendencias con naides, menos con los Argentinos, como que también lo somos los gauchos de Buenos Aires: y más les alvierto de todas veras, que la presidencia de Urquiza, con fanfarronadas y todo, ya está relampaguiándole como candil flaco y se le va por un cuesta abajo; y que de ahí procede el ULTIMATO ñato y las   —185→   amenazas del Diretudo uñerudo. De balde se hace lomo liso216, le duele la matadura y corcovea más desde que ha visto que los señores Gobiernos de Francia y de Ingalaterra han reconocido en amistá la justicia con que el Gobierno de Buenos Aires, con tierra y todo, se le ha hecho José de ajuera217 al costitucionero balaquero, lo mesmo que deben hacer lueguito todas las provincias Argentinas, despreciando los maquines y balacas de Urquiza y sus lagañas gurupieses218.

Bueno pues: para fundirlo del todo al Diretudo, si los provincianos no nos quieren ayudar, por encimita aunque sea, no tienen que forcejear mucho, sino dejarse andar trajinando allá en sus pagos, mientras nosotros, los Porteños solitos, ya que don Usebio Urquiza nos viene sacando cuchillo, veremos si le trajinamos la presidencia, las vacas y la rocinada que ha arrejuntao, descamisando y degollando por diez y seis años a los infelices Entrerrianos y por orden del calandria don Juan Manuel Rosas, de quien Urquiza fue ovejero, como perro de presa, hasta ahora que la echa de potestá y nos sale con las alianzas.


   Balaquiando a costillas
del Emperador,
de la Banda Oriental
y de Ituzaingó,
el ombú, el juncal,
y las prendas colgadas
en la catredal
—186→
de Buenos Aires...
prendas de que han de reírse
hasta los flaires... y
¡música, música!




Diálogo gauchi-beatón



ArribaAbajo   Ayer yo estaba presente
en la mesma pulpería,
cuando a eso de mediodía
pasó el diágolo siguiente.

    Al gaucho Roque Limares  5
que, alegándole al pulpero
sobre el Paso de Quintero,
nombraba Cristos a pares:

    -¿Cuántos Cristos conoces?
un beato le preguntó  10
y Limares contestó:
-No conozco más que tres.

    -¡Jesús! ¡qué barbaridá!
(dijo el beato y santiguose.)
—187→
Sólo un Cristo se conoce  15
¡che, bruto! en la cristiandá.

    -¿Qué dice? Más bruto es él;
en su cara se lo digo:
tres Cristos conozco, amigo,
siendo uno de ellos infiel.  20

    Y en prueba de que son TRES,
sepa ¡so hijo de la gran... pa!
que conozco a Cristo el pampa219
y al cristiano Cristo inglés.

    Como conozco de fe  25
a CRISTO Nuestro Señor
de cielo y tierra, y criador
de animales como usté.

    -Bueno, Roque, así será;
(replicó el beato asustao)  30
veo que me has trajinao;
pero... dime la verdá.

    Supuesto que has conocido
al Cristo de Ingalaterra220:
de tan lejos a esta tierra  35
¡a qué asuntos ha venido!

    Porque, mirá, lo confieso,
que algo dudo y no concibo
¡cómo sea Cristo vivo
un Inglés de carne y güeso!  40
—188→

    -Pues no lo dude, aquí está,
mostrando ser más cristiano
y más sabio y más humano
que nosotros; ¡la verdá!

    Y es tan vivo y tan certero  45
y tan gaucho de una vez,
que le ha prendido las tres
Marías a un terutero.

    -¿A un terutero? ¡qué risa!
como es pájaro patudo  50
es fácil...
-No: al Diretudo,
al gran terutero Urquiza...

    Que estará haciendo cabriolas,
y en apuros después de eso,
porque en el mesmo pescuezo.  55
¡Cristo le prendió las bolas!

    -Pues, amigo, es una hazaña,
dijo el beato, y bolsiquió,
y a Limares le largó
cinco pesos para caña.  60



  —189→  
La Ultimatera

Media caña terutera




ArribaAbajo   No se escuenda de susto
la Porteñada,
que ahí viene don Usebio
con una armada...
    -¡Por Jesucristo!  5
la más cruda y tremenda
que habremos visto.
    A que no nos quita... la curiosidá,
y nos facilita... y se empaca allá...
    Porque ya sabe  10
que le hemos de atracar
en cuanto cabe!

    ¿Habrá hombre más funesto
que el Diretudo?
vean cuánto pretexto  15
y agravio al ñudo...
    Forma al presente
por lucirle al Imperio
—190→
de presidente.
    Pues, vení, malevo... Vení, fanfarrón,  20
y comerás trebo... si estás barrigón.
    Yo te ofrezco eso
porque has de ser un duro
si comés queso.




Así paga el diablo a quien le sirve



ArribaAbajo    Diz que el ingrato juidor,
presidente mashorquero,
desea sacarle el cuero
a nuestro Gobernador.

    Confesando de que a gatas  5
le debe a don VALENTÍN,
ni más ni menos, al fin,
que el andar en cuatro patas.

El Gobernador don Valentín Alsina.



  —191→  
La ilusión



ArribaAbajo   Es tanto lo que alucina
mirar en el descampao,
al través de la ñeblina,
a un cuervo o a una gallina,
o pavo medio empampao...  5

    Que en el campo un Andaluz,
viendo a un triste terutero,
exclamó asustao: ¡Jesús!
por la Santísima Cruz,
¡aónde vas, joven guerrero!  10



  —192→  
Cortesías de Aniceto

A LA TRIBUNA DE LOS RATAPINGAS.

¡Ay, mi alma! Te quiero mucho... ¡A que te pincho! ¿Pero: por qué a los güeyes flacos les meniás picana, y a uno que otro gordo le negás macana?

AL NACIONAL.

¡Superiorazo, y échele cuhetes! pero no se turbe ni se me alargue en los cargos que señala, porque hay muchos niños, y esos trompos cuestan caro.

A LOS DEBATES.

¡De mi flor, amigazo! pero no se enriede en las cuartas ni ponga el freno patas arriba, como en el cuentito de la sulevación del ejército del Sur.

  —193→  

A LA ESPADA DE LAVALLE.

¡Guapísima y cortadora! pero que no vaya a salirse de la vaina.

A LA OPINIÓN PÚBLICA.

Mi afeto de corazón y... ¡dele guasca!

A LA NUEVA GENERACIÓN.

¡Qué lindo los angelitos! Dios los guarde y dispongan del cariño de Aniceto.

AL JUDICIAL.

Mi respeto, con tal que me recomiende al alcaide del callejón de Ibáñez, por si me refalo en algunas eleciones.

Y a los demás que no trato:

La Virgen les dé su gracia y el Señor les diga: Amén.



  —194→  
El sargento Arrecifero



ArribaAbajo   Cierta sentencia gauchesca
del sabio rey don Alfonso
dice así: ¡Malo es que a un zonzo
la Virgen se le aparezca!
y aunque parece burlesca  5
tal advertencia reyuna,
desde Caseros ¡ahi-juna!
Urquiza la comprobó,
cuanto se le apareció
la Virgen de la fortuna.  10

    Sólo así, en su cacariada
aición de Monte Casero,
pudo ese loco altanero
hacer una zapallada:
y gracias a la cuartiada  15
de Argentinos y Orientales,
y a los barcos imperiales,
y sobre todas las cosas,
a que ya estaban de Rosas
muy cansaos los federales:  20
—195→

    Y tanto, que se largó
sin peliar la Porteñada,
pues ese día la Indiada
fue la que medio aguantó;
porque Rosas disparó  25
el primero y más temprano;
y yo pienso que el tirano
tuvo ese día, en verdá,
más miedo de los de acá
que de Urquiza el entrerriano.  30

    Entretanto, el terutero
Diretudo fanfarrón,
desde aquella aparición
y zapallada en Casero
hasta la presente, infiero  35
que ve visiones en sueños,
porque hace vanos empeños
creyendo en sus devaríos
gobernar como a Entre Ríos
la patria de los Porteños.  40

    Pues, ¡barajo! si ha pensao
tamaña barbaridá,
que se amarre el chiripá
y se largue de este lao:
pero que venga ensebao,  45
porque lo hemos de apurar
sin darle tiempo a rumbiar,
como rumbió en la otra juida
cuando aquella zambullida
que dio al quererse embarcar.  50

    Véngase a la disparada,
no se haga desiar al ñudo;
—196→
venga, ñato Diretudo,
que no le ha de pasar nada.
Yo, cuando más, una inflada  55
le daré por balaquero,
y si algún criollo el yesquero
quisiere hacerle fruncir,
no se lo ha de permitir...

El Sargento Arrecifero.




Cuhete

De parte de la Guardia Nacional de Buenos Aires al nombramiento del señor general de mar y tierra


Señor Presidente Costitucionero:



ArribaAbajo   Sabemos los Nacionales
que, para hacernos la guerra,
general de mar y tierra
lo han nombrao sus congresales;
y hallamos que cargos tales  5
le caen al pelo, señor,
pues, si no es navegador
—197→
de grande capacidá,
en Palermo mostró ya
que es gaucho zambullidor.  10

    Queremos, sí, que nos diga:
cuando tenga que embarcarse
¿cómo hará para no echarse
enfermo de la barriga?
porque el mareo fatiga  15
y da como chavalongo221;
razón por la cual supongo
que si se embarca, a la fija,
en su primer revoltija
de tripas, larga el mondongo.  20

    En fin, si ha determinao
invadirnos sin más tregua,
díganos si vendrá en yegua
o se nos larga embarcao;
porque acá está preparao  25
Usebio patagalana222,
quien en figura de rana
lo batirá con la popa,
a p...istola y quema ropa
y a bordo de una chalana223.  30

    ¡Barajo, qué pestilencia
será el humo de esa aición!
la Santa Federación
que le valga, Vuecelencia!
aunque Usebio en su clemencia,  35
—198→
como es su igual y tocayo,
lo más que hará al fin y al fallo
será soltarlo apestao,
como se lo ha suplicao
su servidor...  40

Cruz Ramayo.

A.





  —[199]→  

ArribaAbajoNº 12

Buenos Aires.- Marzo 19 de 1858



Asombro



ArribaAbajo   En las noticias recientes
dicen (como una gran cosa)
los DEBATES224 inocentes,
de que «una sandía mostruosa
se han encontrao en Corrientes».  5

    ¿Colorada o amarilla?
de eso no dicen, si no
que «diez arrobas pesó,
y que sólo la semilla
un barril de horchata dio».  10
—200→

    Pues la tal sandía tenía
un grandor tan formidable,
que su tamaño sería
más o menos comparable
a media pipa vacía.  15

    De tal cosa, sólo un payo225
se asombra; porque en CASERO,
un día tres de febrero,
Urquiza se halló un ZAPALLO226
mucho mayor que un ternero:  20

    Con el cual el hombre pudo
hacer horchata y licores;
pero hizo cosas mejores,
haciéndose el Diretudo
general de aguas mayores227.  25



  —201→  
La visita de Aniceto a Ratapinga

Vaya, paisanos: ahí tienen otro nuevo Gallo que sale medio flojón, porque ya se suena que a Vuecelencia el Entrerriano general de ambas vías redepente se le ha encogido la guapeza, y ha reculao la cosa del ultimato, alegando que ÉL no ha soltao tal balaca, sino que su ministro el cantor de Carolla228 es quien mandó el documento, sin la conocencia del señor Diretudo panzudo. ¡Óiganle al invasor de los cotigentes de a quince mil!

Por supuesto, todo eso que alega Vuecelencia es nada más que una gauchada; de balde ahora saca el cuerpo y recula... porque se le chingó el cuhete, luego que el coronel Granada se basurió a Calfucurá con toda la Indiada que ha ido a guasquiarse al infierno, y que el coronel don Emilio Mitre le está desde la Loma Negra poniéndole los puntos al Diretudo Sicofantástico. En ancas, se ha sentao de golpe el balaquero presidente, porque   —202→   todos los señores Cipotenciarios229 uropeos le han hablao fieramente a respeto de las alianzas con que cacarea el Zambullidor.

Velay la causa de la sofrenada que ha pegao Vuecelencia, cosa sabida ya por muchísimos nutriales que han llegao del Paraná ahora poco, y la mesma que yo he averiguao como se las cuento: oigan.

Ayer al tocar las doce llegué de los Corrales del Alto, aonde me almorcé un matambre con tortas y mucho vino superior, y medio chamuscao enderecé a la casa de mi amigazo el patroncito de la Tribuna ratapinga, que vive en la calle de San Francisco.

Pues, señor, en la mesmísima puerta me le apié; y después de maniar mi potrillo, entré a la casa, y sin ruido me iba colando hasta el fondo, cuando tuve que hacer alto en la puerta de un cuarto muy sahumao, en donde estaba el mocito haciendo medio día y sentao como pegadito a una niña, que da comezón el verla tan primorosa.

Redepente el patroncito, que es un lagarto de vivaracho, me sujetó dándome el grito:

-¡Ché, qué fortuna, el amigo Aniceto por acá! Adelante. ¿Cómo está, compañerazo?

-Alentao, patroncito; y me le entré al cuarto... ¡ojo a la moza!

-Me alegro, amigo Gallo: y así tengo el gusto de presentarlo a esta señorita mi esposa y su servidora.

-A lo mesmo, patroncito; ya veo que la niña   —203→   es una joya, y que usté es muy dichoso en el amor.

-Gracias, Aniceto: ahora sientesé pues en esta butaca blandita.

-¡Mutaca blandita! que se siente un maturrango, que yo no caigo más en otro resumidero: ¿se acuerda?

-¿Ja, ja? sí, me acuerdo: pero este sillón no esta inflado, como aquel en que usté pegó la sumida hasta las aujas. Siéntese no más con toda confianza y almorzará en mi compaña.

-Le agradezco, patroncito: ya estoy lleno.

-Sin embargo: probará una omeleta. ¿No le gusta?

-¿Mulita dice? sí, señor; peludo también me gusta, pero por ahora sólo apetezco un cimarrón.

-Corriente: al instante le haré dar mate; tome asiento.

-Vaya, pues, ya que se empeña, le haré el gusto (le dije), y me le afirmé a la mutaca, la mesma que pegó un resoplido cuanto le asenté las nalgas.

-Con que, amigo Aniceto, ya sabrá usté que Urquiza no nos invade por ahora.

-¡Voto al diablo! ¿y, por qué se anda empacando?

-¡Toma! porque ha consultado el resultado que tendrá su invasión, y le han profetizado un descalabro.

-¡Vea eso! ¿y quién?

-Un trípodi o mueble profético.

-¡Un tripo! vaya un profeta acertao: pero ¿de qué se ríe, amigazo?

  —204→  

-De nada, amigo Aniceto; y dígame, ¿por qué viene medio escuálido?

-¡Ñaú, ya empieza con sus terminachos! ¿Medio cómo decía?

Medio pálido y de mal semblante.

-¡Ah! puede ser, porque ahora noches pasadas rodé muy fieramente con una hembra en ancas.

-¿Y adónde?

-En un pantano.

-¿Y cómo fue usté, que es tan gaucho, a empantanarse así?

-Le diré, patroncito: andaba yo mal montao la otra noche, y se me antojó apiarme junto a la Recoba a oír la musiquería del baile mascarao. Luego, cuando iba a retirarme, se me arrimó una moza de Turca por dentro y juera, porque venía muy divertida: a la cuenta en la confituría de la esquina le habría menudiao al coñaco y la giniebra.

Ello es que se me prendió y me dijo: «Ché, compadre, ya lo conozco; mónteme en ancas y lléveme a casa, que estoy medio en chaucha». Como era mi comadre, la monté ahí mesmo y salí al tranco rumbiando para el güeco de la Yegua; y al llegar a la casa, en un barrial medio pantanoso, aflojó el mancarrón y se me dio güelta tan fieramente que me tapó con hembra y todo. Velay cómo rodó, y la razón por que hasta ahora rengueo como manco de la cuerda.

-Ya lo veo, amigazo, y lo siento mucho, aunque considero que su renguera no le impedirá soltar su gaceta. ¿No es así?

-¡Qué esperanza! para eso vengo a preguntarle,   —205→   si es evidente la reculada del señor Diretudo.

-Ciertísima, amigo, no lo dude: y así puede usté decirlo a los paisanos en el Gallo que suelte.

-Pues entonces, amiguito, con su permiso me largaré a escribirlo para darle a Vuecelencia unos consejos razonables. ¿No le parece, patroncito?

-Buenísimo, amigo Aniceto. ¿No tiene algo que recomendarme?

-Nada más sino que cuide a la deidá de su tortolita presente.

Y me salí suspirando y pidiéndole al cielo que, de gallo que soy, me trocase alguna ocasión en la figura del patroncito de la Tribuna y ratapinga.