Romance de la niña cordobesa
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| En su vecindad el tiempo | | |
| parece que no corriera, | | |
| pues el invierno es verano, | | |
| y el otoño, primavera: | | |
| las noches se vuelven días, |
5 | |
| los días no tienen fecha, | | |
| y cuando el sol se termina | | |
| parece que el sol empieza. | | |
| Sus ojos siempre lejanos | | |
| a pesar de su presencia |
10 | |
| (porque miran de muy lejos | | |
| aunque miren de muy cerca), | | |
—65→
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| son dos pájaros obscuros, | | |
| desterrados de la tierra: | | |
| uno se llama nostalgia |
15 | |
| y otro se llama tristeza. | | |
| Las mañanas y las tardes | | |
| de Córdoba son más bellas | | |
| que las del resto del mundo | | |
| porque su frente las sueña; |
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| y las noches de los otros | | |
| (para mí no puede haberlas) | | |
| han aprendido su oficio | | |
| en la de su cabellera. | | |
| Su voz es como el arroyo |
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| pensativo de la sierra, | | |
| que dulcifica el paisaje | | |
| por más huraño que sea, | | |
| pues aunque sus aguas dulces | | |
| van pensando en lo que piensan, |
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| dejan como por descuido | | |
| una flor en cada piedra. | | |
| En mi vida he visto nada | | |
| como sus manos morenas | | |
| para alumbrar mi camino |
35 | |
| con la luz de sus estrellas: | | |
| la derecha me señala | | |
| el rumbo de su cabeza, | | |
| y el seguro derrotero | | |
| de su corazón la izquierda. |
40 | |
| Su presencia es como el vino | | |
| que, junto a la chimenea, | | |
| toma el viajero cansado | | |
| para recobrar sus fuerzas, | | |
| mientras el viento y la lluvia |
45 | |
| están llamando a la puerta, | | |
| como queriendo decirle | | |
| que en el camino lo esperan. | | |
| Quiero vivir en un mundo | | |
| maravilloso que tenga |
50 | |
| su frente por horizonte | | |
—66→
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| y sus ojos por fronteras, | | |
| sin más noches que la dulce | | |
| noche de su cabellera, | | |
| ni más estrellas de plata |
55 | |
| que las de sus manos buenas, | | |
| soñando mañana y tarde, | | |
| por única recompensa, | | |
| con el laurel de su nombre | | |
| para ceñir mi cabeza, |
60 | |
| y dando todas las voces | | |
| musicales de la tierra | | |
| por una sola palabra | | |
| de la niña cordobesa. | | |
Poema de las cuatro fechas |
| Esta noche del Jueves Santo llego a la iglesia para velar, el
Santísimo. | | | | Necesito estar unas horas acompañando a Nuestro
Señor escondido. | | | | Siento una tristeza profunda y estoy muy cansado y tengo un poco
de frío. | | |
—68→
| | Quisiera descansar en alguien que sintiera por mí
verdadero cariño. | | | | Si viviera mi pobre madre me sobraría dónde
quedarme dormido. |
5 | | | Porque tendría su regazo, que para el dolor era el mejor
domicilio. | | | | Pero estoy solo como nunca lo estuve en este mundo callado y
sombrío. | | | | Y es difícil que haya en la tierra desamparo más
grande y más hondo que el mío. | | | | Veo la dicha de los otros igual que la costa desde un barco
perdido. | | | | Soy como un perro muerto de hambre y extraviado en un enorme
campo de trigo. |
10 | | | El corazón me pesa tanto que me hace caer de rodillas
ante Cristo. | | | | Lo mismo que un árbol talado que cae lentamente con todos
sus nidos. | | | | Con las primeras oraciones acuden al corazón recuerdos
distintos. | | | | Y cuatro fechas de mi vida se van salvando para siempre del
olvido. | | |
|
| Nuestras pequeñas bicicletas iban por aquella carretera
de España. |
15 | | | Detrás quedaba Carballino, con sus casas envueltas en la
madrugada. | | | | Dejando mi corazón mucho más a obscuras, el
amanecer despuntaba. | | | | ¿Era posible que pudiera venir, como todos los
días, la mañana? | | | | El silencio de mis hermanos era el eco de la soledad de sus
almas. | | | | Yo sentía sobre mis hombros algo parecido al peso de una
montaña. |
20 | | | El paisaje abría los ojos como si no se hubiera enterado
de nada. | | |
—69→
| | Nunca olvidaré que en el monte de Corzos había un
ruiseñor que cantaba. | | | | Al llegar a Dacón oímos el nombre querido en la
voz de la campana. | | | | Mamá y el mundo habían muerto para siempre y
sólo aquella voz los lloraba. | | |
|
| La iglesia de Nuestra Señora de París era propicia
como ninguna. |
25 | | | Después de una noche vacía resolví
descansar a su sombra segura. | | | | El recuerdo de los obispos de piedra resonaba en las naves
profundas. | | | | Mi vida era como la muerte junto a la vida eterna de sus
sepulturas. | | | | La pasión arreciaba sobre mi cuerpo como el viento sobre
la llanura. | | | | Mi juventud era un torrente sonoro, pero tenía las aguas
turbias. |
30 | | | Unas manos blancas decían la misa del alba en una capilla
obscura. | | | | Cuando sonó la campanilla me pareció que se
levantaba la luna. | | | | Su resplandor era tan bello que me cubrí la cara con las
manos sucias. | | | | Nuestra Señora me decía, sonriendo, que no me
abandonaría nunca. | | |
|
| Como una herramienta gastada carecía de todo sentido mi
cuerpo. |
35 | | | Me habían dicho lentamente las palabras terribles:
-Estás muy enfermo. | | | | Yo me sentía separado de los demás por un muro de
sufrimiento. | | | | Como las rejas de una cárcel mi cama tenía los
barrotes de hierro. | | |
—70→
| | En aquella soledad era menos difícil el idioma del
Salterio. | | | | Para entenderlo era preciso vivir
sicut passer solitarius in
tecto. |
40 | | | Trompetas finales sonaban en la noche sin luz y sin fondo del
sueño. | | | | Los ángeles blancos partían y venían
volando los ángeles negros. | | | | Pero mis amigos rezaban y rezaban por mi salvación en los
templos. | | | | Sus oraciones me llegaban como el rumor del mar al islote
desierto. | | |
|
| Córdoba la tuvo escondida mucho tiempo en la
música de sus campanas. |
45 | | | Vivía encerrada en su sueño como vive la flor en
su aroma encerrada. | | | | Me acerqué midiendo los pasos y bajando la voz para no
despertarla. | | | | Tenía la frente dormida, los ojos ausentes y las manos
cruzadas. | | | | La noche y el piano profundo se quemaban cantando en el fuego de
Falla. | | | | El fuego sonoro crecía y hacía una sola de su
llama y mi llama. |
50 | | | Cuando volvió de aquel incendio, vi que tenía el
corazón en la mirada. | | | | Su corazón era una llave que cerraba los cuerpos y
abría las almas. | | | | Me atrajo lo mismo que atraen al hombre perdido las hogueras
lejanas. | | | | ¡Gracias a Dios que entre mi sueño y el suyo no hay
ahora ninguna distancia! | | |
|
| Esta noche del jueves Santo vuelvo de la iglesia por el pueblo
dormido. |
55 | |
—71→
| | El eco repite en las calles los pensamientos de mis pasos
pensativos. | | | | Transfiguradas en recuerdos, las cuatro fechas de mi vida van
conmigo. | | | | Entre sus puntos cardinales el mundo de mi memoria está
repartido. | | | | ¿Será por eso que esta noche siento una
sensación tan intensa de alivio? | | | | ¿Será que a fuerza de estar lejos el
corazón se va olvidando de sí mismo? |
60 | | | Sobre las olas de mi frente la paz de un aceite misterioso ha
cundido. | | | | Y a la tormenta del cerebro sucede una dulzura de pecho
tranquilo. | | | | En el regazo de la sierra distante quisiera descansar como un
hijo. | | | | Y oír en silencio mil años la canción
temblorosa y lejana del río. | | | | ¡Qué cerca me siento esta noche del viento que
junta su dolor con el mío! |
65 | | | ¡Con qué poderosa ternura mira las cosas el
corazón que ha sufrido! | | | | Frente a mi casa me detengo porque quiero saber lo que dice este
grillo. | | | | Desde el cielo de La Calera, la luna me llama con sus manos de
niño. | | |
|
La ciudad sin Laura |
| En la ciudad callada y sola mi voz despierta una profunda
resonancia. | | | | Mientras la noche va creciendo pronuncio un nombre y este nombre
me acompaña. | | | | La soledad es poderosa pero sucumbe ante mi voz enamorada. | | | | No puede haber nada tan fuerte como una voz cuando esa voz es la
del alma. | | | | En el sonido con que suena siento el sonido de una música
lejana. |
5 | | | Y en la energía que la mueve siento el calor de una
remota llamarada. | | | | Porque mi voz es una vaga reminiscencia de la música sin
causa. | | | | Porque mi amor es una chispa de aquella hoguera que eterniza lo
que abrasa. | | | | Para poblar este desierto me basta y sobra con decir una
palabra. | | | | El dulce nombre que pronuncio para poblar este desierto es el de
Laura. |
10 | |
|
| Las cosas son inteligibles porque este nombre de mujer las
ilumina. | | | | Porque este nombre las arranca de las tinieblas en que estaban
sumergidas. | | | | Una por una recuperan su resplandor espiritual y resucitan. | | | | Una por una se levantan con el candor y la belleza que
tenían. | | | | La obscuridad desaparece mientras el sueño silencioso se
disipa. |
15 | |
—76→
| | Por este nombre de los nombres hasta la muerte sin palabras
tiene vida. | | | | Ya no resuena entre las cosas el gran torrente de las noches y
los días. | | | | El tiempo calla y se detiene para escuchar esta perfecta
melodía. | | | | Mi vida entera permanece porque este nombre que recuerdo no me
olvida. | | | | Porque este nombre me sostiene con emoción desde su
tierna lejanía. |
20 | |
|
| Cuando mi boca lo ignoraba, la soledad era más honda que
el silencio. | | | | Cuando mi boca estaba muda, mi corazón era invisible como
el viento. | | | | Se conocía que vivía por la canción que lo
tenía prisionero. | | | | Pero vivía en otro mundo; para las cosas de este mundo
estaba muerto. | | | | La pesadumbre de las horas era más íntima que
nunca en aquel tiempo. |
25 | | | Porque las noches eran largas; porque los días de las
noches eran lentos. | | | | La tierra estaba más obscura porque faltaban las
estrellas en el cielo. | | | | El manantial de donde brota la luz que alumbra el corazón
estaba seco. | | | | ¿Qué hubiera sido de mi vida sin este nombre que
pronuncio en el desierto? | | | | ¿Qué hubiera sido de mi vida sin este amor que me
acompaña desde lejos? |
30 | |
|
| Lejos está la dulce causa del corazón, de la
cabeza y de la mano. | | | | Pero su ausencia es la del río, que con la fuente que lo
llora vive atado. | | | | Nunca he sentido como ahora la vecindad de la mujer que estoy
cantando. | | |
—77→
| | Cuando el amor está presente no puede haber nada
escondido ni lejano. | | | | La luz del fuego que me alumbra ¿no es la que alumbra el
corazón del ser amado? |
35 | | | La llamarada que me quema ¿no es la del fuego en que se
quema sin descanso? | | | | Aunque las leguas se interponen entre nosotros, ya no pueden
separarnos. | | | | Porque el amor que vence al tiempo no puede estar sino a
cubierto del espacio. | | | | Entre la dicha y mi existencia la diferencia que hubo ayer se va
borrando. | | | | El ser que nombro es el que, siendo, me da una vida sin dolor ni
sobresalto. |
40 | |
|
La noche |
| Dulce tarea es contemplarte, noche que me has acompañado
sin descanso. | | | | Dulce tarea es contemplarte desde la tierra con los ojos
desvelados. | | | | ¿Por qué razón me da tristeza la
muchedumbre silenciosa de tus astros? | | | | ¿Cuál es la causa de mi angustia cuando me pierdo
entre tus mundos solitarios? | | | | A la deriva por el cielo, son como buques hace tiempo
abandonados. |
5 | | | Van empujados por un viento desconocido hacia países
ignorados. | | | | Hasta el fulgor meditabundo que los anima es un fulgor
desamparado. | | | | Desde la tierra dolorosa presiento a veces su clamor
desesperado. | | | | ¿Serán cómo éste aquellos mundos,
noche serena que me llevas de la mano? | | | | Al hombre triste le parece que son felices, porque siempre
están lejanos. |
10 | |
|
| Dulce tarea es contemplarte, noche que me has acompañado
desde niño. | | | | ¡Con qué impaciencia te esperaban aquellos ojos en
la plaza del Retiro! | | | | Mi corazón de pocos años era pequeño, pero
estaba pensativo. | | | | Aunque la sangre no se viera, posiblemente ya estuviera un poco
herido. | | | | Mis compañeros se marchaban cuando agrandabas el lucero
vespertino. |
15 | | | Cuando los otros se alejaban yo me quedaba para verte sin
testigos. | | |
—79→
| | Me impresionaba tu silencio; tu poderosa inmensidad me daba
frío. | | | | Y sin embargo ya te amaba con una mezcla de temor y de
cariño. | | | | Acaso el alma presintiera que su dolor y tu dolor no eran
distintos. | | | | ¿Ya no te acuerdas de mis ojos, de aquellos ojos
empañados sin motivo? |
20 | |
|
| Dulce tarea es contemplarte, noche que me has acompañado
desde siempre. | | | | Cuando las penas me agobiaban, tú me tenías
compasión y eras más leve. | | | | Con tus estrellas numerosas ibas contando mis heridas
indelebles. | | | | Algunas veces alcanzaban, pero eran pocas tus estrellas otras
veces. | | | | Yo te bebía con los ojos como la tierra bebe el agua
cuando llueve. |
25 | | | Tenía sed de que me hablaras y me dijeras el secreto de
la muerte. | | | | Tú sabes bien por qué se vive, tú sabes
bien por qué se goza y se padece. | | | | Pero callabas y callabas, siempre encerrada en tu silencio
indiferente. | | | | No sé por qué me aprisionabas entre
obscurísimas y altísimas paredes. | | | | En La Calera y en tu sombra la voz del río murmuraba
dulcemente. |
30 | |
|
| Dulce tarea es contemplarte, noche que me has acompañado
en este mundo. | | | | Lo que esperé toda mi vida vino contigo para siempre en
un minuto. | | | | Córdoba entera se apagaba con las campanas temblorosas
del crepúsculo. | | |
—80→
| | Mi vida tiene desde entonces el corazón de una mujer como
refugio. | | | | En esta lucha despiadada con el espacio y con el tiempo estoy
seguro. |
35 | | | Ya no me duele haber nacido y estar muriendo bajo el cielo
taciturno. | | | | Porque el amor omnipotente le da sentido verdadero a lo que
sufro. | | | | Dios no se olvida de los hombres, aunque parezca muchas veces
ciego y mudo. | | | | Eras obscura como siempre, noche que viste el nacimiento de mi
júbilo. | | | | Eras obscura como siempre, pero mi amor te iluminó como
ninguno. |
40 | |
|
| Dulce tarea es contemplarte, noche que ahora como ayer
estás conmigo. | | | | Y mucho más desde que siento que en otro ser he
descubierto mi destino. | | | | Un regocijo sin fronteras al obstinado sufrimiento ha
sucedido. | | | | ¿Cómo no estar lleno de gozo cuando se sabe la
razón de haber nacido? | | | | Por vez primera en este mundo sé que se puede ver la
dicha y estar vivo. |
45 | | | Dios ha querido libertarme, Dios ha querido rescatar me del
olvido. | | | | Dime que sientes lo que siento, noche que vas eternamente al
lado mío. | | | | Dime que sabes y comprendes lo que decimos los que amamos y
sufrimos. | | | | Dime que ves, dime que escuchas a las mujeres, a los hombres y a
los niños. | | | | Y luego cántame tus cantos hasta dejarme poco a poco
adormecido. |
50 | |
|
Romance |
| Aquellas cosas profundas | | | | que yo apenas entendía, | | | | desde que el amor las nombra | | | | me parecen cristalinas. | | |
|
| Aquel tiempo de otro tiempo, |
5 | | | que sin gloria transcurría, | | | | desde que el amor lo empuja | | | | tiene lo que no tenía. | | |
|
| Aquella voz apagada | | | | es una voz encendida |
10 | | | desde que el amor de fuego | | | | su fervor le comunica. | | |
|
| Aquella frente desierta, | | | | aquella frente perdida, | | | | está mucho menos sola |
15 | | | desde que el amor la habita. | | |
|
| Aquellos ojos cerrados | | | | están abiertos y miran | | | | desde que el amor les muestra | | | | riquezas desconocidas. |
20 | |
|
| Aquellas manos desnudas | | | | ya no son manos vacías | | | | desde que el amor las llena | | | | con su propia maravilla. | | |
|
| Aquellos pasos sin rumbo, |
25 | | | aquellos pasos sin vida, | | | | ya tienen rumbo seguro | | | | desde que el amor los guía. | | |
|
—82→
|
| Aquel corazón obscuro | | | | luce una luz infinita |
30 | | | desde que el amor lo alumbra | | | | con su verdadero día. | | |
|
| Aquel pobre entendimiento | | | | tiene una fuerza más limpia | | | | desde que el amor lo inflama, |
35 | | | desde que el amor lo anima. | | |
|
| Aquella pluma de siempre | | | | vive una vida más viva | | | | desde que el amor la mueve, | | | | desde que el amor la inspira. |
40 | |
|
| Aquel mundo sin objeto | | | | tiene una razón precisa | | | | desde que el amor eterno | | | | lo sustenta y justifica. | | |
|
| Aquella vida de antaño |
45 | | | responde a peso y medida | | | | desde que el amor confunde | | | | su existencia con la mía. | | |
|
Estar enamorado |
| Estar enamorado, amigos, es encontrar el nombre justo de la
vida. | | | | Es dar al fin con la palabra que para hacer frente a la muerte
se precisa. | | | | Es recobrar la llave oculta que abre la cárcel en que el
alma está cautiva. | | | | Es levantarse de la tierra con una fuerza que reclama desde
arriba. | | | | Es respirar el ancho viento que por encima de la carne se
respira. |
5 | |
—83→
| | Es contemplar desde la cumbre de la persona la razón de
las heridas. | | | | Es advertir en unos ojos una mirada verdadera que nos mira. | | | | Es escuchar en una boca la propia voz profundamente
repetida. | | | | Es sorprender en unas manos ese calor de la perfecta
compañía. | | | | Es sospechar que, para siempre, la soledad de nuestra sombra
está vencida. |
10 | |
|
| Estar enamorado, amigos, es descubrir dónde se juntan
cuerpo y alma. | | | | Es percibir en el desierto la cristalina voz de un río
que nos llama. | | | | Es ver el mar desde la torre donde ha quedado prisionera nuestra
infancia. | | | | Es apoyar los ojos tristes en un paisaje de cigüeñas
y campanas. | | | | Es ocupar un territorio donde conviven los perfumes y las
armas. |
15 | | | Es dar la ley a cada rosa y al mismo tiempo recibirla de su
espada. | | | | Es confundir el sentimiento con una hoguera que del pecho se
levanta. | | | | Es gobernar la luz del fuego y al mismo tiempo ser esclavo de la
llama. | | | | Es entender la pensativa conversación del corazón
y la distancia. | | | | Es encontrar el derrotero que lleva al reino de la música
sin tasa. |
20 | |
|
| Estar enamorado, amigos, es adueñarse de las noches y los
días. | | | | Es olvidar entre los dedos emocionados la cabeza
distraída. | | | | Es recordar a Garcilaso cuando se siente la canción de
una herrería. | | |
—84→
| | Es ir leyendo lo que escriben en el espacio las primeras
golondrinas. | | | | Es ver la estrella de la tarde por la ventana de una casa
campesina. |
25 | | | Es contemplar un tren que pasa por la montaña con las
luces encendidas. | | | | Es comprender perfectamente que no hay fronteras entre el
sueño y la vigilia. | | | | Es ignorar en qué consiste la diferencia entre la pena y
la alegría. | | | | Es escuchar a medianoche la vagabunda confesión de la
llovizna. | | | | Es divisar en las tinieblas del corazón una
pequeña lucecita. |
30 | |
|
| Estar enamorado, amigos, es padecer espacio y tiempo con
dulzura. | | | | Es despertarse una mañana con el secreto de las flores y
las frutas. | | | | Es libertarse de sí mismo y estar unido con las otras
criaturas. | | | | Es no saber si son ajenas o si son propias las lejanas
amarguras. | | | | Es remontar hasta la fuente las aguas turbias del torrente de la
angustia. |
35 | | | Es compartir la luz del mundo y al mismo tiempo compartir su
noche obscura. | | | | Es asombrarse y alegrarse de que la luna todavía sea
luna. | | | | Es comprobar en cuerpo y alma que la tarea de ser hombre es
menos dura. | | | | Es empezar a decir
siempre y en adelante no volver a decir
nunca. | | | | Y es además, amigos míos, estar seguro de tener
las manos puras. |
40 | |
|
La tierra |
| Ésta es la tierra en que nacimos para sufrir, ésta
es la cuna irremediable. | | | | Ésta es la tierra que algún día nos ha de
dar olvido y lecho en cualquier parte. | | | | Aquí vivimos para el tiempo, como las hojas para el
viento de la tarde. | | | | Aquí vivimos prisioneros como las flores y los frutos de
los árboles. | | | | Como la piedra que no sufre, como los pájaros que sufren
y no saben. |
5 | | | Como la noche, como el día, como la hoguera, como el
río, como el aire. | | | | Todas las cosas languidecen entre sus muros y sus rejas
naturales. | | | | El duro cetro que gobierna sobre la tierra dolorosa es una
llave. | | | | El hombre mira dulcemente las criaturas con sus ojos
inmortales. | | | | Sus ojos son de rey vencido que ve su reino desde el fondo de
una cárcel. |
10 | |
|
| Pero a pesar de las cadenas, el corazón es arrastrado por
el cielo. | | | | El hombre sube de la tierra, como las llamas, por el humo de su
sueño. | | | | Cruza los días y las noches con ese vuelo de los
pájaros sedientos. | | | | Sigue los pasos de las nubes, entre castillos encantados y
guerreros. | | |
—90→
| | Surca un océano de sombras, donde los astros vagabundos
son veleros. |
15 | | | Recorre leguas de silencio, leguas de paz, leguas de luz, leguas
de viento. | | | | Después de andar leguas y leguas toca las playas
encendidas de un lucero. | | | | Pisa la costa suspirada y entra en un mundo cuyo nombre es un
misterio. | | | | Vuelve los ojos y pregunta si el otro mundo se ha borrado por
completo. | | | | Pero la tierra de los hombres está brillando en lo que
ahora es firmamento. |
20 | |
|
| La tierra es dura como el hierro; la tierra es negra como el
llanto de la noche. | | | | Pero no todo es amargura, pues entre tanta obscuridad
también hay flores. | | | | La pesadumbre se aligera y en las tinieblas hay pequeños
resplandores. | | | | Hasta el misterio nos consuela, resuelto en formas, en perfumes
y en colores. | | | | La tierra duele un poco menos, porque las flores equilibran los
dolores. |
25 | | | Todo por esas almas fieles, todo por esos comprensivos
corazones. | | | | Con esos ojos y esas bocas la tierra viva nos pregunta y nos
responde. | | | | Con esas manos inseguras nos acaricia, nos conduce y nos
socorre. | | | | Con esos débiles oídos oye gritar en el
vacío nuestros nombres. | | | | Con esas lágrimas humildes, la dulce tierra está
llorando por el hombre. |
30 | |
|
| Aquí nació para salvarnos un ser más puro
que la luz de las estrellas. | | | | Mitad de cielo verdadero, la otra mitad era de tierra
verdadera. | | |
—91→
| | Vino a llorar por los que lloran, vino a sufrir para que el
hombre no sufriera. | | | | Con la moneda de su cuerpo quiso pagar nuestro rescate a las
tinieblas. | | | | Cerró las llagas encendidas y abrió los ojos
apagados y las puertas. |
35 | | | Para romper nuestras cadenas vino cargado en cuerpo y alma de
cadenas. | | | | Subió las fieras a los astros y los gusanos a las
últimas esferas. | | | | Y para darnos compañía sentó los
ángeles del Cielo a nuestra mesa. | | | | Pero la tierra no lo quiso reconocer, porque la tierra era de
tierra. | | | | Lo recibió con sus espinas, con sus guijarros, con su
hiel, con su madera. |
40 | |
|
| Ésta es la tierra en que nacimos para morir, ésta
es la tierra del olvido. | | | | Ésta es la tierra donde un día seremos tierra sin
memoria y sin sentido. | | | | Un día triste como todos vendrá la muerte con su
noche y con su frío. | | | | La miraremos lentamente, como se miran las estrellas y los
niños. | | | | Se acabarán los breves años y en nuestro
sueño empezarán los largos siglos. |
45 | | | Una tormenta silenciosa nos cubrirá con su pavor
definitivo. | | | | De nuestro paso por el mundo no dejaremos ni una imagen ni un
vestigio. | | | | No dejaremos ni el recuerdo que deja el viento en la memoria del
camino. | | | | Seremos lágrima en la lluvia, chispa en la luz, grito en
el mar, gota en el río. | | | | Seremos sombra en las tinieblas, humo en la bruma, soledad en el
vacío. |
50 | |
|
—92→
|
El mar
| | El mar sin tiempo y sin espacio nos acaricia con sus olas
comprensivas. | | | | Su soledad es tan inmensa que se confunde con sus aguas
infinitas. | | | | Nadie lo habita, ni lo surca; nadie lo llama, ni lo escucha, ni
lo mira. | | | | Vive desnudo como el alma, con su profunda inmensidad por
compañía. | | | | No hay bienvenidas en sus puertos; ni en sus obscuros malecones
despedidas. |
5 | | | Tanto las playas que desea como las playas que abandona
están vacías. | | | | Mudas están sus caracolas, y ya no alumbran sus estrellas
submarinas. | | | | De los veleros que lo amaron apenas hay reminiscencias
imprecisas. | | | | La tierra ignora nuestras dudas y el firmamento nuestras largas
agonías. | | | | Sólo este mar que nos comprende puede medir la soledad de
nuestras vidas. |
10 | |
|
| El mar inunda nuestros ojos con la ternura temblorosa de sus
aguas. | | | | Y nos contempla largamente con la dulzura elemental de su
mirada. | | | | El poderoso sentimiento del mar sin fin tiene un momento forma
humana. | | | | Y entre las aguas invasoras nuestra emoción es más
profunda y más amarga. | | | | Para el dolor alternativo de las mareas nuestro ser es una
playa. |
15 | | | De nuestras venas son las olas que se suceden en las costas
más lejanas. | | |
—93→
| | Algo más grande que nosotros está despierto en
nuestra voz abandonada. | | | | Una pasión de carne y hueso tiembla en el pulso de las
olas solitarias. | | | | Manos de viento nos golpean el corazón y nos oprimen la
garganta. | | | | Sólo este mar que nos contempla sabe medir la soledad de
nuestras lágrimas. |
20 | | | El mar escucha sin descanso la silenciosa confesión de
los recuerdos. | | | | Una emoción incontenible, pero sin voz, sube del fondo de
su pecho. | | | | Donde las aguas son profundas como la muerte y el amor, hay un
velero. | | | | Bajo las olas pensativas el gran navío de la infancia
está durmiendo. | | | | En el abismo es su dulzura como un violín abandonado en
un desierto. |
25 | | | Nido en el bosque tenebroso, llanto infantil en un camino solo y
negro. | | | | Su cuerpo mudo y solitario vive la vida de las flores y los
ciegos. | | | | Por lo callado y por lo solo parece un alma ensimisma da en vez
de un cuerpo. | | | | Para su amor interminable todos los puertos de la tierra son
pequeños. | | | | Sólo este mar que nos escucha puede medir la soledad de
nuestros sueños. |
30 | |
|
| El mar pregunta por nosotros en el lenguaje de sus olas
más obscuras. | | | | (De tan sombrías, ni siquiera tienen la gracia luminosa
de la espuma.) | | | | Profundos son sus ojos negros, pero su voz es todavía
más profunda. | | |
—94→
| | Es necesario haber sufrido sin compasión para saber lo
que murmura. | | | | Las olas vienen de muy lejos a descansar en nuestro ser, una por
una. |
35 | | | Vienen sin restos de naufragios y bajo cielos sin estrellas y
sin luna. | | | | No vieron islas encantadas, ni blancas velas, ni gaviotas
vagabundas. | | | | Desierto igual es imposible fuera del ser por quien suspiran y
preguntan. | | | | Sobre las olas desoladas el firmamento está distante como
nunca. | | | | Sólo este mar que nos invoca puede medir la soledad de
nuestra angustia. |
40 | |
|
| El mar sin rumbo y sin amparo busca refugio silencioso en
nuestra frente. | | | | Y el movimiento de las olas infatigables se apacigua
lentamente. | | | | Sobre las aguas angustiosas una quietud espiritual dicta sus
leyes. | | | | La eternidad las tranquiliza con la virtud maravillosa de su
aceite. | | | | En las tinieblas infinitas un gran misterio abre las alas para
siempre. |
45 | | | Y en el abismo solitario todas las formas del olvido
están presentes. | | | | En vez de voces hay silencio, y aterradora soledad en vez de
seres. | | | | Donde hubo pájaros hay viento, y obscuridad y obscuridad
donde hubo peces. | | | | Nuestro dolor y el de las aguas están unidos en la paz de
las rompientes. | | | | Sólo este mar que nos conoce puede medir la soledad de
nuestra muerte. |
50 | |
|
El viento |
| En el silencio de la casa, la obscuridad tiene la hondura del
silencio. | | | | Pero algo vivo se incorpora y en la profunda obscuridad
está despierto. | | | | Un movimiento de ternura se va extendiendo por la tierra y por
el cielo. | | | | En el silencio de la noche vuelve a cantar el invisible
compañero. | | | | Su mano fiel nos acompaña, pero el sonido de su voz es un
recuerdo. |
5 | | | Porque está cerca en el espacio y al mismo tiempo
está muy lejos en el tiempo. | | |
—96→
| | Sus dimensiones son las mismas de la nostalgia, del amor y del
deseo. | | | | Y es una sola criatura con la distancia, como el alma con el
cuerpo. | | | | La noche duerme como nunca, pero el pasado abre los ojos
soñolientos. | | | | En las desiertas galerías suenan los pasos
melancólicos del viento. |
10 | |
|
| El viento fiel se vuelve puro como el cristal, el viento fiel se
vuelve brisa. | | | | Sus pasos suenan en la noche como los pasos de papel de la
llovizna. | | | | Dedos lejanos interrumpen la soledad de las ventanas
pensativas. | | | | Una presencia casi humana llena la paz de las desiertas
galerías. | | | | Alguien se acuerda de nosotros, alguien se acerca sin rencor,
alguien nos mira. |
15 | | | Como en las noches más obscuras de la niñez,
alguien nos hace compañía. | | | | Alguien alivia nuestros males, alguien restañó con
amor nuestras heridas. | | | | Alguien escucha nuestras quejas y se interpone entre nosotros y
la vida. | | | | El corazón, por un instante, vuelve a tener peso de flor
y de caricia. | | | | El mundo es leve como el viento que en un segundo nos recuerda y
nos olvida. |
20 | |
|
| Cuando los pasos se disipan crece un rumor como de música
lejana. | | | | La obscuridad meditabunda y el viento frío de la noche lo
acompañan. | | | | Es un rumor tan fervoroso como el del fuego y tan feliz como el
del agua. | | |
—97→
| | Pero más firme y duradero, porque su mundo no se anega ni
se abrasa. | | | | Algo que suena en lo más hondo del corazón, pero
sin voz y sin palabras. |
25 | | | Algo que al mismo tiempo es canto, queja, perfume, resplandor y
llamarada. | | | | Como un sonido muy profundo que diera flor, como un perfume que
cantara. | | | | Como una lágrima que diera luz y calor, como una estrella
que llorara. | | | | El corazón enamorado vuelve a latir en el silencio de la
casa. | | | | Para que el mundo conmovido pueda escucharlo y comprenderlo el
viento calla. |
30 | |
|
| Pronto se apagan los latidos y el viento vuelve a su
canción maravillosa. | | | | El sentimiento que lo inspira viene del ser; de la raíz
de la persona. | | | | Entre sus dedos fugitivos hay una flor que tiene pena en vez de
aroma. | | | | En el silencio ensimismado la rosa triste de la lluvia se
deshoja. | | | | Tan delicado es su murmullo que no se sabe si es de
pétalos o gotas. |
35 | | | Sólo se sabe que conmueve, sólo se sabe que su
música emociona. | | | | Con una voz indefinida nos dice cosas que parecen nuestras
cosas. | | | | Cosas que estaban olvidadas y que recobran el sentido en la
memoria. | | | | Pero que apenas recordadas se desvanecen en el alma
silenciosa. | | | | Porque su vida es la del viento que se confunde con la lluvia
melancólica. |
40 | |
|
| Cuando la lluvia se adormece, la voz del viento en la quietud
sigue despierta. | | |
—98→
| | La voz murmura sin descanso y en la memoria los recuerdos le
contestan. | | | | El tiempo muerto resucita y está llamando con amor a
nuestras puertas. | | | | Pero después nos abandona, recuperando su destino de hoja
seca. | | | | Y es como el viento en el espacio, como la espuma de las olas en
la arena. |
45 | | | Como las nubes en el cielo, como las formas en la sombra y en la
niebla. | | | | Cuando el olvido lo rescata, vuelve a ser buque sin destino y
sin estela. | | | | Vuelve a ser tiempo sin historia, senda sin rastros, mundo
frío, noche ciega. | | | | En el silencio de la casa, la obscuridad es más profunda
y más perfecta. | | | | El sueño cierra nuestros ojos y el viento fiel se queda
solo en las tinieblas. |
50 | |
|
La hoguera |
| Sobre la tierra dolorosa reina un silencio más intenso
que ninguno. | | | | Y en el silencio de la tierra la obscuridad está
creciendo como un fruto. | | | | Cuando la noche es más perfecta, brota una chispa bajo el
cielo taciturno. | | | | Y el fuego nace en las tinieblas como una flor en el secreto de
un sepulcro. | | | | Una llamita, silenciosa como una lágrima de amor, brilla
en el mundo. |
5 | | | Y el mundo triste la contempla con la mirada del sediento y del
desnudo. | | | | Su débil luz es la del fuego de la emoción, la del
relámpago del júbilo. | | | | Y su calor es el del pecho y el de la mano y el del nido y el
del surco. | | |
—99→
| | El fuego sube a las estrellas, como si el suelo en que
nació no fuera suyo. | | | | Por la inocencia de su brillo no pueden ser sino de amor sus
ojos puros. |
10 | |
|
| Pero el deseo, que no duerme, se vuelve brisa y luego viento
desatado. | | | | Y el fuego aumenta y se desborda como un torrente incontenible
por los campos. | | | | Los viejos bosques se consumen, nido por nido, flor por flor,
árbol por árbol. | | | | Por las llanuras sin salida corren ardiendo como antorchas los
caballos. | | | | Del vasto incendio suben gritos que por su horrible
crispación parecen manos. |
15 | | | El gran clamor, hecho de todas las agonías, se apodera
del espacio. | | | | Pero la hoguera sólo escucha la voz terrible de su
afán desesperado. | | | | Y ésta es más alta que los gritos y más
profunda que el dolor y que el espanto. | | | | El fuego avanza por la tierra y al mismo tiempo va subiendo
hacia los astros. | | | | El universo es una gota para la sed inextinguible de sus
labios. |
20 | |
|
| Siempre subiendo y avanzando, la enorme hoguera cubre montes y
colinas. | | | | Y entra rugiendo por las calles de la ciudad como una fiera
enfurecida. | | | | Sube a los techos de las casas, baja gritando a las bodegas y a
las criptas. | | | | Y en un segundo todo es fuego, fuego y más fuego en la
ciudad enloquecida. | | | | Fuego las calles y las plazas, fuego los puentes y las
cúpulas altivas. |
25 | |
—100→
| | Fuego los ojos y las bocas, fuego los pechos y las manos
retorcidas. | | | | Deshecha en gritos espantosos, la gran ciudad es una inmensa
pesadilla. | | | | La muerte cunde como un trueno, de corazón en
corazón, de vida en vida. | | | | Todo el orgullo de los hombres se desmorona envuelto en humo,
viento y chispas. | | | | Y el fuego sube a las estrellas, algo más rojo por la
sangre de sus víctimas. |
30 | |
|
| Llega un momento en que las llamas están ardiendo hasta
en las últimas regiones. | | | | Y en que tos límites del fuego devorador son los del
mundo y sus pasiones. | | | | La angustia es dueña de los pechos y el llanto es
dueño de los ojos y las voces. | | | | El sufrimiento de las almas es casi el único habitante de
la noche. | | | | Todos los seres y las cosas claman al cielo pero el cielo no los
oye. |
35 | | | El mundo entero está temblando con el temblor de una
bandera hecha jirones. | | | | Las cordilleras, los volcanes, los precipicios, las llanuras y
los bosques. | | | | Los caseríos, las aldeas, los grandes pueblos, las
ciudades, las naciones. | | | | La tierra herida es una copa llena de sangre y de sudor hasta
los bordes. | | | | El fuego inmenso la levanta y ofrece a Dios el sufrimiento de
los hombres. |
40 | |
|
| En lo más alto se detiene con emoción, como si
viera y escuchara. | | | | Luego desciende poco a poco, y al descender parece el sol cuando
se apaga. | | |
—101→
| | Como si hubieran comprendido, las llamas vuelven a la tierra
devastada. | | | | Y en ella mueren dulcemente, como las olas en la arena de la
playa. | | | | Quizá no dejen ni el recuerdo que deja el paso de los
buques en el agua. |
45 | | | Ni el de las aves en el viento, ni el de las cosas en el tiempo
y en el alma. | | | | La noche crece entre los astros como la hierba entre las tumbas
olvidadas. | | | | El viento muere con el fuego, y el mundo calla en las tinieblas
solitarias. | | | | Brilla una chispa todavía, como en mil siglos de silencio
una palabra. | | | | Pero se apaga como todas, y en la tremenda obscuridad no queda
nada. |
50 | |
|
El hombre |
| Un día tuvo entre sus dedos la llavecita misteriosa de la
infancia. | | | | Junto a la cuna en que dormía cayó del cielo
dulcemente una mañana. | | | | Breve y ligera como el sueño, su pequeñez
podía más que las montañas. | | | | Porque su fuerza era la fuerza que hace mover los corazones y
las almas. | | | | El oro aquél no procedía de las entrañas de
la tierra sin entrañas. |
5 | | | La llavecita era del oro que resplandece en las estrellas
más lejanas. | | | | Con ella pudo abrir las puertas de la ciudad que por la noche lo
esperaba. | | | | Y recorrer todas las cosas como las piezas de una casa
abandonada. | | | | Su poderío fue más breve que el poderío de
la luz sobre una lágrima. | | |
—102→
| | Una mañana como todas, la llavecita ya no abría ni
cerraba. |
10 | |
|
| Entonces vio que sus castillos eran vencidos por el
ímpetu del viento. | | | | Vio que sus últimas banderas se confundían por
amor con las del fuego. | | | | El tiempo andaba con un ritmo que no era el ritmo jubiloso de
otro tiempo. | | | | Porque las horas, los minutos y los segundos transcurrían
sin consuelo. | | | | Como si fuera una corona (pero de espinas) lo
ceñía el mundo entero. |
15 | | | El alma pura era sitiada por el ejército sin
número del cuerpo. | | | | Altas murallas defendían aquella luz, aquella paz, aquel
silencio. | | | | Pero más alto era el designio que permitía su
fracaso en un momento. | | | | En la persona devastada sólo reinaba el huracán de
carne y hueso. | | | | Cuando cayó sobre la tierra cerró los ojos, con
temor de ver el cielo. |
20 | |
|
| Más tarde supo que los hombres eran destellos de una
hoguera lejanísima. | | | | Supo que estaban alumbrados por una luz que no se acaba con el
día. | | | | Aquella luz era tan grande que no dejaba un solo ser sin
compañía. | | | | Desvaneciendo sus tinieblas, en una sola claridad los
confundía. | | | | Un solo cuerpo eran sus cuerpos, y sus heridas una sola y ancha
herida. |
25 | | | Un solo amor los animaba y un solo amor los acercaba y los
unía. | | | | Aquellos seres entonaban una canción meditabunda con sus
vidas. | | |
—103→
| | Desde las otras criaturas, Dios lo llamaba con su voz
desconocida. | | | | Quiso librarse de la tierra, pero la tierra era más
fuerte y no quería. | | | | Quiso llorar, pero sus ojos estaban secos de llorar y no
podían. |
30 | |
|
| De pronto vio con otros ojos y oyó latir el
corazón de otra manera. | | | | Era lo mismo que si el mundo se renovara por adentro y por
afuera. | | | | Sintió en su voz las voces libres y las que tienen un
sonido de cadenas. | | | | Todas las voces ignoradas estaban juntas en la voz de su
conciencia. | | | | Le parecía que la sangre de los demás
seguía el curso de sus venas. |
35 | | | Y que la suya circulaba con alegría y emoción por
las ajenas. | | | | Hasta las quejas más lejanas tenían honda
resonancia en su cabeza. | | | | Los sufrimientos de los otros desembocaban en el río de
sus penas. | | | | Una mujer desconocida le abría todas las ventanas y las
puertas. | | | | El ser abierto recibía toda la luz y todo el viento de la
tierra. |
40 | |
|
| Luego sintió ceder el mundo bajo sus pies, como un
navío derrotado. | | | | La muerte inmensa lo ceñía como las aguas al
islote solitario. | | | | Horas, minutos y segundos se le escurrían como arena de
las manos. | | | | Ya le quedaba poco tiempo, ya le quedaba en este mundo poco
espacio. | | |
—104→
| | En el silencio de la noche se oía un trueno cada vez
menos lejano. |
45 | | | La eternidad se aproximaba como si fuera una tormenta sin
relámpagos. | | | | Algo más vivo que una estrella resplandecía en las
tinieblas, sin embargo. | | | | Una Doncella le mostraba la llavecita milagrosa del pasado. | | | | Quiso acercarse para verla; pero sus pies estaban muertos de
cansados. | | | | Un ángel puro como el fuego lo sostenía para
siempre de los brazos. |
50 | |
|
La doncella |
| Mientras el júbilo y el llanto llenan el mundo, la
doncella está callada. | | | | Pero sus ojos compasivos están muy cerca de las risas y
las lágrimas. | | | | El cuerpo hermoso es un desierto y el alma limpia una ciudad de
muchas almas. | | | | Aquél es puro por lo solo, y ésta es perfecta por
lo muy acompañada. | | | | En ella el bien es invisible como en el vaso cristalino el bien
del agua. |
5 | | | Y, sin embargo, el bien la llena de tal manera, que la llena y
la rebasa. | | | | Su corazón vive en la tierra con el silencio de la
estrella solitaria. | | | | Como la estrella, la doncella nos ilumina con sus ojos sin
palabras. | | | | El viento es bello porque llora y el agua es bella porque llora
y porque canta. | | | | Pero la flor y la doncella son más hermosas porque nunca
dicen nada. |
10 | |
|
—105→
|
| Todas las fuerzas naturales buscan en ella su razón
definitiva. | | | | La tierra, el fuego, el agua, el aire lo esperan todo de su voz
desconocida. | | | | El mar profundo y dilatado suele caber en su regazo sin
mancilla. | | | | Cómo cabezas infantiles, las olas van a descansar en sus
rodillas. | | | | Si sus oídos no existieran, la brisa errante y musical no
cantaría. |
15 | | | Porque no habría en este mundo nadie capaz de comprender
lo que suspira. | | | | El cielo vive de su frente como la fruta vive aún de la
semilla. | | | | El firmamento es firmamento por la pureza de los ojos que lo
miran. | | | | El fuego brilla sin quemarnos porque sus dedos virginales lo
apaciguan. | | | | La tierra gira sin tropiezo porque hay en ella una doncella
todavía. |
20 | |
|
| Hubo una vez una más pura que las demás en un
rincón de Galilea. | | | | Porque las otras eran puras, pero María era la flor de la
pureza. | | | | La voz eterna del Arcángel iluminó su obscuridad y
su pobreza. | | | | Ave María (le decía como nosotros le decimos),
gratia plena. | | | | Su corazón, que era un prodigio, quedó suspenso al
escuchar la voz aquella. |
25 | | | La criatura se asombraba de ver a Dios Nuestro Señor
pendiente de ella. | | | | Adán oía entre las sombras y entre las sombras
escuchaban los Profetas. | | | | Los pobres muertos, en su patria de polvo y siglos, esperaban la
respuesta. | | |
—106→
| | Cuando la niña abrió los labios, el paraíso
lentamente abrió sus puertas. | | | | Y Dios bajó, para salvarnos, al vientre puro de su Madre,
la Doncella. |
30 | |
|
| La misteriosa economía del universo está pendiente
de sus manos. | | | | Porque por algo están unidas constantemente y sin rumor
en su regazo. | | | | Esa tarea silenciosa mueve la máquina invisible de los
astros. | | | | La fuerza muda y escondida de la oración es la que impide
su fracaso. | | | | Por ella el frío es menos frío y el desamparo es
mucho menos desamparo. |
35 | | | Por ella el hombre sobrelleva su enorme carga de amargura y de
cansancio. | | | | Siempre encerrada en su pureza, la dulce niña nos ayuda
sin descanso. | | | | La caridad en que se quema nos ilumina con su fuego
sacrosanto. | | | | El mundo es grande para todos, pero es pequeño como un
niño entre sus brazos. | | | | Puede dormir profundamente, pues la doncella que lo acuna
está rezando. |
40 | |
|
| Si la doncella no velara, ¿quién dormiría
en esta noche tenebrosa? | | | | ¿Quién viviría para el débil, para
el que sufre soledad, para el que llora? | | | | ¿Quién vencería en este mundo la poderosa
resistencia de las cosas? | | | | ¿Quién pagaría lo que falta pagar a Dios
por la belleza de sus obras? | | | | Contra la muerte y el olvido su cuerpo frágil de mujer es
una roca. |
45 | |
—107→
| | Dormido en ella, el hombre puede sobrevivir a los peligros que
lo acosan. | | | | Sólo viviendo en esa cárcel el hombre es libre
como el pájaro y las olas. | | | | Porque ni el tiempo ni el espacio tienen cabida en la
prisión maravillosa. | | | | El corazón, esperanzado, distingue al fin algo de luz
entre las sombras. | | | | Y el alma, llena de alegría, puede decir con
emoción que no está sola. |
50 | |
|
El silencio |
| No digas nada, no preguntes nada. | | | | Cuando quieras hablar, quédate mudo: | | | | que un silencio sin fin sea tu escudo | | | | y al mismo tiempo tu perfecta espada. | | |
|
| No llames si la puerta está cerrada, |
5 | | | no llores si el dolor es más agudo, | | | | no cantes si el camino es menos rudo, | | | | no interrogues sino con la mirada. | | |
|
| Y en la calma profunda y transparente | | | | que poco a poco y silenciosamente |
10 | | | inundará tu pecho de este modo, | | |
|
| sentirás el latido enamorado | | | | con que tu corazón recuperado | | | | te irá diciendo todo, todo, todo. | | |
|
El niño |
| Ésta es la noche de las noches, ésta es la noche
prometida y esperada. | | | | Ésta es la noche en que los cielos se reconcilian con la
tierra castigada. | | | | La obscuridad cubre los ojos, la obscuridad cubre los cuerpos y
las almas. | | | | Pero el espíritu divino vive en las sombras como ayer
sobre las aguas. | | | | La noche pesa mucho menos que de costumbre y es más honda
y más humana. |
5 | | | La tierra duele mucho menos, y ser feliz no cuesta nada o casi
nada. | | | | La luz que viene por el cielo no es la del alba aunque parece la
del alba. | | | | Es una estrella incomprensible que por encima de las otras se
levanta. | | | | Es una estrella que palpita como un inmenso corazón
envuelto en llamas. | | | | Y en cuyo fuego se consumen los que la miran, cuando alumbra y
cuando canta. |
10 | |
|
| Canta la estrella en el espacio como el ardiente ruiseñor
en la espesura. | | | | Pero de pronto se interrumpe, y en la profunda, obscuridad mira
y escucha. | | | | Un rayo mudo, pero inmenso, hiere la noche con su espada que
fulgura. | | | | Y el firmamento desgarrado muestra su abismo de inocencia y de
dulzura. | | | | Un mar de fuego inunda el aire, mientras estalla una tormenta de
aleluyas. |
15 | | | Todos los ángeles del cielo cantan en coro
Gloria a Dios en las alturas... | | |
—109→
| | Y los pastores se arrodillan, enceguecidos por la luz y por la
música. | | | | Con las cabezas inclinadas, oyen temblando lo que el cielo les
anuncia. | | | | Cuando la música se apaga, vuelven los ojos a la estrella
vagabunda. | | | | Casi perdida en la distancia, la estrella está sobre la
entrada de una gruta. |
20 | |
|
| Encaminados por la estrella, los hombres llegan y descubren el
prodigio. | | | | En la caverna iluminada por el misterio está la Madre con
el Niño. | | | | Ella lo mira dulcemente, con su mirada de lucero matutino. | | | | Y Él le responde con la suya, que para el mundo es la del
sol recién nacido. | | | | Detrás del Niño y de la Madre se puede ver a San
José, medio escondido. |
25 | | | Y encastillado en su silencio, como un guerrero en un baluarte
de jacinto. | | | | Aquí tuvieron que alojarse, porque en las casas de
Belén no había sitio. | | | | El buey y el asno de Isaías, los animales de Habacuc son
sus testigos. | | | | Hoy se ha cumplido la promesa y ha comenzado el soberano
sacrificio. | | | | El Verbo eterno se hizo carne y en un pesebre está
desnudo y tiene frío. |
30 | |
|
| Una Doncella más hermosa que las demás ha dado a
luz la luz perpetua. | | | | Pero su cuerpo sigue intacto, como una lámpara que
alumbra y no se altera. | | | | La eternidad se vuelve historia, y ésta comienza en este
instante a ser eterna. | | | | Naciendo en medio de nosotros, Dios pone paz entre la forma y la
materia. | | |
—110→
| | Ya no es incendio que deslumbra, ni obscuridad que hace temblar,
ni voz que aterra. |
35 | | | Hoy es un niño como todos, que nos infunde
compasión porque se queja. | | | | Éste es el árbol que ha nacido para
enseñarnos a subir desde la tierra. | | | | Cuando lo poden nuestras culpas, dará más fruto
que al principio y con más fuerza. | | | | Durante siglos preguntamos por la verdad, por la virtud, por la
belleza. | | | | Dios escuchó nuestras preguntas y en esta forma nos ha
dado la respuesta. |
40 | |
|
| Todos los ángeles del cielo se han extinguido poco a poco
en el espacio. | | | | Y sólo quedan las estrellas, que son las huellas
luminosas de sus pasos. | | | | La noche vuelve a su silencio, pero los hombres ya no
están desamparados. | | | | Porque en Belén hay un pesebre, y en él un
Niño que ha venido a rescatarlos. | | | | Y junto al Niño una Doncella: trono del Rey, fuente del
Sol, raíz del Árbol. |
45 | | | Nido feliz de la Paloma, cauce de Dios, carne del Verbo
soberano. | | | | En un rincón de la caverna soy el testigo más
inmóvil y callado. | | | | Al contemplar lo que contemplo siento vergüenza de mi boca
y de mis manos. | | | | Entran sin verme los pastores, con sus ofrendas de corderos y de
pájaros. | | | | Pero Jesús vuelve los ojos y hacía el lugar en
donde estoy tiende los brazos. |
50 | |
|
La patria |
| Dios la fundó sobre la tierra para que hubiera menos
hambre y menos frío. | | | | Dios la fundó sobre la tierra para que fuera soportable
su castigo. | | | | Desde aquel día es para el hombre desamparado como el
árbol del camino. | | | | Porque da frutos como el árbol y como el árbol
tiene sombra y tiene nidos. | | | | Manos de amor la hicieron grande como sus cielos, sus
montañas y sus ríos. |
5 | | | Como el candor de sus rebaños y la virtud de sus trigales
infinitos. | | | | Manos seguras en el día de la victoria y en la noche del
vencido. | | | | Tanto en el puño de la espada como en la mano y en el
hombro del amigo. | | | | Podemos dar gracias al cielo por la belleza y el honor de su
destino. | | | | Y por la dicha interminable de haber nacido en el lugar donde
nacimos. |
10 | |
|
| Su nombre suena en el silencio con el sonido luminoso de las
armas. | | | | Vive de gloria y de justicia como el perfume de la flor vive de
savia. | | | | Es un sonido de monedas caritativas que la tierra
desparrama. | | | | Y de trigales que maduran sagradamente para el cuerpo y para el
alma. | | | | Nombre de luz para los ciegos, nombre de hogar para los hombres
sin morada. |
15 | | | Para el hambriento y el sediento, nombre de pan y al mismo
tiempo nombre de agua. | | |
—112→
| | Nombre que suena entre los nombres como entre todas las
demás la voz amada. | | | | ¿Quién no distingue entre los otros el tintineo de
la llave de su casa? | | | | Es el amor hecho armonía y el incansable corazón
hecho palabra. | | | | Nobles espadas la escribieron para que ahora la pronuncien las
campanas. |
20 | |
|
| El ancho río de la patria viene cantando de una fuente
dolorosa. | | | | Pero este mar que lo recibe recuerda el gusto de las
lágrimas remotas. | | | | El árbol fiel que nos cobija tiene raíces
torturadas en la sombra. | | | | De aquel obscuro sufrimiento viven las flores y los frutos y las
hojas. | | | | Nuestro es el día perdurable, nuestro es el sol, nuestra
es la luz maravillosa. |
25 | | | Para gozar lo que hoy gozamos fue menester la noche larga y
tenebrosa. | | | | Este sosiego pensativo tiene relámpagos de hierro en la
memoria. | | | | En los arados impasibles hay un lejano resplandor de espadas
rotas. | | | | La patria duerme como un niño, con la cabeza en el regazo
de la historia. | | | | Su sueño es dulce y reposado como el que sigue a la
virtud y a la victoria. |
30 | |
|
| La patria vive dulcemente de las raíces enterradas en el
tiempo. | | | | Somos un ser indisoluble con el pasado, como el alma con el
cuerpo. | | | | Como la flor con el perfume, como las llamas y la luz con el
incendio. | | |
—113→
| | Como la madre con el hijo que tiene en brazos, como el grito con
el eco. | | | | Mucho dolor fue necesario para sembrar lo que cantando
recogemos. |
35 | | | Nuestra nobleza está fundada con la firmeza del amor en
todo aquello. | | | | Como la roca en la montaña, como la dicha de la casa en
los cimientos. | | | | Como la piel en nuestra carne, como la carne dolorosa en
nuestros huesos. | | | | Seres borrados por los siglos están velando por nosotros
desde lejos. | | | | Cuando florecen los linares, sus ojos claros nos contemplan en
silencio. |
40 | |
|
| Dios la fundó sobre la tierra para que hubiera menos
llanto y menos luto. | | | | Dios la fundó para que fuera como un inmenso
corazón en este mundo. | | | | Mano sin tasa para el pobre, puerta sin llave, pan sin fin, sol
sin crepúsculo. | | | | Dulce regazo para el triste, calor de hogar para el errante y el
desnudo. | | | | La caridad es quien inspira su vocación de manantial y de
refugio. |
45 | | | En las tinieblas de la historia la Cruz del Sur le dicta el
rumbo más seguro. | | | | Ninguna fuerza de la tierra podrá torcer este designio y
este rumbo. | | | | Por algo hay cielo en la bandera y un gesto noble y fraternal en
el escudo. | | | | ¡Gracias, Señor, por este pueblo de manos limpias,
frentes altas y ojos puros! | | | | ¡Gracias, Señor, por esta tierra de
bendición y porque somos hijos suyos! |
50 | |
|
El hijo |
| Ya soy feliz, ya tengo un hijo, ya no estoy solo por completo en
este mundo. | | | | Ya existe un ser que me acompaña, ya tengo un sitio
asegurado en el futuro. | | | | Cuando mi vida estaba sola, todo era en ella indefinido y
vagabundo. | | | | El universo era de arena; los días eran como el viento y
como el humo. | | | | Desde que estoy acompañado, todo se vuelve más
preciso y más seguro. |
5 | | | Y entre las cosas recobradas tengo descanso, tengo sombra y
tengo rumbo. | | | | Vivo en la tierra como el árbol; tengo cimientos en la
tierra como el muro. | | | | Y estoy fundado en esta vida con todo el peso de la frente y de
los puños. | | | | Mi corazón estaba seco, mi corazón en este yermo
estaba mustio. | | | | Pero por fin ha retoñado, y en este yermo ha dado flor y
ha dado fruto. |
10 | |
|
| Al florecer y al dar su fruto de bendición, mi
corazón mira y se asombra. | | | | No sé si el mundo es el de siempre, pero lo cierto es que
lo veo en otra forma. | | | | Todo es más bello y más profundo, todo es
más vivo y más perfecto que hasta ahora. | | | | Todo conmueve con más fuerza, todo se imprime con
más fuerza en la memoria. | | |
—118→
| | Los elementos renovados están sujetos dulcemente a nuevas
normas. |
15 | | | El agua es limpia, el fuego dócil, el aire diáfano
y la tierra luminosa. | | | | Todos los seres son tan míos que no los puedo distinguir
de mi persona. | | | | Desde el gusano hasta la estrella, desde la piedra que no siente
hasta la rosa. | | | | El universo recupera su voz de niño y su mirada
candorosa. | | | | Con todo el ser en los sentidos, yo estoy pendiente de sus ojos
y su boca. |
20 | |
|
| Desde que soy padre de un hijo, vivo en la tierra con el alma y
con el cuerpo. | | | | Y en este mundo de los hombres ya tengo parte, ya no soy un
forastero. | | | | Siento que todas mis raíces están hundidas como
garras en el suelo. | | | | Y que del centro de la tierra sube a mis labios un temblor de
sangre y fuego. | | | | Abro los ojos y descubro que ya no hay ser con quien no tenga
parentesco. |
25 | | | Hasta los hombres más lejanos son mis hermanos en la
carne y en los huesos. | | | | En cada voz me reconozco y encuentro un aire familiar en cada
gesto. | | | | Veo mi huella en cada huella y oigo el latido de mi pecho en
cada pecho. | | | | Ya no me siento desterrado, ya no contemplo el universo desde
lejos. | | | | Ahora vivo en este mundo, y en este mundo soy feliz y estoy
despierto. |
30 | |
|
| Siento algo así como si el alma y el corazón
hubieran dado un hondo grito. | | | | Y en ese grito me arrancaran lo más perfecto y lo
más puro de mí mismo. | | |
—119→
| | Un sol que no es el de este mundo llena mi ser con su calor
desconocido. | | | | Y con su luz maravillosa me alumbra el alma, el corazón y
los sentidos. | | | | Ya estoy seguro para siempre contra la fuerza silenciosa del
olvido. |
35 | | | Porque ya tengo un eco eterno, porque ya tengo para siempre un
eco vivo. | | | | Ya ni la muerte poderosa tendrá poder sobre mi nombre y
mi apellido. | | | | Porque este río que hoy empieza los llevará con
emoción de siglo en siglo. | | | | Eco de carne de mi carne, que ha de rodar como una piedra en el
abismo. | | | | Río de sangre de mi sangre, que ha de correr por este
mundo como un río. |
40 | |
|
| Desde que soy padre de un hijo, vivo escuchando los lejanos
corazones. | | | | Y adivinando los gemidos de los que sufren más
allá del horizonte. | | | | Ninguna queja se me oculta, ninguna lágrima furtiva se me
esconde. | | | | Estoy atento a las miradas, a los latidos, a los gestos y a las
voces. | | | | Comunicado con el mundo, siento sus penas y comparto sus
dolores. |
45 | | | Y un gran deseo de profunda fraternidad me llena el pecho hasta
los bordes. | | | | Quiero que todos en la tierra sean felices como yo, que nadie
llore. | | | | Quiero que cesen las querellas y que haya paz y
comprensión entre los hombres. | | | | Que hasta las puertas más hostiles giren un día
con amor sobre sus goznes. | | | | Y que el amor entre por ellas, y que la vida verdadera empiece
entonces. |
50 | |
|
Canción de cuna |
| Niño querido | | | | ya viene el sueño | | | | por el camino | | | | de los luceros. | | |
|
| Y a se sienten |
5 | | | galopar | | | | sus caballos | | | | de cristal. | | |
|
—121→
|
| El sueño cruza | | | | tierras dormidas, |
10 | | | y de repente | | | | dobla tu esquina. | | |
|
| Por tu calle | | | | ya se ve | | | | su carroza |
15 | | | de papel. | | |
|
| Niño querido: | | | | el sueño avanza, | | | | y se detiene | | | | frente a tu casa. |
20 | |
|
| Ya levanta | | | | tu aldabón | | | | con su mano | | | | de algodón. | | |
|
| Ya se oye al grillo |
25 | | | que, con su llave, | | | | le abre la puerta. | | | | Para que pase. | | |
|
| Y el viajero | | | | llega a ti |
30 | | | con su paso | | | | de alhelí. | | |
|
Las nubes |
| Largo y penoso es el camino, como esta dura soledad por donde
pasa. | | | | Pero sus piedras hieren menos cuando en el cielo compasivo hay
nubes blancas. | | | | Basta la gracia de una sola para que se haga llevadera la
jornada. | | | | Entonces huye la fatiga, y el desaliento se convierte en
esperanza. | | | | Mi corazón busca en sus islas el continente misterioso
que le falta. |
5 | |
—123→
| | Y aunque no encuentra lo que busca, presiente el aire de las
costas suspiradas. | | | | Entre sus formas fugitivas, mi frente sueña con las
formas que no alcanza. | | | | Y al confundirse con el viento tiene una gloria de un segundo en
sus estatuas. | | | | Cuando la tierra es más difícil, contemplo el
cielo con el alma en la mirada. | | | | Y me parece que las nubes que lo acarician son las mismas de la
infancia. |
10 | |
|
| Las de aquel tiempo eran muy leves, pero dejaron hondo rastro en
mi recuerdo. | | | | Un viento puro las traía con alegría desde el
fondo de los cuentos. | | | | Yo las veía levantarse del horizonte, como el humo de un
incendio. | | | | Y aproximarse dulcemente, como un rebaño silencioso de
corderos. | | | | Ya sobre el techo de mi casa, se convertían en caballos
gigantescos. |
15 | | | Y el más veloz me arrebataba, y en un segundo me llevaba
por el cielo. | | | | De esta manera yo viajaba rumbo a países donde todo era
perfecto. | | | | Y donde todo iba tomando la forma, el peso y el color de mi
deseo. | | | | Rumbo a ciudades que ofrecían un despertar proporcionado
a cada sueño. | | | | Rumbo a palacios que se abrían con una flor y se cerraban
con un beso. |
20 | |
|
| Luego vinieron otras nubes que me borraron lentamente el
horizonte. | | | | Y me llenaron todo el cielo con el estruendo de sus armas en
desorden. | | |
—124→
| | Un huracán desconocido se despertaba entre lejanos
resplandores. | | | | Y entre las sombras avanzaba, con la ceguera de un
ejército de bronce. | | | | Su voluntad irresistible se apoderaba de mi cuerpo y de la
noche. |
25 | | | Y resonaba en mi cabeza y en mi pequeño corazón
como en un bosque. | | | | En el fragor de la tormenta, la carne infiel dejaba oír
su voz enorme. | | | | Y se perdía la del ángel que desde lejos me
llamaba por mi nombre. | | | | La polvareda del combate se confundía con los negros
nubarrones. | | | | Y el cielo inmenso de los niños era vencido por la tierra
de los hombres. |
30 | |
|
| Pero después de aquel espanto, la luz volvió de lo
más hondo de mí mismo. | | | | Y aparecieron otras nubes en lo más alto del espacio
serenísimo. | | | | Su gran sosiego de plegaria se difundía por el aire
cristalino. | | | | Y su blancura inmaculada resplandecía en un azul casi
divino. | | | | El cielo aquél era tan puro como una estrella recordada
por un niño. |
35 | | | Y como el sol de la mañana visto en el fondo de una gota
de rocío. | | | | Su inmensa calma era un reflejo de aquella paz que me ordenaba
los sentidos. | | | | Y al ordenarlos me aclaraba formas, imágenes, perfumes y
sonidos. | | | | El alma limpia levantaba sus ojos mudos hacia el cielo,
pensativo. | | | | Y se miraba en cada nube, como la luna silenciosa en cada
lirio. |
40 | |
|
—125→
|
| Todo pasó, pero en mi frente queda el recuerdo de sus
vagas esculturas. | | | | Y este recuerdo es como el viento que anima el sueño de
cristal de una laguna. | | | | Cuando este viento se levanta, todas las nubes que viví
regresan juntas. | | | | Las del amor, las del hastío, las de la fe, las del
temor, las de la duda. | | | | Las que tuvieron mi alegría; las que sintieron la mitad
de mi amargura. |
45 | | | Las que se fueron con mis sueños; las que trajeron la
primera desventura. | | | | Todas las nubes de otro tiempo van invadiendo el corazón
y las alturas. | | | | Y algo, que no es una tormenta ni una emoción, en el
espacio se insinúa. | | | | Después el viento se detiene, y en el abismo del silencio
el alma escucha. | | | | Y cielo y tierra se reúnen en este bien que no es el
llanto ni la lluvia. |
50 | |
|
Navidad |
I |
La fe
|
| Por lo desconocida y por lo bella, | | | | por lo profunda y por lo desolada, | | | | esta noche, Señor, es como aquella | | | | que te sirvió de cuna y de posada. | | |
|
| Esta dulce mirada de doncella |
5 | | | con que mira la noche abandonada | | |
—126→
| | es la mirada de la misma estrella | | | | que presenció en silencio tu llegada. | | |
|
| Este dolor es el dolor del hombre | | | | que a pesar de sufrir tuvo confianza |
10 | | | en el advenimiento de tu Nombre. | | |
|
| Estos ojos, Señor, son como aquellos | | | | ojos que no perdieron la esperanza | | | | de que vinieras a llorar por ellos. | | |
|
|
II |
La puerta cerrada
|
| Mientras el Señor errante |
15 | | | pedía en tu puerta hogar, | | | | para convertirlo en cielo | | | | por toda la eternidad, | | | | tú, con la puerta cerrada, | | | | no lo dejabas entrar. |
20 | |
|
| Pídele perdón, amigo, | | | | pídele perdón, | | | | si ya tienes corazón. | | |
|
| Mientras el Señor hambriento | | | | pedía en tu puerta el pan |
25 | | | que luego convertiría | | | | en la hostia del altar, | | | | tú, con la puerta cerrada, | | | | comías el tuyo en paz. | | |
|
| Pídele perdón, amigo, |
30 | | | pídele perdón, | | | | si ya tienes corazón. | | |
|
—127→
|
| Mientras el Señor pedía | | | | de puerta en puerta un lugar | | | | para nacer y salvarte |
35 | | | de tu propia soledad, | | | | tú, con la puerta cerrada, | | | | preferías tu orfandad. | | |
|
| Pídele perdón, amigo, | | | | pídele perdón, |
40 | | | si ya tienes corazón. | | |
|
|
III |
Non erat eis
locus
|
| No hay sitio para María. | | | | No hay sitio para José. | | | | No hay sitio en ninguna casa. | | | | No hay sitio en todo Belén. |
45 | |
|
| No hay sitio para la vida. | | | | No hay sitio para el amor. | | | | No hay sitio para la Estrella | | | | que viene anunciando al Sol. | | |
|
| No hay sitio para la gracia. |
50 | | | No ha y sitio para la fe. | | | | No hay sitio para María. | | | | No hay sitio para José. | | |
|
|
IV |
El establo
|
| Quiso nacer en las casas | | | | de los hombres, por amor |
55 | |
—128→
| | Los hombres estaban ciegos | | | | y le dijeron que no. | | | | Recorrió todas las puertas, | | | | pero ninguna se abrió. | | | | Los pechos, también cerrados, |
60 | | | no tenían compasión. | | |
|
| Señor: | | | | En un establo es mejor. | | |
|
| Llamó con mano cansada | | | | en la puerta del mesón, |
65 | | | pero allí no había sitio | | | | para que naciera Dios. | | | | Recorrió todo Belén | | | | sin hallar un corazón | | | | que le hiciera un lugarcito |
70 | | | para nacer por amor. | | |
|
| Señor: | | | | en un establo es mejor. | | |
|
| Pero las bestias humildes | | | | reconocieron su voz, |
75 | | | y en el establo le dieron | | | | abrigo y consolación. | | | | Y entre el buey agradecido | | | | y el asno lleno de amor, | | | | para salvar a los hombres |
80 | | | pudo nacer el Señor. | | |
|
| Señor: | | | | en un establo es mejor. | | |
|
|
—129→
|
V |
La estrella
|
| Cuando en el cielo profundo | | | | es mayor la obscuridad, |
85 | | | aparece dulcemente | | | | la estrella de Navidad; | | | | y en la tierra ensangrentada | | | | por el odio y la maldad, | | | | el hombre que sufre y llora |
90 | | | le dice con ansiedad: | | |
|
| Estrella de amor, | | | | ¿dónde está el
Señor? | | |
|
| Hoy emprende su camino | | | | la estrella de la virtud: |
95 | | | del Este, que es un pesebre, | | | | al Oeste, que es la cruz; | | | | y en la noche dolorosa | | | | es una flor que da luz | | | | para que el hombre comprenda |
100 | | | que ha llegado su salud. | | |
|
| Estrella de amor, | | | | ¿dónde está el
Señor? | | |
|
| Los pastores de Belén | | | | la contemplan con amor |
105 | | | porque les señaló el sitio | | | | donde un cordero nació, | | | | y los corderos la miran | | | | con la misma devoción | | | | porque les muestra el lugar |
110 | | | donde ha nacido un pastor. | | |
|
—130→
|
| Estrella de amor, | | | | ¿dónde está el
Señor? | | |
|
| En el altar de la tierra | | | | la misa está en la mitad |
115 | | | (Dios ha bajado del cielo | | | | para salvarnos del mal), | | | | y este lucero es el cirio | | | | que se agrega a los demás | | | | cuando ha llegado el momento |
120 | | | de que se convierta el pan. | | |
|
| Estrella de amor, | | | | ¿dónde está el Señor? | | |
|
|
VI |
El niño
|
| Levántate y mira | | | | la luz de Belén: |
125 | | | en la noche obscura | | | | te alumbra tu Bien. | | |
|
| ¿Oyes el sonido | | | | limpio de su voz? | | | | Con boca de niño |
130 | | | te llama tu Amor. | | |
|
| ¿No sientes el fuego | | | | de su caridad? | | | | En forma de niño | | | | nació tu Verdad. |
135 | |
|
| Acércate un poco, | | | | no tengas temor | | | | con manos de niño | | | | te busca el Señor. | | |
|
—131→
|
| Ponte de rodillas |
140 | | | en la tierra fiel: | | | | con ojos de niño | | | | te mira tu Rey. | | |
|
| Háblale sin miedo, | | | | dile tu dolor: |
145 | | | con alma de niño | | | | te escucha tu Dios. | | |
|
|
VII |
Canción final
|
| Esta noche te tengo | | | | en mis brazos, Dios mío, | | | | y al estrechar tu cuerpo |
150 | | | pequeño y desvalido, | | | | siento que la mirada | | | | de amor con que te miro | | | | no es de siervo a Señor | | | | sino de padre a hijo. |
155 | |
|
| Dios mío, | | | | Dios mío | | | | Hoy eres hijo mío. | | |
|
| En el silencio inmenso | | | | de la noche, Dios mío, |
160 | | | me pareces más débil | | | | y hasta más pequeñito; | | | | y en este desamparo | | | | te descubro tan mío | | | | que me quema tu sed |
165 | | | y me hiela tu frío. | | |
|
—132→
|
| Dios mío, | | | | Dios mío | | | | hoy eres hijo mío. | | |
|
| Al pensar en los años |
170 | | | que te esperan, Dios mío, | | | | con dos leños cruzados | | | | al final del camino, | | | | tengo miedo del tiempo | | | | y quiero interrumpirlo, |
175 | | | con ansia de que seas | | | | eternamente niño. | | |
|
| Dios mío, | | | | Dios mío | | | | hoy eres hijo mío. |
180 | |
|
| Y te pido que nunca | | | | me abandones, Dios mío; | | | | que renuncies a todo | | | | por quedarte conmigo; | | | | que te tenga en mis brazos |
185 | | | como ahora, dormido, | | | | y que no te despiertes | | | | hasta el fin de los siglos. | | |
|
| Dios mío, | | | | Dios mío: |
190 | | | hoy eres hijo mío. | | |
|
|
Poema de las materias sagradas |
| Bendita seas, agua pura, que nos das nombre inolvidable y vida
eterna. | | | | Y que nos alzas en tus olas de redención hasta las
últimas estrellas. | | | | Fuiste castigo en el diluvio y eres perdón en el bautismo
que renueva. | | | | Mar de justicia para el Arca, pero de amor para la nave de la
Iglesia. | | | | Como en el día milagroso, nos dejas paso hacia la costa
verdadera. |
5 | | | Y, como entonces, te levantas
quasi pro muro a la derecha y a la
izquierda. | | | | Por celestial misericordia naces de Pedro, como antaño de
la piedra. | | | | Y, repartida en cuatro ríos, que son los brazos de la
Cruz, riegas la tierra. | | | | En el desierto despiadado florece entonces para el hombre la
promesa. | | | | Y una ciudad de firmes torres se va elevando poco a poco de la
arena. |
10 | |
|
| Bendita seas, sal divina, que abres las puertas misteriosas de
las almas. | | | | Para que el cielo las inunde con el torrente luminoso de su
gracia. | | | | Tienes el gusto de las olas del Mar sin fondo, sin orillas y sin
aguas. | | | | El del Océano absoluto, por donde sólo llega a
puerto quien naufraga. | | | | En nuestros labios infecundos eres el germen del amor y la
esperanza. |
15 | | | Y en nuestras lenguas silenciosas, chispa del Ser que de las
lenguas hace llamas. | | | | Desde la pila en que nacemos nos acostumbras al sabor de la
jornada. | | |
—134→
| | Y así nos das la verdadera sabiduría, que es
distinta de la humana. | | | | Para que el gusto de la tierra no nos parezca tan penoso en
plena marcha. | | | | Y recordemos el del cielo cuando empecemos a sentir el de las
lágrimas. |
20 | |
|
| Bendito seas, manso aceite, que das la paz con tu mirada
compasiva. | | | | Y que sosiegas el torrente de los pecados con tu voz y tus
caricias. | | | | Tú nos levantas de la tierra y en lo más alto de
los cielos nos confirmas. | | | | Tú que nos unges a la entrada, nos ungirás en el
umbral de la partida. | | | | Haces un rey de cada siervo y un buen pastor de cada oveja
desvalida. |
25 | | | Y de las manos de los hombres, manos que tienen una luz casi
divina. | | | | Eres el fruto de la rama que trajo al Arca la paloma
fugitiva. | | | | Y de aquel huerto en que una noche Nuestro Señor
sintió el dolor de la agonía. | | | | (Tras el bautismo del diluvio, fue necesaria la Paloma con el
Crisma. | | | | Y antes del trance doloroso, la Extremaunción prefigurada
en las Olivas.) |
30 | |
|
| Bendita seas, blanca cera, que con tu fuego haces arder los
corazones. | | | | Y que al quemarte en los altares, das testimonio de aquel Sol
que no se pone. | | | | Como la Madre sin mancilla, fuiste panal de viva miel para los
hombres. | | | | Y en otro gesto de dulzura te das en luz, como la Madre sin
reproche. | | |
—135→
| | Tienes ahora con el fuego la caridad que ayer tuviste con las
flores. |
35 | | | Después de haber sido remedio de la amargura eres remedio
de la noche. | | | | Aunque las sombras son espesas; en la profunda obscuridad nos
reconoces. | | | | Y con tus lágrimas ardientes pagas el precio de la luz
que nos socorre. | | | | Feliz el hombre que divisa desde el desierto la blancura de tus
torres. | | | | Y hacia la luz que brilla en ellas, con firmes pasos se dirige
desde entonces. |
40 | |
|
| Bendito seas, santo incienso, que nos enseñas a morir
dando perfume. | | | | Y que nos muestras el camino por donde el alma con el cielo se
reúne. | | | | Mortificado por el fuego, vuelves a Dios Nuestro Señor
tus ojos dulces. | | | | Y hecho perfume de plegaria, subes al cielo y con el cielo te
confundes. | | | | La misma brasa que te quema te da la fuerza misteriosa con que
subes. |
45 | | | Tanto más alto es tu deseo cuanto más vivo es el
rigor que te destruye. | | | | Eres lo mismo que los hombres, que sólo empiezan a ser
libres cuando sufren. | | | | Tu aroma puro es el del alma, que se desprende cuando el cuerpo
se consume. | | | | Sobre la tierra desolada, tienes la vida y la esperanza de la
nube. | | | | Oculto en ella, nuevamente, Dios nos contempla, nos ampara y nos
conduce. |
50 | |
|
Versos de la Semana Mayor |
I |
La cena
|
| Para celebrar la Pascua, | | | | la víspera del dolor, | | | | los apóstoles se juntan | | | | alrededor del Señor, | | | | y el Señor les da su cuerpo |
5 | | | en pan de resurrección | | | | y la sangre de sus venas | | | | en vino de redención. | | |
|
| Ni el pan pan ni el vino vino: | | | | el pan Dios y el vino Dios. |
10 | |
|
| El pan que les comunica | | | | tiene el color y el calor | | | | de la carne que mañana | | | | morirá por nuestro amor, | | | | y el vino que les ofrece |
15 | | | tiene el color y el sabor | | | | de la sangre que mañana | | | | será nuestra salvación. | | |
|
| Ni el pan pan ni el vino vino: | | | | el pan Dios y el vino Dios. |
20 | |
|
| Al empezar a comer | | | | notan que el pan del Señor | | | | les calma el hambre de pan, | | | | pero no el hambre de amor; | | | | y cuando beben el vino |
25 | | | sienten que en el corazón | | |
—137→
| | se apaga la sed del hombre | | | | y se enciende la de Dios. | | |
|
| Ni el pan pan ni el vino vino: | | | | el pan Dios y el vino Dios. |
30 | |
|
| Aunque el día no ha llegado, | | | | aunque todavía es hoy, | | | | el Señor ya quiere darse | | | | del todo por nuestro amor; | | | | y se parte y se reparte, |
35 | | | pero no en llanto y sudor, | | | | sino en un pan y en un vino | | | | que ni pan ni vino son. | | | | Ni el pan pan ni el vino vino: | | | | el pan Dios y el vino Dios. |
40 | |
|
|
II |
El gallo
|
| Me dijeron: -¿Lo conoces? | | | | Respondí: -No sé quién es. | | | | Y el gallo, que me escuchaba, | | | | cantó, por primera vez, | | | | con una voz tan potente |
45 | | | que, sobre la tierra fiel, | | | | arrastraba como un viento | | | | mis promesas de papel. | | |
|
| El gallo cantó tres veces, | | | | y otras tantas te negué. |
50 | |
|
| -¿Estabas con Jesucristo? | | | | -Jamás estuve con él. | | | | Y el gallo, que me escuchaba, | | |
—138→
| | cantó por segunda vez, | | | | conmoviendo con su canto |
55 | | | la tierra bajo mis pies, | | | | pero no el alma dormida | | | | como uña piedra en mi ser. | | |
|
| El gallo cantó tres veces, | | | | y otras tantas te negué. |
60 | |
|
| -¿Eres uno de los suyos? | | | | -Ni lo soy ni lo seré. | | | | Y el gallo, que me escuchaba, | | | | cantó por tercera vez, | | | | para que el mundo supiera |
65 | | | que ya estaba por nacer | | | | un día que no sería | | | | de arena, como mi fe. | | |
|
| El gallo cantó tres veces, | | | | y otras tantas te negué. |
70 | |
|
| Después de escuchar tres veces | | | | mi traición y el canto aquél, | | | | el Señor clavó los ojos | | | | en mi corazón infiel, | | | | y los hundió tan adentro |
75 | | | que de dolor desperté, | | | | y ante la noche sagrada | | | | lloré por primera vez. | | |
|
| El gallo cantó tres veces, | | | | y otras tantas te negué. |
80 | |
|
|
—139→
|
III |
Jesús y Barrabás
|
| Este ladrón es Jesús, | | | | y este ladrón Barrabás. | | | | ¿A cuál de los dos queréis | | | | que os entregue en libertad? | | | | Es necesario elegir, |
85 | | | por toda la eternidad, | | | | entre un ladrón verdadero | | | | y este ladrón: la Verdad. | | |
|
| -¿Queréis que os suelte a
Jesús? | | | | -Suéltanos a Barrabás. |
90 | |
|
| El uno roba los bienes, | | | | el otro la voluntad; | | | | aquél para su provecho, | | | | éste para nuestra paz; | | | | el primero por malicia, |
95 | | | el segundo por bondad; | | | | Jesús para nuestro bien, | | | | para su bien Barrabás. | | |
|
| -¿Queréis que os suelte a Jesús? | | | | -Suéltanos a Barrabás. |
100 | |
|
| El uno por lo de aquí | | | | y el otro por lo de allá, | | | | cada cual según su amor, | | | | cada cual según su afán, | | | | ambos despojan al hombre |
105 | | | de su vida y su caudal: | | | | Barrabás, de todo el oro, | | | | y Jesús de todo el mal. | | |
|
—140→
|
| -¿Queréis que os suelte a
Jesús? | | | | -Suéltanos a Barrabás. |
110 | |
|
| Los dos esperan al hombre | | | | sin cansarse de esperar: | | | | Barrabás, días y noches, | | | | Jesús, una eternidad; | | | | cada cual a su manera, |
115 | | | cada cual en su lugar: | | | | uno en las encrucijadas | | | | y otro en la cruz de verdad. | | |
|
| -¿Queréis que os suelte a
Jesús? | | | | -Suéltanos a Barrabás. |
120 | |
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IV |
La cruz
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| Pájaro que te has posado | | | | sobre el hombro de Jesús: | | | | canta con todo tu canto | | | | mientras se apaga su luz, | | | | pues en el mundo callado |
125 | | | nadie es capaz, como tú, | | | | de consolar con su canto | | | | al Señor que está en la cruz. | | |
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| Hombre, flor, estrella, pájaro: | | | | esta cruz es vuestra cruz. |
130 | |
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| Estrella que estás mirando | | | | la agonía de Jesús | | | | brilla con todo tu brillo | | | | en el firmamento azul, | | | | pues en él no quedó nada |
135 | |
—141→
| | más sincero que tu luz | | | | para consolar, brillando, | | | | al Señor que está en la cruz. | | |
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| Hombre, flor, estrella, pájaro: | | | | esta cruz es vuestra cruz. |
140 | |
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| Flor que levantas los ojos | | | | humildes hacia Jesús | | | | dale todo tu perfume | | | | desde la tierra sin luz, | | | | pues en la tierra no queda |
145 | | | más virtud que tu virtud | | | | de consolar, dando aroma, | | | | al Señor que está en la cruz. | | |
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| Hombre, flor, estrella, pájaro: | | | | esta cruz es vuestra cruz. |
150 | |
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| Hombre que ya tienes alma | | | | y en el alma gratitud | | | | si te alejas de ti mismo | | | | y te acercas a Jesús, | | | | comprenderás que no hay nadie |
155 | | | más indicado que tú | | | | para consolar, llorando, | | | | al Señor que está en la cruz. | | |
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| Hombre, flor, estrella, pájaro: | | | | esta cruz es vuestra cruz. |
160 | |
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