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ArribaAbajoPedagogía y Filología

110- Colegios Nacionales. Disposiciones generales vigentes. Publicación oficial. Buenos Aires. Imprenta de El Nacional, Bolívar 65 y 67. 1879. En 8º, 84 ps.

111- Decreto nombrando inspectores de la educación común en las provincias, e instrucciones dadas a estos por la Comisión Nacional de educación.

  • Presidente: D. Palemón Huergo.
  • Vice-Presidente: Dr. D. Benjamín Victorica.
  • Tesorero: D. Ángel Estrada.
  • Secretario: Dr. D. Pedro Quiroga.
  • Vocales:
    • Dr. D. J. J. Montes de Oca.
    • Dr. D. Carlos Berg.
    • D. David Lewis.
    • Dr. D. Ángel Casares.
    • Dr. D. Luis Sauce.
    • Dr. D. José A. Terry.
    • —92→
    • Dr. D. Norberto Quirno Costa.

Oficina de la Comisión, Calle de Bolívar núm. 90.

Buenos Aires, Imprenta de J. A. Alsina, calle de Méjico núm. 635. 1879. En 8º mayor, 22 ps.

112- Informe presentado al señor Ministro de Instrucción Pública por D. Francisco F. Fernández, jefe de la Inspección general de educación, correspondiente al año 1878. Buenos Aires. Imprenta de El Nacional, Bolívar 65 y 67. 1879. En 4º menor, 104, ps. Contiene 34 cuadros.

113- Circular (particular) dirigida por el jefe de la oficina de la Inspección General de Educación a los Gobernadores de Provincia. Buenos Aires. Imprenta de El Nacional. Bolívar 65 y 67. 1879. En 16º mayor, 12 ps.

114- Colegio Nacional de Buenos Aires. Memoria del Rector, correspondiente a 1878. Imprenta de la América del Sur. 50, calle Alsina, 50. 1879. En 8º menor, 36 ps. y «un cuadro del movimiento económico del establecimiento».

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115- Método filosófico de lectura y escritura simultáneas por Enrique M. de Santa Olalla. Libro primario, dividido en 3 cuadernos. 9ª edición. Editor Martín Biedma, imprenta calle Belgrano números 133 y 135. Buenos Aires. Tres cuadernos en 8º, el primero de 36 ps. el segundo de 48 y el tercero de 100.

116- Anagnosia. Verdadero método para enseñar y aprender a leer con facilidad por Marcos Sastre, dividida en 3 cuadernos. Edición 37ª. Buenos Aires. Imprenta de Pablo. Coni, editor. Calle Alsina núm. 60. Tres cuadernos en 8º menor: el primero de 16 ps. el segundo de 64 y el tercero de 150.

117- El Rudimentista. Método para la enseñanza de la lectura y escritura alternadas por Emma N. de Caprile. Tercera edición. Buenos Aires. Librería Rivadavia, Gustavo Mendesky. Rivadavia 95. En 8º, 55 ps.

118- Programa de la Academia Británica, establecida el 11 de marzo de 1867. 249, calle Bolívar, 249, entre Venezuela y Méjico. Director: Armando Mialock. Buenos Aires. Imprenta   —94→   de la Minerva. Florida 96. 1879. En 32º, 8 ps.

119- Epítome programa de las lecciones de literatura y estética de D. Manuel Milá y Fantanals. Imprenta de Pablo E. Coni. Alsina 60. 1879. En 8º, 63 ps.

120- Programas razonados de instrucción primaria arreglados al programa oficial por S. Díez Moris. Buenos Aires. Imprenta de E. Quintero. Moreno 180. 1879. En 12º, 152 ps.

Es un complemento de los textos aceptados. Abarca nociones generales de aritmética, lengua nacional, lenguaje y geometría, lecciones sobre objetos, geografía, música, historia nacional y zoología.

121- Reglamento general y plan de estudios para el Instituto Mercantil de la provincia de Buenos Aires. 1879. Calle Perú 150 y Moreno 146. Buenos Aires. Imprenta, calle Moreno núm. 180. 1879. En 8º, 20 ps.

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122- Tratado de lecciones sobre objetos por Vicente R. Ferrer. 2.ª edición reformada y aumentada notablemente. Buenos Aires. Imprenta del Courrier de la Plata. Calle San Martín 202. 1879. En 8º, 224 ps. Con algunas láminas.

123- Primeras nociones sobre todas las cosas al alcance de los niños por Adriano de Melcy, antiguo profesor de París. Traducido libremente del francés al castellano por O. D. S. Nueva edición. Imprenta y litografía del Courrier de la Plata, calle San Martín 202. 1879. En 32º, 52 ps.

Este folleto y el libro anterior pueden considerarse verdaderas enciclopedias infantiles. El de Vicente R. Ferrer es completo, en cuanto cabe, y contiene, además, algunas láminas ilustrativas del texto, que facilitan a los niños la formación de nociones exactas sobre cosas y objetos.

124- Lecciones de Gramática Castellana por Marcos Sastre, L. Decimacuarta edición de 10,000 ejemplares. Buenos Aires. Imprenta de Pablo E. Coni, calle Alsina 60. En 8º menor, 94 ps.

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125- Gramática de la lengua castellana para el uso de los Colegios de las repúblicas sudamericanas por A. J. F. Buenos Aires. Imprenta de Palo E. Coni, Alsina 60. 1879. En 8º, 96 ps.

Por preguntas y respuestas.

126- Elementos gramaticales del idioma nacional para uso de las escuelas primarias por S. Díez Moris. Segunda edición reformada y considerablemente aumentada. Buenos Aires. Editor: Manuel Reñé, calle del Perú 42. 1879. En 8º, 88 ps.

Publicado por la imprenta del Courrier de la Plata.

Este folleto y los dos que lo preceden son obras elementales y poco metódicas. Sirven, no obstante, de texto en algunas escuelas, y servirán probablemente hasta que tengamos una buena gramática propia para la enseñanza primaria.

127- Compendio de Gramática y ortografía castellana escrito por D. Andrés Bello, el gran hablista de la lengua española; autor de la admirable gramática de esta lengua, destinada al uso de los americanos. Obra adoptada por   —97→   el gobierno de Chile para enseñanza elemental en todos los establecimientos de educación. Aprobada por el consejo de instrucción pública de Buenos Aires, adoptada por el gobierno argentino para los colegios nacionales y escuelas primarias de la República. Nueva edición. Buenos Aires. Se encuentra en venta en la librería americana, calle de Piedad 153 y en las demás librerías y kioscos. 1879. En 8º, 96 ps. Imprenta del Courrier de la Plata.

128- Compendio de gramática castellana compuesta y arreglada a las doctrinas de la gramática del señor D. Andrés Bello, por José Olegario Reyes. Aprobado por la Universidad de Chile y mandado adoptar por el Supremo Gobierno como texto de enseñanza en la República. Nociones claras, exactas y completas de nuestro idioma. Buenos Aires. Igón hermanos, libreros-editores. Calle Bolívar, esquina Alsina. 1879. En 8º menor, 157 ps.

La gramática de D. Andrés Bello es verdaderamente filosófica, tan filosófica que se hace inaccesible para muchas categorías de personas. He ahí su mérito y su defecto. El compendio de dicha gramática publicado por el Sr. José Olegario Reyes y el anterior, n.º 127, suprimen las difusas e intrincadas disertaciones   —98→   literarias y filosóficas sin método del original, limitándose a las nociones precisas, claras, adecuadas a la inteligencia de los niños; de modo que no tiene para estos el inconveniente que la obra de Bello tiene hasta para los maestros. Sus autores han prestado, pues, un buen servicio, porque no es tampoco fácil hacer el compendio de una obra didáctica: requiérese mucho tino, mucha práctica, y más que nada, mucho conocimiento de la materia, cualidades que demuestran poseer en alto grado, tanto el señor Reyes, como el autor anónimo del otro compendio. Sin embargo, bueno es observar que han conservado algunas de las clasificaciones arbitrarias del texto original, con cuya supresión o modificación sus trabajos hubieran ganado indisputablemente.

129- Lecciones de aritmética para las escuelas primarias de niños y niñas por D. Marcos Sastre, autor del Tempe Argentino, de los Consejos de oro sobre la educación, la Anagnosia, la Guía del preceptor, método eléctrico de caligrafía inglesa, selección de lecturas para la niñez, lecciones de gramática, lecciones de ortografía, y otros textos de enseñanza primaria; todos adoptados en las escuelas públicas y particulares argentinas y orientales. Vigésima edición. Contiene el sistema métrico, enseña la contabilidad sin necesidad   —99→   de los quebrados. Buenos Aires. Imprenta de Pablo E. Coni, editor. 60, calle Potosí, 60. 1879. En 8º, 64 ps.

130- Lecciones de aritmética elemental y sistema métrico decimal, extractadas de los mejores autores y destinadas a servir de texto de enseñanza en los colegios y escuelas primarias de la República Argentina, por Vicente García Aguilera, ex inspector General de Instrucción Pública; Rector del Colegio Nacional de la Rioja. Tercera edición. Buenos Aires. Imprenta de Pablo E. Coni, Alsina 60. 1879. En 8º, 96 ps.

131- Tratado de aritmética. Parte primera. Aritmética abstracta por E. Corona Martínez. Buenos Aires. Tipografía del Courrier de la Plata. En 8º, 122 ps. y 64 de tablas de logaritmos.

Contiene: preliminares; introducción general: las seis operaciones de enteros y decimales; números primos; diferentes propiedades de los números enteros; quebrados comunes; las seis operaciones de los mismos; diversas propiedades de las fracciones; cantidades inconmensurables y variables; teoría general de las ecuaciones; razones y proporciones;   —100→   progresiones; logaritmos; tablas de doble entrada.

Este folleto y los dos que anteceden son obras elementales, más o menos completas, pero propias todas para la enseñanza primaria. La del señor Sastre -núm. 129- se distingue por la suma nitidez de sus definiciones.

132- Nociones de geografía e historia de la República Argentina para uso de les escuelas primarias por S. Díez Moris. Segunda edición, corregida. Buenos Aires. Editor: Manuel Reñé, calle del Perú 42. 1879. En 8º, 88 ps.

Publicado por la imprenta del Courrier de la Plata.

Contiene algunos cuadros de la situación, población etc. de las provincias, el nacimiento, desagüe etc. de los ríos, y el trayecto de los ferrocarriles; en párrafos cortos, numerados, escritos con claridad.

133- Cartilla Normal. Lectura, escritura, gramática y dibujo, enseñados simultáneamente por Adolfo van Gelderen, director de la Escuela   —101→   Normal de Maestros de la provincia de Buenos Aires. Dedicado por el autor en testimonio de cariño y amistad a su hijo y amigo D. Manuel Adolfo van Gelderen. Buenos Aires. Imprenta de M. Biedma, calle Belgrano n.º 135. 1879. En 8 º menor, 48 ps.

El epígrafe, que el autor ha tomado de sus Lecciones de pedagogía, dice todo respecto de esta cartilla: «Hace 24 siglos que los Chinos enseñan a los niños a escribir lo que leen y a leer lo que escriben, y los maestros árabes hacían hacer ejercicios prácticos de gramática y ortografía en sus escuelas primarias de Córdoba y de Granada». El señor van Gelderen aplica, ese sistema tan antiguo y tan adelantando. «Concluida esta cartilla normal, no necesita el niño de cuaderno 2º, 3º, 4º etc.: puede, de una vez, pasar al libro en general».

134- Lecciones de pedagogía por A. van Gelderen, director y profesor de pedagogía en la Escuela Normal de Maestros de la Provincia de Buenos Aires. Segunda edición revisada y aumentada con unas conferencias de maestros, dadas por el autor, y una historia general de la pedagogía. 1878. Buenos Aires, Imprenta de M. Biedma, Belgrano número 133 y 135. En 12º, 407 ps.

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A la inversa de las prensas europeas que antedatan los libros en los últimos meses del año, las nuestras suelen dar libros al público con fecha atrasada, en la transición de un año a otro. El presente libro, que ostenta en su carátula el año 1878, apareció en el segundo mes del año 1879.

En su primera edición, la obra de van Gelderen llevaba el título de Curso familiar de pedagogía, y es este su verdadero carácter. Habla a los alumnos-maestros con atrayente sencillez, tocando, en una serie de conferencias, las más importantes cuestiones de enseñanza. Pasaron aquellos tiempos en que un maestro conducía a sus alumnos a presenciar una ejecución, y de vuelta a la escuela les aplicaba un buen número de azotes para que se les grabase más hondamente en la memoria la moralidad de lo que habían visto. El maestro es hoy un amigo del niño a quien debe preparar para su ingreso en la sociedad, de tal manera que pueda labrar su propia felicidad y contribuir a la de sus semejantes. «Por eso», como lo asevera el autor, «la primera condición del maestro en su relación con los alumnos es que se haga amar».

El profesor se detiene con preferencia en los programas de estudio, en la resolución de los problemas y respuestas a dichos programas; lo que hace su trabajo sumamente útil para los maestros en general.

Las conferencias de maestros dadas por disposición   —103→   del Consejo de Educación, y la historia de la pedagogía, incluidas en esta segunda edición de sus lecciones, acusan profundo estudio de la materia a que el señor van Gelderen ha contraído toda su atención.

Encuéntrase aquí y allá en muchas páginas del libro una frase poco castiza, un modismo extranjero -lo bastante; el gobierno ha venido en fundar este seminario; habemos de tener presente... etc.- que choca siempre en un maestro, aunque ofrezca el amplio resarcimiento de la erudición y la observación constante.

135- Informes sobre la educación en los Estados Unidos por el Dr. D. Manuel R. García, Ministro Argentino en Washington y Comisionado especial en la Exposición de Filadelfia. Buenos Aires. Imp. de La Tribuna, calle Victoria, núm. 87. 1879. En 8º, 240 ps.

Edición oficial de 2.000 ejemplares.

Por decreto de 10 de mayo de 1876, el Dr. Manuel R. García fue comisionado para estudiar en la Exposición Internacional de Filadelfia cuanto se relacionase con los intereses de la educación, debiendo producir «informes minuciosos sobre el resultado de sus observaciones»; indicándosele, a manera de programa, el estudio de las cuestiones siguientes:

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  1. Enseñanza elemental: Escuelas infantiles y Kindergarten, Escuelas graduadas.
  2. Enseñanza secundaria: Gimnasios, liceos y colegios.
  3. Enseñanza superior y profesional: Universidades, escuelas de Derecho, Medicina y Cirugía, Farmacia, Minería, Ingeniería, Agricultura y Artes mecánicas, escuelas de Bellas Artes, escuelas Normales, escuelas Militares, escuelas Navales y escuelas de Comercio.
  4. Instituciones para la enseñanza de ciegos y sordomudos.
  5. Estadística de la educación.
  6. Bibliotecas públicas.
  7. Pedagogía.
  8. Periódicos especiales de educación, de ciencias y artes.
  9. Instituciones para el fomento y propagación del saber.
  10. —105→
  11. Legislación de la instrucción pública.

El doctor García estudia detenida y laboriosamente estos tópicos en una serie de comunicaciones dirigidas al Ministro del ramo, quien ordenó su inmediata publicación y distribución a los Consejos de Educación y a los Inspectores de Escuelas de toda la República, haciendo justo y merecido aprecio del mérito de los informes, algunos de ellos verdaderas monografías, llenos de observaciones interesantes y datos curiosos, como el que lleva por título Sistema de escuelas graduales, y otros.

Nada escapa a la investigación del doctor García. Desde la apreciación de los principios fundamentales de pedagogía, hasta la descripción detenida de los terrenos y edificios; desde las estadísticas escolares con sus aplicaciones comparativas, desde el cálculo de recursos, impuestos de los Estados y administración del fondo de escuelas, hasta el detenido examen de los libros de texto, muebles, láminas, mapas, globos, modelos de dibujo y caligrafía, aparatos gimnásticos, etc. todo ha merecido su atención, y, sin olvidar los ensayos hechos en su patria, pone de manifiesto las ventajas de los sistemas y métodos empleados en el extranjero, proponiendo las modificaciones que cree indispensable introducir entre nosotros para acercarnos a los modelos que ha observado.

Estos informes, escritos en la forma severa   —106→   y pura de estilo que reclama la materia, parecen salir de la pluma del más experimentado inspector de escuelas: tan sensatas son sus observaciones, tan completos sus datos; y es de suponer que las personas competentes entre quienes se ha distribuido la edición oficial, se empeñen en sacar el mayor fruto posible del trabajo del doctor García, con la implantación de nuevos sistemas o nuevas y ventajosas prácticas en nuestras escuelas.

136- Informe II del estado de la educación común durante el año de 1878 en la provincia de Buenos Aires, presentado al Consejo General de Educación por D. F. Sarmiento, Director General de Escuelas. Imprenta de M. Biedma, Belgrano números 133 y 135. 1879. En 8º mayor, 122 y LXXVI ps. con varios cuadros estadísticos.

El año 1878 ofrece sobre el anterior un aumento muy poco sensible en el número de niños que asisten a las escuelas de toda clase, comunes o particulares: en 1877 fueron 41.169 y en 1878, 41.581. El aumento es mayor en lo que respecta a la educación común, de que sólo está encargado el Consejo. En 1878 sube la asistencia a 15.468 alumnos en la ciudad de Buenos Aires, contra 14.468 en 1877. La   —107→   diferencia en favor de 1878 es todavía insignificante. El director general cree que esta verdadera falta de progreso en el número de alumnos tiene por causa la pequeñez de los edificios, no calculados para admitir sucesivamente más niños. Siendo, pues, cuestión de rentas, carencia de los fondos necesarios para el establecimiento de cuantas escuelas requiere nuestra provincia, no puede tomarse el dato estadístico de asistencia como una prueba de adelanto o retroceso; y tan es así que no se han hecho aún efectivas las multas a que condena la ley a los padres que no mandan sus hijos a las escuelas, pues hay bastante con lo que van para llenar todos los edificios en que ellas están actualmente instaladas.

El director general de Escuelas aborda en su informe otra cuestión no menos importante: existen centenares de padres de familia que costean por separado, en colegios particulares, la educación de sus hijos, especialmente la de los varones, «cuando hay escuelas comunes que la dan gratis, y a cuyo sostén concurren ellos mismos con las contribuciones que pagan».

En 1877 se daba educación en Buenos Aires en 130 escuelas públicas y 131 particulares,

«lo que hacía suponer que tantos alumnos habría en unas como en otras, no obstante que aquéllas con la mitad de escuelas educaban el doble de alumnos. Pero esto se explicaría   —108→   por el hábito secular de los padres de familia de proveer cada uno de educación a los suyos, sin tener presente que paga también la pública.

Sólo en los países en que es antiguo el sistema de Educación Común han desaparecido las escuelas particulares, limitadas a sectas o ramos especiales. Entre nosotros persiste aún la enseñanza particular, porque no todos tienen buena idea todavía de la suficiencia de las escuelas comunes.

Otras causas, empero, obran en la población de Buenos Aires, y debo mencionarlas.

Entre las escuelas particulares figuran los colegios de instrucción secundaria, que requiere la juventud de cierta clase, a más de la primaria a que estuvo antes reducida la que se daba en las escuelas hoy comunes. Todavía no ha sido posible dar para varones, en escuelas graduadas, la mayor instrucción que aquellas clases reclaman, y por largo tiempo los colegios particulares habrán de prestar un buen servicio supliendo la falta de escuelas superiores que completen el sistema de Educación Común, poniendo al alcance de todos la que se necesita para prepararse a las exigencias de la vida civilizada».



La renta de escuelas y su percepción, la contribución directa, los edificios de escuelas, las escuelas extranjeras, el grado y extensión de la instrucción, los consejos escolares, son materia de otros tantos capítulos en este detenido   —109→   informe, completado con un resumen estadístico del año 1878 en una serie de cuadros y las circulares expedidas por el Consejo General desde su instalación hasta la fecha 1875-79.

137- Plan de estudios de enseñanza graduada para las escuelas públicas de la Provincia y demás documentos relativos, presentados por el Departamento de Educación y aprobados por el Superior Gobierno. Uruguay. Tipografía de La voz del pueblo, calle Entre Ríos núm. 97. 1879. En 8º, 32 ps.

138- La Biblioteca Pública de Buenos Aires. Proyecto de reorganización por Vicente G. Quesada. Buenos Aires. Imprenta de M. Biedma, calle Belgrano núm., 135. 1879. En 8º, 44 ps.

Es un informe que el doctor Quesada dirige al Ministro de Gobierno de la provincia, don Santiago Alcorta, proponiendo un plan metódico para la completa reorganización de la Biblioteca Pública, con el reglamento y «modelos necesarios para que pueda emprenderse esta tarea, si el plan mereciese la aprobación del Poder Ejecutivo».

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139- Diccionario filológico comparado de la lengua castellana, que contiene: 1º la clasificación gramatical de las palabras; 2º su etimología, comparándose no solamente los elementos de las palabras castellanas con las raíces de las demás lenguas indoeuropeas, sino también las palabras mismas con las de las lenguas neolatinas que tienen el mismo origen; 3º el significado de las palabras y sus diferentes acepciones, corroboradas casi siempre con ejemplos de autores españoles, elegidos en su mayor parte entre los ejemplos consignados en el Diccionario de la Real Academia Española, publicado en los años 1726 y 1739; 4º la colección de las frases y refranes del Diccionario de la Academia; 5º los principales sinónimos de la lengua castellana por M. Calandrelli (Catedrático de Filología clásica en la Universidad de Buenos Aires). En 8º mayor, por entregas. 1879.

Hemos recibido un ejemplar del primer tomo de la grande obra que ha acometido el profesor Calandrelli, cual es la de enriquecer nuestra lengua con un diccionario filológico comparado, en que están por primera vez introducidas, a más de la clasificación gramatical, la etimología de las palabras, comparándose no sólo los elementos de las castellanas con las raíces de las demás lenguas indoeuropeas, sino también las palabras mismas con   —111→   las de las lenguas neolatinas que tienen el mismo origen, y lo que es peculiar al idioma castellano con las raíces de todas las palabras que derivan del árabe y demás lenguas semíticas.

Precede al diccionario una luminosa exposición del Dr. D. Vicente Fidel López sobre la marcha que han seguido los filólogos hasta descubrir, con la adquisición del idioma muerto de la India llamado sánscrito, la filiación de las palabras, encontrando la identidad de raíces, variadas sólo por alteraciones que han sido reducidas también a reglas según la ley que se llama de Grim, que consiste en hallar la forma en que pasan de una lengua a otra las palabras. Sin ir más lejos, el castellano cambia en cho lo que en latín trae cto, como en pecho, lecho, leche, derecho etc., que vienen de pectus, directus, lectus, etc.

El diccionario del profesor Calandrelli es, pues, un trabajo original, el primero en la lengua castellana, y no conocemos todavía el que de igual género le precede en las otras lenguas europeas; pues el de Litre en francés y el de Webster en inglés no han llegado a incorporar las raíces del sánscrito o las semíticas en la etimología de las palabras de sus respectivos idiomas.

Por el hecho de coordinarse y publicarse en la República Argentina este libro por uno de los profesores de nuestras universidades, el libro es argentino, como son norteamericanos   —112→   los trabajos de Agassiz, y argentinos son los de Gould en astronomía, y los de Burmeister en paleontología.

Hacemos esta observación con el confesado propósito de estimular el interés público a proteger y auxiliar la publicación de este gran trabajo.

Un semejante diccionario no podrá en largos años producirse en España, porque aún en el resto de la Europa, no se han codificado todavía los descubrimientos modernos y casi recientes de la ciencia del lenguaje.

Pudiera el Profesor Calandrelli haber emprendido trabajo análogo con el italiano, a que no habría podido, sino en reducido número de casos, aplicar sus conocimientos del árabe que por tanto entra en la lengua castellana. Ha escrito su diccionario aquí, para la lengua que hablamos, y tócanos a nosotros hacer posible su terminación, ayudando al los costos necesariamente cuantiosos de un diccionario nuevo.

Verdad es que no hay entre nosotros gran número de personas interesadas directamente en la publicación de obras de esta clase. No las hay, sin embargo, en ninguna de las otras secciones independientes que hablan la lengua castellana en América y Europa, razón por la cual es indiferente en cuál de ellas se encuentra el autor y se produce el libro, pues lo que interesa es que el libro se produzca.

Desde que exista, será fácil hacerlo conocer en todas las secciones americanas y hallarle   —113→   lectores en donde quiera que la lengua castellana se hable. No han añadido sino muy pocos los norteamericanos, al diccionario de Webster, que se han apropiado, como producto de sus imprentas, y exportan, por valor acaso de medio millón de pesos, a todas las posesiones inglesas de América, Asia, África e Islas.

La Uranometría y la Meteorología del Dr. Gould, como los trabajos paleontológicos del Dr. Burmeister, son florones honrosos de que podemos envanecernos, porque no es casual sino requerida la residencia en nuestro país y el trabajo de tan ilustres sabios. El diccionario de Filología comparada del profesor Calandrelli ocupará lugar no menos distinguido, si bien con más popular aplicación a la instrucción de cada individuo.

Escasa ayuda habrían de prestar a la terminación de la obra las gentes de letras y los estudiantes al parecer más directamente interesados en poseerla. Sabemos que el Consejo general de escuelas ha suscrito buen número de ejemplares, imitando en esto a los de su clase de los Estados Unidos, que cuidan de proveer a cada escuela de un Webster. Deseáramos que este ejemplo fuese seguido por todas las asociaciones científicas, literarias, industriales, como por las bibliotecas; que ya cuentan por centenares,

Un apoyo más eficaz desearíamos suscitar a adquisición a que damos mucho valor por interés del adelanto del saber humano, como   —114→   así mismo por el honor de nuestro país, que tan pocas ocasiones tiene de contribuir a este común trabajo. Este apoyo sería el de los ricos, que entre nosotros cuentan por millares, aunque no pasen de centenares los que comprenden que la riqueza que han acumulado, aún por su propia industria, les impone obligaciones para con el país en que viven, siquiera fuese para devolverle al aire, a las lluvias, a la fertilidad espontánea de la tierra, a las instituciones y al trabajo de los demás hombres, la parte con que contribuyeron a sus ganancias. ¿Qué haría un propietario o un negociante con el diccionario filológico comparado de la lengua castellana, que probablemente no habrá de consultar jamás?

Nosotros les aconsejaríamos suscribirse a uno o más ejemplares, reservarlos para sus hijos, o darlos a un estudiante; o, cuando nada de eso quieran, dejarlos cubrirse de polvo en un rincón.

El Dr. Gould nos ha comunicado un dato curioso. Tomando por bases las prolijas observaciones meteorológicas durante catorce años del Dr. Eguía, hoy ciego, ha encontrado que los cambios atmosféricos en el Río de la Plata están sujetos a variaciones regulares que se repiten cada once años en maximum y en minimum.

Desde que el hecho ha sido conocido en Europa, gracias al libro del Dr. Gould publicado el año pasado, los seguros han bajado para los años a que corresponde el minimum de tempestades   —115→   en aquel cielo, con lo que los argentinos pagan cientos de miles menos de los que cobraban las compañías antes, por temor del pampero, a los buques que vienen a nuestro río.

Estos y otros son los resultados de las cuestiones teóricas de que los sabios se ocupan. Adoptada la teoría de la trasmisión de la luz por ondulaciones, se inventó el faro Fresnel, que ha economizado millares de vidas en los naufragios que disminuyen merced a los faros que revelan a grandes distancias la proximidad de las costas. Pedimos, pues, a los ricos que no se ocupan de las letras ni de la lengua castellana, que ayuden a la terminación feliz de la primera edición, por necesidad puramente argentina de esta grande obra, pues para alejar las críticas que no faltarán, diremos que a más de que lo mejor es el enemigo de lo bueno, un diccionario nuevo es apenas la primera prueba del diccionario definitivo, porque dada a luz una primera edición, sometida a la crítica universal, a la comparación y al estudio, en cada nueva edición se van corrigiendo los defectos; llenando los vacíos, suprimiendo lo superfluo o defectuoso, hasta dar, como en los Estados Unidos, un Webster estereotipado, lo que lo pone al alcance de las pequeñas fortunas y de las escuelas, haciendo de él un artículo de lucrativo comercio.

Dejando así expuesto el propósito de este llamamiento al público en favor del Diccionario filológico comparado de la lengua castellana,   —116→   y teniendo en cuenta la luminosa exposición que hace el Dr. López, sobre el estado actual de la ciencia del lenguaje de que aquel diccionario es la aplicación práctica a nuestra lengua, llamaremos la atención sobre el contenido del tomo ya publicado y que abraza la letra A hasta ALL, pues apenas alcanzará el segundo tomo a agotar esta letra inicial rica en palabras en todas las lenguas, pero más rica, aún en el castellano por la incorporación en nuestra lengua de palabras árabes, precedidas del artículo al, árabe también, como sucede en algodón, que es colon en francés, albornoz, un vestido que llamamos también bornoz, o bien azúcar, que es sucre, precedido de al, reducido a a.

La mayor parte de las palabras de esta letra pertenecen a una lengua semítica, que en el castellano viene a mezclarse con un dialecto latino; como es el castellano, reuniéndose así dos familias de lenguas originales distintas, bien así como el inglés se compone de dos ramas de la familia indoeuropea, que separadas del tronco en tiempos remotísimos, la germánica y la latina, han venido a confundirse en un solo idioma moderno.

Al leer este diccionario, ¡y cuidado que presta a risa la idea de leer diccionarios!, la curiosidad se torna en asombro al ver vivir las palabras, moverse, contar la historia de los pueblos ignorados que las inventaron, sus ocupaciones, sus ideas, sus creencias religiosas,   —117→   ni más ni menos que cuando con un poderoso microscopio vemos moverse en una gota de agua millares de alimálculos dotados de organizaciones complicadas, con instintos y pasiones que los traen en continua agitación. Abra el lector cualquier página, y verá en la etimología de una palabra, que cien pueblos están hablando la misma lengua, aunque no se entiendan entre sí, y que grandes naciones, desde tiempos que la historia no señala, han usado este mismo lenguaje, que, por las razas indoeuropeas que están al frente de la civilización, será el humano hasta la consumación de los siglos. ¿Quién no se sorprende al ver que aspecto, espejo, espectáculo, expectativa, respecto, inspección, sospecha, es la misma palabra specto de una lengua que no conocen los que de tantas maneras han variado su significado, y sin embargo siempre racional y como matemáticamente demostrable, según los prefijos o sufijos y designaciones que la adaptan a todas las necesidades del espíritu?

Hasta los extraños caracteres que representan las letras del sánscrito, incorporadas en el texto del Diccionario para mostrar la raíz de una de nuestras palabras, traen la idea de fósiles de las lenguas humanas, desenterradas de debajo del terreno de acarreo que les han acumulado los siglos encima, y sirven hoy para explicar, como los huesos de mastodonte, la filiación del elefante actual, o con los esqueletos del hiperión los orígenes del caballo que montamos.

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Hemos conocido maestro de lenguas vivas, inglés y francés, que forzaba a sus alumnos a hacer grandes progresos, con sólo persuadirles que ya sabían francés o inglés con saber el español, recomendándoles observar la manera de variar las mismas palabras o la conjugación en cada idioma.

El diccionario filológico comparado habitúa desde luego a buscar estas analogías, a descomponer la palabra de la lengua propia, y encontrarla en la que se requiere aprender según su manera especial de hacer sus trueques o modificaciones, y mucho debe ayudar a los estudiantes este diccionario para adquirir otras lenguas. La parte del árabe es la más completa y original del profesor Calandrelli, pues es ésta la peculiaridad que distingue el castellano de las otras lenguas neolatinas.

Concluiremos con recomendar a cuantos puedan disponer de algún dinero contribuyan a la realización de este trabajo que hará honor al autor que lo concibió y al pueblo que haya de apropiárselo por ser parte de su literatura y haberlo acogido y patrocinado. Sería la menos apetecible de las noticias aquella que asegurase que no pudo en la República Argentina y en la grande y culta ciudad de Buenos Aires, terminarse la ya emprendida publicación de un diccionario novísimo, por falta de mil suscritores.

D. F. Sarmiento.