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MADOZ: Dic. geog. estadis. histor., tom. 15, pág. 364.

 

2

Mos erat indigenis tales mulieres appellare Lupas, quia semper in montibus cum lupis versar entur

 

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Ahora se acaban de construir algunas magníficas calles, que forman un hermoso barrio.

 

4

Los artículos publicados por el apreciable Don José María Zacarés en el antiguo periódico literario, denominado EL FÉNIX, y los apuntes manuscritos del activo Don Manuel Calvo, Vicesecretario de la Junta del Hospital General.

 

5

Este terreno es el que existe pegado a la actual ermita de Santa Lucía; y las habitaciones que ocupan las Hermanas de la Caridad, y localidad, claustros y huerto de las actuales oficinas de contabilidad están sentadas sobre los mismos cimientos de la obra primitiva, quedando de ésta únicamente los dos lados o corredores que sirven para la entrada a las oficinas y habitaciones de capellanes. Todo esto se deja ver en las habitaciones por las armas que penden de las cornisas y en la iglesia o capilla antigua, donde sirven también de escudo dichas armas, compuestos de un campo con una cruz en el centro, y dos niños inocentes en actitud de adorarla. La entrada principal era la que actualmente subsiste, en frente de las enfermerías, y para la subida al claustro principal, que formaba un cuadrilátero regular de 120 palmos de luz por lado, y corredores anchos de 21 palmos, sobre 162 de largos. En lo alto de la escalera existe todavía la primitiva puerta, con un cornisamento primorosamente labrado de arabescos y otros adornos de bastante buen gusto. Es sensible que este precioso resto se halle enjalbegado, hasta el estremo de desfigurar su primera decoración.

 

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El primer vicario, poseedor de este beneficio, fue mosén Juan Roda. Y para indemnizar al cura de San Martín de los perjuicios que este privilegio ocasionaba en sus derechos, rectorales, con escritura ante Juan Corsino en 3 de Octubre de 1495 los Administradores del Hospital de Inocentes y el canónigo Jofré, Presbítero, cura de San Martín, convinieron en que el Establecimiento abonaría al dicho Rector 27 libras, 4 dineros, por cuya señal, en su nombre y en el de sus sucesores, hacía gracia en favor del Hospital de los derechos rectorales que por ello devengase. Así continuaron ambas partes hasta 24 de Octubre de 1740, en que habiendo fallecido María Reverter, consorte de Policarpo Morchamí, dispensero del Hospital, al tiempo de ir a celebrar el entierro, se hallaron a la puerta del cuarto mortuorio los dos cleros de San Martín y del Hospital, ambos con cruz, doma y acompañamiento. En tal lance protestaron los del Hospital con escritura ante Eustaquio Artich, recibida en el mismo punto y acto. De esta acción se suscitó un pleito ruidoso, que aún seguía por los años 1760, paralizándose después; pero siguiendo el Hospital en el goce de su derecho.

 

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Es ahora la capilla que, con el nombre de nuestra Señora de los Desamparados, reedificada en 1732, existe en el patio segundo frente a la puerta de la iglesia actual. Al aceptar la invocación de la Santa Cruz sobre el monte Calvario, mandaron los Administradores verificar la adquisición de un Cristo de la Agonía en el Monte Calvario, que es el que actualmente se venera en la misma iglesia del Hospital General, por la cofradía que lleva su mismo título del Cristo de la Agonía; cuya imagen y la de la Virgen de los Desamparados fueron encarnadas primorosamente por aquel tiempo. La verdad y la dulzura del colorido han hecho creer piadosamente que este trabajo delicadísimo se debía a los ángeles, que en trage de peregrinos acabaron obra tan admirable. (Ésta y otras notas acompañan a las noticias que me ha facilitado mi entendido amigo Don Manuel Calvo.

 

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47058 rs. 28 mrs. de nuestra moneda actual, y 2750 libras valencianas del tiempo del mismo Don Martín, que según cálculo valía cada una 17 rs. 4 mrs. próximamente.

 

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Conocido por Anti-papa Pedro de Luna.

 

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Los jueces componedores fueron Miser Gaspar de Pertusa, Doctor en derechos, Canónigo de Valencia, Fr. Bernardo de Tienda, religioso de San Francisco, Fr. Gaspar Esteve, Fr. Alonso de Casto, y Fr. Luis de Castellolí, de la Orden de Santo Domingo. La publicación de este laudo se hizo en la sacristía de la Catedral en presencia del Consejo, y de sus dos Abogados Baltasar de Gallach y Francisco de Artés, del Cabildo, y de los diez Diputados del Hospital de Inocentes. Fueron testigos Pedro Valentí y Bertrán Debues, Notarios. El espíritu que dominó en aquellos debates se manifiesta claramente en una cláusula, que dice así - Traducida del latín. - Y la ciudad de Valencia es una metrópoli insigne, hermoseada tanto por sus edificios públicos como particulares, atrayendo por la belleza de su clima a numerosos forasteros, que admiran la inagotable caridad de sus habitantes; pero falta añadir a tantas ventajas una circunstancia, hace tiempo deseada: falta un gran edificio, que sirva de Hospital General, para que tengan término gravísimos escándalos, y se produzcan ventajas de la mayor utilidad. En él no sólo encontrarán asilo, como antes en otros hospicios, los pobres y los peregrinos, sino que se lactarán y cuidarán los niños espósitos, que ora por preocupaciones vulgares, ora por culpa de sus padres, han muerto abandonados hasta el día. En adelante los pobres dementes no vagarán perdidos, espuestos a las más insultantes demostraciones y peligros; y los enfermos, arrojados con frecuencia de uno o de otro hospicio, por efecto de particulares consideraciones, encontrarán en el Hospital General la curación o a lo menos el consuelo, etc., etc.