Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice
Abajo

«Armonías» de José Mármol: primera versión manuscrita

Jimena Sáenz





Se conocen dos ediciones de Armonías publicadas por su autor: la primera editada en 1851 por la Imprenta Uruguayana de Montevideo, apareció como parte de la sección literaria de La Semana, periódico enteramente escrito por José Mármol; la segunda integra un tomo publicado en Buenos Aires en 1854. Ambas son casi semejantes y su autor solamente agrega tres poesías nuevas en la edición porteña: la primera composición que le dio notoriedad entre los emigrados, «Al 25 de Mayo de 1841» inexplicablemente excluida antes, «A Bolivia» y un «Brindis» con motivo del 25 de Mayo de 1852, pronunciando en el flamante Club del Progreso, una de las tantas obras con que la pujante emigración, reinstalada en su ciudad natal, inició la nueva vida cívica e institucional del país. En ambas ediciones dejó de lado el escritor varias poesías que a su juicio no merecían ser recopiladas en libro; algunas fueron excluidas por motivos políticos, como las que se referían a Urquiza. Este caudillo había sido ensalzado por el poeta durante la campaña del Ejército Grande en la que estaban unidos contra Rosas todos los intereses. En octubre de 1851 apareció en La Semana un «Canto al Ejército Libertador» y luego, el 14 de abril de 1852, le dedico otro poema, «A la victoria de Caseros», recitado por Mármol en un almuerzo en el que se recorrían los lugares históricos de la batalla y el propio Urquiza actuaba de cicerone.

Pero poco después, cuando luego de las jornadas de junio del 52 en la Legislatura de Buenos Aires Mármol abrazó la causa de su provincia natal, opuesta a la de la Confederación, los poemas a Urquiza se suprimieron definitivamente. No era la primera vez, por otra parte, que el autor sacrificaba poesías a su posición política1.

Esas dos ediciones de Armonías fueron precedidas por un tercer intento de publicación de sus poesías líricas; se trata de una versión algo diferente que el proscripto hizo copiar por un secretario y corrigió de su puño y letra cambiando algunas estrofas, palabras o versos, y agregando fechas y lugares de composición de varias de las obras. Las correcciones resultaron en muchos casos definitivas, como pude comprobar al compararlas con la edición de 1851. El cuaderno manuscrito, de grandes folios de hilo grueso de 30 por 21 centímetros y en su mayoría con la marca Almasso y Giormagnani, constituye una gruesa carpeta que pertenece a Amalia Mármol de Ruiz Huidobro.

Esta primera colección, ignorada hasta ahora, contenía de acuerdo a su Índice cuarenta y nueve poemas y una prosa, precedidas de una Advertencia y una Dedicatoria en verso: «A las hijas del Plata». La carpeta se halla incompleta: comienza en la pagina 10 con «Ayer y hoy» y se extiende hasta la 146 en que finaliza la poesía «A mis amigos del Colegio». Luego presenta en hojas con otra numeración los «Pensamientos a Teresa», con la fecha de 1850 del prólogo tachada.

Se conservan treinta y ocho poesías, dos de ellas incompletas «Al Sol» y «Canto del poeta»; casi todas llevan el título en hoja aparte y están escritas en un solo lado del papel. Parece una recopilación hecha a partir de la segunda mitad de 1849, y contiene todas las poesías publicadas luego en Armonías (edición de La Semana) y nueve más desconocidas. No figura en cambio «La noche oscura», que aparecería en la edición de 1851 y luego sería incorporada al Canto IV del Peregrino.

Transcribiremos el Índice para que se pueda cotejar con los de las Armonías editadas por el poeta mismo. La numeración de las páginas va entre paréntesis ya que no figura en dicho Índice.




Índice de una edición de Armonías que José Mármol pensaba editar en Montevideo

Índice
Advertenciafalta
Dedicatoria (Montevideo octubre de 1849) (p. 2)
Recogimientofalta
Al 25 de Mayo de 1841falta
A Rosas, el 25 de Mayo de 1843falta
Ayer y hoy (tachado: Agosto 7 1847)(p. 10)
Canto del Poeta (Sin fecha)(pp. 11-14,
faltan las 12 y 13)
Sueños (Octubre 4 1842)(pp. 15-18)
Ráfaga (Oct. 1842)(pp. 19-23)
Oración a María (Sin fecha)(pp. 24-26)
En la cartera de un amigo (fecha tachada)(pp. 27-28)
Tus ojos (Junio 1.º) (pp. 29-30)
A ti (Noviembre 11 de 1846. Otro título tachado:
A Ella en su jardín)
(pp. 31-32)
Amor (Sin fecha)(pp. 33-35)
Una lágrima de amor (Sin fecha)(pp. 36-37)
A Dios (Sin fecha)(pp. 38-42)
Ilusión (Sin fecha)(pp. 43-45)
A un alhelí blanco (Sin fecha)(pp. 46-48)
Los tres instantes (Sin fecha)(pp. 49-51)
En la tumba de un niño montevideano (El segundo verso
del díptico es diferente del conocido)
(p. 52)
Adiós a Montevideo (Agosto 24 de 1843)(pp. 53-56)
A una Señorita el día de sus 15 años (Río Janeyro, s./f.)(pp. 57-59)
Desencanto (a Carlos, Río Janeyro, Novbre de 1844)(pp. 60-69)
Canto del Peregrino (Río Janeyro)(pp. 70-71)
El Reloj (Río Janeyro, Noviembre 1844)(pp. 72-76)
A Buenos Ayres, declarada la Intervención Anglo-Francesa
(Río Janeyro 1845. 4 páginas sin numerar)
Despedida (Río Janeyro Set. 25 1845)(pp. 77-78)
5 de Enero (En el mar 1846. Al pie, una nota que dice:
Veáse al fin de la obra, los pensamientos a Teresa)
(pp. 79-85)
Canto del Trovador (Montevº 1846)(pp. 86-88)
Al Sol de Mayo en 1847falta
A la Sra. Condesa Walewski (Montevideo, Julio 31 de 1847,
folleto impreso en Montevideo e insertado en la carpeta)
Al Sol (Montevº 1848; faltan las páginas 94 y 95)(pp. 93-96)
Colón (A Cristóbal Colón, Monteº Oct. 12 de 1849)(pp. 97-101)
A Ella (Agosto, Río Janeyro, fecha tachada)(pp. 102-109)
Melancolía (fecha tachada: Sept. 20 1846?)(pp. 110-113)
Adiós (fecha tachada: Montevº Abril 16 1847)(pp. 114-118)
Súplica: el 25 de Mayo de 1848falta
Sobre la tumba de D. Florencio Varelafalta
En el cumpleaños de una Señorita (12 de Octubre 1847)(pp. 119-120)
En el Álbum de la Señorita M. B. (s./fecha ni numeración)
En un Álbum (Montevº, s./f.)(pp. 121-123)
En el Álbum de la Sra. D.ª L. H. de C. (fecha tachada:
Mayo 16 1846)
(pp. 124-126)
En un Álbum (al pie de una pintura que representa
la Melancolía. S./f.)
(pp. 127-128)
En el Álbum de la Sra. D.ª M. N. de E. (Tachado:
Setiembre 1847)
(pp. 129-130)
En un Álbum (S./f.)(pp. 131-133)
En el Álbum de la Señorita C. L. (Un rato de bueno
o de mal humor; como se quiera) (S./f.)
(pp. 134-137)
Yo te perdono (Sólo queda el título. El texto cortado)(pp. 138-140)
Rosasfalta
25 de Mayo de 1850falta
Canto de los Proscritosfalta
A mis amigos de Colegio (Octubre de 1849)(pp. 141-147)
Pensamientos a Teresa (Al Prólogo de letra y firma
de Mármol siguen las hojas numerada de 4 a 11;
faltan las dos primeras. Fecha: En el mar, Abril de 1846)

A partir de «Canto del poeta», poema al que le fueron suprimidas cuatro estrofas, se puede considerar a la carpeta casi completa. Le sigue «Sueños» con sus veintiún cuartetos alejandrinos íntegros, aunque el último aparece tachado; sin embargo el autor debe haber cambiado de idea porque el poema impreso incluye aquella estrofa suprimida con evidentes cambios. «Ráfaga» se halla completo y contiene dos octavas más tachadas y que fueron desechadas posteriormente.

De los cuatro poemas antepenúltimos que faltan: «Yo te perdono», «Rosas», «25 de mayo de 1850» y «Canto de los Proscriptos», el primero está numerado y cortado con tijera; los otros tres ni siquiera tienen numeración; los patrióticos pueden haber sido corregidos y aparecer con los títulos algo cambiados. Como no se hallan en la carpeta, nada se puede comprobar y sólo es posible hacer conjeturas. Cada año, desde su triunfo en el teatro Coliseo, Mármol sentía la necesidad de festejar la fecha patria. Pero no siempre estaba igualmente inspirado y su poesía más conocida es la que escribiera en 1843 cuando el sitio de Montevideo comenzaba y sus amigos intelectuales, Alberdi, Juan María Gutiérrez y Florencio Varela, habían abandonado ya la ciudad. El mismo se iría en agosto hacia Río de Janeiro donde lo esperaba la familia del general Guido. De la colección de poemas patrióticos suprimió uno, «Súplica: el 25 de Mayo de 1848», y dejó los demás, no sabemos si haciendo intercambios, ya que en todos se trata igualmente el tema de la patria.

Aparece una sola poesía impresa en folletito de dos folios de la Imprenta Uruguayana, la dedicada a la condesa Walewski en 1847. Un dístico del mismo año, «En la tumba de un niño montevideano», llevaba en esta primera versión un segundo verso distinto:



No miro sino lagrimas y duelo
Y asustado el Querub volvióse al cielo.



Publicado después, dirá: «Y a rogar por su patria se fue al cielo». El autor coloca un verso de mayor intención política: el niño debe rogar por su patria prisionera y a punto de ser liberada por las fuerzas de Urquiza.

José Mármol reúne con cariño las obras líricas de diez años de su vida, los diez años que pasó exilado en Montevideo y en el Janeiro. Es natural que corrija muchas veces, que cambie de idea y suprima estrofas y poesías, pues él es ya un poeta conocido y admirado, ha publicado algunos de los Cantos del Peregrino y al presentar al público por primera vez la obra lírica completa debe, entre otras cosas, cuidar su imagen, como diríamos ahora. Por eso suprime todos los poemas anteriores a la proscripción que se contradecían con su actitud de poeta patriótico. Como en 1851 su fama política está a cubierto, y él, al redactar el periódico La Semana que predica la causa unitaria es uno de los principales voceros de Urquiza en la Banda Oriental, no le importa ya mostrar al público poesías de amor que no empalidecerán su perfil de prócer de la libertad.

Los nueve poemas inéditos de esta versión resultan:

1) «Dedicatoria. A las hijas del Plata»p. 2
2) «Oración a María»pp. 24-26
3)«Tus ojos»pp. 29-30
4)«A un alhelí blanco»pp. 46-48
5)«A una Señorita el día de sus 15 años»pp. 57-59
6)«En el cumpleaños de una Señorita»pp. 119-120
7)«En un Álbum»pp. 121-123
8)«En un Álbum»pp. 131-133
9)«En el Álbum de la Señorita C. L. Un rato
de bueno o de mal humor; como se quiera»
pp. 134-137

El prólogo de los «Pensamientos a Teresa» lleva letra y firma de Mármol. Le faltan las dos primeras hojas, pero luego hay nueve más, numeradas de 4 a 11 y cuya fecha final indica «En el mar, Abril de 1846». Un párrafo tachado de ese prólogo decía 1850, por lo que podemos deducir el año en que la colección fue compilada ya que estas constituyen las últimas páginas de la carpeta.

Entre la fecha de la Dedicatoria, Montevideo, octubre de 1849, y la de la prosa poética, 1850, se extiende sin duda el período en que Mármol decidió publicar por primera vez su obra lírica. El autor pensó seguramente editar su libro entonces, pero luego, cuando a principios del año siguiente se convirtió en el creador y único redactor de La Semana, ubicó sus poemas en la parte literaria de dicho semanario. Alteró el orden de las poesías y suspendió algunas, las nueve arriba enumeradas y «Despedida» («septiembre 25 de 1845, Río de Janeiro»)2, «Al 25 de Mayo de 1841» y «Súplica: el 25 de Mayo de 1848».

El poeta suprime once poemas, agrega uno, «La noche oscura», y transforma la poesía dedicada a Pilar Guido y Spano dándole un carácter patriótico. Armonías quedó convertida en cuarenta composiciones poéticas y una prosa, esta última siempre la misma, dedicada a Teresa, su amor del Brasil. Tres años después, en 1854, agregó otras tres como ya dijimos. Pero la primera versión de Armonías hubiera contenido cincuenta poemas y una prosa.

Nos referiremos únicamente a las nueve poesías inéditas que la carpeta proporciona. La breve «Dedicatoria» traiciona el alma del peregrino, constante admiradora del bello sexo. Es a las hermosas mujeres de ambas orillas del Plata a las que ofrece sus primeras composiciones líricas. La segunda poesía corresponde a la página 25 del manuscrito y se titula «Oración a María»; consta de seis octavillas: el tema religioso aparece con alguna frecuencia en la problemática del poeta. En Armonías hay varios poemas de ese carácter, uno titulado «Recogimiento» y otro «A Dios», en que agradece al Creador el amor de una bella. Un fragmento del Canto VI del Peregrino llamado precisamente «Oración del Peregrino» habla también de Dios: «... castiga mi vida, mas no mis despojos, / te pido en mi patria mi pobre ataúd». Y también se refiere al Creador en los famosos versos de «La noche oscura». Mármol es un hombre de fe y se mantendrá católico hasta que todo su grupo generacional se integre en la masonería. Él se incorporara el 5 de octubre de 1858 a la logia Consuelo del Infortunio, nombre esencialmente romántico y apropiado al poeta3.

En versos octosílabos y pie quebrado escribe Mármol una elogiosa y entusiasta composición, «Tus ojos», destinada a loar la mirada inefable de una mujer. Los versos fechados en 1843 nos indican que su autor contaba sólo veinticinco años. Tema inevitable en la poesía mundial, el rioplatense no podía ignorarlo y siglos después repite el motivo que hiciera famoso a Gutierre de Cetina. Por solo una mirada ofrece un mundo y su propio corazón incendiado por el amor.

El alhelí, simbólica y modesta flor rechazada en la última estrofa por el poeta pues le trae recuerdos de su antigua y perdida felicidad, motiva dos composiciones suyas. Rafael Alberto Arrieta encontró una en un periódico de Montevideo fechada el 25 de octubre de 1840 y titulada «El alhelí»4. Años después -no sabemos cuántos porque el manuscrito carece de fecha-, Mármol repite el motivo mejorándolo: «A un alhelí banco»; sin embargo y pese al interés demostrado en un principio por el tema, ninguna de las dos obritas será recogida en volumen por el autor.

En la composición posterior, la idea más comprimida y escueta indica que fue simplificada y retocada. La flor sencilla y desvalida de las antiguas quintas es digna del «Peregrino», y lo conmueve con un sentimiento más íntimo que la opulenta rosa. El poema rehecho y decantado en el que vibra el afecto de un recuerdo a la vez feliz y melancólico, es mucho más breve que el de 1840. Veamos algunas de las diferencias y las correcciones entre ambas poesías:

El alhelí          A un alhelí blanco
...Así miré en un día            ...Así miré yo un día
otra flor que fue mía            La encantadora mía:
blanco su rostro como el alba pura,         Bello su rostro como el alba bella,
   y en virginal sosiego            Y en virginal sosiego
   transparentando el fuego            Transparentando el fuego
que sólo el cielo y el amor apura...         Del escondido amor que ardía en ella.
   Si tu espíritu aspiro            Si tu aroma respiro
   voluptuoso deliro            Dulcemente suspiro,
y hasta el seno del alma conmovida         Que hasta el cáliz del alma conmovida
   va sutil penetrando            Va sutil penetrando
   y en éxtasis dejando            Y en éxtasis dejando
hasta la última fibra de mi vida...         Las delicadas fibras de mi vida...

El poeta rechazará a la flor en ambas composiciones con idénticas palabras, aunque colocadas de diferente manera: «Aparta, aparta oh flor...», en 1840 y «Aparta, flor, aparta...» en la última versión. Ese amor ha terminado como los otros en forma triste, amor extinguido con ese dolor propio del romanticismo. Sucede algo interesante con el siguiente poema «A una Señorita el día de sus 15 años». Fechado en Río de Janeiro, es evidente que Mármol lo dedicó a la hermana de sus amigos, Pilar Florentina Guido y Spano nacida en 1829. En 1844 el Peregrino se hallaba en Brasil y frecuentaba la casa del general Tomás Guido, representante de Rosas en el Janeiro. El poeta ha terminado su azaroso viaje por el Atlántico Sur y quiere festejar a su amiguita. La niña cumple quince primaveras y merece un poema liviano y cariñoso como el que Mármol le dedica: «Ríe; canta feliz; sean tus horas / Gotas de agua de fuentes cristalinas...» y sin embargo, cuando se publican definitivamente las Armonías, el autor ha modificado fundamentalmente el poema: persisten dos estrofas: las dos primeras en la composición publicada, son la segunda y tercera del manuscrito inédito, pero luego cambia el espíritu de la obra. ¿Qué ha sucedido? Lo que ya se ha comprobado una y otra vez a lo largo de este estudio. A Mármol le conviene mezclar la política argentina en todos los temas, aun en los de carácter familiar como es éste. Después del pronunciamiento de Urquiza, el escritor más comprometido en su posición, modifica el poema: la «inocente Pilar» aparece confundida con la Patria cautiva. Ya no se refiere sólo a la Cándida muchacha que recién se asoma a la vida, sino que se mezclan en él los problemas políticos, la situación de peregrino y emigrado, las lágrimas de la patria en el lenguaje habitual de Mármol: Pilar es pura, inocente, como fue «la patria mía» antes de que las lágrimas bañaran su semblante. «Tu suerte es más feliz» -le dice. Al rehacer su poema.escribe: «... yo veo algo de patria en tu sonrisa / que alivia el peso de mi suerte ingrata. Así fue como tú la patria mía, / hija de noble y de gloriosa cuna, / bella, pura, radiante de alegría / al resplandor de Dios y la fortuna...».

Cuatro estrofas se dedican a recordar a la patria sojuzgada comparando su pasado feliz con el dichoso presente de Pilar Guido. Mármol prefiere pasar por poeta político, y tal vez con la intención de hacer una travesura a sus amigos del Brasil escoge, como motivo de su suspiro patriótico, a una niña federal. Una travesura más, que luego de Caseros habrá sido perdonada con creces.

Otro festejo de «cumpleaños», en la clásica combinación de heptasílabos y endecasílabos, es la poesía dedicada con fervor a Ella, palabra tachada luego y reemplazada por una señorita. Seguramente al recopilar los poemas -1850-, el ferviente interés por esa amada había desaparecido ya, pues la poesía lleva como fecha «octubre de 1847» y tres años son muchos para el José Mármol de entonces.

Los tres últimos poemas inéditos pertenecen al género de composiciones para Álbum de señoritas, género muy en boga entonces, indeclinable cortesía que el poeta tuvo que dispensar muchas veces durante su vida. Todas las damas le pedían que autografiase sus álbumes de firmas y pensamientos, y él, sensible al bello sexo, no podía negarse. En el primero el autor se conduele de las desventuras de amor de una niña de sólo catorce años como está indicado en la nota al pie, y este poema nos ilustra sobre la precocidad amorosa de nuestras abuelas que muy jóvenes participaban ya activamente en la vida social rioplatense.

El poema dedicado al Álbum de Aurelia, menos feliz que los otros, combina el tema favorito del autor, la patria perdida y sus sufrimientos de Peregrino, con loas a la belleza de su amiga.


      ... ¿Sabes acaso,
Lo que es el infortunio cuando toca
El pie del infeliz en cada paso,
      Y sonríe y provoca,
      Con su tenaz porfía
Airada maldición del alma fría,
Cansada, seca, encallecida y dura
De tanto batallar con la amargura?...



En el último poema inédito, se permite Mármol un juego humorístico que el lector podrá interpretar «como se quiera». A C. L., la incógnita amiga, no le hablará de sus desdichas de expatriado y de enamorado, sino de las alegrías que la vida depara. C. L. lo ayudará a pasar «un rato» agradable y feliz en el que olvidará «las lágrimas que lloro / cuando late mi pecho / por el amor de la mujer que adoro, / y sufro su desdén o su despecho»...

Al publicar los nueve olvidados poemas que debiera haber contenido Armonías, se justifica el deseo y el recóndito pedido expresado por su ilustre autor en su composición «A mis amigos de Colegio»:


Reconquistad mis versos donde hallaréis mi historia.
Después... después acaso, no muera mi memoria...
¡Yo he visto algunas flores nacer de un ataúd!








Nueve poemas olvidados de José Mármol




A las hijas del Plata


Sean bajo la luz de vuestros ojos
De mi Lira las huérfanas querellas,
Como las margaritas del Desierto
Bajo la tierna luz de las estrellas.
      El Peregrino.

Montevideo, octubre de 1849.




Oración a María


Salve, virgen pura,
Que en trono de estrellas,
Más luces que en ellas
En ti el alma ve.
Salve, virgen casta,
Que distes al mundo
El germen fecundo
De amor y de fe.

A ti la Señora,
La Reina del Cielo,
Demanda consuelo
La grey terrenal;
A ti que con gotas
De llanto divino
Regó su camino
Tu amor maternal.

Si habemos la herencia
De Cristo en el alma,
Mostradnos la palma
Que él hubo al morir;
Mostradnos en prismas
de fe y esperanza,
la vida que alcanza
Quien sabe sufrir.

Tu amor es rocío
De paz y dulzores;
Las almas son flores
Que se abren con él.
La cuna y la tumba
Conocen tu nombre,
Pues es para el hombre
Dulcísima miel.

Purísima madre
Del Mártir divino,
Que el negro camino
Lo aclare tu luz;
Y siempre esperando
Tras penas la calma,
Rebose en el alma
La fe de Jesús!

Por ti, virgen bella,
Magnífico ejemplo,
El alma en el templo
De hinojos se ve.
Por ti, virgen casta,
Que distes al mundo
El germen fecundo
De amor y de fe.




Tus ojos


Mujer, tus ojos incendian
Mi sensible corazón,
Pues tus miradas son rayos
      Del amor.
Mas aunque sufra con ellas
Mírame siempre, por Dios,
Que en ellas bebo la vida
      Y el amor.

Mi corazón de poeta,
Mis sueños, mi inspiración,
Sólo viven en el mundo
      Del amor.
Y por piedad de mis penas,
Mírame siempre, por Dios,
Que son tus ojos los cielos
      Del amor.

Si no me miras, se apaga
De mi fantasía el Sol:
Me falta luz, flores, vida
      Y el amor.
¡Ay! por sólo una mirada
Te cambio mi corazón,
Mas no le toques... que abrasa
      Con tu amor.

Junio 1.º 1843.




A un alhelí blanco


      Pobre flor desvalida,
      Cuya inocente vida
Nace y perece sin amor ni precio;
      Tu modesto destino
      No ofende al Peregrino;
Y cuanto más humilde más te aprecio.

      En tu fina belleza
      Se advierte la pureza
Del ámbar delicado que te anima;
      Bajo tez tan süave
      Esconderse no cabe
Al agria esencia de la flor mezquina.

      Así miré yo un día
      La encantadora mía:
Bello su rostro como el alba bella,
      Y en virginal sosiego
      Transparentando el fuego
Del escondido amor que ardía en ella.

      Si tu aroma respiro
      Dulcemente suspiro,
Que hasta el cáliz del alma conmovida
      Va sutil penetrando
      Y en éxtasis dejando
Las delicadas fibras de mi vida.

      Así gocé en un día
      De la hechicera mía
El perfumado aliento en mi embeleso;
      Cuando de amor perdidos
      El alma y los sentidos
Temblaba el corazón en cada beso.

      Hija de la mañana
      Apareces lozana
Húmedas con sus lágrimas tus hojas;
      Pero ¡ay! del sol al rayo
      Te doblas en desmayo
Y pálida y sin vida te acongojas.

      Aparta, flor, aparta.
      Un día entre mis brazos
Te deshojó la flor de una hermosura,
      Y del amor los lazos
Nos cortó del dolor la mano impura!




A una Señorita el día de sus 15 años


Inocente Pilar; mi tierna amiga,
Sobre tus sienes su invisible mano,
El Padre de los cielos te bendiga
Desde su trono de oro soberano.

Hoy el sol de tu vida se levanta;
El alba ya pasó. Brilla en tu Oriente
Magnífica su luz; deslumbra, encanta,
¿Nunca una nube eclipsará su frente?

¡Ah! quien pudiera detener la noche
Que los años traen yerta y oscura,
Y bajo eterno sol guardar en broche
La delicada flor de tu hermosura!

Ríe; canta feliz; sean tus horas
Gotas de agua de fuentes cristalinas,
Y sea de placer si inquieta lloras,
Tórtola de mis playas argentinas.

Guarda en tu corazón tan inocente
Por largo tiempo tu infantil sonrisa;
Y al adormirse tu virgínea frente
Sueña por tu jardín lirios y brisa.

De hora en hora tan libre como hermosa
Juega con tus canciones y tus galas,
Como juega la blanca mariposa
De flor en flor sin espinar sus alas.

Y como ella se escapa de los suelos
Embriagada en el ámbar de las flores,
Tu alma, soplo de Dios, alce sus vuelos
Al Padre de tus cándidos amores.

Pilar, y acaso si llegara un día,
Allá en el vuelco de lejanos años,
En que oprimiesen con su mano impía
Tu noble corazón los desengaños;

Mira estas hojas pálidas, sin nombre,
Con que oso coronar tus quince abriles:
Y busca luego sin temor al hombre
Que sonrió a tus años juveniles.

Río Janeyro.




En el cumpleaños de una Señorita


      Día de amor fecundo,
      Día sin mancha y claro!
Hoy es aquél en que viniste al mundo
Y si lo amo por tí, por mí lo lloro;
Pues de tu vida el celestial tesoro
Me roba un año más el tiempo avaro.

      Pero no en tu memoria
La imagen robe de tu triste amigo,
Y entonces ¡ay! encontraré contigo
Mi ventura mayor, mi mayor gloria.

12 de octubre de 1847.




En un Álbum5


¡Quince años! y tú lloras? tú sufres? ah, mentira,
Mentira deliciosa del virgen corazón,
Que ríe y llora y canta, y angélico suspira
Dormido sobre el ala de un céfiro de amor.

La flor de tu existencia plegada entre su broche
Se esmalta con los rayos del primitivo sol;
Y lejos ¡oh! muy lejos del luto de la noche,
Ostenta su frescura, su aroma y su color.

Tan niña! tan hermosa! ¿qué sabes todavía
Lo que es el infortunio del mundo y del amor?
Tu llanto! llora el Alba cuando despierta el día
Al trino de las aves y al ámbar de la flor.

Tu llanto! ¡pide al cielo que en tus futuros años
Más lágrimas no viertas que las que viertes hoy;
Que no hayas más dolores ni amargos desengaños,
Ni sienta más espinas tu tierno corazón!

Pero también ¡oh niña! pide para más tarde
Ese divino infierno que se apellida amor;
Lo necesita el alma, pero en el alma no arde
Si el soplo no lo incendia vital de la pasión.

Lo que hora sientes, tierno, es ese amor fecundo
Que esparcen sobre todo los ángeles y Dios,
Tú misma no lo sabes. Vendrá el amor del mundo;
Mas hoy! a los quince años ¡qué sabe el corazón!

Sabe pasar volando del llanto hasta la risa,
Cual entre flor y espinas revuela el picaflor;
Sabe robar al Cielo su perfumada brisa;
Sabe robar a mi alma sentida bendición.

Montevideo.




En un Álbum


      Hay mortales, Aurelia,
Por el fallo de Dios predestinados
      Para ignorar el llanto;
Y a caminar la senda de su vida,
Por una lumbre celestial guiados
      En la noche aterida
Que cubre al mundo con eterno manto.

      Y ese rayo divino,
Dádiva del Señor para los buenos,
      Alumbra tu camino
Desde los años de esperanzas llenos,
      en que abrióse tan pura
La delicada flor de tu hermosura.

      Yo miré en tus albores
Sobre tu frente virginal el sello,
      Con que marca lo bello
      El Hacedor glorioso,
En la tierna mujer como en las flores,
      Y en ese misterioso
Mundo del corazón y los amores.

Eras entonce, amiga,
      Una tierna esperanza del futuro;
Un dulce sueño al despertar el alba;
Una bella ambición que el pecho abriga
Cercano de la sien el lauro puro.
No es aquesto verdad? No eres dichosa?
Bella en botón la purpurina rosa,
      Y más bella en un seno
De amor, ventura y esperanzas lleno...

      Qué más! Sabes, acaso,
Lo que es el infortunio cuando toca
El pie del infeliz en cada paso,
      Y sonríe y provoca.
      Con su tenaz porfía,
Airada maldición del alma fría,
Cansada, seca, encallecida y dura
De tanto batallar con la amargura?

Oh, tú no lo sabrás..., bendita seas!
Qué más quieres, mujer? acaso un voto
De la fina amistad también deseas
Por tu felicidad? Pues el incienso
Que en el templo de Dios al Cielo sube
Desde el pie del altar en parda nube,
No es más puro ni santo, tierna amiga,
      Que el deseo que abriga
Por la dicha sin fin de tu destino
El noble corazón del Peregrino.




En el Álbum de la Señorita C. L.


Un rato de bueno o de mal humor; como se quiera.


No, no quiero escribir en estas hojas,
      Jardín de tu memoria,
Con la tinta crüel de mis congojas
Un pensamiento de mi ingrata historia.
Para ti la más tierna criatura,
      Quiero una blanca rosa,
Opulenta de amor y de frescura,
Tan pura como tú, menos hermosa.

¡Oh, soy feliz! Hablemos de la vida
      Exenta de dolores,
Por un rayo de Dios favorecida
De juventud, felicidad y amores.

Son mentiras dolor y desengaños;
      Mentira las pasiones;
Verdad que se deslizan nuestros años
En un mar de floridas ilusiones.
Mentira la inquietud, mentira el llanto;
      Verdad el alegría
Del corazón en celestial encanto,
Cuando hierve de amor y poesía...
Son mentira las lágrimas que lloro
      Cuando late mi pecho
Por el amor de la mujer que adoro,
Y sufro su desdén o su despecho.

Es mentira el dolor: bello es el mundo,
      Y bella la existencia;
Y el orbe es un jardín rico y fecundo
De flores, de armonías y de esencia...
Lujo, flores, orquestas y querida;
Venga vino y amor... bella es la vida...
[...]

Todo es felicidad ante mis ojos;
      Y todo dentro mi alma
Aromáticos sueños, sin enojos,
Y paz de Dios, felicidad y calma.
Las flores se coloran, y mi mano
      Ellas mismas procuran,
Y me embriagan de aroma soberano,
Y en mi abrasado pecho frescas duran.
Un sol alumbra con eternos rayos
      Mi bendecida frente;
Y de amor y placer dulces desmayos
Mi corazón envanecido siente...

Hagamos de la vida un paraíso
      Cuya florida puerta
El dueño de la luz dejarla quiso,
Para su imagen en el mundo abierta.
Ríe, niña, no llores: es mentira
      Cuanto oyes de dolores
Y de que triste el corazón suspira
En ambición de glorias y de amores.
Ríe, niña, cual yo: bella es la vida,
      Bello cuanto yo toco;
Bella mi alegre juventud florida,
Bello también mi pensamiento loco.



Indice