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Arte de la Escritura y de la Caligrafía

(Teoría y práctica)


Rufino Blanco y Sánchez




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A guisa de prólogo

El presente volumen, más que nueva edición del ARTE DE LA ESCRITURA Y DE LA CALIGRAFÍA, será, Dios mediante, una obra nueva con el mismo título: tales son el número y calidad de las correcciones hechas en este sencillo trabajo.

La segunda edición ha tenido la suerte imponderable de ser leída, corregida y anotada por el insigne prosista y erudito académico de la Española D. Miguel Mir, y esto sería motivo suficiente para declarar la perfección del estilo literario de la obra, si el que esto escribe hubiera podido recoger, interpretar aprovechar las observaciones acertadísimas y las enseñanzas luminosas de escritor tan ilustre y crítico tan esclarecido; pero ya que no pueda decirse que el presente libro sea dechado de propiedad, corrección y elegancia literarias, puede afirmarse que contiene menos defectos de lenguaje que las anteriores, merced solamente a la intervención generosa del sabio académico D. Miguel Mir, a quien debo, por haber mirado con bondad mi obra pobrecilla, mucho más de lo que vale esta demostración de pública gratitud.

Durante el mes de mayo último se verificó en las Escuelas de Aguirre, de esta corte, la primera Exposición Nacional de Caligrafía y artes similares, y su estudio aportó tantos y tan valiosos datos para el progreso de la Escritura en España, que he tenido necesidad de modificar de raíz algunos juicios expuestos en las ediciones precedentes, y de variar, en no pocos lugares, puntos de vista, datos y observaciones personales.

A más de esto, que es labor propia (y por tanto de escaso valor) lleva el libro otras modificaciones dictadas por la comunicación asidua que tuve durante la Exposición de Caligrafía con maestros consumados en el Arte de escribir, entre los cuales merecen cita especial el Reverendo P. Melquiades Guilarte, escolapio; el iniciador del Certamen caligráfico, mi querido maestro, D. Antonio Piera, y el eminente artista de la pluma, Director de la Exposición, D. José Surroca, cuyos juicios íntimos, sabrosos datos y atinadas observaciones van ocultos, en mi manera de decir, en los párrafos de más valor de este volumen.

También las ilustraciones del texto ofrecen alguna novedad. El inspirado artista D. Eduardo Moro, muerto ya para desgracia del arte, dejó grabados los más perfectos modelos de letra española inclinada y vertical, y tales obras embellecen y avaloran las páginas del texto, que van además ilustradas con las mejores muestras de los más célebres calígrafos españoles, reproducidas escrupulosamente por el procedimiento del fotolitograbado.

Lo dicho justificará quizás la afirmación del principio respecto de que «este libro es una obra nueva, más bien que una nueva edición del ARTE DE LA ESCRITURA Y DE LA CALIGRAFÍA». Y yo me congratulo de haber podido disminuir sus defectos (aunque haya sido por bondades ajenas, más que por trabajo propio) para corresponder de alguna manera al favor nunca bastante agradecido, del público, que ha demandado del libro en este año dos copiosas ediciones.

R. Blanco.

Panorama de la escritura. (Ampliar imagen)






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Preliminares


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Capítulo I

Concepto de la escritura


1. Idea del lenguaje. -2. Necesidad de un lenguaje gráfico. -3. Objeto general de la presente obra. -4. La Escritura es una arte gráfica y una arte de la palabra. -5. Diferencia de la Escritura con las demás artes de su género. -6. Arte de la Escritura: su objeto y fin. -7. Concepto de la Caligrafía. -8. La Escritura y la Caligrafía como medios, deduciendo su importancia general. -9. Consideraciones sobre su importancia especial para el maestro de primera enseñanza. -10. División de la Escritura y de la Caligrafía en dos partes: especulativa y práctica. -11. Varias acepciones de la palabra escritura. -12. Diferencias entre las varias denominaciones que se aplican al que escribe.


1. Entiéndese por lenguaje un sistema de signos apropiado para la expresión de los fenómenos del espíritu.

Al decir sistema se significa que el lenguaje no es solamente una aglomeración de signos, sino un conjunto de cosas varias, ordenadas bajo un principio que les da unidad; una reunión de objetos sensibles, que por estar sujetos en su naturaleza y en sus combinaciones a leyes lógicas, forman un organismo completo y apto para el fenómeno que intentan significar.

Signo es un objeto sensible que nos da conocimiento de otro objeto diferente por la relación que con él tiene1.

Los signos pueden ser naturales y arbitrarios, mímicos, acústicos y gráficos. De estas diversas clases de signos se forman también diversas clases de lenguaje.

En efecto, de los signos naturales, esto es, de los signos cuya relación con el objeto significado está en la misma naturaleza de las cosas, se forma un lenguaje natural, que es común a todos los seres dotados de sensibilidad. De igual manera los signos arbitrarios, esto es, los signos, cuya relación con los objetos significados ha sido establecida por libre convenio, forman el lenguaje artificial que es patrimonio del hombre.

El lenguaje artificial o arbitrario se divide, por la naturaleza de los signos que le constituyen, en mímico, acústico y gráfico.

El lenguaje mímico está constituido por gestos y otros movimientos del cuerpo humano; el lenguaje acústico se forma de sonidos, y el lenguaje gráfico de signos escritos, de líneas dibujadas, simples o en combinación, que percibimos por la vista. Esta clase de lenguaje, el gráfico, es siempre artificial, y propio, por tanto, del hombre.

El lenguaje acústico o de sonidos puede ser natural o inarticulado, propio de la vida sensitiva; articulado u oral, si expresa ideas por medio de palabras; y musical, si expresa afectos del alma o ideas indeterminadas por medio de sonidos llamados notas.

El lenguaje de sonidos orales, esto es, de palabras, forma el lenguaje articulado, «bello patrimonio del hombre, carácter que le distingue de los animales, perenne testimonio de su inteligencia, sublime insignia con que el hacedor supremo ha señalado al rey de la creación»2.

En efecto, el lenguaje de la palabra es superior al del gesto. La voz se presta a inflexiones y combinaciones que el gesto no puede imitar; la fácil distracción de la mirada hace perder el hilo de la expresión, y la falta de luz la imposibilita.

Los diversos sistemas de lenguaje articulado o de palabras para expresar el pensamiento, se llaman idiomas o lenguas.

Es, por tanto, el idioma, una especie de lenguaje articulado, esto es, un conjunto de palabras para expresar los fenómenos del espíritu.

2. No bastó, sin embargo, para satisfacer las necesidades sociales del hombre, el uso del lenguaje oral, y muy luego se vio la necesidad de usar signos permanentes del pensamiento.

La palabra es un signo muy limitado por el espacio y por el tiempo, pues la voz no se oye a larga distancia y dura solamente unos instantes. Tuvo pronto el hombre, por esta causa, necesidad de comunicarse a través de largas distancias y en diferentes épocas con otros hombres, y como la memoria es débil y no todas las personas tienen buena fe, se observó que la tradición oral no bastaba para dar fijeza a la expresión del pensamiento, y se inventó el lenguaje gráfico, invento maravilloso que formó época en la historia de la civilización humana.

La necesidad de un lenguaje gráfico o de signos escritos resultó, pues, de la imposibilidad de fijar la expresión del pensamiento, valiéndose únicamente de signos orales.

3. El presente libro tiene por objeto el estudio del lenguaje gráfico, llamado Escritura3.

La Escritura puede representar los objetos de varias maneras; pero entre todas es más importante la que corresponde al lenguaje oral, o la que representa sonidos del lenguaje articulado. A ella, pues, se dedicará la mayor parte de este libro.

Es cierto que el lenguaje de la Escritura tiene principios comunes a todos los idiomas, pero también lo es que esta forma de expresión tiene en cada lengua mucho de propio y peculiar, no sólo por el valor ideológico de los signos, sino también por su figura y trazado, de lo cual resulta la necesidad de estudiar particularmente el lenguaje escrito con aplicación al idioma nacional.

Se estudiarán, pues, principalmente en este libro los principios y reglas del lenguaje gráfico correspondiente al lenguaje oral y con aplicación principal al idioma castellano.

4. La palabra arte como forma de la actividad humana, significa «la facultad de crear lo verdadero con reflexión»; y, como cuerpo de doctrina para regular dicha actividad, «un sistema de reglas para ejecutar bien una obra».

La Escritura es arte en ambos sentidos.

En efecto, la Escritura es facultad del hombre, porque con ella se crean formas de expresión, que tienen la nota de verdaderas, pues la Escritura transforma la tinta en trazos (y por esto es arte gráfica), y los trazos en signos (y por esto es arte de la palabra); y ambas transformaciones se hacen mediante el fenómeno espiritual de la reflexión4.

La Escritura es, por tanto, arte, y arte mixta porque es arte gráfica y arte de la palabra.

Asimismo la Escritura, desde tiempo inmemorial, está sujeta a reglas para realizar la obra de la expresión del pensamiento por medio de signos gráficos; luego en este otro concepto la Escritura es arte también.

Además, el estudio de la Escritura tiene base científica; sus reglas se derivan de principios inmutables, aunque ellas varían con el tiempo y el lugar, y todas estas notas corresponden a la noción del arte.

La experiencia manifiesta, y la razón confirma, que la Escritura no satisface necesidades físicas o del cuerpo, puesto que sirve para significar fenómenos del espíritu. Es, por tanto, la Escritura una arte, que satisface necesidades de la vida espiritual.

La Escritura es un sistema de signos gráficos; luego por la naturaleza de los signos, del objeto que estudia y por el sentido corporal que tal objeto puede percibir, es una arte óptica, plástica o de la vista.

Dentro de este grupo de artes, la Escritura no puede considerarse como una arte dinámica o del movimiento, sino como una arte gráfica, estática o del diseño, porque los signos de que usa son figuras inmóviles, fijas, y no movimientos del cuerpo humano.

A la vez la Escritura es una arte de la palabra, porque sus signos corresponden a los signos orales de las ideas.

Es, por tanto, la Escritura una arte mixta, que contiene elementos de las artes gráficas y del arte maravilloso de la palabra. Por esto, su estudio, para que sea completo, ha de abarcar los dos citados aspectos del objeto a que se dirige, y por esto yerran los que, considerando la Escritura en su aspecto gráfico, descuidan el estudio del valor ideológico de lo signos escritos, y también yerran los que, atendiendo principalmente al valor significativo de la Escritura, no estudian esta arte en sus efectos plásticos o de la vista.

5. La Escritura se diferencia notablemente de las demás artes plásticas.

En efecto, el Dibujo puede representar muchos objetos y los representa por su figura5. Es incapaz, y por tanto, de representar objetos inmateriales y otros muchos materiales cuya forma no sea determinable, y perceptible por el sentido de la vista. El Dibujo puede representar algunas ideas, pero no relaciones entre ellas.

La Escritura, por el contrario, representa directamente sonidos con un número pequeño de figuras; es apta para la representación de todas las ideas expresadas por lenguaje oral, y lo que es más importante, para expresar las múltiples relaciones de unas ideas con otras, a lo cual no llega ninguna otra arte plástica.

El Dibujo es principalmente un medio de expresión para la vida sensitiva; la Escritura es, en primer término, medio de expresión para la vida racional. La Escritura tiene condiciones de arte de la palabra que no tienen las otras artes gráficas o del diseño. Por último, la Escritura produce signos, y el Dibujo imágenes.

La Pintura y las demás artes que tienen por fundamento el Dibujo, se diferencian aún más de la Escritura. La Pintura, que tiene como arte las propiedades del Dibujo, usa del colorido; la Escultura emplea piedras, maderas y metales, sacando efecto de las tres dimensiones de los cuerpos; y la Arquitectura, que usa de iguales materiales que la Escultura y de igual clase de efectos plásticos, simboliza una idea, pero no puede concretarla ni relacionarla con otras.

El medio sensible de que usan la Escritura y la Caligrafía, es el trazo o línea gráfica de diferente anchura, negra por lo común, y hecha generalmente con una substancia líquida. Saca, pues, efectos de dos dimensiones de la materia, por lo cual puede obtener el del claro obscuro, pero no el del relieve. Tampoco puede producir la Escritura el efecto de la perspectiva, si no es con el auxilio del Dibujo, ni el del policromatismo6 o colorido. En cambio, la Escritura puede concretar y relacionar ideas, a lo cual no llega ninguna otra arte plástica.

La Escritura, por último, se diferencia de todas las demás artes de la palabra en la naturaleza del medio material de expresión: la Escritura usa de signos gráficos, y todas las demás artes de la palabra usan de signos orales.

6. Determinado ya el género a que la Escritura pertenece, y establecidas las diferencias que tiene con las demás artes de su género, podemos definirla diciendo que es el arte de representar los sonidos orales por medio de signos gráficos.

Análogos conceptos ofrece esta otra definición: Escritura es el arte gráfica de la palabra7.

Es, pues, el objeto8 de la Escritura la representación de los sonidos orales; pero su fin9 es la expresión del pensamiento y demás fenómenos del espíritu por medio de signos gráficos.

Este es el fin inmediato del Arte de escribir; pero es indudable que la Escritura tiene otro fin mediato, y más importante: la Escritura se produce para que sea leída. Prescindir de este fin, es como prescindir de la Escritura.

Es la Escritura, por tanto, la representación directa de los sonidos orales, e indirecta de los objetos y de las ideas que a ellos se refieren; pues siendo la Escritura la representación de los signos orales, como éstos a su vez representan las ideas, la Escritura servirá igualmente para la expresión de las ideas por medio de la palabra hablada.

7. Torío afirma, no sin motivo, que el Arte de escribir es liberal.

Las artes liberales, en opinión del citado autor, usan más del entendimiento que de la mano, y en este caso se halla la Escritura, en la cual, la mano, sin inteligencia que la dirija, es un miembro inútil para la producción de las obras escritas10.

Además, la Escritura es arte en que se ejercitaban los hombres libres, y no los siervos del mundo antiguo, y tales hechos son causa también de que pueda dársele el calificativo de liberal.

Pero tomando esta palabra en su acepción de belleza, podemos asegurar que la Escritura es una arte bella.

Es posible concebir en las obras escritas las notas esenciales de la belleza, a saber: orden, proporción, verdad, bondad y perfección; las obras escritas producen frecuentemente emociones agradables, puras y desinteresadas, luego son capaces de belleza.

Compónense los signos de la Escritura de líneas gráficas, capaces, por tanto, de orden, igualdad, proporción y demás condiciones de la belleza plástica, excepto la del relieve; permiten la ejecución del claro oscuro por la varia intensidad del trazado, y todo esto viene a probar que la Escritura es una arto bella.

8. La Escritura puede ser una arte bella; y cuando esta arte, además de realizar su fin, que es la expresión del pensamiento y demás fenómenos del espíritu por medio de signos gráficos, realiza el de manifestar la belleza, recibe el nombre especial de Caligrafía11.

Entiéndese, pues, por Caligrafía el arte de representar con belleza los sonidos orales por medio de signos gráficos, o bien, la única bella arte gráfica de la palabra12.

9. Comparada la Caligrafía con otras artes bellas, se observa que por el medio material que usa y por su poder de representación, ocupa puesto preeminente entre las artes plásticas, y tiene toda la excelencia de las artes de la palabra13.

La expresión del pensamiento por medio de signos gráficos es, como ya se ha dicho, el fin de la Escritura; pero este fin puede ser considerado como medio para otros fines remotos. En efecto, al escribir, nos proponemos transmitir un conocimiento a personas ausentes o a generaciones venideras, y en este propósito hay siempre un fin educativo. Es, por tanto, la Escritura medio eficaz de educación y de instrucción.

Además, el estudio y práctica de la Escritura, y principalmente de la Caligrafía, exige el ejercicio de varias facultades del alma como los sentidos externos, la imaginación, la memoria, la inteligencia y el apetito; y por la Escritura adquiere el hombre muchos y variados conocimientos.

Perpetuada la expresión del pensamiento por medio de la Escritura, los conocimientos humanos, ofreciéndose a muchas personas en varios tiempos y lugares, se multiplican extraordinariamente. Suprimida la Escritura, quedaría suprimida la civilización de la humanidad.

Con razón dice Balmes en su Filosofía elemental: «El lenguaje escrito es un hecho admirable, que sólo deja de serlo para nosotros porque estamos acostumbrados a él.

»La Escritura es la ampliación de la palabra; es la palabra misma triunfando del espacio y del tiempo. Con la Escritura no hay distancias. Un hombre retirado en un ángulo del mundo concibe una idea, y hace un signo en una hoja deleznable; el hombre muere desconocido, el viento esparce sus cenizas antes que se haya descubierto su ignorada tumba. Y sin embargo, la idea vuela por toda la redondez del globo, y se conserva intacta al través de la corriente de los siglos, entre las revoluciones de los imperios, entre las catástrofes en que se hunden los palacios de los monarcas, en que perecen las familias más ilustres, en que pueblos enteros son borrados de la faz de la tierra, en que pasan sin dejar memoria de sí tantas cos as que se apellidan grandes. Y el pensamiento del mortal desconocido se conserva aún, el signo se perpetúa14, los pedazos de la débil hoja se salvan, y en ella está el misterioso signo donde la mano del oscuro mortal envolvió su idea y la transmitió al mundo entero en todas sus generaciones. Tal vez el desgraciado perecía, como Camöens, en la mayor miseria; su voz moribunda se exhalaba si un testigo que le consolase; tal vez trazaba aquellos signos a la escasa luz de un calabozo; ¡qué importa!, desde un cuerpo tan débil, su espíritu domina la tierra; la voz que no quieren oír sus enfermeros o carceleros, la oirá la humanidad en los siglos futuros. Esto hace la Escritura. ¡Cuán débiles somos, y cuán grandes en medio de nuestra debilidad!».

La Escritura no sólo fija la expresión humana, sino que guarda además la palabra de Dios, y Él mismo usó de la Escritura para dar su Ley a Moisés en el monte Sinaí15.

La Escritura ayuda a la memoria. Imposible sería recordar el título de todos los libros de una biblioteca, las voces todas de un idioma, los nombres de los habitantes de una población o los cálculos de un libro de comercio, si la Escritura no supliese esta falta de la humana naturaleza.

La Escritura es arte tan maravillosa que «su inventor debió de ser Dios o un hombre divinamente inspirado».

Por último, la cultura de un pueblo se gradúa por el número de personas que saben leer y escribir.

10. Si la Escritura es un instrumento necesario para toda persona culta, bien puede afirmarse que es indispensable para el maestro de primera enseñanza.

En efecto, los maestros de instrucción primaria estamos obligados a enseñar a escribir por tradición16 y por ministerio de la Ley, y muchos maestros de primera enseñanza han sido calígrafos eminentes. Nosotros, por tanto, para cumplir con nuestras obligaciones, y por interés profesional, debemos poseer con la mayor perfección posible el ARTE DE LA ESCRITURA, a fin de que no seamos responsables de su decadencia; y hemos de procurar que este conocimiento se extienda y se generalice hasta que todos los hombres lleguen a poseerle.

Tan necesario es el conocimiento de la Escritura para el maestro de primera enseñanza, que en realidad no debiera otorgarse el título profesional a quien no supiese escribir con perfección.

11. El conocimiento de la Escritura y el de la Caligrafía, como todo conocimiento intelectual, es de dos modos: teórico o especulativo y práctico.

Es la teoría el conocimiento que considera los objetos como verdaderos, sin parar mientes de la acción que ha de ejecutarse, y consiste la práctica en el conocimiento de la verdad con relación a la obra que ha de ejecutarse, esto es, como la norma de lo que ha de hacerse.

El conocimiento teórico aprehende la verdad en sí misma, y el práctico, la aprehende con relación a la obra.

Esto no es más que una división lógica, pues en el hecho, en el estudio del ARTE DE LA ESCRITURA, la teoría y la práctica deben ir siempre unidas: cada regla de Escritura debe aplicarse a casos particulares, y cada ejercicio escrito debe tener relación con la regla a que su ejecución debe sujetarse.

12. La palabra escritura no sólo tiene la acepción de arte: el uso de personas doctas ha dado a dicha palabra otras varias acepciones.

En efecto, escritura significa también obra escrita. En este sentido se dice: «La mala escritura es dañosa para la vista».

Significa también el acto de escribir. Así se dice: «La escritura requiere buen pulso y buena vista».

Escritura es también un documento escrito, por el cual las personas capaces contraen libremente obligaciones.

Si se otorga ante notario, la escritura se llama entonces pública.

Por último, la Santa Biblia se llama también Sagrada Escritura, o sencillamente la Escritura.

13. El agente de la Escritura, la persona que escribe, se designa con varias palabras, cuya significación debe ser conocida. Tales son: escritor, literato, letrado, calígrafo, pendolista, escribano, notario, secretario, amanuense, escribiente, copista, memorialista, taquígrafo y mecanógrafo.

Escritor es el artista que expresa bellamente el pensamiento por medio de la Escritura.

La palabra literato tiene análoga acepción, pues significa el artista de la Literatura.

Letrado, antiguamente significaba la cualidad de una persona que sabía leer y escribir, o leer solamente. Hoy, en el lenguaje vulgar, significa lo mismo que abogado.

Calígrafo es el artista de la bella Escritura, el que traza con belleza los signos gráficos, conociendo las reglas del Arte.

Pendolista17es la persona que escribe diestra y gallardamente sin el conocimiento fundamental del Arte de escribir.

Escribano es un funcionario judicial, que redacta las actuaciones.

Notario es el depositario de la fe pública en asuntos civiles, y su oficio es redactar contratos, obligaciones, escrituras, testamentos y otros documentos análogos.

Secretario es el empleado que dirige el trabajo de escritura de una oficina pública o de una casa particular, a las órdenes de un jefe.

Amanuense18 significa la persona que escribe lo que se le dicta.

Llámase escribiente al que escribe por encargo de otro, y copista el que reproduce un escrito original.

El amanuense, el escribiente y el copista son auxiliares del secretario19.

Memorialista es la persona que, por oficio, se ocupa en escribir memoriales u otros documentos análogos.

Por último, se llama taquígrafo20 al que escribe velozmente, usando signos a propósito; y mecanógrafo al que escribe con máquina.

El escritor escribe lo que compone o redacta, y suele atender muy poco al trazado o parte gráfica de la obra. Al contrario, el calígrafo atiende más al efecto plástico de la producción, y no suele distinguirse por el valor literario de sus escritos.

El calígrafo conoce la razón del trazado que ejecuta: el pendolista lo produce por imitación.

El escribiente es, en realidad, un obrero de la pluma, que suele conseguir por el ejercicio la habilidad del pendolista.

Lo mismo puede decirse de los amanuenses y copistas.

Los escribanos y notarios escriben por necesidad, y de ordinario no sobresalen ni como literatos ni como calígrafos. Suelen redactar mal y escribir pésimamente.




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Capítulo II

Ciencias y artes relacionadas con la Escritura21


1. Ciencias sobre que descansan las reglas de la Escritura y de la Caligrafía. -2. Artes que las auxilian, fijándose principalmente en las relaciones que la Escritura tiene con la Lectura y con el Dibujo.


1. Los elementos de la escritura son signos gráficos, y como tales ocupan lugar, tienen extensión, dimensiones y forma; su estudio, en este aspecto, debe fundarse, por tanto, en las Matemáticas, que son las ciencias de la cantidad, y muy particularmente en la Geometría, que es la ciencia de la extensión y de sus formas.

En efecto, la Geometría nos da medios para conocer la forma de las letras y demás signos de la Escritura, sirve de fundamento al análisis del trazado y a la construcción de la pauta; da ideas de las dimensiones de la producción escrita y de las de sus elementos, y sus verdades son la base de gran número de reglas caligráficas.

Si la Geometría es base de la Escritura, no dejará de serlo también la Aritmética, pues las superficies, lo mismo que las líneas, para ser usadas en las producciones escritas, han de ser medidas, y en este caso hay necesidad de aplicar los principios aritméticos.

Usa la Escritura de materias y agentes naturales, y por esto su estudio ha de fundarse también en las ciencias de la naturaleza.

Así, la Física enseña al que escribe las condiciones de la luz; la Historia natural, las materias que se usan en la Escritura, y la Química, su composición y sus elementos.

De igual manera la Anatomía enseña la estructura de los órganos corporales, que intervienen en el acto de escribir; la Fisiología, las funciones de estos mismos órganos, y la Patología, las enfermedades que pueden padecer.

La Escritura es arte de la palabra, y como tal muchas de sus reglas se derivan necesariamente de la Filología y de la Lingüística, que son las ciencias del lenguaje oral.

No es posible conocer con perfección la escritura de un idioma no conociendo las leyes del lenguaje, el valor y naturaleza de los signos, las formas de composición comunes a todas las lenguas, el origen y semejanzas de algunos idiomas, y otros muchos principios que dan la razón superior de lo que es y de lo que vale el lenguaje escrito, de su correlación con el oral, y las diferencias de naturaleza y de representación de ambas clases de lenguaje.

Si toda regla de arte es falsa cuando va contra un principio científico, nunca podrá decirse esto con más seguridad en el Arte de escribir que al referirse a la Filología y a la Lingüística, fuentes de que manan en abundancia reglas y aplicaciones a todas las artes de la palabra.

La Historia sirve también de base al estudio de la Escritura, porque enseña el desenvolvimiento de esta arte en las diversas épocas de la Historia de la humanidad.

La producción escrita exige el ejercicio de varias facultades del espíritu; luego la Psicología, que es la ciencia del alma humana, mostrará al que estudie el ARTE DE LA ESCRITURA las potencias que principalmente intervienen en la producción escrita, así como la Lógica le enseñará particularmente las leyes porque se rige el entendimiento, y además los principios del método, no sólo para la exposición doctrinal y para la investigación de nuevas verdades, sino también para producir la obra de la Escritura; y la Lógica, que es la ciencia del pensar, nos suministra datos para distinguir la relación entre los principios y las conclusiones, esto es, nos da medios de distinguir la verdad del error en el conocimiento adquirido racionalmente.

Siendo, como es, la Caligrafía arte bella, no puede menos de buscar apoyo en la Estética, que es la ciencia de la belleza.

En efecto, la Estética da al calígrafo idea de lo que es bello, en cuanto esto es posible; enseña los grados de belleza, las cualidades, que a ésta se oponen, los principios de arte referentes al artista, a la obra y al público, y el concepto general de las bellas artes; y de todo esto hace frecuente aplicación el calígrafo que aspira a producir una obra en el mayor grado de belleza; que evita todo cuanto pueda afear a la producción; que ha de reunir las cualidades de todo artista que se dedica a producir obras bellas; que las compone para un público, y que necesita a veces para la producción el auxilio de otras bellas artes.

2. Vemos, pues, cuántas y cuán importantes son las ciencias en que se apoyan los estudios del Arte de escribir, pero no son menos las artes que prestan auxilio a la Escritura.

Entre las que se derivan de las ciencias físicas y que satisfacen, por tanto, necesidades materiales o del cuerpo, puede citarse la Industria.

En efecto necesita la Escritura de objetos artificiales para la producción de sus obras, y por esto, la Industria auxilia al Arte de escribir, prestándole objetos que produce, como papel, pluma, tinta, mesas, asientos y otros útiles necesarios para el que escribe, el cual si estudia la Industria, sabrá cómo se fabrican y construyen dichos objetos y las cualidades que han de reunir para que sean útiles al artista de la pluma.

Casi todas las artes que satisfacen necesidades del espíritu prestan auxilio a la Escritura.

En efecto, siendo la Escritura arte de la palabra, las demás artes de la palabra han de suministrarle conocimientos útiles.

La Lexigrafía enseña el significado, composición y derivación de las voces para que sean usadas con propiedad en el acto de escribir.

La Gramática, que es el arte de hablar una lengua con sujeción a reglas, enseña el oficio de las palabras en la expresión del pensamiento, las reglas de su construcción, la manera de pronunciarlas, y, por último, la de escribirla correctamente; y no cabe duda que para conocer la escritura de un idioma, es preciso conocerle antes en los puntos indicados. Sin poseer estos conocimientos es imposible escribir bien. La experiencia lo manifiesta continuamente.

Nada hace desmerecer más a una producción escrita que las incorrecciones gramaticales: el más bello trazado, la mejor obra caligráfica, es inadmisible para las personas de buen gusto si tiene una falta de Ortografía o un vicio de Sintaxis.

El artista de la Escritura debe escribir correctamente y con belleza, pero conviene advertir que es siempre menos grave la falta de esta cualidad que la falta de corrección.

Es la Literatura el arte de hablar bellamente, y claro es que por esto el Arte literario y la Caligrafía se han de prestar mutuo auxilio. La mayor parte de obras literarias se perpetúan por la Escritura; y si a las bellezas de la producción gráfica se añaden las de la composición literaria, el escrito habrá llegado al mayor grado de perfección.

Las obras de la escritura no son perfectas, si no están bien redactadas y bien escritas.

La Ortología o arte de pronunciar, auxilia grandemente a la Ortografía, y por tanto, a la Escritura, pues el que pronuncia bien, escribe bien; mas el arte de leer es, entre las artes de la palabra, el que más auxilios presta al Arte de escribir.

La escritura se produce para que el escrito se lea, y hay tal enlace entre el Arte de escribir y la Lectura, que es imposible saber escribir sin saber leer al mismo tiempo.

El que sabe interpretar los signos escritos, tiene mucho adelantado para usarlos con acierto.

La Lectura dejaría de existir si la Escritura desapareciese, y la Escritura sería un ejercicio inútil si el escrito no hubiese de ser leído.

La Lectura y la Escritura son dos artes hermanas; el ejercicio de una perfecciona al de la otra; juntas se enseñan y juntas se aprenden, y ambas son instrumentos de cultura necesarios para todo hombre.

Es la Escritura, como ya se ha dicho, arte gráfica; luego serán artes auxiliares de la Escritura otras artes, como el Dibujo y la Pintura.

Los elementos de la Escritura son líneas gráficas; son, en último término, diseños de la pluma: luego el Dibujo, que es el arte principal del diseño, ha de ser necesario para escribir bien.

En efecto, el Dibujo lineal enseña al que escribe a trazar líneas de todas clases y en varias direcciones, que entran en la formación de los signos gráficos; le enseña a construir ángulos, polígonos, circunferencias y otras figuras de que en todo o en parte se hace uso frecuente en la Escritura; la construcción de las pautas y el análisis geométrico de las letras y demás signos gráficos serían imposibles sin conocer el Dibujo lineal; la ornamentación de la letra se funda en el Dibujo de adorno y de figura; el que sabe Dibujo tiene mejor gusto para escribir22, y el Dibujo, por último, enseña a manejar muchos instrumentos que ha de usar también el que se dedica al ejercicio de la Escritura.

La Pintura, que es el arte de representar los cuerpos por medio de líneas y de colores, es conocimiento auxiliar de la Escritura, cuando en las producciones de esta arte se quiere añadir a los efectos del trazado los de la variedad del color.

Por último, la Pedagogía, ya se considere como ciencia, ya como arte, es medio auxiliar eficaz de la Escritura, porque procura medios para que el calígrafo perfeccione las facultades que necesita ejercitar para producir las obras escritas, y porque da reglas para enseñar, con la menor dificultad posible, los conocimientos referentes al arte de escribir.

De la doctrina de este capítulo se colige que la Escritura está relacionada con muchas ciencias y con muchas artes, y que si bien en esta Arte casi todos tenemos algo de artistas, para llegar a su posesión perfecta se necesitan no poco estudio, mucho ejercicio y amplios conocimientos.




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Capítulo III

Conocimientos físicos, necesarios para el calígrafo



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I. -La vista y el tacto

1. Descripción del órgano de la vista y función de este órgano. -2. Defectos y enfermedades de los ojos, indicando sus remedios vulgares. -3. Higiene y educación de la vista. -4. Idem con referencia al tacto.


1. Dos son los sentidos cuyo ejercicio es necesario para escribir: la vista y el tacto.

El órgano de la vista es doble, y se halla colocado en dos cavidades llamadas órbitas, que forman varios huesos de la cabeza.

Los ojos (que así se llaman los órganos de la visión), son dos globos determinados por tres membranas llamadas esclerótica, córnea transparente y coroides. La primera y la última presentan en la parte anterior una abertura, en la cual se halla una lente biconvexa llamada cristalino.

Detrás de la córnea transparente, y en la parte anterior del globo del ojo, hay un tabique casi vertical, que es el iris, cuyo centro tiene un orificio, de extensión variable, llamado pupila.

Por la parte posterior del globo del ojo penetra el nervio óptico, cuya expansión en el interior del ojo se llama retina23.

La cavidad central contiene una sustancia líquida llamada vítreo, así como la de la cavidad comprendida entre el cristalino y la córnea transparente se llama humor acuoso.

Los ojos están protegidos por las cejas, los párpados, las pestañas y las glándulas lagrimales.

El órgano de la visión funciona de la manera siguiente:

Los rayos de luz, que parten directamente de los cuerpos luminosos, o se reflejan en los opacos, llegan al globo del ojo, atraviesan la córnea transparente, el humor acuoso y el cristalino, y atravesando también el humor vítreo, se dirigen convergentes hacia la retina, donde la imagen del cuerpo iluminado se dibuja como en una placa fotográfica. Esta impresión es transmitida por el nervio óptico hasta el cerebro, para ser luego percibida por el alma, mediante la potencia de la sensibilidad.

2. Los defectos principales del órgano de la vista, son: la miopia, la presbicia y el estrabismo.

Procede la miopia de la excesiva convexidad de la córnea, así como la presbicia se origina del aplanamiento de dicha membrana.

Los miopes son cortos de vista: los présbitas «tienen la vista cansada», y ven mejor desde lejos.

Los efectos de estos vicios de conformación se disminuyen con el uso de anteojos de cristales cóncavos para los miopes, y de cristales convexos para los présbitas.

El estrabismo (que vulgarmente se llama vista torcida) se corrige, aunque no siempre, usando anteojos con cristales de pequeño diámetro.

Las cataratas, oftalmías, manchas y demás enfermedades de los ojos, ya sean leves, ya lleguen a producir la ceguera, deben ser tratadas por personas facultativas.

3. Para conservar la vista en buen estado preservaremos a los ojos de impresiones extremas; usaremos de la luz natural con preferencia a la artificial; en el uso de lentes seguiremos el dictamen del médico oculista, y no cansaremos el órgano de la visión con ejercicios excesivos.

La vista se educa con la práctica de las artes plásticas: el Dibujo, la Pintura y las Artes que constituye el objeto de este libro son medios muy eficaces para el desarrollo y perfección de la vista. La Lectura y el ejercicio de algunas industrias son también maneras de educar este sentido24.

4. El tacto reside en todas las partes del cuerpo, especialmente en las manos, y de un modo particular en el pulpejo de los dedos.

Las partes de la piel son dos capas llamadas dermis y epidermis. En la cara inferior tiene la dermis unas eminencias denominadas papilas, que reciben los últimos filamentos de los nervios del tacto.

La función del tacto se realiza de la manera siguiente: los nervios de este sentido, al tocar en un punto de nuestra piel, reciben una impresión, que es transmitida al cerebro por los nervios. Después, el alma recibe, sin que sea hasta ahora posible decir cómo, la sensación de la forma, tamaño, estados físicos, temperatura y grado de suavidad y aspereza de los cuerpos.

El tacto y la vista perciben, pues, varias cualidades comunes de los cuerpos, entre las cuales está la forma. De aquí procede que estos sentidos se suplen mutuamente.

El tacto puede perderse por parálisis, y atenuarse por exceso o escasez de sangre, Por tanto, cuidaremos de que la circulación no se altere para que funcione con regularidad, no entregándonos a ejercicios violentos, ni usando vestidos que compriman los órganos corporales.

La limpieza de la piel es condición indispensable para que el tacto sea delicado.

Por último, el tacto se educa con el ejercicio de las artes plásticas, tales como la Escritura, el Dibujo, el modelado, las labores de aguja y con otros trabajos manuales, entre los cuales se cuentan muchas industrias de varias clases.




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II. -El pulso

1. Órganos del movimiento. -2. Descripción del brazo, del antebrazo y de la mano. -3. Estudio de los variados movimientos de la mano. -4. -¿Qué es el pulso? -5. Higiene y educación del pulso.


1. El movimiento es un fenómeno por el cual los puntos de un cuerpo cambian de lugar en el espacio, y este fenómeno se produce en el acto de escribir con algunas partes de nuestro cuerpo, especialmente con la mano.

2. El aparato locomotor consta de tres principales clases de órganos: nervios, huesos y músculos.

Las extremidades superiores se dividen en hombro, brazo, antebrazo y mano.

Los huesos del hombro son el omoplato o escápula (llamado vulgarmente paletilla), y la clavícula; el brazo tiene un solo hueso, llamado húmero, y el antebrazo tiene dos, llamados cúbito y radio.

La mano puede considerarse dividida en tres partes: carpo o muñeca, metacarpo y dedos.

En el carpo hay ocho huesecillos llamados escafoides, semilunar, piramidal, pisiforme, grande, ganchoso, trapecio y trapezoide.

En el metacarpo hay cinco, que corresponden uno a cada dedo, y en los dedos hay tres (excepto en el pulgar, que sólo tiene dos), llamados de mayor a menor, falange, falangina y falangeta.

El número total de huesos de la mano es, por tanto, veintisiete.

El omoplato se articula con la clavícula y la parte superior del húmero; la parte inferior de este hueso se articula con los del antebrazo; éstos, que son cúbito y radio, se unen a los del carpo, los cuales se articulan a su vez con los cinco del metacarpo. Por último, a éstos se unen sucesivamente los huesos de los dedos.

Los músculos principales del hombre son: el deltoides, los espinosos y los redondos mayor y menor.

El deltoides, de figura triangular, como su nombre indica, forma, con su convexidad, el hombro; se inserta en la escápula u omoplato, en la clavícula y en el muñón del hombro. Sirve para mover el brazo hacia delante y hacia atrás.

Los músculos espinosos sé insertan en la extremidad superior del húmero y elevan el brazo separándole del tronco.

Los redondos van desde el vértice de la escápula hasta el húmero, y mueven el brazo hacia atrás, aproximándole también al tronco.

Los músculos del brazo son: el bíceps braquial, que va del húmero al radio y sirve para levantar el antebrazo y doblarle sobre el brazo; el braquial anterior, cuyas funciones son parecidas a las del bíceps, y el tríceps braquial, que se utiliza para extender el antebrazo.

En esta región se hallan hasta diez y seis músculos, de los cuales los más importantes son: el pronador redondo que, al contraerse, hace que el radio se cruce con el cúbito; el flexor superficial, que dobla los dedos sobre la mano; el flexor largo del pulgar, que dobla el dedo de este nombre; el flexor profundo, que dobla los demás dedos por medio de tendones, y el extensor superficial, cuyas funciones son las de extender los dedos.

Los músculos de la mano son diez y nueve; se distribuyen en tres regiones (interna, externa y media), y sirven para doblar, extender o separar los dedos.

Todas las partes de las extremidades superiores tienen nervios que, con los músculos y huesos, producen los movimientos.

3. El mayor número de movimientos de un órgano depende casi siempre del de huesos y músculos que le constituyen, con lo cual queda implícitamente dicho que han de ser muy notables el número y calidad de los movimientos de la mano.

En ningún miembro de nuestro organismo se encuentran reunidos tantos huesos y de tan variada forma como en la mano, y ninguna parte de nuestro cuerpo reúne tantos músculos como hay desde el codo a los dedos.

Por esta causa, el número y variedad de movimientos de nuestra mano son verdaderamente asombrosos. Ningún animal irracional, ni el mono, cuyas extremidades son algo parecidas a las del hombre, es capaz de tal perfección.

Los dedos de nuestra mano pueden oponerse unos a otros sucesiva o simultáneamente, a lo cual no llega ningún ser irracional; pueden doblarse y extenderse por varios puntos, total o parcialmente, uno solo, todos juntos, de dos en dos y con todas las combinaciones imaginables.

Ciento veinte movimientos diferentes pueden producirse con los dedos, doblándolos y extendiéndolos como si fuesen de una sola pieza (primero de uno en uno y luego de dos en dos, hasta llegar a doblarlos y extenderlos todos juntos, después de haber hecho todas las combinaciones posibles). Doblándolos por las articulaciones y extendiéndolos luego, pueden producirse más de 50.000.000.000 de posiciones extremas. Es de cálculo imposible el número de movimientos que se producen para obtener la inmensa variedad de posiciones comprendidas entre las extremas que se han apuntado; mas si tal número se pudiese hallar, habría que multiplicarle por las modificaciones que en los movimientos anteriores ejercen los de la muñeca en combinación con los digitales.

¡Verdaderas maravillas naturales son, por tanto, nuestras manos! ¡Admirables son las obras que salen de la mano del hombre; pero más admirable es el instrumento que las produce!

4. El pulso puede considerarse como fenómeno, como parte del cuerpo, y como propiedad de la mano.

El pulso, como fenómeno, es el latido de la arteria radial que se siente en la parte interna y alta de la región del carpo o muñeca. Estos latidos se denominan pulsaciones25.

Se llama también pulso la parte de la muñeca donde la pulsación se percibe; y, por último, se llama pulso la delicadeza y seguridad en los movimientos y posturas de la mano, esto es, el buen tacto de la mano. Con ésta última acepción, se usa generalmente la palabra pulso en el tecnicismo de la Escritura26.

El pulso regular se llama pulso sentado: el frecuente y desigual se denomina serrátil o serrino.

El pulso de los niños es mucho más frecuente que el de los adultos; y el pulso se retarda notablemente en la vejez. El número de pulsaciones de un adulto, en su estado normal, es próximamente de sesenta a sesenta y cinco por minuto. Cuando el número de pulsaciones pasa de ochenta por minuto, la circulación llega al estado de fiebre.

Como la regularidad del pulso depende en gran parte de la circulación de la sangre, toda causa que influya en esta función se refleja necesariamente en el pulso.

La influencia del sistema nervioso en la circulación y las relaciones de este fenómeno con el de la respiración y demás funciones de la vida vegetativa, se prueban con la experiencia diaria; así que toda causa que altere el sistema nervioso (excitaciones o parálisis) o las funciones de la vida vegetativa, influye necesariamente con más o menos intensidad en el estado del pulso.

Por esto el pulso se altera, principalmente en las enfermedades del corazón y en las del sistema nervioso; por tal motivo se altera el pulso cuando se agita la respiración, cuando se come, demasiado o no se ha comido lo suficiente; después de un ejercicio violento, como la carrera y el salto; cuando se experimentan emociones vivas y cuando las pasiones se desordenan.

Entre los defectos y enfermedades que especialmente desordenan los movimientos de la mano para escribir, figuran la agrafía27 y el calambre de los escribientes28.

Es la agrafía la imposibilidad de escribir por defecto físico o perturbación fuerte del momento, y consiste el calambre de los escribientes en una contracción violenta y dolorosa de los músculos que mueven los dedos, por la cual es también imposible la escritura, cuando este fenómeno se presenta.

El calambre de los escribientes suele provenir del exceso de ejercicio con la pluma, y se evita casi siempre usando portaplumas de madera, que no tengan boquilla metálica, pues, en opinión de algunos hombres científicos, la facilidad con que el metal conduce el fluido eléctrico produce una excitación muy notable en los nervios de la mano, y esta excitación ocasiona desde luego las dolorosas contracciones musculares del calambre a que se ha hecho referencia.

Algunas alteraciones accidentales y pasajeras del pulso pueden corregirse con el reposo, y otras con infusión de tila o de salvia, con alguna dosis de agua de azahar, y con el uso de una o dos perlas de éter. Hay otras sustancias que, por obrar sobre el sistema nervioso o sobre el aparato circulatorio, regulan los movimientos del pulso, pero no deben usarse sin prescripción facultativa, porque sus efectos pudieran ser muy perjudiciales.

5. Vale más, sin embargo, prevenir que curar, y conviene saber, por esto, que para evitar la mayor parte de las enfermedades que producen trastornos en el pulso, hay una regla de gran valor: la de la sobriedad. Toda transgresión en este punto perturba el orden regular de la circulación: el abuso de las bebidas, y el de los placeres sexuales, especialmente, producen muy pronto en el pulso desórdenes de difícil o imposible corrección.

Sin la regularidad en las pulsaciones arteriales es imposible tener delicadeza ni seguridad en los movimientos de la mano; mas puede existir aquélla sin que la mano sea útil para el trabajo de la Escritura o de cualquier otro arte, bien por vicios de conformación, como la falta de algún dedo, bien por causa de una enfermedad, como la parálisis, bien por falta de educación del tacto en dicho órgano corporal.

En los dos primeros casos nada puede hacer el maestro sin las prescripciones del médico. Cuando el pulso no es delicado y seguro por falta de ejercicio, se educa con trabajos manuales y con el cultivo de las artes plásticas, entre las cuales, y para este fin, la Escritura es una de las más útiles.

Algunos ejercicios gimnásticos favorecen el desarrollo de la mano. Tales son extensión y flexión del brazo en diferentes sentidos; elevación lateral, movimientos circulares y de rotación de los brazos; extensión y flexión de los dedos; separación y aproximación de los mismos; frotamiento de las manos con los brazos extendidos; palmadas y otros varios ejercicios, que pueden estudiarse en los tratados especiales de Gimnasia.

De todas suertes es preciso, para tener buen pulso, reunir las condiciones siguientes: regularidad de funciones en el sistema nervioso y en los aparatos circulatorio y respiratorio, facilidad natural de movimientos en la mano y educación de este órgano por medio de ejercicios a propósito.






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Capítulo IV

Nociones de estética que debe conocer el calígrafo


1. Índice de los principales puntos de Estética que necesita conocer el artista de la Escritura y fundamento de esta necesidad.


1. Ya queda probada, en el capítulo segundo de este libro, la necesidad de conocer la ciencia de la Estética para producir acertadamente las obras de la Caligrafía; pero conviene saber, además, qué puntos de la citada ciencia son de más interés para el calígrafo, y cuáles debe estudiar con preferencia.

Después de conocer la definición de la Estética, debe el calígrafo tener noción de lo que es la belleza, de sus notas o cualidades, de sus grados y clases, pues obras bellas ha de producir, si ha de realizar el fin del arte a que se dedica.

Necesita el calígrafo conocer también algunos principios del arte, y particularmente los que se refieren al artista y a sus cualidades, a la obra y manera de producirla, y al público que ha de contemplarla, pues el calígrafo es artista que ha de reunir las cualidades comunes a toda persona que se ejercita en las artes, y otras particulares para el ejercicio de la Caligrafía; la producción de las obras caligráficas obedece a las mismas leyes que otras producciones artísticas, y la obra del calígrafo tiene también su público, y por tanto, su crítica.

Además, el calígrafo debe tener algún conocimiento de las principales bellas artes para conocer sus relaciones con la Caligrafía, y servirse de ellas cuando le convenga para el mejor efecto de la producción, y para saber qué lugar ocupa entre ellas el arte a que se dedica; pero de todo esto no se trata con más extensión en el presente libro por haber sido expuesto con algún despacio en el Arte de la Lectura, ya citado en páginas anteriores.






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Conocimientos técnicos


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Capítulo I

De la escritura en general



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I. -Diversas clases de escritura

a) 1. Escrituras ideográficas. -2. Pueblos que usan todavía estas clases de escritura. -3. Escritura alfabética: su importancia. -4. Criptografía y taquigrafía. -5. Escritura de ciegos. -6. Escritura telegráfica.


1. Las formas primitivas de la expresión escrita, usadas por el hombre, fueron las escrituras ideográficas29, que consisten en la representación directa de las ideas mediante el diseño o la pintura de algún objeto.

La escritura ideográfica es un sistema de expresión que corresponde a las necesidades sociales y a la civilización de los hombres primitivos, y se comprende que, por esta causa, las escrituras ideográficas sean de uso más antiguo que las fonéticas30.

Además, el uso y sobre todo la invención de la escritura alfabética31, supone un estado de cultura en el hombre y una perfección del lenguaje que no son propios de los primeros tiempos históricos.

Tres especies de escritura ideográfica se distinguen, a saber: figurada32, simbólica33 y jeroglífica34.

La escritura figurada consistía en representar las ideas mediante el diseño o la pintura de los objetos a que se refieren35.

Así, para dar idea de un animal, se dibujaba su figura. Cuando el objeto cuya idea se quería representar era de grandes dimensiones, se dibujaba solamente la parte principal, y por esto, para representar dos ejércitos en batalla, se dibujaban dos manos armadas de arco y broquel.

La invención de la escritura figurada obedeció, indudablemente, a la necesidad de perpetuar de algún modo la expresión oral, y ninguno tan propio como el de representar las ideas con la figura de los objetos a que éstas se referían.

Esta forma de expresión no puede considerarse como verdadera escritura, sino como un antecedente de ella, pues la escritura figurada no usa de signos, sino de imágenes.

Por esta causa, su poder de representación no pasaba de ideas referentes a algunos objetos perceptibles por la vista. La escritura figurada era, además, inútil para la representación de muchos fenómenos físicos, para la de seres espirituales y abstractos y para las relaciones de las ideas.

Esta imperfección llevó al hombre a querer representar algo de lo que no podía representar la escritura figurada, y se valió para ello del diseño o de la pintura de objetos que tuviesen alguna relación natural o arbitraria con el objeto, cuya idea había de ser representada, y de aquí nació la escritura simbólica. Consiste, pues, en la representación de las ideas mediante el diseño o pinturas de objetos que tienen alguna relación con otro, al cual corresponde la idea representada.

Dicha relación puede ser natural, como la de semejanza, y así puede representarse la feracidad del sueldo con la pintura de algunos frutos; o puede ser arbitraria como la representación de nuestra patria con los colores amarillo y rojo.

De esta escritura se aprovecharon los hombres de las civilizaciones primitivas, porque, pudiendo ser las figuras elegidas libremente, fueron más breves y fáciles de ejecutar que las usadas en la escritura figurada, y mucho mayor su virtud de representación.

De esta especie de escritura usaron generalmente los egipcios y otros pueblos en sus monumentos, de lo cual se originó la escritura jeroglífica.

La escritura jeroglífica ha recibido esta denominación por haberse usado en monumentos sagrados.

Las razones indicadas manifiestan que la primera escritura fue la figurada; más tarde se inventó la simbólica, y finalmente, se usó la jeroglífica.

Estos hechos, que pueden afirmarse por el discurso, están, además, confirmados con las investigaciones arqueológicas en el antiguo y en el nuevo mundo.

2. Los pueblos primitivos usaron la escritura ideográfica antes que la alfabética, y de este hecho se han hallado pruebas indudables en los pueblos de Oriente y en algunas regiones de América. En la actualidad, se usa tal clase de Escritura en algunos países asiáticos, como la China y el Japón.

Todos los pueblos civilizados usan, además, una escritura ideográfica: la del cálculo aritmético y algebraico.

No hay duda de que esta escritura es ideográfica. En efecto, las cifras arábigas y los signos de relaciones matemáticas (+ - x: etc.) lo mismo significan para un alemán que para un español, aunque las palabras correspondientes sean diferentes en cada idioma; luego si esta escritura representa las ideas directamente sin necesidad del signo oral intermedio, es ideográfica sin duda alguna36.

Otro tanto puede afirmarse de la notación musical.

3. Ninguna escritura ideográfica pudo satisfacer la necesidad de perpetuar breve y exactamente la expresión del pensamiento humano, pues toda escritura de esta clase ofrece por lo menos estos inconvenientes: la mucha extensión de la obra gráfica, el mucho tiempo necesario para ejecutarla, el gran número de signos, pues cada idea necesitaba uno, y, por último, la imposibilidad de expresar relaciones.

Todos estos inconvenientes, todas estas desventajas desaparecieron con la invención maravillosa de la escritura alfabética, que consiste en expresar las ideas, mediante la representación por medio de signos gráficos, que corresponden a los orales con que aquéllas se representan; sistema admirable de expresión gráfica que, con reducido número de signos, alcanza a representar breve y fácilmente, en pequeño espacio, todas las ideas y todas sus relaciones lógicas; descubrimiento prodigioso que significa (en el orden natural) el paso más grande de la civilización humana de la antigüedad.

Aunque ya se ha dicho anteriormente, conviene repetir que la escritura alfabética es la representación gráfica de los sonidos orales.

Consiste su excelencia en el uso de signos (no de imágenes), y su mérito estriba en que para expresar todas las palabras, y, por tanto, todas las ideas, se vale solamente de los pocos y sencillos signos del alfabeto, y lo consigue con tan fáciles combinaciones, que esta Arte más parece obra de Dios que de la industria humana.

4. Sin perder la escritura alfabética sus condiciones o notas esenciales, ha tomado diferentes formas, que constituyen varias especies de esta clase de expresión gráfica.

Una de ellas es la criptografía37.

El hombre, desde los comienzos de la Escritura, tuvo necesidad de comunicar en secreto su pensamiento, a través del tiempo y del espacio, y la necesidad fue una vez más maestra de la vida y origen de muchos descubrimientos.

Esta necesidad fue la causa de que fuesen inventadas las cartas secretas38 de los lacedemonios, descritas por Aulo Gelio en sus célebres Noches Áticas:

«Los lacedemonios escribían las cartas que dirigían a sus generales de un modo ininteligible para el enemigo, en el caso de que cayeran en sus manos. He aquí cómo las escribían: Tenían dos varitas redondas de un mismo tamaño. Una de estas varitas se depositaba en los archivos, en poder de los magistrados. Cuando había que escribir al general algo importante, se arrollaba en espiral alrededor de la varita una cinta bastante delgada y de conveniente longitud. Teníase cuidado de que no hubiera intervalo alguno entre una vuelta y otra de la cinta. Escribíase después en esta cinta transversalmente39, dirigiendo las líneas de un extremo a otro de la varita. Después se desarrollaba la cinta y se le enviaba al general. Desprendida y desarrollada la cinta, no presentaba más que letras quebradas, de suerte que, si caía en poder del enemigo, éste no podía comprender nada de lo escrito. Pero al arrollar el general la carta alrededor de su varita, reaparecían los caracteres en el orden en que habían sido trazados y formaban una carta fácil de ser leída».

Después se inventaron tintas invisibles que se revelaban al fuego o en baños especiales; cuadrículas o rejillas para tapar lo inútil de un escrito y dejar al descubierto el texto legible; el uso de las cifras en lugar de letras, y otros medios más o menos ingeniosos, pero todos de fácil adivinación.

El mejor medio de cifrar la escritura, esto es, de escribir secretamente, es dar a los mismos signos usuales un valor convencional, que se fija en una clave.

Las claves comunes de escritura secreta consisten en dar a una letra el valor de su inmediata o dar valor de letras vocales a cinco letras de la numeración; pero ofrecen el inconveniente de que llegan a conocerse para el que observa atenta y repetidamente los escritos. Ahora bien, las claves que se usan para el servicio oficial reservado, aseguran por completo el secreto de lo que se escribe.

He aquí un modelo fácil de entender:

Clave

La línea primera representa una cinta móvil con dos o tres abecedarios, unos a continuación de otros: en las demás líneas (que son diez) se encuentran escritos los números del 1 al 99, distribuidos libremente, sin otras limitaciones que las de poner una decena en cada línea, de izquierda a derecha, y que haya números en todas las líneas de arriba a abajo. Cualquiera de los signos de una línea de arriba a abajo, representa la letra de la cinta móvil que está colocada sobre la citada línea.

Para usar esta clave se indica primero la posición del abecedario móvil, diciendo qué letra ha de colocarse en la primera línea, que va de arriba a abajo. Colocando, por ejemplo, la J, esta letra queda representada por cualquiera de estos números: 16, 20, 50, 70; la K estará representada por 01, 28, 31 o 40, y así sucesivamente.

Ahora bien, como corriendo la cinta de izquierda a derecha o de derecha a izquierda, se consigue que todas las letras del alfabeto pasen sobre cada una de las líneas que van de arriba a abajo, estas claves permiten que cualquier letra del alfabeto puede representarse con todos los signos de la clave, que son ciento, y cada signo de la clave puede representar las veintinueve letras del alfabeto, y cada letra tiene (cada vez que se usa la clave) dos, tres o cuatro signos que la representan.

Cada palabra de dos letras puede escribirse, generalmente, de diez y seis formas distintas, perfectamente claras para el que posee la clave, pero impenetrables para el que no la conoce; y la escritura de una palabra de tres letras puede hacerse de ochenta y una maneras diversas. Agréguese a esto que tales formas pueden ser aumentadas, añadiendo a la clave líneas inferiores de signos, y que las claves pueden construirse de muchísimos y variados modos, y se comprenderá la imposibilidad de entender un telegrama cifrado por sencillo que sea.

Para comprobar lo dicho, basta saber que la palabra Torío se puede escribir, usando la clave explicada, de estas cuatro maneras, sin variar la posición del alfabeto móvil:

1.ª- 08 15 32 02 88

2.ª- 14 51 52 11 15

3.ª- 26 88 77 23 15

4.ª- 93 15 82 78 51

Variando la colocación del alfabeto móvil, el número de maneras de escribir la misma palabra se aumenta considerablemente.

Con la escritura cifrada suele mezclarse la usual, a fin de aumentar las dificultades de interpretación para el que no tenga la clave.

Otra especie de escritura alfabética es la Taquigrafía40o arte de escribir, por medio de signos especiales, con tanta velocidad como se habla.

Los signos del alfabeto taquígrafo son semicircunferencias y diámetros de las mismas.

En efecto, si en una circunferencia se traza un diámetro de izquierda a derecha, queda formada la ch con la semicircunferencia superior, la b o la v con la inferior, y la m con el mismo diámetro, el cual, modificado con un arco pequeño hacia arriba y por la izquierda, representa a la f. De igual modo se explica la formación de los demás signos de este abecedario, en el cual hay que notar además las siguientes particularidades:

Carece de h, de v, de k, de qu, de ll, de z, de x y de rr. La v se representa con el signo de la b; la k y la qu con el de la c; la ll con el de la l; la z y la x con el de la s, y la rr con el de la r. Los signos de puntuación y de la numeración son los mismos que en la escritura común.

He aquí el alfabeto taquigráfico con la equivalencia de sus letras respecto del usual o corriente:

Alfabeto taquigráfico

Para saber taquigrafía no basta conocer este alfabeto, sino que es preciso además conocer los enlaces y supresiones, los signos convencionales y otros de mucho interés llamados principiaciones y terminaciones41.

La escritura de ciegos se funda en un abecedario de puntos en relieve, que se marcan en los vértices de un rectángulo y en los puntos medios de sus lados mayores.

La altura de dicho rectángulo es siempre de doble longitud que la de su base. Los puntos se marcan por el revés del papel con el auxilio de un punzón y de una rejilla o pauta, que determina la dirección de los renglones y las distancias de la escritura.

Abecedario de ciegos

Como puede verse en el adjunto grabado (en el cual se indica la colocación de los signos de esta escritura especial), con las combinaciones de seis puntos solamente, se pueden representar todo el abecedario común y todos los signos de puntuación42.

Las cifras arábigas se representan en la escritura de ciegos con las diez primeras letras del abecedario especial, anteponiéndoles el signo de número, que es el siguiente:

Signo de número

El signo de letra mayúscula es este otro:

Signo de mayúscula

Por último, la escritura telegráfica de Morse es una combinación ingeniosa de puntos y líneas rectas que equivalen a las letras del abecedario y a los signos de puntuación.

He aquí dicho

Abecedario telegráfico

Signos de puntuación y de aritmética

Otros signos



b) 1. Escritura antigua y escritura moderna. -2. Letra impresa y letra manuscrita. -3. Diversos tipos de letra manuscrita usados en la actualidad. -4. Letra magistral y letra cursiva. -5. Escritura vulgar y bella escritura. -6. Letras de adorno y letra ornamentada. -7. ¿Qué clases de letra nos proponemos estudiar?


1. Aparte de las diferencias de signos usados en la escritura especial, de que ya se ha hecho mención, es posible estudiar otras varias clases de escritura, por el tiempo en que se produjeron, por el carácter del trazado y por la manera particular de producirlas.

En efecto, la escritura se divide por el tiempo en que se produjo, en antigua y moderna, entendiéndose por antigua la anterior al siglo XVIII, y por moderna, la producida con posterioridad.

Las diferencias entre la escritura antigua y la moderna son muy notables; pero se estudian particularmente en el resumen de la Historia de la Escritura y de la Caligrafía, que forma parte de este libro.

2. La: letra impresa43 se produce mediante la presión de un molde sobre el papel. La letra manuscrita44 es la escritura de la mano.

La letra impresa se llama también manuscrita cuando el molde que sirve para la impresión imita los tipos que se producen con la mano45.

3. Las letras manuscritas han ofrecido siempre, por el número y clase de sus elementos gráficos, diferencias notables, que han dado lugar a la distinción de tipos o caracteres de letra46.

Entiéndese, pues, por tipo o carácter de letra, un sistema de escritura de mano, que se distingue de los de su género por el número y clase de elementos gráficos que entran en su formación.

Los más usados en la actualidad son: la letra española, inglesa, italiana, francesa, gótica, alemana e itálica.

De las condiciones especiales de éstos y de otros caracteres de letra, se trata particularmente (después de haber estudiado los de la letra española) en otro capítulo de este mismo libro.

4. La escritura o la letra, por el tamaño relativo de los signos y por la velocidad con que se produce, se divide en magistral47 y cursiva48.

La letra magistral es la letra caligráfica por excelencia, producida con despacio y esmero, y generalmente en tamaño grande49: la letra cursiva es la letra corriente, de tamaño pequeño, producida con velocidad y soltura para atender con prontitud a las necesidades ordinarias de la expresión gráfica.

La letra cursiva, en cuanto a la forma, es o debe ser semejante a la magistral, aunque reducida y más libre que ésta. Los ángulos de ambas formas de letra deben ser de igual abertura, y sus distancias proporcionales.

La letra cursiva es, por tanto, una forma análoga a la magistral reducida, aunque más libre que ésta.

5. La letra cursiva puede ser vulgar y caligráfica. La letra vulgar, que es la común, es producida por personas que conocen imperfectamente el Arte de escribir: la letra caligráfica es producto de los peritos en el Arte de la escritura bella.

Entre la letra común y la caligráfica puede establecerse la diferencia de que aquélla es principalmente útil, y ésta es útil y bella.

La letra magistral, si ha de merecer tal nombre, ha de-ser caligráfica: no admite, pues, esta clase de escritura la división anterior aplicada a la cursiva.

Hay también un tipo cursivo, que apenas si tiene magistral, muy común entre las damas de la aristocracia europea: es la letra carrée50, que enseñan en sus colegios las Rvdas. Madres del Sagrado Corazón.

Esta letra es angulosa y de pobres condiciones caligráficas; pero muy clara y fácil de aprender. No hay métodos ni muestras grabadas de esta escritura, la cual se enseña con muestras manuscritas, ejecutadas en el papel de la señorita que aprende a escribir. Puede decirse, por tanto, que este tipo de letra se conserva por tradición.

6. Hay algunos caracteres de letra que no se prestan a ser modificados para tomar la forma de cursivos: tales son la letra gótica, la alemana y la itálica. Los caracteres que tienen estas condiciones se llaman letras de adorno. No es, por tanto, letra de adorno la francesa, como vulgarmente se cree, porque este tipo de letra tiene forma cursiva, y es además una escritura nacional como la inglesa y la española.

La letra que lleva adornos (esto es, trazado que no es propio de la letra, sino agregados que embellecen el tipo) se llama letra ornamentada. De manera que no es lo mismo letra de adorno que letra con adorno. Letra de adorno significa tipo de letra que carece de forma cursiva, y letra ornamentada es cualquier carácter de letra (sea o no sea de adorno) que lleva ornamentación.

En otro capítulo de los siguientes se trata con alguna amplitud de la ornamentación y de sus reglas.

Las letras de gran tamaño, con adorno o sin él, se llaman letras de rotular.

Con letra impresa, y con cualquier tipo de letra manuscrita, se usa frecuentemente una forma de escribir llamada de nexos51 y monogramas52: consiste en escribir solamente las iniciales (por lo común de nombres propios), ya aisladas, formando en realidad el monograma, ya enlazadas artísticamente, constituyendo nexos o nudos53.

7. La clase de letra que se ha de estudiar principalmente en el presente libro, es la manuscrita caligráfica española de los tiempos modernos, en sus dos formas magistral y cursiva.






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II. -Formas de los escritos

1. Variedad de alfabetos gráficos, teniendo en cuenta el número y forma de los signos que los constituyen. -2. Diversas formas de los escritos.


1. A más de la variedad de escrituras por su naturaleza y condiciones arriba indicadas, se establecen en la representación gráfica de los sonidos orales, no pocas ni despreciables diferencias por el número y forma de los signos que constituyen los alfabetos.

En efecto, basta examinar ligeramente los setenta y dos alfabetos de los idiomas de Oriente y Occidente, coleccionados con gran esmero por Ballhorn54 o los doscientos noventa y seis textos diferentes de otros tantos idiomas o dialectos publicados en Londres el año 1892, para ver cuántos y cuán variados son los signos gráficos de que han hecho uso los pueblos cultos.

No permite el carácter de este libro describir minuciosamente tantos alfabetos, ni mucho menos un estudio comparado de los mismos. Sin embargo, para dar idea, siquiera sea elemental, de punto tan interesante, se presentan aquí fieles reproducciones de varios alfabetos, acompañados de sencillas notas sobre la forma de su escritura.

Escritura china

Adjuntos van algunos signos radicales de la escritura china, los cuales, modificados, dan lugar a un número extraordinario de palabras escritas, pues ya queda dicho en otra parte que la escritura de los chinos es ideográfica. Esta escritura se dispone en columnas, que se leen de derecha a izquierda y de arriba a abajo.

De igual manera se escribe el idioma japonés, cuyo alfabeto escrito se llama kata-kana.

En el grabado de esta página se observan doce signos de los jeroglíficos egipcios, dispuestos en dos columnas. Los de la primera, representan, leyéndolos de arriba a abajo: sol, luna, mundo, vida, vigilancia y año; los de la segunda, leídos de igual manera, representan: hombre, mujer, niño, rey, reina y Dios.

Los jeroglíficos egipcios se escribían de arriba a abajo, y también de izquierda a derecha, y de derecha a izquierda.

Escritura figurada

El alfabeto hebreo, llamado alefato55 consta de veintidós letras consonantes y de muchas vocales y acentos, llamados mociones. Las consonantes tienen el cuadrado como base de su figura.

Análogo carácter tienen las letras de los alfabetos egipcio, arameo, fenicio, neopúnico, moabítico, samaritano, palminano, raschi o rabínico español, etíope y algún otro.

El hebreo se escribe en líneas horizontales de derecha a izquierda. De manera que los libros hebreos tienen la portada en sitio donde está el fin de los nuestros, y viceversa.

Alfabeto hebreo

De igual manera se escribe el árabe, cuyo alfabeto primitivo se llama abuched, y consta de veintidós signos, en los cuales domina la línea curva.

El actual alfabeto turco es el mismo alfabeto árabe, con ligeras modificaciones.

El himyarita, que es el antiguo árabe, era semejante también al árabe clásico, pero se escribía indistintamente de derecha a izquierda y de izquierda a derecha.

El alfabeto tamul y el telinga son también muy parecidos al árabe.

Alfabeto árabe

El alfabeto pali56 consta de cuarenta y cinco signos. El pali se escribía también de derecha a izquierda.

Alfabeto pali, etrusco y cuneiforme

El alfabeto etrusco se compone de veintiuna letras y su escritura se produce de izquierda a derecha.

2. El alfabeto sánscrito, llamado devanagari57, tiene los signos parecidos a los del hebreo.

Estos signos se escriben de derecha a izquierda.

La escritura sánscrita tiene dos formas: una de unión llamada samhitapãtha, y otra de palabras separadas, denominada padapãtha.

Semejante al alfabeto sánscrito son el antiguo de la India, llamado magadha, el de los habitantes del Tibet, el javanés, el guzarati y alguno más.

Alfabeto sánscrito

Consta el alfabeto griego de veinticuatro letras minúsculas y otras tantas mayúsculas, que se hallan reproducidas en el grabado que se inserta a continuación.

El griego se escribe de izquierda a derecha; pero en los tiempos antiguos se escribía indistintamente de izquierda a derecha y viceversa, dando lugar este repetido cambio de dirección a la escritura llamada boustróphedon58, que consistía en escribir las líneas de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, alternativamente.

Alfabeto griego

El alfabeto griego moderno es casi igual al del griego clásico, y tienen no poca semejanza con éste el rúnico, el ruso y el georgiano, cuyos signos son en parte parecidos a los sánscritos.

3. Por último, el alfabeto latino, cuyos signos son tan conocidos, está aceptado universalmente para los escritos de imprenta, y en su forma se han inspirado, más o menos directamente, casi todos los tipos manuscritos europeos y americanos de los tiempos modernos.

Una rápida ojeada sobre la forma y número de signos de los alfabetos citados, prueba con evidencia que éstos son muy variados y muy diferentes, y que su estudio es muy curioso e interesante.






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Capítulo II

Medios necesarios para escribir



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I. -De la luz

1. Condiciones de la luz que se utilice para escribir. -2. Diversas clases de luz. -3. Cantidad de luz necesaria para escribir. -4. Luces más higiénicas. -5. Medios de corregir algunos defectos de iluminación. -6. Distancia necesaria para escribir entre la luz, el papel y el que escribe. -7. Colocación de las luces artificiales para escribir bien.


1. La luz es lo primero y más importante para escribir59.

Por efecto de la luz distinguimos el espacio o lugar en que la escritura se ha de producir; la forma, tamaño y otras cualidades de los instrumentos y demás objetos usados para la producción gráfica; y la luz nos muestra la forma, magnitud, situación y colorido de los signos escritos.

No todas las clases de luz son convenientes para el acto de escribir. Fijemos, pues, las condiciones que ha de reunir para que sirva al fin de la escritura, siguiendo, al efecto, las lecciones dictadas por la experiencia de calígrafos notables.

La luz de corta duración no basta para la obra de la escritura, que necesita de mucho tiempo; ni sirve tampoco la luz oscilante, porque produce expansiones y contracciones violentas en la retina, cansancio en el nervio óptico e inexactitudes en la sensación. La luz ha de ser, pues, permanente y fija (no oscilante).

El exceso de luz, así como su escasez, daña a la vista, y por esto la intensidad de la luz debe ser suficiente y no más que suficiente.

Los colores blanco y violado cansan menos al órgano de la visión que los demás colores, y por esto es preferible que la luz para la escritura sea totalmente blanca o de color de violeta.

Siendo el acto de escribir tan frecuente, es necesario que los medios de ejecutarle no falten en ninguna parte, por lo cual conviene mucho que la luz se produzca fácilmente y en todo lugar.

La luz que vicia el aire consumiendo mucho oxígeno, que da calor o produce malos olores, ocasiona al que escribe algunos efectos que pueden perturbar la escritura, por lo cual conviene que la luz no impurifique la atmósfera, no produzca malos olores y no eleve la temperatura del recinto en que se escribe.

Por último, la luz ha de ser económica, pues aunque esta condición no se relaciona directamente con la producción de la obra caligráfica, es indudable que la facilita. Además, la baratura de las cosas suele estar en razón directa de su utilidad, y como la luz es en extremo útil, suele ser también muy económica.

2. Podemos distinguir dos clases de luz atendiendo al origen, a saber: natural y artificial.

La luz natural procede de una fuerza de la naturaleza, como la del sol y demás estrellas fijas; la de la luna y demás astros opacos, la de las auroras boreales, la del rayo y otras semejantes.

La luz artificial es producto de la industria del hombre. Luces artificiales son: la tea, las antorchas, la de aceite común, cera, bujías, petróleo, gas del alumbrado, la luz eléctrica y la de acetileno60.

3. Por la intensidad puede ser la luz fuerte, media y débil, y no hay necesidad de añadir que sólo la luz medía es conveniente para el ejercicio de la escritura.

No ha sido posible hasta la fecha medir científicamente la intensidad de la luz, pero se puede apreciar con aproximación la potencia de cada foco por medio de la bujía, que es la unidad usual para medir esta especie de cantidad.

La bujía, como unidad de medida, es la cantidad de luz que produce una de las de cinco en paquete de la marca «La Estrella».

Para determinar aproximadamente la intensidad de una luz, se compara en el fotómetro61 su potencia de iluminación con el de la unidad, y de esta comparación se deduce el número de bujías de luz, cuya intensidad se ha de apreciar.

La intensidad de la luz necesaria para escribir, recibiéndola directamente, no debe bajar de diez y seis bujías, ni exceder de veinticuatro.

Respecto a la luz del sol, puede darse también una regla, a saber: se considera, en nuestro clima, una habitación suficientemente iluminada durante la mayor parte de las horas en que el sol está sobre el horizonte y con cualquier estado atmosférico, cuando la superficie de iluminación es, por lo menos, la cuarta parte de la superficie del local. De manera que las ventanas de dos metros cuadrados pueden iluminar con suficiente intensidad habitaciones de ocho metros cuadrados.

4. De todas estas clases de luz, la del sol es la mejor para los trabajos caligráficos, porque reúne las condiciones de toda buena luz: la de la luna y de las estrellas es poco intensa para este fin.

La luz de la tea es la luz de los primeros tiempos de la historia; pero su corta duración, su escasa intensidad, sus inevitables oscilaciones y otras cualidades semejantes, no permiten usarla con provecho para escribir bien. Lo mismo puede afirmarse respecto de las antorchas.

Muy antiguo es también el uso del aceite de oliva para el alumbrado, y muy recomendable esta luz para los trabajos caligráficos, pues dura bastante, tiene suficiente intensidad, domina en sus rayos el color de violeta, eleva poco la temperatura, apenas vicia el aire, es casi del todo inodora y de fácil producción, pues el olivo se da en muchísimas regiones del globo.

La luz de aceite común o de oliva no es de las más económicas, y oscila mucho cuando se produce al aire libre, pero se le da la fijeza necesaria encerrándola en un tubo.

Análogas condiciones tiene la luz de la cera y de las bujías de estearina y parafina.

La luz del petróleo y la del gas del alumbrado se usan mucho para toda clase de trabajos, sin exceptuar el de la escritura; pero no son recomendables, antes bien, debemos procurar no usarlas sino en caso de necesidad, porque la abundancia de rayos rojos que en ellas se observa, dañan mucho a la vista, producen excesivo calor, vician notablemente la atmósfera y despiden un olor poco agradable. Además son muy peligrosas, porque el petroleo y el gas son fácilmente inflamables.

Los mecheros Auer y otros semejantes evitan muchos inconvenientes de la luz del gas.

La luz eléctrica ha sido recomendada por muchos higienistas, por ser la más parecida a la luz del sol; pero su varia intensidad produce algunas molestias en los ojos.

Hay dos clases de luz eléctrica: la incandescente, que se produce en el vacío dentro de una bombilla de cristal, y la de arco voltaico, que se obtiene en la atmósfera por el contacto de dos barritas de carbón.

La primera es menos variable en su intensidad que la segunda, pero ésta suele ser de más potencia que la primera.

Para los trabajos caligráficos es preferible la luz eléctrica de las lamparillas incandescentes, con reflectores de color agradable para la vista, o con bombillas de cristal esmerilado.

La luz de acetileno, que tiene buenas condiciones para los trabajos caligráficos, está todavía poco generalizada.

La luz, por el punto de procedencia, puede ser directa si procede en línea recta de un cuerpo luminoso, y reflejada si procede inmediatamente de un cuerpo opaco.

Siempre que la luz tenga suficiente intensidad, debe ser preferida para escribir la luz reflejada a la luz directa.

La luz, por la dirección en que la recibe el objeto iluminado, se divide en cenital, si procede del cenit, y lateral, si se recibe por los lados.

La luz lateral puede ser unilateral o de un lado; bilateral o de dos lados; trilateral o de tres lados, y polilateral o de más de tres lados.

Cualquiera de estas clases de luz, excepto la unilateral, puede ser equilateral y lateral diferencial, según que la cantidad de luz de cada lado sea igual o diferente.

De éstas clases de luz, la más cómoda para escribir es la cenital.

La luz más frecuente, sin embargo, en las habitaciones de familia, es unilateral; en este caso, es preciso que la iluminación se produzca por el lado izquierdo del que escribe, a fin de que la sombra de la mano, al proyectarse sobre el escrito, no impida distinguir bien la forma y dirección del trazado.

El siguiente cuadro ofrece, en resumen, la doctrina expuesta en los números precedentes de este capítulo:

Clases de luz

En resumen, la luz natural es preferible a la artificial; de las luces artificiales son menos dañosas a la vista, la de aceite y la de bujías en aparatos bien acondicionados, así como la eléctrica de lamparillas incandescentes, que debe usarse para escribir la luz de intensidad media reflejada, y que, a no ser posible la luz cenital, debe optarse por la luz polilateral diferencial.

5. La iluminación natural del sol puede ser excesiva por la orientación de los huecos o por el tamaño de éstos, y por las mismas causas puede ser insuficiente.

En el primer caso, la intensidad de la luz se disminuye decorando el local con objetos de color obscuro y usando visillos, cortinas, transparentes, persianas o cristales esmerilados, medios todos con los cuales puede graduarse convenientemente la intensidad de la luz.

Cuando ésta sea escasa, puede aumentarse el efecto decorando el local con objetos de color claro, y sobre todo aumentando, si es posible, la superficie de iluminación. El uso de grandes lunas de espejo en las habitaciones, da mucha claridad y produce el efecto agradable de reflejar la luz.

En las luces artificiales es posible variar los efectos aproximándolas y retirándolas del objeto, y en algunos aparatos se obtiene este mismo resultado por medio de llaves y otros sencillos medios mecánicos.

Las pantallas, bombas de cristal y reflectores metálicos, de uso tan común en los aparatos de iluminación artificial, no tienen otro fin que modificar la intensidad y dirección de la luz62.

6. La distancia a que la luz debe estar colocada varía notablemente según la intensidad de la luz; y debe advertirse que dicha intensidad crece o decrece en razón del cuadrado de la distancia.

Sin embargo, el calígrafo puede trabajar sin esfuerzo con una luz de diez y seis bujías, colocada a cincuenta centímetros del papel en línea vertical.

Si la dirección de los rayos es oblicua al plano sobre el cual se escribe, es conveniente acortar la distancia del foco de luz o aumentar su intensidad.

7. Guardando en lo posible las distancias indicadas, conviene colocar el foco de luz en una línea vertical que caiga cerca del centro de la superficie sobre la cual se ha de escribir, o sea en la dirección cenital. Si esto no es posible, debe colocarse la luz a la izquierda y un poco hacia adelante del que escriba, y a unos treinta centímetros de altura con respecto al plano en que se escribe.

De esta manera, el foco de luz quedará a distancia conveniente63 de los ojos del calígrafo para que no le ofenda a la vista.




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II. -De la mesa y del asiento

1. Condiciones de la mesa para escribir. -2. Idem del asiento. -3. Dimensiones y distancias relativas.


1. La mesa y el asiento son medios necesarios para escribir bien, pues el papel sobre el cual se han de producir los signos escritos debe colocarse en un plano resistente; y el que escribe, si ha de tener libertad de movimientos en las extremidades superiores, debe apoyar su cuerpo en un asiento.

Ni la materia, ni la forma, ni el adorno de la mesa son condiciones que pueden influir en el acto de escribir; sólo debe fijarse el calígrafo, respecto a la mesa, en sus dimensiones y en la posición del plano sobre el cual se ha de poner el papel.

De sesenta a sesenta y cinco centímetros de anchura ha de tener la mesa de escribir para un adulto, distancia que aproximadamente viene a ser la del codo del que escribe hasta las extremidades de los dedos, más la mitad.

La distancia de delante a atrás de la mesa no debe ser menor de medio metro; pues aunque realmente no se necesita esta longitud para escribir, es conveniente, a fin de que puedan colocarse sobre la mesa el tintero y otros objetos precisos para dicho ejercicio.

La mayor longitud de estas dimensiones no es obstáculo para la producción de la obra escrita, pero lo es seguramente el tablero, cuyo tamaño sea menor que el indicado.

La altura de la mesa depende de la del asiento, y puede determinarse de la manera siguiente:

Estando sentado el que va a escribir, y con los brazos doblados naturalmente en ángulo recto por el codo y sobre el pecho, el plano64 superior de la mesa estará a la distancia que medie entre el plano del asiento y el codo, más dos o tres centímetros (14 por 100 de la altura del cuerpo).

Conviene advertir, aunque sea innecesario, que la distancia ha de tomarse por la vertical.

Ya se entiende que esta medida ha de variar por las condiciones individuales del que escriba; pero puede calcularse, para un adulto de regular estatura, en treinta o treinta y dos centímetros.

De esta manera, colocándose en buena posición para escribir, la parte inferior del esternón o hueso del pecho quedará siempre a mayor altura que el tablero de la mesa.

El defecto de altura de la mesa obliga al que escribe a doblar el tronco y a inclinarlo demasiado; por el contrario, el exceso de altura despide el tronco hacia atrás y hace que el peso del mismo gravite sobre los codos. En ambos casos se alteran la circulación de la sangre y el sistema nervioso, y es imposible escribir bien.

Además, la postura viciada del tronco puede ocasionar graves defectos orgánicos y enfermedades peligrosas.

La bella escritura se produce lo mismo en un plano horizontal que en uno algo inclinado: la mayor facilidad que algunas personas tienen para escribir de una manera o de otra es solamente efecto de la costumbre. Por esta razón el uso de mesas con tablero en forma de pupitre se recomienda solamente para evitar que los rayos de luz reflejados sobre el papel vaya a parar a los ojos.

La inclinación del plano del pupitre puede ser variable, pero no debe exceder de veinte grados con respecto al plano horizontal.

Cuando por la dirección de la luz no ocurra esto, puede usarse la mesa de tablero común.

Puede haber, además, un listón plano y no inclinado, a fin de que sea posible colocar en él los útiles necesarios para escribir.

Suele ponerse un trozo de piel o bayeta sobre el tablero de la mesa o del pupitre, para procurar alguna blandura debajo del papel; pero esta práctica no es recomendable. El plano donde se escriba ha de ser muy liso, y por esto, lo que más conviene colocar sobre la mesa o el pupitre es un trozo de piel muy fina y muy bien adobada, o una cartera forrada con piel de estas condiciones.

Caso de no usar bandejas de cristal o porcelana u otros objetos para colocar el portaplumas, deberá tener la mesa, para este fin, una ranura o canal en el lado opuesto al del que escribe.

Si el tablero de la mesa es inclinado, se necesita poner en el borde inferior del mismo tablero un junquillo de poca altura, para evitar que se caiga el papel. Igualmente habrá un hueco para el tintero hacia el ángulo superior derecho de la mesa, si el tintero no ha de ser móvil.

Puede llevar también la mesa por su contorno una moldura o barandilla, mas no por la parte que haya de ocupar el calígrafo al escribir. Este pormenor se refiere solamente a la mayor comodidad del que escribe, y no a necesidad alguna de la escritura.

2. Respecto al asiento, debe estudiar el calígrafo la forma y las dimensiones.

El asiento, para que sea cómodo y no ofrezca obstáculos al que escribe, debe ser ligeramente cóncavo, de manera que la profundidad disminuya del centro al contorno. Tampoco debe tener esquinas ni bordes en línea recta, que son ocasionados a contusiones dolorosas.

La distancia del asiento de delante a atrás ha de ser igual, aproximadamente, a la longitud del muslo (20 por 100 de la altura del cuerpo), mas el espacio necesario para la región glútea; y la distancia transversal, con respecto a la citada, no debe ser menor que ésta, si bien su longitud puede aumentarse sin inconveniente alguno.

La altura del asiento debe fijarse con relación al plano en que descansen los pies. Desde este plano al del asiento debe haber una distancia igual, tomada verticalmente, a la longitud que haya desde la rodilla del que escribe hasta la planta del pie (28,5 por 100 de la longitud del cuerpo).

Por tanto, la altura del asiento corresponderá a esta distancia. A ella habrá que añadir la altura de la tarima, barra o banqueta en que los pies se apoyen, dado caso que se usen estos objetos para mayor comodidad del que se ejercita en escribir.

El asiento del calígrafo debe tener respaldo, a fin de procurar algún descanso al tronco del cuerpo, pues las personas que tienen necesidad de escribir mucho llegan a cansarse de estar en una misma postura largo tiempo.

Para que el respaldo sea cómodo y no produzca daño en la columna vertebral, ha de ser, como el asiento, ligeramente cóncavo; no ha de tener esquinas ni remates puntiagudos, y su altura llegará, por lo menos, a la duodécima vértebra dorsal del que haya de escribir, estando éste sentado, o lo que es igual, el respaldo llegará, por lo menos, a la vértebra dorsal que se articula con la última costilla falsa.

Esta altura del respaldo, con relación a un adulto de regular estatura, puede calcularse en treinta y seis o treinta y ocho centímetros, como mínimum.

3. Por último, es necesario conocer la distancia a que el asiento ha de colocarse con relación a la mesa.

Esta distancia puede ser de tres especies, a saber: positiva, negativa y nula.

Las distancias citadas se determinan por las que hay entre las verticales que pasan por los bordes anteriores de la mesa y del asiento, colocadas ambas en un plano perpendicular al de los dos objetos.

Cuando entre ambas verticales hay alguna distancia, por caer la del borde del asiento fuera de la mesa, la distancia se llama positiva; cuando hay alguna distancia entro las referidas verticales, pero la del asiento cae dentro de la base de la mesa, la distancia es negativa; y cuando ambas verticales coinciden, la distancia es nula.

Siempre que la mesa y el asiento tengan las dimensiones ya indicadas, la distancia entre ambos objetos debe ser nula. Para ello se necesita, sin embargo, que el asiento sea móvil, o que, si es fijo, giren la mesa o el asiento, a fin de que el calígrafo pueda sentarse y levantarse fácilmente.




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III. -Del papel

1. Papel. -2. Diversas clases de papel. -3. Condiciones que esta materia debe reunir para los trabajos caligráficos.


1. La escritura se produce generalmente en el papel, y, por tanto, el calígrafo necesita conocer lo que es el papel, las clases de papel que se usan en la actualidad y las condiciones que este producto ha de reunir para el ejercicio caligráfico.

De muchas y variadas substancias se fabrica el papel. Principalmente se fabricaba de trapos, pero escaseando cada día más esta primera materia, se han sustituido los trapos, por necesidad más que por economía, con el cáñamo, el bambú, la corteza de la morera, la palmera de caña, diferentes algas marinas, la paja de arroz y de otros cereales, la paja de muchas legumbres, el esparto, la ortiga común, los tallos de la patata, la malva, la madera, especialmente la de abeto, y otras substancias muy varias y diferentes65; pero el mejor papel es el de trapos de algodón o de hilo, y a él, por tanto, se han de referir las siguientes notas66.

2. El papel para escribir debe ser blanco o ligeramente agarbanzado; de bastante consistencia, para que resista sin romperse los dobleces y la acción del tiempo; suficientemente encolado, para que no se recale67; de bastante cuerpo, para que el escrito no se trasluzca; de igual grueso por todas partes68 y muy liso, para que la pluma se deslice suavemente; pero no conviene que esté muy satinado, para que la tinta se adhiera bien a la superficie del papel.

Para trabajos caligráficos delicados es preferible el papel de algodón al papel de hilo.

La forma de papel más usada y corriente es la de un rectángulo, cuyos lados mayor y menor están en la relación de 5 : 3.

En cuanto al tamaño, el papel destinado a la escritura, debe ser suficiente para el trabajo que se ejecute, advirtiendo que la escasez de papel es de muy mal efecto estético.




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IV. -Pluma, tinta y tintero

1. plumas. -2. Diversas clases de plumas. -3. Condiciones que deben reunir las plumas. -4. Tinta. -5. Diversas clases de tinta y manera de obtenerla. -6. Condiciones que ha de reunir la tinta. -7. El tintero: modelos varios. -8. Condiciones que debe reunir el tintero.


1. La pluma es el instrumento con el cual se producen las letras y demás signos de la escritura: puede decirse que la pluma es el pincel del calígrafo.

También se escribe con yeso, lápiz y otras substancias que pueden dejar huella sobre una superficie lisa; pero tales substancias no son a propósito para la escritura.

2. Hay muchas clases de plumas, que se distinguen por la materia de que están hechas y por el tipo de letra que producen.

Hasta hace pocos años se usaban para escribir las plumas de ganso, cortadas convenientemente; pero han sido substituidas por las plumas metálicas que inventó en Francia un mecánico llamado Arnoux.

Las plumas se diferencian mucho por el tipo de letra que producen; así, la pluma de letra inglesa es muy fina, y una misma sirve para escribir diversos tamaños de letra; la pluma de letra francesa es gruesa, tiene el corte ligeramente oblicuo a la hendidura, y el ancho de sus puntos debe variar según varíe el tamaño de la letra.

La pluma de letra española es también gruesa; su corte es perpendicular a la hendidura, y lo ancho de los puntos debe ser proporcionado al tamaño de la letra.

Por último, hay plumas de latón, de acero y de otras combinaciones metálicas, y pueden fabricarse de substancias varias.

Para la letra cursiva inglesa se usan unas plumas de cristal de forma de un lapicero afilado, por cuya punta corre una ranura helicoidea, que suelta la tinta poco a poco.

Son, sin embargo, superiores a todas estas clases de plumas las metálicas que se construyen de acero.

3. Toda pluma debe estar bien templada, lo cual lo da flexibilidad necesaria para escribir; a este fin, debe estar hendida en la dirección de su longitud, por la parte media del corte, para formar los puntos.

La pluma debe tener además algún hueco en el centro de la pala para que suelte la tinta con más facilidad.

Las plumas nuevas sueltan mal la tinta a causa del aceite que en la fábrica les ponen para evitar la oxidación. Este aceite se quita bien humedeciendo suavemente la pluma.

Aparte de estas condiciones generales, requieren las plumas otras propias, según las letras que han de producir. La pluma para letra española, que es la que debemos estudiar con preferencia, ha de ser gruesa, con el corte perpendicular a la hendidura, como ya se ha dicho; lo anchura de los puntos puede variar, pero conviene que esta dimensión sea igual a la quinta parte de la sección del caído, comprendida entre la línea superior e inferior del renglón. Cuando el corte de la pluma no se ajusta a estas proporciones, la letra que con ella se produce es imperfecta, y singularmente, cuando la pluma no es tal, gruesa como debe ser.

Hay varios cortes de pluma para letra española, numerados desde el 1 al 6, pero son pocos y muy imperfectos los modelos de pluma de mayor anchura que el del número 1.

Conviene fijarse mucho en estas condiciones de la pluma para la letra española, pues no es infrecuente usar la pluma de letra inglesa para escribir la cursiva española, con lo cual muy pronto se vicia el tipo de letra y se destruye la mejor forma de escribir.

También es muy frecuente usar la pluma de letra española para hacer letra francesa o redondilla, y de esto resulta, como no puede menos, un trazo feo. Es necesario tener presente que para producir una obra en buenas condiciones, hay que usar instrumentos a propósito.

Terminado el trabajo caligráfico, debe limpiarse la pluma para impedir su oxidación. Luego debe dejarse en sitio donde no sufra golpes, y de ninguna manera en los limpiaplumas de cerdas, pues si están secos, abren los puntos de la pluma, y si tienen agua, los oxidan.

La pluma metálica se coloca en un portaplumas, objeto del cual hay gran número de modelos. Los mejores, sin embargo, han de tener las siguientes condiciones: pesar poco, ser cilíndrico, tener siete u ocho milímetros de diámetro y carecer de boquilla metálica para evitar el calambre de los escribientes. Los portaplumas de cedro o de almendro son muy recomendables.

4. La tinta es un cuerpo líquido, comúnmente negro, con el cual se señala la huella de la pluma dejando formado el trazo. De manera que la tinta es la substancia con que se trazan las letras y demás signos de la escritura.

En lugar de la tinta se han usado otras materias capaces de dejar huella sobre el papel, pero hasta ahora la tinta ha sido preferida para este uso por muchos conceptos.

5. Hay varias clases de tintas: negra, de color, plateada, dorada, invisible, etc.; pero la tinta por excelencia para escribir es la negra.

Muy bellos efectos se producen combinando hábilmente varios colores en un escrito; pero nada hay tan severo, ni tan elegante, ni tan bello, como el contraste de una tinta muy negra sobre un papel totalmente blanco.

Hasta hace pocos años tenía el calígrafo que fabricar la tinta, operación que no dejaba de ser larga y molesta; pero la industria moderna produce con abundancia tintas ya fabricadas con arreglo a todos los adelantos de la Química.

En la antigua composición de la tinta entraba como ingrediente necesario el agua, y como tal permanecía en la tinta; pero al evaporarse aquel líquido, la tinta cambiaba de condiciones, y no servía para escribir.

Las buenas tintas que hoy se venden fabricadas, son inalterables, aunque estén en contacto con la atmósfera, y presentan siempre el mismo matiz y la misma fluidez.

Puede, por tanto, el calígrafo moderno obtener la tinta haciéndola él mismo, como nuestros antepasados, o adquiriendo la que la industria ofrece.

Hay, además, otra manera de obtener tinta: consiste en diluir en cierta cantidad de agua el polvo de un paquete, que se vende con este objeto; mas conviene advertir que las tintas así producidas no son muy a propósito para trabajos caligráficos, y sólo sirven para escritura común de oficinas, escuelas, etcétera.

Las tintas de anilina que se usan para los sellos se han usado también para escribir; pero hasta la fecha, quizá por defectos de fabricación, no satisfacen las necesidades de la escritura.

6. La tinta, para que sirva al que escribe, ha de ser permanente y fluida. La tinta de mala composición se descolora en poco tiempo y en poco tiempo desaparece, y la tinta muy espesa se adhiere irregularmente al papel, porque no desciende con facilidad de la pluma. Por el contrario, cuando la tinta es muy clara, se suelta de la pluma en grandes cantidades, inutilizando por completo el trabajo caligráfico, a más de que los trazos en este caso tienen muy poca intensidad de color, se distinguen con trabajo y desaparecen pronto.

Las tintas que marcan en el areómetro de Beaumé cinco o seis grados, tienen la densidad necesaria para escribir bien.

La tinta no ha de atacar el papel. Para la mayor parte de los usos caligráficos debe preferirse la tinta negra y se ha de procurar su baratura; pero conviene advertir que las tintas de buena clase son caras, pues no baja su precio de cuatro pesetas litro.

7. El tintero, que es el depósito de la tinta para escribir, puede estar construido de metal de varias clases, de cristal, de porcelana y de otras materias; pero son preferibles los de cristal y porcelana, que no descomponen la tinta y se limpian fácilmente.

8. La forma y adorno de los tinteros varía también mucho; pero son preferibles los de ancha base, para que no se viertan con facilidad; los que permiten mojar cómodamente la pluma, y los que evitan que la tinta se ensucie con substancias extrañas.

Por último, debe tener, por lo menos, la capacidad correspondiente a medio decilitro, para que no haya necesidad de reponer tinta muy a menudo.

Hay tinteros de cristal de base muy ancha y capacidad suficiente, cuya parte superior tiene la forma de una superficie curva cónica invertida, que permite mojar cómodamente la pluma, impide casi del todo la evaporación de la tinta y evita que este líquido se mezcle con substancias extrañas. Además, aunque estos tinteros se caigan boca abajo, no vierten la tinta.

Si la boca del tintero no está dispuesta de la manera indicada, debe tener una tapa que preserve a la tinta de la evaporación y de substancias que la ensucien.

Si el tintero no tiene estabilidad, por su forma o por su peso, debe empotrarse y fijarse en la mesa.

Por último, el tintero estará a la derecha del que escribe y a una distancia del codo derecho igual a la longitud del antebrazo del que se ejercita en escribir.




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V. -De la cuadrícula

1. Cuadrícula o pauta. -2. Pauta para la letra española. -3. Descripción de dicha pauta: nombre de sus líneas, espacios, ángulos y figuras que forma. -4. Dibujo de pautas. -5. Diferencias más notables entre las varias pautas inventadas para letra española.


1. La pauta69 o cuadrícula70, es un dibujo formado por la combinación de un número fijo de líneas paralelas con otro variable, también de paralelas, que cortan perpendicular u oblicuamente a las primeras. Véase la lám. 1.ª

Este dibujo sirve para aprender y enseñar un carácter de letra, porque sobre sus líneas se estudia analíticamente el trazado de todos los signos de la escritura, sin lo cual es difícil adquirir, en condiciones caligráficas, ningún tipo de letra manuscrita.

2. La pauta de letra española consta de varias líneas, que se pueden clasificar en principales y accesorias.

Las principales son cinco líneas paralelas, llamadas horizontales, y un número indeterminado de líneas, también paralelas, que cortan perpendicular u oblicuamente a las primeras, y se llaman caídos.

Las líneas accesorias son cuatro rectas, paralelas a las primeras horizontales, y una oblicua de inclinación determinada.

Las líneas principales, llamadas impropiamente horizontales, son las siguientes: superior de los palos o línea de los palos altos (ab, lámina citada)71; línea superior del renglón (ej); línea de división (ij); línea inferior del renglón (llm), y línea inferior de los palos o línea de los palos bajos (op).

Las líneas horizontales citadas, excepto la de división, están las cuatro a la misma distancia; la de división (ij) separa en dos partes iguales el espacio comprendido entre la superior (ef) o inferior (llm) del renglón.

Las líneas accesorias horizontales son cuatro, llamadas (cd), línea de las curvas altas (gh), líneas de las curvas bajas (kl) y línea del espacio bajo ().

Además, hay otra línea accesoria oblicua (ot) llamada línea guía, la cual corta a las horizontales con una inclinación que corresponde a la diagonal mayor de cualquier rombo de la cuadrícula72.

La línea del espacio alto (ed) es equidistante de la superior de los palos (ab) y de la superior del renglón (ef); lo mismo ocurre con la del espacio bajo () respecto de la del inferior del renglón (llm) y la inferior de los palos (op).

La línea de las curvas altas (gh) separa la novena parte del espacio limitado por las líneas superior (ef) e inferior (llm) del renglón, y el mismo espacio separa la línea de las curvas bajas (kl).

Cuadrículas

Las líneas transversales se llaman caídos: son paralelas equidistantes, tanto en la pauta de letra vertical como en la de letra inclinada, pero son perpendiculares en la primera y oblicuas en la segunda. La inclinación de los caídos oblicuos en la pauta de letra inclinada puede ser de 30º con respecto a la perpendicular de las horizontales.

La distancia entre caído y caído es igual a la mitad de la parte de éste comprendida entre las líneas superior e inferior del renglón.

3. Todas estas líneas limitan el espacio de varias maneras, y forman ángulos y figuras que tienen denominaciones propias.

Se llama alto el espacio comprendido entre la línea superior de los palos (ab) y la superior del renglón (ef), y se llama bajo el espacio limitado por la línea inferior del renglón (llm) y la inferior de los palos (op).

El espacio que limitan las líneas superior (ef) e inferior (llm) del renglón se llama caja.

Cualquier caído (sz) forma con las líneas horizontales cuatro ángulos, excepto con la superior y la inferior de los palos, que forma dos. Estos ángulos toman el nombre de la línea horizontal con que se forman, y de su posición con respecto a la horizontal y al caído. Así, un ángulo se llama superior de la izquierda de la línea del espacio bajo; otro, superior de la derecha de la línea del espacio bajo; otro, inferior de la izquierda de la línea del espacio bajo, y otro, inferior de la derecha de la línea del espacio bajo.

De manera semejante se nombran todos los demás ángulos que un caído forma con las líneas horizontales de la cuadrícula.

Dos caídos próximos forman con las líneas dichas horizontales (hecha excepción de las líneas de las curvas), seis cuadrados, que reciben los nombres correspondientes al espacio que ocupan y a la situación que tienen con respecto a las líneas que los constituyen. Así, en la pauta para la letra vertical, se dirá: cuadrado superior y cuadrado inferior del espacio alto; cuadrado superior o inferior de la caja, y cuadrado superior e inferior del espacio bajo.

En la pauta para letra inclinada, las figuras son rombos, que llevan los mismos calificativos que los cuadrados de la pauta para letra vertical.

4. Para dibujar una pauta se trazan siete líneas equidistantes (ab, cd, ef, ij, llm, y op) que correspondan a las horizontales ya conocidas, excepto las de las curvas, dándoles la longitud que haya de tener el renglón; y se determina esta longitud en ambos extremos mediante líneas perpendiculares (ao y bp) que corten a todas las demás líneas ya trazadas; se divide en nueve partes iguales la parte (ell) correspondiente a la caja en una de dichas líneas perpendiculares (ao), y por los dos puntos de división (g y k) más próximos a las líneas superior (ef) o inferior (llm) del renglón, se trazan a ellas dos paralelas (gh y kl) de igual longitud que las demás horizontales, y las nuevas líneas serán la de la curva alta (gh) y la de la curva baja (kl).

La construcción hasta aquí es igual para la pauta de letra vertical y para la inclinada, pero el trazado de los caídos y de la línea guía tiene reglas diferentes.

Los caídos (qu, xr y zs) en la pauta de letra vertical, deben ser líneas perpendiculares a las horizontales (y por tanto, paralelas entre sí) que disten unas de otras la mitad (ie) de la parte de caído comprendida entre las líneas superior (ef) o inferior (llm) del renglón.

Los caídos (o qu, xr y zs) en la pauta de letra inclinada, deben formar con la perpendicular un ángulo de 30º73, distando unos de otros la mitad (ig) de la parte de caído comprendida entre las líneas superior (ef) e inferior (llm) del renglón.

La línea guía (ot) debe seguir la dirección de la diagonal trazada de izquierda a derecha, en los cuadrados de la pauta para letra vertical, o en los rombos de la pauta para letra inclinada.

De igual modo que se dibuja un región de la pauta, pueden dibujarse todos los que sean necesarios.

Entre las pautas modernas se observan algunas diferencias que conviene notar. Las mayores nacen, como se ha visto, de tener los caídos perpendiculares u oblicuos a las líneas horizontales. Además, algunas pautas modernas se diferencian por el número de líneas, la inclinación de los caídos y otros pormenores de escasa importancia. La pauta de Iturzaeta no tiene sino las líneas principales; la inclinación de los caídos es de 28º, y la distancia entre caído y caído es igual a la mitad de la altura de la caja, tomada por la línea perpendicular (ell, pauta de letra inclinada).

La pauta de Alverá tiene todas las líneas principales y accesorias; la inclinación de los caídos corresponde a la oblicua de 32º de inclinación, y la distancia entre caído y caído es igual a la mitad de la altura de la caja, tomada por la oblicua (o qu, pauta de letra inclinada), de la citada inclinación.

La pauta de Iturzaeta es, por tanto, menos inclinada que la de Alverá, y en aquella los caídos están más próximos que en ésta, pues la perpendicular es siempre menor que la oblicua. De todo esto resulta que la letra de Iturzaeta es menos inclinada y menos suelta que la de Alverá.

Los demás calígrafos modernos han seguido a Iturzaeta o Alverá en la formación de la pauta; la inclinada de este libro tiene líneas principales y accesorias como la de Alverá, para facilitar el análisis de la letra; la inclinación del caído es de 30º, pues la inclinación de la pauta de Alverá es algo exagerada, y la distancia entre caído y caído corresponde a la mitad de la altura de la caja para que la letra sea menos apretada que la de Iturzaeta.

Estas modificaciones, aunque no se refieren a la esencia de la pauta, son convenientes para mayor facilidad de la ejecución caligráfica y para la mayor belleza de la letra.




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VI. -Otros instrumentos necesarios para escribir bien

1. Falsillas. -2. Lapiceros, reglas, cartabones, etc. -3. Cisqueros, estarcidos, etc. -4. Papel secante y arenilla.


1. Aparte de los instrumentos ya estudiados en los artículos precedentes, necesita el calígrafo otros varios, de los cuales se hacen a continuación algunas indicaciones.

Las falsillas son dibujos de líneas paralelas equidistantes que, colocadas debajo del papel, marcan, cuando este producto es algo traslúcido, la dirección de los renglones. Generalmente las falsillas no tienen otro uso; pero pueden indicar a la vez la altura de la letra, dando a las líneas el grueso necesario para escribir luego, no sobre la línea que marcan, sino dentro de su anchura, la cual corresponderá, si es bastante gruesa, a la altura de la caja.

2. Cuando el trabajo caligráfico ha de ser muy esmerado, es necesario distribuir exactamente el espacio, y para ello se trazan líneas de lápiz con el auxilio de instrumentos de dibujo, como reglas, cartabones, escuadras, compases, semicírculos graduados, etc.

La industria moderna produce gran variedad de lapiceros; pero los mejores para dibujar son los que tienen la mina de lápiz negro y están colocados en el eje de un cilindro o de un prisma hexagonal de madera. Los lapiceros suelen tener su dureza graduada por números: los del 3 o 4 de Fáber son buenos para dibujar; pero aún son mejores los llamados «KOH-I-NOOR», muy usados por los grabadores para dibujar sobre las piedras litográficas.

Las reglas, cartabones y escuadras deben estar bien construidas: para averiguarlo, se comprueban viendo si sus lados coinciden o no con la plantilla de metal que suele haber en los comercios donde se venden estos objetos. También se puede hacer la confrontación con otros instrumentos iguales, ya experimentados como buenos.

Análogas observaciones cabe hacer respecto a los compases y semicírculos graduados.

3. No siempre conviene preparar el trabajo caligráfico con líneas de lápiz, pues si hay necesidad de borrarlas puede perder el trazado alguna de sus buenas cualidades. Para evitar estos inconvenientes se usan los cisqueros y estarcidos.

El cisquero es un dibujo hecho sobre papel, pasado luego con picaduras de aguja por todos sus puntos y líneas. Después se pasa por el reverso del papel agujereado la piedra pómez para gastar la rebaba, y quedará hecho el cisquero, que se usa de la manera siguiente:

Se ponen en una mazorca o muñeca carbón y añil finamente molidos, se pasa esta muñeca sobre el cisquero, que estará ya colocado sobre el papel en que se ha de ejecutar el trabajo caligráfico, y el dibujo del cisquero quedará reproducido en la superficie sobre la cual se colocó. Este efecto se llama estarcido. Para borrar las huellas del lápiz y los puntos del estarcido, se usan gomas, preparadas para este fin por la industria; pero su uso es peligroso, porque suelen destruir el contorno del trazado y borrar algunas partes de la letra.

Es preferible, para borrar el lápiz y el estarcido, la miga de pan, y mejor aún la raspadura74de guante blanco.

Cuando el papel es muy satinado la tinta no se adhiere bien a él, y los trazos se producen imperfectamente: para evitarlo se usa una muñequita con grasilla, que es resina pulverizada75. Conviene advertir que se estropea fácilmente el trazado, si después de haber usado la grasilla se intenta borrar el lápiz o el estarcido, pues se adhieren a la goma o sustancia que se emplea para borrar algunas partículas de tinta que dejan puntos blancos en el trazado.

En escritos poco esmerados se puede quitar alguna ligera imperfección raspando el trazado mal hecho. Para esto se necesita un cortaplumas de acero, bien afilado, y un cristal plano, para colocar sobre él lo que se ha de raspar. Si hay que escribir sobre lo raspado, es necesario dar antes grasilla en el mismo sitio, para que no se corra la tinta. Por último, debe satinarse un poco la parte raspada con una pieza fina de marfil, hecha a propósito, o con un colmillo, también afinado, de jabalí.

Para evitar las manchas de tinta en los dedos, se pueden usar unas gomas construidas ex profeso, llamadas guardadedos o salvatintas. Consisten en un cilindro hueco de goma, al cual se adhiere un cuadradito perforado (también de goma) en sentido perpendicular al eje del cilindro hueco. Este cilindro se ajusta a la boquilla o canutillo de la pluma, y el cuadradito de goma queda separando los dedos (a los cuales toca) de la parte mojada de la pluma.

4. Es muy frecuente, para secar un escrito, el uso de la arenilla o polvos de escribir, así como el de papel secante en hojas planas o colocadas en un rodillo.

La arenilla quita al trazado parte de la tinta y la descolora; además, deja la superficie del papel muy desigual para escribir por el lado opuesto y destruye la encuadernación de los libros en que se usa.

El papel secante, si no está usado, absorbe la tinta y descolora el trazado; y si tiene algo de grasa, lo extiende y emborrona.

En los trabajos caligráficos no debe usarse, por tanto, ni el papel secante, ni la arenilla.

Lo mejor es esperar a que el escrito se seque naturalmente.






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Capítulo III

Cualidades del calígrafo



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I. -Cualidades naturales

1. Buena vista y buen pulso. -2. Imaginación viva y fecunda y memoria feliz. -3. Claro entendimiento, buen gusto y facilidad para imitar buenos modelos. -4. Talento: genio.-Inspiración.


1. La Caligrafía es una bella arte; luego el calígrafo debe reunir las condiciones comunes a todo artista; y como ser inteligente, capaz de producir la belleza, ha de tener vocación, aptitud natural para el ejercicio del arte a que se dedica, y educación de esta misma aptitud76.

Siendo la Caligrafía, como es, arte óptica o de la vista, y además arte de la palabra, necesitará el calígrafo las mismas cualidades que han de reunir los que se dediquen al cultivo de las artes plásticas y las que son propias de los artistas de la palabra. Además, necesitará alguna cualidad especial, propia y peculiar, para el ejercicio de la Caligrafía.

En dos grupos podemos considerar divididas las cualidades del calígrafo, a saber: naturales o recibidas de Dios, y adquiridas o procuradas por el mismo artista.

Las naturales pueden referirse a las potencias de orden sensitivo, a las del intelectivo y aun a las del apetitivo.

La Caligrafía es una arte plástica; sus efectos se han de percibir necesariamente por el sentido de la vista; luego el ejercicio de este sentido es indispensable para escribir con belleza. Ahora bien; el trazado caligráfico tiene partes muy finas y delicadas, y no basta para percibirlas una vista cualquiera, sino la vista adiestrada.

La obra caligráfica, como ya se ha visto, se produce con la mano: luego la intervención del pulso en el acto de escribir es inevitable; pero no basta para este ejercicio un pulso cualquiera tosco y poco fino; se necesita, por el contrario, un pulso seguro y delicado, especialmente en los pulpejos de los dedos, pues la producción caligráfica exige mover la mano en muchas direcciones, con rapidez y soltura y con tacto exquisito, que solamente puede emplear el que posea buen pulso.

2. El calígrafo necesita, a más de la vista y del tacto en la mano, buena imaginación para poder imitar y crear, y buena memoria para recordar los modelos dignos de ser imitados, las reglas del Arte, la forma de las letras y otras particularidades de este ejercicio.

3. Necesita además el calígrafo buen entendimiento, claro juicio y recta razón, para comprender el valor y significación de los signos, para corregir y ordenar las concepciones de la imaginación y para dar a la producción el carácter racional, el sello artístico que debe tener.

Necesita también el calígrafo ejercitar no poco la paciencia, pues los trabajos de Caligrafía son muy entretenidos y molestos.

Ha de añadir a estas buenas cualidades el artista de la Escritura, buen gusto, compleja facultad del espíritu que permite distinguir lo bello de lo deforme y apetecer las obras que reúnan buenas condiciones estéticas.

En el ejercicio de todas las artes, y lo mismo ocurre con la Caligrafía, la imitación es la base de la enseñanza; luego el calígrafo debe tener la facilidad de imitar los grandes modelos de la bella escritura, y especialmente los de la letra española.

4. Del talento, que es el conjunto de buenas cualidades espirituales de una persona, necesita todo artista, y por tanto, el calígrafo, para producir la obra bella capaz de interesar a un público.

El genio es el talento en grado eminente o extraordinario. Conviene que el calígrafo sea un genio, pero esto no se puede exigir a todos, porque los genios escasean; bastará, pues, con que sea hombre de talento.

Por último, el calígrafo ha de ser capaz de inspirarse, esto es, de que sus facultades se exciten y entren en feliz actividad para producir en poco tiempo y con frecuencia creaciones artísticas dignas de tal nombre.




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II. -Cualidades adquiridas

1. Educación: facultades o potencias que debe tener mejor educadas el calígrafo, y medios de conseguirlo. -2. Instrucción: cultura general y especial: conocimientos técnicos. -3. Destreza artística.


1. -Las cualidades adquiridas del calígrafo pueden reducirse a dos: educación e instrucción.

En efecto, el calígrafo debe tener educadas sus facultades naturales para que adquieran mayor perfección; pues las potencias del hombre, en su estado natural y primitivo, son ineptas para el ejercicio de las artes, y por tanto, para el de la Caligrafía. Para esta educación ha de cultivar particularmente la vista, el pulso o el tacto de la mano, la imaginación, la memoria, el entendimiento, el buen gusto y, en fin, todas las potencias que intervengan en la producción escrita.

En el capítulo tercero de los Preliminares se han hecho las indicaciones referentes a la educación de la vista y del pulso, por lo cual no se han de repetir aquí; pero debe tratarse en este punto la manera más conveniente de educar las otras facultades que han sido enumeradas.

La imaginación se educa en la contemplación de la naturaleza y de las obras artísticas visitando museos y monumentos, leyendo obras literarias, oyendo música selecta y lecturas estéticas, y ejercitándose en las bellas artes; la misma Caligrafía sirve para este fin. El uso de los medios indicados desenvuelve y perfecciona también el entendimiento, el buen gusto, la memoria y otras potencias del espíritu.

Puede atenderse particularmente a la educación de la memoria sensitiva con el estudio de los idiomas, el de la Geografía, el de la Historia en sus diversos aspectos y el de la recitación de obras literarias escogidas.

Para educar el entendimiento nada más a propósito que el estudio de la Filosofía, de las Matemáticas y, en general, todo estudio científico. También es medio muy eficaz de educación intelectual, y muy conveniente para el calígrafo, el estudio de los idiomas, ejercicio que cultiva además, como ya queda indicado, otros órdenes de facultades.

Imitando los buenos modelos, conseguirá el calígrafo desenvolver y perfeccionar todas las facultades que ha de ejercitar en la producción de la obra escrita, y si a esta perfección añade el conocimiento reflexivo de las reglas del Arte, merecerá el dictado honroso de artista de talento.

2. El artista, además de educado, debe ser instruido.

El calígrafo ha de tener, por lo menos, la cultura general de toda persona civilizada, y ha de conocer, siquiera sea elemental mente, las ciencias y artes relacionadas con la escritura; debe tener conocimientos especiales referentes a las artes que más se relacionan con la Escritura, que son las artes plásticas y las artes de la palabra, y poseer con cierta perfección la Lectura y el Dibujo.

El calígrafo debe adquirir, además, con la mayor extensión posible, los conocimientos técnicos propios del ARTE DE LA ESCRITURA, para lo cual estudiará los autores más célebres en esta materia.

3. Por último, el calígrafo, para merecer tal nombre, debe dominar el instrumento que usa; ha de adquirir, por tanto, soltura y seguridad en el manejo de la pluma, para lo cual necesita hacer muchos y adecuados ejercicios durante no poco tiempo.

Cuando el que escribe tenga las condiciones naturales enumeradas, cuando las haya educado convenientemente y cuando su instrucción llegue al límite, habrá conseguido la habilidad técnica o destreza artística necesaria para producir obras escritas capaces de agradar, y merecerá en justicia el nombre de calígrafo.






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Capítulo IV

De la obra escrita como producción gráfica



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I. -Trazos

a. - De los trazos en general. 1. ¿Qué es un trazo? -2. Importancia del estudio de los trazos y condiciones en que debe hacerse. -3. Clasificación de los trazos que entran en la formación de la letra española.


1. Entiéndese por trazo la huella de tinta que deja la pluma, hábilmente manejada, en contacto con el papel. Una señal o rasguño de dicho instrumento no es un trazo: los trazos son efectos artísticos de la pluma.

Los tipos varios de letra indicados en el capítulo primero se distinguen precisamente por el número y clase de los trazos que usan. Es, por tanto, el estudio de los trazos de un tipo de letra el estudio del fundamento y la determinación de lo esencial en un carácter de escritura.

Para proceder con acierto en el estudio de los trazos, es necesario considerar que todo trazo, por pequeño que sea, tiene forma y dimensiones, y que, por tanto, su formación puede explicarse geométricamente. No hay, ni debe haber, en ningún tipo de letra, trazos ni signos irregulares, puesto que todos han de estar, en su formación, sometidos a una regla, y todos tienen, además, un fundamento geométrico. La irregularidad atribuida a algunas letras no está en su trazado, sino en la imperfección del estudio del asunto.

En este capítulo se estudiarán todos los trazos clasificados de la letra española, y en todos se razonará su formación.

Por último, conviene advertir que el estudio de los trazos debe hacerse para mayor facilidad en una pauta de tamaño mayor que el ordinario, como las que aparecen dibujadas en la primera lámina.

Los trazos se clasifican principalmente por su dirección en rectos, curvos y mixtos.

También se clasifican por razón de los signos que forman, en trazos de letras minúsculas, de mayúsculas, de signos de puntuación y de guarismos arábigos; pero esta clasificación no es aceptable porque muchos trazos son comunes a los diferentes signos de la escritura.



b. - Trazos rectos. 1. Observaciones sobre el número de trazos rectos. -2. Estudio de los que entran en la formación de la letra española. -3. Anchura relativa de estos trazos. -4. Signos de la Escritura de que forman parte.


1. Durante muchos años, tanto los calígrafos italianos como los españoles, sostuvieron que todos los caracteres de letra que hay o puede haber, se componen solamente de tres trazos: sutil o perfil77, grueso78 y regular79o mediano80; pero el célebre calígrafo holandés Vande Velde añadió a estos trazos el horizontal, que si bien es de menos uso que los anteriores, no deja de formar parte de algunos signos de la escritura.

No es necesario advertir que no bastan los cuatro trazos dichos para formar un tipo de letra; y que si tal afirmación han hecho los calígrafos antiguos, sin exceptuar al insigne Torío, no fue hecha con exactitud, pues basta un ligero estudio de cualquier tipo de letra, para convencerse de que, a más de los trazos rectos ya nombrados, son indispensables varios trazos curvos para la formación de toda letra manuscrita.

Trazos

Los trazos rectos solamente pueden ser considerados como bastantes para la formación de un tipo, en el sentido de que la posición de pluma para producirlos sea la misma que para comenzar a producir cualquier trazo curvo.

2. Todos los trazos rectos se pueden producir dentro de un cuadrado en la pauta de letra vertical o en un rombo en la de letra inclinada; pero conviene fijarse en el (abcd, lám. 2.ª) que forman la línea superior (ad) e inferior (bc) del renglón y dos caídos (ab y cd), que tengan otro intermedio (ef). Así, es muy fácil describir y explicar la formación de los trazos rectos propios de la letra española.

El trazo sutil o perfil (bd) se produce corriendo la pluma a lo largo de la diagonal (bd), que va de izquierda a derecha y de abajo arriba81.

Para fijar con claridad la significación de las palabras de esta regla y de las siguientes, conviene advertir que al hacer un trazo, se supone la pluma bien colocada, esto es, de manera que la línea de puntos coincida con la línea guía (bd), la cual ha de ser precisamente dicha diagonal.

Entiéndase, además, que el punto a que se refieren los movimientos de la pluma es el de intersección de su hendidura con su corte. Así, al decir que la pluma se corre «a lo largo de un caído», se sobrentiende que es dicho punto de la pluma el que sigue tal dirección. El perfil o trazo sutil recto se usa muy poco en la letra española, aunque otra cosa parezca, pues el trazo final de muchas letras como la u y el principio de algunos trazos como los de la m, se forman con un perfil, pero es curvo.

En la z y en algunos enlaces se hace uso de un trazo fino (eb) cuya anchura varía según el tamaño de la letra: este trazo pudiera llamarse semiperfil, y se produce moviendo la pluma en la dirección de la diagonal del paralelogramo (ab fe), que forman dos caídos contiguos (ab y ej) con las líneas superior (ad) e inferior (bc) del renglón, o con otras dos que estén a la distancia de éstas.

El trazo grueso o mayor (ac) se forma moviendo la pluma en sentido perpendicular (ac) al perfil (bd), esto es, corriendo la pluma en el sentido de la otra diagonal (ac)82.

El trazo regular o mediano (ef) se produce corriendo la pluma a lo largo de un caído (ef), así como el horizontal (rs) se obtiene corriéndola a través de los caídos en la dirección de una línea horizontal de la pauta.

3. Los trazos explicados requieren algunas observaciones sobre su tamaño o magnitud.

Respecto a la longitud de estos trazos, nada puede afirmarse concretamente porque varía mucho aun dentro del mismo tipo y del mismo tamaño de letra. La anchura de los trazos, por el contrario, se presta a interesante estudio.

El trazo perfil o sutil es siempre igualmente fino, sea cualquiera el tamaño de la letra que se haga.

El trazo grueso es siempre el de mayor anchura; pero el trazo mediano es siempre menos ancho que el grueso o mayor. La anchura de ambos trazos varía con la inclinación de la letra y con la posición de la pluma; pero estas variaciones se hacen más notables en el trazo horizontal que puede ser igual, mayor o menor que el mediano, según sea la inclinación y anchura de los caídos y la posición de la pluma en el acto de escribir.

Dando a los caídos la inclinación de treinta grados, y colocándolos a la distancia de la mitad de la caja, el trazo horizontal es necesariamente igual en anchura al regular o mediano.

En este caso el trazo horizontal es el mismo regular o mediano en distinta posición.

En la pauta de Alverá el trazo horizontal es más ancho que el regular o mediano; en la de Iturzaeta también lo es, y en una pauta de caídos sin inclinación, el trazo horizontal ha de ser necesariamente igual en anchura al regular o mediano.

En los cambios de dirección de la pluma el trazo horizontal resulta de más anchura cuanto más se acerca la pluma a la perpendicular; y viceversa, va perdiendo su grueso a medida que la dirección de los puntos de la pluma se va acercando a la de una línea horizontal.

El trazo mediano disminuye o aumenta de grueso, según que se acerca o se aleja de la dirección correspondiente a la línea guía.

4. El trazo recular o mediano es de uso muy frecuente, pues forma parte de las siguientes letras minúsculas:

a, b, c, ch, d, e, f, g, h, i, j, k, l, m, n, ñ, p, qu, r, rr, s, t, u, x83, y

esto es, de todas (más o menos), excepto de la o, v y z.

Se usa también el trazo regular o mediano en las siguientes letras mayúsculas:

A, B, C, Ch, D, F, G, H, I, J, K, L, Ll, M, P, Qu, R, S, Y, y Z.

Por último, forma parte del de la cifra 4 de la numeración arábiga y del signo de admiración.

El trazo grueso forma el punto de la i y de la j minúsculas, y el trazo final de la k minúscula y de la K mayúscula.

También forma parte de la v minúscula y de la N y de la V mayúsculas, así como de la R de esta clase.

Del trazo grueso se forman igualmente el punto, los dos puntos, los puntos suspensivos, la crema o diéresis, y este trazo entra asimismo en la formación de la coma, punto y coma y en los signos de interrogación y admiración.

El trazo horizontal en la t y f minúsculas, en la A y T mayúsculas, en el guión y guiones y en la cifra 4 de la numeración arábiga.

Finalmente, el trazo sutil o perfil recto se halla en algunos enlaces como el del g y h, j y k, y y z minúsculas: en la qu y en la z, también minúsculas, en la A, M, N, H84 y Z, mayúsculas; en el 1 y en el 5.

Como se ve, el trazo recto de más uso es el regular o mediano.



c. - Trazos curvos. 1. Trazos curvos que entran en la formación de la letra española. -2. Elipse mayor. -3. Elipse menor. -4. Elipse media. -5. Elipse infrecuente. -6. Trazos característicos de la letra española y nombres técnicos que reciben. -7. Curvas de ligazón. -8. Otros trazos curvos.


1. Los trazos curvos en la letra española son más que los rectos, lo cual da a este carácter de letra muchas condiciones de belleza.

Los trazos curvos de la letra española tienen todos la forma de una elipse o la de una sección de esta figura85. Los más importantes son: la elipse mayor, la elipse menor y la elipse media.

2. Elipse mayor (lám. 3.ª). -Los puntos medios de este trazo, en toda su longitud, forman una elipse completa tangente a los lados de un paralelogramo86(ancm), que se forma de dos caídos (am y nc) no seguidos, sino con otro (rx) en medio; de una línea (mc) que equidista de la inferior del renglón y de la línea de las curvas bajas, y de otra línea (an) que dista de la línea de los palos altos tanto como la última citada (mc) dista de la línea de las curvas bajas.

Dicha línea curva corresponde a los puntos que recorre la hendidura de la pluma al producir el trazo.

El diámetro mayor (uz) de dicha elipse pasa por el punto (o) en que el caído intermedio (rx) corta a la línea superior del renglón, y prolongado suficientemente, forma con dicho caído intermedio (rx) dos ángulos opuestos por el vértice (rof y dox) cuyos lados cortan una sexta parte de los lados menores (an y mc) del paralelogramo (ancm) circunscripto a la elipse.

Los focos (s y s') se encuentran, de los extremos (u y z) del diámetro mayor (uz), a la distancia de una vigésima parte de esta línea s'z = us).

Dicha elipse toca en los caídos en la línea de las curvas altas, y sus puntos de tangencia con los lados menores del paralelogramo se determinan por la intersección de éstos con el caído intermedio.

Los contornos del trazo, delineados por los extremos de los puntos de la pluma, forman otras dos elipses iguales a la ya explicada y secantes con ella en los puntos en que la diagonal ac del paralelogramo ancm corta al trazo.

Una de dichas elipses, la superior, es tangente con la línea de los palos altos en el punto en que ésta se encuentra con el caído intermedio (rx); y la otra, la inferior, es tangente de igual modo con la línea inferior del renglón en el punto en que ésta corta a dicho caído.

Trazos curvos

La elipse mayor, por esta causa, puede considerarse dividida en dos partes iguales y simétricamente colocadas (fed y fgd), separadas por el diámetro mayor (df). Análogo efecto produce la diagonal ac del paralelogramo (ancm), la cual divide a la elipse en dos partes iguales y también simétricas (edg = gfe).

Resulta de lo dicho, que la elipse mayor puede considerarse dividida por el diámetro mayor y la diagonal ac en cuatro partes iguales dos a dos y simétricamente colocadas (ef = dg y fg = ed).

Por último, es de mucha importancia fijarse en que la elipse mayor, por los puntos de intersección (d y f) con el diámetro mayor, tiene el ancho correspondiente al trazo grueso, el cual, por el movimiento (elíptico) de la pluma, pasa gradual, pero rápidamente, hasta el perfil curvo en los puntos (e y g) en que lo corta la diagonal ac del paralelogramo (ancm), produciendo un número infinito de trazos rectos yustapuestos, cada vez más estrechos, cuya agregación da el trazo curvo que ahora se estudia.

Este efecto, uno de los más bellos de la letra española, es cuádruple, pues se obtiene en dos sentidos, a partir de los dos extremos del diámetro mayor, y consiste en dos nimbos curvos unidos por perfiles también curvos.

La elipse mayor se forma en el espacio alto y en la caja, comenzando en el punto de perfil superior correspondiente a la diagonal ac, moviendo la pluma hacia la línea inferior del renglón, y no levantándola hasta llegar al mismo sitio en que se comenzó el trazado.

El punto izquierdo de la pluma sale algo del paralelogramo al bajar por la mitad del lado mayor; toca el extremo de dicho punto en la intersección de la línea inferior del renglón con el caído intermedio; al subir la pluma se sale también algo el punto derecho por la mitad del lado mayor del paralelogramo, y antes de llegar al punto de partida toca el mismo extremo del punto derecho en la intersección del caído medio con la línea de los palos altos.

Inútil parece añadir que en el trazo estudiado no hay parte alguna recta.

Este trazo forma la O mayúscula, casi toda la U y parte de la V, también mayúsculas.

3. Elipse menor (lám. 3.ª). -Esta curva es semejante a la anterior; sus diámetros son una mitad más pequeños que los de la mayor, y su área será, por tanto, la cuarta parte del área limitada por dicha curva. Esta curva ocupa un paralelogramo87 formado por dos caídos con las líneas superior e inferior del renglón. Dicho paralelogramo cabe exactamente cuatro veces en el que ocupa la mayor.

El análisis de esta curva es el mismo de la otra, sin más diferencia que la de que sus líneas y distancias son siempre mitades de las líneas y distancias estudiadas en la mayor.

La elipse menor es tangente a la línea superior o inferior del renglón, sale algo, muy poco, de los caídos, y tiene la misma forma, consta de las mismas partes y se produce en la caja de la cuadrícula de igual manera que la mayor se produce en la caja y en el espacio alto. Sus secciones van indicadas en la figura correspondiente, en la lámina 3.ª, junto a la elipse mayor.

Dicho trazo forma la o minúscula y el cero, y algo la parte superior de la E mayúscula.

4. Elipse media (lám. 4.ª). -Esta curva se produce en el espacio alto, siendo tangente a dos caídos (cdo y ), que tienen otros dos intermedios (rs y tx), y lo es también a la línea de los palos altos y a la superior del renglón.

Los diámetros de esta curva son diferentes de los de la total mayor; pero su análisis y el estudio son muy parecidos al de la elipse.

Este trazo, ligeramente modificado, forma parte de la B, D, C, Ch, E, G, J, L, Ll, P, R, S y U88.

5. Elipse infrecuente (lám. 4 ª). -Además de los tres trazos elípticos explicados, conviene estudiar otro, que puede llamarse infrecuente, por el poco uso que de él se hace, pues sólo entra en el final de la B y en el de las cifras 3 y 5.

La elipse infrecuente se produce entro dos caídos (ab y cd) con uno intermedio (ef) por la línea inferior del renglón y por una paralela (gh) a las horizontales que equidista de la línea del espacio alto y de la línea superior del renglón. Se diferencia de la mayor en que gran parte de la elipse media se produce en la caja de la cuadrícula, y sólo una parte pequeña ocupa algo del espacio alto.

Además, la altura del paralelogramo en que este trazo se forma, es menor (en tres cuartas partes de lo ancho del espacio alto) que la altura de la elipse mayor.

El análisis de este trazo y su producción son semejantes al análisis y producción de la elipse mayor89.

6. Aunque una vez estudiados los trazos elípticos de letra española quedan también estudiados todos sus trazos curvos, conviene conocer los nombres particulares de algunos trazos compuestos de dos curvos, que entran a menudo en la formación de los signos de nuestra escritura nacional.

Importa sobre todo estudiar los trazos que pueden considerarse como característicos de la letra española, a saber: el perfil curvo, la curva baja y la curva alta.

El perfil curvo es una parte de la elipse total mayor (lám. 3.ª), cuyo punto medio está cortado por la diagonal (ac) del paralelogramo (ancm). Hay dos trazos de esta clase en cada curva elíptica, y este perfil no es tan fino, ni puede serlo, como el perfil recto ya explicado. Este trazo entra en todos los signos escritos que se forman con cualquiera de las curvas elípticas, especialmente al principio de las curvas altas y al final de las curvas bajas.

La curva baja es la sección inferior (dg) de la elipse mayor (lám. 3ª). Termina con la mitad del perfil curvo90, y se hace en la misma forma y posición que la elipse mayor, colocando la hendidura de la pluma en el punto de intersección de un caído (ab) con la línea de las curvas bajas91. Esta traslación hace que la curva baja, con el perfil que la continúa, termine próximamente en el vértice del ángulo inferior izquierdo formado por la línea división con el caído inmediato al del principio (Véase la lám. 4.ª, núm. 1).

Trazos curvos

Esta curva entra tres veces en la formación de la qu minúscula, y otras tantas en el de la Qu mayúscula, dos veces, en la a, ch, d, ll y u minúsculas; una en la b, c, e, g, h, i, k, l, m, n, ñ, p, t, x, y y z, también minúsculas; una vez en la Ch, G, K, R, Y y Z, y en el 2 de la numeración arábiga.

Basta decir esto, para entender que la curva baja es un trazo de los más importantes de la letra española.

La curva alta es la sección superior (ef) de la elipse mayor (lám. 3.ª). Su posición es simétrica a la de la curva baja; comienza en el ángulo superior derecho de la línea de división y termina cuando la hendidura de la pluma llega al punto en que el caído inmediato de la derecha corta a la línea de las curvas altas92. (Véase la lám. 4.ª, núm. 2.)

Esta curva entra dos veces en la m, ñ y rr, minúsculas; una en la a, c, d, g, h, k, n, p, qu, r, x y z, minúsculas también, y una sola vez igualmente en la F, Qu, Y y Z, mayúsculas, y en el 2 de la numeración arábiga. Es, por tanto, esta curva de uso muy frecuente en nuestro carácter de letra.

Algunos autores de Caligrafía citan la curva vuelta, pero esta curva no se diferencia de la curva alta, como puede verse en las obras de los grandes calígrafos españoles.

7. Las curvas de ligazón tienen cinco variedades, dependientes de las dimensiones y posición de cada trazo, y se denominan de esta manera: ligazón mayor directa, ligazón menor directa, ligazón mayor inversa y ligazón menor inversa.

La curva de ligazón corresponde a la sección de la derecha o a la de la izquierda de la elipse total (lámina 3.ª), que ocupase el espacio comprendido entre dos caídos, con otros dos intermedios.

La curva de ligazón mayor directa (lám. 5.ª, número 1), comienza en el ángulo superior derecho de la línea de división, sube en línea elíptica entre dos caídos, ocupando dos terceras partes del espacio que ellos limitan, toca en el punto medio de la línea de los palos altos y termina bajando rápidamente hacia la izquierda, en curva también elíptica, cuando la hendidura de la pluma llega al punto en que al caído de la izquierda corta a la línea del espacio alto. Esta curva, que ha de dejar libres los vértices de los ángulos correspondientes a la línea de los palos altos, forma parte de la d, l y ll minúsculas.

Trazos curvos de ligazón

La curva de ligazón menor directa (lám. 5.ª, número 2), tiene la misma forma que la mayor, pero se diferencia en su tamaño y en que se construye dentro de la caja. Comienza con un perfil en el vértice del ángulo superior derecho de la línea de división; ocupa su principal curva elíptica las dos terceras partes del espacio comprendido entra dos caídos; toca en el punto medio de la línea superior del renglón y termina en el caído de la izquierda, con una curva elíptica muy corta y gruesa por el final, en la mitad de la parte de caído interceptado por la línea superior del renglón y por la línea de división. Este último trazo no tapa el ángulo inferior derecho de la línea de las curvas altas.

La curva de ligazón menor directa es la tercera parte de la mayor: su anchura es igual.

Esta curva sólo se usa en la e minúscula93.

La curva de ligazón mayor inversa (lám. 5.ª, número 3), es simétrica con la directa; comienza en el punto de intersección de un caído con la línea del espacio bajo; curvea en línea elíptica muy cerrada hacia abajo y hacia la izquierda hasta tocar en el punto medio de la línea de los palos bajos, y allí se une a otra curva elíptica más amplia, que, ocupando las dos terceras partes del espacio comprendido entre dos caídos, termina en el ángulo inferior izquierdo de la línea de división. Esta curva forma parte de la p minúscula.

La curva de ligazón menor inversa sólo se diferencia de la mayor en que la primera termina en el ángulo inferior izquierdo de la línea de las curvas bajas (lám. 5.ª, núm. 4). Este trazo forma parte de la g, j e y minúsculas.

8. Las secciones de la elipse mayor y de la menor se combinan dando lugar a dos curvas compuestas, una directa y otra inversa.

La curva compuesta directa se forma de la sección de la izquierda y de la inferior (ed y dg'), de la elipse mayor y de la sección superior y de la derecha (g' f' y f' e'), de la menor (lám. 3.ª).

Comienza con un perfil curvo en el espacio alto (lám. 6.ª, núm. 1), toca en el caído de la izquierda y en la línea inferior del renglón, y concluye con la semielipse. menor, que ocupa el espacio entre dos caídos en la línea superior del renglón.

Este trazo forma parte de la C, G, H, T y X mayúsculas, y de la cifra 6 de la numeración arábiga. Una sección de este trazo entra en la composición de la E, A, M y E mayúsculas94.

La curva compuesta inversa se forma de la sección superior de la derecha (e f y f g'), de la elipse total mayor y de la sección de la izquierda y de la inferior (e' d' y d' g') de la menor. Comienza con el perfil bajo de ésta en el cuadrado o rombo inferior del espacio alto, toca en la línea superior del renglón, y en un caído que la corte, sube entre dos caídos, llega a la línea de los palos altos, y, bajando por el caído inmediato de la derecha, termina con otro perfil curvo en el centro del cuadrado (o rombo) inferior de la caja.

Trazos curvos compuestos

Como se puede ver en la lámina 6.ª, número 2, esta curva es simétrica a la anterior, y forma parte del 2 y del 9 de la numeración arábiga. Una sección suya entra también en la composición del 3 y del 8.

Por último, conviene explicar la formación de lazo de curvas.

El lazo de curvas (lám. 6.ª, núm. 3), empieza en el centro del vértice inferior de la caja, curvea hacia abajo o hacia la izquierda, corre hacia este lado por la línea inferior del renglón hasta ocupar el espacio comprendido entre dos caídos, sube hasta la línea de las curvas bajas, corre por ella hacia la derecha, ocupa el espacio comprendido entre dos caídos, baja de nuevo hasta parar en el vértice del ángulo superior izquierdo de la línea inferior del renglón, y termina en perfil curvo en el centro del cuadrado o rombo inmediato inferior de la caja.

Este trazo, que es totalmente curvo, aunque parezca otra cosa, entra en la formación de la D, L, Ll y Qu mayúsculas.



d. - Trazos mixtos. 1. Número, clase y estudio de los trazos mixtos propios de la letra española y signos de que forman parte. -2. Cuadro sinóptico de los trazos propios de la letra española.


1. Los trazos mixtos, como la denominación indica, están formados por trazos rectos y curvos. Son cinco, llamados: magistral directo, magistral horizontal, magistral de la caja y trazos de arranque, que son dos: directo e inverso.

Trazo magistral directo (lám. 7.ª, núm. 1). -Se compone de un trazo regular o mediano y de tres curvos. Comienza en el centro de un cuadrado o de un rombo95 superior del espacio alto, curvea hacia abajo y hacia la izquierda hasta el punto de intersección del caído con la línea del espacio alto; baja por él caído con un trazo mediano hasta la línea de división, y desde allí curvea con otro trazo hacia abajo y hacia la izquierda hasta cortar en perfil la línea de las curvas bajas; a este perfil se une el de otra curva que, cortando al caído de la izquierda y tocando a la línea inferior del renglón, sigue curveando hacia arriba hasta que la hendidura de la pluma toca en la intersección de otro caído próximo con la línea de división. Por último, subiendo hacia la derecha se produce el final de este trazo curvo en perfil en el centro del cuadrado o rombo superior de la caja.

Todos los trazos curvos que forman el magistral directo son elípticos, y el último es la mitad de una elipse inscripta entre las líneas superior o inferior del renglón y dos caídos con uno intermedio.

Trazos mixtos magistrales

El trazo magistral directo forma parte de la B, D, F, H, I, J, K, L, Ll, P, Qu, R, S e Y mayúsculas, y de la cifra 1 de la numeración arábiga. Este mismo trazo, con la parte recta más corta, forma el principio de la D mayúscula, y colocado en la caja, forma parte de la G96, también mayúscula.

Trazo magistral horizontal (lám, 7.ª, núm. 2). -La forma y composición de este trazo son las mismas que las del anterior. Sólo varía el lugar en que se produce y coloca. Comienza con la media elipse en el centro del cuadrado o rombo inferior del espacio alto, continúa con el perfil curvo por el cuadrado o rombo superior del espacio alto, llega con su trazo, recto a la línea del espacio alto y termina con un ligero perfil curvo hacia arriba fuera de la pauta.

Como puede observarse, su principio es una parte de la elipse del espacio alto; usa del trazo horizontal en lugar del mediano97 y termina con un trazo como el del principio del magistral directo.

Esta curva forma parte solamente de la F mayúscula.

Trazo magistral de la caja (lám. 7.ª, núm. 3). -El trazo magistral de la caja es semejante al directo: sus dimensiones son la mitad de éste, y, por tanto, su área se reduce a la cuarta parte.

El directo ocupa el espacio de un paralelogramo formado por dos caídos con uno intermedio, por la línea de los palos altos y por la inferior del renglón: el trazo magistral de la caja ocupa un paralelogramo que cabe cuatro veces en el anterior, y está formado por las líneas superior e inferior del reglón y por dos caídos inmediatos. Dicho trazo magistral de la caja comienza en perfil en la línea superior del renglón, a la derecha de un caído y cerca de él98; baja por el caído, curvea hacia abajo y hacia la izquierda, toca en la línea-inferior del renglón, sube hacia la izquierda para tocar en el caído inmediato y termina en perfil entrante, en el cuadrado o rombo inferior de la caja.

Este trazo forma parte solamente de la s minúscula.

Trazo directo de arranque (lám. 8.ª, núm, 1). -Comienza con un perfil curvo en el centro del cuadrado o rombo superior de la caja; forma un trazo elíptico producido al mover la pluma hacia abajo y hacia la izquierda hasta que la hendidura llega al punto de intersección del caído con la línea de división; se continúa luego el trazo de manera que, curveando elípticamente, atraviese el cuadrado o rombo inferior de la caja hasta llegar al punto de intersección del caído inmediato de la derecha con la línea inferior del renglón; sube después ligeramente hacia la derecha hasta llegar al vértice de los cuatro ángulos formados con la línea de las curvas bajas y el otro caído de la derecha; sale ya casi en perfil por el ángulo superior derecho de la línea de curvas bajas; sigue curveando en perfil hasta la línea superior del renglón, pasa por el punto que separa en dicha línea un tercio de la parte interceptada por dos caídos próximos, y termina con un perfil recto en el ángulo inferior izquierdo de la línea de los palos altos. Este trazo es el primero de la A, M y N mayúsculas.

Trazos mixtos de arranque

Trazo inverso de arranque (lám. 8.ª, núm. 2). -Tiene los mismos elementos y forma que el anterior; varía solamente en su colocación, que es simétrica a la del directo, pues comienza con un perfil recto en el ángulo derecho de la línea inferior del renglón; sigue luego en perfil curvo y trazo elíptico de grueso creciente hasta tocar en la línea de los palos altos, y termina con un perfil curvo en el centro del cuadrado o rombo inferior del espacio alto.

Este trazo entra solamente en la formación de la N mayúscula.

Quedan todavía por estudiar algunos trazos de poco uso, los cuales se explicarán al tratar de las letras de que forman parte; pero por lo que se ha visto, los trazos fundamentales de la letra española son dos: el trazo recto y el trazo curvo elíptico, los cuales, con su variedad de formas, posiciones y tamaños, dan lugar a los veintitrés trazos, cuya explicación se ha dado, y cuya clasificación se compendía en el siguiente

Cuadro sinóptico de los trazos






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II. -Signos de la escritura

a. - De los signos en general. 1. Transformación de los trazos en signos gráficos. -2. Partes esenciales del trazado de toda escritura perfecta.


1. Los trazos estudiados hasta ahora nada dicen por sí: son líneas más o menos bellas que nada significan; pero la Escritura, que es un arte, toma estos elementos, los combina y los transforma en signos. Sueltos los trazos son simples dibujos: combinados, según las reglas de la Escritura, tienen valor representativo, son verdaderos signos. Estudiemos, pues, estos signos como combinaciones de trazos.

2. Toda escritura perfecta consta de cuatro clases de signos: letras minúsculas99, letras mayúsculas100, signos de puntuación101 y signos de Aritmética. El trazado de la letra española, por tanto, tendrá también dichas cuatro partes comunes a toda escritura.

En el presente tratado se han de estudiar, no sólo las letras mayúsculas y minúsculas, sino los demás signos de la Escritura, entre los cuales se incluyen las cifras de la numeración arábiga, por ser este sistema el usual en nuestra manera de escribir.



b. - De las letras y de sus clasificaciones. 1. Diversas acepciones de la palabra letra en el Arte de la Escritura. -2. Letras capitales o mayúsculas y letras minúsculas. -3. Letras radicales y letras derivadas. -4. Letras simples y letras compuestas. -5. ¿Hay en el abecedario castellano letras irregulares?


1. La palabra letra102 da ocasión para un largo artículo lexigráfico; pero limitando estas indicaciones a lo que la palabra significa en el tecnicismo de la Escritura, bastará decir que letra vale tanto como signo escrito, representante de un sonido oral. También significa la palabra letra lo mismo que tipo o carácter de escritura, y en este sentido se dice letra española y letra inglesa. Significa también lo mismo que escritura, y así se dice que una persona tiene buena letra; y, por último, esta palabra se usa con la acepción de forma o clase de escritura, aun dentro del mismo tipo; esto significa cuando decimos letra cursiva.

En el presente artículo se usará la palabra letra en el sentido de signo gráfico.

2. Las letras como signos, y atendiendo a su tamaño relativo, se clasifican en mayúsculas y minúsculas. Las mayúsculas, llamadas también capitales103, son mayores que las minúsculas de un mismo escrito, y muchas de aquéllas se diferencian de éstas no sólo en el tamaño, sino también en la forma o figura.

3. Hay letras que pudiéramos llamar simples o elementales, que no se originan de otras, y pueden, por tanto, considerarse como radicales104, y hay también letras formadas con otras letras o parte de ellas; estas letras que se originan de otras, se llaman letras derivadas105. Bastará fijarse en la i y en la u minúsculas para comprender que la primera es primitiva y la segunda derivada.

4. Por último, hay en nuestra escritura cuatro letras (ch, ll, qu y rr) que se forman con la agregación de dos letras, y que por esto se llaman compuestas, a diferencia de las restantes, que, por constar de un solo cuerpo de construcción, se llaman simples.

La rr doble no se usa como mayúscula en la letra manuscrita, porque en castellano las palabras que comienzan con el sonido fuerte de la erre se escriben siempre con r sencilla.

5. Al comenzar el estudio de los trazos se indicó la necesidad de suprimir la denominación de letras irregulares. No hay, pues, dificultad en afirmar ahora que las letras irregulares no existen. No sólo todas las letras, sino todos los signos de nuestra escritura, se producen con sujeción a reglas; luego no hay ningún signo irregular, y así es. Es cierto que hay letras que no tienen semejantes, pero esto no significa falta de reglas para trazarlas, sino singularidad de forma y de preceptos para construirlas.



c. - De las letras minúsculas. 1. Clasificación de las letras minúsculas españolas: radicales y derivadas. -2. Explicación del trazado de todas estas letras. -3. Abecedario de letras minúsculas.


1. La más importante clasificación de las letras minúsculas españolas es en radicales y derivadas106.

Varios autores de Caligrafía consideran como letras primitivas la i, la r, la c y la o; y no hay inconveniente en tal consideración, pero es preciso admitir además como radicales de las letras en que entra la curva de-ligazón la l y j, que dan origen a otras varias letras.

Las demás letras del alfabeto pueden considerarse como derivadas, excepto la s que, por no tener semejanza con otras, no puede llamarse propiamente ni primitiva, ni derivada.

2. A continuación se explica la formación de todas las letras del alfabeto castellano, cuyo trazado puede verse en las láminas 9.ª y 10.

Trazado de la i de sus derivadas. -La i, que es la letra de más fácil trazado, ocupa un caído y se forma con un trazo regular o mediano que va desde la línea superior del renglón hasta la línea de las curvas bajas, de una curva baja y de un punto, que es un trazo recto grueso, tan largo como ancho, que se coloca centrado en el punto de intersección del caído correspondiente al trazo mediano y de la línea del espacio alto.

La u se compone de dos íes sin punto, colocadas en dos caídos inmediatos.

La t consta de un trazo regular, que ocupa desde la línea del espacio alto a la de las curvas bajas, de una curva baja y de un trazo recto horizontal, que se hace corriendo la hendidura de la pluma a lo largo de la línea superior del renglón. Este trazo tiene una longitud igual a la de un lado de los cuadrados pequeños, en la pauta de letra derecha, o de los rombos en la de inclinada, y se coloca de manera que sus mitades queden una a cada lado del caído.

Trazado de la r y de sus derivadas. - La r ocupa dos caídos y se forma con un trazo regular o mediano que va de la línea superior a la inferior del renglón, y de una curva alta, producida de abajo a arriba, esto es, de perfil a grueso. Cuando esta letra se ha de enlazar con la siguiente, se une a la curva alta una curva baja, y ambas forman un trazo de enlace.

La rr doble consta de una r sencilla enlazada con otra de la manera que ya se ha dicho.

La n se compone de una r sencilla sin curva de enlace, de un trazo regular o mediano, que después de unido a la curva alta, llega hasta la línea de la curva baja, y de una curva de esta clase.

La ñ es una n con tilde107. La tilde se coloca en la línea del espacio alto, y se forma del último trazo de la r con curva de enlace, esto es, de una curva alta unida inmediatamente a una curva baja.

La m ocupa tres caídos y consta de tres trazos medianos de dos curvas altas y de una baja. El primer trazo mediano corre a lo largo de un caído desde la línea superior a la inferior del renglón: los otros dos van de la línea de las curvas altas a la línea de las curvas bajas. El último trazo mediano se une a la curva alta por la parte superior, y a la curva baja por la inferior.

Trazado de la c y de sus derivadas. -La c ocupa un caído y se forma de una curva alta construida de arriba a abajo, esto es, de grueso a perfil, que se comienza en el punto medio de la parte de línea superior del renglón interceptada por dos caídos próximos; de un trazo regular o mediano, que corre por el caído de la izquierda desde la línea de división hasta la línea de las curvas bajas, y de una curva de esta clase.

La a se forma de una c, cuya curva alta sea completa y de una i sin punto.

La qu se compone de una a, cuyo trazo regular se prolonga hasta la línea inferior de los palos, y de una u.

La x se forma de una e invertida y de otra directa.

Trazado de la o y z. -La o se forma de la elipse menor. Cuando se ha de enlazar con otra letra lleva una curva que es la sección inferior de la elipse media, que unida a la parte superior de la sección derecha de la elipse menor, forma el trazo de enlace.

La v se forma de tres secciones de la elipse menor, de un trazo recto grueso y de la sección inferior de la elipse media, que prepara su enlace, con la letra siguiente.

El primer trazo de la v corresponde a la sección izquierda de la elipse menor; este trazo se une en la línea de división al trazo recto grueso que termina en la mitad de la parte de línea inferior del renglón interceptado por dos caídos próximos. La última parte de esta letra se forma con la mitad derecha de la o de enlace.

La z se forma de la última parte de la v, de un perfil recto, que sirve de diagonal del paralelogramo108en que la letra se forma, y de la tilde de la n, esto es, de una curva baja y de una curva alta.

Trazado de la l, la ll y la d. -La l se forma de una curva de ligazón mayor directa y de una t sin trazo horizontal. La ll es una l repetida. La d es una c, con la curva alta completa, unida a una l.

Trazado de la h y de sus derivadas. -La h se forma con una curva de ligazón mayor directa, un trazo regular o mediano que va desde la línea del espacio alto a la inferior del renglón y de la segunda parte de la n, esto es, de una curva alta, de un trazo mediano que toca en las dos líneas de las curvas, y de una curva baja.

La ch es una letra compuesta de una c y una h.

La k se compone de la primera parte de la h hasta la curva alta inclusive, de la curva que forma la coma y un trazo grueso transversal del cuadrado109 de la cuadrícula, terminado con una curva baja.

La b se compone de una curva de ligazón mayor directa; de un trazado mediano, que corre desde la línea del espacio alto hasta la línea de las curvas bajas; de una curva baja y de la mitad derecha de la o de enlace.

Trazado de la p. -Esta letra comienza por un trazo mediano que se extiende desde la línea superior del renglón hasta la del espacio bajo; a ella se une la curva de ligazón mayor inversa, y termina con la última parte de la n.

Trazado de la j, y g. -El primer trazo de la j es igual al de la p; pero a él se une la curva de ligazón menor inversa, en vez de la mayor, que forma parte de la p. La j lleva además un punto igual al de la i.

La y es una letra formada con una i y una j sin puntos.

La g se forma de una c con la curva alta completa y de una curva ligazón menor inversa.

Trazado de la e. -Esta letra se forma de la curva de ligazón menor directa; de un trazo regular o mediano que principia en la línea de división y termina en la de las curvas bajas, y de una curva de esta clase.

Trazado de la f. -La f es la letra más larga en el carácter de letra española, y se forma de una curva de ligazón mayor directa, de un trazo mediano, que se extiende de la línea del espacio alto a la del espacio bajo, de una curva de ligazón menor inversa y de un trazo horizontal como el de la t.

Algunos calígrafos distinguidos varían algo el trazado de esta letra suprimiendo la curva inversa y el trazo horizontal; pero en este caso ponen al final del trazo mediano una curva semejante a la curva baja y terminan el trazado en la línea de división con la sección derecha de la elipse mayor, a la cual unen la sección inferior de la elipse media. De esta manera, la f tiene la forma de un lazo que no carece de belleza.

Trazado de la s. -Esta letra, cuando está al principio tiene por primer trazo el comienzo de la curva alta trazada de grueso a perfil como en el principio de la c, y acaba con el trazo magistral de la caja.

Si la s se ha de trazar unida a otra que vaya delante, lleva por primer trazo un perfil recto que, partiendo del vértice de los ángulos formados con la línea de división, se une al trazo magistral de la caja.

De las reglas anteriores, se deduce que las letras minúsculas españolas pueden clasificarse en las siete clases siguientes:

Minúsculas

110

En esta clasificación de las letras puede considerarse como radical la primera de cada clase y como derivadas las demás.

3. Muchos autores de muestras caligráficas, atendiendo más a la belleza del trazado en conjunto, forman incompletamente el abecedario castellano, suprimiendo la ch, ll, ñ y rr; pero el abecedario es la reunión ordenada de todas las letras de un idioma, y como en castellano se usan veintinueve, el abecedario de nuestro idioma ha de contenerlas todas. Véanse las láminas 9.ª y 10.

Signos de la letra española vertical



d. - De las letras mayúsculas. 1. Clasificación de las letras mayúsculas españolas: radicales y derivadas. -2. Explicación del trazado de todas estas letras. -3. Razón de algunas modificaciones introducidas en la forma de algunas letras mayúsculas. -4. Particular esmero con que estas letras deben ser trazadas. -5. Abecedario de letras mayúsculas.


1. Las letras mayúsculas españolas se clasifican como las minúsculas, en radicales y derivadas.

La J, C, L, T, O y A pueden considerarse como radicales, y lo son, en efecto, de las demás letras del abecedario.

2. Trazado de la I y de todas sus derivadas. -La I se forma de la sección derecha de la elipse menor, que con la sección inferior de la elipse media, forma una vírgula en el vértice del ángulo inferior derecho de la línea de los palos altos: además tiene como trazo, que da carácter a esta letra, el magistral directo.

La J consta de este mismo trazo y de la mitad superior de la elipse media, que se interrumpe al llegar al principio del primer trazo. El comienzo de dicha curva, además, debe hallarse en el centro del cuadrado (o del rombo en la pauta inclinada) superior del espacio alto, lo cual produce en el trazo elíptico una ligera convexidad en espiral.

La P se forma como la I, continuando el trazado de la elipse media hasta terminarla con un trazo curvo hacia arriba en el vértice del ángulo superior derecho de la línea superior del renglón.

La R tiene el mismo trazado de la P, a la cual se une un trazo grueso (transversal de un cuadrado o rombo) terminado con una curva baja.

También la B es una P, a la cual se añade casi toda la elipse infrecuente.

La Y consta de la sección inferior, derecha y superior de la elipse media; de una i minúscula sin punto, trazada en el espacio alto y de un trazo magistral directo.

La F consta de un trazo de esta clase, de uno magistral horizontal y de una curva alta algo reducida en su longitud, trazada de abajo a arriba, desde el vértice del ángulo superior derecho de la línea superior del renglón.

Trazado de la C y de sus derivadas. -La C consta de las secciones izquierda, inferior y derecha de la curva correspondiente al espacio alto, y de una curva compuesta directa.

La Ch se forma de una C mayúscula y de una h minúscula.

La X se forma de una curva compuesta inversa y de otra directa; la primera lleva además al final la sección derecha y la inferior de la elipse infrecuente, así como la segunda lleva al principio la parte derecha del trazo curvo correspondiente al espacio alto.

La G se compone del primer trazo de la C mayúscula; del segundo de la l minúscula y de un trazo magistral directo producido dentro de la caja, esto es, disminuido eu su parte recta en la longitud correspondiente a la de medio espacio alto.

La E comienza con el primer trazo de la C mayúscula, algo disminuido; sigue con tres secciones de la o minúscula, también algo disminuida, y termina con la curva compuesta directa comenzada en el centro del cuadrado (o rombo de la pauta inclinada superior del espacio alto).

La S se forma del trazo inicial de la C y de un trazo magistral directo.

Trazado de la L y de sus derivadas. -La L se forma con el trazo inicial de la C, con un trazo magistral directo que se interrumpe en el centro del cuadrado (rombo de la pauta inclinada) inferior de la caja y del lazo curvo.

La Ll se compone de una L mayúscula y de una l minúscula.

La Qu se compone de una a minúscula ampliada, que se traza en el espacio alto, de los dos últimos trazos de la L mayúscula, con más la u minúscula.

La D, cuyo trazado es difícil, consta de un trazo magistral directo que comienza en el centro del cuadrado inferior (rombo de la pauta inclinada) del espacio alto y termina en el del inferior de la caja; deste trazo se une un lazo curvo, y se termina el trazado con un arco, que no tiene semejante en las demás letras111.

Trazado de la T y demás letras parecidas. -La T forma con el principio de la I mayúscula, de una curva compuesta directa y de un trazo horizontal como el de la t minúscula.

La Z tiene el mismo trazo inicial de la I y de la T; pero a él se une un perfil recto que sirve de diagonal del paralelogramo formado por dos caídos contiguos y las líneas de los palos altos e inferior del reglón. El último trazo de la Z está compuesto de una curva alta de otra baja, ambas ampliadas. La Z mayúscula es, por tanto, semejante a la z minúscula: su forma es igual, sus dimensiones dobles y su área cuádruple.

La H comienza con la sección derecha de la elipse menor, a la cual se une la inferior de la elipse media; con ésta se junta la primera parte del trazo magistral directo hasta el centro del cuadrado (rombo en la cuadrícula inclinada) inferior de la caja; se forma luego una curva semejante a la curva de ligazón menor inversa, la cual toca en la línea inferior del renglón y en el inmediato caído de la izquierda, y continúa en perfil recto por el punto medio de la línea superior del renglón, para terminar con un trazo parecido a la curva de ligazón mayor directa. Este último trazo, que toca en un caído de la derecha y en la línea superior de los palos, es semejante al anterior perfil recto y se une a una curva compuesta, con la cual se termina la letra.

La K tiene el mismo principio de la H; pero en vez de seguir con la curva final de la h, forma en el espacio alto el principio de un trazo magistral directo de pequeñas dimensiones, cuyo perfil curvo termina en el vértice del ángulo superior derecho de la línea superior del renglón, donde se enlaza con un trazo transversal de un cuadrado (o de un rombo en la cuadrícula inclinada) que, como en la R, termina la letra.

Trazado de la O y derivadas. -La O se forma de la elipse mayor. Puede añadirse al último trazo una ligera modificación en espiral para darle mayor belleza.

La U se forma de la parte de elipse media que forma el principio de la J y de una elipse mayor que, en vez de terminar en el mismo punto donde comenzó, se interrumpe en la parte alta más gruesa y se une a la sección inferior izquierda de la elipse media.

La V comienza con el trazo de la J, sigue con la sección superior derecha de la elipse mayor y con un trazo recto grueso que termina en el punto en que el caído inmediato de la derecha corta a la línea inferior del renglón; a estos trazos se une la mitad derecha de la U y queda formada la V.

Trazado de la A y de sus derivadas. -La A se forma de un trazo de arranque, de un trazo recto mediano, que corre desde la línea del espacio alto hasta la línea de división de las nuevas bajas, del final de la curva compuesta y de un trazo recto horizontal que, colocado en la línea superior del renglón, une la parte de perfil recto del trazo de arranque con el regular o mediano.

Además, la A, la M y la N suelen llevar a la izquierda del trazado y en el cuadrado superior (rombo en la cuadrícula inclinada) del espacio alto la sección derecha de la elipse menor y la inferior de la elipse media en forma de vírgula, o el trazo inicial de la J.

La M se forma de un trazo de arranque directo; de un trazo regular o mediano, que se extiende desde la línea de los palos altos a la inferior del renglón; de un perfil recto que comienza donde el anterior termina y va a parar al vértice izquierdo de la línea de los palos altos para terminar de igual manera que la A, aunque sin el trazo recto horizontal.

Por último, la N se forma de un trazo de arranque directo y un trazo de arranque inverso, unidos por otro trazo semejante al segundo de la V producido en el rectángulo (romboide en la cuadrícula inclinada) que forman dos caídos con la línea de los palos altos y la inferior del renglón.

De las reglas anteriores es fácil inducir que las letras mayúsculas españolas pueden considerarse divididas en las clases siguientes:

Mayúsculas

112

3. Como es fácil observar viendo las láminas 9.ª y 10, se han introducido variaciones en el trazado de algunas letras mayúsculas, y para ello se han tenido presente consideraciones de belleza, facilidad, sencillez y uniformidad del trazado.

Es indudable que algunas letras de Iturzaeta son poco estéticas por ser desproporcionadas, como la H, o carecen de estabilidad artística, como la N, cuyas proporciones son además poco regulares, por lo cual se ha procurado evitar estos defectos trazando la C, Ch, E, G, H, K, L, Ll, N, S, J y X la forma que tienen en las láminas citadas.

Además, varias letras de Iturzaeta no se prestan al enlace y son de difícil construcción, causas las dos que explican suficientemente las modificaciones introducidas en la Qu y T.

Por último, se han uniformado el trazo de arranque y el magistral directo, que tienen dimensiones variables en algunas muestras de calígrafos modernos, y en toda modificación se ha pretendido llegar a la mayor sencillez del trazado.

La gran aceptación que ha tenido en nuestra patria la manera de escribir de Iturzaeta, ha hecho creer a muchas personas que la letra española deja de serlo si no se adapta por completo en su forma a los tipos del citado calígrafo; pero es preciso desechar tal preocupación, estudiando las obras de los más célebres calígrafos de nuestra patria, y viendo que lo esencial de la letra española no está en su inclinación actual ni en la forma de algunas letras, sino en el corte de la pluma y en el número y clase de trazos.

Otra razón abonan también los cambios que con respecto a la forma de algunas letras se han introducido en las muestras de este libro: la necesidad de que la letra cursiva y la magistral se hermanen y completen.

Varias letras de Iturzaeta, que se usan en la magistral, dejan de usarse en el cursivo porque no se prestan a las necesidades de una escritura hecha velozmente. Nadie hace la H ni la T a la manera de Iturzaeta. De todo esto resulta que el que aprende describir con el método de dicho autor tiene que transformar luego el cursivo, desviándole necesariamente de los tipos magistrales. En este libro, por el contrario, se ha procurado componer la letra magistral en vista de las condiciones comunes de un buen cursivo para que la derivación de éste sea natural y sencilla.

Signos de la escritura española inclinada

La forma adoptada para algunas mayúsculas es la que todos usamos en la escritura común, aunque hayamos aprendido con el método y las muestras de Iturzaeta; tiene mejor aire y facilita el enlace y velocidad de la escritura, evitando la transformación larga y defectuosa de la letra magistral en cursiva, que llevan consigo otras maneras de escribir menos sueltas y liberales.

Para facilitar más el enlace de las letras, convendría quizá introducir otras modificaciones en el trazado de algunas letras mayúsculas; pero no ha parecido conveniente hacerlo ahora, a fin de evitar perjudiciales y antiestéticas mixtificaciones de la hermosa letra española.

4. Las letras mayúsculas ocupan más extensión que las minúsculas; sus trazos necesitan mayor ejercicio en la mano del que escribe, y como son de uso menos frecuente, no suelen los que aprenden a escribir trazarlas con perfección; pero conviene fijarse en que dichas letras, por su tamaño y por el sitio en que suelen colocarse, son muy visibles, y por esto han de estar mejor trazadas, si cabe, que las letras minúsculas, y su figura ha de distinguirse por la perfección con que se hayan ejecutado.

Claro es que esta soltura se adquiere no sin trabajo, y que sólo se consigue con largos y repetidos ejercicios en vista de los buenos modelos.

5. El abecedario de letras mayúsculas es el que contiene las láminas 9.ª y 10.



e. - De los signos de puntuación. 1. Trazado de los signos de puntuación usados en nuestro idioma.


1. Los signos de puntuación, que como tales tienen valores lógicos, a más del prosódico o musical que la mayor parte representan, son trece: coma , punto y coma ; dos puntos : punto final . puntos suspensivos ... interrogación ¿? admiración ¡! paréntesis ( ) crema o diéresis ¨ guión - comillas «» y raya _, a los cuales se agrega ahora el acento ´ para no hacer su estudio caligráfico en sitio diferente.

El punto final y lo mismo el de la abreviatura, el de la i y el de la j es un trazo grueso de forma cuadrada. Tiene, pues, de ancho tanto como de largo. Duplicado de arriba a abajo forma los dos puntos; duplicado seguidamente a lo largo de una horizontal, forma la crema o diéresis, y repetido tres o cuatro veces en esta última dirección, constituye los puntos suspensivos.

El punto de la i, el de la j y los de la crema deben colocarse de manera que su centro coincida con el vértice de los ángulos que forman los caídos con la línea del espacio alto. El punto final y de abreviatura se coloca sobre la línea de las curvas bajas y un caído que la corte, y en el mismo sitio deben colocarse los puntos suspensivos. Los dos puntos deben colocarse sobre un mismo caído, uno en la línea de las curvas altas y otro en la de las bajas.

La coma es la sección derecha de la elipse del espacio alto, y se coloca en el punto de intersección en que un caído corta a la línea de las curvas bajas.

El punto y coma, como su nombre indica, consta de un punto y una coma que se colocan en un mismo caído: uno sobre la línea de las curvas altas y otro sobre la línea de las curvas bajas.

El acento tiene la misma figura de la coma; pero se coloca sobre el punto en que un caído corta la línea del espacio alto.

Las comillas constan de cuatro trazos: los del principio tienen la forma de dos acentos que se colocan en dos caídos contiguos y los del fin la de dos comas, que también se colocan en dos caídos próximos.

El guión es un trazo horizontal que ocupa el espacio entre los caídos, y se coloca en la línea de división.

La raya es de doble longitud, pero se forma también del trazo horizontal y se coloca igualmente sobre la línea de división.

Los guiones son dos rayas: una se coloca en la línea de división y otra en la de las curvas bajas.

La interrogación inicial comienza con una curva, cuya forma corresponde a la mitad derecha de la elipse menor, a la cual se une la mitad izquierda algo ampliada sin cerrar el espacio. Ocupa la mitad inferior de la caja y el espacio bajo y lleva un punto en la intersección del caído central y la línea de las curvas altas. La interrogación final es totalmente simétrica a la anterior; ocupa, por tanto, la mitad de la caja superior y el espacio alto, y lleva el punto en la línea de las curvas bajas.

La admiración inicial consta de un punto como el de la interrogación, y de un trazo regular o mediano, que ocupa desde la línea de división a la del espacio bajo; la admiración final consta del mismo trazo mediano, que ocupa la parte de un caído comprendido entre la línea del espacio alto y la de división. Este signo lleva también un punto en la línea de las curvas bajas, lo mismo que la interrogación final.

El paréntesis se forma de dos medias elipses mayores. El paréntesis inicial es la mitad derecha de la elipse mayor: el paréntesis final es la mitad izquierda de la citada curva. (Véase el trazado de estos signos en las láminas 9.ª y 10.)



f. - Cifras de la numeración. 1. Trazado de los guarismos manuscritos de la numeración arábiga en la letra española. -2. Advertencia sobre el trazado de las cifras de la numeración romana.


1. Las cifras o guarismos de la numeración arábiga -y no los números, como erróneamente dicen algunas personas- son signos de una escritura ideográfica, como ya se ha dicho y probado en otro capítulo de este libro; pero como estos signos se usan en escritura común, fuerza es conocerlos y necesario saber trazarlos.

Son diez las cifras que en nuestro sistema de numeración usamos, las cuales pueden verse trazadas en las láminas 9.ª y 10.

El cero es la o minúscula sin enlace. Se forma, por tanto, de la elipse menor.

El 1 consta de un perfil recto, que ocupa un cuadrado (rombo en la cuadrícula inclinada) del espacio alto en la dirección de la diagonal que va de izquierda a derecha y de abajo a arriba, y un trazo magistral directo.

El 2 consta de la curva compuesta inversa que, desde el punto de intersección con la línea del espacio alto, toma la dirección del perfil recto, de derecha a izquierda, a la manera de diagonal del paralelogramo113, formado por dicha línea, la inferior del renglón y dos caídos, con otro intermedio. Termina, por consiguiente, dicho trazo en el vértice del ángulo superior derecho de la línea inferior del renglón, y a él se une la tilde de la ñ duplicada de tamaño, como en el final de la Z mayúscula.

El 3 se forma de una elipse media incompleta y del final de la B mayúscula, ligeramente ampliado por la terminación.

El primer trazo ocupa solamente espacio y medio de los comprendidos entre dos caídos, y no se cierra, porque el trazo del principio lleva una ligera modificación en espiral.

El 4 se forma de la mitad derecha de la elipse mayor, de un trazo horizontal que corre por las líneas dejas curvas bajas, atravesando tres caídos, y de un trazo regular o mediano que ocupa parte de la caja y del espacio bajo.

El 5 consta de un perfil recto, diagonal de un paralelogramo del espacio alto, del trazo final de la B mayúscula y de la sección inferior de la elipse media, cuyos extremos tocan en la línea de los palos altos. Este trazo se une por la parte más gruesa al extremo del perfil recto.

El 6 se forma de la curva elíptica compuesta directa.

El 7 se compone del principio de la J mayúscula y de la mitad izquierda de la elipse mayor. Suele comenzarse el trazado del 7 en el espacio de la caja para dar alguna variedad al trazado.

El 8 comienza con un trazo semielíptico, circunscripto al cuadrado (rombo, en la cuadrícula inclinada) inferior del espacio alto; continúa con un trazo trasversal hasta la línea de división en el caído inmediato de la derecha; vuelve hacia la izquierda hasta tocar en la línea inferior del renglón; sube (y siempre en línea curva) por el caído inmediato de la izquierda hasta la línea de división, y desde allí va en trazo perfil hasta el punto donde comenzó el trazado.

Algunos calígrafos ponen el comienzo y el fin en la parte izquierda del signo; pero dicha forma es menos airosa, lo mismo en la letra vertical que en la inclinada.

El 9 se forma de la curva elíptica compuesta inversa.

El 9, a semejanza del 7, y por la misma razón, ocupa generalmente la caja y el espacio bajo.

2. También se usan las cifras romanas en la escritura común; pero estos signos no se pueden producir con letra española, sino con letra itálica, a la manera de los que se encuentran en el grabado adjunto, que se obtienen fácilmente con una pluma de corte inglés.

Cifras romanas





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