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Arturo Pérez-Reverte y la biblioteca oculta en «El club Dumas»: una historia de misterio

Andrés Cáceres Milnes




Preliminar

La novela española contemporánea comienza a manifestar nuevos procesos narrativos a partir de la muerte de Franco en 1975. El relato ya no es lineal en su forma y fondo, sino que se manifiesta un desencanto con los modos de narración anteriores, y una manera de demostrarlo, va a ser la simbiosis entre lo antiguo y lo nuevo.

La reinvención de la literatura española posfranquista, no solo significa una recreación de lo ya escrito, sino que lleva consigo una nueva forma de interpretar simbólicamente la realidad. Así es como Arturo Pérez Reverte con su novela El Club Dumas1 recrea, en primer lugar, un juego intertextual con la novela Los tres mosqueteros de Alejandro Dumas; en segundo lugar, plantea cómo la intertextualidad es producida por el personaje principal, Lucas Corso, dejando en claro, que por la convulsión del mundo contemporáneo y por las variadas fuentes de información que presenta el relato, las interrelaciones son atractivas para el lector; en tercer lugar, la propuesta de una nueva lectura -exposición de la trama en forma diferente- se abre a la nueva novela española, histórica, policial y de aventura.

En síntesis, la intertextualidad se encuentra en la cotidianeidad. Así, esta novela se aprovecha del diario vivir y la hace suya por medio de la ficción y la trabazón con una novela perteneciente a otro período y a otra nacionalidad, readecuándola para su propio interés escritural. En este sentido, el propio personaje decide elegir su trama, dando por hecho la intersubjetividad cómplice del lector.






La novela entre dos ejes: tradición y modernidad

La novela El club Dumas o la sombra de Richeliu (1993), posee rasgos literarios donde sobresale una manifestación personal que carece de canon alguno. Representa un eclecticismo literario, pues expresa una mezcla desordenada de técnicas tradicionales y vanguardistas en torno a la recuperación de la intriga y el argumento por medio del pastiche, de modo que parezca una creación original. Según Santos Alonso, «en libertad, se ha dicho, se crea mejor que con las restricciones de la censura» (13). Vale decir, después del período franquista se logra una renovación estilística sin tapujos. Los registros de este nuevo proyecto literario significaron recuperar el efecto de la narratividad, que logra percibir las narraciones clásicas, como aquellas que cuentan una historia con la intención de captar al lector y atraerlo hacia una trama amena y melodramática. Tal es el caso del folletín a modo de literatura popular.

Arturo Pérez Reverte reacondiciona el folletín en la novela El club Dumas o la sombra de Richeliu, contando la historia detectivesca atípica de Lucas Corso y su investigación de dos textos: uno, sombrío y demoníaco, y otro, perteneciente al romanticismo francés, en que se inmiscuyen personajes y situaciones similares a lo ocurrido en la novela dumasiana, Los tres mosqueteros (1844). Desde esta perspectiva, la novela de Pérez Reverte no solo emplea recursos técnicos clásicos en el aspecto narrativo, sino que también recurre a una articulación intertextual variada, que en este trabajo se enfocará en su ligazón con la obra de Alejandro Dumas.

Este juego de conexión y bagaje cultural es propiciado por el personaje principal de Pérez Reverte, Lucas Corso, quien además de ser culto, posee costumbres en concordancia con las de un detective moderno, es decir, el protagonista no sigue ciertos patrones rígidos como característica de los detectives contemporáneos. Pero, este rasgo no atañe solo a Lucas Corso, sino también a los lectores, quienes pueden seguir la pista a través de algunas características externas a la obra, como son los elementos paratextuales -un lugar estratégico del texto- que guía y aporta gran información previa a la lectura y sus interpretaciones. Estos entramados surgen cuando, por ejemplo, el protagonista de la novela llega a cuestionarse los límites de la realidad y ficción, entendiendo estas fronteras como una realidad ficcionada no asumida, que posteriormente pretende tomar conciencia en un cuestionamiento abrupto de la realidad.

Pérez Reverte recupera y vitaliza la novela de capa y espada, añadiendo, eso sí, la prosa desenvuelta a través de la intriga detectivesca ambigua en torno a un libro demonológico y un manuscrito dumasiano por autentificar. El detective mezcla las pistas en base a lo que él cree y le dejan creer los personajes como sus estados mentales de divagación, permitiendo a su paso persecuciones, enfrentamientos y muertes, sin dejar de lado la capacidad del autor de sobreinformar una cantidad de datos, dedicado a un lector avezado, pero con el fin de distraer la atención de la trama. Vale decir, la novela es una experimentación mediante una libertad recobrada, que hace de la escritura una metaficción, dando importancia a la intertextualidad como rescate del relato no oficial.

Los temas que presenta el autor manifiestan rasgos de un mundo ávido en lecturas menores, como lo desconocido, lo que no se sabe por el canon oficial. Se muestra un detective de libros, temas que pasan por el ocultismo, la invalidación de la historia de Dumas, la existencia del diablo, la ambigüedad ficción y realidad, entre otros. Estos temas permanecen alrededor del personaje principal. En este sentido, resulta primordial el papel que juega este supuesto detective, que presenta una influencia mayoritariamente anglosajona de la novela policial2, más una repercusión en la novela negra3. Aquí, Lucas Corso posee una capacidad intelectual semejante a los héroes detectivescos clásicos, casi infalible. Él realiza una investigación detectivesca-intertextual sobre la autentificación de dos textos. El primero, un manuscrito de Alejandro Dumas, padre, el que corresponde al capítulo original de Los tres mosqueteros, titulado «El vino de Anjou», que a su vez, es relacionado con la muerte de un bibliófilo, que se narra en el pretexto de la novela. La muerte coincide con el misterio en torno al capítulo y a la obra. El segundo, un libro demonológico, quemado en 1667, un año después de su impresión, Libro de las nueve puertas del reino de las sombras (De umbrarum regni novem portis), una especie de manual para invocar al diablo, obra que fue prohibida y quemada por el Tribunal del Santo Oficio (la Inquisición española) junto a su impresor, Arístide Torchia, en 1667.

El detective va dejando a su paso una estela de aventuras como acontecimientos anexos a la investigación bibliográfica, que solo ayudan a confundir las indagaciones en base a enlaces erróneos y voces intertextuales confusas, que realiza Lucas Corso.




La novela en Pérez -Reverte: histórica, policíaca y de aventuras

El club Dumas es un relato de género impuro. Por una parte, hay una vertiente histórica de la novela, que reproduce de modo verosímil una determinada época del pasado, preferentemente no vivida por el autor. Pero, por otra parte, conjuga lo real y lo inventado, las técnicas historiográficas y las pretensiones literarias. ¿Cuál fue la motivación? El deseo de conocer el pasado desde otra perspectiva, el placer por narrar y el apogeo del género. En este marco, la novela combina los recursos de la trama policíaca con la recreación documentada de los hechos y la reivindicación literaria del folletín como relato de aventura. La nueva novela de raigambre histórica realiza su periplo por la transición española, la democracia y el cambio de siglo. Estas diversas vías confluyen en un mismo propósito: la expresión literaria, la fruición de contar historias y la complicidad con el lector. ¿Cómo se manifiesta en la novela de Pérez-Reverte?

1. La existencia de un régimen de libre expresión, se ve reflejado en la creación de un detective de libros y la invalidación de Dumas como gran escritor por medio de la intertextualidad. Como señala Santos Alonso, la novela comenzó «un proceso que desvelará los conflictos humanos, las ocultas coherencias y contradicciones individuales, sociales y culturales» (52).

El primer aspecto, tiene que ver con el papel que juega Lucas Corso como investigador-detective de libros. Rol que en ningún momento pierde dentro de la novela. Él se esconde bajo la característica de proveedor de libros de gran plusvalía. Sin embargo, el título de detective de libros se manifiesta en forma clara en un diálogo que sostiene el protagonista con Liana Taillefer, quien en forma irónica lo cataloga de «detective de libros» (capítulo II, La mano del muerto), representando una variación del término según el canon de la novela de enigma y posterior derivación a la novela negra. Es decir, Corso presenta un sincretismo entre ambos, derivando luego en otro tipo de novela policial, en la que el tema principal no es el crimen, sino que el dato bibliográfico e indagación de libros. Precisamente es aquí, con la libre expresión que envuelve la época del escritor, donde aparece el personaje, que representa un tipo singular, que nunca asume como tal, salvo sus compañeros que muestran evidencias al lector de una mezcla de Monsieur Dupin y Sherlock Homes (incluso con ayudante, el doctor Watson, como lo señala el narrador-personaje)4, junto a la particularidad de Philip Marlowe, rasgo acentuado en la itinerancia de Lucas Corso (modalidad de la novela negra), que revela la intriga luego de recorrer cada recoveco donde lo llevan las pistas, tanto de Dumas como del libro ocultista.

El segundo aspecto, hace referencia a la invalidación que padece Alejandro Dumas como escritor. Sus novelas se catalogan solo de entretención (en menosprecio del folletín); además, de no ser el autor único. Esta desmitificación que realiza la novela El club Dumas, se apoya aún más con la presentación de un narrador -Boris Balkan- conocedor del tema, que no deja tiempo al lector para la duda, por su condición de hablante erudito. Este narrador cumple el rol de contar la historia de un escritor hasta convertirlo en un simple hombre, revelando cómo sus obras no eran totalmente de su autoría, sino que era un porcentaje dividido en dos variables: utilización de negros o ayudantes (I capítulo) como Augusto Maquet y una especie de plagio de otros autores menos conocidos como Gateen de Cortilz de Sandras quien escribió las Memorias de Monsieur D’Atagnan.

Ahora bien, a pesar de que dicho suceso se comprueba en la biografía de Dumas, presente en Los tres mosqueteros, sin embargo, no se le otorga mayor importancia. En El club Dumas, Balkan plantea que los personajes también existieron (realidad) y como paradigma de la imaginación (ficción), presentan un problema, ya que Dumas no los recreó, sino que se adueñó de ellos y les cambió el formato a uno más llamativo y comercial, como lo que hoy se conocen: amigos inseparables y justicieros. Así, se reafirma la invalidación de la historia oficial como única verdad que desarrolla la novela. Esta denuncia comienza a vislumbrarse desde los elementos paratextuales (título, índice, epígrafe, citas puntuales e imágenes) en adelante. Esta cantidad de marcas textuales resulta relevante al momento de la interpretación. Como dice Iser, es «un acto de traducción» (284) según el contexto y la situación narrativa en que se lee, ya que cada una de las huellas paratextuales aportará un grado de significación, que según el bagaje cultural del lector, redundará en las intertextualidades correspondientes.

2. Las narraciones clásicas se desarrollan por medio de tres ideas: prosa sutil y dinámica, novela de capa y espada y solo se narra una historia. La primera, se expresa inmediatamente en lo grato que resulta la lectura, fluida y amena, a pesar de las intertextualidades soterradas en la novela. La segunda, corresponde al tema que revitaliza la novela actual a través de una buena intriga capaz de mantener al lector ávido por saber el desenlace, más aún cuando la novela se convierte en capa y espada como los antiguos folletines, donde la agilidad temática era ley escritural. Así la novela El club Dumas se reinventa con sus intertextualidades disfrazadas por el pastiche, técnica posmoderna, que recrea estructuras pasadas en una amalgama confusa y desordenada con el presente. Y, por último, el simple pasar de una historia sin mayor interpretación.

Este arte de novelar que plantea Pérez Reverte, se aprecia cuando asume el simbolismo del espacio físico y mental de Lucas Corso como detective de libros. El personaje protagonista recorre diferentes lugares, como por ejemplo, países donde se encuentran las pistas. Su desplazamiento físico lo acerca a la novela negra y a los detectives itinerantes, que pueden desplazarse a los lugares que considere necesario para la investigación. De modo que, Corso corresponde a un personaje ambulante ya que su investigación no la lleva a cabo en un solo lugar, sino por el contrario, comienza en Toledo (descubre las diferentes pistas diseminadas por distintas ciudades), viaja a Madrid (se informa sobre los pasos a seguir para una buena falsificación), posteriormente sale de España, encontrando su próximo destino en Sintra de Portugal donde recauda pistas del segundo Libro de las Sombras para ir en busca del tercero, ubicado en París, logrando desentrañar el misterio Dumas cuando viaja a Meung, que lo lleva de retorno a Toledo, bajo la consigna de una investigación que se salió de sus límites mentales.

Así es como la temática de la novela se presenta en forma entrelazada, mezclando aventura, intriga policial y misterio, pero superponiendo los géneros menores e historias no contadas por el relato central. En otras palabras, el relato ronda en torno a la intertextualidad mediante voces que entrelazan a Alejandro Dumas con su vida y obra; además, con el Libro de las nueve puertas del reino de las sombras, a través de la posible unión demoníaca entre estos, donde al final de la novela, Balkan-narrador percata a Lucas Corso que dicha conexión es producto de su imaginación y su espacio intertextual delirante. Ahora la novela alterna los contenidos con el tiempo remoto y con aquellos más cercanos, vale decir, es posible observar varias maneras de acercamiento a la historia. En consecuencia, se puede señalar que El club Dumas o la sombra de Richelieu se presenta como una novela española posmoderna, es decir, corresponde a una nueva narrativa que debido a la característica primordial (libertad de expresión y estructura clásica) puede presentar temas, como el de Dumas, en forma ágil y sin metáfora evasiva, con la finalidad de evidenciar rasgos escondidos y no develados por la literatura y el ejercicio teórico. De esta forma, estamos en presencia de una nueva concepción en el arte de novelar, donde lo importante es el dato abundante y la pretensión literaria. Con la complicidad del lector se desentraña la trama de la novela de acuerdo a sus voces de intertextualidad cultural y a los subgéneros, que subyacen por medio de la intriga policial y el relato de aventura.




El club Dumas o la sombra de Richelieu versus Los tres mosqueteros: (para e inter) textos

La palabra paratexto remite a lo que rodea o acompaña al texto (para = junto, al lado de). El conjunto de paratextos constituye el primer contacto del lector con el material impreso y, desde este punto de vista, funciona como un lugar estratégico y guía de lectura, ya que permite anticipar cuestiones como el carácter de la información y la modalidad que esta asumirá en el texto. Los distintos formatos (libro, diario, revista, folletín) que toma el texto escrito utilizan distintos y variados paratextos (títulos, índices, epígrafes, contratapas, grabados, etc.) que se interrelacionan con los modos de lectura que se deben desplegar para cada uno de ellos.

  1. El título. En la novela de Arturo Pérez Reverte se encuentra una alusión al nombre Dumas, que se relaciona con el autor francés, que a su vez, se reafirma con la segunda parte del título, «o la sombra de Richelieu», nombre del cardenal y personaje antagónico de la novela Los tres mosqueteros. En otras palabras, el título alude a una agrupación vinculada con Alejandro Dumas y que gracias a la conjunción adversativa «o» no se descarta que dicha asociación tenga ribetes similares con el cardenal Richelieu de la novela, o sea, personaje intrigante (adjetivo «sombra») siempre presente en las aventuras de Los tres mosqueteros como sujeto de carácter sombrío.
  2. El índice. Este elemento paratextual está relacionado con algunos capítulos de la novela de Alejandro Dumas.

    A continuación, se enumeran los capítulos según el orden perteneciente a la novela de Pérez Reverte, indicando su relación con Dumas.

    1. El vino de Anjou: el nombre coincide con el capítulo XLI de Los tres mosqueteros.
    2. La mano del muerto: alusión a otra novela de Alejandro Dumas.
    3. Gente de toga y gente de espada: hay una similitud con el capítulo XV de Los tres mosqueteros, «Hombres de toga y hombre de espada».
    4. El hombre de la cicatriz: hay una coincidencia con el rasgo de un hombre de Los tres mosqueteros, Rochefort.
    5. Remember: coincide en el idioma con el capítulo XLVIII de Los tres mosqueteros, «Fatality».
    6. Sobre apócrifos e infiltrados: no presenta relación.
    7. El número Uno y el número Dos: no presenta relación.
    8. Postuma necat: no presenta relación.
    9. El librero de la Rue Bonaparte: no presenta relación.
    10. El número Tres: no presenta relación.
    11. Los muelles del Sena: similitud con un lugar donde transitaba d’Artagnan, investigando las andanzas de una mujer y un hombre, que más tarde terminaron siendo M. Bonacieux y el duque de Buckingham, en el capítulo XI de la novela de Dumas, «La intriga se enreda».
    12. Buckingham y Milady: coincide con los nombres de dos de los personajes de Los tres mosqueteros. El primero, es el amante de la reina; la segunda, corresponde a la antagonista de la novela de Dumas.
    13. Se complica la trama: coincidencia por sinonimia con el capítulo XI de la novela de Alejandro Dumas, «La intriga se enreda».
    14. Los sótanos de Meung: alusión a un lugar del libro.
    15. Corso y Richelieu: coincidente en el segundo nombre, que pertenece al Cardenal del Rey en Los tres mosqueteros.
    16. Un recurso de novela gótica: hay una similitud en buscar un recurso novelesco, como también queda estipulado en el capítulo LVI de la novela de Dumas, «Un recurso de tragedia clásica».

  3. Epígrafes.
    1. Alusión a extractos de la novela Los tres mosqueteros.
      1. Capítulo «La mano del muerto», 51: «Milady sonreía, y d’Artagnan sentía que se condenaría por aquella sonrisa» (A. Dumas, Los tres mosqueteros).
      2. Capítulo «El librero de la Rue Bonaparte», 285: «-Amigo mío -dijo gravemente Athos-. Recordad que los muertos son los únicos con los que se expone a tropezar de nuevo sobre la tierra» (A. Dumas, Los tres mosqueteros).
    2. Alusión a la novela policial de enigma.
      1. Capítulo «Remember», 145: «Estaba sentado tal y como lo había dejado en su sillón, colocado delante de la chimenea» (A. Christie, El asesino de R. Ackroyd).
      2. Capítulo «Los muelles del Sena», 361: «Se considera insoluble este misterio por las mismas razones que deberían inducir a considerarlo solucionable» (E. A. Poe, Los crímenes de la calle Morgue).
      3. Capítulo «Se complica la trama», 425: «En este momento tiembla usted por la situación y la perspectiva de la caza. ¿Dónde estaría ese temblor si yo fuera preciso como una guía de ferrocarriles?» (A. Conan Doyle, El valle del terror).

En concreto, la novela El club Dumas o la sombra de Richelieu presenta diversas voces para e intertextuales en relación con Los tres mosqueteros, que resulta ser un anclaje con las cavilaciones de Lucas Corso. Por ejemplo, la novela de Pérez Reverte menciona en diversos momentos la novela de Alejandro Dumas, también hay resabios de su vida; dentro de la deslegitimación de la producción novelesca de Alejandro Dumas, se pone en jaque su genio creador a través de la investigación realizada por Lucas Corso. En el fondo, el proyecto del escritor español es darle un sentido de denuncia al discurso oficial literario por medio de la información detallada, develando así, los vicios escriturales del escritor francés.




El folletín decimonónico

Dentro de las voces intertextuales entre la novela de Pérez Reverte y Dumas resulta importante la relación con el folletín canónico. Esta conexión se encuentra en consonancia con la reactualización que recibe la novela dumasiana. Por ejemplo:

  1. Mención literal en relación con el folletín.
    1. «-¿De folletines? No me haga reír» (Capítulo «Corso y Richelieu», 506).
    2. «lo sabe todo sobre novela popular del XIX» (Capítulo «El vino de Anjou», 20).
  2. Autores y obras.
    1. «antes de quedarse mirando el retrato enmarcado de Rafael Sabatini» (Capítulo «El vino de Anjou», 16).
    2. «y otros tantos de Paul Fecal, cuyo Jorobado figuraba en encuadernación de lujo, tafilete rojo y cantos dorados. Y el Pickwick de Dickens, en traducción de Benito Pérez Galdós, flanqueado por varios Barbey d’Aurevilly y por Los misterios de París, de Eugenio Sue. Todavía más Dumas -Los cuarenta y cinco, El collar de la reina, Los compañeros de Jehú- y Venganza corsa, de Merimée. Quince tomos de Sebatini, varios de Ortega y Frías, Conan Doyle, Manuel Fernández y González, Mayne Reid, Patricio de la Escosura…» (Capítulo «La mano del muerto», 59-60).
  3. Extracto de folletín.
    1. «-Nació con el don de la risa -cité, señalando el retrato- …y con la sensación de que el mundo estaba loco…» (Capítulo «El vino de Anjou», 17)5.
  4. Estructura del folletín.
    1. «No hay en la historia del folletín de aventuras dos primeras líneas comparables a esas» (Capítulo, «El vino de Anjou», 17 y 18).
    2. «Casi todas sus novelas aparecieron así, por entregas, con el continuará en el próximo número a pie de página, y el público se quedaba con el alma en vilo hasta el siguiente capítulo» (Capítulo «El vino de Anjou», 24)6.

En consecuencia, la exigencia estética del folletín es presentar la trama mediante la técnica del suspense para dar cuenta de lo misterioso y escabroso que tiene la aventura del cazador de libros, Lucas Corso, en una historia enredada con esoterismo y satanismo.




El club Dumas y la novela policial

La novela de Arturo Pérez Reverte presenta voces que hacen referencia a la novela policial. Este nivel intertextual se presenta de manera heterogénea con respecto al género. Esto se aprecia en la forma como se funden conceptos y estrategias discursivas tanto en el plano del enigma como en la corriente negra del relato.

La parte discursiva considera aquellos elementos relacionados con la escritura y cómo se presenta en la novela. Por ejemplo, conceptos reiterativos propios del género policial: «Nada espectacular, me temo; sobre todo en estos tiempos donde los suicidios se disfrazan de homicidios» (Capítulo «El vino de Anjou», 15); vale decir, se da un preámbulo de supuestos homicidios porque toda novela policial para que sea efectiva debe enmarcarse alrededor de un muerto, por lo menos en la primera etapa del género. Otro ejemplo: «-Escucha, idiota. En las historias de misterio siempre muere el amigo. ¿Captas el silogismo?... Esta es una historia de misterio y tú eres mi amigo -le dedicó un guiño cargado de lógica abrumadora-. Así que llevas todas las papeletas» (Capítulo «Remember», 169); o sea, Lucas Corso, se sabe un personaje de novela policial, de modo que justifica sus pasos según la estructura del género.

La novela presenta, además, alusiones a personajes del género de enigma: «lo desafío a que cite héroes de ficción que sobrevivan con la salud de d’Artagnan y sus compañeros, salvo, quizás, el Sherlock Homes de Conan Doyle…» (Capítulo «El vino de Anjou», 26). Otro: «Hay quien busca la emoción en Sherlock Homes arriesgando su vida, y otros que buscan la pipa, la lupa y ese elemental querido Watson que, fíjese, Conan Doyle nunca escribió» (Capítulo «Corso y Richelieu», 506).

También, está la figura del detective, que aúna las redes de su investigación en cuatro planos: el concepto de detective, la denominación de cazador de libros, las características del cazador y el trabajo como detective. Ejemplos:

«-Una especie de detective, ¿no? -aventuró ella, en tono divertido-. Un detective de libros. [...] -Sí. Supongo que podríamos llamarlo así».


(Capítulo «La mano del muerto», 57)                


«incluso el cazador de libros con media ginebra menos en el cuerpo, habría definido como demoledor».


(Capítulo «Sobre apócrifos e infiltrados», 193)                


«-¿Sabe lo que me gusta de su carácter, Corso?... La naturalidad con que asume el papel de sicario a sueldo, entre tanto demagogo y cantamañanas que anda por ahí… Parece uno de esos individuos flacos y peligrosos de los que recelaba Julio César… ¿Qué tal duerme?».


(Capítulo «Gente de toga y gente de espada», 80)                


«Corso era un mercenario de la bibliofilia; un cazador de libros por cuenta ajena. Eso incluye los dedos sucios y el verbo fácil, buenos reflejos, paciencia y mucha suerte».


(Capítulo «El vino de Anjou», 15)                





La figura del narrador y su posición frente a los acontecimientos narrativos

El grado de conocimiento del narrador es importante al momento de concebir la novela como un relato policial. En El club Dumas el hablante está representado por Boris Balkan, que se atribuye el papel de Watson, simulando así, la forma de Estudio en Escarlata de Arthur Conan Doyle. Esta situación narrativa recae sobre Lucas Corso, que simula el papel de Sherlock Homes.

La posición del narrador es la de un testigo, que tiene una visión sesgada de los acontecimientos, pero que se torna, en algunos momentos, omnisciente. Desde estas diversas perspectivas se dan las características físicas y psicológicas del detective Lucas Corso, que es una mezcla de novela policial de enigma y novela negra (mercenario, rechazo de la vida que lleva, desgarbado, abúlico, deprimente, desaprensivo, vicioso, noctámbulo, falsa apariencia de fragilidad, solitario, actos poco lícitos, amores frustrados, con preparación cultural e intelectual, lector precoz e irónico). En este sentido, el narrador da cuenta de la existencia de delitos y muertes, por ejemplo, Enrique Taillefer, Víctor Fargas, Baronesa Ungern. En esta investigación, las pistas y pesquisas están en relación con los informantes, que develan ciertas ambigüedades en la investigación. Vale decir, la búsqueda de Lucas Corso va desde el manuscrito Dumas hasta El libro de las nueve puertas a través de pistas verdaderas y pistas falsas, persecuciones y golpizas, que exacerban la imaginación del detective hacia el final no programado de la novela. Todo esto, en un ambiente que mezcla realidad-ficción con su visión literaria de los acontecimientos. Es decir, el ambiente que merodea Lucas Corso no es claro, sino que sombrío, debido a que la misma intertextualidad de su mente lo envuelve en inseguridades que se traducen en asociaciones con personajes de ficción dentro de su propia realidad.






Conclusión

Este trabajo muestra cómo en un mundo ecléctico la novela de Pérez Reverte muestra una realidad moderna, donde se conectan los cánones clásicos y vanguardistas con el fin de recrear nuevos acontecimientos literarios. Las voces para e intertextuales han servido en la conducción de la investigación de Corso para develar la trama y desmitificar a Alejandro Dumas y su novelística romántica. No obstante, que el autor español imita el formato dumasiano para descanonizarlo. En otras palabras, la novela El club Dumas o la sombra de Richelieu no se presenta en una sola dirección temática, sino que el texto logra afirmarse en base a diferentes temas, tanto clásicos como modernos y ajenos a toda censura, propio de la narrativa del autor. Así es que la novela logra un nivel temático con mucha información, tal vez como reflejo periodístico de Arturo Pérez Reverte o simplemente para demostrar una cantidad exorbitante de documentación y modelos literarios a que se ve enfrentado el lector. Junto con esto, se presenta un trasfondo literario, que es el aire cultural de la novela: el juego cervantino de vida y literatura y el dilema barojiano de vitalismo y abulia.

La novela se desarrolla en torno a diversos niveles intertextuales que, en el caso del detective, logra fundir el personaje con las desrrealidades, producto de su confusión indagatoria en dos planos: el manuscrito de Dumas y el libro demonológico. Dicha pesquisa es una travesía no exenta de persecuciones y muertes, que en el transcurso del relato, es un permanente cuestionamiento del rol que ejecuta Lucas Corso, ya que se presenta como un proveedor de libros y como un detective de estos a través de una investigación de (des)legitimación que realiza de ellos. En consecuencia, Corso es un detective, pero con una variación, pues él representa una extrapolación de los cánones clásicos del detective a la luz de la novela de enigma y posterior novela negra, que en el fondo, no es más que una simbiosis entre ambos, derivando en otro tipo de novela policial, que se aprecia en las citas y referencias para e intertextuales de El club Dumas.

Lucas Corso es un lector compulsivo, con una inteligencia que va acorde con su profesión. Sin embargo, no logra coincidir con Monsieur Dupin o Sherlock Homes, que como representantes de la novela de enigma, son capaces de desarrollar un pensamiento analítico excepcional. Lucas presenta un intelecto que le juega una mala pasada, pues confunde su propia intertextualidad con la verdadera investigación del caso mediante relaciones inexistentes entre el manuscrito de Dumas y El libro de las nueve puertas. Esto lo deja como un simple mortal a la usanza de la novela negra. Él es un detective exótico, «cazador de libros a sueldo», una nueva modalidad que lo aleja del crimen como rasgo principal de la novela policial. A partir de esta característica se arma la trama policial, que es la existencia de un manuscrito dudoso y un muerto seguro. Esta investigación tiene, en un primer momento, el rasgo profesional (mercenario) a través del pago; sin embargo, en un segundo momento, es gratis, por el amor al arte, expresión que Corso descubre al final de la novela. Sus desplazamientos físicos, que lo acercan a la novela negra, lo definen como un personaje itinerante, es decir, comienza en Toledo, viaja a Madrid, sale de España hacia Sintra y luego París y Meung para retornar a Toledo nuevamente. Por último, su condición de detective -género policial- se encuentra en las citas que aparecen como epígrafes antes de comenzar cada capítulo, que aluden a autores de la serie de enigma (capítulo «Remember» a Agatha Christie, «Los muelles del Sena» a E. A. Poe, «Se complica la trama» a A. C. Doyle). Esto otorga una mayor referencia para el lector, considerando que el referente principal es anglosajón, propio de la novela de enigma. Por ello, se puede decir que Pérez Reverte logra recrear una trama por medio de un narrador especialista en Alejandro Dumas y en los franceses del siglo XIX, que es Boris Balkan, quien sirve de apoyo para que el lector legitime el discurso narrativo, pero desmitificando el manuscrito de Dumas y el libro demonológico. De esta forma, la novela reafirma la invalidación de la historia oficial literaria como única verdad por medio del pastiche, elemento vanguardista relacionado con el carácter intertextual exuberante. Pero, también involucra al autor, haciéndolo partícipe de los secretos que contiene el libro demoníaco.

En síntesis, la trama de la novela -historia de aventuras y trampas, intriga y misterio- se ambienta en la España de hoy a través de un narrador que no solo mezcla las identidades de los personajes, sino que también martiriza a Corso en sus indagaciones, con los personajes históricos de la época de Dumas. El club Dumas termina siendo una clásica obra por entregas y un auténtico thriller donde se cruzan extraños personajes, bibliófilos, mundo de anticuarios y coleccionistas de libros antiguos, seguidores del diablo y una inquietante mujer fatal. Vale decir, fantasía y realidad, erudición contenida y juego de pistas en un folletín decimonónico, que es el relato indagatorio de una biblioteca oculta, que mueve a la siguiente pregunta: ¿Puede un libro ser investigado policialmente como si de un crimen se tratara, utilizando como pistas sus páginas, papel, grabados y marcas de impresión, en un recorrido de tres siglos?




Bibliografía

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