Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice


 

21

Un hombre que se va, pág. 170.

 

22

E. S. SPERATTI, ob. cit., págs. 97 y sigs.

 

23

La buñolería de Eslava, famoso punto de cita y de reunión, fue recordada con frecuencia. «En el cafetín que hay en sus adentros hemos pasado muchas veces las últimas horas de la madrugada y hemos recibido junto a los buñuelos -pompas del alba- aguardiente en taza que nos despachaban por recomendación, y que más que por la autoridad era disimulado para que no se diesen cuenta de que nos lo expendían los mangantes de las otras mesas» (GÓMEZ DE LA SERNA, Nostalgias de Madrid, pág. 26). El café está en los orígenes mismos del teatro superviviente. Es el que acabó de hacer famoso el cantable de La Gran Vía («Te espero en Eslava tomando café»). (Véase J. DELEITO PIÑUELA, Origen y apogeo del género chico, pág. 447).

 

24

El clima de sainete está reconocido, como una intuición de matices irrecusables, en muchos trabajos. Ya en MELCHOR FERNÁNDEZ ALMAGRO, ob. cit. También lo hace PEDRO LAÍN ENTRALGO, en su agudo libro La generación del 98, pág. 159. Aún podrían aducirse más testimonios, todos, repito, como una «vivencia» más. Solamente ahora comenzamos a ver tal rasgo con la lejanía necesaria.

 

25

La «corza herida» tan recordada, era motivo frecuente de F. Villaespesa. Una sola muestra: «...huyó mi alma con sus pies veloces / como una corza ensangrentada y blanca» (El libro de Job, 1909, Obras, I, página 649). También es usual en este poeta «el peregrino» más o menos eterno (Saudades, El Rey Galaor, etc.). Se trata de uno de los recursos más en abuso por la poesía modernista. Del «peregrino» se acuerda Don Latino, escena última.

Para las huellas y los procedimientos de literatización véase A. ZAMORA VICENTE, ob. cit., passim.

 

26

La circulación de algunos cantables debía ser abrumadora. Algunos ejemplos nos lo demuestran. La canción de la tarántula, de La Tempranica, aparece reproducida en escritores tan distintos como EUGENIO NOEL (Señoritos chulos... La tarántula) y PÍO BAROJA (Mala hierba, Obras, I, página 497). Que el aire traía y llevaba de un lado para otro estas músicas, lo revela la anécdota, muy ilustrativa, de un sevillano que, después de permanecer tres días en un tejado, aislado por una avenida del Guadalquivir, recibió a los bomberos que venían a salvarle con los mismos compases de Marina recogido arriba: «Dichoso aquel que tiene / su casa a flote» (J. MONTERO ALONSO, Pedro Muñoz Seca, pág. 120). Entre los rasgos del madrileño, RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA encontraba éste: «...es ir en la plataforma de un tranvía y que al mirar a un señor raro, éste no se ofenda por la mirada fija, sino que canturree: ¡Caballero de Gracia me llaman!» (Nostalgias de Madrid, pág. 18).

 

27

Se recuerdan estas representaciones en El mirlo blanco, el teatro casero de Ricardo Baroja, en JULIO CARO BAROJA, Recuerdos valleinclanescobarojianos, en Revista de Occidente, noviembre-diciembre, 1966, págs. 302 y sigs. En apoyo de lo que venimos señalando, recogeré la anécdota que divulga R. Gómez de la Serna, en su pintoresca biografía de Valle Inclán. Según su aserto, Valle, al ser detenido en su casa por la policía gubernativa, bajo el gobierno del General Primo de Rivera, recitó unos versos famosos:


He vivido lo bastante
para no ser arrogante
cuando no lo puedo ser.


(Ramón del Valle Inclán, pág. 160).                


 

28

El Canto del cosaco está vivo a lo largo de toda una escena de El balido del zulú (Cuadro primero, escena VI).

 

29

«-¿Qué es atrevida, y qué? ¿Dónde me deja usted Las vengadoras, de Sellés?

-No las trato» (El gorro frigio, escena VII).

 

30

También se ha interpretado Los cuernos de Don Friolera como una parodia esperpéntica de Otelo, y no faltan argumentos para hacer incidir la burla sobre El gran galeoto, de Echegaray. (G. DÍAZ PLAJA, Las estéticas de Valle Inclán, págs. 235 y sigs.)

Indice