Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
Indice


 

81

Una ligera observación, al pasar, permitirá ver con precisión de qué estoy hablando. Todos los comentaristas de las Sonatas hemos destacado el uso de combinaciones de dos (y de tres) vocablos (sustantivos o adjetivos) como recurso dilecto de Valle Inclán. Pero quizá no hemos insistido lo suficiente sobre el aspecto revolucionario de sus combinaciones. Ese tipo de frase existe muy copiosamente en escritores anteriores. Pereda, por ejemplo, ofrece nutrido repertorio: «Muestra de deferencia y respeto» (Escenas montañesas); «...habían durado la escampa y el sosiego lo estrictamente necesario» (Peñas arriba); «...el horror y la repugnancia de sus convecinos» (Tipos y paisajes); «las pesadumbres y los dolores fueron minándola y consumiéndola» (Peñas arriba); ejemplos de tres: «ofrecer su agonía por blanco a la burla, a la sátira y al escarnio» (Esbozos y rasguños); «rumor continuo, igual, monótono» (Peñas arriba). Podrían sumarse muchos más. Pero, en realidad, lo que hace aquí Pereda no es escribir español, sino la lengua de Cervantes, que es otra cosa. Está preso del prestigio de la lengua clásica, que, de modo admirable, empleó esas combinaciones de voces sinónimas (o casi sinónimas: es posible que para el clásico hubiese algún matiz semántico que, a veces, percibimos y, a veces, no). Observemos el cercanísimo parentesco semántico de esas palabras combinadas. Es el rasgo que Menéndez Pidal analizó tan certeramente en su ensayo sobre La lengua del siglo XVI. En cambio, las combinaciones de Valle Inclán («golpe alegre y desigual»; «niño riente y desnudo»; «lloroso y doctoral»; «fervorosos y torpes». De tres: «calle antigua, enlosada y resonante»: «campanilleo grave argentino, litúrgico», «calle de huertos, de caserones y de conventos»; «la vieja, la noble, la piadosa ciudad»; todos de Sonata de Primavera) revelan una total disonancia entre sus componentes, y solamente el conceptismo interior del escritor, la disciplina mental que les hace funcionar a la vez (como pinceladas superpuestas de cuadro impresionista o puntillista) es el nexo visible. Valle logra dar la impresión de la ciudad antigua, monacal, devota, dormida o despierta bajo el acorde de las campanas conventuales, con la exacta aglomeración de tres conceptos distintos: vieja, noble, piadosa. El rumor del río en Peñas arriba, continuo, igual, monótono, no pasa de ser ligeramente aburrido.

Ya en La lámpara maravillosa (1916), se habla del «esfuerzo por enterrar la prosa castiza». Y es de destacar que aún no se sabía bien en España en qué consistía la prosa castiza: el ensayo de Ramón Menéndez Pidal es de 1933. Como ha vuelto a ocurrir en varias ocasiones, el instinto del creador ha ido por delante de la meditada observación del filólogo.

 

82

EUGENIO NOEL, en esta dirección, puede emplear voces como niñibilis 'niño flamenco, agitanado', y Ricardíbilis, donde se da el mismo matiz burlón a un nombre de pila. (Señoritos chulos..., págs. 156 y 78, respectivamente.)

 

83

Dejar cortinas la encuentro en PÍO BAROJA (Juventud, egolatría, Ob., V, pág. 218), por cierto acompañada de comentario muy valioso sobre el clima social de la expresión.

 

84

Ser un pipi, pipiolo; coger a uno de pipi, son muy abundantes. Figura ya en CASERO (Los gatos) y lo emplean RICARDO BAROJA (Gente del 98) y PÉREZ DE AYALA (Troteras y danzaderas).

 

85

De boquilla, 'charla o discusión no acompañadas de actos' la encuentro usada en Churro Bragas y en ¿Cytrato? ¡De ver será!, entre otras del género, donde es frecuente. En otras esferas, aparece en CAVIA, Cháchara, y en PÉREZ DE AYALA, Troteras y danzaderas.

 

86

Son abundantes los rasgos de madrileñismo en el habla de Luces de bohemia. Entre los más significativos, añadiré los siguientes: Tendencia a reducir las palabras, dejándolas en su primera mitad, que sirve como índice de reconocimiento. Es procedimiento para extremar la familiaridad con lo local y exagerar crípticamente la cercanía que con determinadas cosas se tiene: La Corres 'La Correspondencia de España', nombre de un periódico; Don Latí 'don Latino', usado, por cierto, cuando este rasgo estilístico está muy vivo; propi 'propina'; pipi 'pipiolo'; delega 'delegación de orden público, comisaría'. Es el mismo caso de los entonces generales (hoy apenas se oyen) la Bombi 'La Bombilla. barrio de la ciudad', y el Campi 'el Campillo del Mundo Nuevo'; jipi 'jipijapa', 'una clase de sombrero'; preve 'la prevención, oficina gubernativa'; etc. También es madrileño lo cual con un antecedente un tanto amplio: Habrá que darle para el pelo. Lo cual que sería lástima. El achulapamiento de la frase ¿te caminas?, entre conminatoria, suplicante o amenazadora, es también índice local del habla. Redondea la impresión de la afectación barriobajera madrileña de hace unos lustros, el uso frecuente de cultismos estridentes en medio de las palabras de ámbito plebeyo. Compárense, por ejemplo. «¡No introduzcas tú la pata, pelmazo!»; «¡Un café de recuelo te integra!», «¡Pudiera! Yo me inhibo»; etc. Finalmente, recordaré algunas frases que cargan la tinta madrileña a lo largo de la conversación: Ya queda registrada arriba por un casual, añadamos estar marmota 'estar dormido'; dar morcilla 'enviar a uno con cajas destempladas'; no dar ni los buenos días 'encarecimiento de la avaricia' (también se decía no dar ni la hora); cambiar el agua de lo aceitunas 'orinar'; ¡me caso en Sevilla! 'eufemismo para disimular la violencia o la blasfemia'; dar para el pelo 'golpear, dar una paliza'; ¡Que te frían un huevo! también 'expresión despectiva, reprobatoria', que convivió con ¡Que te frían un Citroën!, torcer la gaita 'poner cara de disgusto'. Ya exclusivamente madrileña es la cita de El que no pasa por la calle de la Pasa no se casa, empleada por la Pisabién, para recomendar a Don Latino que se case con su madre. En la Calle de la Pasa estaban las oficinas de la Vicaría, donde era forzoso arreglar la documentación matrimonial.

Frente a esta riqueza de vitalidad madrileña, popular, los rasgos incultos, vulgares, son muy escasos. Tan sólo algunos en boca del sereno que detiene a Max Estrella (sus por 'os'; por cierto que Max llama al sereno troglodita asturiano: las revistas literarias de la época están bastante nutridas de trogloditas, indudablemente con el valor de 'cavernícola, reaccionario'), de la vecina que descubre a Max muerto (señá, apegarse) y de la Lunares (cuála, dilustrado). El valor estilístico de estos vulgarismos es clarísimo y eficaz.

 

87

El léxico madrileño surge, en Luces de bohemia, con pujanza insorteable, mezclándose los cultismos extraños, los gitanismos y las creaciones momentáneas con estrecho vigor. Una breve lista, puramente enunciativa, nos ilustrará apañar 'robar'; beatas 'pesetas'; bocón 'boceras, charlatán'; cañí 'gitano'; cate 'golpe, bofetada' (figura en alguna de las parodias); dejar cortinas 'dejar residuos o restos de bebida en la copa en que se bebe', frase que también encuentro en Pío Baroja; curda 'borracho'; chalao 'loco, chiflado', de muy frecuente empleo en la literatura popularista anterior; chola 'cabeza', dimanar 'causar, provocar', verbo que se utilizó con valores aproximados (Arniches, por ejemplo, en La pareja científica); faltar 'ofender', ya general en todo el dominio hispánico, fiambre 'cadáver'; gatera 'tunante, calavera, sinvergonzón'; guindilla 'guardia de orden público'; guipar 'ver, mirar'; llevar mancuerna 'recibir una paliza, un tormento de cualquier tipo'; ¡naturaca! '¡naturalmente!', voz de cuya novedad en los medios en que nos estamos moviendo da pruebas Eugenio Noel (Señoritos chulos..., pág. 319); pájara 'mujer, hembra, con alguna connotación peyorativa'; panoli 'tonto, bobalicón', ya usada en el siglo XIX (Galdós, Pardo Bazán, Casero, el género chico); papel 'periódico', aún vigente entre los vendedores; pápiro 'billete de banco', que se oye todavía y también fue empleado en Troteras y danzaderas; punto 'sujeto avispado, perdulario, golfante', pela 'peseta'; pupila, tener pupila 'tener cuidado, avivarse, catar listo' (en Troteras y danzaderas es aún más madrileño: púpila); servidor, servidorcito 'yo'; soleche 'pelmazo, tonto, latoso'; sombrerera 'cabeza'; susodicha, voz muy empleada, extraída del lenguaje leguleyo; vándalo, ser o no ser vándalo 'bestia, bruto', etc.

 

88

Ver GEORGES MATORÉ, L'espace humain, Paris, 1962.

 

89

Recuérdese que P. Muñoz Seca recurrió también al cine en alguna ocasión. Así sucede, por ejemplo, en Trampa y cartón, donde hay algunas secuencias cinematográficas, interpretadas por los mismos actores que hacían la representación teatral. Trampa y cartón; se convirtió en zarzuela en 1920.

 

90

E. SPERATTI, ob. cit., pág. 92 (basándose en otros textos); J. MONTERO PADILLA, en su prólogo a La pareja científica, de Carlos Arniches; J. F. MONTESINOS, en Modernismo, esperpentismo, o las dos evasiones, en Revista de occidente, noviembre-diciembre, 1966, págs. 155-156 y 161.

Indice