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Por ejemplo las memorias del arquitecto y ministro de Armamentos de Hitler, Albert Speer (1905-1981), titulados Erinnerungen [Recuerdos], Ullstein, Frankfurt, 1969.

 

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Esta época se apoyó sobre diferentes interpretaciones de Nietzsche. Rauschning, por su parte, anotó los aforismos que Hitler repetía y que remiten a una versión vulgarizada de las ideas de Nietzsche; cf. H. Rauschning, Gespräche mit Hitler, Europa Verlag, Zürich, 1940 (2.ª ed.), pp. 209-212. Ellos son del mismo tenor que los repetidos por el Astrólogo; cf. LOCOS, p. 181, u OBRA, I, p. 301: «Muchos llevamos un superhombre adentro. El superhombre es la voluntad en su máximo rendimiento, sobreponiéndose a todas las normas morales y ejecutando los actos más terrible, como un género de alegría ingenua... algo así como el inocente juego de la crueldad». El Hitler de Rauschning dice, por ejemplo: «Cada acto tiene sentido, inclusive el crimen» (op. cit., p. 211).

 

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Así es Rauschning un nuevo Erdosain, que sólo puede soportar por un tiempo al conductor; al final, ambos terminan apartándose. Rauschning elige la emigración (en 1936), en lugar del suicidio. De sus escritos se desprende que ha creído en Hitler hasta los sucesos del 30 de Junio de 1934, en que fueron asesinadas las figuras prominentes del ala socialistoide del movimiento aglutinadas en las «SA» [sigla de «Sturm/Abteilung» (sección de asalto)]; las justificaciones oficiales de esos crímenes se basaron en dobles argumentos: se trataba de conspiradores y homosexuales.

 

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Es evidente que Rauschning conoce las obras de Dostoyevski, que tuvieron gran difusión en Alemania desde la «República de Weimar» a causa de su repliegue individualista ante los males sociales. Es llamativo, con todo, que este político alemán haya asociado el fanatismo pintado en las novelas rusas con él su propia época, como había hecho Arlt. Las conversaciones de las figuras históricas de Rauschning, de los personajes de Dostoyevsky y de Arlt coinciden en temas como: modos de creación de pánico, planes para el descenso del nivel de la enseñanza y para la reintroducción de la esclavitud.

 

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Cf. Rauschning, op. cit., p. 81.

 

116

Cf. Rauschning, op. cit., p. 174.

 

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Esta obra singular que comenzó a editarse hacia 1903 para desacreditar a los judíos de Rusia contiene protocolos apócrifos de una presunta asamblea judía que habría de haberse reunido para lanzar la conquista judía del mundo. La ironía de esta falsificación es que se atribuye al presunto enemigo lo realizarían los propios falsificadores. Dichos protocolos circulan actualmente en la Argentina en los kioskos en un folleto que figura bajo Editorial Primicia (Buenos Aires, 1976), donde «se asegura su autenticidad».

 

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Cf. Rauschning, op. cit., p. 227.

 

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Cf. Rauschning, op. cit., p. 100. Tanto en Astrólogo como el Hitler de Rauschning admiran a Lenin y hablan con cierta ironía de Mussolini. En ambas obras se tocan además los siguientes temas: gases asfixiantes y guerra bacteriológica, obligar al pueblo a la grandeza, predilección por Estados esclavistas de EE. UU., utilización de criminales para tareas especiales, la encarnación del Anticristo, horóscopos. Además el Astrólogo se acerca en una terrible profetización al régimen nazi: en los planes de construcción de hornos para quemar cadáveres (cf. LOCOS, p. 62 y 85; OBRA, I, pp. 180 y 203).

 

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Véase el análisis del «bonapartismo» (de Napoleón III) que realizó Karl Marx en su obra escrita en 1852 titulada Der achtzehnte Brumaire des Louis Bonaparte [El dieciocho de Brumario de Louis Bonaparte], MEW8. El parangón entre el bonapartismo y el fascismo fue llevado a cabo por el disidente comunista A. Thalheimer en su obra ya citada. Ello puede resumirse como deseos insatisfechos de grandeza imperial mezclados con necesidades reales de cambio social, que son amalgamados en una aparente síntesis armónica; mientras que en realidad se trata de una gigantesca intencionada confusión. El psicólogo izquierdista Wilhelm Reich, que supo unir en su obra las enseñanzas de Freud con una posición dialéctica, afirma en Massenpsychologie des Faschismus [Psicología de masas del fascismo] (1933) que el concepto de confusión debe ser relativizado, puesto que las capas medias de la sociedad habrían sido víctimas del engaño prácticamente sabiendo que se las engañaba, a causa de estructuras psíquicas aprendidas en la infancia. El mismo Reich reconoce, sin embargo, que sin el tono «social» de los discursos de Hitler antes de 1933 no se habrían ganado tan rápidamente a las masas. La ironía es que esos discursos habían sido solventados con dinero salido de industriales como Krupp o Thyssen.