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Véase Diana Guerrero, Roberto Arlt, el habitante solitario, Granica, Buenos Aires, 1972, donde la autora inspirándose en el diario íntimo de Cesare Pavese (1908-1950) titulado Il mestiere di vivere (1952) establece los oficios de vivir que Arlt describe.

 

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Desde aproximadamente 1970 se multiplican las tesis doctorales sobre Arlt en los Estados Unidos y otros países, lo que tal vez esté en relación con el éxodo de profesores ocurrido en la Argentina desde 1966, que habrían colaborado a su difusión. Entre las tesis norteamericanas me interesa citar dos de 1978: la de Paula K. Speck, «Roberto Arlt and the Conspiracies of Fiction» (Yale) y la de Beatriz Pastor, «Alienación y rebelión en la narrativa de Roberto Arlt» (Minnesota).

 

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Así es utilizado por Chesterton en su obra ya citada.

 

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En la primera enumeración al cabo del primer día del relato este «Ulysses» que es Erdosain cuenta siete monstruos en su periplo, sin contarse a sí mismo: el Capitán, Elsa, Barsut, el Hombre de la Cabeza de Jabalí, el Astrólogo, el Rufián, Ergueta (cf. LOCOS, p. 54; OBRA, I, p. 173). Durante ese primer día Erdosain se ha sentido en inferioridad de condiciones ante ellos o explícitamente humillado por ellos, pero dos de estos personajes desaparecen completamente de la acción y Elsa tiene una vuelta marginal en Los lanzallamas. Quedan, pues, cuatro personajes que tendrán cierta actuación; sólo dos de ellos (el Astrólogo y el Rufián) más el propio Erdosain figurarán en la mesa de los «seis jefes». En realidad, los personajes extraños podrían elevarse a veinte (cf. el propio juicio de Arlt sobre el conjunto en una de sus Aguafuertes, la de OBRA, II, p. 254).

 

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En el film «Los siete locos» (1973) de Leopoldo Torre Nilssony en la versión teatral bajo el mismo título de Teatro del Picadero dirigida por Rubens W. Correa (Buenos Aires, 1980) están en escena los siguientes siete personajes: el Astrólogo, Erdosain, el Mayor, el Buscador de Oro, el Rufián, el Abogado y Bromberg.

 

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El abandono de la glorieta, donde tiene lugar la sesión, por parte del Abogado reduce el número de los jefes a cinco: el Astrólogo, Erdosain, el Mayor, el Buscador de Oro y Haffner (también conocido como «el Rufián Melancólico»).

 

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Para Diana Guerrero, Hipólita (junto con el Cronista) es el único personaje que triunfa. A mi juicio el triunfo de Hipólita es relativo: ha escapado con un embaucador perseguido por la policía y se ha plegado a él por necesidad de apoyo de un hombre (castrado). Para mí es cuestionable una emancipación femenina que se base en la extirpación de la sexualidad de la mujer. En este sentido Hipólita parece el antecedente de la protagonista de Pubis angelical (1979) de Manuel Puig, donde se postula la emancipación femenina por la trascendencia de su sexo, lo que nunca se sentó como posibilidad para el hombre. Hipólita es, con todo, un personaje bien delineado, inspirado en modelos argentinos que asume la actitud -considerada masculina en 1930- de elegir su camino. A mi juicio el triunfador del grupo es Barsut, quien llega a ser actor de cine, según los anhelos pequeño-burgueses de alcanzar un mundo rosado.

 

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El estudio de Diana Guerrero muestra qué distancia se ha recorrido desde las falsas identificaciones de Raúl Larra. Por otra parte, según narra E. González Lanuza (op. cit., p. 82), Arlt era considerado ya en el círculo artístico de su época «el octavo paranoico». Entonces no se percibía que los otros siete eran formas hipotéticas de Arlt, en el sentido en que Flaubert pudo decir que Mme. Bovary era él mismo.

 

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El trabajo de Diana Guerrero, que pretende una crítica ideológica, se queda a medio camino, pues no elabora dialécticamente los fenómenos históricos.

 

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Véase Lucien Sève, Marxisme et théorie de la personalité, Editions Sociales, Paris, 1972.