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Acto tercero

 
La explanada del palacio de ATILA. Un toldo multicolor, colocado a grande altura, se halla sujeto a las copas de los árboles, formando una especie de tienda que oculta el fondo, en el que se ven dos aberturas practicables. La vasta extensión de este recinto se halla rodeada de pequeñas mesas, separadas entre sí y provistas de los asientos correspondientes, para que en cada una quepan de cuatro a cinco personas. En el centro un estrado y la mesa y el thalamus de ATILA. Éste y todos sus dignatarios toman parte en el festín. Detrás de cada convidado habrá en pie un copero con un vaso de oro o plata, siempre servido. ZERCÓN llena este cometido junto al REY. Los esclavos con caprichosos trajes que acusen sus diferentes razas, colocan sobre las mesas grandes platos de metal precioso, cargados de manjares. La vajilla y los vasos de ATILA son de madera. Sentados sobre los ricos tapices, a un lado del proscenio, esperan el turno de sus espectáculos, el escaldo o poeta huno, los soldados, provistos de sus escudos para acompañarse en el canto, y las esclavas bizantinas con sus ropas talares más vistosas, pero semejantes a las usadas por las almés egipcias. Multitud de flameros y antorchas sujetas a los árboles, iluminan la escena. Al levantarse el telón aparecen en primer término dos luchadores que acaban de dar fin al ejercicio, por lo que verase al vencido derribado y al vencedor poniéndole el pie sobre el pecho. Todos aplauden frenéticamente lanzando alaridos descompasados, y en su fisonomía y ademanes se observa el efecto de una desenfrenada embriaguez.
 
Escena I
 
ILDICO, ATILA, ARDARICO, ZERCÓN, VALAMIRO, VIDEMIRO, TEODOMIRO, el ESCALDO, SACERDOTES, SOLDADOS, ESCLAVOS, COPEROS, etcétera.
 
ATILA ¡Honra de ese titán al rudo empuje!
¡Gloria del vencedor, al brazo fuerte!
Un vaso de Medoc, veinte Filipos 1305
y la manumisión su esfuerzo premien.
(Todos aplauden. Los luchadores se retiran.)
Nosotros a beber, que si en la sombra
quísome herir la ingratitud aleve,
de mi justa venganza el espectáculo
servirá de esplendor a mi banquete. 1310
(Toma la copa de manos de ZERCÓN y la apura, dirigiéndose a sus dignatarios.)
¡Por vosotros!
TODOS                         Por ti.
(Tomando las suyas de los coperos y devolviéndoselas después de vaciarlas, para que escanciando de nuevo, las tengan prontas para una nueva libación.)
ARDARICO (Aparte a los reyes, que están a su lado.)
                                     ¿Cómo pudisteis
la gruta abandonar?
TEODORICO (Aparte a ARDARICO.) (Dejando inertes
a aquellos miserables.)
ARDARICO (Ídem.)                          (Mas... ¿dispuesta
la rebelión está?)
VALAMIRO (Aparte a ARDARICO.) (Veraslo en breve.)
ATILA ¿Es de fuego la atmósfera esta noche? 1315
¡Qué terrible sopor! Dadme otro ambiente.
(Varias esclavas, con grandes abanicos de plumas, agitan el aire.)
VIDEMIRO (Aparte a los reyes.)
(Del tósigo mortal ya los efectos
que predijo el parásito se advierten.)
ATILA No os detengáis: en eslabón continuo
la cadena tejed de los placeres. 1320
Los cantos entonad de la Germanía
y a Bizancio sus danzas nos recuerden.
(Los soldados entonan un canto a voces solas, apoyando el borde superior de sus escudos contra el labio inferior a usanza de los germanos, que se valían de este medio para dar una vibración particular al sonido, y las esclavas bizantinas ejecutan a su compás una danza en la que, el movimiento de los pies, casi invisible, por sus ropas talares, es sustituido por una voluptuosa agitación de todo el cuerpo, que se termina en un desenfreno vertiginoso. Todos aplauden con entusiasmo.)
La libación repítase... ¡Mi copa! (Tomándola.)
No deis tregua al placer. ¡Escancia, imbécil!
(A ZERCÓN.)
Dignatarios y pueblo: en las batallas 1325
o vencer o morir. (Apurando su copa.)
TODOS (Haciendo lo propio.) ¡Victoria o muerte!
ATILA Escaldo, avanza. Al prodigioso numen
dile que inspiración vierta a torrentes.
El suspiro apagad; todo enmudezca:
sólo su acento los espacios llene. 1330
(Todos se imponen silencio y escuchan con avidez. El ESCALDO gana el centro, y en una actitud inspirada entona con gran fervor el siguiente himno:)
ESCALDO Cual su melena lanzada al viento,
de sus rugidos marchando al son
y de matanza su diente hambriento,
la virgen selva cruza el león;
al sol retando su audaz pupila, 1335
sangre pidiendo su espada y él,
la fértil tierra devasta Atila
ciñendo el flanco de su corcel.
Cuando los hunos en son de guerra
su aliento aspiran batallador 1340
y al entusiasmo que el pecho encierra
se forja el rayo de su valor,
nubes parecen que cual montañas
por los espacios rodando van,
llevando antorchas en las entrañas 1345
y por quejidos el huracán.
La lucha empieza; las rizas crines
el bruto azota contra el arnés,
cuando al estruendo de los clarines
suelta la brida parten sus pies; 1350
mientras los dardos vertiginosos
del cielo rasgan el leve tul,
como esos astros que luminosos
llenan de surcos el aire azul.
(Imitando con la acción el correr de las estrellas erráticas.)
Ya confundidos los escuadrones 1355
la muerte avanza del hierro al son,
y sobre vidas hechas girones
sangriento callo planta el trotón.
Y entre las llamas y entre los ecos
de los gemidos avanza Athel, 1360
a quien el triunfo sobre los flecos
de su bandera puso el laurel.
Como del campo la sed ardiente
gota de lluvia viene a templar
y entre sus venas se cambia en fuente, 1365
de fuente en río, de río en mar:
de Escitia a Italia tejiendo un lazo,
el culto a Persia llevó de Ares;
miró a Occidente, tendió su brazo
y el mundo, Atila, rindió a sus pies. 1370
(Todos aplauden frenéticamente. El ESCALDO se retira. ATILA avanza, dejando ver desde ahora hasta el momento de su postración los efectos progresivos del veneno.)
ATILA Bien me cantaste; yo soy
quien ejerce ese dominio;
yo, que siembro el exterminio
por donde quiera que voy;
porque con mi saña acerba 1375
peso tanto en mi caballo,
que allí donde él pone el callo
no vuelve a crecer la yerba.
Pero... Este extraño sopor
que me embarga los sentidos... 1380
Mis miembros entumecidos
van perdiendo su vigor,
y tan confusa acudir
siento la idea a mi mente,
que le pregunto al presente 1385
si es pasado o porvenir.
¿Sois vosotros, no es verdad,
los testigos de mis bodas?
Pero ¡qué caras! En todas
se pinta la gravedad. 1390
Deponedla de una vez
dando entrada en vuestro seno
al sublime desenfreno
de la hermosa embriaguez.
Miradme a mí: yo que hinqué 1395
veinte reyes de rodillas
y al pasar setenta villas
a las llamas entregué;
yo, que al odio universal
la espada desnuda opongo, 1400
yo, Atila, el cetro depongo
por el tirso bacanal.
Librando al dolor batalla
del vértigo en los confines
eclipsemos los festines 1405
de Nerón y Caracalla:
devoremos los instantes
hasta agotar el licor
al frenético clamor
de sátiros y bacantes; 1410
y entre música sonora,
los labios de amor felices
empañando los matices
de las perlas de Basora,
cuando del sueño al compás 1415
sus alas pliegue la orgía
soñémosla todavía
porque se prolongue más.
Resuene un himno en mi honor
que la tristeza destruya. 1420
Esposa, la vez es tuya:
canta ¡oh cisne! tu estertor;
inspira tu pensamiento.
(Óyese un formidable graznido. ATILA se interrumpe. Los demás dejan ver en su semblante la diferente impresión que les produce.)
Mas... ¿ese ruido?...
LOS REYES (Entre sí.)                 ¡El alerta!
ILDICO (Aparte.) ¡Despierta, valor, despierta, 1425
que se aproxima el momento!
ATILA ¡Fue un graznido! Es singular
cómo el cuervo inteligente
el fin sangriento presiente
que voy al festín a dar. 1430
(Mirando a ILDICO y a ZERCÓN.)
¡Fue previsión!
ILDICO                           ¡Mucha! ¡Mucha!
ATILA Ya que el morir no te espanta,
no te detengas y canta.
ILDICO Pues tú lo quieres, escucha.
En un extenso confín 1435
como el que tu mano abarca,
cual tú, un excelso monarca,
como este honraba un festín.
Era el banquete nupcial;
el rey, como tú, tirano, 1440
el esplendor soberano,
la embriaguez infernal.
De pronto las ricas galas
que envolvían al protervo,
llenó de sombras un cuervo 1445
con el manto de sus alas;
y al lúgubre y triste son
que produjo en el palacio,
se heló el aire del espacio
al miedo del corazón. 1450
-«¿A quién buscas de esta suerte?...»
preguntó el monarca grave.
-«¿Quién te trajo?»- Y dijo el ave
con un graznido: -«¡La muerte!»
Y a todos aquel acento 1455
sumiendo en letal desmayo,
para no atraerse el rayo
todos ahogaron su aliento.
La víctima al fin marcó
el capricho omnipotente, 1460
y tanta cobarde frente
su fiereza recobró;
sólo el ave carnicera
batiendo las densas brumas,
volvió a agitar de sus plumas 1465
la tremolante bandera;
y ante la atónita grey
de aquellos podridos seres
al gritarla: -«¿A quién prefieres?»-
respondió sañuda -«¡Al Rey!» 1470
(Señalando a ATILA. Asombro general.)
ATILA ¿Al Rey? ¡Necio es tu furor!
Mi carcajada te advierte
que no has de vengar tu muerte
despertando mi terror.
Te juro que no verás 1475
tu predicción satisfecha.
Voy a mandarle una flecha
para que no cante más.
 
Escena II
 
LOS MISMOS, el SOLDADO 5.º, trayendo maniatado a FLAVIO.
 
SOLDADO ¡Plaza!
ATILA              ¿A quién?
SOLDADO                                A este traidor, 1480
que sirve a tierras remotas
de espía, bajo sus rotas
vestiduras de pastor.
ILDICO (¡Flavio!) (Reconociéndole aparte.)
ARDARICO (Ídem a los REYES.) (¡Si habla nos perdemos!)
ATILA ¿Qué prefieres? (Al SOLDADO.)
SOLDADO                            Yo le he visto 1485
predicar la fe de Cristo,
y en los cuarteles extremos
el oro verter cuitado;
y, Rey, cuando el oro brilla,
ni el muro guarda la villa 1490
ni tiene escudo el soldado.
Un formidable graznido
hace poco el viento hirió;
el cuervo lo cacé yo, (Por FLAVIO.)
ahora tú sorprende el nido. 1495
ATILA (Mirando a ILDICO y a ZERCÓN.)
Descubrir juzgo el arcano
que su vil conducta encierra.
¿Cuál es tu patria? (A FLAVIO.)
FLAVIO                                ¡La tierra!
ATILA ¿Tu nombre, infame?
FLAVIO                                     ¡Cristiano!
ATILA (Con furor creciente.)
¿No tienes cómplices?...
FLAVIO                                          Sí. 1500
ARDARICO (Aparte.) (¡Nos vende!)
ATILA (Presentando a ILDICO y a ZERCÓN.)
                                         ¿Son estos?...
FLAVIO                                                                 ¡No!
ATILA ¿Dónde están?
FLAVIO                          Dónde iré yo
cual víctima tuya. Allí. (Por el cielo.)
ATILA (Fuera de sí.) Donde cantaste darás
tu ¡ay! postrimero al espacio; 1505
(Al SOLDADO.) pero matadle despacio,
a fin de que muera más.
Tú, Zercón, la misma suerte
ve a correr.
ILDICO (Aparte.)    (¡Ah!)
ARDARICO (Ídem.)                  (¡Se perdieron!)
ATILA Los que el crimen compartieron 1510
que se repartan la muerte.
ILDICO (Aparte a los REYES.)
(Es fuerza salvarlos.)
REYES (Aparte.)                    (¡Sí!)
ARDARICO (Aparte.) (Mas no han repetido el canto.)
Salid vosotros; yo en tanto
ganaré instantes aquí. 1515
ATILA (A los REYES.) Marchad a imponer mis leyes
pero ved que en mi furor
cada soldado traidor
cuesta la cabeza a un rey.
ARDARICO (A ATILA.) Antes de que a tu sentencia 1520
dé el verdugo cumplimiento,
presta a solas un momento
a mis palabras audiencia.
ATILA (Al séquito.) Salid. Pero el sacrificio
disponed en el palacio. 1525
Hay que orear este espacio
con la sangre del suplicio. (Retíranse todos.)
 
Escena III
 
ATILA, ARDARICO.
 
ARDARICO Puesta en el polvo la frente
llamando a tu compasión
vengo a implorar el perdón 1530
de una víctima inocente;
pues del crimen la doblez
más a la justicia insulta
cuando en los pliegues se oculta
del manto augusto del juez. 1535
ATILA No alcanzo por quien tu boca
prorrumpe en gritos de gracia.
Si es por Ildico, tu audacia
se estrella contra una roca.
La muerta ilusión que escondo 1540
abrió abismo tan profundo,
que en él despeñose el mundo
y aún rueda sin hallar fondo.
Mi esperanza hundió en el lodo.
Justo es vengarme. ¡Que muera! 1545
ARDARICO ¿Y si te amase?
ATILA (Arrebatado por la esperanza.) La diera
mi perdón, mi cetro, todo.
(Con ansiedad creciente.)
Mas ¿es por Ildico amante
por quien tu clemencia imploras?
Responde.
ARDARICO                    No.
ATILA (Con profundo sentimiento.) ¡Cuántas horas 1550
de ansiedad tiene un instante!
¿Qué vida defiendes? Di.
ARDARICO La de Zercón.
ATILA                        ¿Mi asesino?
Si no estáis loco, imagino
que haces escarnio de mí. 1555
ARDARICO No fue tu esclavo el que alzó
su puñal contra tu pecho.
ATILA ¿Quién entonces? (Asombrado.)
ARDARICO (Aparte.)              (¡Aún no han hecho
la señal!)
ATILA                 Su nombre.
ARDARICO                                     Yo.
ATILA ¡Mientes! (Recordando que vio a ZERCÓN herido.)
ARDARICO                  ¿Qué mano homicida 1560
de esta mano el golpe iguala?
(Adivinando la duda de ATILA y abriendo sus vestiduras para dejarle ver la herida. ATILA la observa.)
ATILA ¡Sí! Me acusa el ay que exhala
la ancha boca de esa herida.
(Brota en ATILA la primera sospecha de celos.)
¿Tú asesino? ¿Y con qué intento
diste abrigo a tal demencia? 1565
ARDARICO Por librar una existencia
que es de mi existencia aliento.
ATILA ¿Por Ildico? (Estallando.)
ARDARICO                      Sí. A su suerte
mi egida ferrada puse.
Vi a la muerte y me interpuse 1570
entre la vida y la muerte.
ATILA Cuando la gloria del trono
la artera traición disputa,
vencida la sierpe astuta
la desprecio y la perdono; 1575
mas cuando el crimen de amor
viene a usurparme el dominio,
no me basta el exterminio
de que es un rey posesor.
Quisiera ser Dios, crear, 1580
y ambas potencias unidas,
matar, para dar cien vidas
y volverlas a quitar.
ARDARICO ¡Calla!
ATILA (Desenvainando su acero y amenazando a ARDARICO.)
             El enojo recibe
que mi indignación destila. 1585
ARDARICO Ildico es mi madre, Atila.
ATILA ¡Ah! ¡Tu madre! Entonces vive.
(Como asaltado por una idea que le infunde la esperanza de ser amado de ILDICO.)
Di: ¿te ama mucho? (Prosiguiendo en su idea.)
ARDARICO                                   No alcanza
ningún amor tanto extremo.
ATILA (Aparte con la mano en el corazón.)
Siento aquí una voz y temo 1590
que pueda ser la esperanza,
pues aprendí por mi daño
que en lucha de amor maldita
cuando una esperanza grita
es que aborta un desengaño. 1595
(Llamando a varios guardias, que se presentan.)
¡Guardias! A este rey traidor
en prisiones custodiad:
dése a Zercón libertad
y muerte lenta al pastor.
A la reina prevenid 1600
que hablarla a solas intento.
(A ARDARICO.) Todo pende de un momento.
ARDARICO Le espero ansioso.
ATILA                                Salid.
(Vanse ARDARICO y los guardias. ATILA no puede dominar su impaciencia.)
Choca el ariete en el muro,
piedras el hierro traspasa, 1605
mas no hay quien rompa la gasa
que nos vela lo futuro.
¡Robárale al tiempo instantes!
(Ve a ILDICO junto a sí; cambia de idea y dice aparte.)
Y ahora clavara sus pies,
pues son recuerdos después 1610
las que esperanzas son antes.
 
Escena IV
 
ATILA e ILDICO, al final FLAVIO, dentro.
 
ATILA Rozando el borde de tu propia huesa
(Con temor y ansiedad.)
y el vacilante pie sobre ella puesto,
mide mi voz lo que aún callando expresa:
ámame y eres libre. (Pausa.)
ILDICO                                  Te detesto. 1615
(ATILA al oír a ILDICO reprime su dolor; pero al fin estalla con la pérdida de su última esperanza y dice con lágrimas de desesperación.)
ATILA ¡Y a mí me llaman rey! ¡Cálidas, lentas,
en vano ahogar mis lágrimas ensayo!...
lluvia son que del alma en las tormentas
manda el dolor a preceder al rayo.
Precio al término pon de tanto encono. 1620
Habla; a tu voluntad me rindo inerme.
Para elevarse en tu cariño un trono,
¿qué le exiges a Atila?
ILDICO                                       Merecerme.
ATILA Si merecer es signo de victoria,
mira y responde si el laurel no es mío: 1625
(Irguiéndose.)
en pie estoy bajo el peso de la gloria
(Arrodillándose.)
y a tus pies bajo el peso del desvío.
ILDICO Te engañas; de tu vida en la penumbra
ves coloso al reptil. Aprende, Atila,
que el fuego del amor llama es que alumbra 1630
y tu grandeza es fuego que aniquila.
De ti propio enemigo es tu renombre;
lazos de maldición por él te oprimen.
Yo no aborrezco a Atila por el hombre;
le execro como espíritu del crimen. 1635
ATILA (Tras breve lucha y decidiéndose por la amenaza.)
Cederás por la fuerza. A mi pujanza
¿qué eres? Átomo vil que el mar azota.
ILDICO Cuando hasta el cielo el mar sus ondas lanza
se hunde el bajel, pero la arista flota.
ATILA Yo sé las rocas convertir en llanos. 1640
Ya no imploro tu amor, tu amor exijo.
La vida de Ardarico está en mis manos:
un cetro te vendí, cómprame un hijo.
(ILDICO lanza un grito, mide a ATILA con la mirada y le dice con arrebato frenético.)
ILDICO Que aún puedo odiarte más dice ese pacto.
No hay fuerza, Atila, que a tu fuerza cuadre. 1645
Hasta mi odio es fecundo a tu contacto;
estéril te le di, le has hecho madre.
(Aparte.) (Es preciso matar.)
ATILA (Siempre alimentando una esperanza.)
                                                 ¿Qué me respondes?
ILDICO Que mi vida vendí por el desprecio;
mas ya que avaro mercader escondes, 1650
la suya doy también. Te doblo el precio.
ATILA (Conduciéndola a uno de los lados de la tienda para mostrarle el sacrificio de FLAVIO.)
Pues ven y mira. (A los que se suponen fuera.)
                            ¡Empiece el sacrificio!
(A ILDICO.) Sigue de ese pastor la angustia lenta,
finge al ser de tu ser en el suplicio
y amor pronuncia aunque tu labio mienta. 1655
ILDICO ¡Te execro!
ATILA (Fuera de sí.) ¡Basta!
(A los de fuera.)         Que el empuje rudo
del tormento prolongue su agonía.
VOZ DE FLAVIO César, voy a morir, yo te saludo.
El ay recoge que mi voz te envía.
(Suena el canto del cuervo. Principian en lontananza los gritos de la insurrección, que irán en aumento hasta el fin de la obra.)
ILDICO (Aparte.) (¡La señal!) (En el colmo de la alegría.)
ATILA (Mirando afuera.)      Mas... ¿do van mis escuadrones? 1660
¿Qué indica ese crujir de los aceros?
ILDICO Es que arrastran tu púrpura a girones
al compás de tus ayes lastimeros.
ATILA ¡Maldición! Con mi espada rutilante
corro ante la traición a abrirme paso. 1665
Mientras dura del sol el curso errante
es el rey de la luz hasta en su ocaso.
(Blande su espada, pero al esgrimirla cae postrado en el suelo, presa del tósigo. ILDICO le mira insultante y desnuda un puñal que lleva oculto.)
Mas... ¿qué es esto? ¡Mi empuje me abandona!
Circula por mi frente un sudor frío.
Yo no quiero morir sin mi corona, 1670
sin tu amor, sin venganza, en el vacío.
ILDICO Ya estamos frente a frente: ¡cuál contrasta
con esa postración tu valentía!
¡Muere, fiera, a mis manos! Mas no basta:
prolongar necesito tu agonía. 1675
ATILA Es tu saña infernal.
ILDICO                                 No se me oculta,
mas no hay poder que mi furor contenga.
El que pretende herir, si antes no insulta,
asesina, es verdad, mas no se venga.
Mi enojo, Atila, por mi voz te ofrece 1680
ser digno de tu infamia en tal instante.
Contempla este puñal. ¡Cómo estremece
ver un filo sutil y penetrante!
Al mirar que en la diestra se levanta,
al saber que se agita en el vacío, 1685
al apoyar su punta en la garganta,
Atila, ¿no es verdad que sientes frío?
¡Muere!
ATILA                No sin tu amor, ¡ay de mí triste!
ILDICO ¡Cuál del miedo apurar te hago las heces!
¿Pensando que iba a herir te estremeciste? 1690
¡Qué feliz soy! ¡Te mataré dos veces!
(Gritando a los de fuera.)
Aquí todos, llegad, oh mis amigos.
Deponed un instante la fiereza.
Va a sucumbir el crimen: sed testigos
del fragor con que se hunde esta grandeza. 1695
VOZ DE FLAVIO Cristiano, Atila, soy.
ILDICO (A FLAVIO.)            ¡Valor, hermano!
¡Voy a vengarte, mi puñal lo abona!
VOZ DE FLAVIO (Estentórea y llena de inspiración.)
¡Detente! Le perdono. Soy cristiano
y no es digno de Dios quien no perdona.
(ILDICO, al oír esta frase, deja caer su puñal, se cubre el rostro con las manos y exclama puesta de rodillas.)
ILDICO ¡Señor! ¿Y yo en mis preces solitarias 1700
te osé invocar? Si redención es llanto,
deja que envuelta en líquidas plegarias
yo me esconda de mí. ¡Me doy espanto!
(Rompiendo a llorar arrepentida.)
ATILA Ni le debo a tu saña mis despojos,
ni al alcázar de amor abres la puerta. 1705
Al calor que despiden mis enojos
parece que mi espíritu despierta.
ILDICO ¡Perdón!
ATILA                Se inyecta en sangre mi pupila
y en vano en mi impotencia me retuerzo.
(Lucha como un desesperado y logra blandir el puñal que arrojó ILDICO.)
Pero... blandí el puñal... Aún soy Atila; 1710
acúdeme, valor; haz otro esfuerzo.
VOCES ¡Muera Atila!
ILDICO                        ¡Qué horror!
(ATILA consigue ponerse en pie.)
ATILA                                              ¡Supremo instante!
Ya se dilatan mis dormidos brazos.
Aún podré con mi aliento de gigante
recoger de mi imperio los pedazos. 1715
(Dirigiendo su voz a los de fuera.)
¡Hunos! ¡Valor! El formidable acento
que del orbe en los ámbitos retumba
eco es de infamia que repite el viento
al chocar contra el borde de mi tumba.
 
Escena V
 
DICHOS, el SOLDADO 5.º, seguido de varios hunos, que traen prisionero a ARDARICO.
 
SOLDADO He aquí a un traidor que libertad buscando 1720
cedió al empuje de mi rudo choque.
El derecho de herirle te demando.
ILDICO ¡Hijo del corazón! (Corriendo a él.)
ATILA (Con voz atronadora.) Nadie le toque.
SOLDADO Triunfaron los rebeldes. ¿Qué meditas?
ATILA Un modo grande de bajar del trono. 1725
(Se acerca a ARDARICO llevando en la mano el puñal que recogió del suelo. Apoya su punta sobre el pecho de aquel y dice mirando a ILDICO.)
¡Toda esperanza a mi pasión le quitas!
¡Me desprecias! ¡Me vengo! Le perdono.
(Echa a ARDARICO en brazos de su madre.)
VOCES ¡Victoria!
SOLDADO                  ¡Ya se acercan!
ARDARICO                                            ¡Madre mía!
ATILA (Aparte.) (El fuego extingue en que de enojos ardes.)
VOCES ¡Victoria!
ATILA (Aparte.)  (No prolongues tu agonía.) 1730
VOCES ¡Muera el rey!
SOLDADO                         ¡Aquí están!
ATILA (A los conjurados.)            ¡Atrás, cobardes!
(La tienda que cubre el fondo cae hecha añicos y deja ver el palacio de ATILA y el burgo presa de las llamas. Mujeres suplicantes, vencidos aherrojados y vencedores en la embriaguez del triunfo completan el cuadro.)
 
Escena última
 
DICHOS, ZERCÓN, LOS REYES, CONJURADOS, etc.
 
ATILA (Después de haber hecho retroceder a los conjurados con la voz y con la mirada, dice a todos con desprecio:)
No cedo a la traición; el Rey lo jura,
de amor me rindo a la mortal zozobra.
(Dirigiéndose a ILDICO.)
¿Obstáculo es mi vida a tu ventura?
Tómala, te la entrego; a mí me sobra. 1735
(Se hiere y cae en los brazos de ARDARICO y ZERCÓN teniendo a su lado a ILDICO.)
TODOS ¡Ah!
ATILA          Y en el odio que tu horror destila
el cadáver envuelve de tu esposo.
ILDICO (Llorando.) Tu ayer purificaste: ¡te amo, Atila!
ATILA ¿Que me amas? Muerte, corre. ¡Soy dichoso!
(Poseído de una alegría indescriptible.)
ZERCÓN ¡Perdón!
ATILA                 El tuyo.
ARDARICO                               Si borrar la huella 1740
del crimen puede el llanto, ve el que vierto.
ATILA (Imponiéndole silencio, ya agonizante.)
No interrumpáis mi dicha. Pienso en ella.
¡Me ama!... Ya tengo un Dios. (Muere.)
ILDICO (Pone la mano sobre el corazón de ATILA. Éste da un sacudimiento y queda rígido.)
                                                   ¡Atila ha muerto!
(Todos se prosternan silenciosos.)
 
FIN DE LA OBRA
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