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Aunque no soy literaria: Rosa Araneda en la poesía popular del siglo XIX

Micaela Navarrete A.



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En recuerdo cariñoso
de don Juan Uribe Echevarría,
quien nos empujó a conocer
y a estudiar a los poetas populares.
Agradezco el apoyo para sacar adelante este trabajo,
que hartos tropiezos tuvo, a mis amigos y compañeros que apostaron por él.
A mi pequeña y grande familia...
Un agradecimiento especial a Elizabeth Salazar, que sin entender nada de
esta poesía, se dio a la tarea de transcribir todos estos versos
con la dedicación y el cariño de una especialista.



  —17→  

ArribaAbajoIntroducción


«Araneda por mi padre,
en Tagua Tagua nací,
y también les digo aquí:
Orellanas, por mi madre;
aunque a ninguno le cuadre
pregunto y noticias doy;...»1.

Entre los poetas populares que dieron a conocer sus versos impresos en grandes pliegos en el Santiago de hace cien años, destacó esta poetisa de origen campesino.

No fue posible dar con la fecha de nacimiento de Rosa Araneda, pero, si se tiene en cuenta que en la época en que había adquirido gran fama, cercana a la revolución del 91, tenía cuarenta años, debe haber nacido en torno a 1850. Sus poesías circularon profusamente, junto con la de otros populares de su época, vendidas en las plazas, mercados y estaciones, desde donde seguían viaje a los pueblos.

Por datos que aparecen impresos al pie de los pliegos publicados por ella, se sabe que vivió en los barrios populares cercanos al Mapocho, como calle Andes 11-A, San Pablo 132-A, Sama 16-G y 73-A, o en la calle Zañartu entre San Pablo y Sama en los números 23, 18 y 9. Este último domicilio lo compartió con Daniel Meneses, poeta popular con quien convivió hasta su muerte. Actualmente la calle Sama corresponde a General Mackenna o Ismael Valdés Vergara.

Según sus propias palabras, su vivienda era humilde:


   «Escucha lector o no
lo que te voy a contar
el jutre quiso allanar
y no pudo ni chocita»2.

Desde allí escribía con su atrevido coraje, no solamente en verso, como lo que publicó en el periódico popular y democrático El Ají: «Al miserable que me mandó a insultar en una carta anómina le recomiendo pase a mi casa a reiterar sus palabras más inmundas que él»3.

Respondió con fuerza a quienes criticaron sus versos o dudaron de la autoría de las composiciones que publicó:


    «Cuarenta años de edad
tengo desde que nací,
lector si no crees dí
siendo que digo verdad;
sin que pase más allá
esta es mi sabiduría;
la que publico hoy en día,
alegan, vean qué cosa,
y dicen que no es tu Rosa
quien hace esta poesía.
—18→
Otro viejo fanfarrón
dijo que un verso de él,
lo publiqué en un papel
por darme más opinión,
no quiero de ni un chambón,
tomar yo más nombradía,
tengo en mi mente una guía
digo aquí en este renglón,
que le pongan atención
a ver si en algo varía»4.

En un pliego firmado por Chupatesa se la muestra de atractiva figura y acompañada de su hijo pequeño ofreciendo sus versos por la ciudad:


    «Joven, graciosa y bonita
yo conozco una poeta
que anda como un cometa
vendiendo su musa escrita.
La pobre mujer se agita
mientras su hijo va gritando
y a todo el mundo atajando
porque le compren un verso /.../»5.

La cultura de Rosa Aranda fue entrañablemente campesina. Su descripción de la tradicional y «acaballada» fiesta de San Juan en Machalí es fruto de una visión asumida como personalmente «gustosa»:



    «Da gusto los machalinos
en sus caballos que van,
cuando corren en San Juan
aturdidos con los vinos; /.../.
Da gusto ver a los huasos
de una manera tan rara,
agrupados en la vara
que casi se hacen pedazos;
se dan tantos estribazos
que al fin quedan descansando, /.../.

Al fin, me da qué gustito,
en esas vastas campiñas,
ver los jóvenes y niñas
cuando suben el cerrito; /.../»6.

Machalí estaba sin duda en el corazón de Rosa Aranda. En unos versos dedicados al Niño Dios pone en boca de los populares «empascuados» de la Navidad: «Del pueblo de Machalí / vengo, misiá Mariquita, / a dejarle unas guinditas / coloradas como ají»7.

Su mundo ideal probablemente fueron los jardines y las huertas del Valle Central conocidas y disfrutadas en su infancia. Nada más decidoras sus imágenes vegetales de Jesús. Él es el «perfumado Edén»8. O el «fragantoso Edén»9.

Las flores son el mejor homenaje al Niño Dios: «Al fin, cuando ya nació / el Salvador de este mundo / desde aquel mismo segundo / el campo se floreció. /.../ La flor abrió su capuz /   —19→   risueña y con elegancia / para decir con fragancia / ya nació el buen Jesús.»10. Cuando elogia a las trabajadoras del transporte urbano de su tiempo escribe así: «Todas las conductoras / son amorosas / cuando suben al carro/ parecen rosas»11.

La aguerrida mujer que se defendía con fuerza de quienes la atacaban, sabía ser tierna y sensible para cantar en sus versos a lo divino al Niño Dios, a los Angelitos, a la Pasión de Cristo o la Virgen de Andacollo. Dulce e inspirada en sus versos por literatura.

Atenta a las vicisitudes públicas de su tiempo su poesía vibró con los dramas colectivos del país. No pudo sustraerse a los conflictos políticos suscitados por la trágica Guerra Civil de 1891. Si bien compartió la pasajera euforia de lo que se consideró el fin de la dictadura de Balmaceda, a poco andar comprobó que el Chile posterior a la contienda Civil inauguraba el dominio incontrarrestable y sin vergüenza de los ricos. A mediados de 1892 ya escribía:



    «Hoy día ya no hay vergüenza
la vergüenza se perdió
se cree que Balmaceda
de Chile se la llevó»12.

«Después que la oposición
nos ofreció oro y plata
se ha mostrado tan ingrata:
en todita la Nación
se oye la lamentación
desde el Mapocho al Laja: /.../»13.

«Por último, prometieron
los vencedores de Iquique,
subir a treinta penique
el cambio, y no cumplieron»14.

«Al fin Montt siendo patriota
a Chile está arruinando /.../»15.

La consolidación del gobierno de Jorge Montt hizo que Rosa Aranda terminara por añorar al derrocado presidente Balmaceda:



    «Hoy día ya no hay vergüenza
la vergüenza se perdió
no digan que Balmaceda
ha sido en que la mató»16.

«Al fin los opositores
nos están matando a pausa
porque sin hallarnos causa
nos urgen estos señores.
Tratan estos invasores
al pueblo con gran rigor
cual de ellos es más opresor
digo escribiendo y pensando
hoy cómo se están portando
Balmaceda era mejor»17.

  —20→  

La situación del pueblo de Chile comenzó a degradarse sin remedio. Y, dueña absoluta del país, la elite gobernante apareció descarnadamente responsable de dicha situación:


    «Por último, la conciencia «Mueren hoy los pobres de hambre
ya en Chile se ha acabado en la noche y en el día. /.../.
y solamente ha quedado Por si acaso antes me muero
la impiedad y la inclemencia. /.../»18. daré a saber sin demora:
para los ricos de ahora
solo es el dios Don Dinero»19.

¿Quiénes eran las cabezas visibles de esa élite post 91? En una alusión familiar a políticos de diversos signos ideológicos como Guillermo Matta, Agustín Edwards Rossi o Carlos Walker Martínez, Rosa Aranda los llama Los garroteros del pueblo:


    «Guillermo, Cucho y Martínez
con un grande desarreglo
se quieren comer al pueblo
como rabiosos mastines.
Con20 sus corazones ruines
pretenden los usureros
guardar todos los dineros
y vivir cómodamente /.../»21.

El poder político y el económico se conjugaron de modo injusto. Y desde sus certezas cristianas la «poetisa cronista», como se llamó en sus versos, ve el drama de la eterna condenación de los ricos:


    «El rico con el Estado
en media están trabajando
casas y hacienda comprando
con lo que tienen robado. /.../.
Al fin, amigo banquero, /.../
no sea tan usurero
mire en su salvación
ponga un poco de atención
y déjese de amolar
no se vaya a condenar
como el avaro Opulón»22.

Rosa Aranda comprobó cómo el dinero y el ansia inmoral de las ganancias en Chile tenía como víctimas no sólo a los obreros sino también a los indígenas y las mujeres. Sobre la situación de los mapuches en Traiguén escribió:


    «Repito yo con afán:
los indígenas están
en tan triste situación /.../.
Piden los indios clemencia
con justísima razón»23.

  —21→  

La prostitución infantil fue denunciada con nombres y apellidos:


    «La tal cabrona lector
que te nombre, no te asombres,
hasta niñas de doce años
se las entregan a los hombres»24.

Ni el propio Almirante Jorge Montt, presidente de la República, podía escapar al clima de violencia social:


«Falta sólo que el ladrón
se venga por la Alameda,
derechito a la Moneda
y mate a don Jorge Montt»25.

¿Qué hacer ante esta situación social de los 90? Los uniformados en La Moneda debían volver a sus tradicionales funciones. Sobre el Almirante Montt señaló:


    «Que deje la presidencia
y se vuelva a ir al mar»26.

En términos de opciones políticas Rosa Aranda favoreció al Partido Democrático creado en 1887 para defender a los obreros, artesanos y pequeños comerciantes del país. En 1888 sus adherentes participaron en protestas callejeras y en 1894 consiguieron su primera representación parlamentaria en la figura del diputado por Valparaíso Ángel Guarello. En sus Versos del Partido Democrático dijo la cantora popular de Tagua Tagua en diferentes momentos, al menos si comprobamos dos hojas de poesía suscritas en Andes 11-A o Zañartu 9:


    «Yo le clamo al Poderoso
que nuestro partido venza /.../.
Dios lo mire con piedá
con santa y justa razón
defendiendo nuestra unión
el Democrático está»27.

Rosa Aranda defendió un mundo aún no corrompido por el dinero. Incluso esto se percibe en su visión personal del héroe Arturo Prat, imagen casi mística:


    «El muy noble caballero
dijo ardiendo en viva llama
yo peleo por mi fama
no porque me den dinero»28.

Al fin de cuentas, desde sus sueños y sus utopías medievales y campesinas, Rosa Aranda creyó más que nada en los valores del mundo al revés:


    «Al fin, vide en un lugar
que me causó una gran risa
al altar diciendo misa
y a un padre vuelto altar /...»29.

  —22→  

Por lo mismo, creyó a pie juntillas en la generosidad de Jesús, el multiplicador de los panes y los peces, y en su madre, María, a quien llamó «sultana» del Universo, empleando la misma expresión con que ella quiso ser conocida en Chile:


    «Jesús de ver el contento «Virgen Santa, celestial,
del pueblo que lo seguía, inefable y milagrosa,
ya que me hace compañía eres vos la más virtuosa
hay que darle el alimento. consuelo de todo mal.
Mandó a Pedro muy atento Divina y angelical
que se deje de ademanes /.../ del Universo Sultana» .
Por un milagro divino
cuando en el monte estuvieron
con dos peces y cinco panes
cinco mil hombres comieron» .

Cuando Rosa Aranda muere, en su sentido testamento escrito en versos por Daniel Meneses, su compañero, no dejó bienes materiales, pero sí las huellas de su transparente fe cristiana:


    «La Virgen llena de gozo
estando en mi compañía
rebosaba de alegría
al verme sin ni un delito,
les dedico este versito
en nombre de María./...»30

Los sentimientos de los suyos lo expresó el poeta popular Desiderio Parra:


    «Ya sé bien que todo el reino
su salvación le desea
por sus graciosas ideas
y sus bonitas palabras,
sólo aquí en Santiago se habla
que murió Rosa Araneda. /.../.
Al fin, en el verso que hago
a todos perdón les pido,
¿cuánto no la habrán sentido
los que viven en Santiago?
Otro día había conversado
diciendo grandes favores
hoy día se haya, señores,
en esa gloria empírea
con la corona de flores»31.

Son escasos los datos históricos sobre Rosa Aranda. Ella misma cuenta algo de su vida en su Aclaración donde se dice la verdad32 y poco más se encuentra en varios de los versos escritos por Daniel Meneses cuando ella muere. En uno de ellos se registra el día y el mes de la muerte pero falta el año. De manera que no hay certeza que sucediera en 1894 como ha aparecido en escritos posteriores:

  —23→  
    «Al fin, el cuatro señor
de junio ella expiró
y su alma al cielo voló
con sacrificios mayores.
Fíjense bien mis lectores
en los versos que hago yo.
Ya la Rosita murió,
Solo su nombre ha quedado
en muchas mentes grabado
por la fama que tomó /.../33

El hecho es que ella aparece desafiando a los poetas consagrados de su tiempo a componer por cualquier tópico o fundamento pese a que ellos veían con recelo que una mujer se dedicara a hacer versos, lo que tradicionalmente era oficio de hombres:


    «Por último, caballeros,
si hoy mismo van a la plaza,
hasta mujeres verán
poetas entre los verseros.../34

No sólo publicó sus composiciones en una gran cantidad de hojas sueltas, también se imprimieron en folletos. Antonio Acevedo Hernández, que estudió a los grandes de nuestra poesía en décima escribió sobre Rosa Aranda: «Buscó dentro de la orientación unilateral de los poetas populares motivos originales, así compuso versos con motivos de adivinanzas; fue también polemista y buena versificadora... daba fácilmente la emoción y el colorido místico a sus versos, tenía inventiva...»35.

En cuanto a la suposición de que Rosa Aranda y Daniel Meneses «trocaron más de una vez las firmas para su respectivas composiciones»36, es difícil probarlo. Por ejemplo el verso «Las tentaciones de Lucifer y el poder de Jesucristo» publicado por Rosa en un pliego en torno a 189437, aparece más tarde, en 1898, en un folleto de Daniel Meneses donde no se consigna el autor38. Esto puede llevar a error. Sin embargo, ¿no puede ser que Meneses se sintió, como legítimo «heredero», en el derecho de tomar versos de su mujer?:


    «Al fin, le dejo a Meneses
mis cantares por herencia,
para que tome experiencia
que escriba años y meses /.../39

Además él mismo, en sus versos se compromete a «reemplazar a la Rosita»:


    «Yo me oferto a reemplazar «Prometo yo de seguir
desde hoy a la Rosita, reemplazando sus cantares,
con la tinta y la plumita con mis versos a millares
sin jamás acobardar /.../»40 hasta dejar de existir /.../»41

Con o sin su compañero poeta, la producción de Rosa Aranda fue importante, similar a la de Bernardino Guajardo, Nicasio García, Rolak y el mismo Daniel Meneses, lo que no es poco ni se tiene en cuenta su condición de mujer y la sociedad santiaguina del siglo XIX.

A instancias de don Juan Uribe Echevarría empezamos a descubrir las Liras Populares, hace casi veinte años, en la Biblioteca Nacional. Él es uno de quienes han estudiado en forma más profunda   —24→   y acabada nuestra poesía tradicional, desde los inicios de la época colonial. «Soldados, poetas, misioneros, funcionarios y aventureros españoles dieron a conocer e iniciaron el trasplante y adaptación de los cantos a lo humano y a lo divino en décimas que glosaban temas contenidos en las cuartetas»42.

El profesor Uribe Echevarría cree que en torno a 1865, junto con la evolución del periodismo satírico, aparecen las primeras hojas con versos impresos en donde los poetas comentaban los hechos de la actualidad, mezclados con otros temas: cantos a lo cotidiano, terribles catástrofes, hechos o personajes bíblicos, brindis, payas y contrapuntos, hasta cuecas y tonadas. El número de poesías que se imprimía en cada pliego variaba entre las cuatro y las ocho, llegando excepcionalmente hasta doce. Comúnmente las hojas de versos llevaban un título impreso en grandes letras que se referían a una o dos de las cinco o más poesías que contenían.

«Los autores de las hojas hacen el comentario de los sucesos nacionales desde el nivel del pueblo. Lo representan con fidelidad porque ellos mismo son pueblo»43. En la segunda mitad del siglo XIX destacaron: Bernardino Guajardo, Juan Rafael Allende, Nicasio García, Daniel Meneses, Rolak, Adolfo Reyes, Javier Jerez, José Hipólito Cordero, Juan Bautista Peralta, etc. y entre todos ellos Rosa Aranda, única mujer.

Al profesor Rodolfo Lenz, filólogo y estudioso de nuestro folklore, le llamó la atención, desde su llegada a Chile, este tipo de impresos, sus autores y la forma en que se difundían. En 1894 escribía que los vendedores de las hojas al ofrecerlas gritaban una especie de letanía: «Vamos comprando, vamos pagando, vamos leyendo, vamos vendiendo...» Y después de enumerar los versos remataban con el pregón: «¡Los versos!, ¡Los versos!»44.

Aunque las ediciones aparecían en forma muy irregular, Rodolfo Lenz tenía informaciones, en 1894, que «poetas aplicados» publicaban cada 15 días una hoja y que cada tirada era de unos 3.000 ejemplares, pero que «la Rosa Aranda sacaba a veces 8.000 y aún 10.000 de una vez»45. La mayoría de estos poetas no sólo publicaron pliegos, también difundieron sus composiciones en folletos y en cantidad muy considerable. Este profesor anotaba a comienzos de este siglo, entre pliegos y folletos, una producción de 80.000 ejemplares al año. De una sola hoja suelta de Daniel Meneses impresa con ocasión del fusilamiento de Emilio Dubois, en 1907, se habían hecho 18.000 copias. «Este copioso número de copias tiene su público entre los obreros de Santiago y luego entre los mineros y campesinos»46.

Los títulos eran siempre impactantes y llamativos. Por ejemplo, el de un pliego de Rosa Araneda: Horrorosa matanza en Vichuquén. Cuatro muertos en un salteo. Dos grandes plagas: El volcán Calbuco en erupción y el cambio tan bajo. Los «puetas» vendían sus producciones en calles y plazas y sobretodo en el Mercado Central, pregonadas por ellos mismos o por los suplementeros, quienes los ofrecían gritando «de un resuello» todos los títulos de una vez47. Las primeras hojas tuvieron un tamaño de unos 26 x 38 cm, después se imprimieron de 35 x 56 cm. y algo más y casi todas salieron de imprentas pequeñas.

Los adornos de los pliegos eran muy variados: estampas tomadas de antiguos clichés, santos, paisajes, buques de guerra, escudos de armas, retratos de personajes célebres, flores, frutas, pentagramas, letras de silabarios, etc. Pero los más interesantes eran los grabados populares, hechos especialmente48 para ese fin y según opinión de don Rodolfo Lenz: «son casi siempre increíblemente toscos». La mayoría de ellos ilustraba tragedias, crímenes, fusilamientos y todo tipo de hechos sensacionales. El poeta Adolfo Reyes, utilizó estos grabados para sus propios versos y para venderlos a sus colegas. Eran tallados «con un cortaplumas ordinario en un pedazo de tabla de raulí»49.

  —25→  

imagen

Rosa Araneda en su lecho de muerte, grabado popular, s. XIX.

De los autores de los versos, como llaman los poetas a la poesía o décima completa, don Rodolfo Lenz, quien tuvo la ocasión de conocerlos de cerca dice que «sin ser propiamente una poesía popular, sino más bien, una poesía culta, vulgarizada y degenerada, hay que distinguir entre el autor de los versos... el pueta o versero y la persona que presenta los versos al público cantándolos con acompañamiento de guitarrón»50.

Una característica en las hojas es la firma del autor, con el nombre real o un seudónimo. Y casi siempre acompañada de la dirección, como es el caso de los pliegos de Rosa Araneda. Lo que no registraron fue la fecha, dato que hubiera sido muy útil para su estudio posterior. En cuanto a los temas los propios poetas populares han clasificado sus argumentos en dos grandes grupos: Canto a lo humano y canto a lo divino. En el canto a lo divino se incluyen los temas religiosos; por creación del mundo, Antiguo y Nuevo Testamento, por la Virgen, Jesucristo, los Santos, el juicio final, etc. Con el título de versos a lo humano se tratan los temas generales: amor, política, guerras, patriotismo. Y todo los temas de actualidad como los asesinatos, fusilamientos, tragedias, etcétera.

Otras clasificaciones más específicas son: versos Históricos o por Historia, versos por Literatura, por Astronomía, por Geografía, los Contrapuntos y los Brindis. Temas todos estudiados por los autores mencionados aquí y que están vigentes hasta hoy día entre los poetas populares.

En Chile, los testimonios claves de lo que podríamos llamar la época de oro de nuestra literatura de cordel, que va aproximadamente entre 1860 y 1930, se encuentran en las colecciones de pliegos reunidas por don Rodolfo Lenz y por don Raúl Amunátegui y que se conservan en la Biblioteca Nacional y en la Biblioteca Central de la Universidad de Chile, respectivamente.

Ambas colecciones se encuentran reservadas para consultas restringidas, por su delicado estado de conservación. Pero, cada vez crece más el interés por estudiar estos impresos, no sólo desde el punto de vista de la gráfica, sino de su contenido. Se ha ido creando conciencia del valor de esta literatura para estudiar la historia, por ejemplo, desde la mirada del pueblo.

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En la Biblioteca Nacional llevamos unos buenos años trabajando estas colecciones, estas liras populares, y, más específicamente en el último tiempo, en el Archivo de Literatura Oral y Tradiciones Populares, difundiendo sus contenidos en exposiciones e impresos.

Creemos que ya es hora, al cabo de cien años del primer estudio sobre estos pliegos realizado por don Rodolfo Lenz, de empezar a publicar una serie especial con el contenido de las dos colecciones con que contamos para ponerlas al alcance de todo público. Es, además, un gesto de gratitud a este profesor alemán, que se dio a la tarea de reunir nuestra literatura de cordel, antes que chileno alguno, y cuya colección donó a la Biblioteca Nacional en marzo de 1933.

Elegimos iniciar esta serie con las liras de Rosa Araneda, la única Mujer entre los verseros de finales del siglo XIX. Pensamos que es bueno que sea ella quien tome la delantera, sin juzgar si es mejor o peor que los otros poetas; por su personalidad interesante, por su fuerza para defender lo que cree y lo que quiere, por su tremenda franqueza y al mismo tiempo por su ternura y fineza con que trata los temas a lo divino.

Los versos fueron transcritos tal cual fueron impresos en su época, conservando su ortografía y en algunos casos los grabados populares que las ilustraban.

No hacemos aquí un análisis de cada uno de los temas que trata Rosa Araneda. Presentamos, simplemente, sus versos para que sean conocidos y estudiados por todos quienes tienen interés por las fuentes populares, legos o especialistas, poetas como ella o encariñados con «los buenos versos».

Micaela Navarrete A.

Archivo de Literatura Oral
y Tradiciones Populares

Biblioteca Nacional

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ArribaAbajoVersos a lo humano

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ArribaAbajoAmor

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ArribaAbajoSaludo de un amante a sus queridas


Abajo    ¿Cómo les va, palomitas?
El tiempo que anduve ausente
ahora vengo llegando
para hacérmeles presente.

   Con harmonía y contento  5
las saludo, hermosas bellas,
porque parecen estrellas
del celeste firmamento.
Dichoso el feliz momento
que logré ver las perlitas;  10
tan preciosas y bonitas
las hallo en estos instantes.
Con sus queridos amantes
¿Cómo les va, palomitas?

   En la parte donde estaba  15
jamás las pude olvidar;
solía a veces llorar
si de ustedes me acordaba;
las tristezas que pasaba
sólo las sabe el que siente  20
claro y veríficamente
desde que me cautivaron,
a que menos no me echaron
el tiempo que anduve ausente.

   En mí no ha habido consuelo,  25
tranquilidad ni alegría;
de lo tanto que sufría
día y noche me desvelo.
Hoy sin el menor recelo
las voy a ir saludando.  30
Por si me están aguardando
vine con justa razón;
a darles mi corazón
ahora vengo llegando.

   La Delfina es la causante  35
¡ella es no mas la que lo hace!
de que yo trabajos pase
sin descansar un instante;
Maclovia con un galante
se pasea muy decente,  40
y yo como dicijente
en este trance penoso,
quisiera ser amoroso
para hacérmeles presente.

   Al fin si a mí me dejas  45
después que fui el primero,
con ayes tan lastimero
daré a Cupido mis quejas.
Aunque tu me desemejas
sin aliviar mis pesares,  50
y si el conjunto de lares
me quitarán el derecho,
guarden dentro de su pecho
mis amorosos cantares.51

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ArribaAbajoVersos del puro amor


ArribaAbajo   Cuando sale el sol brillante
se ilumina el mundo entero;
a mí, porque a ti te quiero,
me han privado de que cante.

   Sois la sirena del mar  5
por lo bella y lo lujosa,
y cuando seas mi esposa
yo dejaré de llorar.
Tristeza es considerar
verte en los brazos de otro amante,  10
como quieres que yo aguante
tanta pena y sentimiento,
y sólo tengo contento
cuando sale el sol brillante.

   Ni la vespertina estrella  15
del celeste firmamento,
con un esplendor y ornamento
a vos te iguala en lo bella.
Si minoras mi querella
dichoso me considero;  20
como diosa te venero;
y al quitarte los enojos
con los rayos de tus ojos
se ilumina el mundo entero.

   Ni Jano con su belleza  25
que es diosa de la hermosura,
te iguala en la preciosura
encantadora princesa.
La humana naturaleza
te crió linda, lo infiero,  30
mucho más que aquel lucero
que alumbra en las alboradas;
me cautivan tus miradas
a mí, porque a ti te quiero.

   El mirarte es mi recreo,  35
te lo confieso en verdad,
que siento felicidad
cada ocasión que te veo.
Abrazarte es mi deseo
cuando estas bien elegante,  40
pero al hallarme distante
se aumenta mi desventura;
las glorias de tu hermosura
me han privado de que cante.

   Al fin, grandioso tesoro  45
mucho siento el enfadarte,
y el corazón se me parte
de lo tanto que te adoro.
No estando a tu lado, lloro
y reniego de mi suerte;  50
todas mis ansias son verte
para gozar del placer;
si no piensas querer
dáme sentencia de muerte.52




ArribaAbajoLamentos de un amante


ArribaAbajo   Un pensamiento de amor
en mi alma tiene aposento:
me priva de estar contento
un fuego devorador.

   Siento un dolor incesante  5
por tus desdenes, mujer,
que ya no encuentro qué hacer,
y muero por ser tu amante.
Fatigado y anhelante
paso en continuo clamor;  10
y al ver tu hermoso caudor,
bellísimo y blanco armiño,
te remito por cariño
un pensamiento de amor.

   Si lo que sufro supieras  15
por estar en tu amistad,
diciéndote la verdad
tal vez que te condolieras.
Son las súplicas primeras
que te hago en este momento;  20
con tan grande atrevimiento
te recuerdo y digo aquí:
que un suspiro para ti
en mi alma tiene aposento.

   Mi cerebro trastornado  25
está por tu ingratitud,
y paso con inquietud,
triste y descorazonado,
¿por qué no me habéis amado
siendo que te soy atento?  30
No cumples el juramento
tal como lo prometiste,
y el desaire que me hiciste
me priva de estar contento.

   Si tú supieras amar  35
y corresponder mi amor,
yo sería tu amador
hasta ya finalizar;
te empezaría a adorar
sin recelo el que menor;  40
jamás sería traidor
cuando contigo estuviera,
aunque entre mi pecho ardiera
un fuego devorador.

   Al fin, te estoy adorando  45
con un amor verdadero;
es tanto lo que te quiero,
que por ti paso penando.
Dime, mi bien, para cuándo
piensas darme tu tesoro:  50
si no me dices: te adoro,
tremendo será tu daño;
y al ver ya tu desengaño
llorarás como yo lloro.53

  —33→  


ArribaAbajoVersos de amor


ArribaAbajo   Cuando tengo pena, canto
yo soy lo mismo que el loro,
cuando tengo gusto, lloro
porque callado no aguanto.

   La blanca luz de la aurora  5
desde el oriente camina,
con sus rayos ilumina
tu frente, bella señora.
Mi corazón de devora
sumergido en tierno llanto;  10
de verme que sufro tanto
me quejo y digo ¡ay de mí!
Estando ausente de ti
cuando tengo pena, canto.

   El placer me da pesar,  15
el amor me da tormento,
y no descanso un momento
en mi tristeza y llorar.
Por ver si puedo aliviar
tu misericordia imploro,  20
si me olvidas no lo ignoro,
ni aun pena me ha de dar,
porque en querer y olvidar
yo soy lo mismo que el loro.

   ¡Ah! Qué placer yo tendría  25
si posara en tu regazo
y me dieras un abrazo
con caricias prenda mía.
Por tu lujo y bizarría
eres para mí un tesoro,  30
más importante que el oro
sois y me tienes cautivo;
yo no sé por qué motivo
cuando tengo gusto, lloro.

   Cierto estoy que tu hermosura  35
a mí me va a dar la muerte,
porque me tiene mi suerte
con el pié en la sepultura.
Es tanta la desventura
mía que me causa espanto,  40
la cabeza me quebranto
cada ocasión que te miro;
me quejo, lloro y suspiro
porque callado no aguanto.

   Al fin, te pido afanoso  45
que me des siquiera un sí
antes que pase por ti
a la tumba del reposo.
Si muero, seré dichoso
en el cielo de tu amor;  50
concédeme algún favor,
no me hagas tanto sufrir,
dejando ya de existir
concluirá mi dolor.54




ArribaAbajoRedondilla de un huaso enamorado en el dieciocho


ArribaAbajo   Fuí en el dieciocho a la pampa
en mi caballo trotón,
con sombrero guarapón
más grande que una callampa.
Con otro huaso de Lampa  5
en el Parque me junté,
a pencazos lo agarré,
porque me cobraba un peso,
y a ese huasamaco leso
pregunten cómo le fue.  10

   Yo iba bien enchauchado,
dedicado a echar un trago,
a la salud de Santiago
de aguardiente champurriado.
Junto con otro hacendado,  15
a una vara me atraqué
de afuera al mozo llamé
y comencé a pedir grueso
y a ese huasamaco leso
pregunten cómo le fue.  20

   Ya lo que me vi curado
me dio por enamorar,
y hasta me bajé a bailar
como hace el que está templado
luego me le senté al lado  25
a una joven, les diré,
sobre el asunto le hablé
con un tonito travieso,
y al papá porque era leso
pregunten cómo les fue.  30

   Tomé tanto en demasía,
digo para que se pruebe,
que amanecí el diecinueve
durmiendo en la policía;
como a las ocho del día  35
mi libertad reclamé;
a la mala me arranqué
de donde me hallaba preso,
y al comisario por leso
pregunten cómo le fue.  40

   Al fin, les cuento señores
todo lo que me ha pasado;
de tanto que me han pegado
ya no aguanto los dolores
sufriendo muchos rigores  45
toda una noche pase,
hacia en la barra de un pie
que tanto a mí me molesta,
por causa de ir a la fiesta,
pregunten cómo me fue.55  50

  —34→  


ArribaAbajoVersos en redondilla


ArribaAbajo   Yo me boté a enamorado
de una muchacha muy bella:
creyendo vivir con ella
le hablé poco y bien hablado;
viéndome menospreciado,  5
tranquilo me retiré;
y después me le oferté
por amante con gran prisa,
diciendo: ya lo engañé.

   Al otro día temprano  10
volví sobre el mismo punto,
hablándole del asunto,
como que era muy vaquedano;
sólo apretarle una mano
en esta ocasión logré;  15
mi fino amor le estampé
en aquella palma lisa,
y ella soltaba la risa
diciendo: ya lo engañé.

   Con aquel apretoncito  20
que yo tan fuerte le dí,
mucho, mucho conseguí.
Al momento y ligerito,
y pronto por debajito
un agarrón le tiré:  25
no sé qué cosa atenté
y ella soltaba la risa
diciendo: ya lo engañé.

   Fue tan recio el apretón,
que quiso quedar inerte:  30
cómo sería de fuerte
que le llegó al corazón;
sintió, pues, un remezón
en el alma, bien se ve.
Sin darme a saber por qué  35
se enojó la bella hechiza,
y ella soltaba la risa
diciendo: ya lo engañé.

   Al fin, desde aquel momento
en que logré hablar con ella,  40
seguí de su amor la huella
casi sin conocimiento.
Fue tanto mi atrevimiento
que tuve, según diré,
que donde ponía un pie  45
para mí era una brisa,
y ella soltaba la risa
diciendo: ya lo engañé.56




ArribaAbajoVersos de una viuda y un templado


ArribaAbajo   La viuda me mete susto,
pero yo no quiero creerme;
quiere a la fuerza venderme
lo sobrado del difunto.

   Sucediole a un anciano  5
que se le ocurrió querer
a una tirana mujer,
y el amor le salió vano:
tomaba siempre en la mano,
de la planta el primer fruto;  10
ella por hacer su gusto
hasta a mí me daba indicio;
por ver si yo la acaricio,
la viuda me mete susto.

   También me pasó igual cosa  15
con otra que yo tenía:
me citó no sé qué día
y faltó la veleidosa:
haciéndose la graciosa
se queda, y cuando se duerme,  20
madruga para ir a verme;
por ver si le doy dinero,
me dice ella: lo quiero,
pero yo no quiero creerme.

   De primeras, yo le dí  25
varios pesos en billete
porque andaba de prete,
pero nada conseguí;
todito lo que perdí
se propuso devolverme  30
con tal de que no le merme,
a fin que sea su esposo:
un traste viejo, mohoso,
quiere a la fuerza venderme.

   La prenda que yo deseaba  35
la manejaba esta ingrata:
aunque yo le daba plata,
ella no me la aflojaba;
de balde la acariciaba
sin mermarle un solo punto;  40
para cortar este asunto
de una y otra manera,
le pedía que me diera
lo sobrado del difunto.

   Al fin, yo de buena gana  45
le habría hecho la cruza;
pero la hallé tan confusa
un día por la mañana.
Como a la media semana
me le presenté con prosa,  50
atenté no sé que cosa
y lo encontré tan gordito
cuando le agarré el trechito
entre San Juan y Mendoza.57

  —35→  


ArribaAbajoVersos humanos


ArribaAbajo   Hizo un amante un anillo,
plata y oro le costó,
en su pecho lo grabó
sin darle golpe al martillo.

   Un amoroso amador  5
propuso en su pasión fija,
grabar en una sortija
la imagen de su candor,
por ser dueño de su amor
hallo el trabajo sencillo,  10
dándole esplendor y brillo
cuando a la fortuna invoca,
del corazón de una roca
hizo a un amante un anillo.

   También intentó hacerlo  15
de un recuerdo fingido,
y para echarlo en olvido
lo devoró por no verlo.
Luego después a cogerlo
apresurado corrió;  20
tan lindo lo trabajó
que en él se deleitaba,
por ver lo que más amaba
planta y oro le costó.

   Después de tanto pensar  25
en su angustia y padecer,
cuando la quería ver
iba al espejo a mirar,
ella al considerar,
triste un suspiro le envió,  30
de gloria lo coronó
por ser puro y blanco armiño,
de su dueño el fiel cariño
en su pecho lo grabó.

   Le puso en las iniciales  35
el nombre y el apellido,
porque no lo eche en olvido
y sean doble sus males.
Buscó los ricos metales
de un color amarillo,  40
para hacerlo de tomillo
en una plancha dorada
el retrato de su amada
sin darle golpe al martillo.

   Al fin, cuando lo acabó  45
para tener el consuelo
donde su gloria y su cielo
fue y se lo regaló.
Con brillantes lo adornó
para darle un nuevo brizo,  50
siendo de oro macizo,
atribulado y confuso,
en el dedo se lo puso
en señal de compromiso.58




ArribaAbajoLamentos de un amante enfermo de amor


ArribaAbajo   Si supiera mi negrita
lo que sufre su negrito,
viniera a darme una toma
con su mano de angelito.

   Si viera en mi corazón  5
las congojas y dolores,
la dueña de mis amores
me tendría compasión,
pronto y por cuya razón
me haría alguna visita  10
viendo que se marchita
ausente de su amistad
me tendría caridad
si supiera mi negrita.

   Un momento no descansa  15
en sus crueles sufrimientos;
lanza al aire sus lamentos
por ver si encuentra bonanza:
precipitado se avanza
con un tono amorosito:  20
marchando de hito en hito
palpita triste, afligido,
de ver que ella nunca ha sabido
lo que sufre su negrito.

   Con su delicia y contento  25
viéndome a mí padecer
si ella supiese querer
no se apartase un momento;
tranquila y con paso lento
sale a su puerta y se asoma  30
como inocente paloma
con lealtad y franqueza
para quitar mi tristeza
viniera a darme un toma.

   Si fuese fiel amadora  35
y voluntad me tuviera
estaría a mi cabecera
sin separarse una hora;
con títulos de doctora,
aunque estuviera un ratito  40
junto con ella solito
mas que me trate de insulto
pido que me tome el pulso
con su mano de angelito.

   Al fin viéndome postrado  45
en la cama, agonizante,
correría en el instante
a curarme con agrado;
pondría mucho cuidado
no equivocarse en las ciencias  50
y yo con mis tres potencias
le diré con mi decoro
dáme un beso que mejoro
de toditas mis dolencias.59

  —36→  


ArribaAbajoVersos del enamorado fatal


ArribaAbajo   Al pie de un verde limón
donde el agua no corría,
le entregué mi corazón
a quien no lo merecía.

   No les quisiera contar  5
la mano que me ha pasado,
bien hecho por ser templado
y meterme a enamorar.
También me quiso engañar
la niña en esa ocasión,  10
yo con muy justa razón
con ella, siendo su dueño,
me puse a dormir un sueño
al pie de un verde limón.

   Como era tan buena moza  15
me le atraqué ligerito,
y ella me decía: «Hijito,
usted ha de ser quien me goza.»
Me salió tan rigurosa
que afligido me tenía,  20
me besaba y me mordía
por si a mí me daba susto,
corcoveaba que era un gusto
donde el agua no corría.

   Una mañana dentré  25
donde la niña, a la guerra,
si la puerta se me cierra
escaparme no podré.
Con ella yo conversé
en esa misma ocasión,  30
siempre con buena intensión
me le oferté por amante:
creyendo que era constante
le entregué mi corazón.

   Al otro día, temprano,  35
entré por un albañal;
para acrecentar mi mal
me pilló entonce el anciano.
Haciéndomele el marrano
me estiraba y me encogía,  40
y viendo que me veía
me quejo y digo: ¡ay de mí!
Sólo porque le dí el sí
a quien no lo merecía.

   Por fin para completar,  45
el viejo me agarró a palo
creyendo que yo era malo
y le intentaba robar.
No me le pude arrancar
porque me dejó aturdido  50
cuando volví a mi sentido,
el hombre, con ironía,
me mandó a la policía
diciendo que era bandido.60




ArribaAbajoDeseos de amores


ArribaAbajo   Vuelo le pido a las aves,
a las piedras resistencia,
agua le pido a los mares,
y los pacientes paciencia.

   De la primera ocasión  5
en que yo logré mirarte,
me propuse de abrasarte
con mi amorosa pasión.
Batalla mi corazón
porque con viento las naves,  10
sufriendo martirios graves;
fatigado y anhelante,
para verte a cada instante
vuelo le pido a las aves.

   Es tan grande mi deseo  15
que tengo de hablar con ti,
que desde cuando te vi
mi vista alegre paseo.
Indiferente lo creo
hallándome en tu presencia:  20
para hacerte referencia
yo si llegara a encontrarte,
les pido para explicarte
a las piedras resistencia.

   Yo me paso bartuiando  25
como el desdichado amante,
si será tu amor constante
o me estarás engañando
dime, mi bien hasta cuando
no me alivias mis pesares,  30
siendo que entre dos pilares
estoy, y sin arrogancia
para llorar tu inconstancia
agua le pido a los mares.

   Año se me hace un momento  35
para verte, hermosa bella,
y contarte mi querella
de todo mi sentimiento
me tomo el atrevimiento,
aunque con benevolencia,  40
sin la menor diligencia
si te quieres disuadir,
les pido para sufrir
a los pacientes paciencia.

   Al fin, digo con primores61  45
careciendo del contento,
ya me falta el sufrimiento
para llorar tus amores
con sacrificios mayores
imploraré tu perdón,  50
por tener un galardón
mientras viva en esta faz,
¿qué haces que no le das
alivio a mi corazón?62

  —37→  


ArribaAbajoVerso humano. Los enfermos del amor


ArribaAbajo   Anoche soñando vi,
en el hospital de amor,
los enfermos de Cupido
en un continuo clamor.

   Quien de su dueña se ausente,  5
pero ya pasando el pánico,
ardiendo en amor volcánico
el corazón mucho siente
el amante permanece
dice mi dicha perdí,  10
tarde es cuando conocí,
digo al pensar en morir,
la que me quita el vivir
anoche soñando vi.

   Feliz el hombre dichoso  15
que goza de su consuelo,
alza las manos al cielo
porque le envía el reposo.
Se encuentra vanaglorioso
gozando la hermosa flor  20
blanco aromo del candor;
pero si es menospreciado,
se lamenta el desgraciado
en el hospital de amor.

   Quien ama tiene fortuna,  25
quien quiere no siente pena,
por más que se halle en la buena
no goza dicha ninguna.
Si lo desprecia su Luna,
queda de amor mal herido,  30
en un sentir sumergido
con la más cruel agonía,
sienten poca mejoría
los enfermos de Cupido.

   El que amando se desvela  35
a dormirse hace empeño,
por ver su amada en el sueño
ningún pesar le recela.
Con mirarla se consuela
y aminora su dolor,  40
pide que le haga un favor,
con su mirada lo abraza,
si no la ve, se lo pasa
en un continuo clamor.

   Al fin, el mal del querer  45
no tiene comparación,
si es ingrata la pasión
suele el hombre padecer.
Todo es causa la mujer
que seamos tan fatales  50
todos seres mortales;
digo, a sufrir se ofrecen
hasta los reyes padecen
También de estos mismos males.63




ArribaAbajoVerso de amor


ArribaAbajo   El corazón me has robado
y me dejaste sin él,
¡ahora sí que estoy bien!
Triste y descorazonado.

   No hay joya con qué igualar  5
tu belleza y hermosura,
ni la luz con ser tan pura
te ha podido comparar.
Tu vista hace apagar
los rayos al sol dorado,  10
me dejas tan encantado
bella hechiza idolatrada;
con una sola mirada,
el corazón me has robado.

   La luna con su blancura  15
no te iguala ni en creciente,
ni la estrella del oriente
que a tu presencia fulgura.
No retrata tu figura
el artista en su pincel;  20
y sois como el oropel
lucero del firmamento,
me has robado el pensamiento
y me dejaste sin él.

   La cuatro líneas del Sol  25
se detienen en su esfera
en medio de la carrera,
al contemplar tu arrebol.
Sois como el blanco farol,
han dicho los que te ven,  30
el más fragantoso Edén
te perfumó, y yo delire,
me privan que yo te mire,
¡ahora sí que estoy bien!

   Encantas con tu presencia  35
a reyes y emperadores,
y los más sabios señores
te han de rendir obediencia.
En la más alta eminencia,
reluces entre el nublado,  40
cual relámpago animado
al intentar separarme:
¿tienes alma de dejarme
triste y descorazonado?

   Al fin, ni la blanca espuma  45
que brota sobre los mares,
no me alivia en mis pesares,
por un pesar que me abruma.
Quiero al revisar la suma
que seas mi guía o norte  50
mi bien, cuando me transporte
aunque de modos extraños,
con el tiempo y con los años
tendrás que ser mi consorte.64

  —38→  


ArribaAbajoViaje de amor


ArribaAbajo   La chupa chocolatera
y los siete muelles reales
once fuertes principales
siete lanchas cañonera.

   Tuve en un día la idea  5
de ir al reino de Turquía
por lo que hice mi partía
visitando sus aldea
crucé el mar de Galilea
en una barca ligera  10
con alas y arrastradera
entré al puerto con valor
vi en un castillo de amor
la chupa chocolatera.

   También pasé a al Antioquía  15
y allá pregunté por vos
me dijeron ya pasó
y dijo que no volvía
yo de allí me dirigía
por los bosques y ramales  20
navegando por mis males
puse el anteojo y miraba
vi el faro que te alumbraba
y los siete muelles reales.

   Por irte a buscar señora  25
navegaré de año en año
hasta ver mi desengaño
o si mi suerte mejora
con el anteojo a toda hora
miraba por esos mares  30
y a las peñas y arsenales
yo por vos les preguntaba
y a dejar me preparaba
once fuertes principales.

   Recorrí toda la Grecia  35
y el gran reino de la Rusia
y pasé para la Prusia
de la ciudad Holandesa
me embarqué para Venecia
en un buque de madera  40
toda esa comarca entera
noté que se estaba armando
y te estaban resguardando
siete lanchas cañonera.

   Por fin, al Asia Oriental  45
fui a buscarte y no te hallé
y al África me pasé
por darle alivio a mi mal
recorrí su capital
y en seguida la Polonia  50
y en el pueblo de Bolonia
la muerte tuve cercana
porque trepó esta tirana
la torre de Babilonia.65




ArribaAbajoVersos de amor


ArribaAbajo   Un corazón con corona
tengo para regalarte,
con la flecha de Cupido
voy a herirte y no matarte.

   Tengo amor propio en quererte,  5
a ningún temor respeto,
y como hombre prometo
el ser fiel hasta la muerte:
mi cruel, desgraciada suerte,
la veo que me abandona,  10
y si usted no me perdona
le daré, en señas de amores,
de las más hermosas flores
un corazón con corona.

   Te lo prometo, mi cielo,  15
nunca dejarte de amar,
aunque me halle al expirar
serás mi mayor consuelo;
te adoro con dulce anhelo,
y jamás podré olvidarte,  20
me propongo el adorarte,
encantadora hechiza,
porque mi pecho de risa
tengo para regalarte.

   Acordándome de ti  25
lo paso a cada momento,
triste digo y me lamento
si te acordarás de mí;
ya mi dicha la perdí
y estoy como sin sentido,  30
duélete de un afligido
para que viva con calma,
y no le hieras el alma
con la flecha de Cupido.

   Desde que caí a la cuna  35
me encantó tu bizarría,
y se puso en contra mía
la suerte y la fortuna;
sin haber duda ninguna
salí sin tino a buscarte  40
con el fin de declararte,
si me niegas tu candor,
con una daga de amor
voy a herirte y no amarte.

   Al fin, si mi mala estrella  45
me guía en otro camino,
prevaricado y sin tino
mi amor seguirá tu huella;
para darte mi querella
solo espero tu perdón,  50
con justísima razón,
viendo yo tus desengaños,
tendrás que ser con los años
dueña de mi corazón.66

  —39→  


ArribaAbajoVersos de adivinanzas. Guerra de amor


ArribaAbajo   Cien soldados de un cuartel
salieron a probar fuerza
no la pudieron mover
una manzana camuesa.

   Ingrata por tu hermosura  5
me quieren declarar guerra
pero en la faz de la tierra
en mí hallarás la cordura
mi corazón me asegura
sufriendo un dolor tan cruel  10
por el mismo objeto aquél
que a vencer tu amor me obligo
aunque se batan conmigo
cien soldados de un cuartel.

   Esos tus cinco sentidos  15
viéndote a ti preparada
porque me creen desarmada
marchan todos reunidos
tendrán que salir heridos
después que el amor se tuerza  20
con una intención perversa
mostrando su bizarría
para ver su valentía
salieron a probar fuerza.

   Se encuentran tus tres potencia  25
armándose y no convengo
yo con las miras que tengo
voy a ponerme en defensa
harán doble resistencia
hasta morir o vencer  30
te tendrán que sostener
para morir en la huella
tu voluntá, ingrata, bella
no la pudieron mover.

   También en tu corazón  35
con suspiros y lamento
preparas un regimiento
no con muy buena intención
estos enemigos son
que me atacan de sorpresa  40
todos con gran ligereza
ocurren solo a atacarme
para ver si pueden quitarme
una manzana camuesa.

   Al fin, entrando en batalla  45
mi sentido con el tuyo
mi valor no disminuyo
y mi esfuerzo no desmaya
tendré que ponerte a raya
como a tirano enemigo  50
sirva el mundo de testigo
si llegase a se perdido
que aunque me encontrase herido
guerra sin cuartel te sigo.67




ArribaAbajoLa paloma amorosa de la calle de Sama: Muñoz


ArribaAbajo   Hoy día otra nueva Elena
existe en calle de Sama,
por su cara tan bonita
a todos la atención llama.

    Adela, siendo tan bella,  5
tira sus planes galantes
para que algunos amantes
la miren como una estrella.
La misma hermosura de ella
si la noche es muy serena,  10
la va a sumergir en pena,
digo, y en esto me fundo,
que está corrompiendo al mundo
hoy día otra nueva Elena.

   Gran tiempo la visitó  15
así, de al lado un galán,
y ella por el mucho afán
preso una vez lo mandó;
pero cuando él salió
ardiendo en vivida llama,  20
quiso publicar su fama,
lector, con pompa y con prosa:
esta paloma amorosa
existe en calle de Sama.

   Veinte y nueve palomitas  25
diario ahí se ven llegar,
porque tienen un palomar
donde se encierran toditas.
Son humildes y mansitas
cuando le hacen la visita,  30
tiene una jaula maldita
donde los encierra a todos;
que no hay quien le ponga apodos
por su cara tan bonita.

   Si algún pichón ve pasar,  35
esta es la verdad tan cierta,
corre y se para en la puerta
y lo principia a llamar.
Cuando ya lo hace entrar
lo invita para la cama,  40
a envolverlo en una trama
esta palomita hermosa,
como si fuera una diosa
a todos la atención llama.

   Por fin, de la nariz ancha  45
es la paloma y frente alta,
si alguna cosa le falta
es que ha quedado en la plancha.
En el carrillo una mancha
tiene, y esta es la señal,  50
por si hubiese alguna igual
que le haga a ella igualdá,
pero creo que no habrá
aquí en esta capital.68

  —40→  


ArribaAbajoCantares


ArribaAbajo   Niña bella, encantadora,
sois la diosa del amor,
blanca perla del candor,
atractiva y seductora.

   Sois tan linda más que el sol,  5
reluciente como estrella,
eres ninfa en lo bella
y blanca como el farol.

   Eres dueña de mi agrado,
ángel mío de dulzura,  10
lloraré mi desventura
si de ti soy despreciado.

   No hay momento que por ti
yo no pase suspirando,
y tu nombre pronunciando  15
si te acordarás de mí.

   Al fin, no ceso el mirarte,
y con verte me mantengo,
de tanto amor que te tengo
el corazón se me parte.  20

   Es imposible borrar,
según aquí te prevengo,
el cariño que te tengo
nadie me lo hará olvidar.

   Si me vienen a decir  25
de que yo jamás te quiera,
es decirle al sol que pare
en medio de su carrera.

   Si alguien me dijera a mí
que te dejase de amar,  30
es como si al firmamento
le privasen de girar.

   Si con sentencia leída
al suplicio me llevaran,
me otorgarían la vida  35
si de ti no me apartaran.

   Si mil castigos vinieran
por ti los resisto yo,
apartarme de tu vista
les contestaría: no.  40

   Al fin, si el papa de Roma
me dijera la olvidara,
yo la tengo que querer
aunque me descomulgara.69




ArribaAbajoVersos de amor


ArribaAbajo   Desde que vi tu lindura
sentí en mi pecho un dolor,
por causa de tanto amor
que tuve por tu hermosura.

   No hay un momento en la vida  5
que no pase suspirando,
y me voy menoscabando
por tus desdenes, querida;
el alma la tengo herida,
y es tanta mi desventura  10
que al negarme tu ternura,
lindo sol resplandeciente
te tengo siempre en la mente
desde que vi tu lindura.

   Te hallé tan hermosa y bella  15
que me pareció un brillante,
y me propuse al instante
seguir de tu amor la huella;
ni la vespertina estrella
te iguala con su fulgor,  20
cual rayo devorador
me da pesar y tristeza,
y al contemplar tu belleza
sentí en mi pecho un dolor.

   Digo que si no te viera  25
a mi presencia una hora,
la llama devoradora
en nada me convirtiera;
suponiendo que así fuera
he de sufrir con valor,  30
si me niegas un favor
¿qué será entonces de mí?
Moriré pensando en ti
por causa de tanto amor.

   Tienes el pecho de imán,  35
los ojos como un lucero,
el alma igual al acero,
y el corazón de volcán;
es tu amor según verán,
como la peña más dura,  40
pero en tu frente fulgura
la estrella cristalina,
que hace mi pasión más fina
que tuve por tu hermosura.

   Al fin, tienes un modito  45
para hablar tan amoroso,
un rostro bello y gracioso,
perfecto y tan bonito;
tienes el pie chiquitito;
como tú no hay otra igual,  50
ese cuerpo angelical
y los dientes que armonizan
en tu boca, y se divisan
dos labios como un coral.70

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