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En un «Apunte autobiográfico» indica el autor que el más antiguo de los dibujos cervantinos «es del todo infantil: lo realicé a mis nueve años y lo guardo en un álbum nunca exhibido» (Buero, 1994: II, 305).

 

2

El texto se ha editado por vez primera en De Paco-Díez de Revenga (2001: 293-298).

 

3

«Temas para un concurso», Gaceta de Bellas Artes, 451, noviembre de 1935; «Por el buen velazquismo», Gaceta de Bellas Artes, 453, enero de 1936. Ambos están firmados con el nombre del enano de «Las meninas», Nicolás Pertusato, si bien en el segundo figura con la errata Pertresato. Por deseo de Buero no figuran en su Obra Completa y se han publicado en De Paco-Díez de Revenga (2001: 299-319).

 

4

De gran interés con relación a este hecho son las afirmaciones de Buero en el capítulo IX del libro de Patricia O'Connor (1996: 261-276).

 

5

En mi edición de El sueño de la razón (Buero, 1991: notas 85-89) pueden verse al respecto valiosas apreciaciones del autor. En el poema autobiográfico «De vivos y de muertos» se pregunta Buero por qué se produjeron las muertes de su padre y de García Lorca y no la propia (Buero, 1994: II, 24-26).

 

6

Rosario Buero Sanz, sobrina de Buero que siempre ha mantenido muy afectuosa admiración por su tío, se ha referido así a la dimensión autobiográfica de su obra: «Mi tío habla lo mismo que sus diálogos en su teatro. Estás con él en su casa -él sentado en su sillón- y parece estar oyendo a un actor. O, a la inversa, estás en una representación de una de sus obras y parece estar oyéndole en su casa con la bata puesta. Habla lo mismo en su vida que en boca de sus personajes. No he pensado nunca si alguno de sus personajes podían ser él; lo que sí pensé en el estreno de alguna de sus obras, que la obra era vivencias suyas más o menos cercanas... El tragaluz, La fundación o que él podía ser el que hubiera dicho o hecho lo de algunos de sus personajes en Las Meninas o El concierto de San Ovidio» (O'Connor, 1996: 225).

 

7

«Yo daba clases de arte -¡sin libros, sin reproducciones apenas!- en el patio [de la cárcel]», (Buero, 1994: II, 522).

 

8

Uno de esos autorretratos es el bello y sugestivo dibujo a pluma «Soledad» (1946), que se singulariza por la ocultación del rostro y la riqueza de significados. En Libro de estampas el autor escribe este comentario, que ilustra tanto su incertidumbre ante la nueva vida tras la prisión como sus preocupaciones estéticas: «Realicé esta lámina con inquieto y perplejo estado de ánimo ante el futuro incierto. ¿La pintura? ¿La literatura dramática, ya iniciada? ¿Representante de productos farmacéuticos según me propuso un antiguo condiscípulo del bachillerato? Entre tanto seguía buscando efectos de luz y sombra, de contornos borrados por la irradiación, esta vez en la tulipa de la bombilla. Pobre tulipa, pobre cuarto, pobre hombre con frío. Concreciones todas de un difuso "pobre de mí". Tenía 30 años» (Buero, 1993: s. p.).

 

9

En el poema «El visitante» escribe Buero acerca de los dolorosos contactos que con la muerte ha tenido y que culminan con ese terrible suceso (Buero, 1994: II, 45-46). Varias composiciones poéticas buerianas poseen sentido autobiográfico y entre ellas cabe destacar la citada «De vivos y de muertos», en la que evoca la visita, junto a Victoria, en su viaje de novios al lugar donde asesinaron a García Lorca (Buero, 1994: II, 24-26).

 

10

En De Paco (2001) se tratan de modo más amplio a estos aspectos.

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