Autoridad y autoridades en la «Oración Apologética» de Forner
Jesús Cañas Murillo
Universidad de Extremadura
Para alcanzar su objetivo de efectuar, en su Oración apologética por la España y su mérito literario1, una magna defensa de la cultura española y de la aportación española a la cultura occidental, puestas en entredicho por algunos intelectuales y eruditos extranjeros, y especialmente por Nicolás Masson de Morvilliers en su artículo «España» (1783), publicado en el tomo primero dedicado a la geografía de la Enciclopedia metódica2, Forner utiliza, como no podía ser de otra manera, en repetidas ocasiones el criterio de autoridad. Realiza una recopilación de nombres y obras que defienden la ciencia española. Trae a la memoria un conjunto de textos y autores que ponen de relieve la verdadera importancia de esa ciencia española, y de manifiesto cuál fue la auténtica aportación de España y los españoles a Europa, a la cultura europea y occidental.
El número de autoridades, así en sentido amplio entendidas, mencionadas y utilizadas, de formas diversas, por Forner es tremendamente elevado. Queda con ello definido, y confirmado, nuestro polemista como uno de los intelectuales más cultos de su época. Muchos son los nombres, las obras y aportaciones del pasado, y del presente del autor, que se mencionan con el fin de alcanzar los confesos objetivos antes recordados. La lista se acrecienta si, como vamos a hacer nosotros, tomamos en consideración también su escrito de Contestación al Discurso CXIII del Censor, inserto igualmente en el volumen que contiene la edición primera de la Oración apologética3. El examen del apéndice incluido al final de este trabajo nuestro, en el que figura la relación e identificación de las mismas, da buena prueba de ello.
Entre las menciones fornerianas se encuentran hombres de diversos países de Europa, de diferentes épocas, de distintas profesiones.
Por nacionalidades, separadas, individualizadas, claramente predominan las alusiones a personajes, y obras, españoles, que resultan el grupo mayoritario, aunque, confrontando España frente al resto del mundo, -esencialmente, por no decir únicamente, occidental-, como conjunto unitario, puedan, como lo hacen, sobresalir las referencias a aportaciones foráneas. No podía ser menos en un texto dedicado a reivindicar la cultura española y la aportación española a occidente. Su noción de España tiene un sentido amplio, integrador de las diferentes comunidades que históricamente convivieron en la Península Ibérica, y también de los distintos reinos que formaron en algún momento parte de las Españas. No es extraño, ante ello, que individuos nacidos en Portugal, en Al Ándalus o en la Hispania romana sean igualmente reivindicados como pertenecientes a la cultura española por Forner. En realidad, su unidad territorial convertida en marco de lo español coincide con la Hispania de la antigüedad clásica. Personajes, y obras, españoles mencionados son los siguientes:
Al lado de todos, aparecen en la Oración, aunque no en la Contestación, una serie de «españoles» oriundos del Al Ándalus medieval:
Abdrabboh; Almamón; Averroes; Ommiadas (Omeyas). |
una serie de portugueses, también sólo en la Oración propiamente dicha:
Pedro Hispano -Juan XXI— (y Súmulas lógicas); Magallanes. |
y, en ambos, un conjunto de hispano-romanos:
sin olvidar una mención a los septentrionales, a los godos, o visigodos, en la Oración.
Junto a ellos se sitúan personajes, con sus obras, teorías y aportaciones, nacidos fuera de la Península Ibérica. Un grupo abundante lo forman los latinos de la época de Roma y su imperio:
y los griegos, principalmente de la antigüedad:
Abundantes, aunque menos que los anteriores, son también los franceses:
Y, en número inferior, los ingleses:
los italianos:
I. Oración apologética Andrea Alciato; los azonianos; Bettineli; Tiraboschi. II. Contestación al [...] Censor Baronio; Bettineli; Clemente VII (Julián de Médicis); Galileo Galilei; León X; Tiraboschi. |
y los bizantinos:
Crisoloras; Gregorio; Hermógenes; Justiniano; Teodosio; Trapezuncio (Oración apologética). |
Otros países obtienen una más escasa representación. Así, Alemania:
Leibniz; (y Harmonía preestablecida, y Optimismo) (Oración apologética). |
los Paises Bajos:
I. Oración apologética Espinosa; Hugo Grocio. II. Contestación al [...] Censor Hugo Grocio; A. Peregrino (Andreas Schott, o Schottus, o, como quiere Forner, Andrés Escoto); Perizonio. |
Países Árabes:
Mahoma (y Alcorán); Ommiadas (Omeyas); Rasis (Oración apologética). |
Suiza:
I. Oración apologética Denina; Rousseau. II. Contestación al [...] Censor Carlos Denina; Rousseau. |
Rusia:
Czar Pedro I el Grande (Oración apologética). |
Polonia:
Copérnico (Contestación al [...] Censor). |
Tierra Santa, la actual Israel:
I. Oración apologética Jesucristo (y Hombre Dios, e Hijo de María); Moisés. II. Contestación al [...] Censor Jesucristo. |
Mención aparte merecen las alusiones a Dios (llamado también Criador, Dador, Divinidad, Ente Supremo, Hacedor, Omnipotencia, Providencia), a la Escritura, al Evangelio o la Biblia, tomados todos como fuente de autoridad, que hallamos tanto en la Oración apologética en sí, como en la Contestación al [...] Censor.
Por procedencias, por naciones, digamos como conclusión, de entre todos los países no españoles, los griegos y latinos de la antigüedad clásica resultan claramente dominantes. Tras ellos se sitúan los franceses. Después, ya con diferencia, los ingleses. Pocas citas hay de italianos y bizantinos. Y, menos aún (tan sólo existen una o dos menciones), de alemanes, árabes, holandeses, suizos, rusos, polacos e israelitas (personajes bíblicos).
Por épocas, por cronología, las referencias a autores y creadores, con sus creaciones, del pasado predominan sobre las menciones de individuos coetáneos y contemporáneos a Forner. Como personajes, -y obras y aportaciones-, contemporáneos cita a:
Más concurrida se halla la relación de individuos aludidos que vivieron en el Siglo de Oro, tanto en el periodo barroco:
como en el Renacimiento:
Abultada es la lista de medievales, aunque no figura ninguno en el texto de la Contestación al [...]Censor, sino tan sólo en el de la Oración apologética propiamente dicha:
Más abundantes, no obstante, son los recuerdos de personajes de la antigüedad, bien sean latinos:
griegos:
bizantinos:
Gregorio; Hermógenes; Teodosio (Oración apologética). |
visigodos:
Fuero Juzgo; Fulgencio; Isidoro; Juliano; Leandro; los septentrionales (los godos); Tajón (Oración apologética). |
o de otras procedencias:
I. Oración apologética; Escritura; Jesucristo (e Hijo de María; y Hombre Dios); Mahoma (y Mahomet; y Alcorán); Moisés. II. Contestación al [...] Censor Biblia; Escritura; Evangelio; Jesucristo. |
Por épocas aisladas, predominan los recuerdos a individuos de dos momentos concretos de la historia, la antigüedad clásica y el Siglo de Oro español, —por ese orden en la Oración apologética, y en orden inverso, como si Forner pretendiera completar la relación anterior, en la Contestación al [...] Censor-. Y de estos, antigüedad clásica y Siglo de Oro, con preferencia para los latinos sobre los griegos, y de los renacentistas sobre los barrocos, aunque en la Contestación al [...] Censor se registran más alusiones, siendo las dos amplias, a barrocos que a renacentistas. Tras ellos las menciones a personajes, y obras, del medievo se sitúan, si bien sólo en la Oración apologética (la Contestación al [...] Censor carece, recordemos, de ellas). Menores son las citas a contemporáneos. Exiguos son los recuerdos de bizantinos, visigodos, árabes y judíos de la edad antigua.
En lo que a profesiones y campos de dedicación científica, artística y de creación se refiere, Forner ha procurado en todo momento diversificar. No obstante, hay ciertas materias de las que se ocupa con mayor insistencia. Así, la literatura y la creación literaria:
la medicina, la química y la farmacia:
el derecho, la legislación, la jurispericia y jurisprudencia:
la filosofía y el pensamiento general:
cristianismo, teología, pensamiento religioso:
la ciencia política:
la oratoria y la retórica:
la enciclopedia, el saber universal:
I. Oración apologética Abdrabboh; Alfonso X el Sabio; Enciclopedia; San Isidoro. II. Contestación al [...] Censor Arquímedes; Catón. |
la historiografía (general, cultural, literaria), las crónicas:
la filología, la lingüística, la gramática:
el lenguaje de los sordo-mudos:
El abate de l'Epée; Pedro Ponce de León (Oración apologética). |
la erudición, el humanismo:
la geografía:
I. Oración apologética Masson; Mela. II. Contestación al [...] Censor Masson; Claudio Tolomeo. |
la astronomía:
Copérnico; Galileo Galilei (Contestación al [...] Censor). |
la botánica:
I. Oración apologética Monardes. II. Contestación al [...] Censor Cabanilles. |
la arquitectura:
Juan de Herrera (Oración apologética). |
la pintura:
Murillo; Ribera; Velázquez (Oración apologética). |
Junto a todo identificamos a personajes que pertenecen al mundo de la política (gobernantes):
de la religión, principalmente católica:
de la mitología:
I. Oración apologética Aquiles; Hércules (columnas de Hércules); Manes; Marte; Midas; Minerva; Musas; Príapo. II. Contestación al [...] Censor Trasón. |
de la navegación y los descubrimientos:
I. Oración apologética Magallanes. II. Contestación al [...] Censor Ansón. |
del periodismo:
Censor y Cartas Cosmosianas; y Discurso Censorio; y Discursos (Contestación al [...] Censor). |
De todos ellos, los filósofos y pensadores son sin duda los autores más recordados.
Les sigue el mundo del derecho y la legislación, de la teología y el pensamiento religioso, de la erudición, el humanismo, la enciclopedia y el saber universal, de la política y el gobierno, de la literatura y la creación literaria, de la filología, la lingüística y la gramática, de la historiografía, de la medicina, la química y la farmacia, de la oratoria y la retórica, de la religión, de la mitología. Son minoritarias las menciones de pintores, geógrafos, astrónomos, inventores de un lenguaje para sordo-mudos, tratadistas políticos -especialmente en la Oración apologética; menos, en la Contestación al [...] Censor-;, botánicos, arquitectos, descubridores, periodistas. Forner se va extendiendo, como sucedía en los casos anteriores (nacionalidades, épocas), especialmente en los campos que más le preocupan y que conoce mejor.
El tratamiento que se proporciona a las autoridades citadas, la valoración que se les da, es divergente. Unos reciben un enfoque positivo: su figura y su obra, y sus aportaciones a la humanidad, son presentadas como dignas de elogio, de ensalzamiento:
I. Oración apologética Abdrabboh; Adriano; Alfonso de Alcalá; Alciato; Alfonso X el Sabio; Almamón; la casa Annea; Nicolás Antonio; Arzobispo de Tarragona (Antonio Agustín); Augusto; Averroes; los azonianos; Bacon (y Canciller de Inglaterra); Domingo Báñez; el Brócense (Francisco Sánchez de las Brozas); Melchor Cano; Cario Magno y sus Capitulares; Carlos III; Carlos V; Carondas; Cartesio4 (Descartes); Alfonso de Castro; Cervantes; Cicerón; Lucio Columela (Lucio Junio Moderato Columela); Pablo Coronel; Craso; el Criador, el Dador, la Divinidad, el Ente Supremo, el Hacedor, la Omnipotencia, Providencia, Dios; Manuel Crisoloras (o Chryzoloras); Demetrio; Demócrito; Demóstenes; Denina; Las Doce Tablas; Dracón; Enciclopedia; Eneida; el escolasticismo en la Teología (aportación española); los escolásticos españoles; Escritura; Esculapio; Estagirita (y el filósofo de Estagira); Eurípides; Farsalia; el conde de Floridablanca; Fuero Juzgo; Fulgencio; Alfonso García Matamoros; Teodoro Gaza; Étienne François Geoffroy; Gregorio; Hugo Grocio; Pedro Miguel de Heredia; Hermodoro Efesio (Hermodoro de Efeso); Hermógenes; Juan de Herrera; Gayo Julio Higinio; Hijo de María, Hombre Dios, Jesucristo; Hipócrates; Homero; Quinto Hortensio Hortalo; Isabel la Católica; San Isidoro de Sevilla; Jaime I el Conquistador; Jenofonte; Juan XXI (Pedro Juliano, llamado Pedro Hispano); San Julián de Toledo; Justiniano; Constantino Láscaris; San Leandro; ley Cornelia; ley Hortensia; Licurgo; Tito Livio; Lucano; Lucrecio; Raimundo Lulio; Marco Porcio Latro (Ladrón); Fernando de Magallanes; Juan Maldonado; Manes; Marcial; Raimundo Martini; mecanismo (Mecanicismo); Pomponio Mela; Luis Mercado; Midas; Minerva; de Francisco Sánchez de las Brozas; Nicolás Monardes; Murillo; Antonio de Nebrija; Newton; Numa Pompilio; Hernán Núñez, llamado el Pinciano; opinión común; Osio; Pandectas; Czar Pedro I el Grande; San Raimundo de Peñafort; Pericles; Píndaro de Tebas; Pitágoras; los pitagóricos; Pedro Ponce de León; Aurelio Prudencio Clemente; el Quijote; Marco Fabio Quintiliano; Rasis; José Ribera, llamado el Españoleto; Raimundo Sebunde; Seleuco; Lucio Anneo Séneca (el estoico cordobés); Marco Anneo Séneca; Sócrates; Solón; Domingo de Soto; Francisco Suárez; Súmulas lógicas, obra de Petrus Hispanus; Publio Cornelio Tácito; Samuel Tajón; Teodosio; Trajano; Trapezuncio; Tucídides; Marco Terencio Varrón; Velázquez; Francisco de Vergara; Vespasiano; Francisco de Vitoria; Virgilio; Juan Luis Vives; Horace Walpole; Alfonso de Zamora; López de Zúñiga. II. Contestación al [...] Censor Adriano; Antonio Agustín; San Agustín y su Ciudad de Dios; Felipe Antonio Alosa; Juan Andrés; Nicolás Antonio y sus Bibliotecas; Arias Montano; Aristófanes; Arquímedes; Juan Ayala; Biblia Políglota Complutense; el Brócense (Sánchez de las Brozas); Antonio José Cabanilles; Melchor Cano; Alfonso de Castro; Marco Porcio Catón; Cervantes y D. Quijote; Julio César; Cicerón; Cardenal Cisneros; Concilio de Trento; Nicolás Copérnico; Pierre Corneille; Dávilas (San Juan de Ávila); Carlos Denina; Diógenes Laercio; Dios, Divinidad; Epicuro; Escritura; Euclides; Evangelio; Feijoo; Felipe V; Pedro Fernández Navarrete (el Canónigo Navarrete) y su Conservación de Monarquías; Fernando el Católico; Esprit Flechier; Fontenelle; Galileo Galilei; Juan Gómez Bravo; José Antonio González de Salas; Fray Luis de Granada; Grocio; Hipócrates"; Homero; Horacio; Juan Huarte de San Juan; Hubero; Jenofonte; Jesucristo; Lactancio; Porcio Ladrón; Francisco Javier Lampillas; Le-Land (Juan Leland); Fray Luis de León; Mateo de Lisón y Viedma; Tito Livio; Lucano; Antonio de Lupián Zapata; Maldonado; Maluenda; Pedro Mantuano; Marcial; Juan de Mariana; Vicente Mariner; Juan Francisco Masdeu; Sancho de Moncada y su Restauración política de España; Marqués de Mondejar; Montesquieu; Bernabé Moreno de Vargas; Nieremberg; Hernán Núñez el Pinciano; Los Padres de la Iglesia; Antonio Pagi; José Pellicer y Tovar; A. Peregrino (Andreas Schott, o Schottus, o, como quiere Forner, Andrés Escoto); Gómez Pereira; Perizonio; Pedro Juan Perpiñá; Pinciano el Médico (Alonso López Pinciano); Platón; Plutarco; Quintiliano; Alonso Rodríguez; Cayo Salustio Crispo; los Sénecas; Lucio Anneo Séneca; Tomás Serrano; Sexto Empírico; Sócrates; Cayo Suetonio Tranquilo; Tácito; Claudio Tolomeo; Trajano; Tucídides; Pedro Valles; Francisco Valles; Van-Dale; Francisco de Vitoria; Juan Bautista Villalpando; Virgilio; Juan Luis Vives; Flavio Vopisco Siracusio. |
Otros son vistos negativamente, considerados merecedores de rechazo, de vituperación:
Otros, en fin, son enfocados desde una óptica indiferente, no son vistos ni positiva ni negativamente, son objeto de menciones o alusiones, o convertidos en referentes de diverso tipo (temporales -se habla de la época de Augusto, de Claudio, del tiempo de Felipe IV...-, culturales -los peripatéticos-, geográficos -las columnas de Hércules-...):
De toda esta última serie de autores, la relación más amplia está formada, y con gran diferencia, -pese a lo que podría pensarse si nos dejásemos llevar por la fama de intelectual bronco y negativo, azote de sus enemigos, contrarios y contradictores, más dado a ver los errores de los demás que las aportaciones realizadas, que ha perseguido tradicionalmente a Forner-, por la lista de personajes que reciben una valoración positiva. Los individuos reprobados son mucho, infinitamente en el caso de la Contestación al [...] Censor, menos abundantes. Incluso hay que destacar que tal valoración negativa no supone en casi ningún caso ensañamiento. La excepción más notable tal vez pueda ser el Censor en la parte dedicada a la Contestación al Discurso CXIII, o en la Oración apologética propiamente dicha las referencias a la familia imperial romana Claudia (no Augusto; sí Tiberio, Calígula, Claudio, y Nerón), o, de inferior crudeza, a los escolásticos medievales europeos. Pero en el resto de los casos, es muy normal, incluso a veces lo más general, que no hallemos más que simple menosprecio, o ironía. Sería en muchas ocasiones como decir que nos encontramos ante seres que son muy admirados, y que, en realidad, no son tan superiores, que es posible identificar, especialmente en la cultura española, otros tan importantes, -o más-, como ellos.
El grupo menos concurrido de los tres que por valoraciones hemos escindido, está integrado por el tercero que hemos realizado, el de las citas indiferentes, que no reciben valoración, que constituyen referentes, o referencias, menciones simples, menciones de autoridad, términos de comparación, o alusiones específicas. Incluso muchos de los nombres que se integran en este último grupo son individuos que en otras ocasiones habían sido objeto de una alabanza (Vespasiano, Virgilio, por ejemplo), o de un rechazo (el Pórtico, Tiberio). En este sentido, podemos constatar la existencia de una fluctuación en determinados casos: un mismo autor podría ser defendido, atacado o simplemente nombrado. Tal acontece con Zenón, con Voltaire, con Tiberio o con Montesquieu, que aparecen como negativos o como indiferentes; con Virgilio, con Homero o con Augusto, que aparecen como positivos y como indiferentes...
La valoración que se proporciona a las autoridades no es, pues, en todo momento inmutable. Hay personas que figuran en varias clasificaciones a la vez. Forner las ataca o las defiende, o simplemente las menciona, según sea el contexto, el pasaje, en el que inserta la alusión. Incluso hay casos de autores que o son citados como simples referentes de prestigio, para a continuación decir que otro individuo, generalmente español, es tan bueno como él, -o más-; o pueden ser ensalzados con una cierta ironía, lo cual explica que en otros pasajes de la Oración, o la Contestación, puedan ser vituperados, recibir el varapalo correspondiente. El caso de Descartes es una buena muestra de este último supuesto.
El número de personajes, obras, corrientes de pensamiento, y aportaciones en general, citados en la Oración apologética es elevado. Ya lo anunciábamos al principio. Ya lo hemos ido comprobando a lo largo de estas páginas. Otro problema se puede plantear. Se trata de la procedencia de todas esas noticias.
Sabemos que Forner utilizó para componer su Apología de la literatura y artes de España, que está en la base de la Oración apologética definitiva5, la importante y nutrida biblioteca de su tío Andrés Piquer6. Sabemos también que algunas de las creaciones y autores que cita formaban parte de su propia biblioteca particular. Si comparamos la relación de personas que nosotros hemos confeccionado con los nombres que figuran en la relación titulada «La librería de Forner en el Cuaderno de Grinda», recogida por María Jiménez Salas en su trabajo clásico Vida y obras de Juan Pablo Forner y Segarra7, encontramos diferentes coincidencias. Entre los «Libros prestados a Dn. Maní. Arjona»8, se citan
Entre los «Libros prestados por mí a otros»9,
Por otro lado, tenemos constancia de que varios de los temas que nuestro polemista trata en su creación que comentamos, eran perfectamente conocidos por él por otros caminos, y no sólo porque los hubiese trabajado para la propia Oración apologética. Eran asuntos que no le resultaban en absoluto ajenos, que formaban parte de su magna cultura y de algunas de sus preocupaciones esenciales. De algunos se fue ocupando en diferentes momentos de su existencia, fueron abordados por él en otros de sus escritos. Así sucede con los contenidos filosóficos. Su preocupación por la filosofía le hace escribir, más tarde, los Discursos filosóficos sobre el hombre (1787), como es bien sabido. Pero también en el «Inventario de los papeles de Don Juan Pablo Forner que posee Don Juan Grinda y Saavedra», igualmente recogido por María Jiménez Salas10, en el legajo 4 bis, que incluye «Fragmentos filosóficos» y «Esbozos y fragmentos de varias obras filosóficas de Forner», se encuentran escritos como
Son todos asuntos, personajes... que igualmente hallamos incluidos, en diferentes momentos, tanto en el texto de la Oración apologética propiamente dicha, como en el de la Contestación al [...] Censor. Lo mismo acontece con otros temas asimismo recogidos en el volumen que transmite la Oración. Así, en el «Inventario de los papeles [...] que posee Don Juan Grinda», en el «Legajo 4»11, se menciona un fragmento de una obra histórica con el título «Décadas de T. Tibio»«, una "Nota sobre los misterios órficos», un escrito sobre «¿Qué debe Francia a sus Filósofos del siglo XVIII?»...
Todo ello sitúa a Forner en su auténtica dimensión como intelectual. Todo ello nos ayuda a efectuar una correcta valoración de su obra y de su aportación a la historiografía de la cultura española. Todo ello nos facilita la tarea de averiguar cuál es su formación y su verdadero sistema de trabajo. Todo no hace sino evidenciar que las citas hechas por nuestro polemista proceden del conocimiento directo de los individuos y los escritos mencionados que poseía, y de los asuntos específicos que abarca y aborda. Muchos de los libros que contenían los conocimientos que se reflejan en la Oración apologética se contaban, insistimos, entre los fondos de la biblioteca personal de nuestro escritor. Otros habían sido manejados en bibliotecas ajenas que estaban a su alcance. Todos le proporcionaron la densa formación que refleja en sus escritos y que le permiten afrontar los más diversos contenidos con autoridad. Todo, en fin, no hace sino corroborar que Forner era uno de los hombres más cultos de su tiempo, un erudito, un enciclopedista, un digno representante de la época de la Ilustración.
El criterio de autoridad hace acto de presencia en la Oración apologética, como vamos comprobando. Forner acude a menciones de personajes y obras de diversas épocas y diferentes profesiones para documentar sus afirmaciones y probar sus asertos. La forma de utilizar ese criterio de autoridad tiene rasgos de peculiaridad. En su escrito tiende a resumir posturas, a recopilar menciones, a enumerar nombres y creaciones. Con ellos pretende rechazar figuras de la cultura, en sentido amplio, occidental que son generalmente respetadas y tenidas por fundamentales para la misma, pero que a nuestro polemista no le parecen demasiado encomiables, o no tan principales como se ha mantenido. Con ellos pretende ensalzar a otras personalidades, especialmente españolas, que muestran, y prueban, cuál ha sido la auténtica aportación de su país a occidente, a la ciencia, también en sentido amplio entendida, occidental. De todos apenas si existen citas directas. Hay alguna, y recordemos el fragmento de Alfonso García Matamoros, que encabeza el escrito. Pero constituye la auténtica excepción. De hecho, en el propio texto de la Oración es un sistema que se suele rehuir, si no evitar completamente12. Sí hay alusiones a posturas concretas mantenidas por diversos individuos, pero no tanto sus palabras directas específicas y literales. Forner tiende a elaborar relaciones, a enumerar nombres y obras que prueban la aportación hispánica a occidente. Tiende a convertir la autoridad en simple prueba, pues es esa prueba lo que realmente le interesa. En este sentido se puede decir que en la Oración apologética encontramos más autoridades (enumeraciones, nombres, referencias, obras, aportaciones) que autoridad ajena. La autoridad auténtica, verdadera, es la propia del autor, es el mismo Forner que presenta las pruebas y se había encargado antes de recopilarlas.
Una de las ideas que generalmente más se repiten, incluso en estudios específicos y especializados, cuando se pretende enjuiciar los escritos de Forner en general, y en particular la Oración apologética, es la pretendida xenofobia y el supuesto antigalicismo, y antieuropeísmo incluso, de nuestro polemista. Si analizamos más pormenorizadamente su producción, muchos de los tópicos que se han transmitido tradicionalmente se diluyen de inmediato ante la contundencia de. los datos. Es lo que acontece con la Oración apologética.
En la Oración es cierto que hay una gran exaltación de las personalidades, y las aportaciones, españolas frente a las foráneas. No podía ser menos en un texto que no es sino una apología, no lo olvidemos, de la cultura y la ciencia hispanas. Es verdad que a veces los extranjeros de prestigio no son usados sino como término de comparación con autores españoles, y para manifestar que éstos últimos no solamente fueron capaces de igualar a aquéllos, sino, incluso, de superarlos en muchas ocasiones. En otros casos se desea constatar que metas logradas por foráneos con el reconocimiento general, ya habían sido antes alcanzadas en España. Tal acontece con la invención de un lenguaje para los sordo-mudos, atribuida al francés abate de L'Epée (1712-1789), cuando ya antes, en el siglo XVI, había sido una aportación a la humanidad del español Ponce de León. Pero todo ello no implica menosprecio sistemático por lo exterior.
Si reexaminamos la relación de autores, obras, corrientes de pensamiento... considerados positivos y la relación de negativos, que antes incluíamos, comprobamos la veracidad de tal afirmación. Entre las menciones positivas hallamos, es obvio e innegable, una gran mayoría de hispanos. Es, insistimos, una apología de lo español. Pero, junto a ellos, aparecen el franco Carlomagno, el parisino Étienne Franeois Geoffroy, los también franceses Corneille, Flechier y Fontenelle, el holandés Hugo Grocio, los ingleses Horace Walpole, Isaac Newton, Juan Leland, el italiano Galileo, el suizo Denina, el ruso Pedro I el Grande, los griegos Dracón, Demóstenes, Demócrito, Homero, Hipócrates, Jenofonte...; y aportaciones como la Enciclopedia francesa, la Ley de las Doce Tablas, la ley Hortensia, la ley Cornelia romanas, las Capitulares de Carlomagno... Incluso a veces los extranjeros constituyen un mero referente, recordemos, que no recibe ninguna valoración. No parece ello, todo, corroborar la existencia de un antieuropeísmo y un antigalicismo sistemático. Es cierto que en la lista de vituperados predominan los extranjeros. Pero no son todos de la misma nacionalidad. Encontramos latinos (Calígula, Claudio, Nerón, los Decemviros...), italianos (Bettinelli, Tiraboschi), griegos (Zenón, Platón, Epicuro), alemanes (Leibnitz), ingleses (Alejandro de Hales), franceses (Helvecio, Voltaire, Masson, Montesquieu), suizos (Rousseau)...
En realidad la razón última de los ataques de Forner no parece ser la nacionalidad de los autores mencionados. Hay europeos defendidos y europeos vituperados que proceden del mismo país (franceses elogiados y franceses atacados; ingleses elogiados e ingleses atacados...). Incluso, como advertimos, un mismo individuo puede ser valorado de una forma o de otra según el contexto en el que sea citado. La explicación se encuentra más bien en los campos de dedicación y en la postura, si procede, que han mantenido con respecto a España, los españoles y la aportación hispana a la cultura occidental. Negativos son, pues, sistemáticamente los detractores de España, sean del país que fueren. Así, los Tiraboschi o Bettinelli italianos. Así, los Voltaire o Masson franceses. Así, el propio Censor español, que, a la sazón, es objeto de las diatribas más virulentas, más fuertes, incluso, que las que dedica a los franceses, y al resto de los detractores europeos, tal vez porque a nuestro polemista no le quepa en la cabeza que nada menos que un español se dedique a atacar a su propio país, a la cultura de su misma nación...
Negativos son los que mantienen determinadas pautas de comportamiento, como los gobernantes tiranos de todas las épocas. O los que se dedican a diversas profesiones o defienden determinadas corrientes de pensamiento. En términos generales no son muy bien considerados los filósofos. La filosofía era un campo del saber que preocupaba e interesaba a Forner. Lo hemos comprobado en la relación de pensadores que se mencionan antes incluida. Pero no todo el trabajo de los filósofos le parece digno de encomio. Sus aportaciones, en ocasiones, le resultan inútiles, estériles, sin valor.
Defiende algunas corrientes de pensamiento. Es el caso del escolasticismo español del Siglo de Oro, aplicado fundamentalmente a la teología. Y a algunos autores, como Sócrates o Pitágoras. Pero se muestra muy crítico en general. Especialmente con Aristóteles y sus seguidores antiguos y medievales. Aunque tampoco otros pensadores de la antigüedad, como Platón, Zenón o Epicuro, o de épocas más recientes, como Descartes o Espinoza, dejan de ser blanco de sus diatribas.
Tópico también fue considerar a Forner un intelectual negativo, más dado a mostrar los hechos rechazables que a ensalzar doctrinas positivas, a enumerar autores reprobables que a ensalzar a determinados individuos. Es idea que igualmente se desploma al examinar la Oración apologética. Ya antes lo poníamos de manifiesto. Si observamos las tres listas que antes hemos incluido, la de autoridades defendidas, la de autoridades rechazadas y la de autoridades convertidas en referentes u objeto de simple mención, observamos que la relación más amplia, con mucho, es la de alusiones positivas, tanto en el texto de la Oración apologética en sí, como en la Contestación al [...] Censor. Lo destacamos en su momento. La razón de todo ello se halla en los objetivos últimos que nuestro polemista pretende alcanzar. No quiere solamente arremeter contra los detractores de España. Quiere ante todo demostrar, con apasionamiento, evidentemente, que su país realizó una gran aportación a la cultura occidental. Para ello elabora una larga lista de autoridades hispanas, prueba de sus asertos. En él, por tanto, la defensa, la apología, predomina sobre el ataque, la actitud positiva predomina sobre la negativa.
Ante toda esta situación, el mito del negativismo y del nacionalismo exacerbado y conservador de Forner se cae un tanto por su base. No nos hallamos ante un autor que sistemáticamente ataque, y ataque lo foráneo, como vemos. Tampoco, ante un escritor que sin ninguna excepción defienda lo español por el mero hecho de serlo. La actitud predominante es la defensa de lo hispánico. Pero junto a ello podemos encontrar ciertas posturas críticas frente a la historia de su país. Tales posturas le llevan a atacar, por ejemplo, a algunos de los monarcas españoles del Siglo de Oro, de la dinastía de los Austrias, por actos o actitudes suyas de gobierno. Tal acontece con Carlos I, con Felipe II o con Carlos II.
Y es que, en realidad, la postura adoptada por Forner frente a España y lo español, es la misma que encontramos en otros de sus escritos. Nuestro polemista no es un ultraconservador, nacionalista a ultranza, como a veces se ha querido hacer ver. Es un reformista, que busca el perfeccionamiento de su nación. Se identifica con las reformas emprendidas por los Borbones españoles, monarcas que son sistemáticamente alabados, especialmente Carlos III. Se alinea junte a los reformistas dieciochescos como el Conde de Floridablanca. Pero no cree que, para efectuar las reformas, sea preciso renunciar a toda la tradición anterior del país. Quiere innovar, pero desde la tradición, sin renunciar a ella, aprovechando, incluso, las buenas aportaciones que en ella se pueden rastrear. En este sentido es representante de una corriente de pensamiento, de una visión de la realidad, bastante extendida en los años que le tocaron vivir, la de los reformistas moderados. Quiere perfeccionar el presente sin abjurar del pasado, aprendiendo, incluso, del pasado, rescatando de él todo aquello positivo que pueda contener. Es una postura que comparte con otros intelectuales del periodo, incluso algunos, como Vicente García de la Huerta, que, por otros motivos, estuvieron tremendamente enfrentados, enemistados, con él.