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Babar: revista de literatura infantil y juvenil - Núm. 20, julio 1996



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ArribaAbajoSumario

Babar nº 20.Revista de Literatura Infantil y Juvenil.

Julio 1996.

Tirada 500 ejemplares.

Edita: Libro Club de Arganda.

C/ Siete Picos, 414.

Tel.: (91) 871 2085.

28500 Arganda del Rey - Madrid.

Composición: EDIPLUS.

C/ Francisco de Ricci, 8.

Tel.: 544 10 28 - Fax: 549 0189.

28015 Madrid.

LIBRO CLUB DE ARGANDA.

Presidencia: Marta Vidal.

Secretaria: Eva García.

Administración: Teresa García.

Consejo de Redacción: Nuria Fernández, Vanessa Gordo, Pablo Cruz, Mónica Puentes, Ester García, Carolina Alda, Patricia López.

Coordina: Antonio Ventura.

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ArribaAbajoJuan Ramón Alonso

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Juan Ramón Alonso nació en Madrid, el día de Reyes de 1951.

Estudió Bellas Artes. Nada más terminar las clases comenzó a hacer trabajos eventuales relacionados con las artes plásticas, hasta que comenzó a ilustrar.

Su primer libro se publicó en 1980.

Ha colaborado con muchísimas editoriales y revistas, y tiene en su haber diversos premios.

Es gran amante del cine y la fotografía, lo cual podemos apreciar en cualquiera de sus obras.

Juan Ramón es dibujante, se podría decir que dibuja desde siempre.

Cada una de sus ilustraciones refleja fuerza, expresividad, vida propia. Es sorprendente cómo te pueden llegar a emocionar, o quizá no lo es tanto, porque sus ilustraciones están hechas desde muy dentro, con un cariño impresionante.

Cómo nos impresionó él con su sensibilidad y sencillez.

La técnica utilizada por Juan Ramón es mixta, como él nos explicará más adelante. Destacar la presencia de toda clase de tonos en consonancia con la ilustración, y resaltar la preferencia por la suavidad de los colores.

La pasión por los clásicos le ha llevado a tener un estilo depurado y constante. Sus ilustraciones, son bellas en sí mismas, claras, yo diría que puras. Líneas, sombras, trazos se enlazan, entremezclan, se complementan para formar una composición previamente muy estudiada.

En definitiva, su obra hay que verla, palparla, porque resulta muy difícil hablar de ella.

Su obra, es más bien un sentimiento.

Nuria Fernández

Marta Vidal

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Crónicas de Media Tarde.

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ArribaAbajoEntrevista

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The Pen and the Inkwell.

¿Cómo surge en ti la idea de dedicarte a la ilustración?

• Fue de dos formas, estudiaba Bellas Artes y ocasionalmente hice ilustraciones. En el 79 conocí a Felicidad Orquín y me propuso ilustrar uno de los primeros números de Austral Juvenil... Y a partir de ahí comencé a ilustrar continuamente.

¿Has cursado algún estudio sobre artes gráficas en general?

• Sí, soy profesor de dibujo, estudié pintura, (Bellas Artes), pero a ser ilustrador he aprendido trabajando. Y trabajando es como te vas haciendo con un criterio gráfico.

El trabajo me está enseñando.

¿Cuánto tiempo le dedicabas a dibujar antes de dedicarte profesionalmente a ilustrar?

• Mucho, muchísimo, lo que más me gusta es dibujar.

¿Cuál fue tu primer trabajo como ilustrador y cómo surgió?

• Casi sin intención hice trabajos de ilustración ocasionales en Triunfo, en Cuadernos para el Diálogo, Cuadernos Hispanoamericanos; pero yo ahí no tenía la sensación de estar ilustrando, sino de estar dibujando.

¿Qué significa para ti tu profesión?

• Por un lado estoy haciendo algo que es lo que más me gusta, que es dibujar, pero claro, no hay que perder de vista que lo estoy haciendo de encargo, y eso también condiciona un poco el hecho en sí. Hay veces que el encargo coincide con lo que más te gusta y es miel sobre hojuelas y otras veces no hay que perder de vista que estás haciendo un trabajo y aquí haría referencia a la frase esa de «que cada palo aguante su vela» y entonces yo aguanto el mío, que a lo mejor es hacer unas ilustraciones para temas que no me son próximos o que están muy alejados de mi mundo personal a la hora de dibujar, pero que en cambio me enseñan un montón y me hacen espabilar y darle al   —5→   coco y resolver cosas que aunque sean un poco distantes te enseñan, no hay que dibujar solo niñitos de postguerra que a lo mejor es lo que más te gusta. En definitiva es algo muy próximo a lo que haría sin cobrar si fuera inmensamente rico y también es algo por lo que a veces me parece mentira que me estén pagando.

También me gustaría agradecerle a mi profesión el hecho de haberme permitido conocer, a personas como las que he conocido, por ejemplo a Benedetti, José Luis Sampedro... y que te digan que les ha gustado tu trabajo porque lo has hecho con cariño, es, es muy gratificante.

¿Ha habido alguna persona que haya sido una influencia importante en tu carrera?

• Pues Felicidad, porque aunque fuera así de una manera casual, yo estoy aquí en este trabajo porque ella comenzó a publicarme cosas y luego a nivel profesional hay un montón de ilustradores y de pintores que me gustan y a los que hago guiños en mis dibujos.

¿Qué es una ilustración? ¿Y un ilustrador?

• Yo creo que una ilustración es prácticamente un dibujo al servicio de algo que es anterior, que es el texto, luego, que la ilustración tenga o no tenga valor en sí misma, que pueda funcionar independientemente, eso dependerá un poco... de toda la carne que hayas puesto en el asador..., de la suerte que hayas tenido..., de lo redondo que ta haya salido..., pero sin perder otra vez de vista, que un ilustrador trabaja de encargo y que trabaja sobre un texto y que no se puede uno salir demasiado; lo que no quiere decir que a veces no te esté permitido hacer eso, muchas veces, en porcentajes altos, un cuarenta o cincuenta por ciento del dibujo, te puedes permitir licencias o añadir cosas que no están en el texto y que a lo mejor lo enriquecen, pero no hay que olvidar que una ilustración es un dibujo que tiene que ir al lado de un texto.

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The Wild Swans.

El ilustrador es un señor que dibuja, yo soy alguien que está dibujando sobre historias que inventan otras personas y que a veces me son muy afines, incluso me resultan entrañables, y supongo que eso se debe notar en los dibujos; y que otras veces no lo son tanto y me temo que en estos otros dibujos a lo mejor también se nota que estoy más alejado   —6→   de la historia, pero me gustaría que no se notara, porque si soy un buen profesional una de las cosas que debo hacer es aguantar mi vela y entonces ahí debo básicamente tirar de profesionalidad, vamos que... que yo intento hacerlo bien siempre, lo que pasa, es que hay veces que aparte de bien lo haces con mucho más cariño.

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El bosque de piedra.

¿Qué función desempeña la ilustración en un álbum y en un libro juvenil?

• En un álbum yo creo que el papel de la ilustración es más fuerte, tienes más cancha, te dan más papelillo y entonces tú puedes dar también un poco más de ti. En un libro de bolsillo el papel es mucho más limitado, tienes que dosificar más y seleccionar dónde vas a ilustrar, también en un libro, el texto te conduce; tú ahí estas haciendo tu labor de ilustrador, pero de una manera un tanto limitada, en cambio en un álbum pues casi tienes un papel más protagonista, trabajas con espacios más grandes, el color a veces es muy importante. Los libros de bolsillo suelen ser en blanco y negro; estamos hablando de álbumes y colecciones infantiles y juveniles, no estamos hablando de ilustración en prensa, revistas, ni de libros de texto... que es otro trabajo que yo reconozco que no hago mucho y que en Anaya, que es donde habitualmente hago libros de texto, me han mimado, me han dado libros de texto en los que básicamente tenía que ilustrar lecturas, que es como ilustrar cualquier otro libro, estoy mal acostumbrado, pero en el libro de texto es un libro en el que el dibujo es trabajo trabajo, porque hay prisas..., de todas formas yo he notado poca diferencia del libro de texto que me han dado al libro de bolsillo.

¿Qué materiales utilizas habitualmente? ¿En qué tipo de papeles sueles pintar?

• Yo prácticamente trabajo sobre un papel alemán que se llama Sueder, a veces es más mate, a veces más rugoso, también a veces uso papel de acuarela. Básicamente trabajo con acuarelas líquidas, de pastilla, de tubo, con mezclas de tintas, lo mezclo todo. Y con lápiz de color, y a veces con un poquito de pastel, hago una técnica mixta, pero el soporte fuerte y cada vez más, es la acuarela.

¿Consideras que tienes alguna influencia pictórica?

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• Yo creo que sí, Velázquez, me parece que es a muchísima distancia el mejor pintor que ha habido, a muchísima distancia de todos los demás, y mira que Goya me encanta por ejemplo, o Durero, de Durero sí me gustaría hablar porque Durero como ilustrador me gusta muchísimo y como dibujante es impresionante, como pintor es buenísimo y yo he gastado bromas con Durero, por ejemplo en «La vuelta al mundo» que sale una vaca, y el signo de la ganadería es la firma de Durero y cosas así, y hay personajes por ahí que están sacados de cuadros... yo manejo mucho las fotos como referencia, hago alusiones a veces a la pintura.

A nivel de ilustradores sé que me han influido o por lo menos he aprendido mucho de algunos ilustradores ingleses y americanos de tiempo atrás.

¿Es difícil adaptar las ilustraciones a los textos? ¿Te ciñes completamente a ellos?

• Yo me ciño bastante a los textos, me parece que sería una arrogancia no ajustarse al texto, porque el trabajo del ilustrador consiste en eso, a veces como decía antes me puede costar más trabajo, si la historia o el personaje, el texto en sí que estoy ilustrando me es un poco distante, pero creo que hay que ceñirse al texto.

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Las aventuras de Picofino.

¿Cuál es la parte más compleja en la realización de una ilustración?

• Creo que es muy importante que... por ejemplo en la ilustración en prensa, o en portadas, es muy importante la idea, es decir lo que vas a dibujar, lo que vas a plasmar, y luego también es importantísimo cómo lo cuentas, cómo realizas el dibujo, pero es muy importante..., por ejemplo en una portada es muy importante que la portada si pretende ser impactante, pues que la idea llame la atención, pero luego si la idea es muy buena pero el dibujo es una chapuza, entonces no has hecho nada, pero yo daría prioridad a la idea, sobre todo en estos dos apartados, luego en el resto de las ilustraciones, por ejemplo cuando estoy ilustrando en un álbum o en un cuento... también es importantísima la idea y el enfoque, es decir cómo encaras la ilustración, cómo la vas a plantear, para mí es muy importante la composición, cómo planteo, cómo coloco las figuras que hay en primer plano, si hay   —8→   varios planos, si hay primerísimos planos, a mí me encanta a veces fragmentar, que se vea un trocito de cara sólo o unos ojos que se asoman si el asunto en sí lo permite, pero me gusta mucho ver de qué manera va a quedar la imagen, o sea, si vas a ver a dos figuras entre los árboles de un bosque por ejemplo..., o si a lo mejor una sábana que está tendida y que es un elemento secundario, lo aprovecho para que me tape una parte de la escena y a lo mejor los dos personajes principales que están hablando pues están hablando detrás de la sábana..., me interesa muchísimo el planteamiento de la ilustración a nivel fotográfico, porque es que además me gusta mucho el cine y la fotografía, y siempre estoy imaginándome que es una secuencia de una película o una fotografía, en la luz, la composición, cómo colocas a los personajes, desde dónde los miras...

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El cuaderno de hojas blancas.

¿Cuál ha sido la obra que te ha resultado más difícil realizar?

• Estoy haciendo ahora, un trabajo sobre un texto de Fernando Savater, que se titula, Los malos y malditos y habla de todos los malos y malditos de todas las historias, o de algunas de las historias de la Literatura infantil y juvenil, este libro me resulta... bueno no sé si es de los más difíciles, pero sí que me está resultando curioso, me está tocando dibujar..., al Cíclope, al Doctor Moriarti...

De lo ya hecho el álbum El Hombre, el Árbol y el Camino, es un álbum que me gusta mucho, es un libro sin edad.

¿De todos los libros que has ilustrado de cuál o cuáles te sientes más satisfecho?

• Le tengo mucho cariño a La vuelta al mundo, es un libro que lo hice en una época que recuerdo con especial cariño, también fue mi primer premio como ilustrador. Hay muchos libros, que me han gustado mucho, también porque tengo mucho cariño a los autores, tendría que decir muchos.

¿Cuál es tu personaje favorito entre tus ilustraciones?

• Tengo a mi hijo pequeño, que le tengo al pobre de modelo, que es un encanto y le exploto mucho, pero bueno, como nos queremos mucho...

¿Cuál ha sido la mejor alabanza que alguien ha hecho a tu obra? ¿Y la crítica más dura?

• Hubo una llamada que me emocionó, de José Luis Sampedro, me   —9→   dijo que le había gustado mucho una portada que le había hecho para Alfaguara, y me dijo que se notaba que había leído su libro y que lo había hecho con mucho cariño. En general yo creo que he tenido suerte y que la mayoría de las cosas que he hecho han funcionado, han gustado a los editores, a nivel casi anecdótico recuerdo que cuando hice el Tom Sawyer, daban en la televisión una serie de dibujos japoneses de este personaje y mi hija Angeluca que tendría unos seis años, me dijo que no le gustaban nada mis dibujos porque no se parecían a los de la tele. Ya digo que creo que he tenido suerte.

¿Actualmente, realizas alguna otra actividad en el ámbito de las artes gráficas?

• Ahora creo que todo está muy relacionado con la ilustración, antes trabajaba también como profesor, daba clases de análisis en Arquitectura y tenía que repartir el tiempo, luego ya lo dejé, me gusta dar clases, pero me gusta mucho más dibujar, ilustrar.

¿Has hecho alguna incursión en el campo de la escritura?

• Tengo algunas cosas por ahí, tengo algunas historias armadas, porque me apetece dibujarlas pero las tengo que acabar. Que se hayan publicado, sólo un cuentito muy corto, muy corto que le hice a una sobrinita y me lo publicaron en una revista, es un cuento muy lineal.

¿Encuentras alguna relación entre las distintas artes (música, pintura, cine...)?

• Sí, por supuesto que sí. Me encanta la música, la fotografía...

¿En qué estas trabajando ahora?

• Aparte de lo que hemos hablado antes, estoy haciendo una cosa para una editorial de Barcelona, unas portadas...

¿Qué libro recomendarías a los lectores de BABAR?

• Cualquier cosa de Borges, si son cuentos mejor. Y de los que yo he ilustrado, Crónicas de Media Tarde, los tres últimos.

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El Hombre, el Árbol y el Camino.





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ArribaAbajoLibros


ArribaAbajoLa escuela de magia y otros cuentos

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Michael Ende.
Ilustraciones de Alfonso Ruano.
Traducción de Miguel Azaola.
Editorial S.M.
Colección El Barco de Vapor Serie Oro, n° 9.
Madrid, 1995.

¿Cómo os imagináis aprender magia? Muchos de nosotros al oír esta pregunta, nos imaginamos innumerables instrumentos acompañados de fórmulas y palabras mágicas. Pero no, en este país llamado Desideria, lo único de lo que nos valemos para conseguir dicho fin, es mucho más sencillo y mucho más complejo a la vez, se trata de «La Fuerza de Desear». Y para ello, hace falta conocernos muy bien, es decir, conocer nuestro interior. Averiguar cuáles son nuestros verdaderos deseos, no es tan sencillo como parece, pero son los verdaderos deseos con los que podemos llegar a conocer ese mundo lleno de fantasías increíbles y de sueños inalcanzables como es el mundo de la Magia. El problema es, que estos verdaderos deseos sólo pueden encontrarlos aquellos que viven su propia historia.

Desideria es aquel país en el que «desear» todavía sirve de algo. Y es en la escuela de este país, donde «El Señor Platino», el profesor, les mostrará a través de sus ojos expertos, todo en lo que a Magia se refiere.

En este libro de pastas duras e ilustraciones de Alfonso Ruano, Ende nos muestra un país distinto al mundo corriente junto con otros cuentos igual de impresionantes.

Ainhoa Galíndez



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ArribaAbajoEl teléfono encantado

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Erich Kästner.
Ilustraciones de Walter Trier.
Traducción de Marinella Terzi.
Editorial S.M.
Colección El Barco de Vapor n° 6.
Madrid, 1995.

Pauli y sus amigas se quedan solas en casa y deciden pasar una tarde divertida gastando bromas por teléfono. Adolfo, un muchacho valiente y con ánimos de líder, recibe un merecido escarmiento. Luis, Coro, Max, Ramón..., y otros divertidos personajes en sus más enloquecidas peripecias componen las siete aventuras de El teléfono encantado.

Con un verso rítmico y un toque infantil, Erich Kästner, uno de los grandes de la literatura para niños, consigue a través de esta obra una gran apuesta por el inicio a la lectura de los más pequeños. Las ilustraciones de Walter Trier se suceden a lo largo del libro, interpretando de esta forma atractiva y llena de color, lo que los niños pueden vivir en su entorno más real y cercano.

Un libro ideal para sumergirse en el mundo de la Literatura infantil, llena de vida y recuerdos de los momentos más entrañables de la infancia. Si quieres pasar una tarde entretenida descuelga «El teléfono Encantado».



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ArribaAbajoEl enano Dirk

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Armando.
Ilustraciones de Susanne Janssen.
Traducción de Nadine Belien.
Editorial S.M.
Colección El Barco de Vapor, n° 10.
Madrid, 1995.

El enano Dirk está preocupado: ya no consigue impresionar a los demás enanos como antes. Para solucionarlo se propone aprender una serie de palabras técnicas, de las que no sabe el significado, y va a visitar al enano Wim, el herrero, el cual se asombra de que Dirk sepa más acerca de su oficio que él mismo. Exactamente igual le sucede a Frans, el panadero, que queda perplejo ante la sabiduría de Dirk.

Tanto Wim como Frans reconocen estar sumamente impresionados con los conocimientos de Dirk y, con el fin de solucionar el problema, deciden consultar al sabio rey Koos. El rey manda llamar a Dirk, el cual, volviendo a hacer uso de las nuevas palabras que había aprendido, consigue igualmente impresionar al rey. A consecuencia de esto los enanos, convencidos de que es el enano más listo, convertirán a Dirk en rey.

El enano Dirk es un libro compuesto por diferentes cuentos breves, como son «La bruja Huf», «El gigante fuerte», «El enano Dirk» (que da nombre al libro) o «El principito que no quería crecer».

Armando, el autor de El enano Dirk, publica con este su primer libro para niños, consiguiendo así una serie de relatos amenos y divertidos, en los que se mezclan personajes tan fantásticos y mágicos como los enanos, las hadas, las brujas o los gigantes. Al mismo tiempo, Susanne Janssen pone la nota de color realizando las ilustraciones que completan este libro.

Mónica Puentes



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ArribaAbajoQuerido sapo

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Seve Calleja.
Ilustraciones de Mª Teresa Ramos.
Editorial Edebé.
Colección Periscopio, n° 24.
Barcelona, 1995.
«Querido sapo».

Era de este modo como comenzaban las cartas que fundieron en una dos historias que fluían de modo paralelo. Los protagonistas de ambas son dos sapos en un principio solitarios que poco a poco se dan cuenta de que son personas que no soportan la soledad.

Pablo es un joven cualquiera que trabaja como cartero mientras tripite COU a causa de la Física y Química de 3° de BUP. Vive él solo en casa de su tía, aunque cuando se le acaba la comida va a cenar a casa de sus padres.

Pablo, gracias a su trabajo, topa de un modo fortuito con las cartas de Sapo y Jana. Este joven comienza a imaginar una historia entre estos dos bohemios, la cual ocurre delante de él, sin que éste se de cuenta.

Esta es una historia que tiene como tema principal el espíritu libre que todos llevamos dentro y sólo, los que se les denomina bohemios, dejan expresar. Todo el relato gira alrededor de la música y los libros, de cómo estas dos sutiles armas pueden lograr unir a dos personas.

Está acompañado por envolventes ilustraciones que intentan hacer más fácil el poder llegar a tocar todos y cada uno de los sentimientos que afloran mientras el lector se embriaga poco a poco con la lectura de este magnífico libro.

Este libro está impregnado por tintes de Cesare Pavese, de lo que el autor ha podido sentir con la lectura de todos y cada uno de los libros de este gran autor.

Lo más significativo es cómo los jóvenes pueden llegar a idealizar a un personaje, en este caso ficticio, y a olvidarse de ellos.

Pablo, como cualquier joven de su edad, experimenta, a lo largo de esta novela, cómo poco a poco se va produciendo en él ese cambio obligatorio que todos o hemos experimentado o llegaremos a experimentar y que hace que dejemos a los ídolos olvidados en el desván del corazón.

Este es un libro ligero, con un argumento ameno el cuál es una gran arma para exterminar cualquier aburrimiento por extenso que sea. Puede que al leerlo te veas reflejado en el personaje principal de este libro, pero no te preocupes eso es normal.

Vanessa Gordo



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ArribaAbajo¿Y ahora qué?

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María M. Vassart.
Ilustraciones de Teo Puebla.
Editorial Edebé.
Colección Periscopio, n° 28.
Barcelona, 1995.

Todos tenemos momentos en los que necesitamos liberar de algún modo nuestros sentimientos, deseos, miedos inquietudes... Hay quien lo hace oralmente, otros utilizando un pincel; la protagonista de nuestra historia finalmente (aunque en un principio no muy convencida, poco a poco va cobrando interés), decide hacerlo a través de un diario.

Ana (así es como se llama la protagonista de ¿Y ahora qué?), comienza a escribir su diario en un centro para personas con problemas o trastornos. A lo largo del libro, nos irá contando los problemas que ha vivido en su casa y el fatal desenlace que ha hecho que la internen en ese centro.

Al salir de esta institución, Ana comienza a ver un poco de esperanza en su nueva vida en Galicia, con sus tíos y sus nuevos amigos, sobre todo Miguel.

Pero cuando parece que vivir deja de ser una carga para esta joven surge un nuevo problema que el destino solucionará.

En ese momento Ana se siente feliz y esperanzada.

¿Y ahora qué? Es la pregunta que todos nos hacemos alguna vez en la vida, supone una ruptura con todo lo anterior, para comenzar algo nuevo; puede ser un hilo de esperanza, el comienzo de una historia, un nuevo cuento o ¿por qué no?, un nuevo diario.

Tanto la forma como el fondo del libro son muy buenos. Un relato realmente atrayente para jóvenes y adultos.

Mónica Morales



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ArribaAbajoLas pelirrojas traen mala suerte

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Manuel L. Alonso.
Editorial Alfaguara.
Madrid, 1995.

Aquella noche, sin saber muy bien por qué (¿por simple rebeldía?), Chico decidió marcharse de casa. A sus pies se extendía la belleza de una ciudad encantada y encantadora, Granada.

Aquella noche él buscaba la libertad, pero lo que no podía imaginar era que comenzaba la aventura de un mes de junio cargado de nuevas experiencias: el misterio, el amor, la amistad, el miedo, el descubrimiento de su propia ciudad y de los pueblos de las Alpujarras... Comenzaba una nueva etapa de su vida. «En aquel verano, Granada era todo un vasto universo de posibilidades».

Aquella noche Chico caminó por Granada, temeroso, con la incertidumbre de lo que le traería el amanecer pero seguro de que había dado un paso importante en el largo camino de descubrirse y modelarse a sí mismo.

Al día siguiente se dirigió a una fábrica donde un grupo de okupas se habían instalado con sus escasas propiedades. Se unió a ellos y allí fue donde conoció a Helena, la que iba a ser su compañera de viaje. Una muchacha algo mayor que él, protagonista de una extraña historia en la que también Chico iba a verse involucrado.

Las pelirrojas traen mala suerte puede ser una historia de intriga. Una historia de amor..., en un marco que el autor conoce bien (allí es donde vive en la actualidad): Granada. Una tierra ante la que no se puede permanecer imparcial, y prueba de ello es la subjetividad que en torno a ella desprende el relato de Manuel L. Alonso, que pretende mostrar su belleza y encanto.

Este libro de la Serie Roja de Alfaguara está impreso en papel reciclado, otro punto a su favor, con letra grande y de fácil lectura.

Los ingredientes merecen la pena. Recuerda: «Las pelirrojas traen mala suerte».

Nuria Fernández



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ArribaAbajoCielo negro sobre Kuwait

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Robert Westall.
Traducción de Javier Franco Aixelá.
Editorial Alfaguara.
Madrid.

Lo más raro de Figgis eran sus cosas. Sentía cosas con la gente y cosas con las cosas. Obsesiones, supongo que se llamarían ahora, pero nosotros decíamos simplemente que andaba con una de sus cosas.

Figgis, era curioso, tierno, obstinado, capaz de percibir lo que sentían los demás, era una persona especial.

Un día las cosas de Figgis, sus sueños, sus anécdotas, se comienzan a desbordar, primero el hambre de Bossa «la niña etíope», luego el comienzo de la guerra del Golfo. Aparece un nuevo Figgis, los temblores por las noches, el miedo en los ojos, ese extraño idioma.

Su familia esta desconcertada. ¿Qué es lo que está sucediendo...?

La especial sensibilidad de Figgis nos conducirá hacia la comprensión, a ponernos con más facilidad en el lugar de los otros, a comprobar una vez más el sin sentido de las guerras.

Marta Vidal



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ArribaAbajoPobre Manolito

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Elvira Lindo.
Ilustraciones de Emilio Urberuaga.
Editorial Alfaguara.
Colección Infantil-Juvenil.
Madrid, 1995.

Supongo que ya conoces a Manolito... Sí, aquel niño que hace poco se nos presentaba en Manolito gafotas. Pues bien, ahora ha vuelto para contarnos más detalles sobre su ajetreada infancia.

Elvira Lindo ha reunido en Pobre Manolito, las divertidas y dispares historias que día a día le ocurren a éste, su genial personaje.

En ellas, siguen acompañando a Manolito personas muy cercanas a él como su abuelo «superpróstata», su hermano «el imbécil» y sus amigos: Yihad, Susana y el «Orejones López». A Manolito, la vida le es en algunos momentos difícil de entender, pero esto no le preocupa demasiado; él tiene su peculiar modo de comprenderla, porque a su mundo, el mundo infantil de un niño de nueve años, la vida llega traducida de otra manera...

Sinceramente os animo a que lo leáis, porque aunque nuestra edad no sea la recomendada, doce años, quizá a través de los ojos de Manolito podréis volver a mirar desde ese mundo, con los ojos de un niño, y recordar, como él hace, vuestras propias: «inolvidables aventuras»...

Carolina Alda



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ArribaAbajoCuando de noche llaman a la puerta

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Xabier P. Docampo.
Ilustraciones de Xosé Cobas.
Traducción de Rafael Chacón Calvar.
Editorial ANAYA.
Colección El Duende Verde, n° 93.
Madrid, 1996.

Cuando de noche llaman a la puerta, de Xabier P. Docampo (Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 1995), nos interna en un apasionante mundo de historias sobrenaturales consustancial a la literatura gótica. Paisajes y atmósferas descritos con minuciosidad y acierto léxico se dan cita en cuatro narraciones extraordinarias que funden lo mejor de la tradición oral con el enfoque romántico que supieron transmitir Edgard Allan Poe y E. T. A. Hoffmann, apuntes de elementos fantasmagóricos donde personajes diabólicos y secuencias de pesadilla conviven en un culto a la noche, luces espectrales y caminos solitarios, en los que intervienen elementos locales -los paisajes gallegos que envuelven la acción, casas de labranza y utillaje campesino de herencia decimonónica, con la presencia referencial de la Santa Compaña-, unidos a sentimientos encontrados que generan los más bajos instintos del alma humana, lo irracional potenciado hacia la venganza, el triunfo del honor frente a los inevitables avatares de la vida.

«El espejo del viajero», «El Hornadas», «Loba», y «El cumplemuertes», las cuatro narraciones sabiamente tratadas por la pluma de Xabier P. Docampo, conforman un muestrario de voces inquietantes, donde el hombre debe de enfrentarse a través del miedo y el absurdo, a ese destino último e inexorable que es la muerte del ser, condena a la que está unido desde el instante preciso de su nacimiento y que aquí se plantea en clave de lucha existencial, el triste fin por sí mismo del que se deja llevar por las imposiciones y las circunstancias ambientales, por los agravios, en detrimento de la autoestima y la propia libertad individual.

Pilar Quirosa-Cheyrouze



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ArribaAbajoSin pies ni cabeza

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Sergio Tofano (Sto).
Traducción de César Palma.
Editorial Siruela.
Colección Las Tres Edades, n° 44.
Madrid, 1996.

Sergio Tofano (Sto) ofrecía a sus lectores este libro en los años 20. Fue en ese mismo año cuando nació ese otro gran genio de la literatura genuinamente fantástica que es Gianni Rodari. Ambos escritores comparten un estilo genérico similar, y una capacidad de inventar historias como pocos han sabido hacer. La mayoría de las diez que contiene este libro pudieron dar pie a Rodari a incluir en uno de sus libros la manera de construir historias a partir del «Qué ocurriría si...» («Gramática de la fantasía, Introducción al arte de inventar historias» Ed. Aliorna), pues la estructura de muchos de los «pequeños dulces» que creó Sto parten de una suposición similar. Los juegos con palabras (muchos de los cuales son intraducibles desde el italiano) llenan el libro de una neblina ingenua y fantástica que define dentro de sí personajes sacados de la plaza de un pequeño pueblo o de un sultanato oriental. Todos los cuentos parten de una primera suposición: un título que oriente al lector y le guíe a la hora de atreverse con la trama irreal que se le presenta. «Desgracias a porrillo» y «Uguccione de la Vaina, invicto capitán, prisionero de sí mismo» son un ejemplo de lo que puede llegar a ser convertir el mismo título en una breve muestra literaria. Los argumentos se desarrollan vertiginosamente, con una capacidad narrativa especialmente hábil, ya sea a partir del «Qué ocurriría si...» o girando en torno a un argumento circular y delirante que, partiendo de lo aparentemente cotidiano se traslada a lo universal e inasible, como ocurre en el caso de «Desgracias a porrillo» o «Checco... pobre Checco...», en el que la indigestión de un niño hace llegar la música clásica a una isla perdida poblada por salvajes. Incluso, a otro nivel de lectura, se pueden sacar interesantes moralejas de cada relato, como «Un juicio juicioso», que enseña a no denunciar a los patos que invaden el jardín propio so pena de acabar el juicio como acusado o en «Lo que le pasó a Aniceto porque una mamá, un papá y cuatro abuelos no se ponían de acuerdo», que muestra el mejor método para aprender idiomas aun siendo mudo.

El libro da muestra, de la misma manera, del Sto polifacético que ilustra sus propios cuentos (aparte de otras muchas cosas) del mismo modo en que escribe: unos dibujos que rozan la iconografía. A un lector infantil no se le pueden contar las cosas de una manera más adecuada, mediante una prosa en la que no sobra nada y una capacidad de inventiva que se acerca a la de un niño.

Pablo Cruz



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ArribaAbajoLa rata cochero

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David Henry Wilson.
Traducción de Anne-Hélène Suárez.
Editorial Siruela.
Colección Las tres edades, n° 42.
Madrid 1995.

¡Ojalá no me hubiera encerrado tan pronto! Una tenue luz llegaba a la jaula que se había convertido en mi prisión. Oía voces ásperas gritando a una melodiosa, ruidos, portazos, repiqueteo de pasos... Mientras me encontraba en esta angustiosa situación pensaba que debería haber sido más paciente, y así podría haber recorrido la casa sin ser visto y quizás volver a ver a aquella hermosa y dulce muchacha. Quizás os estaréis preguntando la razón de mi cautiverio: a pesar de las advertencias de mis padres había abandonado la madriguera donde nací y crecí junto a mis hermanos. La frágil seguridad del hogar y la monótona vida que los míos me ofrecían no era suficiente para una rata como yo. Nadie entendía mis deseos de conocer a la raza humana, y, sin embargo, era lo que más deseaba en este mundo. Sabía que eran despiadados con los de mi especie y que muchos de los nuestros morían cada día en sus crueles trampas, entre ellos mi padre. Sin embargo nada de esto había impedido que me adentrara de nuevo en la casa donde días antes había conocido a una chica muy linda que parecía sufrir mucho.

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En aquellos momentos desconocía que se trataba de Amadea, más conocida como La Cenicienta. Tampoco sabía que se convertiría en la protagonista de uno de los cuentos más populares de la historia, pero lo que sí sabía era que me había enamorado de ella y que me moriría si no la volvía a ver.

De repente alguien entró en la cocina y cogió la jaula donde me habían metido. Me llevaron al jardín donde pude contemplar con emoción una maravillosa carroza de oro tirada por seis caballos blancos. Una mujer «luminosa» tocó mi cabeza e inmediatamente mi cuerpo experimentó un cambio sorprendente. Crecí y me ensanché, y lo mejor de todo era que podía entender lo que aquella misteriosa mujer me decía. Me había convertido en el cochero Robert. Mi misión consistía en llevar a Amadea al baile del príncipe y traerla de vuelta antes de medianoche, momento en el cual el hechizo se rompería. Hasta aquí nada nuevo para vosotros, que conocéis la historia de Cenicienta de memoria, o por lo menos lo que os han contado. Pero seguro que ninguno os habéis preguntado qué fue de la carroza, de los caballos y del cochero después de la noche del baile. Para mí fue la mejor noche que puedo recordar, pero también fue el comienzo de una amarga existencia.

Mi vida como hombre fue breve, pero el destino quiso que permaneciera entre dos razas, pues a pesar de adquirir de nuevo mi forma animal conservé la mente y la voz de los humanos. Esto me permitió conocer a fondo la crueldad de los hombres. Aprendí a amar y a soñar, pero el odio y la desconfianza pronto nublaron mi alma. Yo sólo buscaba una luz, la luz de aquella fantástica mujer que habría de darme de nuevo la forma humana que tanto ansiaba.

En La rata cochero David Henry Wilson narra una historia llena de fantasía e imaginación en la que aprendemos a ver el mundo a través de los ojos de una rata muy especial. Con ella vivimos aventuras cargadas de emoción y presenciamos sucesos tan inesperados como violentos y sobrecogedores que sin duda te fascinarán.

Eva García



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ArribaAbajoQuintín y Mundicia en el País de la Alcantarilla

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Ana García Castellano.
Ilustraciones de Enrique Krause.
Editorial S.M.
Colección Catamarán, n° 16.
Madrid, 1995.

Quintín Importante es un ocupado señor, de esos que últimamente tapizan con sus carreras cualquier calle o lugar de alguna gran ciudad. Esta es una nueva plaga que poco a poco se va haciendo con la monotonía diaria. Un día, Importante tuvo que ir a un recado de carácter crucial, tenía que recoger los anillos de su boda. Gracias a estos anillos, Importante pudo verse envuelto en una gran aventura en el fondo de la ciudad. Es aquí donde conoce a un divertido grupo de niños, jóvenes a los cuales se les ha sido negada la edad adulta y toda la monotonía que este periodo de la vida conlleva, es decir, se les niega que sean personas importantes. Mundicia, que es como se llama la niña que «lidera» este país de la alcantarilla, hará resurgir todos y cada uno de los sentimientos infantiles que residen reprimidos en el corazón de las personas importantes. Gracias a estos jovencitos, Quintín (que es como pasó a llamarse para ellos) tuvo que hacer frente a numerosos imprevistos que no había imaginado que pudieran tener sitio en su agenda y que tuvo serias dificultades para superar a pesar de ser un brillante ingeniero.

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Estos chavales consiguieron que una persona importante y seria como era Quintín, dejase de serlo para volver a ser un ser humano y no un esclavo del trabajo y la sociedad. Consiguieron volver a hacerle reír, a apreciar las cosas más sencillas de la vida, aquellas que últimamente sus gafas materialistas le impedían ver en la realidad. Poco a poco le fueron cambiando la vida, aunque... creo que la vida se la cambia uno mismo.

Este libro está acompañado de unas divertidas ilustraciones, las cuales transmiten alegría y buen humor, en pocas palabras, transmiten ilusión y hacen que el duende infantil que alberga nuestros corazones, comience a hacernos cosquillas en el interior de nuestra ánima.

En definitiva, esta breve historia, muy infantil, en un principio, puede llegar a hacernos reflexionar sobre el cambio que se produce en cada uno de nosotros a medida que nos acercamos o nos hundimos poco a poco en la gris existencia de una persona importante y adulta.

¿Cómo es posible que cuando llegamos o lleguemos a cierta edad resulte algo ajeno a nuestro personaje el contar chistes, comer chupa chups..., o cualquier otra cosa que es catalogada única y exclusivamente válida para cierta edad en la vida de un ser humano civilizado? ¿Consiste en eso la civilización?

Pero aunque al reflexionar me invadan tantas y tantas palabras y sentimientos negativos, sé que todos y cada uno de nosotros, incluso las personas importantes y serias, tienen guardado en un lugar, concretamente en el interior de una cajita que se alberga en un rincón olvidado del corazón, ese niño/a que un día fuimos; y afortunadamente, aunque lo lleguemos a negar o a esconder, se niega a desaparecer y morir sin haber conseguido su cometido, infundirnos alegría por vivir y poder disfrutar de las cosas realmente importantes de la vida, que son aquellas que no están a la venta.

Yo soy una niña pequeñita. ¿Y tú?

Vanessa Gordo Pacheco



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ArribaAbajoY decirte alguna estupidez, por ejemplo, te quiero

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Martín Casariego Córdoba.
Editorial Anaya.
Colección Espacio Abierto, n° 44.
Salamanca, 1995.

Sarapesimista me gustó desde el primer momento en que la vi y desde ese mismo instante, me reté a mí mismo, a intentar conquistarla como fuera. Pero, aunque yo quisiera decirle lo que por ella sentía, no me atrevía. No me atrevía, a decirle alguna estupidez, por ejemplo, te quiero.

Veía pasar el tiempo, y en mi corazón sólo había espacio para ella, sólo vivía para Sararompecorazones. Pero, ¿cómo decírselo? En mí se instalaba la «kobardia» que no me dejaba dar ese paso.

Pero sucedió, sucedió aquella noche en que se me ocurrió pronunciar esa frase tan famosa y tan estúpida que a menudo le viene a uno a la cabeza en esos momentos, y dije:

-Te quiero.

Y entonces, ella dijo otra de esas estupideces que se dicen en esos raros momentos de nuestras vidas...

-Me alegro de estar viva.

Patricia López



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ArribaAbajoAlfagann es Flanagan

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Andreu Martín y Jaume Ribera.
Editorial Anaya.
Colección Espacio Abierto, n° 43.
Madrid 1996.

De nuevo, otra gran cantidad de aventuras se nos entregan en este último libro del detective juvenil más popular y eficaz: Flanagan.

Esta vez, sus asuntos casi se le escapan de las manos; y es que a Flanagan le encargan la investigación de la desaparición de una compañera suya, desaparición en la que incluso el propio padre de la chica parece estar involucrado; al mismo tiempo, su padre le encarga investigar al novio de su hermana, sin olvidar el trabajito pendiente del «Charche», al que le tiene que conseguir una copia de un examen; y todo ello unido a la aparición de una banda organizada de pequeños terroristas, la llegada del amor a su vida, las mentiras, la gripe, su primera paliza...

¿Demasiado? Puede que sí, pero Flanagan, sin olvidar nunca su humor e ironía, no se dará por vencido.

Otra vez Andreu Martín y Jaume Ribera han sabido dar a las aventuras de Flanagan el humor y el suspense que hacen estos libros tan entretenidos.

David Saco



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ArribaAbajoMiradas en el espejo

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María Hede.
Editorial Anaya.
Colección Espacio Abierto, n° 38.
Salamanca, 1995.

El grave problema de la anorexia protagoniza una nueva historia en la que confluyen las más intensas emociones.

Evelyn, una chica normal, con un gran valor ante la vida y una personalidad ejemplar, se ve arrastrada por esta enfermedad, que poco a poco va adquiriendo poder sobre sí misma. Las fuerzas para seguir viviendo van agotándose y la desesperación es el único sentimiento que ronda insistentemente por la mente de la chica.

Uacute;nicamente un día, al encontrarse sobre la cama de un hospital, víctima por quinta vez de la más terrible de las obsesiones, Evelyn entiende que ha convertido su vida en un infierno del cual es casi imposible salir.

Comprenderá entonces lo que el vivir significa y aprenderá a valorar todo aquello que antes aborrecía.

Sin embargo, este sentimiento no permanecerá mucho tiempo en Evelyn, que vuelve a sentir el mismo drama y a ver en otras chicas lo que siempre deseó ver en ella misma.

Una historia que es, sin duda, una llamada para aquellas personas que alguna vez se hayan sentido identificadas con la protagonista y que nos intenta mostrar de forma clara y realista, el transcurso de una vida marcada por la obsesión.





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ArribaAbajoÁlbumes


ArribaAbajoAdivina cuánto te quiero

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Sam McBratney.
Ilustraciones de Anita Jeram.
Traducción de Esther Roehrich-Rubio.
Editorial Kókinos.
Barcelona. 1995.

«Adivina cuánto te quiero».

«¡Uf! no creo que pueda adivinarlo».

Hace poco leí algo escrito por Galileo Galilei:

«Mide lo que se pueda medir,

y lo que no se pueda medir hazlo medible».

Seguro que a la «liebre pequeña color avellana» le hubiera gustado verle a él en un trance como el suyo: explicarle a la «gran liebre color avellana» lo inmenso que es su cariño. Desde luego, toda una hazaña.

En este álbum de pastas duras el texto aparece en letras grandes, acompañado de unas ilustraciones realizadas por Anita Jeram que merecen una mención especial: las dos protagonistas se desplazan a lo largo del libro en un paisaje campestre donde priman los colores ocres y pastel, en unas ilustraciones llenas de movimiento (carreras, saltos...) y con mucha expresividad. En los primeros dibujos la luz cobra mucha fuerza, pero ésta se va matizando a medida que cae la noche en el transcurso del relato.

El rasgo principal que se desprende del conjunto de la obra es la enorme carga de ternura. Pero también la simpatía que consigue mantener la sonrisa hasta el último instante en que la «liebre pequeña color avellana» se queda dormida bajo la luz de la luna y la «gran liebre» le susurra...

¿Se puede medir el amor? En Adivina cuánto te quiero puedes encontrar una pista, ánimo, merece la pena.

Nuria Fernández



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ArribaAbajoSobre Moscas y Elefantes

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Ingrid y Dieter Schubert.
Traducción Esther Tusquets.
Editorial Lumen.

Un día cualquiera te levantas y coges un libro. Tal vez este. Tras hojear algunas páginas descubres que el mundo está lleno de animales. ¿No es magnífico? Desde que nacen son diferentes, únicos.

Los científicos, como no pueden hablar con sus padres, inventan nombres genéricos: cigüeñas, lagartijas... En algunos casos hasta les ponen apellido para despejar posibles dudas: mono narigudo, escarabajo pelotero, martín pescador...

Los hay a los que les encanta volar. Otros, en cambio, son campeones de natación, adictos a la noche o expertos arquitectos. Unos viven apiñados y otros prefieren la soledad. A la hora de la comida algunos sólo aceptan carne fresca, otros son vegetarianos convencidos y otros comen de todo.

Seguro que tanta diversidad te recuerda a los humanos pues, aunque racionales, también somos animales.

Además si quieres seguir investigando podrás encontrar entre las páginas al colimbo, suricatta o un alionín.

Ingrid y Dieter Schuber los dibujan, les dan color y como por arte de magia nacen todos ellos.

Como ya sabes el mundo sigue estando lleno de sorpresas.

Jacinta Casado



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ArribaAbajoLibro de imágenes

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Ian Beck.
Editorial Juventud.
Barcelona, 1995.

El título de este libro Libro de imágenes hace una referencia explícita a lo que contiene: imágenes. Imágenes precisas, de un gran lirismo, llenas de magia y de una enorme belleza.

En la cubierta encontramos además, como subtítulo la recomendación: El primer libro de imágenes para los más pequeños. Recomendación que consideramos innecesaria, pues la calidad plástica de estas imágenes convierten el libro en un objeto estético para el disfrute de cualquier lector, independientemente de su edad.

Las imágenes que aparecen, a una o doble página, siempre presentan una escena en la que encontramos un protagonista, un niño que acompaña o protagoniza la ilustración. Desde la primera imagen, que es un libro, un aire de magia preside todas las composiciones. Animales, escenarios, acciones u objetos son nombrados a pie de página, nominando lo evidente; algo tan frecuente en los primeros lectores.

En definitiva, un excelente álbum. Ese tipo de libros que tan poco se publican y que tanto echamos de menos.

Ester García



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ArribaAbajoMateo y los Reyes Magos

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Fernando Alonso.
Ilustraciones de Alberto Urdiales.
Editorial Altea.
Madrid, 1995.

En el oasis de Jaisalmer -paso obligado de las rutas de las caravanas- vivía Mateo. Éste es un niño al que le encantaba pasarse horas y horas mirando el desierto, desde lo alto de una torre; la torre vigía y allí inventaba o recordaba aquellas historias que le contaban las gentes que por allí pasaban. Por esta razón esperaba ansiosamente ver alguna silueta lejana en el horizonte que anunciaba la llegada de nuevos viajeros.

Una mañana Mateo fue a la torre más temprano de lo habitual pues alguna extraña fuerza lo empujaba; era la llegada de tres caravanas que aparecieron por Oriente. En un principio pensó que por fin conocería al Mago de la Palabra, pero estas caravanas traían mucha carga y no resultaba muy normal.

Eran los Reyes Magos. Éstos acamparon durante siete días en el oasis. Días que Mateo nunca olvidará pues cada noche uno de los Reyes le contaba una historia en las que gracias a la profecía del Mago Ur, consiguieron encontrar la señal que les mostró el camino que debían seguir, ¿cuál era su destino? La constelación de Orión, por lo que Mateo descubrió que el punto de destino era el oasis de...

En estos días Mateo aprendió muchas cosas, como mirar las estrellas ya que de esta forma nunca se sentiría solo.

Las ilustraciones de Alberto Urdiales consiguen que los cálidos ocres empujen a los tonos más puros para realzar los pliegues del ropaje donde con delicadeza y tierna compostura, surgen hermosas historias que acompañan a Mateo en aquel oasis perdido en un mar de arena.

Los tapices manchados de rojos intensos y los colores más puros avivan la llama del fuego en un lugar donde misterio, alfombras voladoras, genios y hechiceros habitan.

El pequeño Mateo vive la experiencia de los Reyes Magos; una pequeña figurilla rodeada por inmensos edificios, fuertes tempestades y enormes personajes que aparecen personificados: El país de los sueños en el que Mateo sentirá con emoción e ilusión la llegada de los Reyes Magos.

La maravillosa historia que nos relata Fernando Alonso, junto con las hermosas páginas que nos ilustra Alberto Urdiales, han conseguido recrearnos... en un mundo que padecía en el olvido y la verdad es que después de haber dejado una infancia en el patio de juegos, sigo esperando la llegada de los Reyes Magos con ilusión y emoción. A veces un pensamiento resurge, un recuerdo que puedes tocar y oler, que sientes y que invade de alegría tu rostro, es el momento en que te das cuenta de que no has perdido ni olvidado tu niñez.

Mariola Rodríguez



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ArribaAbajoEl globito rojo

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Iela Mari.
Editorial Lumen.
Barcelona, 1996.

Pocas veces con tan pocos elementos se consigue tanto. Este es el caso de este excelente álbum de la autora italiana Iela Mari, publicado por la Editorial Lumen.

Un sencillo y esquemático trazo a línea negra, siempre de la misma intensidad dibuja al personaje y los escenarios en los que el globo rojo, que sale de la boca de un niño, se convierte, primero en manzana, luego en mariposa y en flor y, finalmente en el paraguas que protege al pequeño de una lluvia continua de líneas.

Siempre sobre fondos blancos, con una economía inusual de medios, aparecen estas imágenes cargadas de belleza y sensibilidad. Imágenes que construyen una historia llena de poesía, para lectores de cualquier edad.

Este álbum es un buen ejemplo del tipo de libros que tan poco se publican en España, y que serían necesarios para la educación estética de los aprendices de lector.

Daniel Gil



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ArribaAbajoJumanji

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ArribaAbajoEl higo más dulce

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Chris Van Allsburg.
Traducción de Rafael Segovia Albán.
Editorial Fondo de Cultura Económica.
Col. Los Especiales de «A la orilla del viento».
México, 1995.

El Fondo de Cultura Económica ha publicado en la colección Los especiales de A la orilla del viento dos nuevos títulos: Jumanji y El higo más dulce, ambos de Chris Van Allsburg, autor de La escoba de la viuda, publicado en la misma colección, y anteriormente comentado en Babar.

Van Allsburg publicó Jumanji en lengua inglesa en el año 1981 y El higo más dulce en el año 1993; estas fechas indican, al menos en lo referente al primer título, cómo en España se han conocido con posterioridad. Si en La escoba de la viuda el autor nos dio a conocer un mundo plástico de gran calidad, con estos dos nuevos títulos nos permite descubrir motivos, técnicas y temas que le interesan.

Las ilustraciones están realizadas con un trazo realista, siguiendo una técnica que imita al puntillismo, y produce la sensación visual de estar ante antiguas fotografías. En Jumanji las ilustraciones son en blanco y negro, mientras que en El higo más dulce predominan los colores cálidos y en ambos se observa una gran expresividad en los personajes, tanto personas como animales.

Un dato interesante en este autor es que si bien es cierto que utiliza una técnica realista en sus ilustraciones, no podemos olvidar el elemento fantástico que plasma en la historia. Ambos álbumes tienen como centro un objeto común con el cual los personajes viven aventuras ajenas a la realidad; así en El higo más dulce un par de higos conceden deseos, y en Jumanji un juego permite a dos hermanos vivir aventuras de la selva en su propia casa.

Teresa García



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ArribaAbajoLas cabritas de Martín

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Concha López Narváez.
Ilustraciones de Carmen Cardenil.
Editorial Fondo de Cultura Económica.
Colección A la orilla del viento.
México, 1994.

«Y ante nuestros ojos,... el álbum.» ¿Qué maravilla ocultará en su interior? Solamente un instante de inquietud y antes de darnos cuenta nos encontraremos sumergidos en una divertida historia.

Las cabritas de Martín, es el título que recibe el cuento. Su autora Concha López Narváez, forma un inteligente dúo con Carmen Cardenil que a su vez anima la historia con sus ilustraciones.

Las escasas letras que el libro muestra en sus hojas y la gran cantidad de ilustraciones hace más fácil y amena su lectura, ya que hay que pensar en los más pequeños.

Seguro que éstos se sentirán ansiosos por terminar, para saber cuál es el final que le espera tanto a Martín, como a sus cabras.

El protagonista -Martín- es un pequeño pastor que, tras sufrir un desafortunado accidente, pasa a la otra vida y está a la espera, en la puerta del cielo, intentando pasar; pero, eso sí, ¡siempre con sus cabras!

Aquí surge un problema, las cabras sólo son animales, entonces... ¿entrará Martín en el cielo?... porque sin sus cabras, él, no va a sitio alguno.

Esta es la mayor preocupación de su amigo Pablo, que como buen amigo se preocupa mucho por él.

Dicho álbum pertenece a la colección «A la orilla del viento» de la Editorial Fondo de Cultura Económica y se acabó de imprimir por primera vez en México, en 1994.

Recomendar directamente este álbum a todos los niños porque, seguro, les gustará... pero también a los mayores, porque quizás, aprendan algo nuevo.

Beatriz Gómez



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ArribaAbajoLa cena con el Tío Enrique

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Bénédicte Froissart.
Ilustraciones de Pierre Pratt.
Traducción de Francisco de Segovia.
Editorial Fondo de Cultura Económica.
Colección A la orilla del viento.
México, 1993.

La cena con el Tío Enrique nos cuenta en un cuento las maneras sencillas y las más trabajadas de encontrarnos con la fantasía.

El Tío Enrique no es un tío cualquiera, pues tiene la virtud de despertar en sus sobrinos (y a través de este libro en todos nosotros) ese pequeño tesoro que nos salva de ser simplemente personas, la imaginación.

Es este un cuento de sencilla lectura, estupendamente acompañado por las coloridas ilustraciones de Pierre Pratt, que nos transporta con tan sólo fijar nuestra mirada en ellas toda la emoción y el barullo que se vivió en aquella inolvidable cena.

Puede que nunca los adultos encuentren de nuevo el camino de la emoción, que sus casas no sean nunca balsas, que ellos nunca vuelvan a ser piratas, que su jardín no se transforme en un misterioso océano, sus vecinos no sean ni mucho menos ballenas, pero siempre queda la posibilidad de encontrarnos en una cena con el Tío Enrique y una camisa con estampado de fantasía, supongo que todos sabemos a quién me refiero, pero esa es otra historia.

Miguel Ángel Dorado



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ArribaAbajoBruno el Rezongón

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K. Mensing.
Traducción de María Ofelia Arruti.
Editorial Fondo de Cultura Económica.
Colección Los especiales de «A la orilla del viento».
México, 1993.

Acababa de terminar una exquisita comida y Bruno no quería recoger los trastos de su cuarto, ni tampoco quería ver el programa de la tele que sus padres, el señor y la señora Rayado, le habían permitido ver. El programa hablaba de una tal «crisis financiera» que a Bruno, personalmente, le hacía bostezar.

Lo que Bruno quería realmente era jugar con su amiga Brita, pero ésta no contestaba al teléfono.

Finalmente se decantó por disfrutar en solitario del nuevo regalo de la abuela, y en el momento en el que lo tenía en sus manos apareció Brita. Una vez juntos los dos amigos cabalgaron, piratearon, abordaron, naufragaron, nadaron, operaron, se escondieron, se encontraron, practicaron muecas, hicieron de acróbatas y de payasos, domaron...

Un precioso álbum que nos muestra lo gris y recto de nuestras tristes vidas cotidianas a través de una particular familia de cebras, con unas interesantes y «rayadas» ilustraciones.

Pero por otro lado nos muestra también esa inagotable fuente de imaginación anárquica que hace de los niños, o de los no tan niños, esos seres tan especiales.

Sergio A. González



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ArribaAbajoGansa tonta

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Ellen Stoll Walsh.
Ilustraciones de la autora.
Traducción de Ernestina Loyo.
Editorial Fondo de Cultura Económica.
Colección Los especiales de «A la orilla del viento».
México, 1994.

No es raro que un ratón se llame Max, o que una gansa se llame Gladys y otra Lulú. Tampoco lo es el que Lulú sea una gansa tonta y Max un ratón avispado. Sin embargo, sí lo es que todos ellos estén hechos de trapo y papel.

La historia es bien sencilla: Gladys recibe, en un momento bastante oportuno, la visita de su amigo Max, con ocasión del nacimiento de sus polluelos. El ratón avisa a Gladys y a Lulú de la proximidad del lobo, y la gansa tonta, creyendo que él mismo es su feroz enemigo, le lanza al agua. El verdadero zorro, que siempre parece atraído por los animales ingenuos y atontados, se burla de Lulú, que no sabe con quién esta hablando, y se prepara a comérsela cuando Max, restablecido de su baño, le hace huir gracias a su ingenio. Lulú, la gansa tonta de trapo, no tiene más remedio que reconocer que a veces le convendría tener el pico cerrado.

Cuatro personajes (Gladys, Lulú, Max y el zorro) recorren este álbum, vigilados de una manera casi cómica   —40→   por los polluelos de una de las gansas. Además de permanecer silenciosos por las páginas del libro, estos polluelos tienen una característica especial: no son de trapo, al igual que el resto de los animales, sino de papel, y no de un papel cualquiera, sino de papel de seda amarillo chillón. El resto de los personajes, plasmados con diferentes materiales como tela y papel, pasean sus colores, menos alegres, en un ambiente que aparenta ser muy real.

El recurrir a la técnica del collage proporciona un especial protagonismo a los personajes, que además son vistos siempre en primerísimos planos, como si invadieran desde el margen la viñeta adornada con un paisaje puramente vegetal. La difícil plasmación de la perspectiva (pues el collage no carece de fondo) está realmente bien conseguida, aun careciendo de un color para el cielo, característica que favorece ese centro de atención en el primer plano. Es posible apreciar, si bien no es a causa de esta perspectiva tan cercana, la textura de los tejidos utilizados, que en el caso de las gansas dan una sensación de plumaje, mientras que en el de los polluelos la imagen se aproxima más a la textura del plumón suave.

De este modo no son sólo las letras las que hablan, sino que la ilustración define un contexto visual mucho más real del que proporciona un dibujo y que en este álbum, además de la buena técnica, está plenamente justificado.

Pedro Gómez





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ArribaAbajoRelatos

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  —II→  

ArribaAbajoSin Título 1

Hace quince años maté a un hombre.

Fue en la cafetería de la estación. Yo estaba sentado en una mesa tomando café, él se acercó diciendo que me conocía. Tenía que hablar conmigo, según me dijo mientras pedía una copa de licor. Entonces lo maté.

Hoy quise evitar ese crimen y volví a la cafetería de la estación, quince años atrás.

Allí estaba yo, tal y como era, con la melena revuelta y los ojos perdidos en el paisaje húmedo de la mañana. Mi rostro mostraba la lucidez de mi odio.

Me senté. Olmos, dije, tengo que hablarte.

Me miró y me ofreció café. No, respondí, tomaré licor.

Hace quince años maté a un hombre. Se sentó frente a mí llamándome por mi nombre y pidió algo de beber. No recuerdo qué, pero había en su rostro algo de fatalidad.

Juan Pino





  —III→  

ArribaAbajoLa Ciudad

«Cuando estás en la línea que separa la nada del todo, es cuando llegas a sentir multitud de sensaciones, sentimientos y experiencias que hasta entonces habías dejado pasar desapercibidas. Es ese momento, cuando te das cuenta de lo importante que has sido durante todo este tiempo».

Todo comenzó aquel día gris, no recuerdo el año ni el mes exacto, sólo recuerdo que era un día gris. Abandoné, como cada día lo venía haciendo desde hacía algún tiempo, aquel monstruoso edificio lleno de cristaleras que brillaban cuando el sol se detenía en ellas a observarse su brillo y esplendor; me dirigí hacia la pequeña entrada del infierno. Bajé lentamente los peldaños, uno a uno; eran siempre los mismos, aquellos que día tras día soportaban todo mi cuerpo dos veces al día. Aquel día, los peldaños, resultaban excepcionalmente extraños. El trayecto de bajada estaba resultándome más arduo que lo que me resultaba normalmente. Cuando finalmente conseguí terminar de pisotear el lomo de mis peldaños amigos, me dirigí hacia el túnel del cual emergían toda clase de ruidos, olores, voces y personas.

Me incorporé, ya que un pequeño baldosín consiguió hacerme perder el equilibrio, y me introduje en aquel amasijo amorfo de ruidos y seres. Estaba feliz, ya formaba parte de él, ya era masa amorfa, anónima, gris.

Por fin conseguí vislumbrar a lo lejos, el final del acueducto de sonidos y gentío. Apareció algo esperpéntico, una larga hilera motriz la cual deglutía y vomitaba personas. Como cada voz y cada sonido rebotaba en todas y cada una de mis neuronas, lo cual estaba consiguiendo poco a poco, que sintiera una fuerte presión dentro de mi cráneo.

Estaba asustada, no conseguía entender cómo podía estar sintiendo cosas semejantes ante aquel artefacto. En un principio, todo había resultado gris y monótono, pero a medida que me había ido adentrando en la monotonía, a medida que me había dejado seducir y había podido conseguir ser parte de ella, había ido perdiendo la noción del momento gris, para pasar a ser momentos que estaban siendo coloreados por mí, en aquel instante, en aquel momento.

Respiré hondo y conseguí ser deglutida por aquella hilera. De pronto me di cuenta de que no estaba sola, allí, junto a mí, se encontraban multitud de individuos semejantes a mí. Comencé a observarlos, al principio tímidamente, aunque, posteriormente, conseguiría superar mi timidez.

Resulta curioso cómo en un espacio tan reducido, podía haber tantos especímenes de una misma especie, y sin embargo, el ambiente resultaba   —IV→   excesivamente frío y distante. Todos estaban callados, a excepción de algún grupo, compuesto por dos, tres, cuatro, e incluso pude diferenciar a un grupo de cinco individuos. Todos los demás callados, inhalando aquel gélido ambiente, haciéndose parte de él. Sentí un frío polar sobre mi aura, me sobresalté y comencé a buscar con la mirada alguna llama que me proporcionase calor. Sentía como si poco a poco me estuviese convirtiendo en una estatua de mármol gris, egocentrista (como bien podría llamar a aquel patético lugar). De pronto sentí que el suelo se detenía y que aquella cosa permitía el paso de un frescor cálido. Fue reconfortante sentir aquello, apenas conseguía notar frío, me sentía mejor.

Dirigí la mirada hacia un nuevo sujeto que se había incorporado en aquel escenario móvil. Era un extraño individuo que portaba en sus manos un objeto de madera y un pequeño recipiente grisáceo. Poseído por alguna fuerza externa levantó la mirada, se aclaró la voz y comenzó a predicar la religión dominante que regentaba el dios crisis. Multitud de miradas absortas, expresaban perplejidad ante aquel sujeto.

Aquel ser, extraño individuo, paseó su estela de sufrimientos y calamidades sin apenas obtener recompensa.

Quise hacer algo, pero me sentía embriagada ante aquel ambiente de indiferencia y pasé a ser un autista más que componía la soledad de la muchedumbre de aquel tétrico lugar.

Cerré los ojos para intentar escapar de allí, pero resultaba imposible, ya que el hedor que me envolvía en aquel lugar no dejaba clarificar mi mente. Abrí los ojos y descubrí lo añorado; era aquel cartel gris, en su soporte metálico, el cual anunciaba mi libertad. Me levanté y me apresuré a ponerme en situación para poder ser vomitada por aquel espacio carente de sentimientos.

Un inmenso destello cegó mis ojos, por un momento fui algo carente de vida, fui uno más entre tantos.

Sentí una fuerte presión, parecía el final, pero no fue así, simplemente era producto de un invertido movimiento peristáltico. Me incorporé y pude sentir cómo mis pies parecían que volaban y aquel río humano me arrastraba hacia mi libertad.

Volví a pisar, uno a uno, pausadamente, los lomos de mis peldaños, ¡qué sensación más placentera ir pisando lomos y lomos, cabezas y cabezas, tan sólo para poder alcanzar mi libertad! Por fin pude escapar. Miré al cielo, respiré hondo y me dije: «Esta es mi ciudad».

Vanessa Gordo



  —V→  

ArribaAbajoLa bala que no quiso salir

Mi nombre es Carlos y soy un asesino, al menos eso creo, sé que esta presentación puede alarmar y escandalizar, pero estoy harto de mentir. Hoy voy a decir toda la verdad...

Todo comenzó hace unos años, yo llevaba una doble vida: de día era un buen hijo, miembro ejemplar de la sociedad y de noche un jugador semi-profesional, endeudado hasta la médula.

Una noche se me planteó la posibilidad de jugar una partida de poker, podía ganar muchísimo dinero y así recuperarme, pero no sabía contra quién jugaba, el riesgo me tentaba, así que acepté, jamás me arrepentiré lo suficiente. Mis contrincantes eran todos mafiosos, tramposos como hay pocos en esta ciudad y tan poderosos que podrían haber conseguido que esa partida se jugara en el mismísimo Vaticano.

No voy a seguir dando detalles, simplemente diré que perdí, y perdí mucho dinero, más del que tenía. Aquella gente se puso nerviosa y empezaron a preguntarme qué iba a hacer para remediar aquella situación. Tal vez en aquel momento y con la muerte tan cerca de mis ojos, comprendí cuál iba a ser mi destino. Siempre habían dicho de mí que parecía de hielo, frío y calculador. Así que mi oferta fue la de trabajar para ellos saldando así mis deudas. Trabajaría como asesino a sueldo.

Uno de los mafiosos lanzó una larga carcajada, después su rostro pasó a ser de una seriedad sepulcral y me dijo: «Estás realmente obsesionado por el juego, crees que metiéndote en más problemas vas a resolver los anteriores, pero todo lo que consigues es endeudarte aún más y más... ¿Dónde crees que está el fin?».

Aquel hombre resumió mi vida con tanta facilidad que aquello me dolió. Solo acerté a responder: «Pónganme a prueba, mafiosos de mierda», dando un sonoro golpe en la mesa. Los guardaespaldas se llevaron la mano al interior de la chaqueta y los mafiosos se miraron entre ellos, se levantaron y salieron de la habitación. Estaba realmente   —VI→   asustado, ¿de verdad creía que podía escapar de ellos una vez pensaran que iba a trabajar como asesino? Pasados unos minutos realmente angustiosos entraron en la habitación, uno de ellos llevaba un arma en la mano derecha, y un pedazo de papel en la izquierda, puso los objetos sobre la mesa y simplemente dijo: «Adelante, hazlo».

Sentí las miradas de los guardaespaldas, siguiendo mis manos en dirección al arma y al papel, que parecía tener un nombre escrito en su interior. Abrí la hoja, leí el nombre...

Mi nombre es Carlos y soy hombre muerto, mantengo una pistola en mi sien, y mi cara es de las mejores caras de poker que he tenido en los últimos años, girándome rápidamente y disparando a discreción he acabado con todo lo que había en esta habitación; uno de los mafiosos aún chilla por el dolor.

Creo que he comprendido realmente lo que significa ser un asesino, por ello escribo estas palabras sobre la hoja que llevaba escrito mi nombre.

BUENA SUERTE. ¡Click!

Sebastián González



  —VII→  

ArribaAbajoUn viento especial

En medio de ninguna parte se encontraba una extraña figura, andaba por un camino sin rumbo ni destino. Derecha o izquierda acababan siendo lo mismo para él. Tan sólo seguía al viento, una pequeña brisa marcaba su paso. El viento siempre le acababa llevando al mismo sitio, a las tormentas. Ese hatillo de nubes oscuras y profundas le atraía como un imán. Los truenos sabían bien su nombre y le llamaban a gritos entre el clamor atronador de la tormenta. Él atrapaba los relámpagos, evitaba que causaran daño, por eso la tormenta se enfurecía ante el robo de sus frutos y gritaba de rabia.

Parecía que estaba llegando a su destino, lo sentía en el corazón. Enfrente de él, se situaba una casa de campo, rodeada por una cerca destartalada, tenía a uno de sus lados un frondoso bosque de abedules.

Aquel hombre se dirigió a la puerta. Su extraña figura llena de agujas, cruces y demás cosas extrañas resaltaba aún en aquel calmado paraje. Al llegar al umbral de la casa apareció un señor que se iba limpiando enérgicamente las manos en el delantal, pegada a sus faldas le seguía una niña pequeña.

El hombre pidió alojamiento a la dulce señora, también le pidió algo de comida a cambio se ofreció para trabajar en la casa, podía instalar un pararrayos. La mujer se quedó un poco confusa. Miró al cielo, sólo había unas cuantas nubes lejanas perdidas en el horizonte, todo estaba en calma, nada indicaba que iba a haber tormenta. Las puntas de los abedules no se movían y tampoco se percibía humedad en el aire. Sin embargo la mujer lo aceptó, le dio una suculenta cena aquella noche y le dejó dormir en el cuarto de invitados. A la mañana siguiente, al cantar el gallo había una gran aguja dirigida hacia el cielo en medio del tejado. El hombre misterioso había desaparecido, se había marchado con el alba. Al poco rato, una gran tormenta se formó en el cielo. Las nubes acudían como a una gran reunión social. Todas ellas iban vestidas de cenizas. La oscuridad tomó el cielo. Pronto las nubes empezaron a hablar, los truenos sonaban, a la vez que la tierra   —VIII→   se encogía y temblaba. La lluvia se dejaba caer desde lo alto. Las luces centelleaban, lograban iluminar toda la región, y cegaban a aquellos que miraban a través de la ventana.

En un sólo instante, todo paró, todo se llenó de silencio, una falsa calma cruzó el cielo. Abriéndose paso entre las nubes apareció el mayor relámpago jamás visto. Era un dragón de luz que se revolvía en la totalidad del firmamento. Se movía de punta a punta. Al retorcerse, sin darse cuenta su cola quedó prendida al pararrayos. Un rugido de espanto y furia salió de su garganta. Los cristales saltaron y la tierra se sobrecogió. El relámpago bajó hacia el suelo a través de la línea que le ataba. Cuando moría en la tierra, lloró de dolor lágrimas de arena, miles de pequeños cristales y diamantes salpicaron la comarca.

Cuando la tormenta acabó los vecinos de la región buscaron al extraño personaje. Pero por más que lo buscaron no lograron encontrarlo. Tal vez tendrían que haber llegado al viento para encontrarlo.



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ArribaAbajoEn la oreja no

Una de las cosas que tengo que agradecerle a mi tozudez es el haber aprendido a comunicarme con vosotros. Para muchos seguro que no os parece nada extraordinario, pero sí lo es teniendo en cuenta que soy un pendiente.

No soy nada especial (en cuanto a mi apariencia, claro), soy redondo, pequeñito y de plata (ni siquiera soy de oro), pero eso sí, mi plata es de la buena.

Hace años que un artesano me fabricó, bueno a mí y a otro pendiente, él sí que no era nada excepcional, nació para vivir en una oreja y esa era su máxima ilusión. Pero yo no, yo desde un principio sabía que no quería vivir «al lado de una cabeza», yo quería ver el mundo desde «la fachada principal».

Nos metieron en una caja a los dos juntos (ya que al ser tan simples no nos iban a poner en aquel pequeño escaparate lleno de joyas tan «finas»). Durante un mes, mi compañero tuvo que escuchar todas mis ansias de que me colocaran en la boca de cualquier persona (era mi lugar preferido, aunque la nariz o las cejas tampoco me disgustaban), no me importaba que fuera de un hombre o de una mujer, que fuera blanco, negro, gitano, mulato..., que tuviera 10 ó 105 años, me daba igual. Y, a la vez, yo tenía que oír sus frases de desánimo, sus escandalizadas exclamaciones, sus risas irónicas. Claro, él quería ir en la oreja de una mujer joven (eso sí, le daba igual la izquierda que la derecha), y mis afirmaciones le parecían provocativas.

Un buen día nos sacaron de la caja, era una mujer joven (como él quería, pensé) y parecía normal (parecía). A mí me «colgó» en la oreja derecha. Al salir a la calle me di cuenta que todos los pendientes eran llevados en las orejas, ¡TODOS! Pero   —X→   yo no me daba por vencido, así que decidí caerme al suelo siempre que estaba seguro de que ella se iba a dar cuenta.

Así pasé dos años, tres meses y veintisiete días (yo lucharía hasta el final). El día más maravilloso del universo (¡qué exagerado!) fuimos a una especie de feria, no sé por qué ella se quedó como hipnotizada, pero claro, yo no lo veía bien. Cuando giró la cabeza supe que mi destino iba a estar en su boca, frente a mí se encontraba la cara tallada de un miembro de la tribu de los nubas, y en su boca ¡¡¡llevaba un pendiente!!!

Tardé poco en cambiar de domicilio (ella sabía que era yo el que debía ir en su boca, y no mi «querido» compañero). Y no veáis la que se armó en su casa, las «charlas» con mi compañero eran dulces consejos en comparación a lo que le dijeron a ella. Pero ahora yo estoy aquí disfrutando del mundo, y qué queréis que os diga, soy un pendiente feliz.

Ana María Gordón



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ArribaAbajoEl Sembrador de Estrellas

Hace poco me llamaría loca por escribir esto, pero sé que es cierto, ahora le he visto. Todas las noches, un hombrecillo enlutado, con una cara maravillosamente encantada sobrevuela las casas de cada uno: las camas de los sin hogar, las calles, los desiertos... Siembra ilusiones en todos los hombres, en cada ser humano. Sus ojos, negros como la pez, profundos y brillantes sonríen a todo el mundo, y hacen que la gente duerma tranquila. En cada corazón inquieto deja unos polvillos de ilusión, como el sembrador que pone una semilla de trigo, y luego la riega con sueños fantásticos que con la imaginación crecen... Pero no suelen hacerse realidad.

He oído decir que es mudo... ¿Importa eso? La sonrisa siempre es un lenguaje universal, el amor, con los ojos, se capta con gran facilidad...

¿Sabes que una persona no puede vivir sin soñar? Hace ya unos años que conocí a una niña. Su abuelo era encantador, y siempre nos contaba historias maravillosas.

«El sembrador de estrellas sobrevolaba un pequeño pueblo, y allí vio a una muchacha muy especial. Era la muchacha más hermosa que jamás ojos algunos habían visto, y virtudes... Era la primera y la única mujer perfecta que había nacido, la reencarnación de algún despistado del Olimpo. «El Sembrador de estrellas» se enamoró, y cada noche, en su ronda, se quedaba mirándola y se olvidaba del resto de su trabajo. Llegaba el día y ni la muchacha ni la mitad del mundo habían recibido sus polvos mágicos... Fueron unos años muy duros para la tierra. Siempre ha habido guerras, y todas muy cruentas, pero al faltar a los hombres las ilusiones que dan vida, todos, o casi, olvidaron el amor... Por poco desaparece el futuro... Ahora lo llaman el Gran Holocausto, pero fue algo peor... si se puede ser peor.

Como la muchacha tampoco recibía su parte, enloqueció. Veía al Sembrador, hablaba con él... Pero sólo ella lo veía. Los demás creían   —XII→   que hablaba sola. Tanto la presionaron que prohibió al Sembrador volver a verla: prefería ser feliz con los suyos... Esa noche se firmó la Paz Mundial... Ella murió al amanecer, parece ser que de pena.

Desde entonces, el Sembrador se limita a poner semillas, no mira a quién, y las riega. Estoy segura de que aprendió la lección, por eso descarto la posibilidad del Holocausto Final, pero el amor es ciego... Tengo entendido que el Sembrador también se está quedando ciego: tal fue su horror al ver lo que había provocado su amor que ya no quería ver nada... La ilusión la perdió al entregarla cada noche.

Pilar Escamilla



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ArribaAbajoLa rebelión de Glodobea

-¡Jorge!, es hora de irse a la cama.

«Es hora de irse a la cama, es hora de irse a la cama... Es injusto. Mientras los más pequeños tenemos que ir a dormir ellos se quedan viendo la tele».

-Mamá, no tengo sueño.

-Venga, cuentas ovejitas y verás cómo enseguida te quedas dormido.

«¿Contar ovejitas?».

-Vamos, arrópate bien. Dame un beso. ¡Buenas noches!

«Mamá me ha dicho que salen por un lado, saltan la valla, y se van por el otro. Pero, ¿hay que llamarlas? Vamos a ver:

¡Ovejas! ¿Queréis saltar un rato para que os cuente?, Yo sé contar».

-Mamá, aquí no hay ovejas.

-Cierra fuerte los ojos, y enseguida vendrán.

«Mmmmmm... ¡Eh, mira! Ahí aparece el hocico de una. ¡Hola! ¿Cómo te llamas? Yo soy Jorge. Ven, no tengas miedo ovejita.»

«¿Miedo? Yo no tengo miedo, monín. Me llamo Glodobea, y no pienses que voy a salir de aquí mientras esa valla siga ahí fuera».

¿Glodobea?

-Sí, Glodobea, guapo.»

«¿Y por qué no quieres saltar la valla?».

«Porque estoy harta de saltar todas las noches, una y otra vez, cuando los niños o los mayores no pueden dormir.»

«¿También los papás cuentan ovejas?».

«¡Pues claro!».

«Y, si no saltas, ¿cómo voy a dormirme?».

Podemos dar un paseo por los sueños de los niños de toda la ciudad, verás como así te dan muchísimas ganas de dormir».

«¿Cómo hacemos eso?».

«Volando, pequeño. Sube a mi nube dormilona».

  —XIV→  

«Glodobea mira, es Aladino pero, ¿qué hace?».

«Está bailando con esa niña, chato. Desde luego es más divertido que saltar vallas, los hay con suerte».

«¿Eso es un pirata? ¡Hey! ¡Esas gallinas están jugando al fútbol! De ese libro salen pájaros de colores, ¡guau! ¡Huy! A punto ha estado de pillar el ratón al gato. Glodobea, creo que estoy soñando.»

«Yo también lo creo. Buenas noches».

Nuria Fernández



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ArribaSin Título 2

Ayer no hice nada.

Me levanté con ese sabor de boca y el pequeño dolor de cabeza de domingo por la mañana.

Terminé con el café el libro que estaba leyendo, esbocé un par de poemas.

Al salir a la calle indiqué a un coche de matrícula francesa con uno de esos misteriosos bultos de color azul el modo de salir de este pueblo.

Les dejé amablemente mi documentación a una pareja que amablemente se interesó por mí.

Paseé por el parque disfrutando de la naturaleza encerrada, volví a casa con esa sonrisa.

Piqué algo para no sentir el sonido de mis tripas.

Miré desde la ventana de casa a dos tórtolos que de alguna manera me volvían tierno.

Escuché música cañera, demasiado ritmo.

Salí de nuevo y salvé la vida cruzando la calle, escupí en el suelo.

Me encendí un cigarrillo sentado en las escaleras que están enfrente de la terraza de verano, donde se sientan las «niñas bien» y alegré un poco la vista.

Me encontré con un colega en paro y me contó su vida, le invité a una caña, le ofrecí tabaco, se marchó al rato.

Conduje mis pies hasta un lugar con mucha gente y música muy alta para sentirme integrado.

Mis oídos pidieron auxilio, salí para respirar. Me encontré un duro.

Tímidamente, llegué a la puerta de casa, creo que cené algo. Me fui a dormir.

Me gusta no hacer nada los domingos.

Miguel A. Dorado

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