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Babar: revista de literatura infantil y juvenil - Núm. 24, abril 1999



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ArribaAbajoSumario

BABAR Nº 24.

REVISTA DE LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL.

Redacción: C/ Siete Picos, 414.

Tel.: 91 871 20 85.

28500 Arganda del Rey - Madrid.

CONSEJO DE REDACCIÓN.

Dirección: Marta Vidal.

Administración: Ester García.

Maquetación y Composición: Mónica Puentes.

Responsable Comunicación: Pablo Cruz.

Redacción: Teresa García.

Nuria Fernández.

Antonio Ventura.

Depósito Legal, M-40735 - 1998

Imprime: EUROPRINT 2000

C/ Montes Urales, 514

Tel.: 91 871 34 63 Abril de 1999

28500 Arganda del Rey - Madrid Tirada 500 ejemplares.



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ArribaAbajoEditorial Corimbo

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ArribaAbajoCorimbo, un buen racimo de libros

«Corimbo» es un grupo de flores que, partiendo de distintas partes del tallo, se elevan más o menos a la misma altura. Y, aplicando este significado a los libros que nos presentó el pasado año esta editorial de Barcelona, podemos decir que, aunque no todos lleguen al mismo nivel, las flores están bien distribuidas y son de muchos tipos y colores.

La editorial ha elegido una parcela del mundo del libro que suele estar algo descuidada: los álbumes infantiles, encuadernados todos ellos en pastas blandas (con el fin de abaratar un producto que, de por sí, no es demasiado comercial), con diferentes tamaños, y que cumplen los requisitos que esta elección conlleva: letra grande, texto directo, ilustraciones llamativas y en algunos casos muy detalladas, con el propósito de fomentar la observación del lector...

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Casi todos los títulos son traducciones (realizadas la mayoría por Anna Coll-Vinent) de álbumes publicados en Francia, en la editorial L'école des loisirs, fundamentalmente en los últimos tres años, exceptuando La familia ratón se va a dormir, de Kazuo Iwamura.

La temática de la colección es variada, pudiendo encontrar desde libros educativos orientados a lectores muy pequeños hasta   —5→   álbumes de entretenimiento con más texto y un argumento más complejo. Lo mismo podría decirse de las ilustraciones: hay para todos los gustos, desde el naïf de Jean-Charles Sarrazin o la minuciosidad de Iwamura hasta el dibujo clásico de Olivier Melano.

Del mismo modo que en todo racimo hay flores que destacan, ya por su belleza, o por su rareza, en Corimbo encontramos seis libros que son una auténtica delicia. De éstos, quizás el mejor sea Lorenzo está solo, de Anaïs Vaugelade, la historia de un pequeño conejo que quiere emanciparse y descubrir el mundo. La historia avanza in crescendo, hasta culminar en el comienzo de la vida adulta y amorosa de Lorenzo, en un tono melancólico pero optimista, y las ilustraciones, sobre todo los gestos en las caras de los conejos, son una verdadera genialidad: la combinación entre el movimiento de los ojos, las orejas cómicamente exageradas y el hocico van mostrando cada uno de los sentimientos que experimenta el valiente conejo. Una historia no muy original, pero con un tratamiento muy acertado y que acaba dejando un muy buen sabor de boca.

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Señorita Sálvese quien pueda, de Philippe Corentin, destaca por su originalidad y sentido del humor. Básicamente es una parodia de Caperucita Roja a través de una terrible niña -pelirroja, por más señas- a la que llaman como indica el título (lo cual da idea del calibre de sus distracciones) y que tiene aterrorizados a los animales de la granja y a su propia familia. Su madre, agotada por los problemas que Sálvese quien pueda le origina, la manda a casa de su abuela con una cesta de comida. Pero no, no se encuentra al lobo en el bosque, sino que lo sorprende   —6→   en la cama de su abuela, durmiendo a pierna suelta con el camisón puesto, y aterrorizado al ver a la niña toquetearle la cara y amenazando con echarle a patadas de la casa. Por suerte para él, la abuela consigue convencer a su temible nieta de que el lobo está allí con su consentimiento, y bajo su protección, de modo que Sálvese quien pueda ha de renunciar a otra de sus fechorías y salir a toda prisa hacia el escenario de una nueva gamberrada.

Las ilustraciones, que resaltan el aspecto cómico de la historia, muestran a animales torturados, acobardados, histéricos o desesperados, e incluso el lobo aparece muerto de miedo, arrinconado contra la pared para ocultarse de su perseguidora. En definitiva, un libro divertido e irónico que los niños podrán releer y disfrutar las veces que quieran.

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Edu, el pequeño lobo, de Grégoire Solotareff, y el título más antiguo (1989) de los aparecidos hasta ahora, es otra joya de esta editorial, una historia al estilo de Sapo y Sepo de Arnold Lobel o Pequeño Tigre y Osito de Janosch. Edu, el lobo, y Tom, un conejo, son dos enemigos naturales sin ellos saberlo, por lo que se comportan amigablemente el día en que Edu se queda solo en el mundo y recurre a él en busca de ayuda. Tom, algo más experimentado en la vida, enseña a Edu a sobrevivir   —7→   y a divertirse, pero, de un modo que parecía inevitable, los instintos predadores de Edu afloran sin él quererlo, y Tom teme por su vida. Los dos amigos se separan, pero Edu comprende al final lo que ha asustado a su amigo y decide renunciar a su naturaleza para conservar su amistad.

De nuevo nos encontramos aquí, como en el caso de Lorenzo está solo, con un bello texto sobre la amistad y los placeres de la vida, pero también con unas ilustraciones perfectas, expresivas y enternecedoras, esquemáticas, trazadas de manera simple, sin nada accesorio. Y para dar mayor plenitud a la composición, unos colores generalmente uniformes, sin matices, pero que resultan ser los adecuados: la tierra amarilla, el cielo azul...

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Otro título a destacar es La fuga, de Yvan Pommaux, un álbum que se aparta de los demás por una estética que se acerca más al cómic que al libro infantil: ilustraciones complejas, perspectivas poco habituales, onomatopeyas, los «paréntesis» que se usan para indicar movimiento... Incluso los diálogos finales imitan los «bocadillos» mediante los que hablan los personajes de tebeos.

Narra la historia de Julio, un gato joven que vive con una familia a la que odia: le llaman Mitzy, le hacen la vida imposible, la agitación de los niños le pone nervioso, el olor a tabaco le marea... El único momento agradable para él es el recuerdo del día en que, estando aún en la tienda de animales con sus hermanos, vio a un chico al otro lado del escaparate del que se quedó prendado. Un día decide abandonarlo   —8→   todo y lanzarse a la aventura, en busca de su compañero ideal, al que encuentra gracias a la ayuda de unos amigos.

Un álbum, en definitiva, muy bien cuidado en el aspecto gráfico, y con una buena descripción de personajes, al que tan sólo le falta una historia más original y atractiva.

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La familia ratón se va a dormir, de Kazuo Iwamura, es otro álbum de gran calidad con una extraña tonalidad en las ilustraciones. El detalle de éstas, que sin ser realista es meticuloso, como ocurre con su compatriota Mitsumasa Anno, proporciona al lector la impresión de que su autor lo ha realizado con gran cuidado. Las escenas, brevemente «ilustradas» por el texto, que se convierte en un hilo que las va ligando, destacan también por la variedad de centros de atención, que provoca en el lector un sentimiento de fascinación y deseo de explorar los detalles y la composición que el dibujo ofrece.

El argumento es sencillo: una familia de ratones desarrolla sus tareas cotidianas desde el atardecer hasta la hora de dormir. Así, el texto nos señala uno por uno a los miembros de la familia y los pone en relación con los demás y con la función que desempeñan en el hogar. Podríamos decir que es una historia arriesgada que, de no haber contado con el apoyo de unas buenas ilustraciones, posiblemente se habría quedado coja.

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¡Me voy de viaje!, de Alan Mets, es también un álbum muy conseguido para los que empiezan a leer, que narra el delirante viaje de un gato a través del mar, la tierra, el cielo, la luna... hasta llegar a una isla, «un pequeño rincón del paraíso» donde encontrará el amor.

Un cuerpo de letra grande, poco texto, y las palabras fundamentales agrandadas hacen de este libro un buen juguete para que los pequeños lectores comiencen a relacionar las palabras con los dibujos, y sigan la historia, un encadenamiento de sucesos vertiginosos, sin ninguna dificultad. Las ilustraciones, que tienen más importancia que el texto, son explícitas y sencillas, con trazos simples e inocentes que se centran en las escenas sin entrar en detalles accesorios. Cabe destacar también el homenaje de Mets a la película de su compatriota George Méliès Viaje a la Luna, con un dibujo de ésta muy parecido al que hizo famoso al director francés.

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Los demás álbumes, sin ser de peor calidad, llaman menos la atención, quizás eclipsados por los anteriores, pero merece la pena comentarlos.

Las palabras dulces, de Carl Norac, es un álbum que mezcla el tema de las relaciones humanas (que en este caso serían «hamsterianas») con el humor, quizás para restar solemnidad al mensaje que pretende transmitir. Narra un día en la vida de Lola, un pequeño hámster que siente la necesidad de expresar sus sentimientos de cariño a los   —10→   que le rodean, pero que es incapaz de hacerlo por diversas circunstancias, hasta que consigue transmitir a sus padres todo el amor que siente, y que no se ve empañado por los problemas diarios. Los dibujos de Claude K. Dubois, de trazo ágil y con numerosos toques cómicos, provocan la sonrisa del lector gracias a los gestos que sabe imprimir en las caras de los protagonistas.

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Porque te quiero, de Pascal Teulade con ilustraciones de Jean-Charles Sarrazin, es un álbum que atrae desde el primer vistazo, desde una portada naïf en la que mamá elefante parece demostrar el cariño que siente por su hijo, que permanece a sus pies, en una pose admirativa, asombrado quizás por la envergadura de su madre, que pese a ser físicamente tan distinta mantiene una estrecha afinidad con él. Puede que sea éste el tema del libro: el asombro, unido al cariño, que provoca en un elefantito la convivencia con sus progenitores.

Las ilustraciones, que siguen la tónica anticipada en la portada, presentan a elefantes en las más diversas posturas, ocupando toda la página y evidenciando continuamente la diferencia de tamaño entre el pequeño y su madre. Lulú, un hijo afectuoso,   —11→   demuestra el amor que siente por su madre, y le va diciendo todo aquello que motiva sus sentimientos. Pero al final, la única razón de su amor es: «porque eres mi mamá».

¡Hasta la tarde! y ¡Eso no se hace! dos libros de Jeanne Ashbé con títulos vehementes y exclamativos, no tienen toda la fuerza que pretenden éstos. Los dos tienen como protagonista a un bebé, de apenas unos meses de edad, que comienza a experimentar con lo que le rodea y con sus semejantes. En el primero de ellos, el más reciente, se narra la vida en la guardería de Miguel, y en el segundo el proceso de aprendizaje de lo que está bien y lo que no. Dos libros, en definitiva, dedicados a los pequeños y a aquellos que les enseñan a dar sus primeros pasos en la vida. La suavidad de las ilustraciones hace que la lectura se torne apacible y contemplativa, una mirada en el mundo de los más pequeños, que no siempre se comportan como debieran porque aún están aprendiendo.

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Los últimos tres libros que ha lanzado esta editorial son El ratoncito Pérez, de Olga Lecaye; Las desgracias de Marcelo, el mochuelo, escrito por Catherine Fauroux e ilustrado por Olivier Melano; y finalmente En el coche, de Claude Ponti.

El primero de ellos revisa la historia del ratoncito Pérez a   —12→   través de una abundante cómo si no familia de conejos que obtiene regalos por cada diente que pierden, y una rata, dominada por su esposa, que se ve forzada a robar los dientes que el ratoncito Pérez recolecta de las madrigueras. Un pacto entre ambos roedores permite a la rata quedarse con los dientes, muy apreciados por su señora, y al ratón obsequiar con mejores regalos a sus conejos, que habían llegado al extremo de arrancarse la dentadura para conseguir recompensas más generosas.

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Con unas ilustraciones muy clásicas, de colores difuminados y algo apagados, este álbum no se sale de lo normal, pero ofrece una buena historia y un rato de entretenimiento, a la vez que ayuda a que los niños sigan confiando en que el dolor por la pérdida de sus dientes traiga como compensación un regalo del ratoncito Pérez.

El álbum de Catherine Fauroux es una historia sobre los animales del bosque vista a través del insomnio de Marcelo, un mochuelo rodeado de vecinos más bien ruidosos que no le dejan descansar durante el día. Un libro para acercarse a la vida de los habitantes del bosque y a su entorno que cuenta con unas ilustraciones algo inexpresivas, muy figurativas pero sin demasiado gancho, a pesar de estar bien realizadas. Trata, sin embargo, un tema que merece ser conocido por los niños que sientan curiosidad por la naturaleza y por la vida de los animales.

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Y, para finalizar, el álbum de Claude Ponti En el coche, un libro también para pequeños lectores que ofrece, a través de tres episodios distintos: «En el coche», «En el fondo del jardín», y «En la rama». situaciones diferentes de la vida cotidiana que requieren también de cierta capacidad de observación, como en el caso del álbum de Iwamura, para relacionar los acontecimientos que describe el texto. Es de destacar la presencia, ya habitual, de unos conejos como protagonistas del primer episodio, esta vez humanizados y al volante de un coche. Parece que los atributos de este animal se prestan en especial a la caricatura.

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ArribaAbajoLibros

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Quint Buchholz
El Libro de los Libros

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ArribaAbajoAntología

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Los mejores relatos de ciencia-ficción
Los mejores relatos de terror
Los mejores relatos latinoamericanos
Ed. Alfaguara.
Col. Juvenil.
Madrid, 1998.

Alfaguara edita en su colección juvenil una serie de tres antologías de relatos: terror, ciencia-ficción y latinoamericanos. Gracias a una selección variada, que abarca las distintas épocas de los géneros tratados, sin olvidarse de los grandes maestros, los tres libros suponen una buena guía para que los no iniciados obtengan una visión de conjunto, y un importante impulso a la «fotografía» de la literatura, como definió Cortázar al relato corto.

La antología de relatos de terror, elaborada por Mauricio Molina, recoge algunos de los cuentos más espeluznantes, desde Edgar Alan Poe, con su famoso relato «El extraño caso del señor Valdemar», hasta H. P. Lovecraft, el creador de los seres mitológicos más aterradores de este siglo, y discípulo de otro de los autores recogidos en este libro, Arthur Machen.

El relato de H. G. Wells «La verdad acerca de Pyecraft» situado entre el terror y la ironía, narra los problemas de «peso» de un hombre que acaba siendo víctima de la brujería india. Especialmente inquietantes son «El almohadón de plumas» y «La decisión de Randolph Carter», de Horacio Quiroga y Lovecraft, respectivamente. El primero de ellos, que aparentemente es la crónica de una grave enfermedad,   —17→   desemboca en el espeluznante descubrimiento de un parásito al más puro estilo Alien. El relato de Lovecraft narra la intrigante expedición a una tumba, habitada por seres inteligentes y peligrosos, de los que el lector no puede averiguar nada más.

Completan el libro los relatos «La muerte enamorada», de Théophile Gautier; «El habitante de Carcosa», de Ambrose Bierce, basado en un sueño del autor; el ya clásico «La pata de mono», de W. W. Jacobs; y «Vinum Sabbati», de Arthur Machen.

La segunda de las recopilaciones, una reedición elaborada por Ricardo Bernal, hace un repaso al fascinante e irregular género de la ciencia-ficción a través de nueve pequeñas joyas, desde H. G. Wells hasta Philip K. Dick.

Es difícil destacar alguno de los relatos, a pesar de la variedad de estilos y tratamiento, pero cabe una especial mención para «Deserción», del norteamericano Clifford D. Simak, ambientado en el inhóspito Júpiter, y que cuestiona la condición humana a través de la relación entre un perro y su amo. «Recuerdo perdido», del más famoso escritor de ciencia-ficción, a la par que divulgador científico, Isaac Asimov, imagina la vida de nuestros descendientes, dentro de miles de años, como entes inmateriales que recuerdan con temor y cariño a sus antepasados conformados. Y, finalmente, uno de los mejores relatos de esta antología, y quizás el más enrevesado, es «Lo recordaremos por usted perfectamente», de Philip K. Dick, una absorbente historia, que inspiró la película Desafío total y que imagina un futuro en el que la conciencia, y con ella los recuerdos, no es algo privado e incuestionable, sino producto de una hábil (o desastrosa, en este caso) manipulación tecnológica. El resto de los relatos, que no desmerecen a los anteriores, son «El nuevo acelerador», una recreación científica del consagrado e inigualable H. G. Wells; «Exilio», una fantasía dentro de otra, de Edmond Hamilton; «El ruido de un trueno», de Ray Bradbury, acerca de los peligros y paradojas de los viajes temporales; «El sexto palacio», de Robert Silverberg, la recuperación del mito de Edipo y la esfinge; «Lección de historia», de Arthur C. Clarke; y «De cómo Ergio el autoinductivo mató a un carapálida», un cuento de reyes y princesas de Stanislaw Lem.

La última de las antologías, realizada por Conrado Zuluaga, reúne a seis de los más importantes autores latinoamericanos.

«Hombre de la esquina rosada», de Jorge Luis Borges, transcurre en una mísera casa de citas, donde bandidos, héroes del cuchillo o vagabundos se reúnen a bailar tangos y a arreglar rencillas. «Autopista del sur» es un espléndido relato de   —18→   Cortázar, en el que un atasco en la carretera, que se alarga varios días, reúne a una serie de personas que luego se perderán en la marea del tráfico. «Los fugitivos» es también una bonita historia de Alejo Carpentier contada en primera persona por un perro que ha de perseguir a un esclavo huido de su amo, pero que se une a él en su fuga hasta que se separan, y el destino les vuelve a encontrar como al principio. «Nos han dado la tierra», de Juan Rulfo; «Recuerdo de las sierras», de Adolfo Bioy Casares y «En este pueblo no hay ladrones», de Gabriel García Márquez, completan esta antología de cuentos que no por tratar hechos cotidianos es menos fantástica o sobrenatural que los dos libros anteriores.




ArribaAbajoDe todo corazón. 111 Poemas de Amor

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Selección de José María Plaza.
Ilustraciones de Ágatha Ruiz de la Prada.
Ed. S. M.
Colección El Barco de Vapor. Serie Oro.
Madrid, 1998.

Una puerta. Curioso calificativo para un libro. De todo corazón trata de ser una puerta a la poesía, la presentación de una selección de poemas que pretenden introducir al joven lector en el deleite de la poesía. El nexo común de todos ellos es el amor y su destinatario último, que como decía es el intrépido adolescente que decide adentrar en los vericuetos de este género literario.

El libro se estructura en tres partes que hacen un recorrido por la poesía de los siglos XIX y XX.

Los versos aparecen acompañados por dibujos de corazones realizados por la original diseñadora Ágatha Ruiz de la Prada.

Acepta la invitación y abre la puerta. Detrás encontrarás un mundo mágico por descubrir. Detrás encontrarás la amplitud y profundidad de la poesía.



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ArribaAbajoMágico Sur

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Manuel Peña Muñoz.
Ed. S. M.
Colección Gran Angular.
Madrid, 1998.

Mágico Sur es la historia de dos vidas. Las vidas de dos personas que nacieron en el mismo pueblo, en España, y que se separaron en su juventud. Años después, en el corazón de Sudamérica, van a ser de nuevo unidas por un hilo invisible que nace en una caja azul de contenido desconocido. Aunque quizá su principal contenido sean la nostalgia y el misterio.

Nostalgia y misterio que envuelven el viaje que va a llevar a Estrella y a su hijo Víctor Manuel hasta el estuario de Reloncavía en busca del destinatario del paquete, Celestino Montes de Oca.

Su travesía estará llena de recuerdos y de personas que les van revelando nuevos datos acerca de la vida de Celestino Montes, los cuales van a hacer aún más integrante su viaje.

El relato es narrado en primera persona, en la voz de Víctor Manuel, un niño que va a vivir toda esta aventura de una forma muy especial.




ArribaAbajo¿Hay alguien ahí?

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Jostein Gaarner.
Ilustraciones de Gabriella Giandelli.
Traducción de Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo.
Ed. Siruela.
Col. Las tres edades, nº 61.
Madrid, 1998-12-10.

A modo de carta a su prima segunda, Camilla, cuando ésta tiene ocho años y su madre está embarazada, Joakin le cuenta el encuentro que tuvo, cuando tenía los mismos años que ella ahora, con Mika, un niño de otro planeta, justo la noche que nació su hermano Mikael.

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En un tono directo y lleno de ternura, Gaarner va ofreciendo al lector una reflexión lúcida y eficaz sobre el origen del Universo, la posibilidad de vida en otros planetas, la relatividad sobre la existencia o no de un ser superior, y la difusa frontera que existe entre lo que ocurre en la vigilia y lo soñado.

Mika, el visitante, proviene de un planeta en el que sus habitantes no son mamíferos, sino ovíparos; y, en el intercambio de experiencia con Joakin, ambos van descubriendo sus semejanzas y sus diferencias.

Un libro en el que el atractivo mundo de este autor noruego aparece en una narrativa llena de sensibilidad y con múltiples sugerencias estéticas y éticas.




ArribaAbajoLa herencia

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Louise May Alcott.
Traducción de María Corniero.
Ed. Siruela.
Col. Las tres edades.
Madrid, 1998.

De la mano de Louise May Alcott, autora, entre otros, de libros tan conocidos como Mujercitas, nos llega La Herencia, donde nos encontramos ante una historia en la que se dan cita las eternas pasiones: amor, odio, envidia y venganza, en un entramado aristocrático cargado de alusiones al paisaje.

Protagonizada por Edith Adelon, una muchacha italiana y huérfana a la que acogen los Hamilton, en La Herencia se personifica la envidia en la altiva Lady Ida, siempre celosa de las atenciones dispensadas a Edith; o el amor en lord Percy, que ve en la protagonista a un ser tremendamente puro y noble que le va conquistando poco a poco. Junto a ellos se encontrarán también los hermanos Amy y Arthur Hamilton que, encandilados por la bondadosa muchacha, intentarán convencer a su madre para que se le de a ésta un trato superior al de dama de compañía. Por su parte, lord Arlington, enamorado también de Edith, intentará competir con lord Percy a la hora de conquistarla.

Sin embargo, la vida de todos ellos cambiará cuando se descubra el increíble secreto de la misteriosa Edith.



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ArribaAbajoCon mis mil ojos

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Paola Capriolo.
Traducción de Romana Baena Bradaschia.
Ed. Siruela.
Col. Las tres edades.
Madrid, 1998.

Eco es suave viento que un día fue ninfa. Siguiéndola nos adentramos en el corazón de la Floresta, que es quien nos cuenta el desdichado amor de Eco por Narciso, un amor ahogado por el rumor de aguas de la fuente mágica que le devolvió su bello rostro y transformó su corazón.

Eco ha soplado durante mucho tiempo vagando por senderos. Su caminar, desde que perdió a Narciso, ha sido un simple soplo; pero hoy despierta en ella algo que tenía muy olvidado. Un joven pintor se ha adentrado por los caminos de la Floresta y ha despertado la curiosidad y el corazón de Eco.

Pero de nuevo, el murmullo de la fuente mágica acecha al amor de Eco; y comienza una lucha contra el poder oscuro de esas aguas para que el pintor no quede atrapado por su propia imagen.

Nos adentramos quizá, con este libro, en los mitos clásicos, pero también en un mundo de ternura. La escritora nos lleva exactamente al corazón de la Floresta, a sus colores, olores, sonidos; a través de la descripción consigue que nos abracen los susurros de Eco y que nuestros ojos dibujen el paisaje, como lo hace el joven con sus pinceles.




ArribaAbajoLa luz incompleta

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Miguel Ángel Mendo.
Ed. S. M.
Col. Gran Angular.
Madrid, 1998.

Jorge despierta en un hospital y el mundo ha cambiado, éste es un lugar diferente; según dicen, ha estado demasiado tiempo durmiendo y es normal que la memoria le juegue malas pasadas.

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Sin embargo, Jorge no entiende muchas cosas. A este mundo le falta el color verde; a él le falta Layla y, ni siquiera su amigo Moro ha oído jamás hablar del juego de los cordones.

Todo pasará, con el tiempo; esos recuerdos que le engañan desaparecerán poco a poco. Pero, ¿acaso él debería cruzarse de brazos y esperar? ¿esperar a salir del mundo de las espinacas azules? ¿esperar y no encontrarse jamás con los ojos de Layla?

Miguel Ángel Mendo presenta una novela en la que, con un punto de intriga, se mezclan las sensaciones, la amistad, el amor, la percepción de otros submundos. Con su fresca escritura nos da la llave para imaginarnos colores distintos y para salir del lugar en que nos ubicamos.




ArribaAbajoEl viaje americano

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Ignacio Martínez de Pisón.
Ed. S. M.
Col. El Barco de Vapor. Serie Oro.
Madrid, 1998.

Ignacio Martínez de Pisón, autor que conocemos por sus «novelas para adultos», se adentra con El viaje americano en la literatura juvenil, donde plantea el tema de la experiencia vital como fuente de aprendizaje y camino para adentrarse en el mundo adulto.

Y aunque el joven protagonista José Carril no puede ser considerado un adolescente que se enfrenta al mundo adulto, pues él mismo nos aproxima a su edad, sí es cierto que los cambios que se producen en su vida y la visión de la realidad que de ellos se deriva permiten considerar a El viaje americano como una novela de aprendizaje; aunque con las características del género no muy delimitadas.

José Carril es un joven camarero del trasatlántico Dux, en el que viajan un grupo de actores españoles que se dirigen a Hollywood para trabajar en las versiones españolas que se realizaban de las películas americanas, antes de que apareciera el doblaje. José se encarga de atenderles durante la travesía y se enamora de una de   —23→   las actrices, Margarita Castellanos; será su amor el causante de que su vida dé un giro inesperado, de anónimo camarero a galán de cine.

Desde el punto de vista del personaje protagonista conocemos las intrigas, los amoríos y los cambios, unos reales y otros ficticios, que se produjeron en el cine de los años treinta en América.




ArribaAbajoEl rey Arturo cabalga de nuevo, más o menos

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Miguel Ángel Moleón Viana.
Ilustraciones de Tino Gatagán.
Ed. S. M.
Col. El Barco de Vapor. Serie Oro.
Madrid, 1998.

Miguel Ángel Moleón Viana recibe el Premio Barco de Vapor 1997, con esta novela El rey Arturo cabalga de nuevo, más o menos, en la que retoma el ciclo artúrico pero con un estilo distinto. Nos sitúa ante un rey Arturo anciano que vive retirado en Avalón en su castillo del Dulce Descanso, con muy pocas ganas de seguir salvando princesas y matando dragones; ahora sólo le interesa introducir los pies en sus zapatillas y pasar el día dormitando cerca del fuego. Pero, sus deseos se ven truncados por la presencia de un geniecillo del fuego que le salta a las barbas para proponerle una descabellada aventura, para un rey tan gruñón y reumático: ir a por el caldero de Quimpercorentín, fabricado por la bruja Uganda y guardado en el castillo de Irás y No Volverás.

Tras mucho protestar el rey Arturo decide volver a la aventura, pues si logra llegar hasta el caldero podrá ver realizado un deseo muchos años mantenido en secreto. Le acompañarán Merlín, cuya magia está un poco decadente, el Caballero de la Oca y una muchacha que es capaz de alzar a Excalibur, -proeza que al rey Arturo le es prácticamente imposible- el genio del fuego y otros muchos personajes que se van incorporando según avanza la novela.

El rey Arturo cabalga de nuevo, más o menos presenta personajes de ficción considerados clásicos como Merlín o la espada Excalibur junto a otros creados por este autor y, todos ellos configuran una aventura de lo más divertida.



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ArribaAbajoInciértico

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Marta Echegaray.
Ilustraciones de Jorge Castillo.
Ed. Siruela.
Col. Las tres edades.
Madrid, 1998.

Normalmente los estudiantes se quejan de las matemáticas, pero siempre hay alguno al que se le atraviesan el lenguaje o la literatura, o simplemente no le interesan estas asignaturas. La protagonista de este libro, Marisol, es de este tipo de estudiantes.

A ella lo que realmente le gusta es salir con su barca y merendar en el mar acompañada de Kikí Pralinééé, su tortuga, y volver a su casa después de haber pasado una tarde agradable. Pero un día no sabe regresar; esto no le preocupa, pues sabe que el mar siempre termina por buscar la orilla, aunque ese día parece que no tiene intención de hacerlo. Al amanecer Marisol se encuentra con un extraño archipiélago y allí se encuentra con un extraño hombrecillo que se presenta como el Rey Azeta, rey del archipiélago que flota en el mar Inciértico.

Marisol descubre que el rey, cuyo reino es el abecedario y por tanto, la palabra, también tiene enemigos, como cualquier otro soberano. La única diferencia está en las características de dichos enemigos y el peor de los cuales es el usuario de la palabra, es decir, el ser humano; aquellas personas cuyo vocabulario es pobre y carece de interés en mejorarlo.

Inciértico es una interesante novela, que plantea a través de la ficción el problema del estudio de las Letras, su acercamiento a los jóvenes y, por otro lado, la importancia fundamental que poseen la Literatura y la Lengua para el desarrollo intelectual y emocional del ser humano.




ArribaAbajoBahía de Invierno

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Mats Wahl.
Ed. Lóguez.
Col. La Joven Colección.
Salamanca, 1998.

John-John y Fighter, su mejor amigo, viven a un lado de la Bahía   —25→   de Invierno. Al otro lado vive esa gente a la que envidian por poseer lo que ellos no tienen. En esta zona vive Elisabeth, la chica de la que John-John está enamorado.

Pero Bahía de Invierno no trata sólo de amor, es también la historia de una amistad, entre John-John y Fighter, y de cómo esa amistad se pone en peligro cuando Fighter se une a una banda de ultraderecha llamada Los Hombres Lobo que, entre otras cosas, culpan a los inmigrantes de la falta de trabajo y, consecuentemente, de la imposibilidad de llegar a incorporarse a la otra parte de la Bahía de Invierno donde está la riqueza.

Pero tampoco termina aquí el argumento de este libro pues, ante todo, es el intento del protagonista por definirse a sí mismo. Es la historia de una época de su vida en la que aquello que le ocurre va a ser importante en su definición como persona.




ArribaAbajoPapá, ¿qué es el racismo?

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Tahar Ben Jelloun.
Traducción de Malika Embarek López.
Ed. Alfaguara.
Colección nº Impar.
Madrid, 1998.

Papá, ¿qué es el racismo? es un libro con una clara finalidad pedagógica: educar a los niños de tal forma que puedan hacer frente a actitudes y sentimientos racistas; para ello el autor escribe una obra en la que las preguntas de su hija le sitúan ante la responsabilidad y el deber de responder de forma clara, ordenada y razonada para que tanto ella como los demás niños lo entiendan.

Pero a veces las preguntas no son fáciles de responder y las propias respuestas pueden llevar a confusión, en Papá, ¿qué es el racismo? esta cuestión se tiene en cuenta y el autor logra una obra de interés crucial tanto para padres como educadores, en cuanto que puede ser de gran ayuda para responder a las preguntas que hijos y alumnos pueden hacer.



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ArribaAbajoUn mago en la corte

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Cuentos y leyendas de la Comunidad de Madrid.
Juan Miguel Sánchez Vigil.
Ilustraciones de Jesús Gabán.
Ediciones Gaviota.
Colección Trébol.
Madrid, 1998.

Un mago en la corte es una de las historias incluidas en este libro y que da título a todo el conjunto. Juan Miguel Sánchez Vigil ha realizado una cuidada selección de cuentos y leyendas de la Comunidad de Madrid, recogiendo aquellas historias menos conocidas y apoyándose en aquellos autores que se dedicaron a recopilar las leyendas y cuentos de tradición oral para que el olvido no acabara con ellas, como Jerónimo de Anclares, Azorín, Ramón Gómez de la Serna, Manuel Fernández y González o Mesonero Romanos.

Como el propio autor indica en la introducción a la obra, ésta se estructura en dos partes: la primera recoge, siguiendo un orden cronológico, las leyendas y cuentos de la capital, mientras que la segunda parte, en orden alfabético, recopila cuentos y leyendas de los pueblos de la provincia, como El Capellán de Valdilecha que cuenta cómo un sacerdote se echa al monte para robar a los ricos y repartir entre los pobres.

Teresa García Adame1





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ArribaAbajoHomenaje: Generación del 98

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Nuria Fernández

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ArribaAbajoLa Generación del 98

Cien años. Ha cumplido cien años un mito. Quizá no es la palabra apropiada. Quizá este grupo sea simplemente una leyenda a la que en ocasiones sus componentes negaron pertenecer. Quizá sea una realidad cuyo resultado es la obra a la que hoy pretendemos homenajear en estas páginas.

Cien años. Ha cumplido cien años la Generación del 98. Antonio Machado, Azorín, Baroja, Valle-Inclán, Maetzu, Unamuno, Benavente... Un grupo de autores que, a caballo entre el siglo XIX y el siglo XX, trataron de ensalzar un espíritu de protesta tanto en sus temas como en sus estilos literarios, caracterizados, por otra parte, por la diversidad.

Cien años después, hemos elegido a cuatro de los autores considerados noventayochistas, aquellos que a los componentes de esta revista nos han parecido más representativos y atractivos: Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Ramón Valle-Inclán y Antonio Machado. A ellos dedicamos las siguientes páginas, nuestro particular homenaje.

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Abrió sus alas húmedas el sueño


UNAMUNO.                



Todo parecía un sueño.
Y la Realidad
se erguía,
luchaba por protagonizar
sobre el escenario  5
un acto
interminable,
desconocido.
Todo parecía un sueño.
¿Soñaba?  10
¿O sólo deseaba
estar soñando?

Nuria Fernández Conejero

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A Pío Baroja.


Soledad,
compañía imperecedera.
Presencia
insalubre,
incolora,  5
intangible,
inodora,
imperturbable.
Presencia.
Extiende sus ramas,  10
vivas,
lentas,
amplía su dominio,
se hace eterna.
Imperecedera.  15

Nuria Fernández Conejero



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ArribaAbajoLa sonrisa metálica

La estatua de Don Ramón movió los metálicos ojos lentamente, como desperezándose, después sus metálicos labios y dejó pasar un suspiro de aire en sus metálicos pulmones. Con una mirada metálica y cautelosa, escudriñó a ambos lados del paseo, giró su metálico cuello con un chirriar de metálicos músculos y volvió de nuevo su vista al frente, en un ademán de satisfacción. En sus metálicos pensamientos se grabó una frase: «Eztamoz liztoz».

En un último esfuerzo, despertó el resto de sus metálicos miembros, el que colgaba de uno de sus metálicos hombros y los que se prolongaban bajo sus metálicas caderas. Con movimientos metálicamente ancianos dobló una de sus rodillas y su metálico cuerpo bajó lo suficiente para que una de sus metálicas piernas tocara el suelo con un sordo ¡clonc!

Apostado en mitad del paseo, miró con curiosidad el pavimento, las palomas que a esas horas no había y el mendigo sentado en el banco. En sus metálicos pensamientos se grabó una frase: «Eztamoz liztoz».

Sus metálicos pies eran como el martillo de un herrero retumbando contra el yunque, ¡clonc, clonc!, a un ritmo preciso, pausado. Su metálico brazo se cruzaba en su espalda con el que no tenía, y otra frase se grabó en sus metálicos pensamientos: «Ya que ze moleztaron en hacerme eztatua, me podían haber devuelto el brazo. El metal no zufre grangena, digo yo».

La estatua de Don Ramón recorrió el paseo como en una procesión, ¡clonc, clonc!, observando la ciudad triste, despoblada. En su metálica mirada comenzaron a parecer multitud de recuerdos, metálicos, pero recuerdos al fin y al cabo. Buscó algún café donde poder calentar su metálico estómago, pero pensó que a lo sumo le harían un bruñido de cinco minutos y lo mandarían de nuevo a la calle.

No tenía otra cosa que hacer que pasear, sin ir demasiado lejos, claro,   —37→   para que nadie que a esas horas pudiese verle montara una escandalera o se estrellara con el coche. Así, refugiado tras los árboles y arbustos del paseo, podía ir y venir, ¡clonc, clonc!, disfrutando al menos de ese aire nocturno que refrescaba su ya de por sí frío cuerpo de metal.

Tres horas después, no por cansancio sino por hastío, volvió Don Ramón al pedestal y en un movimiento ágil de sus metálicas piernas, se aupó hasta lo alto. Frente a él, el mendigo, que había estado observando su proeza atlética, se abrigaba con una manta y miraba con grandes ojos aquel milagro de la metalurgia. Don Ramón, al volver la metálica cabeza, clavó sus metálicos ojos en él y con una mirada metálica y penetrante, quiso asustarle y así poner algo de gracia a su paseo nocturno. Pero el mendigo, paralizado, ni siquiera pestañeaba. Estaba quieto, como si fuera otra estatua recién llegada, sentado y cubierto con una manta. Pero en él nada era metal.

Don Ramón, con metálica curiosidad y gesto cansino, volvió a bajar del pedestal y se acercó al privilegiado espectador. Se inclinó, y su metálica cara estaba tan sólo a un palmo de la del mendigo. Una frase se clavó en sus metálicos pensamientos: «¡Qué hombre! No mueve ni un múzculo!».

Al día siguiente, las personas que por allí pasaron se sorprendieron al ver que el Ayuntamiento había instalado una nueva estatua frente a la de Valle-Inclán, que representaba a un mendigo abrigándose con una manta. Algunos se indignaron ante semejante tropelía, otros protestaron por lo que consideraban un homenaje a la mendicidad, pero otros, que se fijaron más, se extrañaron de que el mendigo luciera una ligera sonrisa metálica.

Pablo Cruz

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ArribaAbajoLa tarde está muriendo

A Antonio Machado.


Silencio.
Languidece la tarde.
Rojo silencio.
Instante detenido,
brillante,  5
colgado del infinito.
Instante
en el que lucha
el día por permanecer.
Instante silencioso.  10
Silencio rojo.
Último homenaje
al sol que muere,
el cielo,
provocador cauteloso,  15
arde.
Instante,
vestida de rojo intenso
está muriendo la tarde.

Nuria Fernández Conejero





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ArribaAbajoHermanos Grimm

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ArribaAbajoViejos ritos, nuevos valores

La lluvia y el rocío caen como un bien providencial para todo lo que hay sobre la tierra; el que no confía en colocar sus plantas para que sean regadas por ellos, porque sean muy sensibles y puedan sufrir algún daño, sino que prefiere regarlas con agua templada en la habitación, no puede exigir que el rocío y la lluvia tengan que desaparecer.


(Hermanos Grimm, Prólogo a la primera edición de Cuentos de niños y del hogar).                


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James Finn Garner escribió en 1994 un libro titulado Cuentos infantiles políticamente correctos (Ed. CIRCE), una adaptación de los cuentos tradicionales a los valores actuales de respeto a los otros, feminismo, tolerancia hacia los disminuidos físicos, defensa de los derechos laborales y demás causas que hoy tanto se cuidan en la escuela y en la edición de libros infantiles. En vista de que cuentos como Caperucita Roja (salta a la vista su escaso respeto por los ancianos) o El Enano Saltarín (explotación laboral de la mujer y menosprecio de las personas bajitas) podían herir la sensibilidad de los lectores de hoy en día, Garner los ha vuelto a escribir con un lenguaje «políticamente correcto» que sin duda nos es muy familiar.

De no ser porque algunos cuentos de los recogidos por los hermanos Grimm son tan conocidos que han pasado a formar parte de   —43→   la infancia de toda persona, cualquier editor de literatura infantil se negaría a publicarlos a causa de los valores que en ellos se contienen, tales como la supremacía del varón, la pereza de la mujer, los niños abandonados o huérfanos o los derechos del rey sobre sus súbditos.

Los propios Grimm, en el prólogo a la primera edición de sus cuentos se defienden contra las posibles acusaciones referidas a la conveniencia o el escaso valor pedagógico de ciertos cuentos: «Nada mejor puede defendernos que la misma naturaleza, la cual ha dejado crecer estas flores y hojas con tal variedad de colores y de formas. Si a alguno no le son de utilidad por sus determinadas necesidades, no por ello puede exigir que deban ser coloreadas y cortadas de otra manera.»2

Por esto mismo es por lo que se siguen leyendo y disfruntando los cuentos tradicionales. En el mejor de los casos son oídos por niños acurrucados entre las sábanas con los ojos cerrados, recreando en imágenes lo que escuchan. Los cuentos, y la literatura oral en general, tienen la ventaja de que quien los conserva no los juzga, sino que los aprecia por su historia, por respeto o curiosidad a unas costumbres que se remontan a tiempos primitivos o por ternura hacia la ingenuidad que los personajes y argumentos rezuman.

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L. E. Grimm. Jacobo Grimm a su mesa de trabajo

Los Grimm desarrollan esta labor de recopilación y estudio filológico de cuentos y leyendas en el periodo romántico alemán, caracterizado por el interés hacia la antigüedad, lo clásico y el folclore nacional, y también por una vuelta a la subjetividad que se manifiesta en el interés por la imaginación y lo fantástico. Además de esta atracción   —44→   por las costumbres populares, hay que mencionar el sentido nacionalista de esta tarea compilatoria, en unos tiempos de esfuerzo por conseguir la unidad de Alemania, que no se alcanzaría hasta años más tarde.

No sólo se interesaron por la tradición oral, sino que también estudiaron la lengua alemana (principalmente Jacob Grimm, el mayor), publicando en 1819 la Gramática alemana, de tanta importancia para la germanística recién surgida.

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L. E. Grimm. Frau Ewig contando cuentos. 1829

Ambos hermanos, aunque colaboran en obras comunes hasta 1826, tenían intereses distintos: mientras que a Wilhelm le interesaban más los estudios literarios, Jacob se decantaba por la faceta lingüística, aunque ambos dominaban los dos terrenos. También se diferenciaban en su posicionamiento como recopiladores de cuentos. Jacob opinaba que los cuentos y leyendas que escuchaban habían de ser transcritos tal cual al papel, y Wilhelm se decantaba por el retoque artístico de cara a crear una obra más literaria. A partir de la segunda edición de Cuentos para niños y del hogar en 1815, Jacob se irá distanciando de esta obra, por lo que el criterio de su hermano pequeño -influenciado por las opiniones de contemporáneos suyos como el poeta Clemens Brentano, que abogaba por una adaptación de la tradición oral que eliminase la ingenuidad narrativa y posibles incorrecciones o vulgarismos- acabó prevaleciendo.

Hoy, por desgracia, y por circunstancias, no conservamos del mismo modo las costumbres de sentarse alrededor del fuego, en el patio, o en la mesa, y contar   —45→   historias, leyendas del lugar, cuentos que nuestros a abuelos nos relataron en su día y que estamos obligados a transmitir a nuestros hijos y nietos. La televisión, los videojuegos, o, sin buscar excusas, el mero desinterés comunicativo, han hecho que la tradición oral se vea reducida a los programas de la tele o los incidentes del barrio. Incluso el que los padres contaran un cuento a su hijo al irse a acostar se ha visto reemplazado por una pequeña televisión que el niño contempla hipnotizado desde su cama hasta que sus ojos se cierran.

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Theodor Hosemann. "Hansel y Gretel"

Ni que decir tiene que las comodidades de las que disfrutamos hoy en día nos permiten llegar a casa menos cansados, y a priori más predispuestos a la sociabilidad que nuestros bisabuelos, por tirar corto, que trabajaban de sol a sol sin ordenador, sillas tapizadas o seguridad social (también es verdad que no tenían otros entretenimientos). No sólo hemos dejado de contar cuentos, sino que los hemos adaptado a nuestro tiempo; no en el sentido ambiental únicamente, sino en el campo de los valores que en ellos se contienen. Como mencionaba al comienzo de este artículo, James Finn Garner ha ironizado sobre ese afán proteccionista de eliminar del mundo infantil todo aquello que resulte nocivo o perverso para unas mentes aún no formadas. Con un sentido del humor excepcional convierte a Caperucita en una «persona de corta edad» y a su abuela en «una persona perfectamente capaz de cuidar de sí misma como persona adulta y madura que es», entre otros   —46→   muchos ejemplos delirantes que sin embargo nos recuerdan conversaciones o lecturas que no tienen mucho de sátira. Garner hace una advertencia, no obstante, en «Los tres cerditos», para prevenir posibles ataques o críticas: «El lobo de este relato representa una imagen metafórica. Ningún lobo real ha sufrido daño alguno durante la redacción de esta historia.»3

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Max von Bckerath, "Cuento del que fue a aprender lo que era el miedo"

Otro buen ejemplo contenido en este libro es el cuento «El príncipe rana», adaptado del original «El rey sapo» (conocido también como «El príncipe sapo», híbrido entre los dos) en el que una princesa pierde su bolita de oro en un pozo y una rana, a cambio de rescatar su juguete, le pide a la joven que le permita vivir a su lado en palacio. Finalmente, el sapo se convierte en príncipe y acaba llevando a la princesa al altar. Garner reinterpreta el cuento, que obviamente contiene valores sexistas y discriminatorios, y convierte a la princesa en una militante feminista que reflexiona acerca del papel de la mujer en la época que le ha tocado vivir, y al príncipe en un promotor inmobiliario embrujado por un rival en los negocios que finalmente es rechazado por la liberal joven. Todo esto responde a una intención muy clara, como el propio autor dice en el prólogo: «Hoy en día tenemos la oportunidad: -y la obligación- de replantearnos estos cuentos «clásicos» de tal modo que reflejen la ilustración de la época en que vivimos y tal ha   —47→   sido mi propósito al redactar esta humilde obra».4

Hay que reconocer también que algunos cuentos de los Grimm abundan en detalles escabrosos, tales como mutilaciones, torturas, vivisecciones, por no hablar de la carga sociológica que destilan. En «El novio bandido», por ejemplo, es llamativa la terrible escena, digna de cualquier película de la saga Viernes 13 (aunque menos divertida), en la que una incauta doncella es despedazada a manos de unos bandidos en su guarida: «Le dieron a beber tres vasos llenos de vino, uno de vino blanco, otro de tinto y otro de amarillo; después de beber éste le estalló el corazón. A continuación le destrozaron las finas vestiduras, la colocaron encima de la mesa, hicieron pedacitos su hermoso cuerpo y la echaron sal (...) Uno de ellos notó en el meñique de la asesinada un anillo de oro, y dado que no pudo sacárselo con facilidad, cogió un hacha y le cortó el dedo».5

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Max von Breckerath, "Cuento del que fue a aprender lo que era el miedo"

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Janosch, "Caperucita Roja eléctrica", en Janosch cuenta los cuentos de Grimm. Anaya, Madrid, 1986.

No es éste el único ejemplo que se puede encontrar en los cuentos de los Grimm. Curiosamente -o no- estos detalles sangrientos han sido suprimidos en las recopilaciones actuales para niños o las adaptaciones al cine a las que Walt Disney era tan aficionado. En «La Cenicienta», por ejemplo, se suele contar el final del cuento diciendo que las hermanastras se prueban el zapato de cristal (que en los Grimm es de   —48→   oro, a diferencia de Perrault) sin que les pueda caber, hasta que se lo prueba Cenicienta. Pues bien, en la versión de los Grimm las hermanastras, a instancias de su madre, se cortaban el talón y los dedos del pie para que el zapato les encajase, si bien el príncipe, debido al abundante chorro de sangre que manaba de las pretendientas, se daba cuenta del engaño, y éstas terminaban ciegas a causa de los picotazos de las palomas, que les sacaban los ojos al salir de la boda de su agraciada hermana. La versión de Perrault, que es la que normalmente se cuenta, y la que más se ha popularizado, es la más inocente; aquella en la que no sólo no aparece la sangre en ningún momento, sino que Cenicienta perdona a sus hermanastras y a su madrastra por los malos tratos a los que era sometida. Algo similar ocurre con «Caperucita Roja», solo que de manera inversa: en este caso es la versión de los Grimm la que más se cuenta, pues es la que tiene un final más optimista (el cazador saca a Caperucita y a su abuela de la tripa del lobo) mientras que la versión de Perrault acaba con el lobo engullendo a las protagonistas y una moraleja en verso que advierte de los peligrosos «lobos melosos».

Esto, sin embargo, sólo constituyen anécdotas más o menos llamativas que pueden hacer pensar a más de uno que Cuentos de niños y del hogar (y por extensión los cuentos tradicionales) tendría que estar situado en el rincón más oscuro de la balda más alta de la estantería más escondida de las librerías. Por mucho que esta recreación en detalles sangrientos pueda escandalizar, más lo hacen los valores sociales y   —49→   humanos contenidos en esos cuentos.

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Desde las virtudes que una mujer ha de tener, como la habilidad en servir bien la cerveza o trabajar en el campo mientras el marido holgazanea, contenidas en «Elsa la lista» y sus variantes, hasta el derecho del padre a casar a su hija con el primero que le venga en gana, en «El rey pico de tordo» y otro muchos, los argumentos de los cuentos nos recuerdan tiempos lejanos a nuestra concepción de una sociedad igualitaria, no-sexista, proteccionista...

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Hay que tener en cuenta que la tradición oral no sólo se remonta a la época en que se realiza la compilación, sino que en los cuentos, a pesar de estar contenidos aspectos culturales o políticos de una época concreta, pueden observarse los restos de antiguos ritos religiosos, primitivos, que se han conservado de manera inconsciente en el simbolismo de las narraciones. Ritos de iniciación, sacrificios a deidades o entes sobrenaturales, referencias al modo de organización social por clanes, en el que un grupo de individuos se identificaba con un animal, presente aún en ciertos pueblos indígenas, totemismo... Es decir, que achacar la presencia de valores reaccionarios en los cuentos tradicionales, tales como desigualdad social o machismo no es más que una forma de quedarse en la superficie de su significado. Hasta los detalles más escabrosos, como el descuartizamiento antes citado de una doncella, pertenecían a rituales primitivos de iniciación que conllevaban la muerte y la posterior resurrección del individuo que   —50→   era sometido a tales desmanes (el paso a un estadio superior). Los sacrificios humanos, como apunta René Girard, pertenecen desde antiguo a las sociedades como una catarsis frente a la violencia innata del hombre y también como puente de unión con lo sagrado. Por lo tanto, según este autor, el sacrificio de estas «víctimas vicarias» sería una forma de ejercitar la violencia para liberarse a la vez de ella.

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Moritz von Schwind, "El enebro"

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Maurice Sendak, "El enebro". En El Enebro y otros cuentos de Grimm. Lumen, Barcelona, 1989

Esto se ve mucho mejor en «El enebro», cuento sanguinolento donde los haya, en el que un niño es descuartizado por su madrastra, que luego lo guisa y se lo sirve al padre de la criatura. Los restos del guiso, sin embargo, enterrados al pie de un enebro, se convierten en un hermoso pájaro, que es la encarnación del niño que acaba haciendo justicia, matando a la madrastra. Aquí es claro el simbolismo del rito de iniciación antes mencionado, mediante el que el joven era cocinado o cortado en pedazos y dado a comer a un monstruo real o simbólico, del que luego salía con vida y convertido en un adulto. No obstante, los cuentos seguramente ilustraban los deseos de esos pueblos porque se cumpliera la última parte del rito, que sin duda fallaba de un modo que los que participaban en él no podían explicarse.

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PEYNET, Das Rendezvous der Liebe

El argumento, tan frecuente en los cuentos de los Grimm, del joven que tiene que superar una serie de pruebas impuestas por el rey para casarse con la princesa, como se puede ver en «Los seis sirvientes», «Las tres plumas», «El pájaro Grifo», el «Pastorcillo» y otros muchos, representa una antigua costumbre mediante la cual el rey nombraba   —51→   sucesor suyo a alguien que reuniera un tipo de poderes especiales, mágicos (para otros, representa un ritual mediante el que se reconocía al individuo como conocedor o no de las costumbres y ritos iniciáticos del clan). En muchos de estos cuentos, el aspirante al reino no es aparentemente más que un patán, débil y sin mucha astucia, pero que a cambio de su buen corazón y sencillez acaba ganando los favores de ciertos animales o entidades fantásticas que le ayudan a conseguir su propósito.

Así, intentar ocultar este tipo de detalles y adaptar los cuentos tradicionales a la mentalidad de nuestra época no sólo resulta una tarea maniquea (con contadas excepciones en las que el talento oculta, como en el caso de Janosch, esa labor excesivamente didáctica), sino que supone el encubrimiento de la historia del ser humano, de su evolución desde estados primitivos de creencias místicas hasta el oscurantismo religioso o totalitarismo político de ciertos periodos históricos.

Tarea ridícula es evitar que los pequeños lectores se acerquen a escenas aparentemente terroríficas (tanto en el texto como en las ilustraciones), pues como han demostrado los psicólogos de la educación en los últimos años, lo que traumatiza al niño no es la visión de detalles   —52→   escabrosos, sino el significado y relevancia que les dan los adultos. En palabras de Piaget: «Los niños no se asustan por el dibujo de monstruos, a no ser que el adulto insista sobre su carácter perverso»6. Quien eche la culpa al sadismo de los Grimm está ocultando en realidad su incapacidad de educar adecuadamente a las «personas de corta edad», como diría Finn Garner.





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ArribaKókinos

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Dedicamos la sección Álbumes en esta ocasión a la Editorial Kókinos, y conversamos con Esther Rubio, editora y con Emilio Urberuaga, ilustrador. El motivo de esta charla-entrevista es el álbum ilustrado; Kókinos es una editorial que sólo tiene en su fondo esta clase de libros, y Emilio es el primer ilustrador español que ha publicado, y además recientemente, un álbum en esta editorial.

Esther es la directora de Kókinos, cabría mejor decir que Kókinos es ella.

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ANTONIO -Esther, ¿cuándo nace Kókinos y cómo?

ESTHER -Bueno, Kókinos nace en 1992 con un poco de dinero, con mucho entusiasmo, con curiosidad, con ignorancia, pues yo no sabía lo que era editar un libro; y con un título que yo hacía tiempo conocía, Los niños de las raíces, de Sibylle von Olfers, un clásico de la literatura infantil centroeuropea.

Yo quería editar algunos libros que me gustaban y que no existían en España pero no tenía ni   —54→   idea de cómo se hacía esto, así que un día me fui a la OEPLI y allí estaban Ana Cendán y Ana Franco, que entonces estaba organizando el Congreso de Sevilla, y pregunte qué había que hacer para publicar libros para niños. Recuerdo que Ana Franco se volvió y me miró con una cara diciendo: ¡Ésta, de dónde sale! Después, me fui a Bologna, a la Feria, y encontré que eran muchos los libros que me gustaría publicar. Creo que fue el azar pero el caso es que me propusieron engancharme a una coedición de Los niños de las raíces y, sin pensarlo demasiado, me metí. Aún recuerdo cuando llegaron las cajas a mi casa y me encontré sentada sobre dos mil libros diciéndome: Y ahora, tengo que venderlos.

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Así nació Kókinos, y hasta hoy.

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A. -Y hasta hoy catorce álbumes, doce en castellano y dos en catalán. ¿Cómo ha sido el camino?

E. -Pues de todo lo que ha pasado, me quedo con la gente. No sé cómo explicarlo, pero la experiencia ha sido estupenda. Me he encontrado con personas acogedoras, que me han dado un apoyo unánime: libreros, maestros, bibliotecarios... Gente que se dedica a difundir el libro para niños de una manera desinteresada. No sé, en general, la gente del libro es la buena   —55→   gente del libro. Personas que apoyan proyectos por que creen en ellos. Sí, de todo, me quedo con la gente.

A. -Emilio, bueno antes de nada, como tu nombre empieza por E si te parece, para tus respuestas utilizamos la U en la entrevista. Bien, ¿cuándo conoces tú Kókinos?

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U. -Pues casi me da vergüenza reconocerlo, pero muy tarde, quizá hará dos o tres años solamente. Eres tú precisamente quien me la das a conocer, creo recordar que con ¿No duermes osito? y después empiezo a oír hablar de una señora (con perdón) que se llama Esther Roherich, y me parece que su proyecto es todo un desafío. Siempre escuchando a los editores decir que no se pueden hacer álbumes ilustrados, que es un tipo de libro que no se vende, y llega una mujer, y crea una editorial que sólo publica esta clase de libros y, bueno, ya sé que no es muy correcto decirlo así, pero alucino.

E. -Bueno Emilio, que no te dé vergüenza no haber conocido antes Kókinos, es lógico. No son precisamente los ilustradores los primeros que oyeron hablar de la editorial. Los primeros que conocieron mi proyecto fueron los bibliotecarios y los maestros, especialmente aquellos sensibilizados hacia el álbum ilustrado.

A. -En estos momentos Kókinos es un referente.   —56→   Creo que es una opinión bastante extendida entre las personas que nos dedicamos a «esto» de la literatura infantil. Todos sabemos que existe una pequeñita editorial en la que se encuentra un fondo, yo diría que junto a Lóguez y Fondo de Cultura Económica, de álbumes de calidad, y que regularmente presenta novedades que no van a defraudar al aficionado al género.

E. -De todos modos, yo quisiera señalar, lo digo por las otras editoriales que has citado, que Kókinos es una cosa muy modesta, yo diría que casi es algo aparte del mundo editorial. Yo me río cuando llama alguien, sobre todo del extranjero, y pide que le pongan con el departamento de prensa o de publicidad, o de producción. Me río y contesto: Sí, aquí mismo.

U. -No te creas Esther que es infrecuente, ocurre más o menos lo mismo con los pequeños editores europeos. Recuerdo cuando Otakar, el editor de Bohem Press me contaba la visita de una editorial china, que preguntaban dónde estaban las oficinas. Él contestó: la editorial somos tres personas.

A. -Esther, ¿cuáles son los criterios que utilizas para seleccionar los libros que publicas?

E. -En realidad creo que casi un sólo criterio, y que además es algo muy personal: que el álbum me emocione. Bien es cierto que uno tiene que   —57→   ser práctico muchas veces. Quiero decir que existen «cosas» que me pueden encantar pero que sé que no me las puedo permitir, pues serían proyectos imposibles en este país en el que no existe una tradición del cuento y menos de libros de gran formato. En todo caso, lo que sí te aseguro, es que todos y cada uno de los libros tienen ese elemento de la emoción que te decía antes.

A. -Bien, pero uno repasa tu fondo y encuentra libros como La torre de Zoe o El canto de las ballenas, álbumes nada comerciales, junto a otros más, digamos, «fáciles», tal es el caso, a mi juicio, de ¿No duermes, osito? o Inés del revés. Y no quiero decir que estos últimos no me parezcan álbumes de tanta calidad como los anteriores.

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E. -Mira, por encima de todo lo importante es tratar de hacer lo que quieres. Te puede pesar el mercado más o menos, pero no debes claudicar. Si no crees en lo que haces, difícilmente vas a poder comunicar luego otra cosa. Por otra parte, y aunque me interese por las emociones y por la ternura, tampoco quisiera quedarme sólo ahí, por eso algunas de las publicaciones de Kókinos tienen un planteamiento más radical, más despegado de todo eso.

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U. -Yo lo que observo es que en los grandes grupos editoriales, y no sólo en España, los criterios de los comerciales o de los ditribuidores tienen un enorme peso sobre los editores, hasta el punto   —58→   de ser, a veces ellos, los que impiden que determinados proyectos vean la luz. Y también sé que no todos los libros se venden igual, que hay libros con grandes tiradas y grandes ventas, y otros más, digamos minoritarios, pero que unos y otros deben convivir. ¿Cómo vives tú esta presión de los distribuidores, si es que la sufres?

E. -En la actualidad, yo tengo unos distribuidores que creen en Kókinos y defienden mis libros, pero tengo que reconocer que mi trabajo me ha costado. A menudo tengo la impresión de que la distribución es un mundo aparte, de espaldas al mundo de la literatura, hay excepciones, claro, pero, en general, cuando al libro le llega la hora de salir al mundo, muchos nos decimos: Con la distribución hemos topado... Te imponen unos ritmos, hay una serie de exigencias... es un tema complicado. Yo ahora ya no sufro tanto.

U. -Una pregunta, ¿por qué Kókinos?

E. -Te podría contar toda la historia de la palabra, pero me lo han preguntado muchas veces, y mira, simplemente porque me gusta como suena, y ya está.

A. -Sé que es difícil responder, pero ¿cuál es tu álbum favorito?

E. -Sí, es difícil. Todos tienen algo que los hace   —59→   favoritos ante los demás, pero la verdad es que hay un libro que es La torre de Zoe, el segundo libro que publiqué que para mí es una joyita.

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Mira, además, este sería un ejemplo de lo que antes hablábamos. Es un libro difícil, que inicialmente comenzó mal, pero que luego comercialmente ha ido funcionando. Sé que en ello ha influido el que una persona en América se enamoró de él y compró muchos ejemplares.

Para mí es un libro muy importante. Fue en realidad el primer libro que yo edité como tal, y es un álbum que me llega al corazón. Cuando lo vi, sentí que era un libro que tenía que editar. Aún ahora voy a una librería, lo veo, lo cojo, lo leo y me sigue emocionando. Me parece importante que un libro así exista y que uno pueda comprarlo.

A. -A mí, personalmente, me parece una maravilla. Yo hice el año pasado un comentario sobre él para la revista del Fondo de Cultura Económica de México que, por cierto, no sé si habrá salido ya.

E. -También habría que decir que Kókinos, sólo con libros como éste, ya no existiría.

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U. -Creo que hay un elemento fundamental en esto que estás diciendo. Hay profesiones, las nuestras entre ellas, en las que existe la posibilidad de encontrarse con un proyecto que más allá del dinero que produzca, uno se implica, lucha,   —60→   trabaja y obtiene una inmensa rentabilidad; claro, es una rentabilidad que tiene que ver con la emoción; evidentemente no con una rentabilidad económica.

A. -Cambiamos de tema. ¿Qué valor tiene para ti el texto? Quiero decir, parecería que el texto ocupa un lugar muy secundario en este tipo de publicaciones, de hecho, existen muchos álbumes maravillosos en cuanto a las ilustraciones se refiere y, en cambio, el texto es bastante simple, incluso diría anodino. Habría que decir, haciendo justicia, que esto no se da, desde mi punto de vista, en los libros de tu fondo.

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E. -Yo creo que le doy al texto la misma importancia que a las ilustraciones. En el caso del libro de Emilio ¿Qué hace un cocodrilo por la noche?, ha sido gracias a la intervención de Pepe Morán en la historia, que el libro ha sido publicado, pues el texto de la edición alemana no me convencía. Otro ejemplo de lo que quiero decir sería La Torre de Zoe cuya versión inglesa era casi intraducible. Me costó un enorme trabajo hasta que sonó bien en español. Igual te puedo decir de El pequeño rey de las flores, que tiene una estructura de cuento de hadas que había que cuidar mucho y en el que me permití el colorín colorado... tan nuestro. Otro álbum en el que aparentemente el texto no tiene casi ninguna importancia está cuidado muchísimo, me refiero a Las estaciones, de Burningham.

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A. -Bueno, después de doce álbumes publicados, por fin, un ilustrador español...

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E. -Sí, por fin. Antes o después tenía que ocurrir. Yo quería hacer algo aquí, pero existía una imposibilidad económica. No podía producir algo yo sola, tenía que aprovechar coediciones y esta ha sido una ocasión magnífica. Bohem Press estaba preparando una edición de este álbum con varias editoriales, Paz Rodero me presentó el libro con mucho cariño y a mí me gustó, lo vi posible y aquí está.

A. -Emilio, ¿tú cómo te sientes? Es tu primer álbum publicado en España y, si no me equivoco, tu cuarto libro hasta el momento de gran formato.

U. -No quisiera pecar de soberbio (que peco) pero, más importante que el hecho de haber publicado un álbum ilustrado en mi país, es el haber conocido mejor a Esther y comprobar el carino que ponemos ambos en nuestro trabajo.

Porque primero, la difusión de este tipo de libros y, segundo el conocimiento sobre sus autores (escritores e ilustradores) es más bien parco.

En el segundo caso, la cuestión no tiene mayor importancia, es casi una bendición; por eso no se entiende a veces el afán de protagonismo   —62→   de algunos colegas cuando además, éste no llega a ninguna parte; si no que alguien salga a la calle y pregunte a todo bicho viviente por Tomi Ungerer, Kveta Pacovská o David McKee y, en el mejor de los casos, conseguirá que le digan el equipo en el que creen que juegan.

En cuanto al primer caso, la cuestión es más «puñetera», porque el que se conozcan este tipo de libros, sí me parece importante, y aquí sí que hay que poner el máximo afán en darlos a conocer.

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A. -Esther, me gustaría hablar un poco de El grillo silencioso. Últimamente en la sección infantil de las librerías uno tiene que soportar un montón de libros, por llamarlos de alguna manera, que emiten molestos sonidos y ruidos, desde el mugido de una vaca al timbre de un despertador. Casi todos ellos son productos que poco o nada tienen que ver con la lectura. El grillo silencioso es, a mi juicio, el único libro que conozco, en el que el sonido está justificado, es más, parece necesario.

E. -Bien, puede que sea así, como tú dices, pero, ha sido una historia difícil la de este libro. El álbum se produjo en el extranjero y cuando los transportistas lo trajeron a casa, un montón de pilas se habían disparado y me decían: Oiga, ¿qué hay aquí dentro?, suena como si hubiera grillos.

U. -Al hilo de lo del Grillo y de las posibilidades   —63→   que ofrece un formato grande, me gustaría diferenciar entre lo que representa para mí el libro ilustrado y el álbum.

Para mí, el libro ilustrado, bien sea de texto o pertenezca a alguna de las colecciones que hay en el mercado, es un modo de ganarse la vida, esto sí, de forma maravillosa. Me encanta hacer este tipo de trabajo y además me pagan por ello. Pero el álbum, el álbum es otra cosa. Cuando hago un álbum, nadie me aprieta para que acabe; si se puede presentar en la Feria de Bologna, bien, y si no está, pues para la de Frankfurt.

El álbum para mí es como para aquel músico de jazz en día de asueto, que va a tomar una copa al club donde tocan sus amigos y, al final, sale al escenario a improvisar con la trompeta. El provecho que saca no es material, pero seguro que no cambia ese momento por nada del mundo.

E. -A propósito del álbum de Emilio, quisiera decir una cosa: me parece patético que sea Kókinos, una minieditorial, quien saca este álbum al mercado, más allá de que sea o no Emilio el ilustrador. Quiero decir que me produce pena observar la escasa edición de álbumes, sobre todo de ilustradores españoles, cuando el nivel de la ilustración es España es el mismo que en cualquier país europeo.

A. -Próximos proyectos...

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E. -Pues unos cuantos. Ya sabéis que a mí no me gusta hablar de los próximos libros, siempre pienso que se pueden malograr por el camino. Hay ya uno en la imprenta que saldrá para febrero, unos cuantos encima de la mesa, y otros tantos en el cajón.

A. -Seguro que encontraremos en las librerías ése que está en la imprenta antes que este número de BABAR. Emilio, y tus proyectos.

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E. - Ahora estoy trabajando en una historia con Paz Rodero que presentaremos a Bohem. Después existe otro proyecto del que de momento prefiero no hablar. No tengo prisa en cuanto a álbumes se refiere. Me gusta disfrutar con este trabajo y, consecuentemente, sólo comprometerme con aquello que me apetece.

A. -Bien, muchas gracias a los dos por someteros a esta entrevista- tertulia. Sé que podríamos seguir hablando de álbumes, de ilustración, de textos para primeros lectores. En todo caso el límite lo marcan estas páginas. Gracias de nuevo.

Antonio Ventura





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