Escena I
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El teatro representa un cuarto de la prisión
de Blanca, con dos rejas de hierro en el fondo y dos puertas,
una a la derecha y otra a la izquierda de los espectadores.
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BLANCA y DON TELLO. Varios SOLDADOS requisan las rejas y
se oye a lo lejos música y el siguiente coro:
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| Honor
al valiente, | | Loor a las bellas, | | Volad, caballeros, | |
La lid os espera. | | Los fieros encuentros | | Las damas recelan,
| | Y allá entre sí mismas | | El triunfo os desean.
| | Honor al valiente. | | Loor a las bellas. | |
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(Siguen vivas
y ruidos del pueblo que van poco a poco alejándose.)
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DON TELLO | Las voces suenan en la alegre fiesta | | Del
nuevo infante, que la gloria aviva | | Y el contento del rey,
cual nueva joya | | De la rica corona de Castilla. | | Todos
festejan hoy, todos gozosos | | Al rey proclaman en ardientes
vivas. | | Soldados, pronto, requerid las rejas; | | Nos aguarda
el placer. |
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BLANCA | ¡Fatal
desdicha! | | En medio el gozo, que decís que reina,
| | Cuando mi esposo entre placeres brilla, | | Yo sola gimo
y para siempre cubre | | Negra noche de horror el alma mía.
| | ¿Un infante, decís? |
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DON TELLO | Un
noble infante, | | Hijo feliz de la feliz Padilla. | |
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BLANCA |
¡Ah, para siempre me olvidó el impío! | | Siempre
esclavo feliz de sus caricias, | | En brazos, ¡ay!, de esa
mujer perversa | | El vivirá, mientras que yo afligida
| | En perpetua prisión yaceré siempre, | | Entregada
al horror que aquí me inspira. | | Hasta mi vida misma.
Y ella en tanto | | Feliz será: cuando gozosa ría,
| | Verá corresponderla al mismo tiempo | | En los labios
de Pedro la sonrisa; | | Si ella derrama lágrimas...
¡Dios mío! | | ¡Nunca su mano enjugará las mías!
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DON TELLO | (Con aspereza.) | Nunca castiga Dios sin
que el delito | | Haga el rayo brillar de su justicia. | |
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BLANCA |
Dios mirará piadoso mi inocencia: | | Que yo, infeliz,
no provoqué su ira. | |
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BLANCA | Tened,
Don Tello: | | Mostrad respeto a la desgracia mía: | | Ya que la triste que tu lengua ultraja, | | Que fue tu reina
desleal olvidas, | | Al menos, ¡ah!, cual castellano noble,
| | Con una dama usad de cortesía. | |
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DON TELLO | ¡Cortesía!
¿Y con quién?... Callaré y basta | | (A los SOLDADOS.) | ¿Están las barras dobles? La alegría | | Salgamos
a gozar que en tanta fiesta | | Del pueblo entero el corazón
anima. | |
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(Vase con los SOLDADOS por la derecha y entra LEONOR
por la izquierda.)
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Escena II
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BLANCA, LEONOR.
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LEONOR | Mi padre
se alejó; ya en fin respiro | | Y la reina llorando...
¡Qué abatida | | La desdichada está! (A
BLANCA.) ¡Triste señora, | | Ni un momento de paz! |
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BLANCA | Dulce
hija mía, | | ¿Eres tú mi Leonor, tú,
mí consuelo | | En mi amargo pesar? Sola tú alivias
| | De mi suerte el rigor. ¿Lloras? Tu llanto, | | Dulce Leonor,
mi corazón reanima. | | Yo perdono a tu padre: no es
culpable | | El que obedece, no. |
|
|
LEONOR | Mas,
¿qué os agita? | | Nunca cual hoy os vi tan angustiada,
| | Nunca en tan cruda y mísera agonía. | | La
crueldad de mi padre, la insolencia, | | Ese cuidado eterno
que le excita | | A cerrar, a observar, que le arrebata | | El
sueño y la quietud, tan abatida | | No os pusieron jamás:
noble firmeza, | | Noble resignación os sostenía.
| |
|
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BLANCA | Secas las fuentes ya de la amargura | | Y colmado el
rigor de mi desdicha, | | Yo, querida Leonor, necia pensaba
| | Que el vaso amargo de la suerte impía | | Había
agotado ya: que tantas penas, | | Tanta crueldad, a fuerza
de sufrirlas, | | Eran ya para mí leves pesares, | | Que
ni arrancarme lágrimas podrían. | | Mas hoy renuevan
su fatal martirio, | | Hoy renacen en mí, mi pecho agitan
| | Con la misma violencia, el mismo imperio | | Con que me atormentaron
aquel día, | | Cuando lejos del rey, ya para siempre,
| | Hallé mi dicha y mi quietud perdida. | | ¿Iba con
ella, di, Leonor, le has visto? | |
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LEONOR | Sí, yo he
visto hoy al rey; su frente altiva, | | Coronada de plumas
ondeantes, | | Al leve soplo de la blanda brisa | | Sobre otros
mil guerreros se elevaba | | En medio del palenque, allí
blandía | | El asta formidable, y a los rayos | | Del
sol naciente deslumbrando, ardían | | Sus relucientes
armas. Los relinchos | | De cien caballos, los ardientes vivas,
| | El rumor del concurso, enajenaron | | Mis ojos un momento.
Entristecida | | Yo los volví después a vuestra
cárcel, | | Y en medio de la pública alegría
| | Se cubrieron de lágrimas. ¡Dios mío! | | Bizarro
estaba el rey, pero a su vista, | | no sé por qué
me estremecí; sus ojos | | Yo no sé qué
terror, qué espanto inspiran, | | Que tiemblo siempre
al verlos. |
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LEONOR | Ella también allí, la de
Padilla, | | Orgullosa, arrogante se mostraba | | Coronada de
perlas; elegida | | Reina de la hermosura y los amores | | Por
vuestro esposo infiel, ella ceñía | | La sien
del rey con orlas de laureles, | | Recibiendo gozosa sus caricias.
| |
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BLANCA | Calla, calla por Dios; dulce me fuera, | | Más
que vivir así, la muerte misma; | | Leonor, dime: ¿después?...
|
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LEONOR | Yo
suspirando | | Volví luego a llorar vuestra desdicha,
| | Sin querer ya ver más. |
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|
BLANCA | ¿Y
qué? ¿Ninguno | | Ya se acuerda de mí? ¿No se
lastima | | Ninguno de mi suerte? ¡Desgraciada! | | El que adoraste
más, ese te olvida. | |
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LEONOR | No todos, no, que acaso
el descontento | | También en medio a los placeres brilla
| | Y algunos hay que, con atentos ojos, | | Las rejas de esta
fortaleza miran, | | Y os nombran suspirando. Oculto un joven
| | En derredor de este castillo gira | | En la noche callada:
yo, mil veces, | | Extático le he hallado, con la vista
| | Fija en estas murallas, contemplando | | Siempre este sitio
en ansia pensativa. | | Él me ha hablado tal vez; mi
mano entonces | | Por vos al preguntarme retenía, | |
Y alguna ardiente lágrima brillaba | | Acaso de sus
ojos desprendida. | |
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|
BLANCA | ¡Inútil compasión!
Tal vez la muerte, | | Si le observan aquí, sus pasos
siga. | | No, mi amada Leonor; si a verle vuelves, | | Dile que
huya. |
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LEONOR | El
infeliz decía | | Que si estimaba yo vuestra ventura
| | Le diese entrada en vuestra cárcel misma | | Un momento
no mas, y yo he ofrecido | | Hacerle entrar hoy mismo. |
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BLANCA |
¿Tú,
hija mía, | | Te has de exponer también, tú
has de arriesgarte? | | No, mi dulce Leonor, mi única
amiga, | | Si te apartan de mí... Tu padre acaso...
| |
|
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LEONOR | Mi padre allá en la fiesta se confía.
| | De sus guardias no más, que entre el bullicio | |
Entretenidos, su deber descuidan, | | Vuelvo a buscarle, sí.
| (Vase.) |
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Escena IV
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BLANCA, LEONOR, ENRIQUE, embozado.
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LEONOR | Entrad,
propicia | | Nos es la suerte: si mi padre llega, | | Yo al punto
advertiré. | (Vase.) |
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ENRIQUE | ¡Dichoso
día! | | Al fin te encuentro, idolatrada Blanca. | |
|
|
BLANCA |
¡Enrique! ¡Oh Dios! ¿Y tú te sacrificas | | Generoso
por mí? ¿Qué intento ahora | | Pudo traerte hasta
mi cárcel misma | | A aumentar mi inquietud? ¿Acaso,
Enrique, | | No conoces tu riesgo? |
|
|
ENRIQUE | Tranquiliza,
| | Blanca, tu corazón: mi único intento | | Es
salvarte o morir: toda mi dicha, | | Mi ventura mayor cifro
en salvarte. | | Salvarte, sí, para que Enrique viva.
| | Este déspota atroz, ese inhumano | | Tigre, que en
ti furioso se encarniza, | | Salva de su furor, libre ha de
verte | | Cuando mas en sus garras te imagina. | | Prófugo,
en mi destierro yo he llevado | | Siempre tu imagen en mi mente
fija, | | Y entregada al dolor, en triste cárcel, | |
Contino ante mis ojos te veía; | | Por ti, gozoso en
el mayor peligro | | Me lanzaba con ávida codicia, | | Por ti, contra mi rey, contra mi hermano, | | Fiero empuñé
la espada vengativa, | | junté guerreros, me arrojé
al combate, | | Luché con él en desigual porfía:
| | La suerte en las batallas caprichosa, | | Mostróse
a mis valientes enemiga. | | Entonces, ¡ah!, mis odios, mi
venganza, | | Mi rabia, cual jamás sentí encendida
| | Roer mi corazón, no me es bastante. | | El nombre
de traidor que me designan | | Es para mí un blasón.
¡Ah! Si es forzoso | | Para salvarte arrebatar su vida, | | Quiero
añadir al nombre de rebelde | | El título también
de fratricida. | |
|
|
BLANCA | ¡Cielos, Enrique! ¿Adónde despeñado
| | La cólera te arrastra? Tú deliras: | | Huye,
Enrique, por Dios. ¡Ah! No conoces | | Cuánto se arriesga
hasta mi vida misma | | Si el rey descubre tu imprudente arrojo.
| | ¿Quién sabe si ahora mismo cien espías | |
Te han conocido ya, siguen tus pasos, | | Te cercan, oyen,
si pendiente brilla | | Sobre tu propio corazón la daga
| | Que a asesinar a entrambos se destina? | |
|
|
ENRIQUE | Primero
yo la enclavaré en el suyo. | | Oyeme, Blanca: mi dolor
respira | | Sólo venganza; la ternura, el fuego | | En
que otro tiempo el corazón me ardía, | | Esta
insaciable sed los ha trocado | | Ya en desesperación.
¡Ah! ¿Tú creías | | que era sólo por ti?
¿Tal vez pensabas | | Que esta pasión que el alma me
domina | | Me la inspirabas tú, tú únicamente?
| | No, Blanca, no, que por venganza gritan | | Madre y hermanos
por mi hermano muertos, | | Y el seno dejan de la tumba fría,
| | Sombras inexorables: mis furores | | No has encendido tú;
la saña mía, | | Horror tan negro, tan funesta
llama... | | Es imposible, no, tú no la inspiras. | |
|
|
BLANCA |
Basta, Enrique, no mas: yo le idolatro: | | Yo a mi pesar le
adoro, aunque me oprima | | Y me desprecie y me abandone. | |
|
|
ENRIQUE | ¿Acaso
| Yo te hablaba del rey? ¡Oh, Dios! ¡Qué ira! | | Un
astro mismo, sí, cuando nacimos, | | Blanca, tú
y yo, sin duda presidía. | | Feroz el rey te oprime,
te abandona; | | A una ramera vil te sacrifica... | | Y tú
le adoras, y su nombre odioso | | Está y su imagen en
tu pecho escrita... | | Y yo, entre tanto, que doquier me vuelvo
| | En torno al mundo la anhelante vista | | Un solo punto en
todo el universo | | Encuentro para mí: yo, que mi vida
| | Cifrara en poseerlo; yo, arrojado | | Lejos de allí
y opreso de codicia, | | Como un segundo Tántalo, a
mis labios | | Llegó apenas el agua apetecida. | |
|
|
BLANCA |
Sí, Enrique, sí, es verdad; los dos nacimos
| | Para ser infelices: destruida | | Nuestra esperanza está;
nunca yo he visto, | | Desque a tu hermano amé, lucirme
un día | | De ventura y quietud. La blanda calma, | |
Los dulces juegos, la inocente risa, | | Placer de los amantes
venturosos, | | No halagarán jamás el alma mía.
| | ¡Desdichada de mí! Si acaso busco, | | Durante el
curso de mi corta vida, | | Momentos de placer, sólo
me quedan | | Tristes memorias de los breves días | |
de mi infancia feliz, tristes memorias | | Que, acaso más,
mi pecho martirizan. | | Y tú también sin esperanza,
Enrique, | | Por un mísero amor, cual yo, suspiras.
| |
|
|
ENRIQUE | ¿Y tú lloras por mí? Blanca, tu llanto
| | Es regalado bálsamo que alivia | | Mi amargo padecer:
jamás mi pecho, | | Jamás sintió tan plácida
alegría. | | Yo no soy infeliz; yo soy dichoso; | | La
más dulce esperanza me reanima, | | Yo puedo liberarte,
hacer que vuelvas | | Al seno de tu patria, a las delicias
| | De tu primera edad: tu alma inocente | | Allí tal
vez reposará tranquila. | | Los años vuelan y
el pesar con ellos; | | Allí se trocará en melancolía,
| | En recuerdo pacífico y sensible, | | Ese dolor que
el corazón te agita. | | Yo puedo liberarte. Óyeme,
Blanca: | | Aún tengo amigos; Aragón, Castilla,
| | Sevilla misma, auxiliarán mi empresa; | | Mil descontentos
de su rey me brindan | | Con todo su poder; Lara, Manrique,
| | Sólo esperan mi voz, todos me animan | | A volver
a lidiar... Guerra y venganza | | Contra mi hermano en su poder
respiran. | | Hoy mismo, cuando salgan del torneo, | | vendrán
conmigo a concertar el día | | Que debemos romper. |
|
|
BLANCA | ¿Y
qué...? ¿Mi esposo...? | |
|
|
|
|
ENRIQUE | Si es necesario, morirá. Es
forzoso | | Que tú seas libre; ante las aras mismas,
| | Sobre la hostia lo juré. Esta tarde, | | Al declinar
el sol, cuando sombría | | Tienda la noche su estrellado
manto, | | Yo volveré a avisarte la hora fija | | En que
libre has de ser. Tú, a alguna reja | | De las que al
Betis sobre el margen miran, | | Atenta esperarás, y
cuando un barco | | Atraviese las aguas cristalinas, | | La voz
del trovador y el son del arpa | | Te anunciarán cantando
mi venida. | |
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Escena VII
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BLANCA, DON TELLO
y DIEGO GARCÍA
|
DON TELLO | Aquí,
García, | | La inocente tenéis. |
|
|
GARCÍA |
Basta,
don Tello: | | Ya os podéis retirar. El rey me manda.
| |
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BLANCA | ¡Nuevos ultrajes siempre! ¡No hay momento | | De quietud
para mí! |
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|
GARCÍA | Siempre
la calma | | Huyó del criminal. |
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|
BLANCA | ¡Dios!
¿Hasta cuándo | | La vil calumnia me herirá?
¿No basta, | | A par del reino, arrebatarme injusto | | Mi propia
libertad, y verme hollada, | | Lejos del rey que se llamó
mi esposo, | | Por la que ser debiera mi vasalla? | | ¿No está,
tal vez, cansada mi enemiga | | De verme padecer? |
|
|
GARCÍA |
Está
cansada | | La paciencia del rey; cuando engañado | |
Cedió otro tiempo a las inicuas tramas | | Del pérfido
Albuquerque, y con su mano | | Os ciñó la diadema
soberana, | | Nunca pensó que a un tiempo con su esposa
| | La discordia en el reino penetrara. | | Vuestro alevoso amor
con D. Fadrique | | Benigno os perdonó, cual leves faltas...
| |
|
|
BLANCA | ¡Es falso, es falso! La calumnia sólo | | Pudo
inventar iniquidad tan baja. | | ¿Qué delito, decid,
he cometido | | Para que el rey jamás me perdonara?
| | Yo inocente, ¡ay de mí!, feliz vivía | | Allá
en el seno de mí dulce patria | | Con mis ilustres padres.
Sus heraldos | | vinieron en su nombre, y cuando ufana | | Firmemente
adorándole, mi dicha | | Eterna entre sus brazos figuraba,
| | Otra mujer, ¡gran Dios!, ya poseía | | El único
tesoro de mi alma... | | ¡Y soy yo criminal...! ¡Y él
me perdona...! | | Yo sin razón de su injusticia esclava...
| |
|
|
GARCÍA | Yo doy que entonces inocente fueseis, | | Blanca,
¿y ahora me diréis osada, | | Si os pruebo yo vuestro
reciente crimen, | | Que es injusta la lengua que os agravia?
| | ¿Tenéis, ahora, el corazón tranquilo? | | ¿Nada
os remuerde la conciencia? |
|
|
|
GARCÍA | ¿Nada os reconvenís? Mitad que escucha
| | El Dios de la verdad vuestras palabras. | |
|
|
|
|
BLANCA | (Aparte.) | ¡Enrique, oh Dios! |
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|
GARCÍA |
Estáis
muy agitada, | | Blanca, calmaos. Al escuchar su nombre, | |
¿Por que tu corazón se sobresalta? | | ¿Sabríais
acaso de él? |
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BLANCA | (Aparte.) | ¡Cielos!
¿Podrían | | Ya saber su intención? |
|
|
GARCÍA | (Con sarcasmos.) | ¡Ah!
Sus desgracias | | Os conmueven tal vez; tranquilizaos; | | ¿Qué?
¿No sois inocente? ¿No son falsas | | Calumnias vuestros crímenes?
¿Y ahora | | Por qué no respondéis? ¿Acaso os
ata | | La inocencia la lengua? |
|
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BLANCA | (Con dignidad.) | ¿Y
cómo puedo | | Responder a denuestos y palabras | | De
escarnio y de baldón? |
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GARCÍA | ¿Y
es eso sólo | | Lo que tanto te turba, desdichada? | |
|
|
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|
BLANCA | De un pérfido cual tú la
indigna audacia. | |
|
|
GARCÍA | (Con serenidad.) | Pérfido
es el traidor, el vil rebelde | | Que contra el rey y su señor
se alza, | | El que olvidando su deber, perjuro, | | Mueve guerra
civil contra su patria; | | El que eleva pendón en vuestro
nombre. | | Y a un vil bastardo por su rey proclama. | | Pérfida
es la infame que promueve | | Esa vil rebelión, la que
en su alma, | | Bajo el vellón de tímido cordero,
| | Del tigre encubre la traidora garra. | | ¿Dónde está
ese candor, esa inocencia | | De que tanto os jactáis?
¿Veis esta carta? | | Ella os alegrará: vuestros amigos
| | Con ella animarán vuestra esperanza. | | Lástima
es que el noble don Enrique | | No esté reunido ya con
los que aguardan | | Proclamarle por rey, los que anhelantes,
| | Por sólo daros libertad se arman; | | Los insensatos
que el infierno mismo | | A eterna muerte y perdición
arrastra. | | Vedla y negad después. |
|
|
BLANCA | ¡Fatal
desdicha! | | ¡Desventurado Enrique! Mi desgracia | | Se extiende
a ti también. |
|
|
GARCÍA | Todo
os confunde. | | ¿No os hallabais acaso preparada | | A golpe
tan fatal? |
|
|
BLANCA | (
¡Ah! ¡Ya respiro! ) | | No es para mí esta carta. |
|
|
GARCÍA |
No; esta carta | | Es Para Enrique. Mas, decid: ¿Acaso | | No
habla siempre de vos? ¿Su confianza | | No está cifrada
en la extranjera hueste | | Que por su influjo de la Francia
aguarda? | | ¿Qué? ¿No le ofrecen la corona a Enrique?
| | ¿No le ofrecen tu mano, si te salva? | | ¡Infeliz! ¡Infeliz!
Tú, sí, tú misma, | | A par del suyo,
tu sepulcro labras. | | ¡Mísero Enrique! Acaso se imagina
| | Que el rey ignora su traidora trama, | | Y mientra oculto
aquí necio se piensa, | | Ya tu mansión, su intento,
sus palabras... | | Todo patente está. Sus enemigos
| | Han penetrado ya dentro su alma. | | ¿Os turbáis otra
vez? |
|
|
BLANCA | (Aparte.) | ¡Oh,
Dios! ¡Si fuese | | Fingido este papel!... ¡Ah! Si intentara
| | Sorprenderme y saber... Decid, García: | | ¿Cómo,
por quién se os entregó esta carta? | |
|
|
GARCÍA |
¿Dudáis de su verdad? Yo os aseguro | | Vuestra duda
calmar. ¿Veis esta banda? | |
|
|
BLANCA | ¡Teñida en sangre!
¡Oh, Dios! |
|
|
GARCÍA | (Con calma.) | Prenda
de Enrique, | | Aguilar el rebelde la enviaba, | | y el triste
mensajero la traía | | Para entregar y acreditar su
carta. | |
|
|
BLANCA | ¿Y él mismo os la entregó? |
|
|
GARCÍA | (Sin alterarse.) | Sin
duda, él mismo | | Nos la entregó, cuando entregó
su alma | | Al infierno también. |
|
|
BLANCA | ¡Qué
horror! ¡Acaso | | La misma mano ensangrentada amaga | | Ya el
corazón de Enrique! |
|
|
GARCÍA | (Una pausa.) |
En
vano ahora | | Los hechos negarás con tus palabras:
| | Harto sabidos son y en vano fuera | | Por más tiempo
fingir. Óyeme, Blanca: | | Tú ves en mí
tan sólo un enemigo, | | Digno ministro de mi altiva
hermana; | | Tú imaginas que gozo en tu desdicha, | |
Que vengo ansioso aquí para amargarla. | | Pues no,
te engañas: mi venida es otra, | | otro mi intento;
tu única esperanza | | Se cifra en mí no más.
Sí, yo he venido | | Sólo para salvarte. |
|
|
BLANCA |
¿Mi
esperanza | | Sólo se cifra en ti? ¡Pérfido!
¿Intentas | | Deslumbrarme, tal vez? ¡Ah! Tus palabras | | Son
astutas y falsas: son floridas | | Como el sendero del infierno.
|
|
|
GARCÍA | Acaba;
| | Desahógate, sí: bastante tiempo | | Aquí
exhalaste en lágrimas calladas | | Tu penoso dolor.
Justo es ahora, | | Que libre puedas desahogar tus ansias.
| | Óyeme, por tu bien; mayor tormento, | | Desventura
mayor, Blanca, te aguarda, | | Si no escuchas mi voz. |
|
|
BLANCA |
¿Y
qué tormento, | | Qué desdicha mayor, puede mi
alma | | Padecer que tu vista? |
|
|
GARCÍA | (Con frialdad.) | ¿Qué?
La muerte. | |
|
|
BLANCA | Ella me librará de mis desgracias
| | A par de tus insultos. |
|
|
GARCÍA | No;
la muerte | | Yo sé que acaso el infeliz la ansía.
| | Sé que jamás se estremeció turbado
| | Un corazón valiente al arrostrarla. | | Mas no es
la muerte por que el triste anhela | | El espantoso fin que
te amenaza; | | Es la muerte cruel, ignominiosa, | | Lenta, bárbara,
atroz, acompañada | | De tormentos horribles, de agonía,
| | Cubierta del oprobio que arrebata | | Hasta el placer efímero,
muriendo, | | De inspirar compasión, la que acompaña
| | La amarga pena de dejar al mundo | | Indigna, vil y sempiterna
fama. | | Tú, ante tus ojos, mirarás a Enrique
| | Morir penando en angustiosas ansias, | | Mientras maldita
por el pueblo entero | | Como adúltera... |
|
|
BLANCA | ¡Oh,
Dios! ¡Ah! ¿No bastaba | | La muerte sólo por castigo
mío? | | ¿Era forzoso, aún, añadir la
infamia? | |
|
|
GARCÍA | He aquí la muerte que te espera,
muerte | | Que aún, puedes evitar: tus dulces gracias,
| | Tu amable juventud, tu desventura, | | Todo en mi corazón
por ti me habla. | | Tú amas a Enrique; pero Enrique
en vano | | Presume libertar la que idolatra. | | Tú tienes
ambición; tal vez deseas | | Lograr del rey y tu rival
venganza, | | Volver de nuevo al esplendor perdido | | Y el cetro
augusto asegurar de España. | | Yo te puedo auxiliar;
triunfo y corona | | Partiremos los dos: yo te amo, Blanca.
| | Todo lo ignora el rey; yo, únicamente, | | Sé
donde Enrique está, sé de esta carta, | | Y nunca
al rey la mostraré, si ofreces | | Callar, ceder, cumplir
con mi demanda; | | Y yo te doy la libertad, la vida, | | Mi
corazón... | (Se acerca a BLANCA y trata de arrebatarle
una mano.) |
|
|
|
GARCÍA | (Con frialdad.) | Cálmate,
Blanca; | | Siento piedad por ti, tú eres hermosa, | | Y la muerte es cruel; tal vez mañana | | Serás
cadáver ya; sí, considera | | Tu respuesta mejor;
cálmate, Blanca. | |
|
|
BLANCA | Tranquila estoy: mi corazón,
García, | | Sólo se turba atónito a tu
infamia. | | ¡Huye, monstruo, de mí! |
|
|
GARCÍA |
Blanca,
¿deliras? | | Piensa en las dichas que el vivir te guarda;
| | Piensa que están tu libertad, tu vida, | | Pendientes
de mi voz: tiembla, si agravias | | Al que te ofrece tanto.
Un solo premio, | | Y el trono mismo ocuparás de España,
| | Augusta Reina, independiente, libre; | | Yo te lo juro por
mi honor y espada. | | Ya no exijo tu amor, tu nombre ahora
| | Sólo exijo de ti; cédeme, Blanca: | | Aquí
la dicha y el placer te esperan, | | Allí la muerte
y el dolor te aguardan. | | Nada hay ya que dudar: elige y
tiembla. | |
|
|
BLANCA | Tu odiosa vista con horror me espanta, | | Tu corazón está más corrompido | | Que
el aire del sepulcro. ¡Alma villana! | | Vuélvete al
rey, inventa tus calumnias, | | Cubre mi nombre con eterna
infamia, | | Y apresura mi muerte: yo no tiemblo. | |
|
|
GARCÍA |
Tú, pues lo quieres, morirás. Mi alma | | He
mostrado ante ti; la muerte sólo, | | Una vez dicho,
mi secreto guarda, | | Si alguno lo escuchó. |
|
|
BLANCA |
Basta,
García; | | Basta de insultos ya. | (Vase.) |
|
|