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Blanca de Rossi: tragedia en cinco actos

María Rosa Gálvez



PERSONAJES
 

 
BLANCA DE ROSSI.
FELICIA,   dama suya.
ACCIOLINO,   conquistador de Bazano.
BAUTISTA,   esposo de Blanca.
GENARO,   padre de la misma.
LEOPOLDO,   General de Acciolino.
ALBERTO,   Senador de Bazano.
Comparsa de guerreros de Germania.
Comparsa de nobles.
Comparsa de soldados.
Comparsa del pueblo de Bazano.
 

La acción es en la ciudad del mismo nombre: empieza por la tarde, y acaba al amanecer del día siguiente. Traje del tiempo de las Cruzadas. Todos los actores, a excepción de LEOPOLDO, ALBERTO y las comparsas, llevan la cruz en armas y manto.

 




ArribaAbajoActo I


Escena I

 

El teatro representa gran plaza de Bazano: el telón del foro será de varios edificios con un arco en medio, por cuyo hueco se verá en lontananza una de las puertas de la ciudad incendiada a su tiempo. Templo magnífico a la derecha con entrada practicable: en su inmediación ancianos, mujeres y niños consternados. GENARO en medio de ellos.

 
GENARO
Elevemos a un Dios omnipotente
nuestros humildes ruegos. Si a la patria
no pueden socorrer en su conflicto
el débil sexo, ni la edad cansada,
los clamorosos votos al Eterno5
imploren en favor de nuestras armas.
¡Oh tristes ciudadanos! ved el fruto
de la guerra civil, de aquella infausta
discordia horrible que vosotros mismos
habéis fijado en la infelice Italia. 10
Eternamente la ambición y el odio
harán nacer el duelo y la desgracia;
y por siempre también los enemigos,
a merced de tan tristes circunstancias,
triunfarán de nosotros. Acciolino, 15
al frente de las huestes de Germanía,
juró nuestro exterminio; ha conquistado
este fértil país, y las murallas
de esta ciudad en vano a sus victorias
oponen el valor, y la constancia,20
oprimidos del odio y de la guerra,
asolados los campos, destrozadas
las invencibles tropas, ¡ay! en vano
queremos evitar nuestra desgracia.
Dios sólo puede hacerlo: entrad al templo25
en tanto que la suerte de las armas
fija nuestro destino, y del asalto
sabemos el horror o las ventajas.
 

(El pueblo entra en el templo.)

 
GENARO

 (Solo.) 

Todos temen la imagen espantosa
de nuestra esclavitud; ansiosos claman30
la viuda triste, el huérfano, el anciano
que sus hijos perdió, sus hijos... Blanca,
yo soy padre también, y tu peligro
me llena de terror: virtudes, gracias,
hermosura y valor son tus adornos. 35
¡Oh cuántas veces de mi edad anciana
apoyo fuiste, gloria y alegría!
¡Oh con cuánto placer te vi enlazada
al ilustre Bautista, ese guerrero,
que con su ejemplo y su invencible espada40
defiende en estos muros nuestras vidas!
¡Ah! si la suerte acaso me prepara
el dolor de perderos, sí en vosotros
llego a ver sepultar mis esperanzas,
¿Para qué padre fui? Pero el estruendo45
y el tropel pavoroso de las armas
se acerca hacia este sitio.
 

(Ruido dentro.)

 


Escena II

 

GENARO, BAUTISTA, Guerreros con la espada desnuda.

 
GENARO
¡Oh Dios! Bautista,
¿Adónde vas?
BAUTISTA
A defender la patria,
o perecer con ella.
GENARO
¿Los contrarios
han vencido?
BAUTISTA
Jamás; mientras mi espada
50
desnuda brilló, y mi furor la esgrima.
De Acciolino las huestes rechazadas
dos veces, del asalto abandonaron
la inaccesible empresa; avergonzada
la altiva presunción de ese caudillo,55
viendo que sus esfuerzos se estrellaban
en nuestra valerosa resistencia,
las máquinas previene; a las murallas
acerca los arietes destructores;
yo, dejando las puertas custodiadas,60
voy a impedir que la invención consiga
lo que el valor no pudo; nuestra saña
destrozará sus máquinas astutas,
y sobre los guerreros, cuya audacia
se atreva a conducirlas, lanzaremos 65
mil géneros de muertes; dardos, lanzas,
fuego de combustión, enormes rocas,
desde los altos muros desplomadas,
sepultarán los barbaros contrarios;
y al pie de nuestros muros su arrogancia,70
su tesón, y también nuestra victoria,
dejarán con su sangre señalada.
GENARO
Todo de ti lo espero: mas mi hija,
tu esposa, ¿dónde esta?
BAUTISTA
Mi amada Blanca
cumple con su deber; lidia animosa,75
infundiendo a las tropas su constancia.
a imitarla volemos compañeros;
este es el día de salvar la patria.
 

(Se va con los guerreros.)

 
GENARO
Espera... Pero ¡oh Dios! aquellos golpes,
 

(Golpes lejanos de tarde en tarde, que no impidan oír la representación.)

 
que lejanos se escuchan, mi esperanza80
destruyen con el eco del espanto;
de los arietes son; a las murallas
ya los pudo acercar el enemigo...
tarde llegas, Bautista; tarde tratas
de impedir la ruina. Los cimientos85
de nuestros edificios, ¡ay! las altas
torres, y la soberbia arquitectura
de mi antiguo palacio contrastada
veré temblar; y en breve a vista mía
el muro combatido por la saña90
de la guerra feroz, a los impulsos
del rigor cederá: siento exaltadas,
mis abatidas fuerzas por el riesgo.


Escena III

 

GENARO, BLANCA armada, Guerreros de Bazano.

 
GENARO
¡Qué miro! Estos guerreros... ¡ah! mis plantas,
aunque lo impida el peso de los años,95
los seguirán donde el valor me llama.
Amigos, escuchad; al lado vuestro
conducidme al combate;
 

(Los comparsas hacen lo que dicen los versos.)

 
mas la espalda
me volvéis... Sólo tú compadecido
contemplas mi dolor... ¿Te vas?... Aguarda... 100

  (A BLANCA, que se detiene, hace un movimiento de dolor hacia su padre, y se va con los comparsas.)  

En vano los detengo; de un anciano
el débil brazo, inútil a las armas,
excita su abandono. ¡Oh Dios eterno!

 (Se arrodilla en las gradas del templo.) 

Ante tu trono mis angustias claman.
En favor de este pueblo desdichado;105
tu poder lo defienda; el hombre es nada
sin tu auxilio y tú sólo sus esfuerzos
puedes hacer triunfar de la desgracia.


Escena IV

 

ALBERTO con la espada desnuda, GENARO, que se levanta al verlo.

 
ALBERTO
Infelice Genaro, aquel caudillo,
que a defender el muro se adelanta...110
GENARO
¿Quién es, Alberto? Di.
ALBERTO
No es necesario:
Ya es la ciudad despojo de la rabia
del furioso Acciolino; y nuestros pechos
son la sola defensa de la patria.
Ese ilustre guerrero, que ahora vuela115
adonde logre eternizar su fama,
el cuidado me encarga de tu vida;
yo vengo a que, encerrado en la sagrada
mansión del templo evites el peligro;
donde nunca Acciolino...
GENARO
Alberto, calla.
120
Tu compasión me insulta, y el cuidado
de ese noble guerrero, ¡oh Dios! me infama.
¡Ah! ¿qué importa mi vida, cuando todo
perece en este día? Si humillada
esta ciudad, despojo miserable125
llega a ser de un tirano, si de Blanca
la suerte ignoro, di, ¿qué habrá en el mundo
que me obligue a vivir?
ALBERTO
Esa hija amada.
GENARO
Llévame donde está.
ALBERTO
No; que pudiera
el riesgo de su padre intimidarla.130
Si en vano nuestros brazos se opusieren
al furor de las huestes de Germanía,
yo te ofrezco salvar esa heroína
del general peligro; asegurada
la conduciré al templo, y en tus brazos135
lloraréis juntos la común desgracia.
GENARO
Alberto, yo me rindo a tu promesa
y a la necesidad; socorre a Blanca,
y a este anciano infelice compadece,
que no tiene en la tierra otra esperanza.140

 (Se entra en el templo.) 

ALBERTO
A mi valor ninguna ya le queda:
obstinados perecen con las armas.
en la mano mis fuertes compañeros.
¡Ah! si por mi prudencia se guiaran
no venciera Acciolino con ardides. 145
 

(Se ven arder las puertas de la ciudad.)

 
Pero, ¡oh Dios, qué estoy viendo! Sí; las llamas
ya consumen las puertas, que dejaron
por defender el muro descuidadas:
cierta es la desventura; el humo, el fuego
la destrucción anuncian; mas mi espada 150
impedirá...


Escena V

 

Se ven caer las puertas: ACCIOLINO, LEOPOLDO y sus tropas entran por ellas con las espadas desnudas, ALBERTO.

 
ACCIOLINO
Soldados, ya vencimos
la obstinación, la bárbara constancia
de estos hombres feroces: que la muerte
a ninguno perdone; de mi saña
sufran todo el rigor; ese atrevido155
será la primer víctima.

  (Señalando a ALBERTO.)  

ALBERTO
Bien cara
os venderé mi vida.
LEOPOLDO

 (A los comparsas.) 

Deteneos.
Acciolino, ¿qué intentas? Tu venganza
en estos infelices habitantes
te cubrirá de oprobio; derramada160
su sangre, contra ti clamará al cielo;
perdona generoso.
ACCIOLINO
¡Ah! que mi rabia
me recuerda los bárbaros estragos
que han sufrido mis huestes: la obstinada
resistencia que ha opuesto mis esfuerzos 165
la ciudad de Bazano, de mi gracia
la hace indigna.
LEOPOLDO
El ilustre Federico,
Emperador glorioso de Germanía,
tu Soberano y mío, a la clemencia
siempre inclinó su pecho; y esta mancha170
de crueldad, con que intentas que sus tropas
queden de la victoria avergonzadas,
te hará merecedor de su castigo.
ACCIOLINO
Leopoldo, solo puede de mi fama
el lustre contenerme. Ciudadano, 175

 (A ALBERTO.)  

al pueblo haz entender, que si las armas
deponen a mis pies en el momento,
y a discreción se rinden, aplacadas
mis iras quedarán.
ALBERTO
Voy al instante.

 (Aparte.) 

Por si a Bautista oculto, y salvo a Blanca.180
 

(Se va.)

 


Escena VI

 

ACCIOLINO, LEOPOLDO, Guerreros.

 
ACCIOLINO
Leopoldo, que jamás en mis oídos
penetren por tu voz las amenazas
del supremo poder de Federico;
bien sabes tú que a doblegar no bastan
mi corazón el premio ni el castigo, 185
y que el Emperador, más de mi espada
necesita, que yo de su corona.
LEOPOLDO
Porque no manches tu victoria...
ACCIOLINO
Basta.
Ya has visto mi piedad; pero no puedo
perdonar de un guerrero la arrogancia190
que defiende los muros: ve al instante
a prenderlo o matarlo; la nevada
cimera del plumaje, el rojo manto,
y el pavor, más que todo, que sus armas
a mis huestes inspiran, lo distingue.195
LEOPOLDO
Para servirte corro a la muralla.
 

(Vase con parte de los soldados.)

 
ACCIOLINO
¡Oh cuánto cuesta a mi valor altivo
la furia reprimir! Toda mi saña
se despierta a la voz de la obediencia.
¿Acciolino obedece?... No; que manda; 200
manda en un Soberano, que asegura
su cetro en el impulso de esta espada;
en su ejército impera, y ya domina
en el vasto recinto de esta plaza,
que inútilmente a mi rigor se opuso. 205
¿Pero no es este el templo en que de Blanca,
de la hija de Genaro, el himeneo
se celebró en mi afrenta? No me engañan
mis ojos: sí; aquí mismo de Bautista
coronó con su mano la esperanza:210
y entonces yo ultrajado, aborrecido...
¡Ultrajado Acciolino, y no se baña
en sangre y exterminio! Al templo entremos;
cuantos sus vidas tienen resguardadas
en ese sacro asilo, a mis rencores 215
víctimas de mi agravio mueran; caiga
después ese edificio desplomado
en polvo y destrucción hasta mis plantas.
Venid, soldados; ni la edad ni el sexo
cobarde, engañador, de nuestra rabia220
se pueda libertar; será su tumba;
el mismo asilo que sus vidas guarda;
y el que fue monumento de mi ultraje,
trofeo venga a ser de mi venganza.


Escena VII

 

DICHOS, GENARO y pueblo a la puerta del templo.

 
GENARO

 (Al pueblo.) 

Salgamos; que el estruendo... mas ¡qué veo! 225
Ya todo está perdido.
ACCIOLINO

 (A GENARO.) 

Él es: repara,
miserable caduco, en Acciolino;
tiembla al ver el furor con que amenaza
tu existencia: yo soy aquel amante
que desprecio por tus consejos Blanca.230
Conóceme; ha llegado de vengarme
la hora por mi rencor tan suspirada.
GENARO
Y el momento feliz en que mi muerte
termine de una vez mi tolerancia.
La vida me es odiosa; está perdida 235
para siempre la gloria de mi patria;
no dilates el golpe; yo soy sólo
de tus agravios la primera causa;
pero perdona a un pueblo que inocente
no mereció tus iras; no me espanta 240
la vista del sepulcro, si le otorgas
a mis últimos ruegos esta gracia.
ACCIOLINO
¿Adónde esta tu hija?
GENARO
Yo lo ignoro:
quizá habrá perecido.
ACCIOLINO
No me engaña
tu fingido dolor...
 

(Ruido de armas dentro.)

 
Pero ¿qué estruendo
245
el combate renueva? ¿Quién la audacia
tiene de resistirme?


Escena VIII

 

DICHOS, BLANCA lidiando con LEOPOLDO y sus soldados.

 
LEOPOLDO
Temerario,
no te defiendas más; deja la espada;
Oh si no mi valor...
 

(Al golpe de LEOPOLDO cae el morrión de BLANCA, dejándola descubierta.)

 
ACCIOLINO

 (Interponiéndose.) 

Tente, Leopoldo:
Respete una deidad.
BLANCA
¡Mísera Blanca!
250
Ya no hay remedio, padre.
GENARO
Hija querida,
ten presentes tu honor y tu constancia.
LEOPOLDO

 (Confuso.) 

Acciolino, mi engaño... ¿Quién creyera
que tan bizarra acción...
ACCIOLINO
No digas nada;
y admira como yo de su semblante 255
la hermosa majestad que excede a Palas.

 (A BLANCA.) 

¿Y eres tú la que opone tanto brío
al invencible corso de mis armas?
BLANCA
Yo defiendo estos muros; nací en ellos,
cumplo con el deber de ciudadana. 260
ACCIOLINO
Y qué, ¿siempre enemiga de Acciolino
serás a mi despecho? ¿No te basta
vencer mi corazón con tu hermosura,
sino que también quieres, inhumana,
que tu valor dispute mi victoria? 265
No lo conseguirás, mujer ingrata:
ese ademán guerrero, esa osadía,
ese sudor, marcial, con que se baña
tu halagüeño semblante, me renueva
tu desprecio, y me acuerda mi venganza. 270
BLANCA
Este es mi pecho; hiere.
ACCIOLINO
Tu hermosura
Segura está del golpe de mi saña;
pero tu padre no, ni ese vil pueblo;
su altivo orgullo pertinaz, la osada
resistencia que hicieron a mis huestes 275
no pueden expiar, si no derraman
su sangre ante mis ojos.
BLANCA
No, Acciolino,
te ciegues del furor que te arrebata.
Todos son inocentes e infelices;
fieles a los deberes de la patria, 280
a su noble caudillo obedecieron;
y si esta obligación no les bastara,
de Bautista el ejemplo...
ACCIOLINO
¿Y tú te atreves
a proferir el nombre que me agravia?
¿Adónde está? ¿Qué es de él? ¿Respira acaso? 285
BLANCA
Mi esposo existirá, pues vive Blanca.
ACCIOLINO
Tu esposo... ¿y tu le adoras?... ¿A qué espero?

 (En ademán de herirlo.) 

Detestable Genaro, tú eres causa
de un amor que me ofende, y en tu vida...
BLANCA

 (Interponiéndose.) 

¡Ah! no, Acciolino; escúchame, repara 290
que es mi padre ese anciano; si te ha sido
en algún tiempo mi memoria grata,
perdónalo; no tiene en tu desaire
culpa alguna...
GENARO
¿Qué dices, insensata?
No te humilles por mí, ni tus extremos 295
el furor del tirano satisfagan.
ACCIOLINO
¿Tú me insultas, osado?

 (En ademán de herirlo.) 

 

(LEOPOLDO se interpone.)

 
LEOPOLDO
No se tiña
tu ilustre acero con la sangre helada
de ese mísero anciano.
ACCIOLINO
Yo...


Escena IX

 

DICHOS, ALBERTO y Guerreros de Bazano desarmados.

 
ACCIOLINO
¿Qué es esto?
ALBERTO
Esto es, que confiando en tu palabra 300
de Bazano los nobles habitantes,
y cediendo también a su desgracia,
a discreción se rinden desarmados.
Concede a nuestra firme confianza
el honor y las vidas: ya perdimos 305
nuestro caudillo, ¡oh Dios! de la muralla
por defender las puertas del incendio
se arrojó despechado, y su bizarra
resolución costándole la vida,
con Bautista murió nuestra esperanza. 310
BLANCA
¡Cielos, perdí a mi esposo! ¡Oh padre mío!
 

 (Se apoya en los brazos de su padre.) 

GENARO
¡Oh dolor! ¡oh hija mía desgraciada!
ACCIOLINO

 (Aparte.) 

Ha llegado a su colmo mi ventura;
ya no tengo rival, y desarmadas
están todas mis iras a la vista 315
de este precioso llanto. Mi palabra

 (A ALBERTO.)  

de vuestro honor y vidas el indulto
os concede y confirma; sí; ya basta
de estragos y de muertes. Tú, Genaro,
libre estás de mi enojo; goce Blanca 320
del paternal amor; vive tranquila,
mujer tan admirable como ingrata;
y piensa que si pierdes un esposo,
te ofrece un héroe reparar su falta.
BLANCA
Nunca será Acciolino.
GENARO
Vamos, hija,
325
que más su piedad temo que su saña.
 

(Se va con BLANCA.)

 
ACCIOLINO
¡Implacable Genaro! Pero al tiempo
cede la obstinación. A las murallas

 (A LEOPOLDO.)  

vuelve, Leopoldo, y haz que mis soldados
vigilantes en torno de esta plaza 330
aseguren el campo, de las puertas
reparen ruina; y sin tardanza
que busquen el cadáver de Bautista
y con fúnebre pompa, si se halla,
quiero que se sepulte en mi presencia. 335
Ve con Leopoldo tú,  (A ALBERTO.)  que de su infausta
muerte has sido testigo.
ALBERTO

 (Aparte.) 

Mi cautela
frustrará tus astucias inhumanas.
 

(Se va con LEOPOLDO.)

 
ACCIOLINO
Vosotros, habitantes de Bazano,
a ocupar volveréis vuestras moradas 340
en paz por mi piedad. En sus semblantes
su rencor implacable se retrata:
 

(El pueblo se retira con abatimiento.)

 
Yo los perdono, y ellos silenciosos
ni mi clemencia ni mi nombre aclaman.
Pero si temen mi poder, ¿qué importa 345
el débil odio que en sus pechos guardan?
Aborrézcanme todos; sólo aspiro
a conseguir la posesión de Blanca;
y si el amor no basta a persuadirla,
la fuerza triunfará de su constancia. 350
 

(Se va con sus soldados.)

 



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