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Boletín (Asociación Española de Amigos del IBBY)

Año V, núm. 7, junio 1987

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ArribaAbajo Reflexiones sobre el cuento de las buenas noches

Martha Ragazzi


El fin de la vigilia y el reencuentro del niño con el sueño representa un momento, que predispone su conducta, no sólo durante el período onírico, sino también de la próxima jornada.

El cuento de las «buenas noches» tiene por objeto (entre otros) satisfacer las necesidades afectivas del niño y llevarlo a una situación de relax ideal para esa circunstancia. Es necesario que su contenido reúna las condiciones de un nexo armónico. Rescate lo positivo del pasado y ofrezca confianza en el devenir. Este aspecto es de suma importancia, sobre todo en la etapa de los terrores nocturnos y, por ende, en etapas posteriores.

Si una narración aborda un tema violento, penoso y conflictivo, transmite una carga negativa y perturbadora que desvirtúa la acción del narrador y altera su objetivo.

A la misma clasificación de descartables pertenece el miedo, por ser un elemento distorsionador del proceso natural que media entre la somnolencia y el sueño. En lo inmediato, provocando un aumento en la descarga de adrenalina y el deseo de evasión ante situaciones desagradables, el niño se refugia en el sueño como un modo de resolver el problema. En lo mediato, la carga de angustia que conlleva y la carencia de proposiciones e iniciativas hacen suponer sus efectos secundarios. Insistiendo sobre este mismo punto, se llega a la conclusión de que si algo o alguien produce miedo es porque se lo percibe como peligro real o latente. Tomemos como ejemplo varios personajes de la literatura infantil: el ogro (símbolo de la antropofagia), el lobo, la ballena, son realidades que se mueven en una historia fantástica. Por otra parte, no debemos olvidar la capacidad de asociación del niño, para el que personajes como la bruja, el hombre de la bolsa, cuco, coco, etc., pueden ser fácilmente relacionados con individuos que lo cruzan cotidianamente.

Otro elemento que debe ser manejado con mucha cautela es el de la solución mágica. Que una historia sea fantástica no quiere decir que deba carecer forzosamente de lógica. El hecho de concebir un argumento en la fantasía, no excluye que esté dotado de razonamiento   —5→   y que para desarrollar ese razonamiento, sean necesarias las leyes, y modos de la lógica. Si el conflicto se resuelve gracias al toque de la varita mágica o a la fuerza sobrenatural de un personaje, debe quedar claro que todo el desarrollo de la historia pertenecía al mundo mágico. Esa es, precisamente, la finalidad de la «introducción». En ella, el narrador presenta los personajes y el medio en el que han de actuar. Estos personajes y su medio pueden ser tomados de la fantasía o de la realidad, poco importa. Lo que sí debe tenerse en cuenta es que la presentación, el desarrollo de la historia y su conclusión coincidan en el plano elegido. Si el o los personajes se mueven en un plano fantástico, la conclusión debe ser igualmente fantástica. Del mismo modo que a un plano real corresponde una conclusión acorde.

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Il. Maurice Sendak. Osito, de E. H. Minarik. Madrid: Alfaguara, 1980.

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Supongamos que el personaje de nuestra historia es un niño. Si lo hacemos actuar en un medio irreal, ese niño deberá reunir una serie de características irreales para poder sobrevivir y manejarse en ese medio. De ese modo podemos permitirnos que frente a los acontecimientos y dificultades que le toquen sortear, encuentre ayuda o apoyo en la solución mágica. Si, por el contrario, el medio en el que se mueve pertenece al plano de la realidad, el narrador deberá esforzarse para que las distintas situaciones se resuelvan con los elementos propios del ambiente presentado.

Por último, me referiré al elemento hipertenso. Este elemento está íntimamente relacionado con el desarrollo de la historia. Del mismo modo que la sucesión de acontecimientos desgraciados provoca una resistencia excitante, la secuencia de sucesos hilarantes trae como consecuencia la exaltación. Esto no significa su exclusión automática, sino calcular con precisión literaria su ubicación y duración en el texto. El ideal es situarlo en la primera parte de la historia hasta llegar al clímax y, a partir de allí, mantener el interés haciendo alusión a la situación o situaciones mencionadas sin recurrir a la repetición o elaboración de otras similares. De lo que se deduce que toda historia debe estar convenientemente programada para controlar los límites que suscita su interés. No olvidemos que nos estamos refiriendo al cuento de las «buenas noches».

Marta Ragazzi.
Profesora en Letras. Expositora en Jornadas de Literatura Infantil.
Autora de cuentos publicados en el Suplemento Infantil del diario La Nación.



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