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Boletín de la Academia Argentina de Letras

Tomo LXV, Enero-Junio 2000, núm. 255-256

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ArribaAbajo Victoria Ocampo en la correspondencia de Werner Bock a la Condesa de Keyserling1

Lila Bujaldón de Esteves


  —9→  

Los momentos de intensas relaciones culturales entre la Argentina y Alemania no son numerosos a lo largo de la historia cultural de nuestro país, pero gracias a la importancia de las personalidades que fueron sus protagonistas constituyen hitos relevantes y de múltiples e insospechadas ramificaciones. En la primera mitad del siglo XIX basta con mencionar las lecturas «iniciáticas» de Goethe y Schiller hechas por Esteban Echeverría en París, quien al regreso encarnó pioneramente en su vida y obra literaria los ideales del Romanticismo. A partir del último tercio del mismo siglo Ernesto Quesada llevó adelante una ciclópea tarea de acercamiento científico entre la joven nación americana y la vieja Prusia. En este caso resultó visiblemente   —10→   más beneficiado el polo extranjero con la donación del archivo y cuantiosa biblioteca de los Quesada al Estado de Prusia. Con la piedra fundamental constituida por este riquísimo acervo bibliográfico se inició el centro europeo más importante para las investigaciones sobre Latinoamérica, que hoy sigue existiendo con el nombre de Instituto Iberoamericano de Berlín2.

En los primeros decenios del siglo XX la presencia alemana en la Argentina viene de la mano de la filosofía y con la intervención personal de un español, José Ortega y Gasset. Ambas aseveraciones se corporizan en las lecturas del Conde de Keyserling que Victoria Ocampo realiza por consejo del español a mediados de la década del 20. Doctrinas vitalistas, incorporación de principios filosóficos orientales, crítica al racionalismo europeo y a la orientación de nuestra civilización, manejo de las teorías sobre los ciclos culturales del hombre, valoración del «sentido» como principio y fundamento de todo ser y devenir, son algunas de las ideas que conforman los numerosos libros del Conde. Con el trasfondo de la primera posguerra, franceses como Ernest Seillière y Henri Massis atacaron encendidamente las ideas de Keyserling a través de libros de títulos transparentes, como Les pangermanistes d’après guerre o Défense de l’Occident. Dicha polémica franco-germana se reprodujo en la Argentina y los argumentos franceses fueron difundidos entre los que veían a Keyserling como un enemigo de la latinidad, mezcla de civilización   —11→   greco-latino y cristiano-católica. La gran circulación de las obras de Keyserling en Buenos Aires quedó resumida en estas palabras de Francisco Romero: «Del mismo modo que habíamos sufrido una larga ‘spenglerización’, es lícito temer que la lectura y comentario continuos de Keyserling se tomen como un pretexto para desconocer el resto»3.

El interés intelectual de Victoria Ocampo, que pareciera culminar con la visita de conferencias del alemán en 19294, continuó sin embargo por décadas, no ya con el signo de una admiración incondicional, sino con un fuerte sesgo polémico. En la polémica en torno a la figura y la filosofía de Keyserling intervinieron no solo intelectuales allegados a la creadora de Sur, sino otros latinoamericanos de las orientaciones políticas más diversas5. Desde este lado del Atlántico la mención de Keyserling y sus obras siguió ocupando un lugar en revistas, manuales, diccionarios, historias de la cultura y de la literatura, mientras que en Europa sobrevivió muy poco tiempo a su muerte, acaecida en 1946.

En el marco de esta especial y prolongada recepción que tuvo Keyserling en la Argentina se inscribe la correspondencia   —12→   entre Werner Bock y la viuda de Keyserling, hallada en el Archivo destinado al filósofo en la Biblioteca Pública y Universitaria del Estado alemán de Hesse. La veintena de cartas que W. Bock envía a la Condesa de Keyserling cubre toda la década del 50; se inicia desde la Argentina y finaliza entre Suiza y Austria, lugar de residencia final de ambos interlocutores. Victoria Ocampo es un tema reiterado y central en ellas hasta 1958, es decir, mientras dura la permanencia de W. Bock en Buenos Aires.

Pero el prefacio de esta relación epistolar ha quedado también documentado en un par de cartas, esta vez dentro del suelo alemán, entre Werner Bock y el Conde de Keyserling, bajo las circunstancias apremiantes de la emigración a la Argentina por causa del Nacional Socialismo. Los Bock de Giessen pertenecían a las familias judías de la ciudad, pero por su perfil socio-cultural puede caracterizárselos ya desde la generación de los abuelos como «judíos asimilados», según la terminología utilizada para diferenciarlos de los judíos «tradicionalistas» u «ortodoxos» del Este de Europa. Entre los «asimilados», las tradiciones religiosas y lengua bíblica han sido suplantadas por una fuerte identificación con la patria alemana, su historia, idioma y cultura. El padre, Alfred (1859-1932), había sido un reconocido escritor regionalista; el hijo Werner (1893-1962) obtuvo numerosas condecoraciones en la Primera Guerra Mundial. Después de exitosos estudios universitarios en filosofía, Werner intenta dedicarse a escribir, pero -según testimonios personales- las exigencias de otras tareas comerciales le impidieron hacerlo con la dedicación que hubiera querido. No obstante ello, en 1935, bajo el imperio del Nacional Socialismo, es excluido de la Cámara de escritores del Reich por su origen judío. Desconocemos las causas que permitieron la vida de los Bock en Alemania hasta después   —13→   de comenzada la Segunda Guerra Mundial, que había estallado a mediados de 1939. A comienzos de noviembre de 1939 Werner Bock tiene ya preparadas las valijas para abandonar Giessen rumbo a la Argentina junto a su esposa e hijo. En estas circunstancias escribe a Keyserling, recordándole la amistad por su padre Alfred y la propia participación en anteriores jornadas de la Escuela de la Sabiduría, instituidas por el filósofo. El motivo de su carta es pedirle una orientación en el mapa cultural de aquel lejano país al que se dirige, tanto para su actividad intelectual como para la educación del hijo que lo acompaña. El texto de las Meditaciones Suramericanas es en esta carta de 1939 el testimonio literario al que W. Bock apela para recordar al Conde las relaciones que lo unen con la Argentina.

Dr. Werner Bock

Giessen, 9 de noviembre de 1939

Marburgerstr. 5

Muy estimado Sr. Conde6:

Como hijo del fallecido escritor Alfred Bock y como huésped habitual de tempranas jornadas de Darmstadt me permito presentarle el siguiente pedido:

Pienso trasladarme próximamente con mi familia a Buenos Aires. A partir de sus Meditaciones Suramericanas7 es que conozco que a Ud. lo unen también con la Argentina   —14→   relaciones espirituales que quizás le posibilitarían darme una indicación sobre dónde podría dirigirme llegado el caso para seguir cultivando intereses filosóficos y científicos. Le hago este pedido a Ud. sobre todo a causa de la continuación de la educación de mi hijo Ernst Franz, quien era condiscípulo de su hijo Arnold en Bad Godesberg y en su momento recitó el prólogo de una pieza flamenca, en la que su hijo actuaba como figura protagónica.

Espero no serle inoportuno con mi pedido y en la seguridad de mi especial admiración y agradecimiento sigo siendo

Su afectísimo,

Werner Bock



La respuesta no se hace esperar y, después de hacer la salvedad de que su paso por la Argentina data ya de diez años atrás, Keyserling menciona como referentes para los temas filosóficos a Emilio Ravignani y Coriolano Alberini; como universidades importantes, junto con la de Buenos Aires, a la de La Plata y Córdoba. En Tucumán recuerda al por entonces joven Terán, también conocedor de su obra.

Siempre W. Bock mencionó una carta de recomendación de Keyserling como talismán que lo acompañó en la peripecia emigratoria, junto a los manuscritos del Diario de su padre. Dado que no ha sido hallada ninguna otra, suponemos que se trata de la que transcribimos a continuación.

Schönhausen an der Elbe

20.XI.39

Muy apreciado Sr. Bock

Recién hoy me fue remitida su carta del 9, cambio de secretaria etc.

  —15→  

Dado que ya hace exactamente 10 años que estuve por última vez en Argentina, por eso difícilmente le puedo aconsejar algo concreto. En mi época los principales filósofos en Buenos Aires eran Ravignani y Alberini. A éstos puede transmitirles mis saludos. También ... ....8 encontrará Ud. allí puertas abiertas; cuando les cuente que Ud. estuvo antes alguna vez en Darmstadt, que yo tenía en gran estima a su padre, y que Ud. estuvo en contacto epistolar conmigo sobre la cuestión.

Lo que vale para Buenos Aires ....9, vale también para La Plata y Córdoba, que como universidades -creo yo- son mejores. Pero sin embargo la más grande vida intelectual se centra en Buenos Aires. Si el destino lo desvía a Tucumán, entonces salude de mi parte al muy talentoso filósofo y conocedor de mis obras Terán. Él era una persona joven por lo que seguramente debe vivir todavía.

Y entonces suerte en el viaje.

Su afectísimo

Hermann Conde de Keyserling



El mes de agosto de 1951 en que se inicia la correspondencia entre W. Bock y la Condesa de Keyserling es muy significativo como hito de la recepción «póstuma» del filósofo alemán en la Argentina. Hitos anteriores fueron su visita a nuestro país en 1929 y la posterior edición en español   —16→   de las Meditaciones Suramericanas, en 1933, con los numerosos ecos y refutaciones apasionadas que suscitaran hasta varios años después. La aparición póstuma del segundo tomo de las memorias de Keyserling en español, Viaje a través del tiempo, en 1951, es responsable del primer contacto epistolar entre el emigrado y la viuda del Conde.

Keyserling había dedicado en sus memorias un capítulo a Victoria Ocampo, junto a otros destinados a personalidades del mundo de la cultura que hubieran sido especialmente significativas para su existencia, como R. Tagore, Rudolf Kassner, Miguel de Unamuno, C. G. Jung. Al conocer anticipadamente las páginas a ella destinadas, Victoria Ocampo reacciona y publica inmediatamente en la misma editorial y en el mismo año en que aparecen las memorias de Keyserling, El viajero y una de sus sombras, con el subtítulo aclaratorio de: «Keyserling en mis memorias». El rechazo de Victoria por el Conde, que había quedado velado para el público porteño durante la gira del filósofo en 1929, es explicado veinte años después en un relato pormenorizado que abarca desde el inicial encandilamiento por los libros del filósofo hasta la correspondencia final interrumpida por la Segunda Guerra Mundial. El relato de esta relación conflictiva se repite con muy pocas variantes en los tomos autobiográficos de la creadora de Sur aparecidos treinta años más tarde10. En El viajero y una de sus sombras Victoria Ocampo recuerda el deslumbramiento por Keyserling causado por la lectura de Diario de viaje de un filósofo y la intensa correspondencia transoceánica   —17→   entablada entre ambos de 1926 a 1928, luego destruida en su mayor parte. Continúa Victoria con el encuentro tan esperado en Versalles para concretar los detalles de la venida del conferencista a la Argentina, seguida de la gran desilusión, alarma y rechazo frente al hombre de carne y hueso que era Keyserling, así como la insistencia del filósofo en cambiar de signo, de intelectual a erótico, las relaciones entre ambos. Sigue con los sinsabores de la anfitriona con la llegada del famoso huésped a Buenos Aires en junio de 1929, la persistencia del filósofo en ignorar la repulsión que causaba en la patrocinadora de la gira y su comportamiento desleal propio de un hombre despechado. El viajero y una de sus sombras da cuenta también de la ruptura y sinceramiento epistolares ocurridos durante la partida de Keyserling y la última entrevista en la Alemania nazi durante 1939, mientras Keyserling todavía seguía vivo en Darmstadt.

La carta de W. Bock, luego de presentarse a la viuda de Keyserling como alguien que aprecia ya desde la casa paterna al filósofo -al que debe incluso una llave maestra para penetrar en el mundo cultural argentino- pone en conocimiento de la Condesa que él ha reseñado conjuntamente Viaje a través del tiempo y El viajero y una de sus sombras en una reciente publicación argentina. En la reseña «El filósofo Keyserling y una de sus polarizaciones» W. Bock ha logrado explicar las causas profundas del desencuentro entre Keyserling y Victoria Ocampo que ambos protagonistas han expuesto, a la manera de una confesión pública, en las memorias de ambos. «El filósofo sólo puede ver a sus semejantes a través del prisma de la idea que se ha forjado previamente» escribe allí W. Bock y es así que ha identificado a Victoria Ocampo con lo telúrico, lo originario, es decir con uno de los términos de la polarización   —18→   tierra-espíritu que recorre su obra. A partir de los avatares de esta relación conflictiva, Keyserling encarnó en Victoria Ocampo a todo el subcontinente, identificándose a sí mismo con el «espíritu». Las exageraciones interpretativas del filósofo, la unilateralidad y los errores humanos del Conde son puestos de manifiesto por W. Bock, quien así otorga un lugar merecido a las rectificaciones de Victoria Ocampo en sus memorias, a las que califica de valioso complemento para la obra del alemán.

La postura de valorar la obra de Keyserling presentándose como un activo difusor de la misma en la Argentina, pero aceptando a la vez la justa rectificación de la «importante escritora argentina», como la llama en su reseña, es sostenida con firmeza por W. Bock en su primera carta a la viuda de Keyserling. Para dar más contundencia a sus aseveraciones, W. Bock también menciona en la carta que ha entrevistado largamente a la autora de El viajero y una de sus sombras, encuentros de que las siguientes cartas darán testimonio y que se sucederán alrededor del tema Keyserling mientras dure la permanencia del emigrado en Buenos Aires. A la vez W. Bock asume el papel de intermediario al proponer un primer encuentro entre ambas mujeres con motivo del viaje de la argentina a Europa en setiembre de 1951.

Dr. Werner Bock

Buenos Aires, 15 de agosto de 1951.

Sra. Condesa Keyserling-Bismarck

Innsbruck-Mühlau

Muy estimada Sra. Condesa:

Desde hace tiempo tengo la intención de escribirle. Hace 12 años que llegué a la Argentina y traje conmigo una carta   —19→   de recomendación de su esposo, que él me había preparado tan amablemente para varios de sus amigos locales. Sin hacer uso directamente de este escrito, estuve a menudo con admiradores del Conde, así por ejemplo el Dr. Gabriel Moner, quien estuvo especialmente cerca de su esposo durante su estadía por aquí. Como docente universitario en Montevideo y así también como colaborador de importantes diarios y revistas hice mi aporte para el conocimiento de la obra de Keyserling. Últimamente reseñé en la revista «Libros de Hoy»11 la edición española de Reise durch die Zeit. En relación con ésta escribí también sobre el texto de Victoria Ocampo «El viajero y una de sus sombras» y tuve en este sentido ocasión de mantener una larga conversación con esta interesante y para nosotros tan simpática mujer. En ella expresó el deseo de visitarla en lo posible a Ud. y a sus hijos, con motivo de un viaje previsto a Europa para setiembre y los meses subsiguientes. Yo apoyé ese proyecto, ya que un tal encuentro, en mi opinión, tendría un carácter simbólico. El libro de la Sra. Ocampo es, a pesar de cierta crítica y rectificación, muy noble y lleno de respeto por la esencia de la obra de Keyserling. Me parece que es justo lo que se esclarece por parte de la Sra. Ocampo y no empequeñece en nada el auténtico sentido del encuentro de su esposo con esta mujer extraordinaria. Quisiera pedirle que acepte el plan favorablemente, que exprese su aceptación y tal vez pueda oír algunas palabras de su parte en este sentido.

Otro motivo de estas líneas: ¿no sería posible poner en estrecho contacto los amigos locales de la filosofía de Keyserling con el grupo de trabajo de allá? Yo mismo como   —20→   Presidente local de la Academia Goetheana de San Pablo y miembro del directorio del grupo germano-argentino dedicado al intercambio cultural estaría dispuesto con gusto a serle de ayuda, para que se formara también aquí un baluarte del espíritu «keyserliniano». Como miembro de la escuela de Darmstadt e hijo de Alfred Bock (Cuaderno 20, Der Weg zur Vollendung, abril 1932)12 y además como padre de un compañero de Manfred en Godesberg la saludo a Ud. y a sus hijos.

Con la admiración de su muy afectísimo

Werner Bock



Si bien en un primer momento juzgamos la ecuanimidad de W. Bock frente a los escritos de Keyserling y Victoria Ocampo como forzada por el papel de intermediario que adopta, sin embargo al realizar una lectura minuciosa de El viajero y una de sus sombras se confirma el juicio del emigrado alemán. Después de explicar las causas de su rechazo visceral, Victoria Ocampo insiste en valorar las obras de Keyserling, cuya lectura logró entusiasmarla hasta el punto de traer al filósofo a la Argentina en 1929. En 1951 vuelve a escribir: «Lo que en Keyserling me había impresionado al comienzo y que emana de su obra continúa atrayéndome...»13. Lo define también como hombre de gran formato, «no sólo por la estatura», con talento, grandes dotes naturales, como el don de los idiomas, y genialidad innata.

  —21→  

Otro de los aspectos aclaratorios de El viajero y... que podría incluirse entre los que W. Rock acepta como justificada crítica en su reseña y carta es el referente a la confusión que el entusiasmo epistolar manifestado por Victoria Ocampo produjo en el por entonces conocido filósofo. Con la perspectiva que le han dado los años transcurridos, la argentina analiza lúcidamente la usual malinterpretación que por parte de escritores, músicos y otras celebridades produce la admiración femenina frente a ellos: el entusiasmo intelectual femenino no puede ser sino amor total. Victoria desde la madurez confiesa que si esta fue la equivocación de Keyserling, la de la joven Victoria fue presuponer que la persona del filósofo era sinónimo de lo que encerraban sus libros, esto es, el haberlo idealizado totalmente.

Esta primera carta se cierra proponiéndole a la Condesa cohesionar a los interesados locales por la filosofía de Keyserling con el grupo de trabajo que ella reúne en Europa, conformando así una especie de filial y utilizando para ello la propia inserción en instituciones mediadoras germano-argentinas.

El año 1953 es el más fecundo en esta relación epistolar: cuatro misivas dan cuenta tanto de la situación afligente por la que atraviesa Victoria Ocampo, como de las acciones que W. Bock lleva a cabo por la preservación de la obra de Keyserling en la Argentina.

En los primeros meses del año se ha producido el encuentro de los protagonistas de la correspondencia en Italia, pero a su regreso W. Bock no puede transmitir los saludos a Victoria Ocampo porque ella está pasando «malos momentos», aludiendo así a su condición opositora al gobierno de Perón. Lo llamativo en el texto epistolar del   —22→   21 de mayo donde se lo comunica a la viuda de Keyserling es que la argentina no es mencionada por el nombre sino como «la amiga de su esposo». Por otra parte muestra como tarea dedicada al filósofo en la Argentina la reseña para el público germanoparlante de la Argentina de las últimas publicaciones que le atañen, traídas en su reciente viaje por Alemania.

A finales de agosto W. Bock da cuenta a la viuda de Keyserling que ya ha entregado a «la amiga en común» la carta que le enviara por su intermedio. Evidentemente que se trata de evadir la censura que pesa sobre Victoria Ocampo y su correspondencia, dado que ya ni se la nombra -aun en una carta en lengua extranjera- ni se le remiten cartas a su domicilio. En el primer número de Sur aparecido después de la caída de Perón en 1955, su directora destaca, en el artículo que la inicia, la vigilancia a que eran sometidos los escritores, mencionando especialmente la censura ejercida sobre la correspondencia: «En dos ocasiones allanaron mi casa, leyeron ... mis cartas ... Todo era violado, la correspondencia, la ley... No podíamos echar una carta al correo sin temer que fuera leída»14. Eufemísticamente la carta de W. Bock alude a la prisión de Victoria Ocampo durante el gobierno de Perón como a un viaje del que ella ha vuelto recientemente. La anécdota que W. Bock cuenta a la Condesa no está consignada entre los relatos que Victoria Ocampo dejara de esos días de cárcel y seguramente fue escuchada de sus labios por el alemán cuando la visitara para llevarle la carta de la alemana: en una oportunidad la celda -el alojamiento escribe W. Bock- estaba tan sucia que ella dispuso hacer personalmente una limpieza general,   —23→   ya que el resto de sus compañeras no compartían ese interés. También describe W. Bock una visita a Villa Ocampo y menciona la lectura que hiciera allí de unos apuntes sobre el reciente encuentro mantenido con la Condesa en Italia, páginas no publicadas por W. Bock y aún no encontradas. El respeto brindado a Victoria Ocampo por su actitud firme frente a Keyserling en el comienzo de la correspondencia se acrecienta y comparte con la amiga alemana por la conducta de la argentina frente a los momentos adversos de persecución vividos.

Dr. Werner Bock

Buenos Aires, 26 de agosto de 1953

Bauness 2210

Sra.

Condesa Goedela Keyserling-Bismarck

Innsbruck

Meinhardstr. 14-IV

Muy apreciada Sra. Condesa:

Le agradezco cordialmente su carta tan amable del 28 de julio. Por supuesto que todas sus noticias me han interesado mucho, y tanto más desde nuestro tan hermoso encuentro en Positano que me hace sentir más unido a Ud. y a los suyos. Poco después de la llegada fui con su carta a lo de nuestra amiga, que hacía poco había llegado de su molesto viaje15. Qué fabuloso cómo esta mujer extraordinaria se tomó con verdadera   —24→   superioridad todas las incomodidades y cómo durante todas las semanas se adaptó a las 11 compañeras de viaje que no tenían absolutamente nada en común con ella. Durante el viaje el alojamiento estaba tan sucio que la dama se decidió con sus propias manos a hacer una limpieza general, ya que sólo ella estaba especialmente interesada en ello. Bueno, la aventura ha terminado. Nuestra amiga piensa pronto visitar de nuevo el Viejo Continente y no quiere entonces bajo ninguna circunstancia dejar de encontrarse con Ud. Ella seguramente se alegraría de unas líneas suyas. Recientemente fui invitado nuevamente a la gran «villa» emplazada tan maravillosamente y encontré allí a algunos huéspedes interesantes, entre ellos un conde francés de fina cultura, quien conocía bien la obra de su marido. Leí de mis apuntes sobre nuestro encuentro en Positano. Querían saber todos los detalles sobre Ud., Manfred, Arnold y las nueras.

............... Los libros de su esposo no son menos ricos en pensamientos (que los de R. Kassner), pese a ello se leen más fácilmente. Es más que lamentable que en Stuttgart el panorama parezca tan tormentoso. Pero yo estoy convencido de que la obra de su esposo perdurará a la larga y además servirá de estímulo para muchas generaciones.

Haga saber nuevamente, estimada Condesa, noticias suyas pronto y reciba Ud. junto con los suyos los más cordiales saludos.

Permanente en el afecto, su

Werner Bock



El año 1953 se cierra con una larga carta desde Buenos Aires (7-11-53), donde, entre otros temas, recuerda un segundo encuentro europeo mantenido con su interlocutora epistolar en octubre, el anuncio de la invitación que Stravinski ha hecho a Victoria Ocampo para un recital en Milán   —25→   y la incertidumbre de asistir por la «situación» que ella está atravesando. El ocuparse de la obra de Keyserling se hace en esta carta más concreto: cifras de venta de obras del filósofo en la editorial Sudamericana y gestiones de cobranza ante ella.

El año 1956 trae consigo la conmemoración de los veinticinco años de existencia de Sur y W. Bock, durante una estadía en Europa, se lo comenta a la viuda de Keyserling. A la vez publica en uno de los diarios más relevantes del Sur de Alemania una larga nota sobre Victoria Ocampo, titulada: «Una princesa de la cultura en Sudamérica» (Stuttgarter Zeitung 15-12-1956). Este retrato encomiástico será reeditado con un nuevo título y subtítulo, con motivo de los treinta años de vida de la revista argentina16, en el periódico más importante de Suiza. El abarcador artículo comienza así:

Una mujer extraordinaria, Victoria Ocampo, a quien hace unos años Hans Paeschke llamara con todo derecho «una princesa de la cultura en tierra sudamericana», ha llevado a cabo una obra de vida, la revista literaria Sur, en la que siempre lo decisivo fue el punto de vista cultural, jamás el comercial. En sus páginas nombres de fama mundial, en especial del ámbito cultural español, italiano, francés, inglés y norteamericano se han reunido con los mejores de Latinoamérica.



El retrato no olvida el programa americanista de Victoria Ocampo, la actitud decidida frente a los totalitarismos de estos   —26→   años, ni su encarcelamiento de 1953. Desde Europa, la encargada de llamar la atención de Victoria Ocampo sobre la importancia de esta publicación es la Condesa de Keyserling. Así se lo pide W. Bock en su carta de Fin de Año:

Por último un pedido, que le hago a Ud. por razones muy especiales. ¿Me haría el favor de escribirle a la Sra. Ocampo unas palabras acerca de qué efecto ha causado en Ud. el artículo adjunto y lo que significa que haya aparecido en un diario tan leído? Se lo agradezco anticipadamente17.



En el marco de esta difusión de valores culturales argentinos en Alemania, Austria y Suiza se inscriben las audiciones radiales sobre literatura argentina contemporánea de W. Bock, en las que no está ausente Borges y su poesía. Al retornar definitivamente a Europa en 1958 W. Bock intensificó esta tarea de intermediación de sentido inverso a la que estuviera dedicado en Buenos Aires: de difundir las letras alemanas en la Argentina pasó a hacerlo con las argentinas en los ámbitos de idioma alemán.

Las cartas remitidas desde su domicilio final, en la Suiza italiana, insisten en apoyar la tarea de la viuda de Keyserling destinada a la perduración de la obra del filósofo. Dado que W. Bock está dedicado a la edición de los Diarios íntimos de su padre, dichas anotaciones personales vuelven a hacer presentes las jornadas de la Escuela de la Sabiduría de Darmstadt, a las que Alfred Bock concurría regularmente18.   —27→   Esta vuelta al pasado en que los Bock y el filósofo Keyserling estuvieron en estrecho contacto es tema de las últimas cartas a su viuda, ya que W. Bock falleció en febrero de 1962.

Quien motivara en gran parte el encuentro epistolar entre W. Bock y la viuda de Keyserling está ausente en las cartas fechadas entre 1958 y 1960. Sin embargo, más de un centenar de cartas de Victoria Ocampo guardadas en el Archivo Keyserling de Hesse hablan de la eficacia del mediador entre ambas mujeres, la argentina y la alemana. La tarea de revisar ese epistolario espera para confirmar y tal vez conocer nuevos datos, detalles, aspectos, noticias, relaciones, inquietudes, afectos de esa gran escritora de cartas que fue Victoria Ocampo. Quizás también se obtuviera a través de ellas un epílogo para este capítulo de las relaciones culturales argentino-germanas.

Lila Bujaldón de Esteves

CONICET



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