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ArribaAbajoRecepción de la académica de número Emilia Puceiro de Zuleta


ArribaAbajoPalabras de apertura18

Pedro Luis Barcia


Señor Embajador de España, don Manuel Alabat
Señores Presidentes de Academias Nacionales
Señores Académicos de otras academias hermanas
Autoridades nacionales civiles y militares
Señor Consejero Cultural de la Embajada de España
Señora Vicepresidenta de la Fundación José Ortega y Gasset Argentina
Autoridades, señoras, señores, amigos todos:

Por esa capacidad trasmutadora del espíritu humano, hoy hacemos de este jueves un domingo, porque vivimos esta jornada con ánimo festivo, al celebrar el acrecimiento de la Academia con la incorporación, a su seno, de doña Emilia Puceiro de Zuleta. Es un hecho fasto y grato, en medio de tanta decepción y abatimiento generalizado que nos rodea en nuestro país. Es deber del ánimo constructivo afirmar con calibrado optimismo cada paso positivo que demos y confirmarlo.

En estos momentos difíciles, hallamos en lo simple las pautas permanentes. Una es el dicho placero de que «Si todo el mundo barriera la vereda de su casa, el mundo estaría limpio». La segunda pauta la da el estribillo de la canción infantil: «Cada cual atienda su juego», aun aunque sepamos que no es cierto entre nosotros, que no será cierto tal vez, que «el que no atienda su juego, una prenda tendrá».   —54→   Pero la ética responsable nos lo manda. Junto a estos dos apuntamientos, alleguemos el dicho atribuido a Pitágoras, proferido hace siglos para los argentinos de hoy: «Haz lo que haces». Nosotros solemos decir que hacemos, hacemos lo que no decimos, no hacemos lo que decimos, y así parecidamente, como evitando la astringente, escueta y categórica sentencia griega.

El esfuerzo de la Academia es estar en lo propio, barrer su vereda, atender su juego y hacer lo que hace. Podremos incumplir, involuntariamente, o no alcanzar las metas con plenitud, pero nos enderezamos aspirativamente hacia ellas. Recordamos la frase estimulante, paradójica del Apóstol: «Abraham creyó y esperó contra toda esperanza» (Romanos 5, 18). Frente a la incertidumbre, afirmemos nuestros proyectos. El proyecto da vida a la vida y le da dirección y acepción. Frente a tanta insensatez reinante, plenifiquemos de sentido cada gesto y acto nuestro. Ante el desánimo y el sopor acidiosos, el accidioso fummo del que habla Dante, a propósito de un pecado algo olvidado en los tratados de moral, pero que hoy nos amenaza a las puertas del espíritu: la acidia o acedia, el desánimo agrio que nos va llevando a la pérdida del entusiasmo en lo que hacemos, al desabrimiento frente a nuestra tarea cotidiana. Al acidioso desapego que entibia nuestra acción, opongamos todo el entusiasmo de que seamos capaces para superar esta amargura que, oleosamente, contamina todos los planos de la realidad nacional. Los argentinos no somos, para decirlo con vocablo del geógrafo y cronista español, del Descubrimiento, un insulario. La Academia no puede vivir insularmente. No sólo atiende a los neologismos lingüísticos que la crisis genera -y algunos académicos ya nos hemos ocupado de ellos- desde lo técnico, sino que apuesta a valores humanos perdurables que sostienen la comunidad argentina. La angustia debe convertirse en madre de salidas y no en madrastra de encerronas.

«La esperanza -dice Moltman- tiene estructura pascual». Y reparemos en toda la fuerza y tradición judeocristiana de esta palabra hebrea. Atendamos a ella para superar este duro paso -que eso es pascua- nacional. Es una clave de previsión, de anticipación, y una apuesta a lo porvenir. Como ésta es una academia de letras, busquemos en ellas orientación. A la frase unamuniana: «Para novedades, los clásicos», nuestro maestro Battistessa completaba: «los clásicos... y los primitivos». Atendamos a la lección de vida que, desde los primeros   —55→   pasajes nos da, para aquí y ahora, el primer gran monumento literario en nuestra lengua española: el Cantar de Mio Cid. Sabemos la situación del desterrado, despojado de todos sus bienes, apartado de su familia, lanzado a tierra de moros. El héroe llora:


De los sos oios tan fuertemientre plorando
tornaua la cabeca y estaua los catando [...]


Y en la segunda tirada oímos -hoy leemos- la contrastada situación de quien, cristiano, en medio del dolor, se esperanza ingenuamente con el vaticinio pagano de la ornitomancia -pues en la desgracia uno se aferra al clavo ardiente-, al ver el vuelo auspicioso de la corneja de la derecha a la izquierda en su camino. Y, a poco, la inversión del augurio lo desazona con su toque de ironía trágica:


Alli pienssan de aguiiar, alli sueltan las riendas
a exida de Bivar ouieron la corneja diestra
e entrando a Burgos ouieron la siniestra.


(vv. 10-12).                


Y es entonces cuando advertimos la índole heroica del personaje que, lloroso y abatido, desahuciado, se rescata de sí mismo y:


Meció Myo Cid los hombros y engrameó la tiesta:
«Albricia, Alvar Fáñez, ca echados somos de tierra.
Mas a grand onrra tornaremos a Castiella».


(vv.10-14b).                


Ésta es la reacción del héroe, y del hombre heroico en lo cotidiano, incluso. No queda cautivo de su propio llanto ni se demora en la lástima de sí mismo. Los héroes lloran, sí, pero superan sus lágrimas con decisiones hacia lo adveniente. Los dos movimientos gestuales del Cid, indicados casi teatralmente, son notables: «Meció los hombros», esto es, se sacudió de encima la angustia agobiante y los malos anuncios. «Y engrameó la tiesta»: levantó la cabeza por sobre las circunstancias y miró hacia adelante. Aquí está la reacción. Mira más allá de su momento, ve un espacio de acción e, irónicamente, aun usando un arabismo propio del momento de contactos de cultura, supera ahora con su escueto discurso su voluntad de proyecto en forma de promesa: volverá victorioso:

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Albricias, Alvar Fáñez, pues echados somos de la tierra.
Pero con gran honra volveremos a Castilla.


Y el héroe cabalga. Como en el sabido poema de Manuel Machado: «Polvo, sudor y hierro el Cid cabalga». Sigue adelante en su camino. Esta escena es una propuesta para hombres e instituciones. Así la tomamos.

Es hábito de la Casa hacer un recuento de lo actuado durante el año, al cabo de él. Como los tiempos están muy acelerados, estimo, aun como motivador de nuestras labores, hacer esta revisión cada seis meses, coincidiendo, en ambos casos, con incorporaciones de académicos. Quisiera, pues, apuntar en nuestro haber académico, como en una suerte de balance, los esfuerzos en que estamos encaminados. No está mal un arqueo para saber qué capital tenemos que, naturalmente, no cotiza en la Bolsa de los otros valores.

Convocados por la Real Academia Española, para la tarea común en la mejora del Diccionario mayor, trabajó en comisión, en Madrid, el académico José Luis Moure, por tres meses a comienzos de este año. Con las nuevas tecnologías incorporadas productivamente a la Real Academia, el DRAE admite en su página web propuestas de enmiendas o de inclusiones. Han llegado hasta la fecha más de 3000. Esto permite ir considerándolas e incluyéndolas en pantalla antes de que se imprima la nueva edición en papel. Ayer acaba de llegar una remesa de estas novedades para nuestra consideración. Unos escalones más abajo -muchos- que la Real en recursos informáticos, la nuestra mantuvo diálogo semanal durante su estada en España con nuestro delegado, paso a paso, en su trabajo. Por vez primera se asiste, desde la Academia Argentina, al delegado académico en Madrid acerca de las cuestiones que se están planteando en el seno de la comisión del Diccionario. Así desde nuestra Comisión específica, se trabajó denodadamente durante el verano.

En marzo, la Academia estuvo presente en el homenaje que la Universidad de Alicante hizo a don Alonso Zamora Vicente, secretario perpetuo de la Academia Española y correspondiente de la nuestra, al promoverlo como Doctor Honoris Causa. Lo estuvo de tres maneras: con una excelente ponencia de doña Emilia de Zuleta sobre los relatos del académico; con una conferencia nuestra: «Brevísima historia   —57→   de la Academia Argentina de Letras» sobre la motivación de la Historia de la Real Academia, de don Alonso, y a invitación a hacerlo de la Asociación de Academias de la Lengua Española; y con un humilde folleto que editamos artesanalmente, recordando los cuatro fructuosos años en los que don Alonso Zamora Vicente se aquerenció entre nosotros.

En mayo, convocados nuevamente, esta vez como delegados de la región rioplatense (Uruguay, Paraguay y la Argentina), con la abierta disposición y el ánimo participativo y consensuado que caracteriza la gestión del Director de la Real Academia y del Secretario de la Asociación, trabajamos en el Diccionario panhispánico de dudas. (Yo fui, por las dudas). Este Diccionario será un utilísimo instrumento, capital para la consulta de escritores, comunicadores, profesores, maestros, público general, e incluso, académicos. Saldrá en 2004, según el cronograma de labor que se viene cumpliendo aplicada y seriamente en cada encuentro, tendrá dos versiones: una mayor, con amplia fundamentación lingüística y gramatical de las cuestiones de las que se ocupa, y otra, abreviada, para la compulsa más urgida e inmediata. Fue muy grato el ambiente en que se trabajó, laborando concorde y aunadamente, junto a los delegados de las distintas regiones de habla hispana.

Hemos dado varios pasos de integración con otras Academias hermanas para tareas asociadas. Así, con la Academia Nacional de la Historia, volvimos a compartir el estrado -como el año pasado lo hicimos en homenaje a Echeverría-. Con la Academia Nacional de Bellas Artes participamos, por iniciativa de la activa y vivacísima Presidenta, en un ciclo sobre el Barroco en las letras y en las artes plásticas.

Fuimos cordialmente invitados a exponer en el seno de una sesión, el miércoles 19 de este mes, en la Academia Nacional de Periodismo, donde conversamos con los colegas sobre la necesidad de aunar esfuerzos en pro de la atención y preocupación por el uso de la lengua en los medios de comunicación. El acto fue sumamente positivo. Y ahora procuramos articularnos las Academias Nacionales de Periodismo, de Educación y la nuestra en esta patriada por mejorar el nivel de expresión de diarios, radio y televisión, a partir de una declaración de la Academia Nacional de Educación, que retoma una antigua bandera académica.

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El 4 de julio, en el ámbito del Archivo General de la Nación, dialogaremos con el presidente de la Academia Porteña del Lunfardo, don José Gobello, sobre lunfardismos y argentinismos. Esperamos que la sangre no llegue al río...

Todas éstas son, como manifestó el presidente de la Academia de Periodismo, don José Claudio Escribano, labores de complementación, cada día más necesarias pues, en los tiempos actuales, debemos retomar el lema medieval: «Todo lo podemos entre todos». Es, además, una forma de quebrar los aislamientos académicos y trabajar en pro de la comunidad argentina, con voluntad de solidaridad y servicio.

Nuestra Academia va buscando nuevos espacios de presencia. Para el mes de noviembre, aproximadamente, tendremos nuestra página propia en el portal de la mayor biblioteca virtual en lengua española: la «Miguel de Cervantes», con sede en Alicante. Ya se ha digitalizado un vasto conjunto de colecciones: poesía gauchesca; literatura nativista; viajeros; toda la Colección de documentos relativos a la historia del Río de la Plata, de don Pedro de Ángelis; una sección de clásicos argentinos; y ahora, se trabaja en los aportes hemerográficos; más adelante, incorporaremos la sección de manuscritos preservados en nuestra Biblioteca.

De igual manera, queremos anunciar que, gracias a la generosa y decidida acción del doctor don Pablo Piñero, director del programa argentino de UNIVERSIA, nuestra Academia tendrá en ese prestigioso sitio virtual una portada propia, donde podremos incorporar -ya lo estamos haciendo- un enorme caudal de información junto a la digitalización de nuestro repositorio bibliográfico y nuestro caudal lexicográfico. Ya antes, nos había hecho lugar para nuestra agenda de actos, textos de entrevistas y conferencias. Ahora, la hospitalidad es mayor. Agradecemos al doctor Piñero este importantísimo apoyo.

Toda la labor que llevamos a cabo la podemos hacer gracias al trabajo y colaboración eficiente y sostenida del personal de nuestros distintos Departamentos: de Investigaciones Filológicas y Lingüísticas, la Biblioteca, el Despacho y la Administración. Y a otros colaboradores, como la profesora Verónica Zumárraga y la doctora Alicia Zorrilla. Ellos son los fogoneros de nuestra locomotora, o «locomotiva», como decía don Rafael Obligado el siglo pasado.

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A partir de julio, tendremos el subsidio de la Asociación de Academias de la Lengua Española para dos plazas de investigadores en lexicografía y gramática, en el marco de colaboración y mutua asistencia en los trabajos que, en estos dos campos, están proyectados. Es una muestra más de la voluntad de coordinación y suma con sentido panhispánico en el trabajo académico. Lo celebramos.

En el campo de las publicaciones, nuestro Boletín, correspondiente al segundo semestre de 2000, está a punto de aparecer. A lo largo del año, quisiéramos ponernos al día, si espónsores -ya está incluida la palabra en el DRAE, falta que la encarnen los donantes generosos- nos respaldan. Emecé-Planeta editará -acabamos de entregar el original- nuestro Diccionario de argentinismos, con algo más de seis mil voces, fruto de una ardua labor del Departamento de Investigaciones Filológicas y Lingüísticas, y la Comisión del Habla de los Argentinos. Tenemos muchas esperanzas puestas en esta obra y en sus posibilidades de mejoramiento y enriquecimiento.

Debido a que nuestra faltriquera académica tiene poca «guita», es decir poca correa de cierre de la bolsa, porque ella no es abultada, aquellos académicos que quieran publicar una obra suya deberán solventarla de su propio bolsillo. Tal como está ocurriendo con un libro de la autoría del académico Horacio Castillo sobre la relación epistolar entre Ricardo Rojas y Rubén Darío. Otras obras, como la Colección de poesías patrióticas de 1827 esperan, como el arpa becqueriana en la sombra, la mano dadivosa que pueda editarla.

Nuestra situación presupuestaria es complicada. Es odioso hablar de esto, se sabe. Pero, decía Napoleón: «La tropa llega hasta donde alcanza la vitualla». Hemos padecido una disminución del treinta por ciento en el subsidio que recibimos del Ministerio de Educación. Los empleados de la Academia han hecho un sacrificio al aceptar la propuesta de reducir sus salarios en forma graduada según el monto de éstos. Queremos agradecerlo muy expresamente. Estamos llevando adelante una economía de guerra en todos los frentes. La Academia ya no puede asumir los gastos de festejo del sobrio bufet con que homenajeaba a sus nuevos miembros. Es ahora el incorporado quien debe cubrir ese gasto. Por esta razón, pedimos disculpas a los presentes, al no poder invitarlos institucionalmente a la recepción.

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Agradecemos de particular manera a algunas empresas que nos han hecho estimables donaciones, como es el caso de Disco, que nos ha aportado en papelería y en el campo de los insumos cotidianos, y a la Papelera Massuh, su donación de resmas para nuestras tareas. Todo esto, claro, nos lleva tiempo y esfuerzos de gestión.

El 19 de julio, con el auspicio de la Fundación José Ortega y Gasset Argentina y en su sede -nosotros no tenemos salón propio-, se desarrollará el cursillo sobre «Motivación semántica de la gramática», dictado por el doctor Francisco Marcos Marín, profesor de Lingüística de la Universidad Autónoma de Madrid y activo colaborador de nuestra Casa. En relación con la Fundación José Ortega y Gasset Argentina, hemos propuesto la realización de un ciclo intitulado «Españoles en la Argentina», que se ocupará de intelectuales peninsulares que nos visitaron o que se radicaron entre nosotros. Esta tarea es justamente pontonera entre España y la Argentina. Saludamos con gratitud a la doctora Marta Campomar y a la directora ejecutiva Inés Viñuales.

Agradecemos, ahora públicamente, el gesto generoso y hospitalario del señor Embajador de España, que rindió un homenaje a la labor de nuestra Academia en un almuerzo gratísimo que sólo los peninsulares de su rango son capaces de imaginar y concretar en niveles de diálogo, viandas y vinos. Igualmente, agradecemos el mensaje, generoso y estimulante, que nos fue leído en el seno del almuerzo, del señor director de la Real Academia Española don Víctor García de la Concha, que sigue dando señales sostenidas de apoyo y apostando a la tradición de nuestra Casa en el trabajo por la lengua común.

Todo lo antedicho tiende a señalar que, en medio de estados depresivos generalizados, la Academia sigue empecinándose en avanzar e, incluso, en crecer.

Hoy se suma a los proyectos de la Academia, el aporte laborioso e inteligente de una colaboradora de trascendentes méritos: doña Emilia de Zuleta. Doña Emilia, prestigiosa hispanista, era miembro correspondiente de nuestra Casa desde el 9 d e abril de 1981, con sede en Mendoza, donde transcurrió su fecunda vida de investigadora y crítica y desde donde trascendió al país y a España con su activísima labor. Desde su Cuyo natal, colaboraba a la distancia o en sus espaciadas visitas a la capital con la Corporación. A poco de radicarse en Buenos Aires, la Academia vio la oportunidad de incluirla, con provecho para   —61→   la institución, entre sus miembros de número, y así la eligió el 13 de septiembre del año pasado. Ocupa el sillón que lleva el nombre de Calixto Oyuela, nuestro primer presidente.

No bien integrada al pleno, la académica proyectó en nuestro espacio esa actividad disciplinada y rigurosa que la caracterizó toda su vida, y que aprovechamos para encomiar desde aquí. Felicitaciones en nombre de todos, doña Emilia.

Mi función ahora es de mero ostiario, orden menor algo olvidada, pero de servicio, que cumplía con la tarea de abrir la puerta para franquear el paso a los que se acercaban a la Casa.

Saludamos, a la vez, gustosos, la presencia de la académica doña Alicia Jurado, que ha hecho un esfuerzo, en medio de una larga convalecencia, para acompañarnos hoy en la incorporación de doña Emilia de Zuleta. Se lo agradecemos y le cedemos la palabra para la recepción de nuestra nueva cofrade.

Pedro Luis Barcia