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ArribaAbajo La concepción del DiHA

Francisco Petrecca


La presentación de hoy concreta una demorada aspiración de la Academia Argentina de Letras: una obra que refleja el léxico del español que se habla en nuestro país.

Comencemos por el nombre. Se desechó la idea de llamarlo diccionario de argentinismos para limitarse al de «habla de los argentinos». En su concepción más dura, argentinismo sería aquella palabra que se habla en toda la Argentina -si se hablase tan sólo en una parte de ella sería un regionalismo argentino- y nada más que en la Argentina. Es decir, sería lo más parecido a un duende: fácil de definir y muy difícil de encontrar. De todos modos, es un diccionario contrastivo, semejante a los tantos de -ismos nacionales.

hijo. m. -

Símbolo de tigre. coloq. Expresión que se usa para resaltar las cualidades de una persona, señalando que las hereda de su padre.

La raya que se halla en el lugar de la definición de hijo indica, precisamente, que su ausencia en esta obra se debe a que, en ese sentido, es voz del español general.

El tiempo, siempre escaso, y los recursos limitados impidieron que se considerase la posibilidad de realizar un diccionario no contrastivo, como los hechos para México por Luis Fernando Lara, y para España por Manuel Seco. Un diccionario no contrastivo cumple con la función de registrar el léxico efectivamente empleado en un país, sin tomar en cuenta si las voces registradas se emplean también en otro o en otros países.

¿Cuál es la peculiaridad del Diccionario del habla de los argentinos? ¿Cuál es el criterio que se siguió para dar cabida a las que en él figuran? Creo que puede decirse que en esta obra domina una perspectiva cultural, una perspectiva histórica. Las voces incluidas tienen resonancias que un argentino puede sentir como propias. Me adelanto a una posible crítica: la proporción relativamente elevada de vulgarismos. Los registros populares y vulgares de habla son los más   —24→   fáciles de reconocer y por eso, en las reuniones de la comisión de argentinismos, suelen brotar con más frecuencia de la deseada. De todos modos, éste es un aspecto secundario que se irá corrigiendo solo a medida que aumente y se vaya armonizando el caudal del diccionario. Recordemos que esta presentación tiene al tiempo el valor de un compromiso: el de una próxima segunda edición.

Decía, retomando, que esta obra contiene resonancias afectivas: junto con palabras de corte folclórico, como erque, campear, campichuelo, pascana, jineteada, se encontrarán otras del ámbito popular y urbano, como barra «grupo de amigos», robar «triunfar ampliamente», ser algo un robo, por «ser muy caro». Pero también las hay de un registro diferente. De ese que interesa más al Departamento de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas, el de esas palabras que por habituales suelen pasar inadvertidas: oblea, perimido, largavista, lapicera, pomo, cajonera, morsa, y muchas más que pueden encontrarse en una rápida lectura de este primer diccionario.

El sesgo cultural se nota también en la incorporación de muchos términos que, en sentido estricto, jamás podrían considerarse argentinismos. Esta misma palabra resulta un buen ejemplo: argentinismo no es un argentinismo. Tampoco lo son los nombres de tribus y etnias que poblaron y aún pueblan nuestro país: guaraní, mapuche, yámana, etc., y, con el mismo criterio cultural, se han incluido algunos americanismos de origen (jaguar, puma) que tienen relevancia para nuestra identidad. No olvidemos que, de alguna manera el diccionario constituye un monumento y un espejo. En resumidas cuentas, la Academia Argentina de Letras ha recogido buena parte de voces americanas, una parte aun mayor de voces que los diccionarios suelen clasificar como de América Meridional, y ha procurado recoger todas las que lleven la marca Arg(entina), y encontrar, para incluir en esta, aquellas palabras que no figuran en los usuales repertorios lexicográficos.

El mismo criterio histórico orienta también la estructura de los artículos. En principio, cada artículo se compone de tres partes bien definidas. En la primera se halla la entrada, la categoría gramatical, las marcas de uso (regional, social, etc.) y la definición.

palenque. m. Poste liso y fuerte clavado en tierra que sirve, durante la doma, para atar al bagual.

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pacú. (Del guaraní). m. Pez caracoideo que alcanza considerable tamaño y peso, y se lo aprecia por su carne. Su cuerpo, comprimido y alto, es de color pardo con tonalidades plomizas, más oscuro en el dorso. Habita la cuenca del Río de la Plata (Colossoma spp.).



Como puede verse, las voces de la fauna y de la flora llevan indicación de género y especie.

sábana. f. fig. Lista electoral o planilla administrativa larga y detallada.



En la segunda parte, se encuentran las autoridades, como tradicionalmente se llama a las citas con las que se testimonia el uso de la palabra, al tiempo que se indica implícitamente, el medio social en el que circula, su antigüedad o su nivel de uso. Aclaremos que la palabra autoridad no significa, aquí, que todos los textos mencionados constituyan ejemplos de corrección idiomática. Entiéndase que es un documento. Se han citado más de trescientos autores -no sólo literarios, sino también cronistas o de epistolarios- que reflejan el habla de los argentinos desde la Independencia hasta nuestros días. Esta rica documentación es fruto del prolijo trabajo que, desde hace casi cuarenta años, han llevado a cabo los investigadores de la Academia y se halla reunido, todavía, en fichas tipeadas a máquina, en los archivos de madera -hermosos, por cierto- que están en el Departamento de Investigaciones. Los archivos digitales se han iniciado unos pocos años atrás, y esperemos poder llegar un día a la elaboración de un corpus del habla de los argentinos, pues será una herramienta de gran utilidad para lingüistas y docentes.

Es importante aclarar también, que los autores que figuran en la obra no han sido elegidos más que por proporcionar un ejemplo adecuado de la palabra estudiada. Pero no sólo se han registrado las voces de los libros, el periodismo se halla también abundantemente representado en el DiHA, tanto en cantidad como en variedad de periódicos, algunos de ellos locales o de registro en línea. Internet también fue de auxilio, ya que se pudo obtener documentación de páginas institucionales. Es decir, que en la realización del Diccionario, la dimensión histórica se halla adecuadamente representada.

Un ejemplo:

palenque. m. Poste liso y fuerte clavado en tierra que sirve, durante la doma, para atar al bagual.

H. Ascasubi, Paulino [1853], 1955, 42: [...] por supuesto, mi rocín / de la sentada que dio / hizo cimbrar el palenque.



Por último, el tercer componente de los artículos de este diccionario son las referencias lexicográficas. Gracias al Registro de lexicografía argentina, obra también fruto de la investigación que se lleva a cabo en el Departamento, se ha podido rastrear en más de doscientas fuentes de referencia la documentación de la voz a través del tiempo. Desde los trabajos pioneros de Francisco Javier Muñiz (1845) a los más actuales diccionarios de argentinismos, léxicos y glosarios de alguna región del país, o de algún oficio, pasando por los ya clásicos diccionarios de Tobías Garzón (1910) o de Lisandro Segovia (1911). De esa manera, el Diccionario del habla de los argentinos constituye también una fuente para la historia de nuestra lexicografía. Aclaro que el Registro de Lexicografía se halla a disposición del público en el sitio de la Academia Argentina de Letras (www.aal.universia.com.ar) y que también se lo puede comprar en CD.

palenque. m. Poste liso y fuerte clavado en tierra que sirve, durante la doma, para atar al bagual.

H. Ascasubi, Paulino [1853], 1955, 42: [...] por supuesto, mi rocín / de la sentada que dio / hizo cimbrar el palenque.

Garzón, 1910, p. 348; Segovia, 1911, pp. 88, 443; Saubidet, 1943, p. 270; Granada, 1957, t. II, p. 129; Villafuerte, 1961, t. I, p. 115; Santillán, 1976, pp. 52, 547; Barcia, 1978, p. 150; Coluccio, 1979, p. 148; BAAL, 1982, n.º 183-184, p. 129; Villafuerte, 1984, p. 170; Catinelli, 1985, p. 88; Rodríguez, 1991, p. 221; Gatica de Montiveros, 1995, p. 228; RHA, 1997, p. 111.



La misma secuencia se repite con cada acepción, hasta dar por finalizado el artículo:

palenque. m. Poste liso y fuerte clavado en tierra que sirve, durante la doma, para atar al bagual.

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H. Ascasubi, Paulino [1853], 1955, 42: [...] por supuesto, mi rocín / de la sentada que dio / hizo cimbrar el palenque.

Garzón, 1910, p. 348; Segovia, 1911, pp. 88, 443; Saubidet, 1943, p. 270; Granada, 1957, t. II, p. 129; Villafuerte, 1961, t. I, p. 115; Santillán, 1976, pp. 52, 547; Barcia, 1978, p. 150; Coluccio, 1979, p. 148; BAAL, 1982, n.º 183-184, p. 129; Villafuerte, 1984, p. 170; Catinelli,   —27→   1985, p. 88; Rodríguez, 1991, p. 221; Gatica de Montiveros, 1995, p. 228; RHA, 1997, p. 111.

2. Poste o armazón de madera donde los paisanos dejan atadas sus cabalgaduras a la entrada de las casas, pulperías y almacenes de campaña.

D. Sáenz, Patria, 1991, 23: Un pie quedó enganchado en el estribo y el caballo marchó arrastrándolo durante cinco días hasta detenerse junto al palenque de la puerta de casa.

Muñiz, 1845, p. 430; Garzón, 1910, p. 348; Segovia, 1911, pp. 88, 443; Saubidet, 1943, p. 270; Villafuerte, 1961, t. I, p. 115; Villafuerte, 1961, t. II, p. 148; Santillán, 1976, pp. 52, 547; Barcia, 1978, p. 150; Coluccio, 1979, p. 148; BAAL, 1982, n.º 183-184, p. 129; Villafuerte, 1984, p. 170; Catinelli, 1985, p. 88; Aguilar, 1986, p. 80; Rodríguez, 1991, p. 221; Gatica de Montiveros, 1995, p. 228; RHA, 1997, p. 111.



Es posible mencionar también, para concluir, una característica estructural de la obra. Puesto que un número considerable de voces son propias del registro oral, pertenecen a lenguas aborígenes o son producto del aporte lingüístico inmigratorio, suelen presentarse variaciones gráficas. Para dar una imagen de conjunto, en la Comisión del Habla de los Argentinos se adoptó el criterio de incluir las variantes dentro de un mismo artículo, bajo la entrada etimológicamente más correcta o de mayor empleo. Así se encontrarán nuevamente la cita que documenta esa grafía y la mención de los lexicógrafos que registran esa forma. Desde ya, cada variante se halla incluida en el cuerpo de la obra, en el lugar que le corresponde según el ordenamiento alfabético.

yaguareté. (Del guaraní). m. Jaguar, félido americano, corpulento, de coloración amarillenta, variante según las regiones, con características manchas negras en forma de roseta sobre los costados (Panthera onca). E. Acevedo Díaz, Nativa, 1890, 48: El matrero, el puma, el yaguareté y el perro cimarrón tienen el mismo colmillo, y cuando lo clavan, ni el cuero dejan al dueño.

Garzón, 1910, p. 511; Salazar, 1911, p. 60; Segovia, 1911, pp. 501, 528; Solá, 1950, p. 343; Selva, 1951, p. 93; Granada, 1957, t. II, p. 250; Casullo, 1964, p. 100; Santillán, 1976, p. 986; Kaul, 1977, p. 108; Coluccio, 1979, p. 205; Rodríguez, 1991, p. 339; Haensch, 1993, p. 622; RHA, 1997, p. 156.

VAR. Þ jaguareté.

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E. Acevedo Díaz, Nativa, 1890, 13: [...] especie de bramidos de jaguareté con que los caudillos semibárbaros llenaban las soledades. Garzón, 1910, p. 261; Salazar, 1911, pp. 38, 60; Segovia, 1911, p. 77; Selva, 1951, p. 74; Haensch, 1993, pp. 332, 623; RHA, 1997, p. 91.



En líneas generales, creo que han quedado expuestos los criterios que guiaron la elaboración del diccionario y también su estructura básica.