Visor de obras.

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Señora Presidenta de la Academia Argentina de Letras, Señores Académicos, señora Directora de la Escuela de Letras de la Universidad Nacional de Córdoba, público presente:

Me corresponde a mí, como dueño de casa, el gran honor de dar la bienvenida a la más alta expresión de las letras argentinas.

Hemos querido preparar en nuestro ámbito, la Biblioteca Provincial, un marco acorde con lo que para nosotros significa el acontecimiento literario más importante del año. Es así que la Feria del Libro Córdoba 2000 ha sido puesta bajo la advocación de un académico ilustre, recientemente fallecido, hijo de esta provincia: nuestro querido don Juan Filloy. La bella exposición biblio-hemerográfica que se puede apreciar en la sala de lectura de nuestra biblioteca, ha sido gentilmente cedida por el Director de la Biblioteca Nacional, doctor Francisco Delich, quien ha contribuido así de manera decisiva el brillo singular de esta visita de la Academia a nuestra provincia.

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Del mismo modo, hemos querido sacar partido a esta visita para honrar la memoria de uno de los más destacados hijos de Córdoba, don Arturo Capdevila. La Biblioteca Provincial es depositaria de un tesoro bibliográfico de gran valor patrimonial: la biblioteca personal de Capdevila. Académico él mismo, sin duda vuestra visita es una oportunidad más que significativa para que la colección personal de Capdevila, adquirida por la provincia de Córdoba en el año 1969, alcance por fin el marco que merece: de hecho, queremos que los señores académicos inauguren la sala que albergará, de aquí en adelante, con exclusividad, los aproximadamente ocho mil libros que pertenecieron a nuestro autor.

No me queda mucho que agregar pero sí que agradecer: en primer lugar, a las autoridades provinciales, al señor Gobernador, al Presidente de la Agencia Córdoba Cultura, licenciado Pablo Canedo, al Director de Letras y Promoción del Pensamiento, licenciado Adolfo Sequeira, a la Directora de la Escuela de Letras de la Universidad Nacional de Córdoba, doctora Beatriz Bixio y a mi querido maestro, el doctor Óscar Caeiro. Sin la decidida participación de todos ellos esta visita de los señores académicos a la provincia de Córdoba no hubiera sido posible.

Finalmente, quiero agradecer la presencia de todos ustedes, señores académicos. Mi anhelo es hacer de esta casa, la Biblioteca Córdoba, la casa de las letras de nuestra provincia; es un anhelo que cuenta con el más fervoroso apoyo de las autoridades provinciales. Una literatura tan extensa y rica como la nuestra merece tener un lugar en el que, poco a poco, se vaya construyendo una memoria fecunda para las futuras generaciones de cordobeses. La presencia de tan ilustres visitantes hoy aquí, contribuye a lograr este gran objetivo de toda la cultura de Córdoba.

Muchas gracias.