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Boletín de la Real Academia de la Historia

Tomo VI

Año 1885

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ArribaAbajoCuaderno I. Enero, 1885


ArribaAbajoAcuerdos y discusiones de la Academia

Abierto certamen, en que por convocatoria han de lucir los ingenios de la Península Ibérica, estudiando la vida y escritos del Teniente general D. Álvaro José de Navia Osorio, Marqués de Santa Cruz de Marcenado, Vizconde de Puerto, al celebrar el segundo centenario de su nacimiento1, de buen grado ha prescindido la Academia de la Historia de hacer, por individuo de su seno, el elogio del ilustre soldado y erudito escritor en que tanto se complace. Estima en este caso buen testimonio de la voluntad y aplauso con que se asocia á la patriótica solemnidad, la publicación en el BOLETÍN del grandioso proyecto que, no sin razón, dió motivo á los biógrafos anteriores del Marqués para considerarlo generador de la idea que había de dar vida al Instituto de la misma.

Este proyecto fué formulado en los tomos VIII, IX y X de las Reflexiones militares, que publicó en Turin el año de 1727, y se reparte en dos objetos: Diccionario universal é Historico-geográfico. La Academia no ha dejado de utilizar el pensamiento para la edición de su Diccionario geográfico y para la que prepara del Biográfico. Falta hace, en verdad, completarlo con la empresa del Diccionario enciclopédico, que ya en el siglo XIII concibió y   —6→   llevó, para su tiempo, á cabo el eximio Doctor Fray Juan Gil de Zamora, émulo y continuador de San Isidoro y digno predecesor de Raimundo Lulio.


Reflexiones militares del Vizconde de Puerto

Tomo VIII



PROYECTO DEL VIZCONDE DE PUERTO PARA UN DICCIONARIO UNIVERSAL

Á LOS ERUDITOS DE ESPAÑA.

Estando ya vecino á la prensa el décimo volumen de mis Reflexiones, quise aplicar la pluma á los Cómputos de guerra y Nueva Planta de tropas, que prometió aquella obra; pero fatigado por diez y nueve años el discurso en asperezas de la milicia, en espinas de la política y en rigores de la moral, pidió tregua para algún tiempo de recreo en la selva deliciosa de un Diccionario, que incluya las materias del artículo siguiente:


ARTÍCULO I

Asuntos que se pretende contenga el diccionario


Todas las palabras españolas, con su traducción en francés, italiano y latín2; poniendo en cada una de las cuatro lenguas el distintivo necesario para demostrar la calidad y género de verbos y nombres y la variación que, en algunos de sus tiempos, hacen los verbos irregulares. Especificaránse las voces de poco uso por muy antiguas ó no bastante admitidas por sobrado modernas; con expresión de las que parece convendría recibir, á causa de no haber otras que expliquen tanto, sin rodeo. Señalaránse también las palabras que sólo se practican en estilo burlesco, y las facultativas.

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Construiránse las letras sueltas que se hallan en antiguas inscripciones y medallas.

Daré la etimología de las palabras españolas, que ordinariamente conviene á las italianas y francesas, pues todas tres lenguas derivan del latín, excepto algún vocablo que del godo y arábigo se comunicó al español, del galo y longobardo al italiano y del francón y galo al francés; en cuyos casos procuraré buscar la diversa etimología de los términos de cada lengua cuanto permita la oscura noticia que tenemos de los bárbaros mencionados idiomas. Rastrearé con esperanza de mejor suceso, y al favor de mis amigos, la etimología de las palabras latinas que vengan del griego. Pero, ateniéndome á las opiniones que más parezcan verosímiles ó probables, omitiré las controversias de varios escritores; enfadosas por muchas y largas, ya que nadie quiere gastar sobrado tiempo en prolijas averiguaciones de este asunto, aunque á todos guste saber algo del origen de las voces.

Describiré la situación de los pueblos, montes y lagos memorables, el curso de los ríos, las costas de mar y principales circunstancias de los puertos.

Las batallas que se dieron en cada paraje y los sitios y sorpresas que hubo en cada pueblo ó terreno, con alguna explicación ó cita de lo más observable en el hecho; pues á veces le extenderé bajo el nombre de los Generales que mandaron las operaciones.

Los tratados de paz ó de ligas para guerra que se efectuaron en cada lugar, con una breve noticia de sus cláusulas, príncipes contratantes y sus ministros plenipotenciarios.

Diré lo que en los pueblos ó provincias, correspondientes á la alfabética incidencia de las letras, halle digno de observación particular; su esterilidad ó abundancia de unos ú otros géneros, su gobierno, su clima y el más común genio y costumbre de sus habitantes.

Recopilaré las definiciones de ciencias, artes y oficios, y algunas curiosidades ó secretos de los últimos.

Los principales autores que escribieron sobre cada una de aquellas y de estos y los hombres más insignes en la práctica de cada profesión, con cita de mayor noticia bajo el nombre de los sujetos ó del título de sus obras.

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Si el Diccionario se imprime después de mi retorno á España trataré de los nombres de los instrumentos de cada oficio, lo cual me es imposible ejecutar desde aquí, donde se ignoran en español; y los libros dicen poco en este punto, á lo menos los que yo tengo.

Por lo que toque á diversos términos facultativos me extenderé, más que en otros, en los de náutica, guerra, matemática y sus dependencias.

Debajo del nombre de cada escritor diré los títulos de sus obras.

A continuación del título de cada obra diré por mayor, algo de su contexto, el juicio que de ella hicieron hombres doctos, y el que mi ignorancia forme sobre tal ó cual materia que pueda ser de mi alcance.

Anotaré las ediciones de cada obra que pasan por más copiadas y fieles.

Expresaré cuándo la obra es prohibida en España, y siendo sólo expurgada, copiaré el artículo de expurgación, ó le citaré, informándome antes de si el Santo Tribunal halla dificultad en lo primero; pero siempre ejecutaré lo segundo cuando la expurgación sea larga.

Epilogaré sus principales hechos y dichos; referiré su país y el tiempo de su nacimiento y muerte, y algo de su calidad y armas de la familia, en cuyo último punto no prometo grande extensión, ni daré sucesión cronológica de familias particulares.3

Cuando se trate á alguna persona por el apellido, á causa de que éste la da á conocer mejor que el nombre, al escribir el último citaré el primero; y al contrario si el artículo se extiende en el nombre.

No se omitirán los fabulosos, y exhibiré, las convenientes noticias que en sus respectivos lugares toquen á la fábula.

Copiaré algunas tablas cronológicas4 para la confrontación de años, eras, olimpiadas, hegiras, siglos, cte.

Debajo de cada nombre de reino pondré la sucesión cronológica de sus reyes; y donde me falte la guía de la palabra del reino seguirá á la del empleo la lista de los empleados; por ejemplo: los Ephoros de Esparta irán después de la palabra Ephoro, los Pontífices después de la palabra Pontífice, etc.

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Por lo tocante á concilios, anotaré la sucesión, tiempo y lugar de todos á continuación de la palabra Concilio; pero se reservará para después del nombre de cada uno alguna noticia, por mayor, de lo que en él se resolvió.

Diré debajo de sus respectivos nombres su figura5, la manera de conservarlos y multiplicarlos y de servirse de ellos para economía, delicia y medicina, como de cazarlos y pescarlos, y el país en que los de cada género se crían en más abundancia.

A continuación del nombre de cada uno6 trataré de su uso medicinal, económico y deleitable, y de las provincias en que se hallan con más frecuencia.

Diré la figura de ellas7 y de sus frutos y flores; y consiguiente al nombre de cada una hablaré de su virtud ó valor para la salud, vista y provecho, con suficientes avisos para su cultivo, sean plantas naturales al país ó conservadas en él á fuerza de arte. Donde no se extiendan todas estas circunstancias en el género, citaré la especie y al contrario, v. gr.: si debajo de la palabra Pera no doy todas las noticias que en particular conciernen á la Bergamota, diré véase Bergamota; pero debajo de las palabras Fruta y Flores pondré la lista de las especies de estas y de aquella; y los nombres de sus diferencias, para que sirvan de guía al lector que guste de buscar más noticias en las respectivas palabras de la subdivisión.

Estaré á lo que por otros escritores8, ó por mí, se halla digno de reparo, sin detenerme en bagatelas, que no mostrarían tanto defecto en los escritos ajenos como en la intención de quien los criticase, y ocasionarían al lector más pérdida de tiempo que enseñanza.

Como la gran variación de ortografía que hasta aquí siguieron los escritores de España podría servir de tardanza á quien lea el Diccionario para encontrar las palabras que busque, será indispensable le precedan las reglas ortográficas sobre que se forma la sucesión de sus voces: yo tenía comenzado aquel trabajo, pero le abandoné después que en la próxima pasada semana recibí una copia del mismo, hecha por la Real Academia Española en el año de 1726, no sólo porque de mi ignorante pluma nunca saldrían tan claros y útiles principios, sino porque la modestia con que da   —10→   los suyos aquella ilustre y sapiente Congregación, lejos de quitarles una cierta fuerza de ley, adquirida en el decreto del Rey nuestro Señor para que la Academia fije de una vez nuestro idioma, nos debe hacer el precepto más dulce por la cortesía de quien le explica, y totalmente venerado por el alto origen de que viene; y aunque no faltarán á los eruditos armas para impugnar tal cual máxima de la Academia ortográfica, siempre quedará el punto en cuestión, y en España el mal de la incertidumbre sobre seguir uno ú otro método; con que juzgo conveniente imprimir á la cabeza del Diccionario la expresada ortografía de la Academia, añadiendo algún aviso que ocurra, como no sea contrario á ella; y en cuanto á los acentos, por no verme obligado á recopilar ortografías del italiano y francés, acentuaré toda vocal que deba pronunciarse larga en cada una de dichas lenguas; bien que si la palabra no tiene más que dos sílabas, ni acento en la última, se puede suponer acentuada la primera.

La ñ va después de toda la n: la v consonante después de toda la u vocal: la w doble después de la v consonante.

Cuento poner en la cabeza de cada columna, entero ó enteros, el vocablo ó vocablos de que la columna conste, para que el lector no pierda tiempo en las voces que no busque y que pueden corresponder á las mismas dos ó tres letras por donde comienza, la palabra que desea encontrar.

Si aún la palabra entera fuese equivocable, se le pondrá su distintivo, como arco iris, arco de ballesta, Antonio Pérez, Antonio Fernandez.

Muchos vocablos tendrán explicaciones largas, porque es preciso hablar de ellos con relación á calidades entre sí diversas. para que el lector no se canse en ver las que no busca pondré al margen de cada palabra, en sus respectivos lugares, las notas ó señales que siguen:

S. T., que vale significado traducido en francés, italiano y latín.

E., que significa Etimología.

H., Historia, en que se incluyen hechos, dichos, escritos y cronología: situación y más particularidades de los países.

C., cultivo de plantas.

P., propagación y conservación de animales.

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P. S., manera de pescar los acuáticos.

C. Z., forma de cazar los terrestres y volátiles.

U. U., uso útil de plantas minerales y animales.

U. M., su uso medicinal.

U. D., su uso deleitable, exclusa pesca y caza, que ya tienen sus artículos aparte.

* significa la adición, duda ó crítica del autor.

A continuación de los nombres en cada una de las cuatro lenguas, la M vale masculino: la F, femenino: la N, neutro: la C, común de dos, ó ambiguo: la I, indeclinable.

Después del verbo, en cada lengua de las cuatro, la A significa activo: la P, pasivo: la N, neutro: la I, impersonal: la R, recíproco.

Los números, que también se hallan en el cuerpo de las columnas, se refieren á otros iguales, que en el fin de la misma plana expresan en abreviatura los nombres de los autores, por no cortar el hilo del discurso con citas en medio de los renglones.

De dichas abreviaturas de nombres de escritores y de títulos de obras, dará la llave ó explicación el autor de cada tomo del Diccionario: pero allí siempre la T significará tomo: L, libro: C, capítulo: S, sección: A, artículo: §, párrafo: Tt, título: P, página.

No solamente se citarán los autores de otros Diccionarios, sino también los citados por los diccionaristas, para que, si algún sujeto no tiene las obras de los últimos y quiere ver con más extensión la especie en los primeros, halle desde luego noticia del libro en que puede buscarla. No seguiré tal método en los puntos meramente etimológicos, donde me contento con las decisiones de la Academia Real de España, á cuyo Diccionario me referiré siempre que no se ofrezca poderosa razón de dudar: lo mismo ejecutaré sobre etimologías francesa, italiana y latina, citando los Diccionarios etimológicos de más conocida autoridad en aquellas lenguas; pues lo contrario sería cansar inútilmente al lector y abultar la obra sin necesidad.



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ARTÍCULO II

Ventajas que á nuestra nación resultarán del diccionario proyectado, aun cuando la primera vez saliese imperfecto. Exhíbense algunas conveniencias á los eruditos que gusten de emprender la obra


De las tres ó cuatro partes de mi propuesto Diccionario se hallarán dos en las que ya tienen escritos varias naciones, inclusos otros muchos libros que, por sus tablas alfabéticas, dan facilidad para colocar sus materias en forma de Diccionario, teniendo paciencia de leerlas y juicio en elegirlas; pero suponiendo (que no será) que el Diccionario de mi idea, por la primera vez, solamente incluyese lo mismo que los citados libros, todavía quedan á nuestro favor las ventajas siguientes:

De cada cien españoles que amen la lectura, no habrá dos que tengan correspondencias bastantes para que les envíen dichos libros de Roma, Bolonia, Padua, Lipsia, Ginebra, León de Francia, Paris, Holanda, Inglaterra, Amberes, Colonia y otros parajes donde se imprimieron, fuera de que muchos de aquellos ya se acabaron las ediciones, y ni caros ni baratos pueden hallarse.

Demos vencida la dificultad expresada: ¿cuántos estudiosos españoles ignoran las diferentes lenguas en que están escritos los referidos libros?

Aunque las entendiesen todos perderían tiempo, saltando de uno en otro de más de 200 volúmenes á buscar en unos lo que omiten los demás; no habiendo alguno (ni el Moreri de la edición de 1725) que recopile la mitad de lo que dijeron los anteriores, y que no repita muchísimo de lo que han escrito los mismos; con que la fatiga es doble.

A tal consumo de tiempo en la lectura se aliado el aumento del gasto en la compra, respecto de que nuestro Diccionario se podrá vender por 100 pesos y los libros que, por sus repeticiones, digan sólo tanto como él, no se comprarán por menos de 600.

No saldrá de España el dinero para comprar los Diccionarios y   —13→   más obras pertenecientes á aquel género de estudio; y cuando el Diccionario universal, pasando por mejores manos que las mías, adelante grados hacia la perfección, el anhelo de entenderlo estimulará las naciones á aprender el español, y tendrán curso entre ellas los demás libros en nuestro idioma, que hoy son desconocidos, casi como los caldeos; de donde resulta que la fama de tantas insignes plumas vuela sólo hasta los confines de España, y siendo por consecuencia corta la ganancia de impresores y libreros, no hay en provincia culta de Europa más pobres librerías que las nuestras.

Todas las naciones confiesan á la española uno de los primeros lugares en lo agudo, metódico y laborioso; y casi todas ellas tienen Diccionarios históricos, bíblicos, geográficos, matemáticos, económicos, químicos, geométricos, jurídicos, de comercio, de marina, música, etc.; sólo nosotros hemos vivido en la miseria de sencillos y defectuosos vocabularios; y en más de cien años después que D. Sebastián de Covarrubias dió un principio de Diccionario etimológico de lengua castellana quedó la obra sin continuación, hasta ahora que la Real Academia de Madrid perfeccionó aquel útil empeño, añadiendo la traducción latina, exclusos en etimología y traducción los nombres propios de hombres y lugares, que tocan á la historia y geografía.

Atribúyese á Constantino la pérdida de gran parte de los escritos de los más famosos autores de la antigüedad, porque habiendo hecho Constantino recopilar aquellas obras, los hombres, por lo regular enemigos del trabajo, omitieron tomar copias de los originales, contentándose de leer los epílogos. Parecerá que un Diccionario como el que propongo puede ocasionar el inconveniente de reducir á superficial el estudio, pero yo entiendo lo contrario; pues la noticia que el Diccionario dará de casi todos los mejores libros del mundo, es natural excite los curiosos á comprar y leer de aquellos los que sirvan á la profesión de cada sujeto. En tiempo de Constantino todavía no se conocía la imprenta; y una vez perdidos los pocos trasuntos de los manuscritos de antiguos escritores, quedaba para siempre sepultada la memoria de sus obras. Hoy que tenemos á millaradas las copias de cualquier libro, nunca llegará tal riesgo.

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Si algunos españoles eruditos quisieren hacer á la república, literaria y á la patria el servicio de emprender esta obra, les pido me avisen los defectos que hallen en mi propuesta idea; la cual mudaré sin repugnancia en favor del acierto, que tengo por más asegurado en cualquier dictamen que en el mío.

Suplícoles también digan la letra de que se encarga cada uno; y en caso que dos ó tres sujetos concurran en la misma se lo participaré, á fin de que se pongan de acuerdo para tomar otras.

Cada tomo se imprimirá en cabeza de la persona que le escriba, y si es las fueren dos ó más se dirá en la fachada del mismo tomo, ó se explicará en el propio que los autores del volumen son D. M. por lo jurídico, y D. N. por lo histórico, etc., según los diversos compositores de un volumen hayan repartido entre sí el trabajo, que verdaderamente sería más cabal si cada materia se encargase á hombre de su respectiva profesión.

Imprimiráse la obra á común lucro y gasto, proporcionadamente á los pliegos de cada autor; y si alguno de estos no quisiere adelantar su correspondiente desembolso para la impresión, yo me encargaré de ella, y daré á su autor dos terceras partes de las copias de toda la obra, que de la primera forma le hubieran tocado.

Si á cualquiera de los autores faltare alguno de los cuatro idiomas que debe contener el Diccionario, basta que de tiempo en tiempo me envíe una lista de los vocablos en que dificulta; pues yo le remitiré la traducción ó significados para que los incluya en el intervalo que deje á este fin en el manuscrito.

A los que me honren con la positiva noticia de alistarse en el empeño de esta obra, daré fidelísima relación de los libros que discurro necesarios para formar aquella, exclusos los de historia y ciencias, que servirán para suplir lo que no contengan diccionarios, catálogos, bibliotecas, jornales literarios, etc. Creo no se hallará en España, en librerías de venta, la sexta parte de los libros que juzgo precisos para componer el Diccionario; pero los darán á buen precio los libreros de mi correspondencia en Turin, Venecia, Ginebra, León, Paris y Holanda. Ya se ve que para todos los autores del propuesto Diccionario que residan en una misma ciudad, basta un juego de los citados libros; respecto de   —15→   que pueden juntarse los autores á trabajar sobre ellos en una destinada casa, ó tomar cada uno el volumen correspondiente á su letra, ó una después de otra, mientras los compañeros reconocen las demás.

Si alguna persona capaz me dispensa el favor de venir á trabajar conmigo la letra que mis compañeros me destinen, ú otra, lo serviré gustoso con libros, casa y mesa, y gozará de todas las demás conveniencias contenidas en el presente punto.

Los señores que de España se dignen de responderme, sírvanse de entregar las cartas en Madrid á Sr. D. José Antonio Tineo, capitán y ayudante mayor de un batallón de Reales Guardias Españolas, ó en Barcelona al Sr. D. Gabriel de Rojas y Loyola, oidor de aquella Real Audiencia.

Los que se hallen en Alemania, Francia, Inglaterra y Holanda, pueden enviarme las respuestas por mano de los ministros que el Rey nuestro Señor tenga en aquellos países; y las personas que residan en Italia se servirán de escribirme en derechura por el correo.




ARTÍCULO III

Aumento que podría tener el diccionario si el Rey nuestro señor se dignase de recibirle en su alta protección


Quien observe desapasionadamente los XI primeros puntos del artículo I y el primero del artículo II, confesará que no es dable á sujetos particulares y desunidos en la residencia emprender una obra de más fatiga para sus autores, ni de tanto provecho para la república literaria española; pero si el Rey nuestro Señor, que entre tantos beneficios dispensados á su fiel monarquía incluyó el de animar las buenas letras con el ejemplo de su real persona, con dispendios de su erario y con recompensas á los estudiosos, quisiese dar á la España una obra superior á cuantas vió hasta ahora el mundo, se podrían añadir á mi proyecto de Diccionario los planos de las plazas: las cartas hidrográficas y   —16→   geográficas de costas, ríos y países mediterráneos: la figura ó representación de los animales, plantas, flores y frutos; como de las máquinas ó instrumentos que sirven á la demostración de varios principios ó al uso práctico, especialmente de física, náutica, arquitectura civil y militar y más dependencias de la matemática y de la guerra; sin el socorro de cuyas figuras queda muchas veces imposible ó muy dificultosa la explicación.

Para esto, no sólo se necesitaría que el clemente paternal amor de S. M. á los vasallos moviese su real ánimo á suplir los gastos de la abertura de láminas, sino también que la Academia Española se encargase de la obra, la cual se adelantaría infinito por la continua residencia de sus veinticuatro doctísimos personajes en la corte, donde pueden concurrir todos los días, como lo hacen, y valerse de la insigne biblioteca con que S. M. ennobleció los estudios en España.

Como los señores de la Academia tendrían sobrado que hacer en lo restante del Diccionario para fenecerle á tiempo de ver perfeccionada la obra, pudieran ayudarse con supernumerarios y con un ingeniero, un oficial minador, y otro de artillería, un náutico, un médico, un geógrafo, un astrónomo y dos delineadores, pagados por el Rey, para que trabajen sobre los puntos de sus respectivas profesiones, y siempre en Madrid, á fin de que la Academia observe, regle y coloque en su lugar la tarea de cada uno.

Emprendiéndose la obra sobre estos principios, en cambio de repartirla á los autores por letras pudiera dividirse por asuntos, dando á cada sujeto la materia de su profesión ó de su mayor inteligencia, como sería á uno la traducción, á otro la geografía, á otro el blasón, á otros la historia dividida por reinos, á otro la física de plantas, animales y minerales, á otro la anatomía, á otro la náutica, á otro la artillería, á otro las minas, á otro la astronomía, á otro los autores de jurisprudencia, á otro los concilios, etc.; pues colocando cada uno alfabéticamente sus materias, no habría dificultad en formar de todos estos miembros el cuerpo del Diccionario.

Yo no lo pondré la pluma hasta ver lo que el Rey nuestro Señor determina, ó lo que mis amigos respondan; pues no quiero quedar solo en el empeño de que cincuenta personas eruditas no   —17→   harán poco en desembarazarse durante veinte años de aplicación continua.

Si entre los que se alisten á la formación del Diccionario hubiere bastantes que posean la lengua alemana, la traducción de ésta se añadirá á la italiana, francesa y latina.

EL VIZCONDE DE PUERTO.






DETALLE DE LA IDEA, QUE PARA UN DICCIONARIO UNIVERSAL, DI Á CONTINUACIÓN DEL ANTERIOR
VOLUMEN DE ESTA OBRA



DICCIONARIOS PARTICULARES QUE DEBEN FORMAR EL CUERPO DEL UNIVERSAL

Muchos, que no podrán ó no querrán comprar entera la obra, tomarían la parte de ella correspondiente á la profesión ó genio de cada sujeto; por lo cual, y por que dividiendo el Diccionario, se puede comenzar á imprimir á medida que se vayan poniendo en orden los originales de cada clase, parece conviene formar los Diccionarios que siguen:

1. Eclesiástico: En el cual se contengan todas las noticias pertenecientes á la Biblia, Teología, Moral, Ritos antiguos y modernos de Gentiles, Hebreos y Cristianos. Concilios generales y particulares. Derecho Canónico. Historia de órdenes Monásticas y Militares. Historia de las Herejías con noticias de sus impugnaciones y del tiempo de sus prohibiciones. Predicativo; y finalmente cuanto mire al Estado eclesiástico; excepto vidas de Pontífices, Cardenales, Patriarcas y Santos; porque juzgo pertenecer al Diccionario histórico, y aún en aquel no se dirá de los Santos más que su patria y Era y el tiempo de su Canonización ó Beatificación, y los escritores de sus vidas; pues de otro modo, solamente los Santos ocuparían 40 volúmenes.

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2. Jurídico: Tratará del Derecho natural de las Gentes y Civil, con la restante subdivisión. Procuraráse escribir largo acerca de las Leyes de Guerra, Comercio, y de las que tocan á Tratados y Congresos de Príncipes y de sus Ministros.

3. Político: Incluirá noticias de los Tratados de Paz ó Ligas para la guerra, y el Ceremonial de varias Cortes y de sus Embajadores, y acaso diversos puntos gubernativos, excepto los económicos, los cuales tocan á los Diccionarios 5 y 6.

4. Bélico y Náutico: Hablará de lo que suena el título, con expresión de las principales máximas de la Guerra y Náutica, de los instrumentos para una y otra, de las proporciones de los mismos, y de Fortificación, Artillería y Minas. Sobre Razones morales ó jurídicas para la Justificación de una Guerra, véanse los Diccionarios eclesiástico y jurídico.

5. De Comercio: Diránse las Reglas, que para éste sigue cada país, y los géneros en que consiste el Comercio activo y pasivo de casi todas las conocidas provincias del mundo. Como buena parte del tráfico viene de las manufacturas, entrará en este Diccionario la descripción y principales secretos de los oficios ó artes mecánicas. La otra porción de Comercio procedente de crías de ganados y cosechas de frutos no puede separarse del sexto Diccionario. En el presente se hablará del valor y cambio de monedas, y de los pesos y medidas de Europa, África, Asia y América: finalmente, se procurará no omitir cosa esencial perteneciente al Comercio y fábricas. A quien trabajare este Diccionario suministraré los especiales avisos que se me ocurran en favor de manufacturas y tráfico de España. Para quedar cumplido el Diccionario de Comercio, faltaría citar las Leyes que resuelven las dudas que se pueden ofrecer sobre cada punto de él; pero como eso toca al Diccionario jurídico, se puede recurrir al último.

6. Económico y Deleitable: Manera de criar y traficar todo género de animales y de cultivar todas las plantas y semillas, con distinción de la calidad del terreno á propósito para cada una, y de la estación en que producen las flores y frutos, con diferencia de cuando para la delicia se fuerza el cultivo de aquellas. Diráse también el uso delicioso de Jardines, Comidas y Bebidas, y de Caza y Pesca. Dejaránse para el Diccionario médico las virtudes   —19→   medicinales de peces, animales y plantas; pero el presente Diccionario tratará de los remedios para cualesquiera enfermedades de caballos, perros, bueyes, ganado menor, pájaros y más animales, como de medicinas caseras para las personas. Por lo que toca á lo deleitoso en artes liberales, curiosidades en los oficios, etc., véanse los Diccionarios de Comercio, Misceláneo y otros de los contenidos en este papel.

7. Médico: contendrá Filosofía, Medicina, Cirugía, Anatomía, Química y Botánica; pero no saldrá de la virtud medicinal de plantas y animales; porque la manera de cultivar aquellas y criar estos, ya se dijo tocar al Diccionario anterior. Incluiránse las observaciones fisonómicas y la medicina legal, si no se cree, más á propósito que esta última parte vaya en el Diccionario jurídico.

8. Misceláneo: Artes liberales, como diseñar, etc.; ejercicios caballerescos, como Danza, Esgrima, Picadero, etc.; incluirá también la Gramática, Poesía, Mitología, Blasón; explicación de las más observables antiguas inscripciones griegas y latinas y de medallas. Por lo tocante á noticias de la antigüedad, que miren al Rito u Religiones y al Derecho, véanse los Diccionarios eclesiástico y jurídico.

9. Histórico, sobre el método de el de Moreri; pero excluyendo Concilios y lo demás destinado al Diccionario eclesiástico, al geográfico, al político y a otros aquí expresados. Incluiránse los más importantes avisos para leer con utilidad la Historia: cerca de otros véase la nota con que este papel concluye: omitiré la sucesión cronológica de familias que no sean soberanas; bastando que se diga Casa noble de tal país y que se dé la historia de los sujetos de la misma familia que se distinguieron por sus hechos, dichos o escritos.

10. Geográfico: A las regulares noticias de Geografía se añadirá la de las Batallas, Sitios ó sucesos famosos acontecidos en cada lugar, y lo demás que expresa el tercer punto del artículo I de mi primer proyecto, exceptuando los Tratados de paz ó guerra, que tocan al Diccionario político: también el geográfico se abstendrá de la antigua Geografía de la Tierra Santa, que pertenece al Diccionario eclesiástico; pero dará la posible noticia sobre las actuales fortificaciones de cada plaza.

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11. Matemático y Astronómico: Todas las ciencias tocantes á la Matemática, inclusa la Arquitectura civil; pero se excluirá la Militar, de la cual trata el Diccionario bélico, y la Música, pues ya se colocó en el Misceláneo. Examinaré si este Diccionario debe formar un solo cuerpo con el Bélico y Náutico, porque hay grande conexión entre ellos; cerca de cuyo punto aguardo el aviso de mis amigos.

12. Índice general: Abrazará todos los once anteriores Diccionarios y el de la Academia Española, ú otro buen Etimológico de la Lengua en que esta obra se imprima; por ejemplo, en la palabra... Aborto... dirá por Etimología... Diccionario de la Academia, tom. I, pág. 17. Por Física, Diccionario médico, T... pág... Por Moral, Diccionario eclesiástico, T... pág... Mitridates, como nombre de persona, Diccionario histórico, T... pág... Mitridates, como composición de botica, Diccionario médico, T... pág...

En este duodécimo Diccionario entrarán todos los vocablos del idioma de la obra, que por no tocar destinadamente á alguna ciencia ú arte, no se incluyan en los precedentes Diccionarios, y una vez que se ha de citar el Etimológico, se excusa la fatiga de poner aquí los géneros de los nombres, la calidad de los verbos y la expresión de si unos y otros están en poco uso por muy antiguos ó por demasiado modernos; pues todo eso lo dice ya el Diccionario de la Academia Española; y si el nuestro se hubiere de imprimir en italiano, se citará el de la Crusca.

13. Hay muchas personas que entienden las lenguas extranjeras, pero pocas tienen presentes en la memoria todos los vocablos forasteros de que se acuerdan en el idioma nativo. Respecto de esto, de la confusión que habría para colocar las traducciones en las respectivas palabras de cada Diccionario y de lo que la versión abultaría demasiado el Índice general (ya ocupado con distintivos de las palabras y con números), parece se puede formar el décimo-tercio Diccionario, intitulado (De cuatro Lenguas», que sean la Latina, Italiana, Francesa y Española; cuya obra, para ser enteramente cumplida, debería consistir en cuatro volúmenes, y comenzar cada uno de ellos con una diferente lengua de las cuatro expresadas, con lo cual, recurriendo al duodécimo Diccionario, cualquiera que entendiese el lenguaje de la obra, encontraría   —21→   el equivalente de la palabra de su lengua y el número que le guiase al otro Diccionario, en que puede ver lo que desea tocante á la misma palabra.




AVISO CERCA DE LOS ONCE PRIMEROS DICCIONARIOS AQUÍ EXPRESADOS, Y DE LOS CAPÍTULOS QUE PARECE FALTAR Á ESTE SEGUNDO PROYECTO

En cada palabra donde la inteligencia no sea trivial (como sucede en los términos facultativos) se dará la definición de la palabra en general; y si esta fuese divisible, se definirán también las divididas partes, cada una en su alfabético lugar.

En el fin de cada Diccionario de los primeros once se formará una lista alfabética de los autores, que en general ó en particular escribieron de materias concernientes á las que el Diccionario toca, expresando en dicha Lista el Nombre, Apellido, Era y Patria de cada Autor, y el Título, Tomos, Lengua y Edición de la obra (que en su respectivo capítulo no habrá hecho mas que citarse): también se dirá en la mencionada Lista el juicio que de cada obra hicieron los Tribunales, acreditados jornales literarios ó personas particulares de justificada crítica; pero no incluya un Diccionario lista de obras que pertenecen á otro, aunque sean del propio Autor de quien se hable, porque se duplicarían las noticias.

Cualquiera persona á quien se ofrezca un reparo crítico sobre materia que trabaje otro de nuestros compañeros, se lo avisará: á cuyo fin, en estando repartidos los asuntos de la obra, será mi cargo dar á cada sujeto la noticia de la comisión de todos.

Nunca de la primera vez se libra de muchas imperfecciones un escrito; y así convendrá que se dejen anchos márgenes para correcciones y adiciones, que se ofrezcan al mismo escritor ó á sus amigos. Lo mejor sería no escribir jamás á la espalda de la página, y cortar ésta por debajo de donde se acabe lo escrito en cada palabra; con lo cual está franca la vuelta de aquella porción de hoja para las adiciones, sin romper la continuación de la materia, ni el orden alfabético de una misma combinación de letras. Tampoco se alterará el de la foliación poniendo el número de las páginas en   —22→   la sola primera fachada de cada pedazo de papel que se corte de la forma dicha. Entro en este menudísimo detalle, sabiendo por la experiencia el gran tiempo que inútilmente se gasta en copiar borradores, que no se empezaron á escribir con bien ordenado método en la mecánica distribución del papel.

El Autor del Diccionario histórico dirá debajo de la palabra Historia las que hay universales; y en llegando, por ejemplo, á la palabra España, referirá los Historiadores de aquel Reino. Si la Historia estuviere subdivida, como diríamos Aragón á continuación de la misma palabra, pondrá el autor los Escritores que trataron de la Historia de Aragón separadamente. Cuando aún se encuentre más desmembrada la Historia, v. gr., de una sola ciudad, ó de la vida de un hombre ilustre, se expresará también el Libro que discurre únicamente de ella.

De esta forma, quien guste de hacerse capaz de una Historia ú Ciencia en general, sabe qué libros debe comprar; y quien se contente de la investigación de un punto particular, busca solamente la obra que trata de él, sin emplear, con inutilidad, tiempo y dinero en lectura y compra de otros libros; por ejemplo, yo deseo una noticia por mayor de las Cuestiones morales: debajo de las letras MOR hallo que las trató Corella y le compro; pero si no me importa saber más que el asunto de Matrimonio, compraré toda la obra de Sánchez que debajo de las letras MAT veo trata puramente de aquella materia.

Otro cuidado del Histórico será expresar de qué tiempo á tiempo alcanza cada libro de Historia de un país, y con cuáles otros se suplen los años correspondientes á los perdidos libros ó capítulos que á aquella Historia faltan; á menos de cuya exactitud (que no hallo en los Diccionarios) no se puede leer seguida la Historia de un Reino ú Provincia, ó se lee con tal duplicación, que consume la paciencia y los días, respecto de que muchos Historiadores comienzan á hablar del mismo tiempo, y otros de 500 años después de donde empezaron ó fenecieron los antecedentes.

Debajo del apellido de cada escritor se dirá por mayor el título, de todas sus obras, y si hay alguna edición más nueva y copiosa que las citadas en los demás Diccionarios: sobre más amplia noticia de las cuales obras basta lo que propuse para en cada particular   —23→   facultad, especialmente en la pág. 8; pero como hay obras casi ignoradas por el Nombre y Apellido de los Autores, y muy conocidas por el título de las mismas, si se extiende de una de estas debajo del apellido del autor, citase bajo la primera palabra del título. De esta forma el Diccionario viene á servir de Índice de autores y materias.

Si se emprende el Diccionario universal en Turin, se nombrará un Depositario de las Resoluciones, que escriba y conserve las que para la formación de la obra se vayan tomando en las conferencias, que de tiempo en tiempo se tendrán, á fin de examinar las dificultades, uniformar el método de los tratados que entren bajo una clase de Diccionario, aumentar la Crítica é impedir que un autor se entrometa en la jurisdicción del otro.

Será del cuidado del mismo Depositario buscar á cada compositor los libros que éste necesite y llevar la cuenta y razón de quién los prestó y de quién los tiene por empréstito, á fin de que á su tiempo se restituyan á los dueños, á los cuales en el ínterin dará el Depositario sus recibos y los tomará de las personas en cuyo poder existan los libros.

Para que el Depositario sepa dónde hallar los convenientes, cada uno de nuestros compañeros le dará una nota de los libros que tiene; y si algún compositor necesitare otro libro, el Depositario se servirá de avisármelo, á fin de que yo le busque dentro ú fuera de Turin.

Cuando todos los varios compositores de un mismo Diccionario hayan fenecido sus obras, y colocádolas alfabéticamente, se hará por letras la separación que primero estaba por materias, á fin de que repartiendo á un sujeto las composiciones de la letra A, á otro las de la B, y así de las demás, pueda la última colocación fenecerse en unas letras casi al mismo tiempo que en las restantes.

En lugar de cada uno de los XI primeros propuestos Diccionarios, pudieran formarse diversos: por ejemplo, el Diccionario eclesiástico es divisible en los XI siguientes:

1. Bíblico.

2. De Santos Padres.

3. De Concilios.

  —24→  

4. De Bulas Pontificias.

5. Canónico.

6. De Teología Dogmática, Escolástica, Moral y Mística.

7. Predicativo.

8. De las Iglesias Católicas y sus Ritos en general y en particular.

9. De las órdenes religiosas y militares.

10. De las Herejías, sus Iglesias y Ritos, con noticia de los autores que las impugnan, y cita de los Concilios, Bulas Pontificias ó Tribunales Católicos que las condenan; poniéndose de acuerdo el autor de este Diccionario con los de Bulas, Concilios, Canónica y Dogmática, para que los unos citen lo que otro extienda. Los Diccionarios de Concilios y Bulas deben extractar historialmente aquellos y estas. Quien escriba de las Herejías puede encargarse de la respectiva parte de Teología Dogmática; y el Canonista hablará del Derecho y no de la Historia de los Cánones.

11. De las Antigüedades Gentílicas, comprendiendo las Deidades fabulosas y sus Templos y Ritos. Pero como aquel asunto se halla muy barajado con la Mitología, Inscripciones y Medallas, convendría incluir en el mismo Diccionario las demás antigüedades, aunque no tocasen á Religión. Puede también hablarse de los Gentiles que hoy se encuentran.

En la última expresada subdivisión de Diccionario hay la conveniencia de que se acabará más presto alguna de las obras; y mientras ella se imprime se concluye otra, y así sucesivamente. Pudiendo un solo sujeto emprender uno de los subdivididos Diccionarios, no parte con otros la gloria de su trabajo, ni el interés de la venta, si á la proposición hecha en la pág. 17 de mi primer proyecto (encuadernado con el octavo tomo de mis Reflexiones) prefiero cada autor de Diccionario el arbitrio de imprimirle y venderle por su cuenta; importando solamente que todos los Diccionarios se impriman en igual folio para que no desdigan unos de otros los de la obra entera. Si convienen los autores en vender juntos los Diccionarios de cada clase, puede formarse al fin de ella el índice que comprenda todos los Diccionarios de la misma.

Sé que mirando al-unos por mayor la primera proposición de   —25→   la obra, se espantaron de su tamaño: pídoles consideren si con la subdivisión citada no es dable á un hombre laborioso fenecer en seis años uno de los XI últimos Diccionarios, ú otro semejante de las demás clases que también se subdividan, y cómo al propio tiempo que un escritor se emplearán los otros en los Diccionarios restantes, y la impresión puede comenzar por cualquiera de ellos, aguardo que aun antes de los seis años tengamos que esperar algún impresor y no éste á nosotros. Por mi parte, si mis compañeros no lo desaprueban, tomaré la empresa de suministrar varias noticias á los autores de los Diccionarios Histórico, Geográfico y de Comercio: á parte de esto me encargaré yo solo del Diccionario Político, ú acompañado; trabajaré uno que incluya Matemática, Náutica y Guerra, ya que á mis amigos de Turin parece conveniente no desunir los tres asuntos.

Vuelvo á suplicar á los eruditos de Europa, y en particular á los de España, se sirvan de avisarme lo que juzguen oportuno mudar en estas ideas, y si me hacen la honra de aceptar algunos asuntos de la obra, con distinción de si escribirán en Latín ó Italiano, para trabajarla en Turin; ó en Español, para ejecutarla en Madrid. De lo primero veo esperanzas: de lo segundo no puedo hablar, porque todavía no corresponden las respuestas de España sobre el primer proyecto que remití á mis amigos de aquel Reino; pero si tanto en él como en Italia encuentro suficientes asociados para emprender la obra en las dos lenguas, deseo que ambas Congregaciones pasen una recíproca fiel correspondencia en participarse los pensamientos para el método, las noticias de libros para la composición critica y todo lo demás conducente al breve y feliz éxito del empeño. Si no le abraza cantidad bastante de personas, ya en mi primera idea sobre el mismo dije yo también le dejaría.

Los gastos de imprenta no deben atemorizar; porque cada Diccionario será vendible sin dependencia de los que no estén aún impresos; y con el dinero de los unos pueden ir estampándose los otros; y en fin, yo me encargaré de la Imprenta del Diccionario, cuyo autor no quiera tomarse este embarazo, regalando al mismo autor un razonable número de copias, ó buscaré libreros que hagan con él otro ajuste: dichas copias, al que trabaje en Italiano ó   —26→   Latín, serán menos que las ofrecidas en mi primer proyecto á los que escriban en Español; pues aquellos no contribuyen á mi principal y casi único intento de que toda persona de mi Nación, aun sin entender más idioma que el nativo, pueda servirse de tan útil obra, particularmente en materias políticas, bélicas, náuticas, matemáticas, de comercio, economía, diversión y artes y ciencias caballerescas; puntos en que se instruirían gustosos muchos españoles que ignoran el Italiano, Latín y Francés.

Tampoco sería justo el temor de no tener presente la multitud de palabras que deban entrar en cada porción de la obra, porque es rarísima la parte de ella sobre la cual no estén ya impresos otros Diccionarios en Latín ó en Francés; y leyéndolos por entero, es fácil trasportar á su respectivo alfabético lugar del idioma Español ú Italiano las palabras que empiezan ó prosiguen con otras lenguas en Francés ó en Latín.

Aquí me dirá alguno que la obra de mi idea se reducirá una pura traducción; pero se desengañará cuando vea el aumento en la cantidad de las materias y en la crítica de las ya escritas. Añádense á favor de mi proyecto (particularmente para Españoles é Italianos) las razones alegadas en las páginas 13, 14 y 15 del primero que formé sobre esta obra: fuera de que muchos de aquellos Diccionarios están hechos por autores herejes, que desfiguran la opinión y pruebas de los Católicos en punto de Religión, y conviene á esta que se vuelva en su defensa la siniestra crítica de sus enemigos, la cual, no siendo combatida, quedaría para con los ignorantes como en una especie de triunfo. Las materias eclesiásticas que, aún controvertidas, parezca no deban ir en vulgar, se pueden tratar en latín.









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