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Cuaderno V. Noviembre, 1887


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Noticias

Desde León, donde se encontraba en la primera quincena de octubre último, explorando los ricos archivos de aquella nobilísima ciudad, ha enviado á nuestra Academia su Correspondiente extranjero, D. Rodolfo Beer, el siguiente comunicado, que anuncia un descubrimiento de primer orden para la historia jurídica de la España visigoda.

«No sin cierto gracejo refiere Ambrosio Morales, sabio eminente de los tiempos de Felipe II, y encargado por el monarca de revistar los archivos del Norte de España, que á su paso por León las puertas del archivo de la catedral estaban obstruidas por muebles gigantescos y que, no pudiendo detenerse el tiempo suficiente para que se facilitara el acceso al archivo, tuvo que renunciar forzosamente á su propósito. Continuó semejante estado lamentable por largo tiempo, hasta que en nuestros días un sabio é ilustrado cabildo reconoció el inmenso valor de sus piezas literarias, abriendo los empolvorados estantes y facilitando por medio del ilustre y dignísimo archivero, D. Sebastián Urra, chantre de la Santa Iglesia Catedral, sus códices para que sobre ellos se hiciera un serio y profundo estudio.

»Y, en efecto, ya el primer manuscrito que me facilitó la bondad del dicho señor archivero, probó la justísima razón é indispensable necesidad de una investigación prolija y grave de los preciosos monumentos. Era este códice el magnífico manuscrito con la versión latina de la historia eclesiástica de Eusebio de

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Cesárea, fecundo autor helénico que floreció en el siglo III. Pero debajo de esta escritura, que según creemos, es del siglo X, se translucieron sombras ligeras de letras muchísimo más antiguas, ora cruzando las líneas de la historia, ora paralelas á las lineas de la escritura posterior. Examinado todo el libro se reconoció como indudable resultado, que ninguna de las hojas que sirvieron al copista de la Historia estaban en blanco ó virginales sino que todas ellas habían sido anteriormente utilizadas. El códice por lo tanto es en su totalidad un verdadero palimpsesto un liber rescriptus.

»En el examen de la primera escritura (que se compone, como ya hemos indicado, de dos diferentes partes, la primera bíblica, de la cual no nos ocupamos), mucho nos favorecieron ciertas inscripciones en el margen superior, las cuales nos indican nombres de varones célebres, bajo varios conceptos. Se descifró el nombre de los emperadores Teodosio, Valentiniano, Marciano, Maioriano; de los esclarecidos juristas Gaio y Paulo; y la suposición que el texto mismo correspondía con los célebres autores de códigos ó interpretaciones de leyes, se probó completamente por un examen más detenido.

»Aumentóse nuestra curiosidad considerando que restos tan antiguos de códigos romanos son sumamente raros, y considerando también los caracteres de la escritura primitiva que vivamente llamó nuestra atención. Bien se sabe que los caracteres de un manuscrito, cuanto más se acercan á las formas capitales tanto más ofrecen garantías de antigüedad, lo cual precisamente se manifiesta en el códice de que se trata. No se descubre en nuestra joya literaria, ni un vestigio de lo que se llama, paleográficamente, transición á la minúscula la cual ya empieza en el siglo VII y se desarrolla en el VIII. Nos convencimos por fin, que se ocultó en estas hojas de pergamino una colección de célebres leyes de remotísima antigüedad ó determinadamente dicho, de la mejor época del siglo VI.

»Pero no tan fácil como el resultado de estas consideraciones se nos presentó la cuestión sobre el verdadero contenido ó sea el conjunto de estos textos, desvirtuados, no como sucede varias veces injuria temporis, sino con intención de borrar los antiguos

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caracteres para utilizar el pergamino y trazar sobre él un nuevo manuscrito.

»En la difícil identificación del texto, tengo el deber de dar las más expresivas gracias al ilustrado Director del Instituto de esta Capital Sr. D. Juan Eloy Díaz Jiménez, quien no solo me proporcionó todos cuantos recursos literarios estaban en su mano, sino que también en la confrontación de las leyes mismas me dispensó su amistoso y siempre estimado apoyo. Se descubrió entonces, que estas páginas rescritas, contienen nada menos que un documento nacional de primer orden, el más antiguo monumento de la legislación española, á saber: el importantísimo código de leyes romanas, redactadas por orden del rey de los visigodos, Alarico II, por una comisión de jurisconsultos, cuyos trabajos fueron autorizados por ciertas personas de alta categoría así eclesiásticas como seculares. Alarico mandó que de allí en adelante, ó sea el año 506, se decidieran todos los pleitos y causas con arreglo á este código, á cuyo fin se mandaron copias refrendadas por el canciller Aniano, á cada uno de los condes de las ciudades del reino visigodo.

»La existencia en España de un manuscrito consagrado á este asunto, debe llamar nuestra viva atención bajo varios conceptos. Entre los 76 manuscritos que un sabio alemán compulsó como fundamento para la edición de esta ley (Lex Romana Wisigothorum; ed. Gustavus Haenel, Lipsiae, 1848) no se encuentra ninguno, según confesión del mismo, en que aparezcan indicios que manifiesten su procedencia española. Semejante carencia de ejemplares del citado código en la península ibérica, se explica únicamente teniendo en cuenta que las disposiciones legislativas contenidas en el código de Alarico, si bien estuvieron en vigor en Francia por espacio de siglos, no lo estuvieron en España sino por cortísimo tiempo. Esta circunstancia acredita más y más la importancia del códice que constituye el objeto de nuestra crítica. Pues el haber estado en vigor por poco tiempo y la consideración de las dificultades generales que en aquella época se oponían á su reproducción, como también el precepto categórico impuesto en la introducción de la ley para que no se hiciera uso en la aplicación de la misma de ningún otro ejemplar que no

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fuera el procedente de la cancillería real, refrendada por Aniano, llevan á nuestro ánimo, junto con los caracteres paleográficos anteriormente explicados, la profunda convicción de ser el documento que estudiamos, una de las copias auténticas procedente de la aula regia.

»De atrevida se pudiera tachar nuestra opinión si el detenido examen, que hemos hecho de la edición publicada por el sabio Haenel, no nos hubiera suministrado ricos datos para arraigarla de un modo profundo. Al hacer el erudito alemán un estudio historico-crítico de cuantos manuscritos tuvo á la vista para escribir su obra, niega, fundado en valiosas razones, la autenticidad que hasta sus días se había atribuído al códice conservado en la Biblioteca de Munich, apoyando su negación en los no pocos defectos y errores que en aquel se notan, y muy especialmente en los caracteres de la escritura, propios más bien de las minúsculas del siglo VII que de las iniciales puras usadas hasta el siglo VI; cuyo juicio no puede ponerse en duda si se examinan detenidamente los facsímiles que acompañan al libro de Haenel. Pero los mismos facsímiles confrontados con las hermosísimas letras iniciales de nuestro manuscrito legionense nos suministran una prueba concluyente de ser este mucho más antiguo que aquel, tenido por tanto tiempo por el único original de la ley romana.

»Si el mero análisis de los caracteres extrínsecos del viejo palimpsesto arguye su autenticidad, la confrontación empezada de su contenido con el texto impreso, confirmará plenamente la opinión, ya varias veces indicada, de que el texto primitivo del manuscrito del archivo de la Santa Iglesia Catedral de León es uno de aquellos ejemplares que, escritos en Tolosa por orden del rey Alarico en el año 506 y refrendados por la misma mano de Aniano, fueron enviados á los altos dignatarios del reino.

»Prenda de inestimable valer posee el archivo de la catedral de León: su trascendencia científica se extiende á ramos importantes del saber humano. La paleografía tiene en ella un objeto de vasto y concienzudo estudio: el derecho, auténtica fuente que contribuirá á enriquecer la historia de la la legislación; y la lingüística, un fiel espejo en el que se retratan, con sus variados

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matices, las múltiples transformaciones esperimentadas por la rica lengua de Lacio.

»Acompaño la fotografía de una página del códice; sobre el cual, después de bien estudiado, daré pleno Informe á la Academia.»

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La Academia ha dirigido á la Comisión de monumentos históricos y artísticos de Canarias una comunicación rogándole se sirva recoger á la mayor brevedad las inscripciones con caracteres desconocidos, que abundan en aquellas islas, en calcos ó fotografías, para su oportuno examen y publicación correctísima.

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El distinguido Académico Honorario M. Jules Oppert, que se halló presente en la sesión del 14 de Octubre último, accediendo á la invitación del Sr. Director para que se sirviese dar á la Academia alguna noticia de sus incesantes trabajos sobre las antigüedades asirias, en que sus palabras son de excepcional autoridad, discurrió acerca de los recientes descubrimientos que se han hecho en el ramo, y en particular trató de las inscripciones cuneiformes que mejor descubren las instituciones jurídicas de Nínive y Babilonia. La Academia escuchó con marcado interés al sabio asiriólogo, de quien obtuvo la linsonjera promesa de que restituído á París, consagraría al BOLETÍN del Cuerpo algunas Páginas sobre la materia de que acababa de discurrir.

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En la sesión de 21 de Octubre leyóse una atenta é interesante carta del Sr. D. Carlos Putnam, Secretario de la Legación de Colombia; en que, después de tributar á la Academia el homenaje de su gratitud por la honra que le ha dispensado nombrándole su correspondiente extranjero, ofrece en donativo una fotografía de varios ídolos descubiertos bajo su inspección en el año 1886 á orillas de la laguna de Puatativa, en una desierta llanura

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á varias leguas de Bogotá, donde en tiempos antiguos habitaba el pueblo muisco. A la expresada fotografía acompañó el Sr. Putnam los ídolos originales de oro que aquella reproduce, a fin de que la Academia pudiese con toda comodidad examinar estos brillantes vestigios del estado social de los pueblos Chibchas, desaparecidos antes de la conquista española.

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El Sr. Ortega, correspondiente en Valladolid, ofreció en donativo á la Academia tres obras que ha publicado. Hizo de ellas y de otra inédita, que en breve ha de publicar, sumaria relación exponiendo los hechos culminantes de la historia patria, antigua y moderna, á que se refieren. Refiérese una á los viajes de Jansenio por algunas Universidades de España; otra á un muy notable episodio de la guerra de la Independencia; otra (inédita) es la historia de las comunidades de Castilla, trazada por un autor contemporáneo; y es la última la Historia de Valladolid escrita par Antolínez de Burgos, que ha sacado á luz el Sr. Ortega rigiéndose por el más autorizado manuscrito que de ella se conserva.

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De otros volúmenes, han hecho presente, muy grato á la Academia, sus respectivos autores.

Obras de Victor Balaguer, individuo de número de las Academias Española y de la Historia. Historia de Cataluña, tomo XI de esta obra y XIX de la Colección. Monografias históricas: La heroica Puigcerdá; el canceller Casanova; del bandolerismo y de los bandoleros en Cataluña; las bodas de Felipe V; Bach de Roda; un episodio del sitio de Barcelona en 1705; el asalto de Brihuega (Diciembre, 1710); los últimos días de Álvarez; de la soberanía nacional y de las Cortes en Cataluña; el castillo y los caballeros de Egara; el rey D. Jaime I y el obispo de Gerona; las ruinas de Poblet.-Madrid, 1887.

Guerra de la Independencia. Historia militar de España de 1808 á 1814, por el general D. José Gómez de Arteche y Moro,

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ayudante de campo, que ha sido, de S. M. el Rey, segundo comandante general del Real Cuerpo de Guardias Alabarderos é individuo de número de la Real Academia de la Historia. Tomo VI.-Madrid, 1886.

Estudio crítico, por D. Antonio María Fabié, de la Real Academia de la Historia.-Madrid, 1887. Examina el autor críticarnente en este doctísimo estudio la justamente renombrada obra «Los bronces de Lascuta, Bonanza y Aljustrel», que publicó don Manuel Rodríguez de Berlanga, correspondiente de la Academia en Málaga.

Estudios historico-arqueológicos sobre Iluro, antigua ciudad de la España Tarraconense, región Layetana, por D. José María Pellicer, correspondiente de las Academias Matritenses de Bellas Artes de San Fernando y de la Historia. Fascículo IV, (páginas 233-320).

Spicilegium Iuvenalianum. Scripsit Rudolphus Beer. Accessit libri Pithoeani simulacrum.-Lipsiae, MDCCCLXXXV.

Con esta Monografía depura su ilustre autor el texto clásico de Juvenal, colacionando detenidamente los mejores códices del poeta, repartidos en varias bibliotecas de Europa.

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El académico de número, Sr. Fernández Duro, ha escrito y acrecentado su ya voluminosa colección biográfica con los 40 artículos que á continuación se expresan579.

Abaría (Francisco de).
Adorno (José).
Adriano (Juan).
Aguirre (Francisco).
Albornoz (Antonio).
Alburquerque (Antonio de).
Arce (Antonio de).
Arévalo Sedeño (Mateo).


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Argote (Diego de).
Ascensión (Antonio de la).
Aubarede (Guillermo de), conde de Aubarede.
Autrán (Pedro).
Ayalde (Tomás).
Azara (Félix de).
Bocanegra (Ambrosio).
Bocanegra (Gil).
Borbón (Luís María de).
Caboto (Sebastián).
Cobos (Francisco de los).
Dávila (Sancho).
Díaz del Castillo (Bernal).
Doria (Andrés), príncipe de Melfi.
Farnesio (Isabel), reina de España.
Fernández de Córdoba (Gonzalo).
Fitz-James (James), duque de Liria.
Gonzaga (Octavio).
Jupe Tenorio (Alfonso).
Martínez de Leiva (Sancho).
Martínez de Leiva (Sancho), conde de Baños.
O'Farril (Gonzalo de).
Ordóñez de Zeballos (Pedro).
Ruíz de Alarcón (Juan).
San Pablo (Nicolás de).
Silva (Felipe de).
Tassis (Juan de), conde de Villamediana.
Téllez Girón (Pedro), duque de Osuna.
Torres Villarroel (Diego de).
Tudela (Benjamín de).
Valenzuela (Fernando de).
Valois (Isabel de), reina de España.

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Presentó el Sr. Fita, académico de número, la copia que ha sacado directamente de la partida original de bautismo del célebre

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historiador y poeta, Rodrigo Caro; quien, como es sabido, nació en Utrera, cabeza del partido judicial de su nombre en la provincia de Sevilla. La partida está en el folio 180 vuelto, del Libro V de Bautismos de la parroquia de Santiago, que discurre desde el año 1570 hasta el 1574.

«En domingo, quatro días del mes de otubre, año de mil y quinientos y setenta y tres aºs580 bautizé yo b.º581 de talavera, cara de la yglesia de Señor Santiago de la villa de Utrera á R.º hijo de Bernabé de Salamanca y de su muger francisca cara582. Fué su padrino el señor gerónimo franco, vezino de la villa de utrera. En fé de lo qual lo firmé de mi mano.-Benito de Talavera

Copió asimismo la inscripción de la iglesia parroquial de Santa María en aquella ciudad, que yace enfrente de la capilla de la Visitación, y sería conveniente trasladar á otro sitio para preservarla del pisoteo de los que andan por aquel lugar y van borrando insensiblemente las letras.

Esta capilla mandó faser el onrado cavallero fernan perez moreno [é] su muger; [é] perpetuamente cantar en ella su capellania por sí [é] por sus difuntos; é cantar en ella una capellanya perpetua por juan perez su hrº. Acabóse la capilla año de mdxxxii años.



Fernán Pérez Moreno de la Mesa y Cárdenas fue alcaide del castillo de Montabuy en el reino de Granada, en cuya conquista por los Reyes Católicos sirvió á expensas de su caudal. Dispuso en su testamento (23 Febrero, 1503) lo que reza la inscripción; y lo llevó á buen remate su heredero en 1532. La capilla es la quinta colateral á mano izquierda bajando del presbiterio. En ella se colocó la cabeza de Santa Eufrósina, una de las once mil Vírgenes, autenticada por Sixto V (4 Setiembre 1585), que al efecto envió D. Francisco de Montesdoca, renombrado capitán del tiempo de Carlos V y Felipe II, en testimonio de constante adhesión y homenaje á su patria Utrera. Había obtenido esta

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reliquia insigne del convento de los Begardos, Orden tercera de San Francisco, de Maestricht (Holanda), hallándose de Gobernador en aquella ciudad por el Duque de Alba. Al donativo de esta reliquia para la capilla de los Morenos acompañó varias banderas, cogidas al enemigo, trofeos de su propio valor y pericia militar; pero se extraviaron viniendo desde Orbitelo (Toscana), de modo que no llegaron á su destino.

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Acaba de imprimirse por la Sociedad del Archivo Hispalense la obra que lleva por título: Descripción de Utrera; fundación y adorno de sus templos y hazañas gloriosas de sus hijos. Su autor D. Juan del Río Sotomayor y Gutiérrez. Al dorso de la portada se lee: «Tirada de 100 ejemplares para el Ayuntamiento de la Ciudad de Utrera.» El Ayuntamiento por medio de su digno Alcalde, D. José Cuéllar, ha regalado un ejemplar á nuestra Biblioteca; obsequio, que la Academia vivamente agradece, pues mira con predilección este linaje de publicaciones; tan gloriosas en realidad para los Municipios que las emprenden ó alientan, como útiles y hasta cierto punto indispensables para el adelantamiento y perfección de la Historia general de España.

Échase de menos en esta edición una noticia biográfica del Autor y bibliográfica del manuscrito. El Blasón de la Antiquísima Villa de Utrera municipio y Colonia por Julio César, que trazó D. Juan del Río y puso por encabezamiento de su obra, tiene la fecha del año 1761. Casi al pié del libro escribe583: «Acabé la descripción de Utrera, según el último estado que hoy tiene, porque desde el año 1768, en que concluí esta obra, hasta el presente584 ha habido mucha alteración en casi todos los capítulos; y aunque pudiera haberle añadido en tomo separado las particularidades del día, me ha parecido más fácil, y más útil para el que lea, decir en su propio lugar cuál sea el último estado de aquellas cosas que han sufrido alguna novedad. Todo cuanto queda dicho está

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tomado y sacado de documentos y testimonios irrefragables. He tenido presentes y á mi disposición todos los archivos, protocolos y papeles más antiguos que hay en Utrera; y puedo decir y gloriarme de ser un historiador fiel é imparcial que funda sus expresiones en testimonios auténticos, y sin la menor nota de sospechosos. Protesto que mi ánimo solo ha sido dar la historia y publicar las grandezas de mi amada patria, porque siempre había mirado con dolor, que de tantos ingenios como han florecido en ella, ninguno se hubiese dedicado á este trabajo. Ni se me diga que el Licenciado Rodrigo Caro escribió en el año de 1604 un libro titulado Memorial de Utrera; y que el Licenciado D. Pedro Román Melendez publicó otro en 1730, intitulado Epílogo de Utrera, porque ni uno ni otro libro hacen la verdadera historia de esta villa. El primero está escrito por un joven585 con poquísimas noticias de Utrera; y lo que es más no para hablar señaladamente de la villa, sino de las lápidas, inscripciones y otros fragmentos, que desde el tiempo de los romanos se conservaban en ella. Así lo confiesa el mismo autor, y remite el lector á otro libro que escribió, intitulado Convento jurídico de Sevilla, que se publicó en 1631. El segundo, esto es, el Epílogo no es otra cosa que una copia á la letra del citado Memorial; y es claro que, siendo defectuoso el original, lo será la copia.»

No advirtió el Autor de estas líneas que su obra adolecía del defecto que censuró con sobrada acrimonia en las de Rodrigo Caro, excelentes para su tiempo. Las épocas romana y visigoda han dejado en Utrera y su término monumentos de eximio valor histórico y geográfico586, que toca muy á la ligera D. Juan del Río, ó afecta ignorar, ó mal desdeña; la gran masa de libros de Acuerdos municipales, que manejó, debían haberle mostrado algo más y mejor que una lista escueta de los notarios que tuvo el Ayuntamiento desde el siglo XV; y el partido que de semejantes actas, y otras fuentes que cita, debía sacar con arreglo al buen criterio histórico y en honor de Utrera, lo pudo haber aprendido

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del sagaz y diligente escritor coetáneo, Bartolomé Gutiérrez, cuya Historia y Anales de Xerez de la Frontera felizmente siguen, bajo los auspicios del Ayuntamiento de esta ciudad, en curso de publicación, de que dimos cuenta587 en su día.

Como repertorio de indicaciones para quien escriba una historia, digna de Utrera, será no obstante la Descripción utilísima. La lista de escribanos públicos, que hubo en la villa desde fines del siglo XV588merece señalarse bajo este concepto; como también las alusiones que el libro hace, parte á los dos grandes lienzos de la Inquisición, que representaban á los reos castigados por este Tribunal, desde el año 1484, colgantes en la iglesia mayor589, parte al antiguo barrio hebreo y á su sinagoga, sita donde hoy el hospital de la Misericordia590, donde quizá se ocultan preciosas inscripciones, destinadas á llamar, como las de Córdoba y Toledo, la atención de los sabios.

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Lápidas romanas inéditas.

La primera se encontró, no há mucho, en Córdoba. Revelan sus bellos caracteres la época de los Antoninos; los puntos son triangulares.

LVCRIO
ANN · XVIII
AMANTISSI
MVS · DOMINO
RVM · PIVS · IN
SVis.h.s. E · S · T · T · L

Lucrio, ann(orum) XVIII, amantissimus dominorum, pius in suis, h(ic) s(itus) e(st). S(it) t(ibi) t(erra) l(evis).



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Lucrión, de edad de 18 años, amantísimo de sus amos, piadoso para con los suyos (parientes y consiervos), aquí yace. Séate la tierra ligera.



Lucrio, nombre análogo al de Lucernio que suena en Cádiz591, dos veces aparece en lápidas de Cartagena y en estampillas cerámicas de Tarragona592. Sale ahora por vez primera en la patria del poeta Lucano.

Mide la inscripción cordobesa 28 centímetros de alto por 45 de anchura, esmaltando un cipo marmóreo de construcción elegante, que ostenta esculpida á un lado la pátera y al otro la jarra ó preferículo de libación á los Manes. Revuelto andaba el precioso mármol entre materiales y escombros de la casa núm. 9 de la calle de Moros, cuando lo vió, recomendó y calcó D. Manuel Jiménez y Jácome, hijo de D. Luis Jiménez de la Llave, antiguo y benemérito correspondiente de la Academia en Talavera de la Reina. El cual ha remitido el calco á nuestra Corporación, acompañando la noticia que se ha leído.

El cipo, disponiéndolo así su dueño, D. Juan Gutiérrez Sánchez, se ha trasladado á la calle de Cabrera, núm. 3, en Córdoba.

Ha enviado asimismo D. Luis Jiménez improntas de cinco inscripciones, una de ellas geográfica, que han motivado de parte del Sr. Fita la comunicación que se sigue.

«El tomo I de Memorias de esta Real Academia593 se termina con las dos que escribieron D. Ignacio de Hermosilla y D. José Cornide594 tratando de Talavera la vieja. Los monumentos artísticos y epigráficos de aquella localidad; la posición estratégica de sus robustas murallas y no dudoso puente sobre el Tajo, en la confluencia del Alija; la proximidad de la Mesa de Ibor, emplazamiento de la antigua Ebura; la gran vía comercial que en sus cercanías enlaza forzosamente el centro de España con los principales emporios del camino de la Plata, divisorio que fué de los reinos de León y Castilla, desde Mérida hasta Zamora, todo se

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ajusta y viene á parar á una misma conclusión. Las misteriosas ruinas de Talavera la vieja esmaltan el asiento de una poderosa ciudad que vivió largos siglos de honor y de gloria.

»¿Cómo llamaron los romanos esta ciudad? ¿Fué carpetana como Ebura; ó bien lusitana como Caesarobriga? La segunda cuestión depende de la primera; pero manifiesta desde luego su alto interés geográfico.

»Apremiado por la opinión de mayor crédito que regía en el siglo pasado y colocaba á Ebura en una de las dos Talaveras, se inclinó D. José Cornide á pensar que conciliaba todos los extremos, imaginando que en Talavera la vieja se halló primitivamente la ciudad Eburense, y que permaneció en pie hasta que, desmantelada por Ordoño II, plugo á los árabes fundar, nueve leguas más arriba y en la orilla opuesta del Tajo, la otra Talavera, que había de ser, andando el tiempo, trofeo de las conquistas de Alfonso VI y dotación de la reina doña Juana, esposa de Enrique II. Semejante conciliación es pura fantasía. La Epigrafía latina, de acuerdo con las crónicas de los árabes, ha dado por el pie á tan ingenioso sistema, señalando en Talavera de la Reina vestigios fehacientes de su población romana y visigoda, y devolviéndole su verdadero nombre de Caesarobriga, alusivo al puente que César, ó bien Augusto, hizo labrar ó dejó restaurado595.

»Talavera la vieja se llamó Augustobriga. Esto había sospechado ya, con aquel acierto y mesura que le distinguen, el egregio Hübner596; y esto es lo que nos acaba de hacer patente una inscripción marmórea del primer siglo, que ha descubierto D. Eduardo Carmena Valdés, juez de primera instancia del partido de Navalmoral de la Mata. Recorriendo las inmediaciones de Talavera la vieja, por la parte de la muralla que mira al Tajo, vió asomar, casi á flor del suelo, los caracteres augusteos de una laja de mármol blanco desgraciadamente mutilada por el lado derecho. Mide 40 centímetros su altura; y su mayor anchura otro tanto. Los puntos son de figura triangular:



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imagen

»El haber sido hollada largo tiempo ha producido la desaparición de la vocal en el nombre de la tribu, y la del trazo vertical de la T en la línea última. Leo y suplo.

C(aius) Iulius C(ai) f(ilius) Gal(eria) [Tiro?] Senatui popu[loque] Augustobr[igens](ium) hospes d[omo...?] dat.

Al Senado y pueblo de Augustobriga lo da su huésped, Cayo Julio Tirón, hijo de Cayo, de la tribu Galeria (domiciliado en...?)



»La fórmula Senatus populusque Augustobrigensium no nos debe parecer extraña, tratándose de monumentos como este solemnes, donde las ciudades ostentaban por precisión todo su poder público para conferir hospitalidad á sujetos de alta distinción, ó adherirse á su clientela y patronazgo, como es de ver en varias inscripciones de Pamplona (2960), Bocchorum (3675), Lacilbula (1343) é Ipsca (1569). Sospecho que el personaje, que dejó de sí tan notable memoria en Talavera la Vieja, fué por ventura el mismo Cayo Julio Tirón Getúlico de la tribu Galería, hijo de Cayo, que en Ibiza (3661), al pie de su estatua, se decía cuestor de Roma, tribuno de la plebe y pretor.

»Muy distinta de la indicación perentoria, que nos ha ofrecido este importante epígrafe, es aquella sobre la que estribó el autor del Diccionario Geográfico-Histórico de la España antigua597 para querer demostrar que la lusitana Augustobriga, mencionada por Ptolomeo en la región de los Vettones, «se reduce á Villar del Pedroso ó de Poderoso Augusto (!).»



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FLAVIA RVFINA
AVGVSTOBRIG ·
ANN · XXIIII
H · S · E · S · T · T · L.



«Compréndese en efecto que si la difunta Flavia Rufina no hubiera sido forastera al sitio que hoy ocupa Villar del Pedroso, estaría de más, ú holgaría la declaración de su patria.

»A la reducción que hago de Augustobriga á Talavera la Vieja, en razón de la lápida que se acaba de descubrir, parece que se opone, y no lo he de disimular, el itinerario de Antonino que pone esta población distante 46 millas, ó bien 36 según otros códices, de Lacipea y 55 de Toledo. Si la vía descrita por ese trecho del itinerario, que arrancaba desde Mérida es la del camino de la Plata, que pasa por el Puerto Marchés y Alcoba en que se han fijado los Sres. Fernández-Guerra y Saavedra598, convendrá decir lo que ya insinuó Cortés en su Diccionario Histórico-Geográfico, conviene á saber que la Augustobriga de los Vettones, que nombra Ptolomeo, debe distinguirse de aquella por donde iba el itinerario. De todos modos la situación de una ciudad con ese nombre que todavía conserva restos de su antiguo puente sobre el río Tajo, así como la situación de Caesarobriga (Talavera de la Reina), demuestra una vez más la bondad del sistema filológico, aplicado á la Geografía por el Sr. Fernández-Guerra; el cual599 en el vocablo briga, terminativo de muchísimos nombres de antiguas ciudades españolas, solo ve la idea ó significado de puente. La distancia que cuenta el itinerario desde Mérida hasta Augustobriga, es precisamente la que ha contado nuestro sabio compañero D. Francisco Coello en su trazado de la sección de la vía romana, que sube desde la metrópoli lusitana y pasando por cerca de Ibor (Ebura) espira en Talavera la Vieja.

De esta inscripción ha sacado la impronta nuestro antiguo correspondiente

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D. Luís Jiménez de la Llave, que presento en su nombre, y remitiré (si place á la Academia) al Dr. Hübner para la segunda edición del vol. II del Corpus inscriptionum latinarum. Debo asimismo al Sr. Jiménez calcos de cuatro fragmentos lapidarios; tres de los cuales son inéditos, y el último rectifica la leyenda de la inscripción 938 publicada por Hübner.

1.

imagen

...............................aram?

2.

imagen

3.

M VAL...
T · LVT...

4.

L · VIBIO · QVIRI
REBVRRO
VALERIA · TAGANA
DVELONIS · FILIA
TEST · P · I





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»La Academia está en el caso de agradecer una vez más al Sr. Jiménez de la Llave el celo inteligente y activo, que siempre ha desplegado correspondiendo al fin de nuestro Instituto.»

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El último número de la Revue des Etudes juives600 contiene cinco artículos, referentes á la historia del hebraísmo en España.

La controverse de 1263 à Barcelone, por M. Isidore Loeb.

Les juifs de Roussillon et de Cerdagne, por M. Pierre Vidal.

Les exilés d'Espagne à Ferrare en 1493, por el Sr. Leonello Modona.

Le sceau d'Abraham bar Saadia601, por los Sres. Kaufmann Loeb.

La juiverie de Jerez de la Frontera602, por el Sr. Loeb.

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El día 31 de Octubre ha fallecido en Madrid y en la casa de la Academia, donde moraba con su hermano D. Manuel, el Excmo. é Ilmo. Sr. D. José Oliver y Hurtado, obispo dimisionario de Pamplona. Era académico de número desde el año 1863. No morirá la fama de sus doctos volúmenes.

A la conducción del cadáver al cementerio de la Sacramental de San Isidro, que procedió con la debida solemnidad el día 2 de Noviembre, asistieron los señores obispos de Madrid y de Ávila y las primeras notabilidades literarias y científicas de esta capital, yendo presidido el duelo por el señor Director de la Academia, y llevando en nombre de ella las cintas del féretro los señores Fita y Fernández González, y en representación del Cuerpo de Archiveros y Bibliotecarios los Sres. D. Marcelino Gesta y D. Antonio Rodríguez Villa.



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