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Breve antología de microrrelatos

Luisa Valenzuela






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Para Paqui Noguerol

En el silencio absoluto tronó la voz estremecedora:

-¡Hágase la luz!

Las partículas de oscuridad, flotando en el infinito espacio, percibieron una vibración y se miraron entre sí, azoradas. Aún no existía la palabra luz, ni la palabra hágase, ni siquiera el concepto palabra. Y la noche perduró inconmovida.

-¡HÁGASE LA LUZ! -Volvió a ordenar la voz, perentoria.

Sin resultado alguno.

Entonces, en la opacidad reinante. Aquel de las palabras recién estrenadas hubo de concentrar su esencia hasta producir algo como un punto protuberante que al ser oprimido hizo clic. Y cundió la claridad como un destello. Y se pudo oír la queja de ese Alguien:

-¡Ufa! ¡Tengo que hacerlo todo Yo!




ArribaAbajoPrincipio de la especie

Me acerqué a la planta perenne de tronco leñoso y elevado que se ramifica a mayor o menor altura del suelo y estiré la parte de mi cuerpo de bípeda implume que va de la muñeca a la extremidad de los dedos para recoger el órgano comestible de la planta que contiene las semillas y nace del ovario de la flor.

El reptil generalmente de gran tamaño me alentó en mi acción dificultosa que se acomete con resolución. Luego insté al macho de la especie de los mamíferos bimanos del orden de los primates dotado de razón y de lenguaje articulado a que comiera del órgano de la planta. El aceptó mi propuesta con cierto sentimiento experimentado a causa de algo que agrada.

Pocas cosas tienen nombre, por ahora. A esto que hicimos creo que lo van a denominar pecado. Si nos dejaran elegir, sabríamos llamarlo de mil maneras más encantadoras.




ArribaAbajoElementos de botánica

En primera instancia eligió las más bella y dorada de las hojas del bosque; pero estaba seca y se le resquebrajó entre los dedos. Con la roja, también muy vistosa, le ocurrió lo contrario: resultó ser blandita y no conservó la forma. Una hoja notable por sus simétricas nervaduras le pareció transparente en exceso. Otras hojas elegidas acabaron siendo demasiado grandes, o demasiado pequeñas, o muy brillantes pero hirsutas, ásperas o pinchudas.

No debemos compadecer a Eva. Pionera en todo, fue la primera mujer en pronunciar la frase que habría de hacerse clásica por los siglos de los siglos: «¡No tengo nada que ponerme!»




ArribaAbajoJuicio final

Si el león se comió al domador implacable, el hecho puede ser considerado defensa propia o justicia poética. Y es absuelto.

En cambio, si el implacable domador se comió al león no puede salvarse: su pecado es de gula y es pecado mortal.




ArribaAbajoSilogismo

Todos los hombres son mortales.

Ciertos pecados son mortales.

Ergo: ciertos pecados son hombres.




ArribaAbajoSiete

Son sólo siete los pecados mortales. El resto no, por lo tanto son inmortales. Disfrutémoslos.




ArribaAbajoAbsoluto

Alabado sea aquel que ignora con quién está jugando a la escondida. Aquel que cada día encuentra y es encontrado, gracias a lo cual la piedra puede -con absoluto derecho-proclamarse libre.




ArribaAbajoEn Mónaco

Ante la mesa de Black Jack tres amigos están jugando. El primero vuelca sin querer su copa de vino,

-¡Mancha! -exclama.

El segundo, sin prestarle atención, continúa con las apuestas y dice:

-Pido.

El tercero se indigna.

-¡No juego más!




ArribaAbajoPescadores

-Martín Pescador, ¿me dejará pasar?

-Pasará pasará y el último quedará...

Fue así, jugando, como para nuestro horror perdimos a muchos compañeros Fueron quienes creyeron eso de que los últimos serán los primeros y pelearon por ponerse al final de la cola.




ArribaAbajoArroz con leche

-Con esta sí, con esta no, con esta señorita me caso yo-. Cantó, muy seguro de sí, Javiercito de cinco años y señaló a la más alta de las nenas.

Ella, con sus seis ya cumplidos, era ni más ni menos que la Señorita de San Nicolás y por eso aceptó:

-Bueno -le dijo a Javiercito. -Yo pongo el arroz y vos poné la leche...




ArribaAbajoPonyquita, quitaypon

El sexo: ese juego de encastre.




ArribaAbajoPuerta

Abrí la puerta de calle y me enfrentaron tres desconocidos de aspecto facineroso. Uno dio un paso adelante y mis ingentes esfuerzos por cerrarle la puerta en las narices estaban resultando inútiles cuando desperté.

Acá terminaría el cuento si de cancelar el miedo se tratara, pero siendo sueño y vigilia dos estados incompatibles, vaya una a saber cómo continúa aquello que creímos interrumpir abriendo los ojos. Y ahora me pregunto quién ha logrado colarse en esta casa mía que es mi mente.

Hoy me siento otra.




ArribaAbajoExpeditivo

Estábamos cenando plácidamente en casa de los López Famesi, tan agradables ellos, tan buenos anfitriones, cuando el desconocido empezó a contar su historia:

-Era un atardecer ventoso y no había alma alguna por la costa del lago. Yo avanzaba atento al vuelo de Tos patos y de golpe lo vi, al hombre ahí arriba tan al borde del acantilado. Era un lugar peligroso, una pared a pico como de cuarenta metros de alto.

Yo lo miraba a él, sorprendido, y él me miraba a mí. Pensé que era un guardia costero o algo parecido. De golpe la fina saliente de roca sobre la que estaba parado cedió y el hombre se habría precipitado al vacío de no ser por unas ramas salientes a las que logró aferrarse en su caída. Quedó así bamboleándose sobre el vacío sin poder hacer pie en ninguna parte.

-¡Ay, qué espanto! - exclamaron las señoras.

-Entonces yo, ni corto ni perezoso, lo bajé- nos tranquilizó el desconocido.

-Menos mal -suspiramos aliviados- usted es un héroe, cuéntenos como lo logró.

-Muy fácil. Lo bajé de un balazo.




ArribaAbajoSobre las diferencias semánticas aplicadas a ensayos eruditos

No es lo mismo «para citar» que parasitar.




ArribaAbajoCuento de hadas

A los ojos de las princesas doradas todo príncipe azul resulta pálido.




ArribaAbajoRecursos feéricos

El hada Carabosse se sentía total y absolutamente harta.

Su misión en este mundo se había tornado poco imaginativa y hasta inútil, lejos estaban ya los tiempos poéticos, cuando era dable transformar calabazas en magníficos carruajes y un par de ratones de décima categoría en briosos corceles blancos. Pero ¿ahora, qué? Quienes querían carros último modelo se metían en política, los que odiaban su propia fealdad iban al cirujano plástico o a algún programa de televisión que ofrecía transformaciones gratuitas a la vista de todos, las mujeres maltratadas hacían juicio ante el tribunal de la familia. Nadie acudía a ella y por lo tanto la pobre Carabosse se sentía de más en este siglo XXI tan poco imaginativo.

El reino de lo humano podía prescindir de su varita mágica: ya se habían fabricado otras, más caras, sí, pero menos aleatorias. Sólo le quedaba al hada experimentar con el reino animal, virgen al respecto ¿Quién después de todo sin acceso a los salones de belleza no quiere ser otro, diferente? Hizo circular el anuncio por las vías secretas que corresponden en casos como éste y a las que sólo un hada tiene acceso. Los candidatos no tardaron en hacerle llegar sus aspiraciones.

La hiena pidió oler bien y dejar de reír porque sí como una estúpida, el jabalí quiso una piel de terciopelo, los gorriones un vistoso plumaje, las víboras un vientre almohadillado para poder deslizarse con comodidad por los terrenos ásperos.

Carabosse sacudió su varita tres veces y fue concediendo los deseos. Luego cobró en especies como acostumbraba, demostrando una vez más que siempre hay nuevas salidas laborales para quien sepa diversificar su oferta.

A pesar de lo cual numerosos zoológicos, para horror y desconcierto de sus respectivos dirigentes, debieron cerrar sus puertas.




ArribaAbajoEl huevo azul

Cierta mañana la bataraza 3 del sector 37 se alejó del recinto que le estaba asignado y a través de un agujero en el alambre tejido alcanzó territorios ignotos. Regresó al gallinero cuando ya sus compañeras se aprestaban a dormir, y a la mañana siguiente puso un huevo azul. Fue la admiración de muchas que se sintieron agradecidas por ese casi milagro que las acercaba al arte. Pero nunca faltan las envidiosas, peor aún siendo gallinas, y muy pronto empezó a correr el rumor de que la bataraza 3 había comido frutos prohibidos y se había acoplado con un basilisco.

¿Qué saldría entonces de ese huevo maldito?

¿Qué habría de romper el cascarón para enfrentarlas a todas con las peores amenazas? Las disidentes no estaban dispuestas a permitir que eso sucediera. Contagiándoles el temor a sus compañeras de todo el gallinero para ir ganando adeptas, urdieron el plan. Y cierto amanecer a la hora del maíz, cuando la bataraza 3 y su corte de admiradoras estaban en los comederos, un grupo comando secuestró el huevo azul. Debieron actuar rápido, pero como ya habían armado con palitos un altísimo nido que sería el altar para el huevo azul, sólo debieron izarlo hasta allí empujándolo con los picos, con enorme cuidado para evitar que se rompa. En tal ubicación precaria su madre no podía empollarlo, y además, además, las disidentes decretaron que el huevo azul era sagrado e invitaron a todas a adorarlo. Es nuestro dios, les hicieron saber a las remisas, esas locas que se sentían artistas.

Es y será nuestro único dios por tiempo inmemorial, no podemos permitir que se rompa de ninguna manera, insistieron. No les resultó difícil ganarlas a la causa. Un dios inerte simplifica la vida de su grey y en este preciso caso, de pura yapa, cancela la duda existencial. Desde aquel momento y para siempre, lo primero es el huevo. Y basta ya de cacareos.




ArribaAbajoDes/equilibrios

El hombre mono

El hombre lobo

El homo erectus

El homo sapiens

El hombre ilustrado

El hombre invisible

El hombre biónico

El super hombre

El Ecce Homo

La mujer sin cabeza




ArribaAbajoDes/igualdades

En cuanto el matrimonio igualitario fue aprobado por ley en el país, mi amigo el magnate maduro se casó con su nuevo novio, estibador del puerto. Joven y fornido el novio, razón por ia cual los más graciosos del grupo opinaron que nuestro magnate debía de tener el sueño muy pesado para verse en Ja necesidad de dormir con un estibador. No les presté atención, en absoluto, no hay duda de que los encantos del novio son bastante menos alusivos y más contundentes. Además parece recatado, buen tipo, y eso me tranquiliza. Porque cuando mate a mi amigo lo hará de la manera más discreta e indolora posible. Porque de la muerte me temo que mi amigo no se salva: está muy bien que sea igualitario el matrimonio, el problema acá es el patrimonio.




ArribaAbajoEl peor peligro

En el circo más de una vez le advirtieron al equilibrista tan osado, el que usa las antorchas ardientes en su prueba sin red, que se cuide, que se cuide. Estás jugando con fuego, le insistieron sus compañeros pero como es lógico él no los escuchó. Y se casó no más con la écuyère. Así le fue.




ArribaAbajoGuillotina

Se autoconvenció de que era sólo una ventana y apoyó con curiosidad la cabeza en el alféizar, aprovechando esa hendidura convexa que le quedaba tan cómoda. Desde ese punto de mira la vista no le resultó en absoluto interesante, pero al caer la cuchilla se le llenó de resplandores mágicos.

Después, nada.

Separada del cuerpo, la cabeza no logró transmitirle tan espléndida revelación.




ArribaAbajoReflexión pertinente

Durante el sueño, cabeza y cuerpo constituyen una sociedad perfecta. Ella es la socia activa, él el socio pasivo; y así se desarrolla la plácida noche del dormir, con algunos sobresaltos que son sólo imaginarios.

Es al despertar que la cosa se complica, la armoniosa sociedad se va disolviendo con el retomo más o menos lento de la llamada conciencia hasta que por fin, durante el día, se desencadena entre cabeza y cuerpo esta sempiterna guerra sin cuartel para tomar el mando.




ArribaAbajoUno de misterio

Acá hay un sospechoso, qué duda cabe. Usted vuelve a releer el microrrelato, lo analiza palabra por palabra, letra por letra, sin obtener resultados. Nada. No se da por vencido. Gracias a la frecuentación de textos superbreves como el que tiene ante sus ojos usted sabe leer entre líneas, entonces se cala hiendas gafas y ausculta el espacio entre las letras, entre los escasos renglones. No encuentra pista alguna. Nada. El sospechoso es más astuto de lo que suponía; Toma una lupa y revisa bien los veinte puntos,- las-veinte comas, sabe que debe esconderse en alguna parte. Piensa en el misterio del cuarto amarillo, cerrado por dentro. El sospechoso no puede haber salido del texto. No. Busca el microscopio de sus tiempos de estudiante y escruta cada carácter, sobre todo el punto final, que es el más ominoso. No encuentra absolutamente nada fuera de lo normal. Acude a una tienda especializada, compra polvillo blanco para detectar impresiones digitales y polvillo fluorescente para detectar manchas de sangre. Sigue las instrucciones al pie de la letra con total concentración y espera el tiempo estipulado sin percatarse del correr de las horas.

Pasada la medianoche oye un ruido atemorizador, indigno.

Está solo en la casa, en su escritorio, ante el relato que cubre apenas un tercio de la página. Insiste en su búsqueda, no se asusta, no se impacienta, no se amilana, no se da por vencido.

Y descubre, consternado, que para mí el sospechoso es usted.




ArribaAbajoPalabras parcas

Abelardo Arsaín, astuto abogado argentino, asesor agudo, apuesto, agil aerobista acicalado. Atento. Amable. Amigo asiduo, afectuoso, acechante. Ambicioso. Amante ardiente, arrecho. Autoritario. Abrazos asfixiantes. Asaltos amorosos arduos, anhelantes, ansiosos, asustados. Aluvión apagado, artefacto ablandado, apocado. Agravado. Altamente agresivo, al acecho, Abelardo Arsaín. Arma al alcance, arremete artero, ataca arrabiado, asesina. Atrapado. Absuelto: autodefensa. ¡Ay!




ArribaAbajoCada cosa en su lugar

1) Hay dramas más aterradores que otros. El de Juan, por ejemplo, que por culpa de su pésima memoria cada tanto optaba por guardar silencio y después se veía en la obligación de hablar y hablar y hablar hasta agotarse porque al silencio no podía recordar dónde lo había metido.

2) Y después está el drama de Jacinto, tan proclive a perder el tiempo. Al contrario de Juan, este detalle no lo incomoda en absoluto; sólo lo inquietan esos lapsos de tiempo vacío con los cuales se topa de golpe al buscar un libro en la biblioteca o al abrir algún cajón largamente cerrado. Con ese tiempo de yapa no sabe qué hacer y queda paralizado y mudo, como muerto, y quiere matarse.

3) Juan escucha el problema de Jacinto y se dice que lo de su amigo no es tan serio. -Para qué vas a matarte vos, lo conmina. Mejor matá el tiempo. Yo puedo enseñarte a hacerlo: con palabras.




ArribaAbajoMake love, not war

El país está en guerra. Vuelan las balas. Algunas se acoplan en el aire y su poder de vuelo se duplica. Llegan entonces a las ramas más altas de los árboles donde anidan. No ponen huevos, ponen municiones que al calor de la incubación, explotan.




ArribaAbajoTemperatura ambiente

En verano, en esta ciudad, hay noches de un calor tan tórrido que ni respirar se puede y los mariposones caen achicharrados antes de haberse arrimado a luz alguna. Esas noches los pobres vampiros pasan sed. Nosotros podemos servimos un escocés en las rocas, pero los pobres vampiros salen desesperados en busca de valientes y los poquísimos que quedan se aterran ante ellos. Tantas cosas se han ido perdiendo con la prosperidad y el tiempo. Ya no hay en esta ciudad quien logre a toda costa conservar la sangre fría.




ArribaAbajoEn tren de reflexiones

Es éste un principio puramente mítico, no tiene materialidad ni consistencia. Tiene esencia y por eso mismo planea entre nosotros con toda alevosía. Nos obliga a hacer cosas -involuntarias por cierto- tal como las líneas que ahora escribo sin sabe a dónde habrán de conducirme. Y me preocupo. Porque recién empiezo y ya me pierdo...




ArribaAbajoDesaparecido

Se fue sin decir adiós y nunca más lo vimos. Se fue sin cerrar la puerta: la cerraron los otros con una última patada.




ArribaAbajoCuento de hadas

Ante los ojos de las princesas doradas todo príncipe azul acaba por desteñirse.




ArribaAbajoAsí es la cosa

Acá está aquello que nunca dejaremos de perder. Lo pondré sobre la mesa a la vista de todos para que nadie lo encuentre.




ArribaAbajoMe caigo y me levanto

-Ella, tan famosa, se destacó sobre todo por sus célebres caídas.

-Cuente, cuente, eso va a enriquecer mucho la biografía que estoy escribiendo. Como no, por una módica suma se las cuento.

-Acá tiene cien dólares y dígame ¿fueron caídas en el vicio, en la droga, en la concupiscencia?

-Muchas gracias, pero nada de eso. En el suelo: ¡se dio cada porrazo!




ArribaEdad madura

-Su vida es una eterna Búsqueda

-Se le nota en la noble expresión. Pero ¿qué busca? ¿El Santo Grial, el vellocino de la piedra filosofal?

-No: busca los anteojos, las llaves, la libreta de teléfono; los vive perdiendo...

-Y bueno. Si se lo piensa bien son equivalentes: permiten ver, abren puertas, nos comunican con el mundo. Ojalá siempre los encuentre respondiendo a su destino de volver a perderlos.





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