Búsqueda y hallazgo de «Philesbián de Candaria»
Daniel Eisenberg
Hasta ahora, la primera y única noticia que los hispanistas hemos tenido del libro de caballerías Philesbián de Candaria, cuyo título se cita en el Quijote de Avellaneda, se hallaba en el «Catálogo razonado de libros de caballerías» que Pascual de Gayangos antepuso al primer tomo de su proyectada serie de libros de caballerías en la BAE1. En dicho catálogo Gayangos señalaba que un ejemplar del libro se hallaba en la biblioteca de Sir Thomas Phillipps, bibliófilo inglés, pero que estaba falto de varias hojas y del colofón, por lo cual se ignoraba el lugar de impresión. Probablemente no le pareció Philesbián lo suficientemente interesante para detenerse en su lectura, y no nos facilitó otros datos2. Desde entonces acá, en ninguna bibliografía se hallan otros informes3.
Hace cuatro años comencé a seguir la pista de este ejemplar. Resulta que sobre Phillipps, figura fundamental de la bibliofilia inglesa, hay una bibliografía bastante grande. Después de su fallecimiento, su biblioteca, que consistía principalmente de manuscritos, había ocasionado grandes problemas a sus herederos; no se quería que se dispersara, pero Phillipps no había dejado en su testamento fondos para su cuidado, lo cual imponía a su yerno la obligación lastimosa de cobrar por usarla. La preservación del fuego y del robo de unos tesoros únicos eran motivos de preocupación. La única solución era la venta, pero el tamaño de la colección impedía que se comprara por entero -Harvard se negaba- y se ha ido vendiendo poco a poco.
Los libros de caballerías de Phillipps no se vendieron hasta 19464. Ni Sotheby's, el librero, ni A. N. L. Munby, el que más ha estudiado la colección Phillipps, me podían facilitar el nombre del comprador de Philesbián. Pero en un registro de ventas de libros valiosos, Book Auction Records, en que algunas veces, cuando el comprador no se opone, se apunta el apellido, lo hallé: Girondo, y en una ocasión, por errata, Gironde. Este señor compró la mayoría de los libros de caballerías de Phillipps5, y pagó por Philesbián el precio de 250 libras, entonces una cantidad considerable. Pero este apellido tampoco me ayudaba en mi búsqueda: no hallé rastro de él en ningún registro de bibliófilos o de libreros, no le conocían ni Clara Penney, ni F. J. Norton, ni Munby... Por fin, desesperando, puse lo que había averiguado en una nota a un trabajo sobre libros de caballerías, pidiendo ayuda de quien lo leyese6.
Al regalar una copia de este trabajo a mi colega en esta misma universidad, Juan Bautista Avalle-Arce, quien ha vivido muchos años en la Argentina, éste me avisó que se trataba de un argentino. Con tal indicio pude comprobar que se trataba del bibliófilo bonaerense Oliverio Girondo, fallecido, cuya biblioteca se mantenía íntegra en manos de su viuda, Norah, a quien escribí sin recibir contestación. Entonces, por consejo del mismo Avalle-Arce, escribí a Gerardo Fernández Zanotti, de la librería Fernández Blanco, quien se ofreció amablemente a actuar como intermediario, y encontró un fotógrafo amigo de la familia que estaba dispuesto a llevar su equipo a la casa y hacer la reproducción. Cuando pasaban varios meses sin llegar al microfilme solicitado escribí a Ana María Barrenechea, quien halló otro intermediario en Beatriz Nóbile, autora de una tesis doctoral sobre Girondo en la Universidad de La Plata7. Pero aunque la señora Norah Girondo, de bastante edad y de no muy buena salud, no tenía inconveniente en que se sacara el microfilme, tampoco se entusiasmaba por el proyecto, y se resistía a precisar la fecha para que el fotógrafo visitase la casa8.
Cuando parecía que sería, en fin, imposible la consulta del libro, casi simultáneamente Avalle-Arce y Zanotti me avisaron del descubrimiento de un segundo ejemplar. Este ejemplar se hallaba en un catálogo del librero neoyorquino H. P. Kraus, y procedía de una biblioteca alemana y anteriormente de la casa Fúcar. Este ejemplar, que estaba en perfectas condiciones, se ofrecía a la venta al precio de 4.500 dólares, suma que era imposible reunir. Aunque tampoco era posible hacer una copia de este ejemplar, el librero amablemente puso el libro a mi disposición en sus galerías de Nueva York, donde tomé las notas que son base de lo que sigue9.
Descripción bibliográfica:
[Florón] Libro primero del muy noble y eƒforça- | do cauallero don Phileƒbian de candaria: | hijo del noble rey dõ Felinis de vngria &10 de | la Reyna Floriƒena: el qual libro cuenta to- | das las hazañas y auenturas que acabo el | rey Felinis ƒu padre. : .M.D.xlij.
Encima un grabado; en primer plano un caballero con lanza venciendo a otro, que cae de su caballo. Una espada rota, escudo, y otras armas por el suelo. Al fondo, a la derecha, un caballero «taja una peña»
y sale un monstruo. A la izquierda, un escudo con banderolas diversas. La portada, a dos tintas.
Sello ilegible en la portada.
119 + 3 fols., con la tabla en dos de los folios sin numerar. Foliación: a-m8 o4. Folio gótico a dos columnas, menos el prólogo. 46 líneas por columna. Encuadernación en pergamino de la época.
Colofón (fol. 110v): Acaboƒe el primero libro del muy eƒforça|do e inuictiƒƒimo cauallero don Phileƒbian de Candaria | hijo del muy no|ble y eƒforçado cauallero don Felinis de vngria | y dela reyna Floriƒena| princeƒa de Macedonia. Que eneƒte primero libro ƒe cuentan las | grandes cauallerias que hizo el rey Felinis ƒu padre. Impreƒ- | ƒo enla muy noble villa de Medina del campo: en caƒa de | Pedro de castro impreƒƒor de libros. A coƒta de Juā pe|dro muƒƒeti mercader de libros. A.xxvij. dias del | mes de Julio. Año de. M.D.y.xlij.años.
Los folios | 30 | 31 | 32 | 33 | 34 | 35 | 36 | 37 | 38 | 39 | 40 | 41 | ||||
están numerados | 31 | 32 | 33 | 34 | 35 | 36 | 37 | 38 | 39 | 40 | 41 | 42 |
42 | 43 | 44 | 45 | 46 | 47 | 48 | 49 | 50 | etc. | 85 | 86 | 87 | 88 | 89 | 90 | 91 |
43 | 44 | 45 | 46 | 47 | 49 | 50 | 51 | 52 | etc. | 87 | 88 | 99 | 100 | 101 | 102 | 103 |
92 | 93 | 94 | 95 | 96 | 97 | 98 | 99 | 100 | 101 | 102 | 103 | 104 | 105 | |
104 | 105 | 106 | 107 | 108 | 101 | 111 | 112 | 102 | 113 | 114 | 117 | 118 | 119 |
En vez de dar un resumen detallado del libro, lo cual me sería imposible sin más tiempo para su lectura, transcribo más abajo, con ortografía parcialmente modernizada, la tabla, además del prólogo. El libro es anónimo, y no lleva dedicatoria. El estilo varía bastante; en los pasajes narrativos, el autor apenas consigue un estilo correcto, como se nota en el prólogo, pero el diálogo es vivo y tiene el aire de la conversación de la época. Resulta para el lector moderno menos pesado que otros libros caballerías en los que un estilo monótono se alterna con diálogos túrgidos.
Se ve que es uno de esos libros en los que el interés principal del autor se centra en la narración de combates. Como tal, pertenece, igual que Belianís de Grecia, al grupo más tradicional de los libros de caballerías11. El autor tenía una concepción bastante amplia de la obra que elaboraba, ya que no sólo Philesbián, el protagonista, apenas si aparece porque el autor tiene que narrar las hazañas de su padre, sino que al final del libro, se ofrece un sumario de lo que queda para el libro siguiente.
Acaso el aspecto más interesante, y que revela más la necesidad de un estudio detenido y serio, es el hecho de que Cervantes conociera esta obra. En el trabajo mencionado en la nota 6, supra, señalé (n. 4 de aquel trabajo) que ni Clemencín -ni Bowle, de quien copia tácitamente- podían identificar al Caballero del Grifo a quien alude Don Quijote, cuando discute la costumbre de los caballeros andantes de tomar nombres tales como el Caballero de la Triste Figura (I, 19). Ni Bowle ni Clemencín conocían a Philesbián. Sin embargo, el Caballero del Grifo es el nombre que toma Felinís, el padre de Philesbián, en el capítulo 29. Además, aparece en el libro un Caballero de los Leones (capítulo 41), aunque Clemencín, en su nota 26 a Don Quijote, II, 17, había señalado algunos Caballeros de los Leones en otros libros de caballerías.
En el primer capítulo del Quijote de Avellaneda se menciona a Philesbián, elogiándole por la calidad de sus combates. Se cita el libro con numerosos errores, no sólo equivocando el título («Florisbrán»
y «Florisbián»
), sino llamando a Armirán de Suecia, Almiral de Çuazia
, a Bastrodas, Blastrodas
, y a Zulbaya y Dayfalea, Zuldasa y Dalphadea
. ¿Equivocaciones conscientes o inconscientes? Vuelve el autor a mencionar el libro en el tercer capítulo, llamándolo
«no menos necio que impertinente»
. Posiblemente con una confrontación de las dos obras se hallarían otras alusiones.
(Este capítulo contiene el único poema que noté en mi rápida examinación del libro, un epitafio:
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