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11

RICARDO ROJAS, La literatura argentina. Los modernos. Imprenta y Casa Editora Coni, Bs. As., 1922, pág. 626. (N. del E.)

 

12

Alma nativa, 2.ª ed., Librería La Facultad, Bs. As., 1912, páginas 16 y 18. (N. del E.)

 

13

Hombres y cosas que pasaron. J. Lajouane y Cía. Editores, Bs. As., 1926, pág. 294. (N. del E.)

 

14

Páginas argentinas, pág. 246. Escrito a propósito del libro de Juan Mas y Pi, Leopoldo Lugones y su obra, Renacimiento, Bs. As., 1911. (N. del E.)

 

15

Su nombre era Servando Cardoso, entrerriano de Montiel. (N. del A.)

 

16

La versión más corriente en Entre Ríos es que fue mandado matar por un jefe que lo había estaqueado y se le trepó encima para ver si las estacas estaban seguras, castigándolo con un rebenque. Al poco tiempo desertó y fue muerto a traición por un individuo que he conocido más tarde de sirviente en el Colegio del Uruguay. La estaqueada del primer cuadro es, pues, verdadera, como todas las escenas posteriores, y el indulto ofrecido por el mismo estaqueador no es una crítica al error del hombre que no supo conservar a ese tipo curioso y único del gaucho matrero y burlón, sino a la época y a las costumbres sanguinarias que lo suprimieron a tiros en vez de civilizarlo.

Respondo así a la única observación formulada por el distinguido crítico señor Zedlitz-Weyrach: «El indulto no ha sido traído providencialmente para solucionar la acción del drama», es por el contrario una tesis planteada con toda intención, y así lo han comprendido muchos de los que han saludado generosamente mi ensayo como una reacción sobre las escenas sangrientas del primitivo drama criollo. (N. del A.)