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ArribaAlgunas notas sobre la presencia de Pedro Calderón de la Barca en Hispanoamérica

SUSANA ARENZ, Documentalista del INET. Argentina


La presencia de Calderón en la América hispana comienza, podríamos decir midiéndolo en tiempos históricos, en los albores de la conquista y, lógicamente, la cronología y la ubicación geográfica de sus primeras apariciones acompaña la ruta y los tiempos del avance español en las colonias.

Por lo tanto, las primeras obras de Calderón representadas en América lo fueron en México, cuya conquista puede considerarse casi concretada por Cortés a mediados del siglo XVI, y en el Perú, a partir de la fundación de Lima por Pizarro en el año 1535. Por supuesto, los avatares de la lucha con los indígenas hicieron demorar, en otros sitios, la aparición de las manifestaciones culturales en general y, desde ya, las del teatro en particular. Es así que las primeras obras de cuya puesta tenemos noticia aparecen en ambos sitios a mediados del siglo siguiente.

Dice Jacobo de Diego: «Los conquistadores trajeron a estas tierras americanas la costumbre de sus fiestas religiosas, procurando darles aquí mayor solemnidad y aparato para, por medio de esta especie de catequismo visual, sofocar los hábitos idólatras de los aborígenes. En tales condiciones, la representación de autos sacramentales era espectáculo obligado». Nos parece interesante esta opinión, en el sentido de que el espectáculo teatral fuera utilizado, sobre todo por los evangelizadores, como herramienta idónea para la culturización de los nativos, su inserción en los códigos de la civilización hispana y en última instancia para el afianzamiento de la sujeción política a la jerarquía dominante.

En La aurora en Copacabana, creemos que la única obra de Calderón situada en América, su argumento refleja con claridad ese intento. No caeremos en el sacrilegio laico de contarles Calderón a los españoles, pero el encuentro entre la «idolatría» indígena (representada en una clara metáfora) y la religión de los conquistadores, termina, fuego de algunos tropiezos, con el triunfo «luminoso» de la fe católica. En unas estrofas citadas por De Diego, Calderón deja claramente expuesta la intención:


Pues nadie habrá que la vea
que no diga: aquí llegaron
españoles. Que esta es muestra
del celo que los anima
y la fe que los alienta.

Sea como fuere, las primeras obras presentadas fueron los autos sacramentales de Calderón, si bien hubo, parece que más tardíamente, una inclusión de textos de Lope.

La aparición del teatro en Buenos Aires es bastante posterior. Había de transcurrir un siglo para que se efectuara. Las dificultades (muerte de Solís por los indígenas, doble fundación de Buenos Aires, etc.) ¿y por qué no?, el menor interés en el establecimiento de un asentamiento importante en el Río de la Plata, son causas suficientes para explicar este relativo retraso.

A continuación daremos un panorama muy general acompañado de un listado seguramente incompleto de las obras de Calderón en los tres centros mencionados, en orden históricamente cronológico.


MÉXICO

Muy tempranamente, en 1533, se representa en Santiago de Tlateloco El fin del mundo y, en 1535, en Náhualt, El auto del Juicio Final, en la capilla de San José de los Naturales, en la ciudad de México.

Se sabe que para 1646 el Colegio Máximo de México poseía un gran auditorio para representaciones dramáticas, en el cual, según opinión de algunos investigadores, se habrían representado autos sacramentales de Calderón.

El 26 de noviembre de 1702, en Guadalajara, se da La vida es sueño.

Entre 1728 y 1732, en los agasajos reales, se presenta Celos aun del aire matan y, en la inauguración del Coliseo Nuevo, ocurrida el 23 de diciembre de 1753, Mejor está que estaba.

Hacia 1765, acaso por cuestiones de facciones ideológico-políticas, se prohíben en México las obras de Calderón, «como perniciosas a la religión cristiana», según comenta José Clavijo y Fajardo en El pensamiento matritense.

En 1868, se veía El alcalde de Zalamea. En 1880, La vida es sueño, representada por Leopoldo Burón, actor que también se presentó en Buenos Aires.

Margarita Xirgu, en años recientes, con la dirección de Cipriano Rivas Cherif, ofrecía en la capital mexicana, El gran teatro del mundo, y más cercanamente en el tiempo el elenco del Teatro Fábregas, El alcalde de Zalamea.




PERÚ (Lima, la ciudad de los virreyes)

De la inmensa producción de Calderón se representaron, en Lima, hasta 1800, la no despreciable cantidad de aproximadamente sesenta obras, de las cuales unas cincuenta eran autos sacramentales, según datos extraídos del Repertorio de las representaciones teatrales en Lima hasta el siglo XVIII de Guillermo Lohman y Raúl Moglia.

La primera fue El escándalo de Grecia contra las santas imágenes, en el año 1661, durante las fiestas de Corpus. En la misma festividad de 1670 se representaron dos autos sacramentales de Calderón: La humildad coronada de las plantas y El gran teatro del mundo. Al año siguiente, El cubo de la Almudena y en el posterior, El pleito matrimonial del cuerpo y el alma. En 1674, en el Colegio de San Pablo se dio El gran príncipe de Fez, don Baltasar Loyola, drama en el que Calderón exalta a la Compañía de Jesús. En 1679, en el atrio de la catedral, El divino Orfeo y No hay instante sin milagro.

De más está destacar que todas estas representaciones fueron realizadas en vida del autor, lo que da una clara idea del prestigio del mismo en España y, como consecuencia, del adquirido en «La ciudad de los virreyes». Luego de su muerte su fama sigue acrecentándose en el Perú: en 1681 se ofrecen El primero y el segundo Isaac y La viña del Señor, en 1682, La vacante general y El nuevo hospicio de pobres; en 1683, El segundo blasón del Austria y Andrómeda y Perseo; en 1684, La nave del mercader y La vida es sueño; en 1685, Las órdenes militares; en 1686, El primer y el segundo Isaac y La cena del rey Baltasar, en 1687, La viña del Señor y El divino Orfeo.

En 1707 se ofrece una obra de dudosa catalogación, La hija del aire y, con motivo de los carnavales, La fiera, el rayo y la piedra, y en 1709 se da una cantidad impensada de textos suyos, entre las que mencionamos: Mañana será otro día, No hay cosa como callar, El secreto a voces, Darlo todo y no dar nada, Manos blancas no ofenden, No siempre lo peor es cierto, Bien vengas, mal si vienes solo, etc.

No hemos conseguido material documental de las representaciones calderonianas en épocas posteriores, pero, a juzgar por lo apuntado por investigadores del teatro y la literatura peruana, la influencia de Calderón resulta indudable en autores de su tiempo, como Pedro Peralta Barnuevo (1661-1743) Y el jesuita Vicente Polonio (?-1741). Algunos investigadores han rastreado esta influencia hasta el siglo XIX.




ARGENTINA

Citemos nuevamente a De Diego: «La presencia del nombre y la obra de Calderón en Buenos Aires es tardía, como es tardío el establecimiento del primer coliseo porteño. Aquí, además, a diferencia de Lima con tan numerosa cantidad de autos sacramentales producidos, se representaron unos pocos».

Las primeras representaciones conocidas son las realizadas para los festejos de la asunción al trono de Fernando VI en 174 Se dieron Las armas de la hermosura, Afectos de odio y amor y La vida es sueño.

Alrededor de esos años el actor correntino Eusebio Maciel instaló un pequeño teatro, de vida efímera, donde se dieron La vida es sueño y El alcalde de Zalamea, y en el mítico Teatro de la Ranchería se vio La gran Cenobia.

Para los festejos por la coronación de Carlos IV, en 1788, se sabe que volvieron a verse obras de Calderón, entre otros autores hispanos, pero no está claro de cuáles se trata. En la ciudad de Salta, actualmente del noroeste argentino pero en esa época con fuerte influencia del Perú, se presentó, con motivo de los mencionados festejos y en un teatro improvisado al efecto, La gran Cenobia.

Mariano Bosch menciona una representación de Casa de dos puertas mala es de guardar en el año 18006.

Después de la Revolución (25 de mayo de 1810) Calderón aparece en las carteleras porteñas con la representación de las siguientes obras: Bien vengas, mal si vienes solo, Coliseo Provisional. (22-08-1813 y 9-07-1815); Las armas de la hermosura (11-10-1813) Col. Prov.; Casa con dos puertas mala es de guardar (1308-1815) y La vida es sueño (24-06-1816).

Asentado ya el proceso independentista y declarada formalmente la independencia (Tucumán, 9 de julio de 1816), aparecen movimientos preocupados por la generación de una cultura nacional. Así, se fundan la Sociedad del Buen Gusto y el Salón Literario (1817-1837) que comienzan a hablar del «idioma de los argentinos» y, por cuestiones políticas comprensibles, generan un momentáneo ataque a la literatura y el teatro de origen español. Como es de imaginar, Calderón, junto con otros, son cuestionados. Este movimiento no fue unánime y no impidió que se siguiera representando obras de Calderón ni que «se imprimieran ediciones "de lujo" de sus obras».

Es así que durante este movimiento se dieron algunos textos de Calderón: en 1821, Casa de dos puertas mala es de guardar, en el Coliseo; el 12 de julio de 1828, El secreto a voces. En 1834 se ofrece El alcalde de Zalamea por la española Compañía de Antonio González, que años después la ofrece en Montevideo (Uruguay).

En 1837, finalizado ya este período, el más famoso actor de la época, Juan José de los Santos Casacuberta, considerado hoy una importante figura histórica del teatro argentino (entre otras cosas, una sala del más importante teatro de prosa porteño lleva su nombre), representó con gran éxito La vida es sueño. En 1840 se presenta una obra explícitamente inspirada en Calderón, escrita por Ventura de la Vega y editada en Madrid en 1838 con el título de La segunda dama duende.

Pasemos ahora a las obras de Calderón representadas en los dos tercios finales del presente siglo. Daremos simplemente una nómina, con algunos muy breves comentarios cuando lo juzguemos de algún interés.

Para comenzar anotaremos una versión de El alcalde de Zalamea por Lola Membrives, en el teatro Odeón en el año 1931.

Uno de los mejores actores de la época, según comentarios de la crítica, Miguel Faust Rocha, representó en el año 1936, en el teatro Odeón, La vida es sueño, con dirección de Telémaco Susini. En 1939 subió a escena El alcalde de Zalamea por la compañía de la diva española Margarita Xirgu con Ricardo Galache. En 1940, la Agrupación Argentina de Estudios Escénicos puso El gran teatro del mundo. Otra actriz española, Mercedes Prendes pone en escena La devoción de la Cruz en el teatro Politeama (1959). En 1959-60, Juan Carlos Pássaro dirige El gran teatro del mundo, con música original de Waldo de los Ríos, que reestrenaría con otro elenco (Delia Garcés, Luis Medina Castro, etc.) en la basílica de Avellaneda, a las puertas de Buenos Aires, en 1962.

En 1969, la Compañía de Teatro Nacional María Guerrero, presenta La dama duende en el teatro Odeón. Este espectáculo formaba parte de la programación del Teatro Nacional Cervantes, pero no pudo darse en su sede a causa de un incendio que destruyó el escenario con sus zonas de servicio.

En 1972, el director Manuel Iedvavni, con Onofre Lovero en el papel de protagonista, pone El alcalde de Zalamea en una versión presentada en un teatro municipal al aire libre, levantado al efecto.

En 1979, el Teatro Municipal General San Martín presenta otra versión de «El alcalde de Zalamea», dirigida por Omar Grasso con el excelente actor Osvaldo Bonet en el protagonista.

En 1982, en La Manzana de las Luces (espacio arqueológico en la manzana más antigua que se conserva de la ciudad), se da Casa con dos puertas mala es de guardar con dirección de Vázquez Freijo.

En el mismo año, en el Teatro Colón se canta la ópera con música de Juan Hidalgo (1610?-1685) sobre los textos de Celos, aun del aire, matan. En 1983, Walter Mautone dirige El alcalde de Zalamea en el teatro Astral.

En 1986 se presenta la Compañía Nacional de Teatro Clásico con El médico de su honra, dirigida por Marsillach, con escenografía de Carlos Cytrynowki, como parte de una gira que incluyó Santiago de Chile, Montevideo y Caracas.

Finalmente, en 1999 se ofrece una nueva versión de La vida es sueño, protagonizada por Víctor Laplace y dirigida por Suárez Marzal.

Aquí finaliza nuestra nómina de presentaciones teatrales de obras de Calderón en Buenos Aires, pero deseamos agregar dos datos de importancia, por su amplia difusión popular.

El primero es sobre un ciclo de presentaciones radiofónicas, interpretadas por actores de teatro de muy buen nivel, denominado «Las dos Carátulas». Este ciclo fue inaugurado en 195, en la Radio del Estado (hoy denominada Radio Nacional), dependiente de la Secretaría de Cultura de la Nación y continúa con sus transmisiones hasta el día de hoy, con presencia de público en el estudio, y que ha tenido y tiene un gran valor como difusor del teatro universal. En este medio siglo de programación, se ofrecieron versiones completas de varios textos de Calderón entre los que nombraremos El alcalde de Zalamea, en la época inaugural (1950), El gran teatro del mundo (1951), La cena del rey Baltasar (1953), La vida es sueño y La devoción de la cruz. (1954), El astrólogo fingido (1957), La aurora en Copacabana (1958), El gran mercado del mundo (1966), La primer flor del Carmelo (1968) y La dama duende, entre otras.

El otro acontecimiento fue la filmación de La dama duende (1945), película que tuvo sostenido éxito de público, y que sobre guión de Rafael Alberti y María Teresa León, fue dirigida por Luis Saslavsky, con escenografía del valenciano-argentino Gori Muñoz, con Delia Garcés en el papel protagonista y un elenco en el que figuraban varios actores españoles, aunque de larga residencia en el país, como Enrique Álvarez Diosdado, Ernesto Vilches, Paquita Garzón, Amalia Sánchez Ariño, Francisco López Silva, etc.

Para finalizar diremos que algunos estudiosos rastrean la influencia de Calderón en escritores argentinos del pasado y el presente siglos. Alguno llega, incluso a verla en la obra mayor de nuestra literatura, el Martín Fierro de José Hernández (Miguel Alfredo Olivera, en carta a J. de Diego. Archivo del INET).

Si bien estos testimonios nos parecen subjetivos y opinables, es cierto, en cambio, que al menos dos textos argentinos manifiestan explícitamente haber sido realizados como variantes de obras calderonianas: 24 horas dictador de Enrique García Velloso (1916) y Doña Clorinda la descontenta de Tulio Carella (1940).




Bibliografía

BOSCH, Mariano G.: Teatro antiguo de Buenos Aires, Buenos Aires, Imprenta El Comercio, 1904.

DE DIEGO, Jacobo: «Pedro Calderón de la Barca en América». Boletín del Instituto de Teatro, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, 1982, pp. 61-74.

KLEIN, Teodoro: El actor en el Río de la Plata (II): De la colonia a la Independencia, Buenos Aires, Asociación Argentina de Actores, 1984.

KLEIN, Teodoro: El actor en el Río de la Plata (II): De Casacuberta a los Podestá, Buenos Aires, Asociación Argentina de Actores, 1994.

ORDAZ, Luis: El teatro y la radio en «Las dos carátulas», Buenos Aires, Editores de América Latina, 1998.

TRENTI ROCAMORA, J. Luis: El teatro en la América Colonial, Buenos Aires, Huarpes, 1947.

USIGLI, Rodolfo: México en el teatro, México, Imprenta mundial, 1932.