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181

Ricardo Rojas (Historia de la Literatura Argentina, I, 101) da esta traducción de la misma copla:


Iguana nariz delgada,
cara de flojas mejillas,
manitas de tenedor,
cola llena de sortijas.


Aunque con leves variantes, he preferido adoptar la que acompañaba, a la estrofa quichua cuando me la enviaron. (N. del E.)

 

182

Sobre estas coplas hago la misma indicación que para el número 1138. (N. del E.)

 

183

Un fragmento de esta chacarera santiagueña -los cuatro primeros versos- es dado por Ricardo Rojas en su Historia de la literatura argentina, tomo I, página 102. Después me la enviaron más completa y traducida. (N. del E.)

 

184

[«De tres vainas», corregido de la fe de erratas del original (N. del E.)]

 

185

[«Manchada», corregido de la fe de erratas del original (N. del E.)]

 

186

En este romance, recitado y bailado en la pampa bonaerense -y que posteriormente he visto citado, en parte, por Ciro Bayo en su Romancerillo del Plata, página 46, Madrid, 1913-, se intercalan las estrofas señaladas con los números 1253-1262. Trátase de una composición española donde nuestros gauchos injertaron sus seguidillas. (N. del E.)

 

187

587-588. La primera es de Buenos Aires, donde la recogí; la segunda está en Calandria, de Leguizamón, obra citada, página 135; lo mismo la número 1081 (página 157). (N. del E.)

 

188

1295 b-1296. Estrofas del Remedio. «Tiene la primera parte con castañuelas, parecido al Gato en los pasos, pero un poco más violento. La segunda parte tiene un zapateo especial parecido al del Pericón. Se baila entre dos, en Catamarca y Santiago del Estero, generalmente con guitarra y arpa». (Apunte del doctor Eduardo L. Holmberg). (N. del E.)

 

189

Pala-pala, voz quichua que significa cuervo y nombre de este baile que se acompaña con bombo únicamente, bailado con pañuelos y castañuelas, muy semejante a la zamba alegre. La explicación es la siguiente:


El cuervo es el dueño del boliche,
el sapo toca en la caja de la guitarra,
una chuña soltera asiste al baile,
el zorro toca la guitarra,
la tortuga toca el bombo,
el jilguerito zapatea.


El número siguiente (1316 a) es una variante de este mismo baile dada por el señor Andrés A. Chazarreta en su Tercer álbum citado. (N. del E.)

 

190

Este baile -la Firmeza- dialogado mimado, es quizá el más bello y el más genuinamente característico de nuestra coreografía nativa. Véase en música transcrita por Rojas, obra citada, tomo I, página 233, y por Chazarreta en su Álbum (tomo I). No existe una publicación metódica de toda nuestra música gauchesca, hecha con la fidelidad y la comprensión que exige, publicación que va a ser emprendida por el Instituto de literatura argentina en nuestra Facultad de filosofía. A más de los meritorios trabajos de Chazarreta, el maestro santiagueño, y de otros más que hemos ya citado, he aquí la nómina de algunos libros que tratan sobre el tema. Apuntes recogidos a mi paso por bibliotecas, sin una especial dedicación, ello justifica que sean omitidas no pocas obras:

Álvarez, Juan, Orígenes de la música argentina, [Buenos Aires], 1908.

Alcorta, Amancio, Obras musicales, tomo I, París, 1869, y tomo II, París, 1883.

«Podemos decir que en ellas ha pasado algo del alma de nuestros viejos payadores, que se encuentran ritmos giros de los cantos y bailes de los gauchos del interior; por fin, que se advierten cambios de tono, análogos a los de las canciones populares, y que están impregnados de honda melancolía, como si fueran un reflejo de la pampa, un recuerdo de su infinita tristeza», dice el maestro Alberto Williams en su Estética musical y conciertos sinfónicos (La Biblioteca, tomo II, página 465).

Arósteguy, Abdón, Ensayos dramáticos, Buenos Aires, 1896. (En las páginas 369 y siguientes, véase Músicas gauchescas).

Cortijo, Alahija, Musicología latinoamericana. La música popular y los músicos célebres de la América latina, Barcelona, 1920. (Cito, esta obra aunque no he visto ningún ejemplar).

Friedenthal, Albert, Musik, tanz und dichtung bei den Kreolen, Berlín, 1913. (Ver página 253-287).

García Suárez (Colección), Diez tarjetas postales diferentes, serie 1.ª, República Argentina. Costumbres y cantos nacionales con música para piano [Buenos Aires] 1903.

Gutiérrez, Martín, Las nuevas y verdaderas vidalitas santiagueñas cantadas con éxito en las provincias del interior, Buenos Aires, 1897. (No he logrado, tampoco, leer este libro, hay una edición de 1900; véase del mismo: Martín Fierro, Su verdadera historia escrita en verso, Buenos Aires, sin fecha, poema en 2 partes, 16 páginas, portada de Fortuny).

Lugones, Leopoldo, La musique populaire en Argentine (Revue sudaméricaine, volumen II, n.º 5, París 1914), et supplément de musique a ce même numéro.

Lugones, Leopoldo, El payador, tomo I, Hijo de la Pampa, Buenos Aires, 1916. (Véase la música en las páginas 119 a 134).

Monla Figueroa, Alfredo, El gaucho argentino, La Plata, 1912. (Véase Música y danzas, tercera parte).

Nosotros, cuarta encuesta: La música y nuestro folklore, tomo XXVIII, páginas 525-538, tomo XXIX, páginas 62-79 y 227-242, 1920.

Podestá, Antonio, D., Música criolla: gato, tango, minué, hueya, adagio, estilo, triste, pericón, Buenos Aires, 1900.

Sería interesante un trabajo sobre la evolución y el desarrollo incipiente del arte musical criollo, en su interpretación por artistas cultos. Acaba, no ha mucho, de estrenarse la última obra que trata de encarnar el alma de nuestra tierra, en tal sentido: la Raquela de De Boero. Es digna de aliento esta bella concepción musical, en la cual el libreto desfavorece al talento del maestro argentino, uniéndose esto a la falla de los intérpretes, al ambiente extraño del teatro y a la real dificultad del tema. Pero es un rasgo noble, inteligente y digno de cariño, éste que nos muestra el joven músico, autor de Tucumán, rindiendo su talento, ojalá más independiente, en aras de la poesía que se entraña en los temas musicales gauchescos. Pero quizá no sea por este camino -trasladando nuestros paisanos a la escena lírica- que haya de labrarse una epopeya de nuestra tradición y de nuestra raza, al modo de la tetralogía wagneriana. Podría ser senda verdadera la reconstrucción, animada por el arte, de alguna de esas leyendas que -como la Ciudad de los Césares- ilusionaron a los conquistadores de Castilla, donde las razas indígenas llevarían su aporte de mitos y supersticiones heroicas o religiosas, agrupándose en esa epopeya, alrededor de un motivo esencial, el amor o la ambición, temas musicales, literarios o históricos de aquella patria primitiva del coloniaje.

La primera estrofa del Parreño, baile popular de Méjico, comienza:


Anoche me confesé
con un padre carmelita
y me dio de penitencia
que besara tu boquita.


La construcción semejante de los versos hace suponer un probable origen común. Este texto mejicano con su música lo trae Albert Friedenthal en su Stimmen der Völker, op. cit., cuaderno I, páginas 12-15. En este mismo baile encontramos también la copla gauchesca número 600 con una levísima variante, y en los cuadernos siguientes de la misma colección vemos, verbigracia, en el II, página 4, en una composición de Costa Rica, la copla número 635. La misma copla número 600 citada, la vemos formando parte de una zamacueca chilena en el IV cuaderno, página 5. No está de más decir que la primera copla citada del Parreño es española y transcrita por Rodríguez Marín en su Cancionero, con el número 1870. (N. del E.)

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