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191

A propósito de esta copla, donde el término tipa, urbana designación de la mujer, allí se muestra, trae Ciro Bayo (Romancerillo, etcétera, obra citada, página 148, nota número 2) la siguiente peregrina observación sobre esa palabra que, según él, es: «Vara de árbol de ese nombre, de la especie del sangre del Drago, abundante en la provincia del norte de la Argentina, de modo que tal copla milonguera ha de ser de procedencia tucumana, salteña o de La Rioja (?)». (N. del E.)

 

192

[«Ya tengo otra», corregido de la fe de erratas del original (N. del E.)]

 

193

Esta copla y las siguientes hasta el número 1350, corresponden a la Ronda de Amaicha, descrita por Adán Quiroga y comentada por Ricardo Rojas. Se cree ver en esa Ronda una supervivencia de alguna ceremonia indígena. Por tratarse de algo que, aunque fragmentario, guarda su lazo de unión, he preferido agrupar aquí todas sus coplas, sin colocarlas en los sitios que, según la clasificación de este cancionero, les corresponden. (N. del E.)

 

194


Haremos gemir las cuerdas
hasta que las velas no ardan.

dice en la Vuelta de Martín Fierro, cuando la payada con el moreno (canto 30). Del mismo modo (1359), dice en el poema:


Cantando me he de morir,
cantando me han de enterrar,
y cantando he de llegar
al pie del Eterno Padre.

(Martín Fierro, parte primera).                


Se ve en ella la superioridad de la copla catamarqueña, ya notada en la transcripción que de ella hace el señor Carlos B. Quiroga en su trabajo citado en La Prensa. Muchas coincidencias como éstas se pudieran anotar entre el Martín Fierro coplas que cito por creerlas de verdadero origen gauchesco, aunque pudieran ser -como digo en otra parte- supervivencias del cantar entre los paisanos.

Para disminuir -en lo posible- el número de estas notas no he hecho constar en cada estrofa la referencia al baile a que pertenece, cuando me la enviaron o yo la recogí con esa referencia. Casi toda la coreografía gauchesca tiene alguna letra en estas páginas: Chacarera (1276-1287), Chacarera doble (96), Palito (337, 512, 739, 1118), Marote (378 a, 1242, 1243), Triunfo (451, 465, 611, 612, 1288, 1292), Escondido (529, 1155, 1293-1296), Zamba (1075, 1235-1237), Pericón (1082), Corrumbá (1104, 1267), Chilena (1241), Huella (1252 y siguientes194.1), Remedio (1295 b, 1296), Prado (1297, 1303), Palapala (1316), Firmeza (1317), Llanto (399) Aires (página 39), Gato, en la mayor parte de las seguidillas, etcétera. Nota que doy sólo por vías de ejemplo y que alguna vez pudiera extender en una prolija clasificación.

Quedando las cuartetas, octo y hexasilábicas -relaciones y estrofas de algunos bailes-, doy aquí la nómina de las seguidillas: estrofas del Gato, de la Huella, del Triunfo, aunque esta regla suele quebrantarse, pues algunas veces oí relaciones en este último metro: 7, 13, 24, 27, 28, 31-33, 37, 38, 53-55, 63, 72, 75-93, 97, 100, 101, 103-105, 109, 110, 113, 119, 120, 133, 134, 136 a, 139, 140, 143, 144, 153, 154, 160, 161, 164, 170, 171, 173, 191, 195, 197, 198, 200, 204, 205, 249, 253-255, 265, 266, 269, 277, 296, 304, 305, 317, 325, 361-362 a, 366-368, 373, 375, 383-185, 389, 412, 424, -425, 434, 443-445, 451, 458, 465-469, 481-483, 486-488, 492, 530, 533-533 b, 535, 543, 549-551, 576, 576 a, 581-588, 592, 595, 597, 598, 602-603 a, 605, 610, 612, 614, 627-629, 631-632, 635-637, 639, 642, 648-650, 655-657, 662-664, 667-669, 675-677, 680, 681, 684-691, 695, 697-700, 702, 703, 705, 713, 714, 726, 729, 738-738 b, 751-754, 759, 760, 780, 784-787, 796, 797, 806-807 b, 818-819, 824, 825, 847-848, 861, 874, 882, 903, 912, 913, 920-922, 925-931, 935-939, 945, 948-950, 952, 956-959, 972, 973, 985, 997, 1002, 1010, 1014, 1014 a, 1020-1021 a, 1024, 1030, 1032, 1057, 1060, 1060 a, 1071-1074, 1083, 1090, 1094-1101, 1103, 1106-1108, 1114-1114 a, 1116, 1117, 1119, 1119 a, 1131, 1134, 1138-1151, 1158-1161 b, 1165, 1168-1170, 1172-1177, 1179, 1181-1183, 1185, 1186, 1188-1194, 1197, 1205-1209, 1214, 1217-1219, 1223, 1224, 1227-1232, 1236, 1243, 1249-1251, 1253-1264, 1268-1275 a, 1288-1293, 1297-1303, 1307, 1313-1315, 1319-1320, 1333, 1365, 1366 y 1372-1381.

Para terminar estas notas, añadiré la indicación bibliográfica de algunas obras, en las cuales están citadas coplas que he recogido en su fuente y, también otras que he transcrito. Son estas: el Romancerillo del Plata, por Ciro Bayo (edición citada), estimable colección publicada en 1913; Cerro nativo, de Carlos B. Quiroga (edición citada), y el trabajo ya citado del mismo autor sobre la Musa popular catamarqueña; y, finalmente, el País de la selva, París, 1907, y la Historia de la literatura argentina, tomo I, por Ricardo Rojas. En esta última obra han sido transcritas las siguientes coplas quichuas, que cito siguiendo el orden en el cual en tal obra se hallan colocadas: páginas 100 a 105 números 696, 1102, 1222, 1120, 1220, 1221, 971, 1337, 374, 545, 544, 1037, 435, 1034, 405, 1035, 1199, 372, 477, 1036 y 1044; 1038 y 693 en la página 127 y número 450 en la 133; véanse a más algunas cuartetas en la página 211, seguidillas en la 213 etcétera.

Espero se me perdone la superficialidad de estas citas que no tienen otro objeto, fuera del de señalar, con probidad literaria, la prioridad cronológica que tales libros tienen en esta índole de estudios. Creo, por otra parte, disculpable que algunas veces omita alguna nimia y prolija indicación. ¿Qué interés podría tener, por ejemplo, el decir que el cantar número 564 y siguientes, cuya fuente indico, esté publicado, bajo la firma del señor Félix Hidalgo en un folleto: Verdaderas vidalitas, impreso sin fecha ni pie de imprenta? Y si otras de mérito no cito, sírvame de atenuante la dispersión del material folklórico, o el dato que no siempre llega a nuestras manos. Ya en prensa el lugar donde debí citarlo -como justicia y homenaje-, recibo, por ejemplo, amable obsequio del señor Vicente Forte, los dos primeros números de la Biblioteca de la Sociedad Argentina de arte nativo, el número I contiene: Vicente Forte, La zamba de Vargas, canto y piano, tomada de los señores D. V. Lombardi y A. Beltrame; y el número II: Vicente Forte, Triste Entreterriano, canto y piano, tomado del señor D. V. Lombardi, Buenos Aires, 1923.

A propósito de esta copla, no es inoportuno hacer notar la presencia de nuestro cancionero en el poema, más popular de la estirpe. Haciendo salvedad con las relaciones formadas por el simple desglose de una estrofa del cantar, encontramos otras que uno se resiste a creer que fueran tomadas de esa fuente porque no se trataría ya de una simple incautación, como decíamos en otra nota, sino que acusarían una labor de reconstrucción sobre el tema original. No siendo de igual modo así, esto sería un ejemplo de cómo es real y sólido el valor popular del libro, ya que Hernández pudo tomar las coplas, y fundirlas luego en su creación. En primer término va la copla y luego el pasaje del poema:



Cuando a cantar me pongo
no tengo cuándo acabar,
de mi pecho vierte el canto
como agua de manantial.

Yo no soy cantor letrao,
mas si me pongo a cantar,
no tengo cuando acabar,
y me envejezco cantando:
las coplas me van brotando
como agua de manantial.

(Martín Fierro, I, estrofa 9194.1)                




La mula cuando recula
es seña que va a cocear,
la mujer como la mula,
recula para olvidar.

Cuando la mula recula
señal que quiere cociar,
ausí se suele portar
aunque ella lo disimula:
recula como la mula
la mujer para olvidar.

(Ibídem, X, estrofa 31.)                


Pasando a otra serie, donde la sentencia es la común, ya es más arriesgado dar la primacía al númen popular o a la obra del cantor culto:



Siempre está mi corazón
pensando si volverá;
alegrías en un pobre
son anuncios de pesar.

Vive ya desesperado
quien no tiene que espera,
a lo que no ha de durar
ningún cariño lo cobre,
alegrías en un pobre
son anuncios de pesar.

(Vuelta de Martín Fierro, XXX, estrofa 83).                




En tu pago me aborrecen
porque te piso bandera,
para mí la cola es pecho
y el espinazo cadera.

Para mí la cola es pecho
y el espinazo cadera,
hago mi nido ande quiera
y de lo que encuentro como,
me echo tierra sobre el lomo
y me apeo en cualquier tranquera.

(Martín Fierro, XII, estrofa 11.)                


Pudieran adelantarse más ejemplos sobre el mismo poema, pero con éstos ya se logra establecer la demostración de la teoría. Claro es que no se antoja prudente afirmar en absoluto algúna tesis sobre el asunto, ya que no es posible señalar con idéntica certeza el origen real de cada copla en nuestro fecundo cancionero gauchesco. (N. del E.)

 

194.1

[«1264», corregido de la fe de erratas del original (N. del E.)]

 

194.1

Dejando de lado las variantes en el mismo poema III, estrofa 3.ª: XI, estrofa l.ª (N. del E.)

 

195

[«Benavídez», corregido de la fe de erratas del original (N. del E.)]

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