Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
IndiceSiguiente


Abajo

Canto a la Argentina; Oda a Mitre y otros poemas

Rubén Darío

Enrique Ochoa (il.)



Cubierta

Portada





  —[5-6]→     —7→  


ArribaAbajoCanto a la Argentina


¡Argentina! ¡Argentina!
¡Argentina! El sonoro
viento arrebata la gran voz de oro.
Ase la fuerte diestra la bocina,
y el pulmón fuerte, bajo los cristales  5
del azul, que han vibrado,
lanza el grito: oíd, mortales,
oíd el grito sagrado.
—8→

Oíd el grito que va por la floresta
de mástiles que cubre el ancho estuario,  10
e invade el mar; sobre la enorme fiesta
de las fábricas trémulas de vida;
sobre las torres de la urbe henchida;
sobre el extraordinario
tumulto de metales y de lumbres  15
activos; sobre el cósmico portento
de obra y de pensamiento
que arde en las poliglotas muchedumbres;
sobre el construir, sobre el bregar, sobre el soñar,
sobre la blanca sierra,  20
sobre la extensa tierra,
sobre la vasta mar.
—9→

¡Argentina, región de la aurora!
¡Oh, tierra abierta al sediento
de libertad y de vida,  25
dinámica y creadora!
¡Oh, barca augusta, de prora
triunfante, de doradas velas!
De allá de la bruma infinita,
alzando la palma que agita,  30
te saluda el divo Cristóbal,
príncipe de las Carabelas.
—10→

Te abriste como una granada,
como una ubre te henchiste,
como una espiga te erguiste  35
a toda raza congojada,
a toda humanidad triste,
a los errabundos y parias
que bajo nubes contrarias
van en busca del buen trabajo,  40
del buen comer, del buen dormir,
del techo para descansar
y ver a los niños reír,
bajo el cual se sueña y bajo
el cual se piensa morir.  45
—11→

¡Éxodos! ¡Éxodos! Rebaños
de hombres, rebaños de gentes
que teméis los días huraños,
que tenéis sed sin hallar fuentes
y hambre sin el pan deseado,  50
y amáis la labor que germina.
Los éxodos os han salvado:
¡Hay en la tierra una Argentina!
He aquí la región del Dorado,
he aquí el paraíso terrestre,  55
he aquí la ventura esperada,
he aquí el Vellocino de Oro,
he aquí Canaán la preñada,
la Atlántida resucitada;
he aquí los campos del Toro  60
y del Becerro simbólicos;
he aquí el existir que en sueños
—12→
miraron los melancólicos,
los clamorosos, los dolientes
poetas visionarios  65
que en sus olimpos o calvarios
amaron a todas las gentes.
—13→

He aquí el gran Dios desconocido
que todos los dioses abarca.
Tiene su templo en el espacio;  70
tiene su gazofilacio
en la negra carne del mundo.
Aquí está la mar que no amarga,
aquí está el Sahara fecundo,
aquí se confunde el tropel  75
de los que al infinito tienden,
y se edifica la Babel
en donde todos se comprenden.

IndiceSiguiente