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ArribaAbajoAlba Iris

A LA MÁS MAGNÉTICA DE LAS BRUNAS ANADIOMENAS.


    J'ai marchè devant tous, triste et seul dans ma gloire
et j'ai dit dans mon coeur: ¿Que vouloir a présent?
pour dormir sur un sein mon fron est trop pèsânt,
ma main laisse l'effroi sur la main qu'elle touche
l'orage est dans ma voix, l'èclair est sur ma bouche;
aussi, loin de m'aimer, voilà qu'ils tremblent tous,
et, quand j'ouvre les bras, on trombe a mes genoux:
O Douleur! j'ai vecu farouche et solitaire,
laisse-moi m'endormir du sommeil de la terre!


A. DE VIGNY                



ArribaAbajo¡Anadiomena, ven!




I

   Tus ojos me embriagan, sus iris me acarician,
eres la ardiente presa que mis labios codician;
tus ojos me embriagan; sus iris me acarician.

   Mi numen te cautiva, mi rebelión te aterra,
eres la siempreviva del amor de la Tierra;
mi numen te cautiva, mi rebelión te aterra.

    Mariposa corpórea, abeja de elixir,
chúpame, beso a beso, la náusea de vivir;
mariposa corpórea, abeja de elixir.

   Ven, si te sientes libre, ven si te sabes fuerte,
libre para la Vida, fuerte contra la Muerte,
ven, si te sientes libre, ven si te sabes fuerte,

   Juntos saborearemos la miel de tus colmenas,
serás la favorita de todas mis sirenas;
juntos saborearemos la miel de tus colmenas.

   Almohada de mis sueños, aureola de mi sien,
musa de los insomnios, Anadiomena, ven;
almohada de mis sueños, aureola de mi sien.


II

   Yo soy el más mimoso de todos los bulbules,
anídame en tu pecho bajo los suaves tules;
yo soy el más mimoso de todos los bulbules.

   Mi médula está enferma del mal de los inviernos,
caliéntala en la hoguera que avivan tus falernos;
mi médula está enferma del mal de los inviernos.

   Desde que te conozco, conozco la congoja,
eres la electa mía, que tu pasión me acoja;
desde que te conozco, conozco la congoja.

   Mi orgullo se evapora como los aljofares,
al sol de tus sonrisas y tus luengos mirares;
mi orgullo se evapora como los aljofares.

   Mi austeridad claudica, cuando tu voz me nombra,
circé de veinte estíos y sombra de mi sombra;
mi austeridad claudica cuando tu voz me nombra.

   ¿Qué quieres que te ofrende que ya no te ofrendara
devoto ante tu busto de vivido Carrara?
¿Qué quieres que te ofrende que ya no te ofrendara?

   Eres la electa mía de los Juegos Vitales,
unamos nuestras almas como dos iniciales;
¡Eres la electa mía de los Juegos Vitales!


III

   Yo alumbraré tus noches con mis videntes ojos,
tú espasmarás mis nervios con tus chupones rojos;
yo alumbraré tus noches con mis videntes ojos.

   Pondrás las róseas palmas de tus felices manos
sobre la frente augusta que espanta a los tiranos;
pondrás las róseas palmas de tus felices manos.

   Oirás en la alta noche el acordado son
de nuestros corazones, si tienes corazón;
oirás en la alta noche el acordado son.

   Con la triunfal madeja de tu casco de Imperia,
sudario de afrodisia, mortajarás mi histeria;
con la triunfal madeja de tu casco de Imperia.

   Daremos los retoños de nuestra primavera
en holocausto egregio a la inmortal Quimera;
daremos los retoños de nuestra primavera.

   ¿Quieres, pues que lo puedes, vivir la bella historia?
Tú serás la heroína, tuya será la gloria;
¿quieres, pues que lo puedes, vivir la bella historia?

   Eres la electa mía de los Juegos Vitales,
unamos nuestras almas como dos iniciales;
eres la electa mía de los Juegos Vitales.

   Almohada de mis sueños, aureola de mi sien,
musa de los insomnios, Anadiomena, ven;
almohada de mis sueños, aureola de mi sien.




ArribaAbajo¿Por qué?



    ¡Oh Natura! En la rubia mañana
llena de arrullos y perfumes, llena
de sol, de vida, y de quietud amena,
mi corazón se asoma a la ventana.

   Todo ríe, florece, se engalana,
las nubes surcan la celeste arena,
pájaros libres dan su cantilena,
y el sol sonríe a mi primera cana.

   ¡Oh, Natura! Tú que juegas al juego
de la vida, forjador de Universos,
cual yo, jugando al juego de los versos,

   Forjo Quimeras que abandono luego;
¡Oh Natura, madre inmortal y arcana!
¿Por qué no me infundiste un alma sobrehumana?




ArribaAbajoVenus Futura



    Musa del porvenir, Venus futura,
de casco de ámbar y ojos de berilo,
quiero grabar tu lírica hermosura
en el diamante negro de mi estilo
y en el negro joyel de mi locura.

   Stella matinal, lis de la altura
como en su Paros la deidad de Milo
deslumbrará tu blonda miniatura
en el diamante negro de mi estilo
y en el negro joyel de mi locura.

   Y si algún día invade la Amargura
el róseo estuche de tu hogar tranquilo.
Yo, gemiré de amor y de ternura
en el diamante negro de mi estilo
y en el negro joyel de mi locura.

   Perla del lago azul de la ventura,
mientras el buzo Amor busca tu asilo
me inspiraré mirando tu hermosura
en el diamante negro de mi estilo
y en el negro joyel de mi locura.

   En vano cavarán tu sepultura
y la segur aguzará su filo;
vivirás inmortal por tu hermosura
en el diamante negro de mi estilo
y en el negro joyel de mi locura.

   Copa de inspiración toda dulzura,
lírica Isis del platense Nilo;
te adorará la humanidad futura,
en el diamante negro de mi estilo
y en el negro joyel de mi locura.

   Musa del porvenir. Venus futura
de casco de ámbar y ojos de berilo,
ven a admirar conmigo tu hermosura
en el diamante negro de mi estilo
y el negro joyel de mi locura.




ArribaAbajoEl Cenobio



    Es un cenobio austero. Las divinas
hermanas le ilustran con su presencia;
el espíritu augusto de la Ciencia
le anima con sus ansias minervinas.

   No hay bronces ni cuadros. Las peregrinas
horas no dan en él su evanescencia;
ni en lunas de cristal, la Inteligencia
-como una infanta real a sus meninas-

   Sonríe a sus nostalgias penserosas;
ni pájaros, ni flores, ni ofrendarios.
Ni bellos niños de rientes labios

   Sobre faldas de formas voluptuosas,
sólo hay libros, manuscritos y diarios;
y en medio del silencio de las cosas

   Un pensador absorto en sus resabios
y en su obra las arañas laboriosas.




ArribaAbajoMas nunca pudo verse...



    Él ha visto en su vida media Naturaleza,
con miradas sapientes y corazón de artista:
auroras purpurales, ponientes de amatista,
canículas de fuego y noches de turquesa.

   Selváticos incendios de tropical belleza,
sublimes panoramas hasta perder de vista.
Tempestades marinas, lo más bello que exista,
cataratas y abismos de trágica grandeza.

   Faunas y floras múltiples, pretéritas y actuales,
naciones decadentes, magnas razas triunfales,
y batallas de ruina y apoteosis social;

   Las piedras más preciosas ¡oh pupilas divinas!
Las flores de las flores ¡oh bocas femeninas!
La luna, el sol, la muerte, la inmensidad astral:

   Mas nunca pudo verse tan arduo observador,
en la mar de tinieblas de su abismo interior.




ArribaAbajoLas letanías a Satán

(DE BAUDELAIRE)



    ¡Oh tú, el más sapiente y hermoso de los Ángeles,
alto dios traicionado, sin ofrendas ni arcángeles,

   ¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

   Príncipe del destierro, sublime calumniado
que vencido, te yergues, más que nunca indomado.

   ¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

   Tú que lo sabes todo, rey de cosas arcanas,
médico familiar de las penas humanas,

   ¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

   Tú, que hasta a los leprosos y al chusmaje sumiso,
infundes la nostalgia mortal del Paraíso,

   ¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

   ¡Oh tú, que de la Muerte -tu vicia y fuerte amada-
engendras la Esperanza, una loca adorada,

   ¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

   Sangre de los racimos, llama de los alcoholes,
ojo de las tinieblas, corazón de los soles,

   ¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

   Sarna de los cobardes y cáncer de los falsos
entraña de los nobles, dogal de los cadalsos,

   ¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

   Tú, que sabes en donde de las tierras celosas
el viejo Dios oculta tantas piedras preciosas,

   ¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

   Tú, cuya doble vista sabe los arsenales
do yacen sepultados los preciados metales,

   ¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

   Tú, que flexibilizas los huesos del anciano,
del ebrio que atropellan los potros del tirano,

   ¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

   Tú, que por consolar al hombre cuando sufre,
le dotaste de sueño, de sal, de luz, de azufre...

   ¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

   Tú, que imprimes tu sello ¡oh cómplice sutil!
en la frente del Creso, vano, implacable y vil,

   ¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

   Tú, que das a las almas de las jóvenes magas,
amor por los harapos, devoción por las llagas,

   ¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

   Bastón de desterrados, lámpara de inventores,
confidente de ahorcados y de conspiradores,

   ¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!

   Padre genial de cuantos, en su cólera atroz,
echó del Paraíso la venganza de Dios!

   ¡Oh Satán, ten piedad de mi larga miseria!
 

 Oración 


Laudes y gloria a ti, Satán, en las alturas
del cielo do reinaras, y en las rojas honduras
infernales ¡oh padre! donde vencido callas!
Laudes y gloria a ti, -ángel de las batallas-
a quien la humana Estirpe reniega y desconoce.
Haz que mi alma un día, cerca de ti repose,
cuando sobre tu frente radiante de experiencia
ardan los frutos de oro del árbol de la Ciencia!




ArribaAbajoEl secreto



    Tú, no sabes el secreto
del último de los rapsodas;
nunca sabrás la agonía
de sus noches desoladas.

   Tú, vives la vida alegre
del festín y de las danzas;
nunca sabrás el horror
de sus noches desoladas.

   Todo es cedro y mármol rosa
en tu feérico alcázar;
nunca sabrás la bohemia
de sus noches desoladas.

   Te miman los terciopelos,
las púrpuras y las gasas;
ignoras la desnudez
de sus noches desoladas.

   Canta, la canción del Oro,
el frou frou de tus enaguas;
nunca sabrás la miseria
de sus noches desoladas.

   Tienes hermanas, hermanos,
madre, padre, Dios y patria;
nunca sabrás la orfandad
de sus noches desoladas.

   La Fortuna te sonríe,
te sonríe la Esperanza;
nunca sabrás la Amargura
de sus noches desoladas.

   Los poetas cortesanos
madrigalizan tus gracias;
ignoras el miserere
de sus noches desoladas.

   Pueblan tu mágica alcoba
los mirajes de las Fábulas;
nunca sabrás lo macabro
de sus noches desoladas.

   En tus labios la Alegría
ríe sus risas preclaras
nunca sabrás la Tristeza
de sus noches desoladas.

   En tu hogar, todos se inquietan
cuando suspiras, sin causa;
ignoras el desamparo
de sus noches desoladas.

   Tus sueños son deliciosos
y muelles como tu almohada;
ignoras las pesadillas
de sus noches desoladas.

   Tú, glisas sobre la Vida,
con audacias de sonámbula;
nunca sabrás los naufragios
de sus noches desoladas.

   Para ti, las bellas artes,
el placer y la elegancia;
nunca sabrás los afanes
de sus noches desoladas.

   Para ti, los suaves ocios,
y la felice ignorancia;
nunca sabrás los insomnios
de sus noches desoladas.

   Nunca sabrás los terribles
paroxismos que le exaltan;
las congojas que le crispan,
el rencor que te arrebata;

   Los espasmos creadores
que arremolinan sus ansias,
en ímpetus demoníacos
y en inspiraciones trágicas.

   Como ondular de estandartes
al viento de las batallas,
como crepitar de selvas
por los rayos incendiadas.

   La miseria que le humilla,
la soberbia que le embriaga,
el genio que le liberta
y a lo infinito le lanza.

    Cuanto hierve y tronitúa.
En el cráter de su alma;
gime, solloza, blasfema,
grita, ruge, impreca y clama.

   ¡Las Quimeras que le huyen,
las Euménides que le aman,
los Cíclopes que le acechan,
los Espectros que le hablan!

   ¡Oh, mimosa Favorita
de existencia regalada!
¡Moriturus te salutat,
el último de los rapsodas!

   Jamás sabrás el secreto
del aeda, de la Casta,
de cuya labor provienen
tu fortuna y tu arrogancia.

   ¡Jamás sabrás el secreto
de sus noches desoladas!




ArribaAbajoLa epístola del Ultra




I

   Prez de la Aristocracia, lis de los Gobelinos,
en homenaje a Nos quema tus pergaminos,
prez de la Aristocracia, lis de los Gobelinos.

Ven, sellarán tu boca, plena de jugos acres,
con siete sellos rojos -mis labios- ígneos lacres
ven, sellarán tu boca plena de jugos acres.

   Tu voluptuosa falda será mi facistol,
tus senos mis altares, tu valva mi crisol;
tu voluptuosa falda será mi facistol.

   Historiarán tu busto mis gnósticas succiones,
de heráldicos tatuajes y eléusicos blasones;
historiarán tu busto mis gnósticas succiones,

   Glisarán de tus ojos las lágrimas febeas
como el gotear lumíneo de las antiguas teas,
glisarán de tus ojos las lágrimas febeas.

   Imperial, purpurísima -la sangre de los Flavios,
que ilustra tus arterias- florecerá en mis labios,
imperial, purpurísima -la sangre de los Flavios.

   Tu lengua es la serpiente de alegres cascabeles,
híncame su ponzoña más dulce que las mieles;
tu lengua es la serpiente de alegres cascabeles.

   Himen, Graal helénico, hostia de las delicias,
ofrenda al divo Orfeo tus cándidas primicias;
himen, Graal helénico, hostia de las delicias.

   Mírame, Luna mía, yo soy el blondo Helios;
la Siringa de Pan ríe en mis Evangelios!
¡Mírame, Luna mía, yo soy el blondo Helios!

   Sin ti, todo es hastío, banalidad, neurosis;
contigo todo es arte, milagro, apoteosis,
sin ti, todo es hastío, banalidad, neurosis.

   ¿Prefieres a las dulces canciones de Citeres,
las místicas antífonas, los agrios misereres?
¿Prefieres a las dulces canciones de Citeres?

   ¿Dónde has visto a la Venus humillarse de hinojos,
con las manos unidas e implorantes los ojos?
¿Dónde has visto a la Venus humillarse de hinojos?

   ¡Levántate del polvo! ¡Sacude tus sandalias!
Ríe, muequea y danza como en las saturnalias,
¡Levántate del polvo! ¡Sacude tus sandalias!


II

   ¿Sabes la «Buena Nueva»? «Los Dioses ya no existen»,
por más que los augures ¡ay! en negarlo insisten;
¿Sabes la «Buena Nueva»? «Los Dioses ya no existen».

   Han muerto para siempre de muerte espiritual,
y sólo resucitan en cada Carnaval;
han muerto para siempre de muerte espiritual.

   «Los Dioses ya no existen», cada cual lo es de sí,
si te juzgas consciente debes creerlo así;
«Los Dioses ya no existen», cada cual lo es de sí.

   ¡El Súper, Dios de dioses, divinidad terrestre!
Nada hay que le supere; si hubiere ¡que se muestre!
¡El Súper, Dios de dioses, divinidad terrestre!

   ¡Somos los Sobrehumanos, las gemas de las gemas!
¡Supremos reflectores de las Razas supremas!
¡Somos los Sobrehumanos, las gemas de las gemas!

   La Sublime Energía que vitaliza el Orbe
nos yergue sobre el Todo -y luego nos absorbe;
la Sublime Energía que vitaliza el Orbe.


III

   Himen, Graal helénico, hostia de las delicias,
ofrenda, al divo Orfeo tus cándidas primicias;
himen, Graal helénico, hostia de las delicias.

   ¡Levántate del polvo! ¡Sacude tus sandalias!
¡Ríe, muequea y danza como en las saturnalias!
¡Levántate del polvo! ¡Sacude tus sandalias!

   Arda tu carne viva, llamee tu interior
como el ara votiva de un templo del Amor
arda tu carne viva, llamee tu interior.

   Desdobla, quintaesencia, sublima tu Natura,
glorifica tu sexo hasta la sepultura;
desdobla, quintaesencia, sublima tu Natura.

   Venus Anadiomena, maga de mis sensorios,
juntos celebraremos los ritos amatorios;
Venus Anadiomena, maga de mis sensorios.

   Mis insomnios perfume, tu husmo corporal.
Como el sándalo virgen al oasis natal;
mis insomnios perfume, tu husmo corporal.

   Sea el háschich feérico que exalte mis visiones,
y el narghilé -tu boca, plena de tentaciones-
sea el háschich feérico que exalte mis visiones.

   En todas las pupilas en que Nos se ha mirado
viose empequeñecido cuando no deformado,
en todas las pupilas en que Nos se ha mirado.

   Carbunclos, esmeraldas, lapislázulis fieles,
busco los Ojos Únicos -que efigien mis laureles;
carbunclos, esmeraldas, lapislázulis fieles.

   Yo soy el Ecce Homo coronado de espinas,
sé tú la cruz corpórea que sustente mis ruinas;
yo soy el Ecce Homo coronado de espinas.

   El saber me hizo dios, soy mi divinidad,
mi orgullo, mi esperanza, mi fe, mi libertad;
el saber me hizo dios, soy mi divinidad.

   ¡Favorita del Ultra, novia de Prometeo,
embriágate de audacia para nuestro himeneo;
favorita del Ultra, novia de Prometeo!

   Deja que cuacarée la turba irracional
si quieres merecerme encarna mi Ideal;
deja que cuacarée la turba irracional.

   Mas, si en verdad, no sientes nostalgias sobrehumanas,
olvídame mujer, torna con tus hermanas;
¡Ay! si en verdad, no sientes nostalgias sobrehumanas.

   ¡En vano es que me tientes, en vano que me invoques!
Ni te diré siquiera: «¡Mírame y no me toques!»;
¡En vano es que, me tientes, en vano que me invoques!






ArribaAbajoEl pálido felino

A ROBERTO MAGNO.



    Carnívoras de América ¿no recordáis quién era
el pálido felino, la aprisionada fiera?

   A través de los férreos barrotes presidiarios
Cupido asaeteaba su pobre corazón;
y miraba, la sangre gloriosa de los arios,
fluir bermeja y viva por la mortal prisión.

   Y el felino rugía de ardores pasionarios,
y jadeaba y gemía con ronca entonación;
y las libres carnívoras, de senos ofrendarios,
de lejos azuzaban su loca ensoñación.

   Algunas más audaces tactaban su melena;
y si él, por apresarlas, mordía su cadena,
huían exclamando: «¡Qué monstruo tan feroz!».

   ¡Oh, como le deseaban y temían las bellas!
Pues había en sus ojos, candentes como estrellas,
el genio y la demencia de un trágico ecce-dios.

   Carnívoras de América ¿no recordáis quién era,
el pálido felino, la enloquecida fiera?