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Carlos Fuentes nuevo y antiguo

Sergio Ramírez





La región más transparente, la primera novela de Carlos Fuentes, había sido hasta hace poco un libro fuera de la circulación, agotado y reeditado (Colección Popular, FCE) en 1967; de esta manera me ha tocado leerla de última con respecto al resto de sus libros, lo cual ha permitido formarme una perspectiva al revés, desde el vértice superior que sería Cambio de piel, (1967) a la base, La región más transparente (1958).

Esta perspectiva resulta importante, porque el «fenómeno Fuentes» en la literatura latinoamericana actual, es el que más ha llamado la atención a los críticos; en un sentido meramente lineal, sería él quien más camino ha recorrido, de los orígenes de La Región... donde todo es total y concentrado, la esencia novelística en una visual global, a la casi desintegración verbal, a la explosión y dispersión de Cambio de piel.

La región más transparente es el ejemplo típico de la novela escrita de acuerdo a un plan de estructura y de acuerdo a una finalidad específica; la crítica de determinada sociedad y de un proceso histórico; dentro de esta demarcación, la novela se cumple perfectamente, paso por paso; el autor pre-escoge una serie de elementos, los combina y llega a su resultado; así el libro es panorámico, revelador y la estructura prefijada permite todas las visiones en una cosmogonía de la ciudad de México, que es, apocalípticamente hablando, el fin último del escritor; la evisceración de México, su radiografía. Quizá sea La región más transparente el prototipo de la novela planeada y armónicamente resuelta; la imaginación sigue los cauces escogidos y cada personaje es actor, pues cumple con su papel sin desbordarlo; personajes ejemplares, que están allí con su script asignado, piezas para que el engranaje sea posible.

Esta visión universal de México gira en torno a dos perspectivas: una vertical, que examina la profundidad histórica del proceso revolucionario y la forma en que la revolución construyó sus héroes (los que están muertos) y los que dirigen la banca, la industria y el partido oficial, con sus métodos pragmáticos, y van aún más allá, hasta los orígenes de la nación; la otra perspectiva es horizontal y la ciudad de México aparece compuesta en una visión panorámica por todas las clases sociales: los escombros del porfiriato, la «burguesía revolucionaria», y un proletariado que como en toda América Latina, converge del campo y de las provincias hacia la ciudad-dragón. La superposición de estas dos esferas da al mundo edificado por Fuentes la pluralidad necesaria, la calidad de mundo vivo, de hervor y de agonía.

El descubrimiento de una ciudad que es causa y efecto de la revolución, que vivió su ímpetu primero y después asiste a la parálisis; este leit-motiv de la revolución concebida como lo explicante de México, es retomado por Fuentes en La muerte de Artemio Cruz (1962), pero ahora ganando una singularidad, porque la revolución pasa a encarnarse en un hombre; los elementos que en La región más transparente son cosmogónicos reúnen aquí su esencia en la vida de un solo protagonista, que es la representación cabal, la encarnación de todo México, de toda la revolución.

Y en Aura (1962) estos dos Méxicos vuelven a encontrarse, a transfigurarse, a ser la metamorfosis de siempre, el pasado que huele a cadáver y el presente que trafica con la carne de los muertos, sólo que ahora en una visión de amor. Y es siempre lo mismo en Cantar de ciegos (1964) -quizás el mejor libro de cuentos escrito en México, aparte de El llano en llamas- donde otra vez México resulta vivo en las vidas de quienes componen la alta burguesía.

Esa apertura a los porqué del proceso revolucionario, de sus resultados y de su hora actual; de lo que a través de todas las deformaciones ha llegado a ser y del por qué no podría ser de otro modo, es la constante que ha dado, desde un punto de vista temático, carácter universal a la obra de Fuentes; si para llegar a esta gran explicación La muerte de Artemio Cruz es la novela más lograda, La región más transparente, es el plano general, la fundación.

Cuando Fuentes, además de conservar esta temática en su obra posterior, lleva paralelamente un proceso de vertiginosa renovación técnica; cuando se dispone a expresar los mismos temas con lo novedoso -lo enteramente novedoso- (pues se da cuenta, quizá, que los flash back y lo retrospectivo y el monólogo son técnica de 50 años de edad, aunque todavía descubriéndose en el trópico) y va así a lo nouveau roman, a lo camp, a lo pop, aquella esencia se diluye, los caracteres extrínsecos comienzan a domesticar al escritor y la técnica alcanza vida por sí misma y se convierte en razón de ser del libro. Así, Cambio de piel, sin dejar de ser un buen libro, un libro que enseña, que se constituye en novedad, refleja esos valores relativos y por ende perecederos, con todo lo que tienen de anti, aunque en su esencia siga explicando a México y su historia.

No obstante, si Cambio de piel habrá de fijar valores permanentes (si la novedad habrá de sobrevivir) quizá no pueda aún juzgarse; pero al momento, y diez años después de su aparición, sí puede decirse que La región más transparente es una obra definitiva; la teoría general de la temática de Fuentes, como La muerte de Artemio Cruz, es la concreción de esa teoría en una estupenda obra de arte.

Pero en un proceso tan bullente y tan vivo y tan actual y tan joven como el de la novela latinoamericana, muy pocas verdades definitivas pueden aventurarse. Y la obra total de Carlos Fuentes, vista desde esta perspectiva al revés de que hablaba al comienzo, es de las que más campo cubre, de las que más muestra posibilidades representativas. En fin, de las más apasionantes. Y es que la literatura es al final de cuentas, pasión.

San José, Costa Rica, junio de 1969.





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