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1

Además del recién citado trabajo de A. Mariutti de Sánchez de Rivero, se recuerdan las páginas dedicadas al napolitano por E. Soriano Pérez-Villamil en su monografía (109-25) y el artículo del profesor italiano E. Caldera (149-60), centrado en las traducciones de las piezas moratinianas llevadas a cabo por el crítico italiano. Asimismo, a pesar del tiempo transcurrido, siguen siendo aún válidas en líneas generales las consideraciones que V. Cian formuló a finales del XIX (166-208), mientras se recuerda también la exhaustiva monografía de C. Mininni, por la vastedad de datos y los valiosos documentos que recoge. Por último se señala la mucho más reciente y espléndida edición de la versión italiana que el napolitano efectuó sobre la primera comedia moratiniana (Il vecchio e la giovane), editada por Belén Tejerina en 1996 y precedida por una provechosa introducción de la editora (7-77).

 

2

Entre 1794 y 1795 salió a la luz otra edición (Venecia, Tipografia Pepoliana, presso Antonio Curti), de dos tomos. Lamentablemente esta iniciativa editorial, en la que el napolitano introdujo algunos cambios respecto a las precedentes, ampliando y mejorando algunos temas e incorporando nuevos autores, quedó inconclusa, ya que, como acaba de señalarse, se publicaron sólo los primeros dos volúmenes. Mininni alude a ella en su apartado bibliográfico, aduciendo que «si conservano, forse in un unico esemplare, nella [biblioteca] Marciana» de Venecia: apartado D, n.º XXXII, 517. Desmintiendo estas palabras, se hace notar que hemos logrado localizar otro ejemplar de esta rara edición véneta de dos volúmenes, depositado en la Biblioteca Braidense de Milán (signatura: 26 17 A 12-13). Se precisa que los fondos de la citada biblioteca proceden de los del Ginnasio Brera, en la cual, es conveniente recordar, el literato napolitano se desempeñó por algún tiempo, durante los primerísimos años del XIX en que residió en la capital lombarda, ordenando su amplísimo catálogo, alternando dicha actividad con sus funciones docentes en el prestigioso Gimnasio milanés.

 

3

Sobre el interés del literato partenopeo en los estudios diplomáticos y su experiencia como profesor en dicho campo en el prestigioso Ateneo de la ciudad de Bolonia se remite al artículo de Guariglia.

 

4

Véase P. Napoli Signorelli, Lettera del Conte Saluzzo al barone Giuseppe Vernazza sulla trasformazione dell'acido vitriolico in acido nitroso, tradotta in castigliano (Madrid 1783), en Opuscoli Vari, II, 153-65. La primera edición, Traducción castellana de una Carta del Conde de Saluzzo sobre la transformación del ácido vitriólico en nitroso (Madrid, 1783), no ha sido posible localizarla. Sobre el interés de Signorelli por las ciencias experimentales, véase Cian 178-80 y Mininni 83-4.

 

5

Véanse los amplios capítulos que le dedica al teatro español: Storia critica, VI; 137-226 (siglos XV y XVI); VII: 3-134 (siglo XVII), y IX: 56-194 (siglo XVIII).

 

6

Sobre las traducciones de piezas moratinianas encaradas por Signorelli se remite a los ya citados estudios de Mariutti de Sánchez de Rivero y Caldera. En una perspectiva más específica, dedicados a las traducciones italianas de El viejo y la niña y La comedia nueva, véanse respectivamente la introducción de Tejerina a su edición de Il vecchio e la giovane (7-77) y mi reciente estudio «La commedia nuova».

 

7

Cian, sin ofrecer mayores datos, afirma que Signorelli se habría establecido en Madrid en junio de 1765 (165). Es el mismo literato napolitano, sin embargo, quien aclaraba esta cuestión, al señalar explícitamente el mes de septiembre de 1765 como fecha de su llegada a tierras ibéricas, Storia critica IX: 189.

 

8

La cita del autor napolitano, según indica Mininni, se hallaba en Ms. Accademia Pontaniana I, f. 234. Mininni evoca asimismo la delicada situación física y afectiva por la que atravesaba el joven dramaturgo algunos meses antes de su traslado a España a causa de la reciente desaparición del padre y en razón de una larga convalecencia, resultado de una grave enfermedad, afortunadamente superada (22). Véase también el Elogio que le dedica Avellino (4-5).

 

9

Sobre la acción de gobierno de Carlos de Borbón en Nápoles se remite a las páginas que le dedica en sus Vicende, V: 445-53 y VI: 113-24.

 

10

Véase su Orazione ne' funerali in morte del Cattolico Monarca Carlo III (Nápoles: F. Raimundi, 1789), más tarde incluida en el cuarto y último volumen de sus Opuscoli (85-124). El literato italiano Amaduzzi en su reseña publicada en 1789 en las páginas de la Efemeride letterarie (año XVIII) reconocía en la pieza oratoria del napolitano «eleganza di stile, vivacità d'immagini, giustezza di riflessioni e tutti i pregi, che in un oratore si posson desiderare» (206).