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Volumen 7 - carta nº 526

De JUAN VALERA
A   MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO

Bruselas, 26 mayo 1886

Mi querido amigo Menéndez: Con mucho gusto he recibido la carta de Vd del 16; pero me tiene asustadísimo lo que me dice Vd. de las muchas erratas que saca el tomo de mis versos. No puede consolarme el que tenga menos que el tomo de 1858. Entonces, como novato, no sabía yo corregir pruebas, y el tomo salió tan horriblemente afeado que no sólo me descorazonó la indiferencia del público, sino la cantidad de erratas absurdas, y durante años tuve yo muchos ejemplares guardados, sin intentar siquiera venderlos. A Catalina le dejé un ejemplar donde las principales barbaridades estaban corregidas. Supongo y espero que por este tomo se habrá guiado Vd. y que no saldrán en el libro de Catalina frente por fuente, sombra por selva y otras cosas así. En fin, aunque salgan sapos y culebras, yo deseo que el tomo salga. Gran curiosidad tengo de leer las notas de Vd. Vengan pronto seis o siete ejemplares.

Además de los que ya dije a Vd. en otras cartas que deseo que dé en mi nombre quiero envíe Vd. o dé un ejemplar al Marqués del Riscal, otro a Narciso Campillo, otro a Clarín y otro a Latino Coelho en Lisboa.

Que envíe Catalina 60 ejemplares a Nueva York a don J. G. García, Director de Las Novedades. Es paga segura. Creo que los venderá y pedirá más.

Nada perderá tampoco Catalina en enviar ocho o diez ejemplares a Wáshington, al librero Mr. Fischer, 15th. Street, opposite to the Treasure. Este Fischer es un judío, seguro también porque tiene bien cubierto el riñón, pero reacio en pagar. Vende muchos libros españoles. Sólo Pepita Jiménez, por confesión suya, ha vendido más de 300. García ha vendido más. No dude Vd. que el mercado yankee ha de ser el mejor mercado para nuestros libros cuando les tomen el gusto. De todos modos, convendría que Catalina enviase a Mr. Fischer, como muestra, dos, tres o cuatro ejemplares de cada uno de los tomos que ha publicado.

Que no olvide enviar sus libros en miniatura: la Imitación, La Perfecta Casada , etc. Allí se lee mucho y gustan de los libros elegantes y cucos.

He recibido y estoy leyendo con mucho placer e interés el tomo III (V. I.) de la Historia de la Estética española, que cada día hallo más amena, curiosa y llena de noticias y de juicios peregrinos y acertados.

Aquí conozco aún poco a la gente, pero me parece amabilísima. Con todo, moral e intelectualmente me siento aquí un millón de leguas más lejos de España que entre los yankees, donde el espíritu abierto y cosmopolita, algo que hay entre ellos de opuesto al exclusivismo inglés, y el reflejo inmortal de nuestras glorias, descubrimientos, aventuras, grandezas y hazañas en América, engendran y sostienen una simpatía, una admiración y un cariño hacia España y hacia los españoles, y nos dan un valer y un crédito de que no atinamos buenamente a sacar provecho. Nosotros, si esa nación ha de volver a ser nación digna de su pasado, debemos influir y prevalecer y hasta ejercer cierta hegemonía en el Nuevo Mundo, sobre todo en el hispano-parlante; y el foco y el punto de partida de nuestra acción ha de ser Nueva York. A pesar de lo que me gusta Europa, a pesar de lo que quiero a mis hijos, a pesar de mis sesenta y un años, a pesar de otros inconvenientes, si no ocurre un infortunio, por locura, por afecto y por la valentía y desdén de la vida que hay por allá, dé Vd. por cierto que yo me quedo en Nueva York de caballero particular y aventurero, y despliego una actividad que no he tenido nunca, y doy por cierto que me hubiera proporcionado medios de vivir. Ahora estoy quebrantadísimo, y se diría que me ha caído encima medio siglo de repente: tan viejo me siento y estoy.

Con todo, sacaré fuerzas de flaqueza: concluiré la Metafísica a la ligera y escribiré otras cosas. No quiero irme al otro mundo con el cerebro lleno de no sé cuántos planes y proyectos que deseo se realicen.

Ya creo haber dicho a Vd. que los Appleton serán más formales, pero son menos generosos que nuestros editores. Por la edición, sin límite en el número de ejemplares, como allí son todas, me ofrecían muy corto tanto por ciento de royalty y el compromiso de no reimprimir mi novela en España durante seis años, a no ser en Obras completas . Yo no quise aceptar, pero ellos quedaron con ganas. Creo que si la edición de Pepita Jiménez traducida tiene éxito, insistirán y ofrecerán más para la edición española. Del éxito de Pepita pende que la casa editorial haga la cosa en grande. Allá veremos.

Los críticos de Appleton juzgaron mala y llena de germanismos la traducción que presentó un Sr. Starck de Boston. Ahora está haciendo otra traducción la señora de Serrano, irlandesa, casada con un venezolano residente en Nueva York, la cual señora es poetisa y tiene nombre por allá, y ha traducido algo de Núñez de Arce en verso inglés. Allá veremos cómo se porta conmigo esta señora de Serrano. Su marido estuvo a visitarme y yo fuí a verla a ella y a su hija, que es guapa, pero ni con mucho tan guapa como habrá sido la docta mamá. Ésta me prometió darse priesa, y los Appleton me prometieron que no tardarían más de tres o cuatro meses en dar a luz el libro.

Mi mujer y mis chicos están aquí conmigo, contentos y bien de salud.

¿Qué me dice Vd. de política? ¿Podremos confiar en que habrá paz? ¿Se hace querer la Reina Regente?

Adiós. Dé Vd. siempre mil cariñosos recuerdos míos a Tamayo, Aureliano, Alarcón, Cánovas y Cañete, y a las dos sabias Corina y Rodopis. Soy su afmo. amigo.

J. Valera

 

Valera-Menéndez Pelayo, p. 264-266.