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Volumen 7 - carta nº 292

De JUAN VALERA
A   MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO

New London, 6 agosto 1885

Mi muy querido amigo Menéndez: Hace algunos días recibí su cariñosa carta del 21, llena de consuelos para mí. Crea Vd. que los necesito no poco. Estoy abatido y muy triste.

No sé si ya dije a Vd. que los calores espantosos de Wáshington, las emanaciones malsanas del Potomac y mis penas, conjurando todo en contra mía, me infundieron unas feroces calenturas. He salido de ellas merced, sin duda, á un médico hábil aunque heroico en sus remedios; pero he quedado escuálido, mohino y con la cara llena de pupas. Para mudar de aires y ver si me repongo, he venido á este sitio, que es hermoso, en la desembocadura en el mar de un lindo río que llaman nuevo Támesis. Vivo a dos millas largas de Londres nuevo, en un hotel, como todos los de aquí, caro e incómodo, donde estamos más de 600 personas, y entre ellas todos mis colegas más comm' il faut del Cuerpo diplomático. Estamos aquí ingleses, franceses, rusos, suecos, dinamarqueses, argentinos y belgas.

Mi sobrino Juanito, hasta donde es posible que él pueda hacerme compañía, me hace compañía.

Veo por la carta de Vd., á que contesto, que mi carta-prólogo aun no había llegado a manos de Vd. Se la envié a mi primo D. Joaquín Valera para que se la entregara a Vd. ó á Catalina, si Vd. no estaba ya en Madrid.

Vd. me dirá con franqueza qué le parece.

Pregunta Vd. varias cosas sobre la edición y voy a contestar.

El orden debe ser: 1.º Lo puramente lírico. Como en esto hay algo de personal o sujetivo, pueden ir las fechas, si las hay y si conviene.-2.º Las narraciones cortas, en el orden que usted guste, sin decir de qué autor se toman, usted lo dirá en las notas. 3.º La traducción de El Paraíso y la Peri, donde caben muchas notas, tomándolas del mismo T. Moore. 4.º La fábula de Euforión. 5.º Las aventuras de Cide Yahye. 6.º Algunas poesías (pocas) de las de Schack, como la elegía de Abul Beka, los versos del siciliano Ibn Handis y algo de Ibn Zeidun a la Princesa Walada, y del Rey Almotamid, de Sevilla. 7.º La zarzuela.

Los idilios del Comendador Mendoza pueden ir al fin de lo lírico.

Como Catalina va despacio, yo creo que tal vez antes de que ya no sea posible incluirlos podré enviar dos o tres narraciones más. Una de ellas tomada de Lowell, el que estuvo ahí de ministro yankee, está ya medio concluída.

Estoy harto de tierras extrañas, de diplomatiquerías, de soledad, lejos de familia y amigos, y hasta de anacrónicos amoríos, tan fuera de sazón y tan desatinadamente venidos.

Razones económicas y otras poderosas también me detendrán si me dejan en este puesto de Washington algunos meses más; pero el término más largo que yo me pongo es para mayo de 1886. Para entonces, si vivo, quiero volver, y volveré por ahí con el propósito de no tener más puesto diplomático y de no salir de Madrid sino para París, Lisboa, Santander, a visitar a Vd. en su retiro, o Andalucía.-Quisiera yo que los últimos años de la vida, si Dios dilatase la mía hasta 68 ó 70 años, fuesen más fecundos para las letras que han sido los sesenta que ya tan ociosamente he vivido.

Hace bastante tiempo que me remitió Vd. su discurso sobre Lulio, leído e impreso en Mallorca. Aun creo que no se lo elogié a Vd. corno merece después de haberle leído.

Lo que no tengo, y espero con ansiosa curiosidad, es la Kedusah de Judá Leví que Vd. me anuncia.

Con muchísimo gusto veré esos versos de su hermano de Vd., que Vd. ha de enviarme. Atendidos su buen gusto de Vd. y su severo y sereno espíritu crítico, no creo que le engañe el amor fraternal, y confío en que vamos a tener un buen poeta en el hermano.

De mi hijo Luis, Dios me lo conserve, no sé lo que saldrá, pero yo entiendo que es despejadísimo y tiene capacidad y amor y ambición para todo.

Esto mitiga mi dolor, pero no me consuela de la muerte del mayor, que era la misma bondad, la misma dulzura y la misma nobleza de corazón, que se habían anidado en un gallardo cuerpo humano.

Escribiré a Vd. a menudo siempre que algo se me ocurra, en vez de estar pensando en encerrarlo todo en una carta, porque se pierde tiempo en recordar lo que hay que decir y no poco se olvida.

Escríbame Vd. también con más frecuencia. Las cartas siempre á Wáshington, D. C.

Uno de estos días remitiré á Vd. un libro semi-tonto, pero curioso, por ser la autora Miss Cleveland, la hermana del Presidente.

Adiós. No puede usted figurarse cuánto me animan las cartas de Vd. Catalina Bayard asegura que aborrece de todo corazón a Menéndez Pelayo, de quien está celosa. No vale que yo trate de probarle que la amistad y el amor son dos cosas harto distintas.

Adiós, repito. Siempre suyo afmo.

Juan Valera

 

Valera-Menéndez Pelayo, p. 221-223.