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Volumen 12 - carta nº 515

De JUAN VALERA
A   MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO

Viena, 10 enero 1894

Mi muy querido amigo Menéndez: Acabo de recibir la carta de Vd. del 3 y me apresuro a darle muy sentido pésame por la muerte de ese tío a quien Vd. y toda su familia tanto estimaban y amaban.

En esta casa todos estamos bien de salud, y ya, por fortuna, hemos salido, a mi ver, no deslucidamente del empeño costoso y difícil del inevitable ricevimento, que reviste aquí extraordinaria pompa. La tal fiesta, que es en dos actos o jornadas, se celebró en los días 3 y 4 de este mes, y acudió, como era natural, lo más culminante y granado de la sociedad de Viena. Mal puedo haber intimado aún y ni siquiera haber entablado amistad con la Princesa Paulina Metternich. La vi en un baile en el pasado mes de mayo, y después, ni en verano ni en otoño, he vuelto a verla. No sé en qué castillos, rincones o soledades amenas se mete aquí la gente la mayor parte del año.

Creo que la Princesa está aún en el campo; pero, en fin, pronto espero verla y al punto haré el encargo de Vd. sobre esa casi inédita comedia de Lope, que no sé cómo ha venido a parar a sus manos y donde, si no mienten los pergaminos, uno de mis antepasados maternos hace el papel de honradísimo paraninfo.

Si la Princesa tarda en hacer su gloriosa epifanía, acudiré a su cuñada la Condesa Zichy, nacida Metternich, con quien estamos ya en buenas relaciones en esta casa. De la copia o semicopia de la comedia no dudo yo de que se encargue el Dr. Beer, sobre todo si se le paga, pues harto se trasluce que anda necesitado de dineros, ya que aquí, por lo mismo que abunda más, la ciencia está mil veces peor pagada que entre nosotros. El Dr. Beer, sin embargo, va a tener pronto el atrevimiento de casarse. El hombre, entretanto, se ingenia y se afana cuanto puede por medrar y lucirse. Ahora enseña en esta Universidad el idioma castellano y, según dice, tiene 20 discípulos. Pronto saldrá a luz su catálogo, o lo que sea, sobre Archivos de España. Y mañana a la noche largará una conferencia en algo que hay aquí a modo de ese Ateneo, donde tratará de Carlos V y Felipe II, como protectores de las bellas artes. Mi hijo Luis y yo iremos a oír esta conferencia, a la que ha prometido asistir el Archiduque Carlos Luis, con lo cual Beer está muy hueco.

El infatigable y candoroso Fastenrath está acabando de confeccionar y de pulir un libro que dará pronto a la estampa sobre cuanto se ha hecho en el mundo para solemnizar el Centenario Colombino. De seguro que el nuevo libro fastenrathesco contendrá cosas curiosas y por ahí poco sabidas, o no sabidas, que prestarán a Vd. asunto para llenar unas cuantas páginas de La España Moderna.

He recibido el primer número de dicho periódico, y veo con placer que Lázaro entra en el buen camino. A fin de que no se salga de él y de que la Revista prospere, importa muchísimo que Vd. trabaje para ella. Ya le enviaremos desde aquí materiales como los quiere y pide.

Asimismo pronto enviaré a usted, si le hallo, ese libro sobre Lope, que, según me dice, escribió Grillparzer.

Hasta ahora no he leído más del primer número de la nueva y reformada España Moderna que la novela de doña Emilia Pardo Bazán, de la que mucho me he maravillado. El diablo de la mujer tiene singular y muy raro talento; su espíritu es una máquina fotográfica que afea las cosas en vez de hermosearlas. Aquello es la verdad, pero ¿qué verdad? Lo soez, lo vulgar, lo villano y lo sucio, no superficial y alegremente pintado para hacer reír, sino pintado con delectación morosa y dispuesto de manera que se combine con lo trágico y lo pesimista. Y con todo, la novela interesa y no se suelta hasta que se lee. Creo que (dentro de esta perversión del gusto, del sentido moral y de la teodicea) doña Emilia es toda una novelista. La prefiero a la hermana de Dubsky, María de Ebner-Eschenbach, que es quien descuella ahora en esta tierra como escritora y que también se encanta con lo feo y lo triste. Su novela más celebrada es la vida del hijo de un ajusticiado y de una mujer que está en la galera, por asesinos de un cura. En fin, todo amenísimo.

Adiós por hoy. Le escribo a Madrid donde le supongo ya de vuelta. Celebraré que escriba Vd. a Schuchardt (sin más señas que Gratz, llegará la carta) y que le diga que ya no es usted misotudesco y que, en realidad, no lo fué nunca.

Créame su afmo. amigo

Juan Valera

 

Valera - Menéndez Pelayo, p. 477-479.