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Volumen 14 - carta nº 342

De MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO
A   JUAN VALERA

Santander, 13 septiembre 1897

Mi querido amigo: No he contestado antes a su grata porque estos días he tenido bastante enferma a mi madre, y aunque ya va mejorada y pronto podrá levantarse de la cama, a su edad cualquiera dolencia es grave.

Salvo esta contrariedad, el verano se ha pasado muy agradablemente, y creo que no sin fruto. Llevo acabado un inmenso prólogo —de trescientas páginas aproximadamente— para el tomo séptimo de Lope, que se repartirá este otoño. Como en este tomo empiezan las comedias de asunto histórico nacional, he aprovechado la ocasión para escribir bastante exactamente la historia de nuestros ciclos épicos y de otras leyendas dramatizadas por Lope. Lo mismo pienso hacer en los tomos siguientes, con lo cual insensiblemente iré agrupando en torno de las obras de Lope una gran parte de nuestra historia literaria, para lo cual este autor se presta admirablemente por ser tan grande el caudal de sus obras y haber tocado todos los géneros y tratado casi todos los asuntos. También he acabado de ordenar y de corregir el primer tomo de Quevedo, que imprimen los bibliófilos de Sevilla, y que también se repartirá este otoño.

Con estas cosas no he podido poner mano en la continuación de la Antología lírica , pero éste es trabajo que puedo hacer en Madrid mismo, porque no exige tener simultáneamente tantos libros y papeles.

Mucho siento que no se decida Vd. a hacer el viaje a Bilbao y a esta ciudad, aunque me hago cargo de lo que mortificará a Vd. el estado de la vista. Si todavía se determina Vd. a venir, lo cual nos será aquí muy grato, puedo decirle que estaré hasta el día 27 del corriente, en que tengo que ir a Madrid para los exámenes y apertura de curso.

Soy antiguo amigo del Sr. Mérimée y admiro mucho los trabajos que ha publicado sobre la literatura española. Su Quevedo es el mejor libro que en Francia se haya escrito sobre ningún autor español. Yo no soy tan amigo de los franceses como Vd., y por eso mi testimonio es muy desinteresado. Mérimée es de los franceses que hacen excepción. Habla de nuestras cosas con grandísima competencia y aun con cierto cariño, aventajando en esto último al amigo Morel-Fatio.

Yo también sentí muchísimo la muerte del pobre Cánovas y el modo trágico y tremendo con que murió, aunque quizá conveniente para su gloria y para librarle de la responsabilidad que pudieran haber traído sobre él las calamidades que por todas partes nos amagan. Le debí siempre muy buena amistad y protección, y creo que con todos sus defectos era uno de los hombres de más mérito que hemos tenido en este siglo.

También he sentido la muerte del buen Vidart, mejor amigo que escritor, pero hombre muy simpático por su entusiasmo científico. Le vamos a echar muy de menos en nuestras tertulias.

En fin, basta de necrología. Estos días tengo aquí trabajando en mi biblioteca a un medio alemán, medio italiano, judío, por lo menos, de origen, que se llama Mario Schiff. Estudia los humanistas españoles del siglo XV, sus relaciones con los de Italia y la formación de las primeras colecciones de manuscritos clásicos aquí, empezando por la del Marques de Santillana. Creo que hará un libro muy interesante; lleva tres años en España y ha explorado grandemente la Biblioteca Nacional, la de Palacio y otras.

A propósito de libros, es lástima que Cánovas en su testamento no haya dispuesto de los suyos en favor de algún establecimiento público. Esa gran colección —no tan preciosa como numerosa— durará lo que dure la vida de Joaquina; después se la repartirán los sobrinos de Cánovas y la malbaratarán de cualquier modo.

Muchos recuerdos de Pereda y de Amós de Escalante. Y Vd. créame siempre su mejor y más afectuoso amigo

M. Menéndez y Pelayo

 

Valera - Menéndez Pelayo, p. 534-536.
S?NCHEZ DE MUNI?IN, J. M.ª: Antología de Menéndez Pelayo, I, p. 223 y 698 (fragmento).