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Volumen 5 - carta nº 416

De MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO
A   LUIS MARTÍN [1]

Madrid, noviembre 1882

Muy Sr. mío y de mi mayor consideración: He tenido mucho gusto en recibir el magnífico discurso de Vd. sobre la doctrina mística de Sta. Teresa de Jesús.

Si yo hubiera ido a Salamanca, como pensé, (aunque luego tuve que desistir de mi pensamiento por ocupaciones ineludibles) y hubiera escrito o dicho algo en obsequio de la Santa, no hubiera empleado otros conceptos que los de Vd., aunque de fijo, no tan bien dichos. Ya había reparado yo en la coincidencia que Vd. apunta, y me holgué mucho de ella, viendo que Vd. hace plena justicia al divino filósofo; aunque a mi entender (y perdone Vd. este atrevimiento) debía extenderse esta justicia a algunos neoplatónicos, y sobre todo a Plotino, que en los dos libros de sus «Enéadas», en que discurre sobre lo bello, y sobre lo bello intelectual, expone altísimos conceptos, de un modo no tan elocuente y ditirámbico como su maestro pero quizás más ceñido y sistemático.

Felicito a Vd. de todo corazón por su admirable discurso, tan generosamente pensado y tan bellamente escrito que basta por sí solo para mostrar cuan copiosamente bebió su autor del raudal de las letras humanas. Ni necesita Vd. (aunque su religiosa modestia lo consintiera) mi humilde aprobación y elogios, después de los muy altos y merecidos que en el seno de nuestra Academia Española hizo del trabajo de Vd. nuestro común amigo D. Manuel Cañete.

Aprovecha esta ocasión para ofrecerse de todas veras (sin perjuicio de visitarle en tiempo oportuno) su affmo. s.s. y amigo q.b.s.m. y se encomienda a sus oraciones.

M. Menéndez y Pelayo

 

[1] La situamos a mediados del mes, ya que contesta a la del P. Luis Martín de 3 de noviembre.