«Al
Reverendísimo señor el Sr. Cardenal de España,
Arzobispo de Toledo, etc.
Reverendísimo Señor: No sé si sabe vuestra
Señoría como yo tuve en mi casa mucho tiempo a
Cristóbal Colomo, que se venía de Portogal, y se
quería ir al Rey de Francia, para que emprendiere de ir a
buscar las Indias con su favor y ayuda, e yo lo quisiera probar y
enviar desde el Puerto, que tenía buen aparejo, con tres o
cuatro carabelas, que no demandaba más; pero como vi que era
esta empresa para la Reina nuestra Señora, escribilo a Su
Alteza desde Rota, y respondiome que ge lo enviase: yo ge lo
envié entonces, y supliqué a Su Alteza, pues yo no lo
quise tentar y lo aderezaba para su servicio, que me mandase hacer
merced y parte en ella, y que el cargo y descargo de este negocio
fuese en el Puerto. Su Alteza lo recibió y le dio encargo a
Alonso de Quintanilla, el cual me escribió de su parte, que
no tenía este negocio por muy cierto; pero si se acertase,
que Su Alteza me haría merced y daría parte en ello;
y después de haberle bien examinado, acordó de
enviarle a buscar las Indias. Puede haber ocho meses que
partió, y agora él es venido de vuelta a Lisbona, y
ha hallado todo lo que buscaba y muy cumplidamente, lo cual luego
yo supe, y por facer saber tan buena nueva a Su Alteza ge lo
escribo con Xuárez; y le envío a suplicar me haga
merced que yo pueda enviar en cada año algunas carabelas
mías. Suplico a vuestra Señoría me quiera
ayudar en ello, e ge lo suplique de mi parte, pues a mi cabsa y por
yo detenerle en mi casa dos años y haberle enderezado a su
servicio, se ha hallado tan grande cosa como ésta. Y porque
de todo informará más largo Xuárez a vuestra
Señoría, suplícole le crea. Guardo, Nuestro
Señor vuestra Reverendísima persona como vuestra
Señoría desea. De la villa de Cogolludo a diez y
nueve de Marzo. Las manos de vuestra Señoría besamos.
El Duque».
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