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Cartas entre Manuel Ugarte e Isidro Fabela: el dolor y las ideas1

Eliff Lara Astorga





Uno de los fantasmas más recurrentes en el imaginario de los pueblos latinoamericanos es el de la unión política de todas las naciones de nuestro continente. Digo fantasma, porque conforme avanzan los años se vuelve un ideal más etéreo, más inasible, cuando no lastimoso, y para muchos irreal. Con todo, desde la obra guerrera y literaria de Simón Bolívar varios personajes de las armas y las letras de Latinoamérica se han esforzado en darle un cuerpo a semejante aspiración. Durante el siglo XX, uno de los más constantes y también más perseguidos e incomprendidos fue el argentino Manuel Ugarte, quien en un cierto momento decidió marcar su distancia respecto a la aventura lírica de sus contemporáneos modernistas para dedicarse a la ingrata tarea de propaganda política2. Una de las estaciones más relevantes durante su largo viaje en pos de la integración de nuestros países fue la de México, donde en varias visitas estableció vínculos con intelectuales y funcionarios que le permitieron seguir adelante en su cada día más desesperanzada misión. Buen ejemplo de ello son los trece documentos editados y anotados a continuación que describen las relaciones entre Ugarte y el diplomático y escritor mexicano Isidro Fabela (1882-1964). Los textos hallados en el archivo personal de Fabela3 permiten asomarnos a los hilos íntimos de las relaciones entre un autor que ya se sabía maldito y un amigo dispuesto a ayudarlo con su poca o mucha influencia en el campo intelectual y político de México; en pocas palabras, se trata de observar un ejemplo de las relaciones entre el escritor y el poder.

Manuel Baldomero Ugarte nació en 1875 en los alrededores de Buenos Aires dentro de una familia acomodada, que pronto impulsó sus incipientes inclinaciones literarias. Luego de una corta estancia en París, el joven escritor fundó en 1895 La Revista Literaria, donde colaboraban autores latinoamericanos como José Santos Chocano, Rufino Blanco Fombona y José Enrique Rodó. Pero pronto el argentino comenzó a alternar sus vuelos líricos con un creciente compromiso político, manifiesto en su interés por los pensadores socialistas de la hora. Asiduo visitante de la capital francesa, Ugarte asiste entre 1897 y 1898 a los debates parisinos dirigidos principalmente por Jean Jaurés, quien siembra en su mente los ideales de Karl Marx y Friedrich Engels. Como asevera el historiador Norberto Galasso, las ideas políticas de Ugarte se distinguen de las de sus contemporáneos (Rodó, José Martí, Justo Sierra, José Ingenieros) en la suma realizada por él de socialismo, antiimperialismo y nacionalismo latinoamericano. Mientras los Estados Unidos se iban convirtiendo en potencia mundial, el argentino vislumbró con claridad la amenaza representada por el coloso yanqui para la débil América Latina: «Al hablar del peligro yanqui no debemos imaginarnos una agresión inmediata y bruta que sería hoy por hoy imposible, sino un trabajo paulatino de invasión comercial y moral que se iría acreciendo con las conquistas sucesivas» (1978: 66). Para frenar este dominio virtual o franco del vecino del norte sobre varias de las antiguas colonias españolas, Ugarte propuso la unión económica y política de los latinoamericanos, pues «lejos de buscar o tolerar la injerencia de los Estados Unidos en nuestras querellas regionales, correspondería evitarlas y combatirlas, formando con todas las repúblicas igualmente amenazadas una masa impenetrable a sus pretensiones» (69-70). Más aún, semejante acuerdo debía sostenerse, a juicio de él, en los puntos básicos del socialismo, naturalmente adaptado a las necesidades de cada región. En polémica sostenida con el mexicano Carlos Pereyra apuntó:

La igualdad de los hombres, el Estado laico, el fraccionamiento de la tierra, la resistencia al imperialismo (aliado hoy a las fuerzas gobernantes), la explotación nacional de las reservas nativas, parecen ser los ideales más inmediatos y accesibles del credo juvenil que se difunde. A ello hay que añadir un ansia de reconstrucción económica y social que anuncia, en sus diversas gamas, el más franco declive hacia la izquierda.


(Ugarte: 237)                


Así, para difundir estas ideas, Ugarte publicó textos como El porvenir de la América Española en 1910, La patria grande en 1922 y La reconstrucción de Hispanoamérica en 1951, además de múltiples artículos periodísticos. Todo ello aparte de su fértil producción narrativa y poética.

Pero la labor de Ugarte no sólo se limitaba a la publicación de ensayos, sino era complementada con giras constantes a lo largo de Latinoamérica. Por ello en 1912 el argentino visita nuestro país para entrevistarse con el presidente Francisco I. Madero y dictar su ponencia «Ellos y nosotros» en un repleto teatro Virginia Fábregas, a pesar de los intentos de censura del intrigante embajador norteamericano Henry Lane Wilson. Desde entonces, Ugarte busca tender lazos más estrechos con México, a favor del cual funda en 1914 el Comité Pro México para protestar desde Buenos Aires en contra de la invasión estadounidense de ese año y para juntar voluntarios en caso necesario. En agradecimiento, el gobierno de Venustiano Carranza buscó poco después estrecharle la mano a tan fervoroso escritor a través del ministro de nuestro país en la República Argentina, Isidro Fabela. Es durante un banquete organizado a fines de 1916 por el diplomático en honor de Ugarte cuando ambos personajes se conocen y planean una nueva visita del argentino a México. También por esos días arranca la correspondencia mantenida entre los dos amigos, que se extenderá hasta la muerte de Ugarte en 1951.

De tal modo, Fabela pronto se convierte en la llave de entrada del autor argentino a nuestro país. En un telegrama enviado por el diplomático al mismo Venustiano Carranza el 28 de octubre de 1916, Fabela justifica el viaje de su amigo a México del siguiente modo:

Señor Ugarte manifestóme hoy que para hacer viaje a Mexico, permanecer allí algunos meses, dar algunas conferencias en nuestro país, regresar Argentina y dar conferencias sobre México en Buenos Aires: necesita para sus gastos siete mil dólares en conjunto, haría un libro sobre México actual, nuestra revolución y su trascendencia continental; estando además dispuesto después, hablar usted y regresar Buenos Aires, hacer gira de propaganda Unión Latinoamericana por Repúblicas Hermanas. Suplicóle ordenar girar fondos. Respetuosamente Ministro Fabela.


(Archivo Fabela RM/II.2-017)                


Y es que, como afirma Pablo Yankelevich (1995), a Venustiano Carranza le interesaba en esos momentos mejorar la mala imagen que en ciertos sectores de Latinoamérica había sobre la Revolución mexicana, para lo cual echó mano del cuerpo diplomático de nuestro país y, como acabamos de ver, de algunos pensadores extranjeros.

Pero además del dinero, Fabela también se encargó de gestionar con el ministro de Relaciones, Cándido Aguilar, la invitación formal de la Universidad Nacional a Ugarte, lo cual a juicio de nuestro ministro en la Argentina era más conveniente que la invitación directa del gobierno constitucionalista. Estas negociaciones y los pasos y palabras del autor argentino desde Buenos Aires a la ciudad de México fueron seguidos muy de cerca por nuestro gobierno, como consta en diversos telegramas, oficios y comunicaciones confidenciales. Así, en una carta fechada el 20 de enero de 1917, el secretario de la legación de México en la capital argentina le da cuenta al ministro Aguilar del banquete de despedida en honor de Ugarte, donde éste «habló términos encomiásticos para México diciendo que por posición geográfica y valor nunca desmentido estaba destinado a ser escollo y rompeolas de inundación norteamericana». Finalmente, como complemento de su valija de viaje, Fabela le entrega a su amigo una carta de recomendación dirigida a Felix F. Palavicini, director del periódico El Universal.

Si no he vacilado en referirme a Ugarte y Fabela como amigos es porque ya desde 1916 ambos se enviaban cartas donde es notorio un rápido paso de la admiración mutua a una calurosa amistad. Avanzando un poco en el tiempo, en 1919 Fabela le envía al argentino, entonces en Madrid, una felicitación por su artículo «La verdad sobre México», fruto de la visita de este último a México. En dicha carta es evidente un salto de la deferencia oficial a la fraternidad, pues se hace referencia a la ayuda prestada por Ugarte para que Fabela pudiera completar algunos artículos sobre Latinoamérica. La simpatía de uno por el otro es reforzada por la mutua preocupación por el futuro de nuestros países, en especial por el de México. Otro tanto es posible leer en la correspondencia mantenida entre los dos cuando coinciden en París entre 1927 y 1928. Allí se constata cómo Fabela no dudó en recomendar a su amigo con los editores del diario The Nation de Nueva York; también se menciona la publicación del artículo «Un esforzado paladín antiimperialista» en Excélsior, dedicado por nuestro diplomático al sudamericano.

Desde la década de los veinte, Ugarte vive en distintas partes de Europa, más frecuentemente en Niza, donde además de cartearse con Fabela también convive con Carlos Pereyra, José Vasconcelos y Diego Rivera. Asimismo, participa en el consejo de redacción de la revista parisina Monde, junto con Henri Barbusse, Albert Einstein, Máximo Gorki, Upton Sinclair y Miguel de Unamuno. Pero a pesar de su creciente prestigio internacional, Ugarte comienza a pagar el precio de la libertad de pensamiento, pues poco a poco se le han ido cerrando las puertas de los círculos intelectuales y políticos de uno y otro bando. En una desesperada carta fechada el 5 de abril de 1932, el argentino le condensa a Fabela su situación económica del modo siguiente:

¿De qué sirvieron mis pobres líricas campañas de tres décadas? No me han valido siquiera un poco de respeto. Si yo hubiera sido interesado, muy diferente era el rumbo. Nunca me hubiera puesto a atacar al imperialismo norteamericano; usted lo sabe, equivale a sacrificar cuanto se tiene y se pudo tener. Es como una maldición sobre una vida... [...] El balance no puede ser así más triste. De mi patria argentina nada puedo esperar. La pequeña anualidad que me mandaba Bolivia para el consulado no viene desde hace dos años porque las finanzas de aquella república están maltrechas. Un conjunto de actitudes justas y de acciones desinteresadas me han traído a la situación que voy a hacer pública, resueltamente, en el libro (donde hay referencias a usted y a su noble espíritu) que estoy terminando y que se titula El dolor de escribir.


Por ese motivo, Fabela presenta a Ugarte con el ex presidente Emilio Portes Gil, entonces embajador en Francia, en espera de alguna ayuda pecuniaria del político mexicano.

Unos años después, Fabela y Ugarte tienen la oportunidad de darse un abrazo en una situación más amable. En 1947 el escritor argentino es nombrado por Juan Domingo Perón embajador de su país en la República Mexicana. Entonces se le confiere la Orden del Águila Azteca, con un efusivo discurso de Jaime Torres Bodet, en diciembre de ese mismo año. Discurso de felicitación y despedida, pues nuevas dificultades políticas entre el presidente argentino y el autor de La patria grande orillaron a este a dejar el cargo unos días después. Con todo, poco antes se dio tiempo de visitar a su amigo Fabela en la capital mexicana, donde intercambiaron palabras de agradecimiento en algún banquete preparado por el flamante diplomático sudamericano.

Fervientes reuniones en Buenos Aires, viajes en tren a Chile, abrazos en París, palabras de consuelo en Niza y brindis emotivos en México seguramente pasaron por la cabeza del veterano diplomático Fabela al enterarse de la muerte de Manuel Ugarte en Niza el 2 de diciembre de 1951. Pero la relación entre ambos personajes fue más allá de las simples frases enviadas por correo: como hemos podido atisbar en estas breves notas, Fabela ayudó un poco a Ugarte a abrirse paso en el campo intelectual y de poder mexicanos. Ello no sólo tenía como objetivo ampliar el ya enorme prestigio del argentino (fama que no siempre le dio los resultados esperados), sino buscaba sostener la carrera de un hombre consagrado a sobrevivir sólo de sus ideales. En ese sentido, Fabela hizo bien en titular una semblanza dedicada a su amigo como «Don Quijote Ugarte», donde resumió su vida literaria así:

El bardo personalísimo, sintiendo que la belleza no sólo existe en la forma sino también en el pensamiento, se enamoró de la idea unionista de nuestras pequeñas patrias, y así, sin abandonar su lira, cambió de canto y de tono transformándose en el apóstol de nuestra Patria Grande.


(Fabela, 1962: 142)                


Se ha modernizado la ortografía y se han desatado las abreviaturas de los trece textos que presento a continuación. Cuatro son cartas redactadas por Isidro Fabela, ocho por Manuel Ugarte y como complemento incluyo un discurso del argentino publicado en el diario La Nación en 1917.




Bibliografía

  • Fabela, Isidro. Buena y mala vecindad. México: América Nueva, 1958.
  • —— Maestros y amigos. México: INBA, Departamento de Literatura, 1962.
  • Galasso, Norberto. Manuel Ugarte y la lucha por la unidad latinoamericana. 2ªedición. Buenos Aires: Corregidor, 2001.
  • Histona general de México, versión 2000. México: El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos, 2000.
  • Ugarte, Manuel. La nación latinoamericana. Compilación, prólogo, notas y cronología de Norberto Galasso. Caracas: Ayacucho, 1978.
  • Yankelevich, Pablo. «Una mirada argentina de la revolución mexicana. La gesta de Manuel Ugarte (1910-1917)». Historia mexicana. XLIV.4 (abril- junio 1995): 645-676.



IF/II. 2-006 Archivo Isidro Fabela

Mi querido Fabela4:

No he querido escribirle hasta tener resuelta la fecha de mi partida para [ilegible]. Salgo de aquí el martes 16. Me detendré unos días cerca de Mendoza, pequeño refugio de los que padecen, aunque sea prematuramente, las molestias del reumatismo. De allí partiré directamente para Santiago, donde espero darle un abrazo entre el 20 y el 25 de enero, es decir, dentro de quince días.

Voy lleno de vigor y de entusiasmo, reconfortado por manifestaciones propicias. La Federación Universitaria me hará portador de un mensaje para los estudiantes de México, parecido al que usted llevó a los de Chile. El sábado próximo se realizará en un gran local una asamblea popular de despedida. Otro grupo juvenil se propone entregarme un pergamino, de manera que todo va bien... lo digo en español, consecuente con nuestras ideas.5

Allá le devolveré los 500 de que habla la nota6.

No se imagina cuanto deseo llegar a México. Este viaje que debo a su audacia inteligente y a su amistosa cordialidad me llena de entusiasmo. Desde Chile escribiré, según sus indicaciones, algunas cartas para que vayan en el vapor anterior al que yo tome.

Aquí han llegado con muy favorables de su actuación en Chile7. Si tiene un momento libre escríbame a Cacheuta (Mendoza)8. No le digo a Buenos Aires, porque la carta no me alcanzaría aquí.

Un largo y vigoroso apretón de manos de su amigo que siempre lo recuerda.

Manuel Ugarte
8 de enero de 1917

¡Feliz año nuevo!






IF/II. 2-006 Archivo Isidro Fabela

[Discurso de Manuel Ugarte durante la velada en su honor celebrada el 18 de enero de 1917 en Buenos Aires. Publicado el día siguiente en La Nación]


Son tres grandes momentos encarnados en tres grandes hombres9. Y las tres veces México ha sabido defender su libertad. La primera es en tiempos de la independencia, cuando juntamente con el resto del continente se sintió conmovido México por la racha de la emancipación, y el instinto popular buscó su expresión exacta en el humilde cura de Dolores que se levantaba en armas y tras el cual se congregaban inmensas muchedumbres ávidas de derechos y de libertad. Es el admirable Hidalgo, que a los sesenta años encuentra fuerzas materiales y morales para emprender la campaña y sacrificarse como bueno en favor de sus ideales. El segundo momento es en 1863, con la invasión francesa. Los ejércitos extranjeros se habían apoderado de Puebla y entraban a México victoriosamente. El príncipe Maximiliano tomaba el nombre de emperador y se aprestaba a gobernar a una nación cuyos gustos y características ignoraba. Una atmósfera de opresión reinaba sobre los cerebros y sobre las conciencias. Pero la protesta del México sojuzgado, que no podía asistir en silencio a la agonía de su libertad, estalla formidable y se encarna en Juárez, que fugitivo primero por valles y montañas, seguido después por ejércitos victoriosos, reafirma una vez más la independencia de México y sella con la sangre de un emperador el derecho inalienable que tiene todo pueblo a regirse según su voluntad. El tercer momento acaba de vivirlo México en estas últimas horas en que con pretexto de perseguir a hipotéticos bandidos, fabricados verbalmente para la exportación por intermedio del telégrafo, pretendió hollar la poderosa nación limítrofe la soberanía del pueblo mexicano. Aprovechando la guerra civil y las discordias interiores, las tropas extrañas penetraron en territorio de México y trataron de avanzar hacia el sur10. Pero esta vez como las otras se levantó un remolino de patriotismo y surgió el hombre que debía encarnar el instinto nacional.

Yo no soy capaz de adular a los gobiernos ni de inclinarme ante los poderes. Mi vida entera, libre de toda claudicación, lo atestigua. Pero cumplo con un deber de conciencia al decir mi admiración por un hombre que ha sido el primer presidente de la América Latina que ha sabido oponerse resueltamente a los avances del imperialismo norteamericano. Cuando, a pesar de la prohibición expresa del gobierno del país, siguieron avanzando las tropas extranjeras hacia el sur y llegaron a Parral, el general Carranza tuvo el gesto definitivo. Mandó hacer fuego sobre el invasor. Y el derecho se impuso y los intrusos tuvieron que retroceder, sin entablar reclamaciones por las bajas, barridas por la energía del primer presidente que se atrevía a encararse con el gobierno de Washington. Hidalgo, Juárez y Carranza son los exponentes culminantes de ese indómito pueblo mexicano, al cual se le podrán hacer todos los reproches, menos el de haber abdicado nunca su libertad; ese pueblo mexicano al cual enviamos desde aquí nuestro saludo, de pie sobre las cimas y sobre las concreciones de nuestra historia, con el amplio espíritu fraterno de los que hicieron nuestra emancipación.

Tal es el país que los capciosos telegramas nos describen como una floresta de bandidos, dedicados escrupulosamente a matar sin tregua, como si no tuvieran otra función que el exterminio.

De lo que se trata en realidad es de desprestigiar a ese país para poder justificar después intervenciones deprimentes que a todos nos lastiman, y prolongar en la América nuestra el malentendido trágico que hace que nos despreciemos los unos a los otros, mientras hay alguien que preside el juego y nos desprecia a todos juntos.

Pero la diplomacia popular -agregó después11- que paulatinamente se substituye a la diplomacia estática de algunos gobiernos, acabará por poner en evidencia estos procedimientos inferiores. La diplomacia popular, la que es emanación directa de las colectividades, la que traduce los sentimientos íntimos de los pueblos, la que surge como una fuente cristalina del fondo de las almas, la que transporta los sentimientos sin ceremonias y sin notas por el hilo de oro de las simpatías; la diplomacia popular, en fin, que sale de esta sala y va a la sala que me recibirá en México, uniendo nuestros idealismos y nuestros fervores, como se unen estas banderas, evocando un pasado y defendiendo un porvenir.

Manuel Ugarte






IF/II. 2-006 Archivo Isidro Fabela

Mi querido Fabela:

Me he detenido en esta aldea de Cacheuta para equilibrar bien mi salud antes de emprender el largo viaje, pero dentro de pocos días salgo para Chile, probablemente el lunes 12. Allá conversaremos largo de las perspectivas y complicaciones que surgen a raíz de la ruptura de relaciones entre los E. U. y las potencias centrales12.

He leído con especial interés la comunicación de los estudiantes chilenos a los argentinos. Usted ha sido el feliz e histórico intermediario en la conjunción cuyas prolongaciones se han de sentir muy pronto. Las más entusiastas y sinceras felicitaciones.

En la estación termal están ahora el doctor Plaza, el doctor Gramajo y otras personalidades con las cuales he hablado a menudo, con el cariño que usted imagina, de usted y de su actuación.

Como las comunicaciones entre Cacheuta y Santiago son rápidas (un día) tiene tiempo de escribirme aquí antes de mi partida, si es que sus ocupaciones le dejan lugar para ello. Mi viaje ha empezado bajo los más halagadores auspicios. En Junín y otros pueblos del trayecto fui saludado por verdaderas muchedumbres en las estaciones, que siempre hay en las provincias, por ser estas más homogéneas, [con] más ímpetu patriótico que en las capitales cosmopolitas. En Mendoza, sobre todo, fue una gran columna popular con banda de música la que vino a recibirme y me obligó a bajar del tren, llevándome en manifestación hasta la plaza de la ciudad, que estaba adornada con banderas de todas nuestras repúblicas y donde se pronunciaron entusiastas discursos. Ayer domingo vino además aquí a Cacheuta una numerosa delegación de estudiantes a hacerme un último saludo de despedida. No sé lo que me reserva Chile, pero de la Argentina estoy contento. Demás está decir que todo esto lo encaro, no desde el punto de vista de la efímera vanidad personal, sino desde otro más alto: el prestigio y la difusión de los ideales superiores que nos mueven13.

Con las más expresivas y cordiales seguridades de mi amistad, ya profunda, sino por el tiempo, por la intensidad, le abraza su muy afectuoso.

Manuel Ugarte
Cacheuta, 5 de febrero de 1917






IF/L3-016 Archivo Isidro Fabela

Señor don Manuel Ugarte
Madrid

Muy estimado amigo:

Acabo de leer su artículo «La verdad sobre México» con mucho interés14. Me ha producido la impresión que engendra siempre la verdad cuando ésta se abre paso por entre la mentira: una sedante satisfacción. Yo, que amo a mi patria por sobre todas las cosas de este mundo, y que por ella, sin hipérbole, iría gustoso a los sacrificios con tal de aportarle algún bien, ya se imaginará las penas que habré tenido oyendo por todas partes, en Europa y en nuestra América, cómo se la calumnia tan despiadada e injustamente. Por eso también sus declaraciones en esta muy amada y muy admirada España, también un poco ingrata con su antigua Nueva España, son un consuelo más. Lo felicito y, en la humilde representación que pudiera tener en mi país, le agradezco su noble labor.

Los documentos que me proporcionó me han sido utilísimos. He terminado el capítulo de Nicaragua y la semana próxima terminaré el relativo a Santo Domingo15. En cuanto a este, he podido conseguir un memorándum importante del propio presidente Henríquez y Carvajal16, del que le [ilegible] una copia que he mandado sacar para usted. No quiero aventurar al correo, ni certificando las piezas, los documentos de usted. Ya se los daré en Madrid a fines de septiembre personalmente. Para entonces creo haber concluido mi libro y tendré ocasión de saber de mi encierro, para que charlemos mucho.

El general Aguilar está en París y vendrá según parece a España17. Ya le mando su artículo.

Si tiene usted datos sobre Haití, Honduras, Guatemala y San Salvador, no deje de remitírmelos a la legación. Se lo agradeceré ampliamente.

Estoy muy contento de mi trabajo. Creo poder asegurar a usted que, al menos como documentación, será mi libro de los más nutridamente informados. [En] cuanto al comento... sic el público dirá: pronto le leeré algo. Lo supongo a usted muy trabajador también. Ojalá para bien de todos.

Cordialmente

Isidro Fabela
San Sebastián, 8 de agosto de 1919






IF/1.3-016 Archivo Isidro Fabela

Señor don Manuel Ugarte.
Niza [Francia]

Mi estimado y querido Manuel:

Aquí me tiene usted en Europa, muy cerca de usted, en Bruselas, donde pienso permanecer hasta el mes de septiembre, para instalarme en octubre en París, donde permaneceré un tiempo indefinido18.

Yo imagino su sorpresa después de tanto tiempo [de] no escribirle. De más está confesarle que estoy sinceramente apenado con usted. Esta carta, a parte de llevarle mi efusivo, mi cariñoso abrazo de saludo, lleva la misión de suplicarle que me excuse mi falta de no haberle escrito antes. Creo que pronto nos veremos, ya sea en París o en Niza, un poco más tarde, y entonces le contaré de mi vida anterior y de mis proyectos futuros.

Vengo con la ilusión inmensa de vivir una vida esencialmente espiritual. Vengo a estudiar y a escribir, únicamente. No tengo ningún cargo de mi gobierno, no tengo ninguna ayuda oficial. Viviré atenido a mis pequeños recursos de México y al producto modesto de mi pluma. En consecuencia seremos, mi admirado Manuel Ugarte, más compañeros que nunca.

Tengo con usted una deuda que, por ser sagrada, he de cumplir con creces:

Recibí su último libro y todavía no escribo nada sobre él19. Siempre con la falta de tiempo, con la antipática vida del abogado profesional, me consideraba incapaz de escribir algo digno de usted, de su libro y de su nobilísima obra en general. Y así pasaba el tiempo y aumentaba mi vergüenza. Pero todo se andará. Yo cumpliré como los buenos: yo hablare de Manuel Ugarte con el entusiasmo, el cariño y la admiración respetuosa que merece su gloriosa labor hispanoamericanista. En nombre de mi generación, en nombre de todos los que hemos luchado por los mismo ideales que usted, cumpliré esa obligación.

Escríbame pronto, porque estoy ansioso de saber si esta carta llega a [sus] manos dirigida como la dirijo, a Niza, sin marcar la calle, porque no la tengo.

Lo quiere, lo estima y lo admira.

Su amigo cordial.

Isidro Fabela
Bruselas, 10 de agosto de 1927






IF/1.3-016 Archivo Isidro Fabela

Monsieur Manuel Ugarte
Hotel des Champs Elysees
Rue Ponthieu, Paris

Estimado Manuel:

Tengo mucha suerte con ustedes esta vez; sigo enfermo, ayer no me levanté de la cama y hoy, aunque mejorado, no puedo, no debo salir a la calle. Excúsenos ustedes, por esta causa, de no acompañarlos a cenar como habíamos quedado.

En vez de que nosotros vayamos allá, le propongo confianzudamente que ustedes vengan a tomar el té con nosotros, a las cinco, hoy mismo. Así leeré a ustedes mi artículo-entrevista «Un paladín antiimperialista» sobre usted, Manuel, que ya tengo terminado y que no he mandado esperando que usted lo vea20. Si no pudieran venir ya cambiaremos otra cita. Con nuestros saludos afectuosos para su gentil Teresita amada, su viejo compañero y amigo.

Isidro Fabela
25 de diciembre de 1927






IF/1 -3-016 Archivo Isidro Fabela

Mi querido Fabela:

Recibí un importante mensaje, que mandé a la Alianza Continental de Buenos Aires para que circule en la Argentina21. Bajo este sobre va una copia en español del artículo que sobre el mismo tema acabo de escribir para L'Europe Nouvelle22: Cuento con usted para hacerlo llegar a algún diario de México; así alcanzará su verdadera difusión.

Deme usted noticias de su señora, de su mamá y de sus hermanas. Teresa se acuerda siempre de ellas.

Un cordial apretón de manos de un viejo amigo.

Manuel Ugarte
Niza, 1 de marzo de 1928






IF/1.3-016 Archivo Isidro Fabela

Señor don Manuel Ugarte.
Nice.

Mi querido Manuel:

Le envío por separado un número completo del Excelsior en el que aparece mi artículo «Un esforzado paladín antiimperialista» referente a usted. A causa de la distancia y del tiempo que nos separan de México, no he podido enviárselo hasta ahora.

Muchas gracias por haber enviado mi mensaje al Congreso Panamericano, a la Alianza Continental de Buenos Aires23. Si usted sabe que se publique en la Argentina, sírvase decírmelo y, si puede, enviarme algún recorte.

Su artículo enviado a L'Europe Nouvelle me parece magnífico. Lo envié al Excelsior, pero no le aseguro la publicación, porque me lo envió usted tardíamente.

Saludos a Teresita de nuestra parte. Un cordial apretón de manos de su viejo amigo y compañero.

Isidro Fabela
París, 22 de marzo de 1928






IF/1.3-016 Archivo Isidro Fabela

Señor don Isidro Fabela.
París.

Mi querido Fabela:

Muchas gracias por los números de Excelsior con su magnífico artículo24. He mandado un ejemplar a Buenos Aires, donde creo que lo reproducirán, a pesar de la guerra, tan desleal como inútil, que allá me hacen. El otro ejemplar va a Centroamérica.

Lo de la revista está todavía en proyecto25. Usted sabe que para cada tentativa de realización hay en nuestras tierras cien vientos contrarios.

Unos por ignorancia, otros por interés y otros por envidia, parece que todos se dieran la mano para impedir[lo]. Pero en eso estamos. Ya veremos si la barca del idealismo es más fuerte que las olas. Yo creo que sí.

Mis saludos a su señora, a su mamá y a todos los suyos de parte de Teresa y de parte mía, y hasta pronto. Un apretón de manos de su viejo amigo.

Manuel Ugarte

[P. D. manuscrita]: ¿Qué sabe usted de nuestro amigo Hoyos?

54 rué Saint Philippe, Nice
15 de abril de 1928






IF/1.3-016 Archivo Isidro Fabela

Mi querido Fabela:

The Nation de New York me pide que designe dos o tres grandes escritores latinoamericanos susceptibles de opinar con independencia y autoridad sobre el viaje de mister Hoover26. Yo he señalado el nombre de usted. De allá le escribirán.

Deme noticias de su vida y de su labor. Mi mujer se une a mí para enviar a todos los suyos los más afectuosos recuerdos y los mejores votos de felicidad para las fiestas que vienen.

Cordial apretón de manos.

Manuel Ugarte

54 rué Saint Philippe
Niza, 8 de diciembre de 1928






IF/I.3-016 Archivo Isidro Fabela

Señor licenciado don Isidro Fabela
México D. F.27

Mi querido Fabela:

Con gran alegría recibí noticias de usted, después de tan largo silencio. Le he escrito varias veces, sin obtener contestación, y aún temo que estas líneas no lleguen a sus manos porque, aturdidamente, no tomé nota de la dirección y las cartas de usted quedaron en poder del licenciado Portes Gil, a quien visité aprovechando su permanencia en Cannes28. Por eso voy a añadir certificado en el sobre, para aumentar las probabilidades de que este pliego no se pierda.

Más de una vez hemos recordado con Teresa los buenos ratos que pasamos en París con usted y con los suyos, que tan hospitalarios y afectuosos fueron con nosotros, en aquella casita, de difícil acceso por lo alejada de París, pero de honda atracción por la simpatía que despertaban sus habitantes. Hace de esto cinco años, si no recuerdo mal. ¡Si usted supiera todo lo que nos ha ocurrido después! No hemos podido volver desde entonces a París, y aquí seguimos, en Niza, sin lograr salir por más que hago. Todos los vientos son hostiles. Teresa está bastante enferma; yo tengo el pelo y el bigote completamente blancos. Mi vida habrá sido un arrebato de jinete absurdo que quiere mantener el equilibrio de un imposible galope ideal. Bien ganados me tengo los revolcones.

He de decirle ante todo que he agradecido mucho su presentación para el licenciado Portes Gil, que me mandó buscar a Niza en su coche con su secretario y que me recibió con toda gentileza. Conversamos cerca de dos horas. Es un hombre extraordinariamente inteligente, abierto a todas las audacias ideológicas. La entrevista fue animadísima, porque con benevolencia cordial me abrió desde el principio ancho campo para hablar libremente sobre todas las cuestiones. A usted le debo, pues, un momento inolvidable de expansión y muchas de las deferencias que el ex presidente tuvo conmigo, porque pesaron sobre su ánimo, sin duda alguna, los elogios de la carta que por su texto y por su intención obliga doblemente mi reconocimiento.

Ya habrá leído usted la absurda carta abierta que me ha dirigido Carlos Pereyra. La publicó la revista que edita Vasconcelos29. Es un ataque insidioso al cual he contestado con el artículo cuya copia va bajo este sobre. Paradojas del destino. ¿De qué sirvieron mis pobres líricas campañas de tres décadas? No me han valido siquiera un poco de respeto. Si yo hubiera sido interesado, muy diferente era el rumbo. Nunca me hubiera puesto a atacar al imperialismo norteamericano; usted lo sabe, equivale a sacrificar cuanto se tiene y se pudo tener. Es como una maldición sobre una vida...

A ello se ha añadido después el viaje a Rusia. Bien sabe Dios que de él no he sacado más que la hostilidad de los comunistas, por no haber[me] adherido ciegamente a su dogma, y el anatema de los conservadores por explorar terreno vedado, probando que se puede volver vivo del infierno. Pero el hombre «que ha ido a Rusia» seguirá siendo sospechoso hasta el fin de sus días. Me lo ha probado hasta el gobierno francés que dejó, con ese motivo, sin electo mi ascenso, ya acordado, a oficial de la Legión de Honor.

He hostilizado, además, a los dictadores de mi tierra en una reciente serie de artículos que usted vio probablemente. Y claro está que me hubiera sido más fácil alcanzar ventajas haciendo lo contrario. El balance no puede ser así más triste. De mi patria argentina nada puedo esperar. La pequeña anualidad que me mandaba Bolivia para el consulado no viene desde hace dos años porque las finanzas de aquella república están maltrechas30. Mis artículos pasan, como usted sabe, por una agencia de París que nunca me manda más de doscientos francos mensuales. Un conjunto de actitudes justas y de acciones desinteresadas me han traído a la situación que voy a hacer pública, resueltamente, en el libro (donde hay referencias a usted y a su noble espíritu) que estoy terminando y que se titula El dolor de escribir31.

Algo de esto he dicho al licenciado Portes Gil, que me prometió ayudarme desde México. Recuérdele usted la promesa. Yo no le pude hablar, desde luego, como le puedo hablar a usted, a quien me liga una amistad vieja. La verdad cruda es que hemos ido resbalando de la pobreza a la miseria y ha llegado la hora en que vamos a tener que salir hasta del alojamiento modestísimo en que nos hemos refugiado a cinco kilómetros de Niza. La situación es desesperada, al punto de que no sé cual será nuestro domicilio dentro de dos meses. Todo cuanto sea humanamente posible hacer allá, hágalo, mi buen amigo, porque esto se va acabando.

Un abrazo muy largo y muy cordial de su viejo admirador y compañero de ideales.

Manuel Ugarte
48 bis, Avenue Saint Agustín, Nice
5 de abril de 1932






IF/I.3-016 Archivo Isidro Fabela

Mi querido Fabela:

He tardado en acusar recibo de sus libros porque quería leerlos detenidamente y, al terminar ahora tan grata tarea, tomo la pluma para tratar de decirle en pocas palabras lo que, en buena ley, sólo podría expresar con un abrazo. ¡Qué bien están esos tres libros!32 La concepción alta y el criterio superior con que usted interpreta temas tan arduos, así como la elegancia del estilo y el punto de vista panorámico en que se coloca, dan un tono de clásica perennidad a esas obras. Las felicitaciones más efusivas y sinceras de su viejo amigo.

Manuel Ugarte
Embajador de la República Argentina
México D. F. 2 de julio de 1947






IF/I.3-016 Archivo Isidro Fabela

Mi querido Fabela:

Creo que dentro de poco, en los últimos días de junio, le daré un abrazo. Usted sabrá que renuncié a mi embajada en Cuba33. Iré, pues, sin misión alguna, como simple escritor, pero con grandes deseos de quedarme un tiempo largo en nuestro querido México, un poco, en cierto modo, patria mía.

Mis homenajes para su señora y para usted todo el invariable afecto de su viejo amigo.

Manuel Ugarte
Embajador de la República Argentina
La Habana, 10 de junio [de 1950]







 
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