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Cartas familiares del P. José Francisco de Isla, escritas a su hermana Doña María Francisca de Isla y Losada, y a su cuñado D. Nicolás de Ayala

Tomo I


José Francisco de Isla






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Al público

Mi venerado señor: Como el amigo es otro yo no puedo desentenderme de los favores que V. ha dispensado siempre a las obras del P. Isla, y por lo mismo me creo obligado a poner bajo su protección las cartas familiares que se imprimieron con solo el objeto de que puedan ser útiles para la instrucción de la juventud, pues que en nuestro idioma no hay nada de esta especie de que abundan los extranjeros.

Para esta resolución he procedido no solo con acuerdo sino con persuasiones de hombres sabios; y así merezco disculpa si parece apasionada, porque la amistad disminuye, y aun oculta los defectos del amigo. Aunque las cartas tengan algunos, que no dejarán de hallar los críticos, como no fueron escritas para darse a la prensa, y en ellas habla el corazón y la confianza, deben suplirse, como lo espero de la benignidad de V. Estoy procurando recoger otras a distintos sujetos que por la variedad de asuntos podrán ser más instructivas, y más agradable su lectura, faltándome pocas para formar un tomito que desde ahora dedico a V. pues no solicito, ni quiero otro Mecenas, suplicándole admita esta pequeña muestra de mi reconocimiento, en la seguridad de que son obras legítimas de dicho Autor, bajo cuyo nombre se ha impreso alguna que no lo es, ni adoptaría si viviera, porque nunca quiso verificar la fábula de la corneja.





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Carta I

Escrita en Villagarcía a 10 de Enero de 1755 a su hermana


Misionerísima mía: Al volver de Santa Eufemia, adonde fui cuatro días a cuidar de que no se enmoheciese la escopeta de Nicolás, que conservo por vía de empréstito, y cuyo uso solo está prohibido dentro de las bardas del Colegio, me encontré con dos tuyas: una aquella carta perdida, y hallada en algún pellejo del aceitero de Villar de Frades, con la rancia fecha de diez y ocho   -2-   del mes y año pasados; y otra de data recientica, porque se escribió (si no mientes) en el primer día del año que acaba de nacer. En esto tampoco me llevas ventajas, porque también fue la tuya la primera carta que escribí en este año de teta por dar siquiera buen principio al ejercicio en que me empleo tanto, y cada día me molesta más; pues sacando el único par de cartas que me recrean, y no quiero decir cuáles son, pagaría doblados los portes (has de saber que los pago) porque no me trajesen las otras, y triplicados porque me excusasen responderlas. Creeré que dicha carta no   -3-   te haya desplacido, porque al fin ya me reduje a más de lo que debiera; y en verdad que me alegré de hacerlo antes que llegase este último asalto que me das en tu misión, para que no tengas la vanidad de que me convirtieron tus gritos, aunque dados según arte, sino mi grandísima bondad, y mi todavía más grandísimo deseo de complacerte en lo que no perjudicare a los fueros de mi tesón y desengaño. Verdad es (porque todo se ha de decir) que no contribuyó poco a ablandarme el ver que te ponías de parte de mi razón, y que confesándome esta, solo te empeñabas en combatir   -4-   mi sentimiento; pues si hubieras seguido otro rumbo me enfaraonabas el corazón hasta empedernírmelo. El mismo aire siguió Nicolás en esta segunda carta, con lo que serenó la borrasca que alborotó la primera, tan grande, que a dos soplos más de viento paraba en tempestad; porque cuando estoy anegado en razón me es muy sensible que se me dispute, y en materia de gasconadas me daré de cachetes con los mismos sitiadores de Zamora en tiempo de Doña Urraca.

Mañana esperamos al justo Juez de residencia tu tío y amigo el P. Osorio. Yo por bien, parecer   -5-   le saldré a recibir dos leguas de aquí, pero de mejor gana le saldría a despedir aunque fueran treinta: ceremonia que jamás uso con los que me duele que se vayan.

A la chulísima carta de diez y ocho no contesto por ser ya cosa de antaño, bien que lo que en ella me fraileas no te lo perdono, ni aun para el siglo futuro. Ello yo debí estar consultado para capilla, pues aun en esta semana me encajaron una carta de una grandísima Monja, a quien no conozco sino para reírme de ella, cuyo sobrescrito decía así: Al R. P. Isla de Jesús María guarde   -6-   Dios muchos años en su Convento de &c. Su único asunto era preguntarme por D. José Mascareñas, de quien no he tenido noticia desde que salió de Salamanca: contémplole ya en Coimbra, si no le sucedió algún azar en el camino. Juzgarás, hijita mía, que estoy muy de vagar cuando alargo tanto la conversación; pues todo es por el tedio que tengo en trabarla con treinta y seis cartas que están esperando la respuesta; pero pues no tiene remedio, a Dios, que escupo las manos, y voy allá.

Tu amantísimo hermano, Francisco María.

Escrita ésta, llegó un hombre de   -7-   Villar Frades con la caña de marras, que dijo se la había enviado el Maragato desde Madrid, adonde parece que apareció entre dos fardos. Yo, cierto, había consentido en que era caña de pescar; porque ¿cómo había de pensar que tú y tu marido fueseis tan locos que regalaseis a un Fraile con un bastón de Capitán general, que solo me puede servir para hartaros a los dos de palos por el disparate? Pero a bien que tenéis muy lejos las costillas. Majaderos ¿habéis visto jamás a algún Teatino con bastón de puño de plata, sino que fuese a alguno de los que están vara y media de la   -8-   puerta de los carros? Voto a... y sirva esto de gracias.

Mariquita mía.




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Carta I

Escrita en Villagarcía a 10 de Enero de 1755 a su cuñado


Amado hermano y amigo: Si no se hubiera atravesado la porquería de esta desazón, que tanto me ha envenenado, en la que ni tú, ni esa gitana tenéis culpa alguna que llorar: digo que, a no habérseme revuelto esta ponzoña, que tengo reconcentrada en el   -9-   corazón, sin haberla podido vomitar por más triaca que he tomado, y alguna eficacísima, hubiera celebrado infinito tu sazona carta de diez y ocho del mes y año pasados, que al fin llegó en compañía de la de primero del mes y año presentes; la cual debió de esperar para venir de caravana, como se usa en Egipto y en el Cairo. No es menos chula la carta de la misma fecha, que me escribe esa Camarera de las Serenísimas Reinas Magas, mujeres de los Reyes, cuya octava estamos celebrando; pero todavía no se me han asentado bien los humores, y hasta que hagan sedimento,   -10-   a lo que llamamos poso los vulgares, no está mi pluma para chufletas. No los sosegó poco tu carta de ogaño, en que me confiesas la justicia que afectabas negarme en la de antaño: sinrazón que temí me alborotase más que el huracán que excitó la principal borrasca; porque no hay cosa que sienta tanto como el que me nieguen la razón cuando nunca me quejo, y más en tono tan alto, sino agobiado de ella misma, y en lances en que el disimulo pasaría por mentecatez o por insensibilidad. Al fin, por ahora estamos de la otra parte del barranco; y firmadas, como espero, las moderadas   -11-   capitulaciones que propuse el correo pasado, tú y esa bruja quedaréis satisfechos, y yo desembarazado de mil tediosos cuidados.

Salí del grande que tenía por la pérdida de aquel pliego que remití a Madrid, que también debió de ir de caravana, pues no llegó hasta primero de este, como verás por la adjunta de Medina, que me devolverás; y mañana espero alguna resulta.

Diviértete en leer ese par de cartas de pascuas, que también llegaron en la famosa caravana del día diez y ocho, y me dieron grandísima risa por la satisfacción del mentecato que las dictó, y de   -12-   los dos que las firmaron. A cartas locas respuestas sordas.

Muy cuidadoso estoy de nuestro Mascareñas no habiendo recibido carta suya desde Ciudad Rodrigo, como me lo prometió al partir de Salamanca. Si no le ha sucedido algún gran trabajo en el camino, al que iba muy expuesto, ya le contemplo en Coimbra, adonde le encamino tu carta, que viene bien dictada, y me cayó en gracia el empate de la V.

Convirtiose en caña fístula la que yo había creído ser caña de pescar. Ya digo a esa Medea (y no Safo) lo que se me ofrece. Ahora sólo te falta que me regales   -13-   una sortija de diamantes con un lazo que sirva de cucarda para el sombrero. Hombre del diablo, ¿qué concepto formas tú de mi cabeza, o qué concepto quieres que yo forme de la tuya? Si deseabas que el bastón me sirviese ¿por qué no le quitaste el puño de plata, y le pusiste uno de cuerno, material que no te puede faltar mientras estés casado con la hermana de un Teatino? El bastón y la escopeta son gemelos: hiciste bien en casarte; porque si Satanás te hubiera dado vocación de Papa, echarías a perder todas las religiones.

Tu amante hermano y amigo: Jhs. José Francisco.

Nicolás mío.



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Carta II

Escrita en Villagarcía a 18 de Enero de 1755 a su hermana


Hija mía: Me dice Nicolás que no me escribes porque el día del correo te hizo quedar en cama para repararte de un constipado con que te regaló la precisión de pagar tus visitas de novia a cuerpo patente; y añade que seguirás esta tarea por todo el mes que corre: en lo que no sé si me querrá decir también que tampoco debo esperar carta tuya en todo este mes, porque quizá serán los constipados   -15-   dije preciso de la gala. Esta relación no puede ser más natural; pero también puede ser muy natural que en ella no haya otra cosa de verdad sino que no me escribes porque estás mala. Si el accidente es constipado, o es otra cosa, sábelo Dios y vosotros. Sea lo que fuere me resigno en la voluntad del que no lo puede errar, sin que la conformidad se oponga a los efectos de la naturaleza, ni pueda tampoco embarazar los primeros. Estos fueron los que corresponden a quien tiene una sangre extremamente volátil, un corazón de fuego y una imaginación de alquitrán: juntándose   -16-   a eso el haberme cogido la noticia con una violenta fluxión a la mitad de la cara, garganta y pecho, que se irritó de repente, y me ha dado los días y las noches que se dejan discurrir. Esta fluxión no la cogí yo por pagar las visitas de novio en traje de ceremonia; porque desde que vine de Santa Eufemia solo he salido de mi celdilla a lo que no puedo hacer en ella, que es a decir Misa y a comer, revocando el ánimo que había hecho de salir a recibir al Provincial a vista del rigor del tiempo, que de quince días a esta parte no puede estar más furioso de nieve, heladas   -17-   y aires frigidísimos, que parecen afilados en la Laponia. Al fin, veremos qué nos dicen las cartas del próximo correo, aunque ya tengo hecho casi el ánimo de que no llegarán, por ser experiencia constante que cuando más las deseo, entonces es cuando puntualmente se detienen o se extravían. Eso más tendrá que hacer la resignación, y se le añadirá de mérito al dolor todo lo que se le añadiere de cuidado.

No te puedo ponderar las expresiones que me ha hecho tu tío y mi Prelado el P. Osorio. Parece que me está convidando con todas sus facultades para que   -18-   use de ellas a mi arbitrio; y estoy persuadido a que sentirá mucho que no las disfrute. Pero este sentimiento es el que yo no le podré excusar; porque estimándole mucho, como debo, sus finezas, y creyendo que le nacen muy de corazón, no veo por ahora en qué puedo aprovecharme de ellas. Estoy donde más gusto: vivo con el descanso con que nunca he vivido, trabajando más de lo que jamás he trabajado: el único consuelo que apetezco en esta vida le lograré cuando Dios fuere servido, y si no le lograre hasta la otra, tendré el mérito de la paciencia, y la satisfacción   -19-   del dolor, pues en las circunstancias presentes solo me serviría para acortarme la vida, o acortársela a otro, que importa más que la mía; con que no descubro cosa en que pueda valerme de la bizarría de mi Jefe; pero esto nada disminuye mi estimación y mi sumo reconocimiento. Basta de conversación, porque si estás constipada, también fatiga el leer: si es otra cosa peor, te fatigará mucho más. A Dios que te me guarde cuanto quiere.

Tu amante hermano y padrino, José Francisco de su María Francisca.

Gitana mía.



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Carta II

Escrita en Villagarcía a 18 de Enero de 1755 a su cuñado


Amado hermano y amigo: El constipado con que me dices quedaba María Francisca, será lo que Dios quisiere: yo creo en su Majestad a ojos cerrados; y por lo demás, ¿qué he de hacer sino resignarme en lo que el mismo Señor dispone? En todo caso, sea lo que fuere, hiciste bien en no permitirla que me escribiese, porque a ella y a mí nos podía costar caro este consuelo: a ella, poniéndose   -21-   peor; y a mí dándome ese motivo más para mi sentimiento, y para mi cuidado. No puedo remediar uno ni otro habiéndome hecho Dios así, y no habiéndome hecho yo a mí mismo; y para que ambos hiciesen peor efecto me cogió la noticia desollando una violenta fluxión a cara, garganta y pecho, que no se minoró con este baño. Doy por supuesto que la carta del correo próximo se detendrá o se extraviará como acostumbra siempre que la deseo con especial ansia; porque Dios es un gran Maestro de novicios, y sabe mortificar en lo vivo como ningún otro.

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Hasta ahora no he visto respuesta de aquellas cartas, que me avisa Medina en este correo se entregaron ya. No echaré menos las respuestas como sean favorables las resultas, aunque mi amor propio siempre quedará muy escocido de que el Portugués me violentase a escribir a quien no me dé señas de que agradeció mi sacrificio. Me edifica mucho la indiferencia con que miras tus ascensos, y la grandeza de alma con que desprecias todo lo que sobra para salir honradamente del día; pero como esto mismo es mérito, no solamente para con Dios, sino también para con los hombres, ese motivo más   -23-   tengo yo también para interesarme con el mayor calor que pueda, no en que te sobre mucho, sino en que nada te falte, aunque Dios te dé hijos que sustentar y que establecer.

El día veinte y seis partió Mascareñas de Ciudad Rodrigo para Portugal, según me lo avisa en carta de veinte y cinco, aunque desesperado por no haber recibido ninguno de los pliegos que le dirigí a Salamanca; pero ¿cómo los había de recibir si anduvo siempre serpenteando, y hecho un trasgo visitando las estaciones de Alba, Batuecas y todas cuantas se le presentaron a la diestra y a la   -24-   siniestra de su estrafalario camino? Ya no espero carta suya hasta que escriba desde Coimbra; y esa llegará cuando Dios fuere servido.

Sobre las finezas que he debido hasta aquí a nuestro Provincial remítome a lo que digo a esa chula. Él tiene sin duda gana de que yo use de su franqueza; pero a mí no se me ofrece sobre qué, y temo que le he de mortificar sin pretenderlo, atribuyendo a menos satisfacción lo que solo es falta de material. Entró en ejercicios al cuarto día que llegó aquí; con que solo hemos tenido una sesión un poco larga, cuyo asunto se redujo a darme muchas satisfacciones,   -25-   y a franquearme su corazón hasta donde lleguen sus facultades.

El tiempo está cruel, y solo pueden cotejarse los fríos del año de treinta y nueve con los de cincuenta y cinco. Yo no salgo de mi tugurio; y aunque atribuyo mis fluxiones a la falta de ejercicio, me conformo con ellas, porque dicen que esto conviene para el campo; y si el año prosigue como pinta se resarcirán en parte tantas miserias como se están padeciendo. Vive y manda.

Tu amante hermano y amigo. Jhs. José Francisco.

Nicolás mío.



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Carta III

Escrita en Villagarcía a 24 de Enero de 1755 a su hermana


Hijuela mía a manera de las que tocan en los repartimientos: No sucedió lo que temí de que faltase el pliego de Nicolás este correo; pero a lo menos se detuvo dos días, no llegando hasta el martes, debiendo llegar el domingo, y esos dos días más me duró la espina que me dejó clavada el correo antecedente. Cuando Dios quiere mortificarnos de veras, no ha menester nuestros ayunos, nuestras   -27-   disciplinas, ni nuestros silicios. Al fin el día quince quedabas en pie, y sin sangrías, según me dice Nicolás; pero muy desganada. Cuentan los Naturales que no es esta la peor señal en las de tu profesión. Como la mía es tan distinta aténgome a que virtudes vencen señales; pero me alegro mucho de lo que me, aseguras que solo coméis lo preciso para vivir, porque este es el mejor medio para engordar. Si con todo eso no se echaren carnes, paciencia; pues no es menos cierto en las plantas racionales que en las naturales lo que dice S. Pablo: Apolo regó, Cephas plantó, pero el que dio el   -28-   incremento fue Dios. ¿No te parece que estoy muy textual y erudito? Tienes un hermano que se pierde de vista: es verdad que lo mismo sucede al grano de mostaza, y este es poco elogio para los que casi somos invisibles sin el socorro de microscopio. Puesto que tienes un marido que te manda hacer cama cuando se le antoja, antójesete también a ti mandarle hacer cama a él hasta que se cure perfectamente de ese canillazo que me dice se dio. Yo ya se lo encargo mucho; pero hará más caso de media monada tuya que de cien conjuros míos. No es él más enemigo de cama que yo, pues   -29-   la aborrezco tanto como a los médicos; y no hay para mí dos horas más intolerables que desde las tres en que siempre dispierto hasta las cinco en que me levanto; pero hay males que no se pueden curar de otra manera, y esto solo puede ser su curación. Tales son todos los de golpes en piernas, y más en ese país que dicen es malo para pies, y bueno para cabezas, aunque en pocos las he visto peores. Por no haber yo practicado este remedio estuve cojo cuatro meses en Salamanca. Hazle pues que se reduzca a la razón, y que no sea bárbaro, pues yo en este particular le remito a este capítulo   -30-   de tu carta. El de la tuya, que habla de mi Provincial, está ya de antemano respondido: no es cosa de que sus ternuras me envanezcan, ni me derritan, porque soy humilde como yo solo; y manteca pasada por barbas es grasa que lardea, pero no suaviza. Con efecto me hace mil cocos, y para eso ya ves que no le desayuda la figura, pues a otro le costaría más el hacerlos. Correspóndoselos como es razón, sin que tampoco a mí me cuesten mucho trabajo, porque nuestras estaturas y nuestras caras allá se van. Síguese ahora hablar un poco de M... J... La misma vocación tiene de Monja   -31-   que tú, y en eso he estado siempre; pero la bailo al son que me toca. Diome más risa que enfado lo que te dijo de que quería serlo, pero que de la ciudad no salía. ¡Furiosa vocación!, por una parte sentirse llamada a dejar el mundo, y por otra capitular que se ha de quedar lo más cerca de él que la sea posible. Toda vocación legítima y de ley, especialmente en las mujeres, ha de comenzar por aquellas, palabras del Espíritu santo: Oye, hija mía, y atiende: olvida a tu patria, y la casa de tus padres. El mimo que todas tenéis de estar junticas es hereditario; pues me aseguran que cuando tu marido te sacó de   -32-   casa para llevarte a la suya, a madre y a Antolina hubo de costar muy cara esta terrible separación; y aún hay malas lenguas que atribuyen tu presente indisposición a este durísimo lance. A la verdad, vivir distantes unas de otras más de cuarenta pasos y no verse a lo sumo más que de veinte y cuatro en veinte y cuatro horas, dóyselo al más denodado. Y si a Vmd. querida mía la parece que basta ya de coloquio, dejémoslo, y vete a poner de pontifical para proseguir en tus visitas de ceremonia. A Dios, señorísima, que te me guarde cuanto le ruego.

Tu amante lanazas, yo.

Mí, tú, ella y usted.



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Carta III

Escrita en Villagarcía a 24 de Enero de 1755 a su cuñado


Amado hermano y amigo: Salí profeta a medias; porque aunque llegó tu pliego del día quince, se detuvo un par de días el correo, no sabemos dónde ni por qué, pues casi toda la semana corrió un tiempo muy templado; pero ya han hecho chorrillo los postillones gallegos de correr hacia atrás, que es el movimiento natural de las coces del país. Al fin, esos dos días más duró mi martirio, y celebro   -34-   que la señora Tesorera hubiese excusado el de las sangrías. La debilidad del estómago, y la grande inapetencia con que ha quedado pueden ser efecto de buen principio; pero si esta aprehensión mía fuere el sueño del ciego, consuélome con que mientras se sueña se duerme. En todo caso, a ella la libertaste del mayor mal habiéndola libertado de los médicos; pero a ti te curas perversamente de ese gran golpe que diste en la canilla huyendo de la cama. Sobre esto digo a tu mujer lo que se me ofrece para que te lo diga a ti, desconfiando de que mis razones tengan tanta fuerza en mi   -35-   pluma como en su lengua. Si no te redujeres a la cama, dispondré que María Francisca se meta en ella, y de esta manera tomarás la medicina. No hay otra para ese mal que despreciado puede producir fatalísimas resultas, y más en ese suelo tan húmedo. No te receto, ni te aconsejo cirujano; pues aunque estos no son tan inútiles como los médicos no suelen ser menos salvajes ni menos perjudiciales: aconséjote emplastos de lino, quietud y conversación de tu gitana a la cabecera. Darasme mucho que sentir si no lo haces, y ya tendrá sobrado ejercicio mi aprehensión y mi cuidado porque   -36-   no lo hayas hecho. Mi aborrecimiento a la cama es sumo: de las siete horas que la ocupo, porque lo manda la campana, me sobran por lo menos las dos, y esas las pasaría de mejor gana sufriendo a un necio que a los colchones; con todo eso, en sintiendo alguna cosa que los pida, me empotro en ellos echándome la cuenta de que menos malo es tolerar la cama dos días que dos meses. En esta semana volví del paseo con las plantas de los pies muy doloridas sin saber de qué. Quiteme de cuentos: metime entre las dos sábanas: tendime a la larga; y el día siguiente ya podía echar plantas, aunque fuese   -37-   a un mozo de mulas. Si lo hubiera hecho así en Salamanca no hubiera estado cojo cuatro meses, ni me hubiera quedado con un tobillo dislocado ya de por vida. He dicho lo que se me ofrece: tú harás lo que se te antojare, que así lo hacías el año pasado; pero si quedares cojo avísame, que te regalaré con una caña muy rica con su puño de plata a la dernière, y con eso nada te faltará para ser D. Sancho el Craso, el cual se rompió una pierna al entrar en los cincuenta años; y dice la historia que hacía un cojo muy gracioso. Manda y vive como ha menester.

Tu amante hermano   -38-   y amigo: Jhs. José Francisco.

Nicolás mío.




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Carta IV

Escrita en Villagarcía a 31 de Enero de 1755 a su hermana


Con que, ponderadorísima y poltronísima señora, el día veinte y tres del que espira hoy a las doce de la noche no estaba la Magdalena para tafetanes, «porque mi marido quedaba en cama cuatro días había: a Antolina se la había hinchado una mano, y no sé si se la romperán a lanceta, y a tal instante   -39-   me acaban de dar la noticia de que madre se acostó ayer a las cuatro de la tarde, porque se la arrimó la gota al lado izquierdo, mal tan peligroso como sensible por estar próximo a arrimarse al corazón». Y toda esta bulla ¿qué viene a ser reducida a su justo precio? Que Antolina tiene sabañones, y a madre la afligió un flato, porque eso de gota arrimada al corazón, sino que sea gota coral, o gota de Ribadavia, no hay otra que se le arrime; y cátate que esto basta para que a la pobre Magdalena la despojen de los tafetanes, y la dejen en cueros, que en un tiempo tan riguroso como   -40-   este, verdaderamente es una impiedad. Pues di a mi señora Doña Magdalena que vuelva su merced a cubrirse con sus tafetanes, ropa admirable, y de mucho abrigo para el tiempo que corre; porque el flato es cosa de aire, no siendo de la casta del que a mí me cortejó por espacio de año y medio: los sabañones son una bachillería de la sangre, que se corrige fácilmente; y si no ahí está mi amigo el Doctor Carmona en su método de curar los sabañones, cortando el pie, la mano, la oreja o el miembro infecto, que no me dejará mentir. Y por lo que toca a la cama de tu marido, es cierto que si yo   -41-   fuera Magdalena también me quitaría los tafetanes, pero no cosa de vestirme de luto sino que fuese por la barbaridad de no haberlo hecho desde el mismo punto que se dio el golpe en la canilla: desacierto que solo se lo pudo permitir una mujer del tiempo del harpa cuando eran mandadas las mujeres, pero ahora que, gracias a los violines, ya son ellas las que mandan, estoy por pensar que no le quieres bien, cuando le diste licencia para que se tratase tan mal. De toda la letanía de trabajos que me cuentas, enemigos de los tafetanes, este último es el que me da más cuidado, porque   -42-   ese tu insigne país se parece mucho al concepto de la santidad que formaba cierto Navarro, el cual siempre que veía la estatua de algún santo de medio cuerpo, decía con gracia: esa es una friolera: santo, santo de medio cuerpo arriba también lo sería yo; la dificultad está en serlo de medio cuerpo abajo. No encuentro otra diferencia sino que ese suelo es muy malo para los pies, pero para las cabezas no puede ser peor. Muy propia es también de su terreno la ruin interpretación que das a lo que dije sobre la caña de pescar, suponiendo que podía aludir a tu marido. Si yo fuera Evangelista   -43-   más quisiera tener por expositor a un asturiano que a un gallego, porque aquel a lo más podría decir mil mentiras sin perjuicio del octavo mandamiento, que no está admitido en Asturias; pero este levantaría mil cavilosos testimonios a mi mente, tan ajena de lo que tú la imputas como de tenerte a ti por cándida, de cuyo juicio temerario me libre Dios. Muchos años antes que te viese en pelota entre mis uñas verraqueando sobre la pila bautismal, y apartando con las manos y con los pies el agua del sacramento, tenía más y mejor conocido a Nicolás que tú ahora, aunque parezca más   -44-   estrecho tu conocimiento; y desde entonces penetré que era mejor para pescado que para pescador: tanto, que por no serlo, renunciaría el pontificado aunque lo hicieran Papa. Mira tú ahora, Doña Marisabidilla, si me pasaría por el cogote (téngole por parte de Osorno, aunque no le tenga por parte de Colunga) la disparada significación que me atribuyes por ser vos quien sois, y a fuer de finísima gallega. Vete mucho enhoramala, y hazme un poco de más merced, así como yo te la hice a ti, y grande, en honrarte con la palabra de la ley; porque el significado vulgar que se la da es   -45-   muy distinto del que tuvo en su primitiva, fundación. Rabiando estás porque te lo diga; pero no quiero, que no ha de saber tanto como yo la grandísima, y más.

Prosiguen cada día más finos los halagos de tu tío, que saldrá de aquí para Palencia el lunes de carnestolendas, habiéndonos favorecido con una visita de cinco semanas, en la que realmente todos han estado gustosos, y yo muy singularmente complacido, porque me intereso mucho en sus aciertos, aunque no use de sus caricias, ni de sus generosas ofertas sino para estimarlas.

Aunque los fríos han sido rigorosos,   -46-   tenaces y tan porfiados que todo el mes de enero ha estado petrificada el agua, no he sentido más novedad en mi salud que la que dije el correo pasado, y en esa tuvo menos parte el nitro del ambiente que el fuego de mi corazón, y la locura de estar tan ciego por una que no me lo merece por esto, por lo otro, por aquello, por lo de más allá, y por lo que se sigue después: razones fortísimas que se llevan de calles. Pero si calo los anteojos, y me pongo de respeto, a fe que te ha de temblar la barba. Ea chula, acuérdate que soy Reverendísima, y que tú no has llegado ni aun a maternidad; pero   -47-   todo te lo perdonaré con tal que me correspondas. Bueno está, hijita, que hoy es día de nuestros chouchinos1, aunque para mí, hablando contigo, todos los días son de mi chochiña2.

Tu mayor gurrumino, y tu compadre.

Amísima mía.



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Carta IV

Escrita en Villagarcía a 31 de Enero de 1755 a su cuñado


Amado, hermano y amigo: Da muchos recados de mi parte a ese discretísimo y oportunísimo constipado que te acometió entre cristales, y te redujo a la cama, con tanto beneficio de la pierna, que deberá estarte poco agradecida por el ningún caso que hiciste de ella, como si perteneciera a alguna copla de pie quebrado. Desde aquí estaba yo viendo y temiendo lo que había de suceder, con tanta   -49-   cólera contra esa tu médica, cirujana y enfermera porque te lo permitía, que si estuviera a tiro de mis uñas, la hubiera convertido en enfermedad, o la hubiera relajado al brazo secular de mi amiga la Condesa de Canillas, a quien toca privativamente el conocimiento de las causas que pertenecen a sus estados. Sírvate de escarmiento esta experiencia, y aprende para otra vez que para echar piernas es gran remedio tenderlas. Yo lo hago con poco motivo, siendo así que ya se me ha olvidado la oración de la sábana santa, porque ha más de treinta que no la rezo, por ser muy   -50-   tibia la devoción que tengo con este paso; y si viviera en Turín temo que me había de apedrear la cofradía del santo sudario. Pero sin embargo, siempre que me amenaza alguna indisposición me acomodo mejor con S. Lino que con S. Cosme y S. Damián, y tal vez he trampeado quince días de cama con solas dos horas. Toma tú esta lección; y si te fuere mal con ella regálame con un médico, a quien temo más que a un puñal buido.

¿Has visto la respuesta de Valparaíso? No. Pues yo tampoco; y si no se extravió en aquel pliego de quince días ha, que todavía no ha parecido, llegará por posta   -51-   la tarde antes del juicio universal. La dama sacramentada no me respondió, ni tenía que responderme, porque no soñé siquiera en escribirla. Únicamente la dirigí el pliego de su primo acompañado de dos esquelitas para su señoría reverendísima, y otra del mismo primo para el señor Superintendente general, dentro de la cual se escondía la mía: es verdad que se prevenía a dicha señora se sirviese entregar las respuestas a Medina para que me las dirigiese a mí, que cuidaría de encaminarlas a Mascareñas; pero, o las engulló, o quizá tuvo por menos respetosa la confianza, y le respondió   -52-   en derechura a Coimbra donde llegó felizmente el día último del año pasado, y en aquella misma noche me lo avisa. En todo caso ya le tengo escrito de buena tinta pintándole a mi modo el lance en que me metió a empellones, y espero que hará brincar a su prima porque me consta que esta señora desea mucho que él la haga el son para bailar a su modo.

Ni tú, ni esa gitana me habláis nunca palabra de la gacetilla de Santiago, y aunque soy poco curioso de novedades que no me interesan, algunas noticias merecen saberse, v. gr. cómo se recibió ahí, y qué efectos produjo,   -53-   especialmente entre los suyos, la extraña resolución de mi antiguo pupilo de embanastarse en la capilla, ya que no pudo encajarse el bonete de algún colegio mayor. Si la vocación fue legítima, y persevera, acertolo; pero si fue despecho o fantasía de aquel genio irregular, mi alma como la de S. Buenaventura. Tampoco me pesará saber cómo corre su casa con la tuya, que por ciertos principios me temo sea más a la italiana que a la española. Vive y manda.

Tu amante hermano y amigo: Jhs. José.

Nicolás mío.



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Carta V

Escrita en Villagarcía a 7 de Febrero de 1755 a su hermana


Madama: O el pliego de esa ciudad correspondiente a este correo no llegó a Villafranca, o se pasó a Madrid, Todo cabe en partido, porque los puertos se descubren desde aquí tan cubiertos de nieve como lo está el corazón de cierta señorita respectivamente a cierto pobre; y el Cajero de Villafranca dicen que es tan abonado como el de Villar de Frades para hacer rabiar a los que dependen   -55-   de él, aunque ambos por diferente camino. Es mozo recién casado; y he oído decir que con mujer bonita, con que está comprehendido en la máxima del Cardenal de Richelieu, que no confería empleos a jóvenes y novios, salvo que tuviesen mujeres viejas y feas. S. Pablo enmedio de su seriedad apostólica no estaba muy distante de la misma máxima cuando decía que los maridos tenían el corazón muy repartido, y a las mujeres tampoco se le suponía muy entero. Sea lo que fuere, todos nos hemos quedado sin cartas este correo, incluso mi Provincial que las esperaba con ansia, aunque discurro   -56-   no con tanta como yo. Él se ha excedido en halagos y confianzas; pero yo me he mantenido dentro de mi trinchera sin desdén, ni grosería, pero sin disfrutar sus finezas. El lunes de carnestolendas sale para Palencia después de habernos residenciado más como amigo y como huésped que como Juez: todos han quedado muy pagados de sus modales, y yo muy singularmente complacido, porque aunque no tenga interés alguno personal en sus aciertos, le tengo por tablilla, y siempre le hice más justicia que otros. No sé como alargar la conversación sino que sea hablando del tiempo y de la salud, aunque   -57-   lo primero se reputa necedad, y lo segundo será para ti una grandísima impertinencia; porque ¿qué se te dará de que yo la tenga buena, ni mala, ni de que haga burla de los fríos y de las heladas, que en el rigor y en la tenacidad no han tenido consonante en este siglo? Pero aunque te dé rabia no dejaré de decirte que con efecto me he burlado de todo, y a la reserva de aquella fluxión que te conté aumentada por mi incorregible simpleza cuando me asusté tanto por la falta de tu carta, y por la sobra de tu calentura, ha muchos años que no he pasado tan buen invierno. ¿Y piensas por   -58-   eso que me faltan mis quebraderos de cabeza? Si estuvieras tan cerca de mí como lo estás de tu D. Sancho el Craso, puede ser que te admiraras de mi corazón y que ya que no me quisieras por lo lindo, me amaras por lo magnánimo. Ahora vamos un poco serios. Es cierto que me ha sido muy sensible la falta de tu carta este correo, no solo porque carezco de lo único que en esta vida me consuela, sino porque me dejó con sobrado cuidado la noticia que me dabas en el antecedente de lo maltratadas que quedaban madre y Antolina, aquella de su gota, y esta de sus sabañones;   -59-   pues no es lo mismo burlarme de tus aprehensiones que librarme yo de las mías.

Si se acabara la carta en el mismo tono sería una grandísima friolera; y eso de dejar de decirte algún reconcomio no lo sufre mi fineza. Por tanto, brujísima criatura, quédate con Dios que te me guarde muchísimo para que yo merezca mucho cielo, ya te vea, o ya deje de verte. De mi tabulino hoy día de la fecha.

Señora, B. L. P. de su merced su más humilde tacón, el P. Vicario.

Mi Señora Doña tú.



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Carta V

Escrita en Villagarcía a 7 de Febrero de 1755 a su cuñado


Amado hermano y amigo: El margen va de autoridad porque se pasa el papel, así como se pasó a Madrid, o no pasó del Cebrero el pliego de Galicia correspondiente a esta posta. Todos nos hemos quedado al pisto (no dejes de notar la delicadeza del pensamiento, pisto y posta) incluso el P. Provincial que esperaba con impaciencia las cartas gallegas; y tenía razón para esperarlas, porque   -61-   mis paisanos por afinidad son hombres extraordinarios. Cierto que si tu mujer hubiera de parir a mi gusto había de ser del Rabanal para acá; así como algunas mujeres de Salamanca se salen a parir a los lugares vecinos para que sus hijos puedan ser colegiales. Pero ¿has visto digresión más impertinente? Fuese la picotera de la pluma adonde la picaba lo que tiene en el corazón; pero arrepentida ya de su cotorrería volvamos a tomar el hilo de nuestra historia. Faltándome tu carta y la de esa gallegota no hay que pensar que yo esté para dibujos; y no solo daré contra cuantos gallegos se me   -62-   pongan delante, sino que yo mismo me convertiría en gallego para dar contra mí propio, que por ahora es la mayor maldición que me puedo echar. Y sosegada ya la cólera, aunque no el enfado, lee despacio esa carta, que me devolverás sin enojarte contra esa mi señora Doña Marisacramentos; que yo después de haber visto por dónde rompe Mascareñas, a quien ya he dado parte de la fineza de su prima putativa, no estoy tan pobre de recursos (quizá más poderosos con su señoría reverendísima) que por haberse cerrado este me ahorque de desesperado. La carta y el regalo anual de Taboada que se cita   -63-   no la he recibido, y es verisímil que viniese inclusa en ella la respuesta de Valparaíso. Aunque aquel se muestra tan hambriento de mis cartas, todavía quiero que tenga un poco de más hambre, porque de cuando en cuando me vienen mis pujos de soberbia, y estando un poco escocido de que hubiese dejado de responderme a las otras tres, me parece razón darle a entender que no le busco como poderoso, y que solamente soy capaz de galantearle como amigo. Has de saber que tienes un cuñado, que en materia de quijotismo asturianal y honradote, no debe nada al mismo Nicolás de Ayala.

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El último punto que me toca M... sobre la impresión del Año Cristiano es cuento de cuentos. Después de haberme escrito que él y otro amigo tomaban de su cargo la impresión del tercer tomo y de lo restante de la obra, habiéndome estorbado que aquel estuviese ya impreso en Salamanca; sale ahora con ese embrollo. Pilló, y acabose la comisión: pero es preciso disimular, aunque no tanto que en pocas palabras no tenga allá un puntico de larga meditación. El chasco ha sido muy grande, y mayor, por haber dicho a mis Jefes que este negocio ya no corría por mí. Véome precisado a gastar   -65-   el tiempo en apologías, y lo más sensible a no poder hacerlas sin descubrir la flaqueza de un amigo. La obra no se imprimirá, o caminará muy lenta, porque mi madre no me amoldó en la turquesa de petardista. Este es chico pleito, y no hay que temer que por eso se atrase el gran negocio de la elección de Rey de Romanos.

¿Qué cuento ha sido el de esos dos Canónigos penitenciados por la corte? Lo bueno es que todos acuden a mí como si fuera el gacetero de esa ciudad; y es que no saben que Dios me ha deparado un hermano que en materia   -66-   de noticias más parece archivista que tesorero. A Dios, señor mío.

Tu amante hermano y amigo: Jhs. José Francisco.

Nicolás mío.




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Carta VI

Escrita en Villagarcía a 14 de Febrero de 1755 a su hermana


¿Cuándo pensó la grandísima gallega que había de llegar el caso de que yo la escribiese con autoridad de margen a la dernière? Pues con efecto llegó, gracias al maldito papel que no permite otra   -67-   cosa, sopena de que obscurezca el envés todas las brillanteces de la cara. Y aquí entra como en su propio lugar el decir que tu tributo del correo pasado ya está cobrado por la vía de Madrid, adonde se fue el dichoso pliego, y parece que iba por aposentador del que le siguió, porque con efecto ha tomado el mismo camino. Y en orden al parrafito moral que me encajas para que temple mi sentimiento cuando me falten tus cartas, o me lleguen noticias das tuas queijas, por lo que toca a la especulativa estamos conformes, pues ya sé más ha de cuarenta y seis años que es preciso   -68-   morir, o ver morir, pero la práctica es el diantre. Y puesto que sabes por experiencia ajena, y acaso también por la propia, que malos ratos da a un cristiano un genio ardiente, amoroso, aprehensivo, fino y veraz, ahora que todavía estás en estado de remediarlo trata de no regalar a tus hijos con aquellos humores de que se compone este temperamento; pues no faltan borrachos que digan y estampen que de esto tienen la principal culpa las madres. Si fuere cierta esta doctrina, a los pies del altar de la Concepción de nuestro Colegio está la mía: entiéndete allá con ella, y, ríñela   -69-   porque me parió así y no me dio un bazo tan carrilludo como tú para no pillar tanto fastidio por ciertas cosas que en otras es invulnerable.

Pero si quieres seriamente y de veras que yo vaya personalmente a reñir esta pendencia, hoy lo tienes en tu mano y en la de tu panza de cocos, como lo verás por los despachos de este correo que él te comunicará; y si no me habéis engañado mucho, no serán los menos alegres que habréis recibido. Viendo el Provincial que se acercaba su partida sin que yo le hablase palabra, la víspera de ella se anticipó a tocarme la especie;   -70-   y bien informado de todo me mandó que sin réplica practicase esta diligencia. Fue preciso obedecer, y que se sujetase mi soberbia a este acto, que puede servir de satisfacción a los desahogos pasados; pero mirad bien cómo manejáis este paso.

Mis ideas son vastas, porque mi corazón es mayor que mi cuerpo; y como va delante la pureza de intención, es grande mi confianza de que Dios ha de bendecirlas. ¡O cuantas cosas sabrá Nicolás a dos paseos que demos hacia los barrancos de S. Lorenzo, o en el bosque de Conjo! Pero si tiene lugar lo que se trata, es menester   -71-   callarlo hasta el tiempo preciso pues los pocos amigos que tengo, en esa ciudad se complacerán más si la noticia los cogiere de repente; y a los que hubieren de sentirla, que no faltarán algunos, es falta de piedad anticiparlos el dolor; y como quiera, el secreto es el alma de todas las negociaciones.

Quedo bien cuidadoso por el accidente que tanto maltrata a madre, a quien no amo menos que tú, ni tampoco a Antolina por más que me lo desmerezca la desconfianza con que me trata. Ella es un poco cazurrilla, y seguramente me conoce mal, o hace juicio   -72-   de que para maldita la cosa la podré servir. En esto último no se engaña mucho; pero debiera admitir por obsequio mi buen deseo, sin desconfiar de que tras de una ruin persona se suele esconder un buen fistol. Quedo muy a tus pies, siempre dispuestos los míos para darte cuatro coces.

Tu Padre Maestro.

Mi reverendísima discípula, y señora mía.



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Carta VI

Escrita en Villagarcía a 15 de Febrero de 1755 a su cuñado


Amado hermano y amigo: Pasose a Madrid el pliego del correo pasado, y el sábado siguiente me le restituyó el de Medina. Lo mismo ha sucedido con el de esta semana, lo que me confirma da la aprehensión de que el señor novio y novicio de Villafranca todavía no ha aprendido la guía de pecadores u de forasteros, o en que por corresponder él a su novia se le da un   -74-   pito por las correspondencias de los demás.

Estoy muy persuadido a que jamás me disimularás, ni disminuirás tus indisposiciones, las de tu mujer y las de la demás familia. Soy asimismo contigo en que lo contrario es el mayor disparate que ha introducido la bobería con capa de piedad y de prudencia. Pero también me has de confesar tú que habiéndome fabricado Dios de esta manera, no tengo la culpa, ni de mi viveza en aprehender, ni de mi vehemencia en sentir. Si se vendieran almas pandas, créeme que empeñaría la plata labrada, y echaría un censo sobre mis pergaminos   -75-   y cartapacios por comprar una de ellas; pero mientras no esté de venta este género, no seas burro, compadécete de mí, y no te burles de mi flaqueza.

Ahora vamos a dos asuntos alegres, que harto nos hemos podrido. El primero es el de esa carta de Valparaíso, que se anduvo paseando un mes no sé por donde, y con efecto sucedió lo que temí. Nunca debí a su antecesor ni un rasgo de semejantes expresiones habiéndole debido tantas; y si sobre ellas no podemos contar todo lo contable, digo que no hay ley verdadera sino la ley santa de Dios. Volvile a escribir   -76-   con mucha confusión y con mucho agradecimiento sin tomarte en la pluma, y se irá calentando la correspondencia con el tiento que dicta la razón.

Enséñasela a padre para que le sirva a su merced de algún consuelo en contrabalance de lo mucho que le desazonó la imprudente y ciega carta del Doctoral, cuya respuesta no tiene otro defecto que el exceso de templada, pero este es un defecto muy precioso. Así lo conozco, y así lo confieso; sin embargo, si me hubiera escrito a mí otra semejante, dudo mucho que pudiese contenerme sin responderle de manera que quedase   -77-   para siempre hors de combat (fuera del campo), como se explican los franceses.

Mi viaje le emprenderé inmediatamente después de Cuaresma, porque hace más impresión a mi salud un grado de calor que veinte de frío; y quisiera estar allá a tiempo de poder tomar las aguas de Melón al fin de la primavera, pues se ha visto ya que la causa del accidente que tanto me maltrató en Salamanca, de que aún tengo bastantes reliquias, son las arenas, que me dan muy malos ratos. En cualquiera acontecimiento mi viaje se debe tener secreto, y reservarlo de todos hasta el   -78-   tiempo crudo. Acaba de llegar la carta de 5, habiéndose detenido el correo cinco días, porque los ríos se han convertido en mares, y los arroyos en ríos. A Dios que te me guarde como ha menester.

Tu amante hermano y amigo: Jhs. José Francisco.

Nicolás mío.




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Carta VII

Escrita en Villagarcía a 21 de Febrero de 1755 a su cuñado


Amado hermano y amigo: ¿Con qué en fin ya puedes echar piernas   -79-   como el más sano? Sea Dios bendito, que estaba con mis miedos de que hoy o mañana entrases en la religión de los Collazos, a la cual he profesado siempre muy poca devoción. Pero ¿te servirá esto de escarmiento? No lo sé; antes temo que el primer canillazo le vayas a curar al monte, si Dios por su misericordia no tiene cuidado de enviarte un tabardillo o un constipado de a folio tras el mismo canillazo. Madre cada día nos asusta con los terribles golpes que padece, y cada día nos consuela Dios sacándola de ellos, y alargándola la vida, que bien aprovechada, la ahorrará mucho purgatorio,   -80-   y la merecerá no poca gloria. También mi señora Doña María puede adelantar mucho para ella con sus dolores de muelas, con tal que los sufra sin rabiar, que este no es mérito, ni aun remedio. Este accidente hay físicos que le cuentan entre los pronósticos, asegurando que es señal de que se van formando huesos nuevos cuando duelen los viejos. Dios sobre todo. Es consuelo tener ahí un maestro de danzar para niños y niñas que no han nacido, tan diestro y tan de casa como el que me dices; porque este puede anticiparnos el gusto tomando el pulso a las cabriolas, y si fuera hacia   -81-   el lado derecho las declarará por cabriolas de niño, y por paspiés de niña si bailare hacia el izquierdo. Verdad es que tengo para mí que no debe ser cierto esto de que todos los niños y niñas aprendan a bailar en el vientre de su madre; porque si eso fuera así no nos venderían por tan extraordinarias las cabriolas de S. Juan. Lo que sin duda debe haber en el caso es, que los hijos de madres bailarinas bailan, y los que no, se están quietos como unos santos, y de esa manera es muy verisímil que no se engañe el señor visitador.

Ya habrás restituido el crédito   -82-   del señor V... en su debido lugar con la carta que te remití la posta pasada, más expresiva a la verdad de lo que lleva el estilo de cartas de los que se miran en su elevación. Como dicha carta se la entregó madama P... por cuya mano fue, no desconfío de que, no obstante su resolución de no entregar las dos esquelas al Padre, mudase de parecer; bien que tengo bastantes fundamentos para presumir que es una de las muchas y muchos palaciegos que desean verle cien leguas de allí. Esto ya no podrá ser en virtud de la plaza de Inquisición que se ha calzado a pesar de dicha madamoisela,   -83-   que se la pidió al Rey para su Confesor el P. Baraona, pero el Rey regaló con ella a su Absolvedor, aunque este no contesta, ni contestará mientras no le venga el breve, y precepto de Roma el cual será más seguro que el que yo tengo pedido a Santiago, porque los Padres santos son más benignos que los que son padres, y no más. A Dios, que te guarde muchos años.

Tu amante hermano y amigo: Jhs. José Francisco.

Nicolás mío.



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Carta VII

Escrita en Villagarcía a 23 de Febrero de 1755 a su hermana


Alhajísima: Como si yo tuviera la culpa de tus dolores de muelas (que me ocultas por no darme dentera) me espetas una carta escrita el día de ceniza entre rescoldo y chispas, que a raros quema y cuando menos chamusca. Cogísteme frigidísimo, como ordinariamente lo solemos estar en este tiempo los que no somos carne, ni pescado, con que me hiciste beneficio, y lejos de chillar te lo   -85-   agradezco. Aunque te escribí en aquel tono sobre el nuevo insulto, del accidente que padeció madre, no dejé de entrar en cuidado desde luego, teniéndolo por cosa seria, y era mayor mi dolor porque se desvaneciese la esperanza que casi tengo consentida de besarla la mano, y despedirme de su merced antes que nos toquen a marchar al otro mundo, cuya jornada, que nunca está distante para los mozos, siempre debemos considerarla inmediata los viejos. Rindo a Dios muchas gracias porque la sacó de este apuro, y revive mi confianza de verla luego que vengan en forma los despachos   -86-   que pedí la posta pasada. Si no lo tienes por gran trabajo haz a su merced una visita en mi nombre, y otra a Antolina; a quien no beso la mano hasta que la tenga más limpia, porque mi virtud no ha llegado al grado heroico de saborearse con el almíbar de las llagas, aunque estoy acostumbrado a tragar otras cosas que no son menos podridas. M... I... quiere persuadirme a que es legítima su vocación, porque se vistió de Monja estas carnestolendas, y la asentaba bien el hábito, sin advertir que yo nunca he dudado de que para Monja de carnestolendas vale lo que pesa;   -87-   pero no me atrevo a salir por fiador desde ahí adelante. Por la cuenta este año debieron de durar allá los antroidos hasta el Miércoles de ceniza inclusivamente, porque me dice que salió con este disfraz el Miércoles de antruejo: no lo extrañaré, porque ya he visto yo durar ahí las carnestolendas por toda la Cuaresma; y nunca más vivas que en la Semana Santa. Verdad es que esta por nuestros pecados en la mayor parte del mundo cristiano es el más fino, pero el más impío carnaval que se celebra. Mi Reverendísima, pasada de puro vieja, también está tan insulsa como vuesa maternidad futura   -88-   cuando Dios quiera; pero cuidado con asegurarla bien, y no publicarla hasta que el señor visitador te haya registrado y dé testimonio en forma de los salticos del feto, porque me escriben que es gran comadrón de sanjuanicos nonatos. Verdad es que en caso de que tú des en esa flaqueza es natural que se te asiente en el estómago tan de asiento que no diga esta cabriola es mía, ni es mío, este paspié, porque los piños antes, y después de nacer son como los enseñan las madres.

Estoy tan arrepentido de aquella mala palabra que te llamé, que te pido perdón como el otro que   -89-   llamó p... a cierta dama a quien no quería mal. Quejósele esta, y la respondió: Llamete p... es verdad: eres mujer honrada: yo mentí, yo me desdigo. ¿Quieres más satisfacción? Pues búscala, cuerno, y no esperes de mí otra.

Por los efectos habrás ya conocido que las expresiones de tu tío el P. Provincial fueron sinceras. Quedo esperando con impaciencia el efecto de mi carta y de vuestra habilidad; y aunque pasado mañana correspondían las respuestas, como todo este invierno se han atrasado una semana los correos de ese reino tendré paciencia hasta el domingo o lunes   -90-   siguiente. A Dios, mi sultana favorita.

Quien te puede mandar a zapatazos, tu amo.

Mi esclava indigna.




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Carta VIII

Escrita en Villagarcía a 28 de Febrero de 1755 a su cuñado


Amado, hermano y amigo: En orden al capítulo del correo, y al de P... M... remítome a lo que escribo a Maruxiña, porque hasta los relojes de repetición me fastidian.

Mi modo de concebir en orden a aquella dama palaciega salió cierto,   -91-   no obstante lo que me avisaba Medina. Esas dos cartas que me remite Mascareñas desde Coimbra confirman bien mi esperanza: son de un portugués confidente de dicha dama, que sabe mejor sus secretos que el señor Contador principal de las tres gracias; y como yo sé mejor que nadie cuanto desea complacer a su prima, me gobierno por otros principios. Con todo eso no dejaré de batir al Padre por otro lado, y acaso tan a cara descubierta, que le ponga en precisión de complacerme, u de sonrojarse; pues sabe él mejor que nadie que lo menos que debe hacer por mí es esto.   -92-   Debile mucho en otro tiempo; pero él me debió mucho más; y no le hago tan poca merced que me persuada a que esté en otro conocimiento. Hasta ahora no le he cansado para cosa de los míos: si me resuelvo a hacerlo será arrojando la vaina, y quedándome con la espada en la mano; pero esto pide pensarse mucho.

Mascareñas se muestra tan fino desde Portugal como cuando estaba a mi lado. No me ha faltado carta suya desde que llegó a Coimbra ningún correo, y en todas hace tierna conmemoración de ti y de nuestra galleguita. Su empeño en sacarme de mi rincón ha   -93-   pasado a tema; pero como concurre la suya con la mía, solo Dios podrá hacer que la venza. Hoy no tengo otra pretensión en este mundo que una: esta espero lograrla desde el poyo: sacrificar mi quietud, y arriesgar mi salvación por antojos ajenos no me tiene cuenta para la otra vida, ni aun para esta. Manden al mundo los que quieren ser esclavos suyos, que yo no me siento con esa vocación.

Me aseguran de Madrid que V... P... cada día está más loco con mi correspondencia. Por aquí conocerás lo que son los hombres, y de qué medios se vale el Señor para humillar su orgullo. Yo que   -94-   me conozco a mí mismo que nadie infiero que pobres somos todos cuando hay quien me tenga por algo.

Ahora aseguran que el Arzobispado de Toledo se dará al Cardenal Portocarrero, y que el Cardenal Córdoba irá a servir el ministerio de Roma. Nada de esto es imposible, porque ni la corte, ni muchos particulares estaban muy satisfechos del primer Ministro. Pero si esto es cierto, y se premian los deméritos con el mayor beneficio eclesiástico que tiene el mundo, después del supremo, ¿que borracho querrá vivir enmedio de un mundo que discurre así?

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Soy tuyo de corazón: manda y vive como necesita

Tu amante hermano y amigo: Jhs. José Francisco.

Hermano Nicolás.




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Carta VIII

Escrita en Villagarcía a 28 de Febrero de 1755 a su hermana


Hija mía: También era demasiada gulloría pedir que el correo de ese reino viniese tres semanas seguidas regular o derecho, aunque con el atraso de dos o tres días, después que en las dos antecedentes cumplió con su obligación. En   -96-   la presente, por no perder su costumbre, ni perjudicar a su derecho, se fueron los pliegos adonde ellos sabrán; y vendrán cuando les diere la gana. Sobre que en todo este invierno se han atrasado las cartas, que vienen más prontas una semana entera, con esta nueva gracia es casi más pronta la correspondencia con Roma que la correspondencia con Santiago. En virtud de esta bella dirección de postas no espero las respuestas sobre mi viaje hasta Pascua de Espíritu santo del año de cincuenta y cinco, u del año de cincuenta seis; y si prosiguen las aguas con la violencia   -97-   con que nos han inundado estos días, despacharé un expreso a la Armenia para que vean si en el monte Ararat se encuentran las cartas de Santiago en un rincón del arca de Noé. Supongo que me considerarás desesperado, y será muy piadosa consideración, pero no tanto que me ahorque, porque era menester mucha soga según lo que dicen me ha engordado el pescuezo, y ahora están ocupados todos los esparteros en hacer cables para las numerosas escuadras que dicen han de cruzar por el famoso canal de Campos. Si logro el gusto de verte, yo te doy palabra de enflaquecer, y con eso para   -98-   el año que viene me podré ahorcar a menos costa.

Con efecto el R. P. Fr... salió el domingo pasado para esa ciudad con el pretexto de una calentura continua, que no conocieron los médicos, y yo la conozco desde aquí como si la viera. Su curación será abstinencia perpetua de sayal, y substancia de sayas, reduciéndose a ser padre de ejercicio, y no puramente de honor, que es su vocación legítima, como cien veces se lo dije, desengañándole de que no le llamaba Dios para Padre de provincia, sino para padre de familias, y que solo tenía por verdadera su vocación   -99-   a la compañía. No me creyó, y ahora lo experimenta, hallándose con el honorcillo más de la capilla, que será nuevo aliciente para una mujer devota, pues al fin, teniendo capilla en casa, no es menester gastar dinero en breve para oratorio.

A pesar de las nieves y de las aguas, y enmedio de los muchos tabardillos que hierven en esta villa, yo me conservo robusto cual no me he visto muchos años ha; mas no por eso me fío, pues sé que desde la mayor robustez hasta la sepultura hay pocos menos pasos que desde la más peligrosa enfermedad. Buen acabamiento de   -100-   carta, y es lástima echarle a perder con otra cosa. A Dios, amiga, que te me guarde cuanto le pide.

Tu amante mariposo: Jhs. El viejo.

Mi amada Mari (ra) posa.




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Carta IX

Escrita en Villagarcía a 7 de Marzo de 1755 a su cuñado


Amado hermano y amigo: Pareció la tercera dominica de Cuaresma, en la valija de Rioseco tu carta de 19 del pasado, que debiera haber llegado en la dominica segunda. Para este, y aun   -101-   para mayor atraso había sobrados méritos en el diluvio de aguas y nieves que se desprendieron y se desgajaron en la semana correspondiente; mas para haber sacado la cabeza en una valija tan irregular a las cartas de ese reino, no pudo haber otro motivo que ignorancia o atolondramiento en los plieguistas de allá, o algún artificio de mi amigo el aceitero de acá. El pliego de 26 llegó puntual sin más atraso que el de un día, y por el camino que Dios manda. Voy a responder por su orden al contenido de ambos despachos.

M... se vuelve y se revuelve   -102-   como una culebra para salir como puede de su agujero, pero deja el pellejo entre sus mismas disculpas; y sin ensangrentar la pluma (porque no conviene hacerle enemigo) tiene allá otra carga cerrada que le ha de dar muy malos ratos. Que se imprima, que no se imprima la obra, maldita la cosa, me importa a mí; pero mientras viva, y no se acabe, no levantaré la mano de ella, que es lo que me manda Dios: lo demás correrá a cuenta de su providencia. Las razones que me alegas para disuadirme a su continuación, nada añaden a las que yo propuse y deshice convincentemente en   -103-   mi prólogo al segundo tomo, porque a centenares me las habían hecho presentes los innumerables que me hacen mil mercedes porque me conocen mal. Si pensara en trabajar para mi gloria o para mi provecho, y no únicamente para la gloria de Dios, y provecho de las almas, estaba convencido; pero como no tengo tan bajos pensamientos, solamente lo estaré cuando me deshagan con solidez mis razones. Sin embargo, allá verás que no me dedico tan total y únicamente a ser copiante, que no reparta el tiempo en otra tarea original (ya muy adelantada) cuyo despacho es seguro,   -104-   cuyas ediciones serán repetidas, cuya traducción en otras lenguas será muy verisímil, pero cuyo ruido y alboroto de los interesados (que son innumerables) eternizará mi nombre, mi paciencia y mi desprecio, que es grande siempre que se interesa la utilidad universal.

Por las cartas portuguesas que fueron allá a la posta pasada conocerás que la dama sacramentada lo es para los cortesanos como Medina; mas para los pobres provinciales, almas campesinas y sencillas como la mía, se deja de sacramentos y se manifiesta como es. No obstante, las certificaciones que hoy han llegado no sobran   -105-   en mi poder; y si esos Padres te hubieran pelado porque me precisaste a pedírselas al P. Ambrosio, hubieran cumplido con tus méritos y con su obligación.

El último punto que me tocas en la carta de 19 sobre la necia enhorabuena que te da el H... R... me ha abochornado aún mucho más que a ti. Este muchacho es de los intrépidos y tontos que comen pan en mi sagrada orden, sin que mis consejos, cariños, ni reprehensiones hayan bastado a corregirle, ni aun a moderarle, porque quod natura dat tururú tururú. Ni a él, ni a alma viviente he comunicado, ni   -106-   dado el más leve indicio de mis ocultas ideas en orden a ti, sino a D. José Mascareñas la noche antes que partiese a Madrid, y a D. Cristóbal de Taboada en la carta de creencia que este mismo le llevó. Cualquiera que diga haberme oído ni el más remoto indicio de este pensamiento, miente. ¡O que mal me conoces cuando has admitido en tu imaginación esta sospecha! Pues ¿por dónde se ha podido rezumar esta especie? Direlo.

D. José Mascareñas padece por contrapeso de sus singularísimas prendas el único defecto, pero grave para la sociedad civil, de   -107-   vaciarse siempre que concibe puede conducir, o para acreditar su fineza con sus amigos, o para significar la confianza que sus amigos hacen de él. Estuvo despacio en Valladolid; supo no sé por donde pues yo con gran cuidado jamás se lo dije, que tenía allí un amigo: buscole al instante; y sin distinguir de colores, para testificarle nuestra amistad espetole nuestras confianzas, y el rapaz, por hacer del hombre que sabe secretos (achaque de que adolece mucho) encajote esa bobería. ¡Qué bien se ha guardado él de tocarme a mí esta especie! No descubro otro origen más verisímil a   -108-   esa voz, cuya divulgación es sensible, pero en nada te perjudicará.

El que pudo tener la otra no menos disparatada de que Mascareñas volverá por embajador de su corte es muy parecido al primero. El administrador de aquí es otro R. lleno de años y de canas, tan pobre de talentos como de bienes de fortuna, aunque de corazón muy sano. Hízole mucho bien Mascareñas como a otros muchos de este pueblo y su comarca; yo también le he servido en lo que he podido de pura caridad viéndole cargado de hijos y de obligaciones, sin que haya pasado a más nuestra estrechez que el pobre hombre   -109-   pondera tanto. Al despedirse Mascareñas de él, de los alcaldes, y de otros particulares de la villa, que le acompañaron algunas leguas para consolarlos a ellos, y para consolarse a sí mismo, pues realmente fue muy enamorado de España, les dijo que no desconfiaba volver a verlos; y en las cartas que les ha escrito desde Coimbra les repite lo propio. No necesitaron de más para suponer que vendría por embajador; y habiéndomelo preguntado algunos de ellos con candidísima simpleza, yo les respondí con alguna socarronería que eso no era cosa imposible; con que hétele que el administrador   -110-   embocó a Coto esta gran noticia... No hay más en los dos asuntos; y ahora dime en puridad si es culpa tuya o mía que esté el mundo lleno de hombres ligeros, tontos y majaderos, o como podremos remediar esta plaga. Queda contestada la carta de 19: vamos a la de 26.

Seguramente que al recibo de ella no hice los funestos pronósticos que das por asentados viéndome sin carta de nuestra Maruxiña. Convenidos ya en el prudentísimo dictamen de que no conviene ocultarme, ni disimularme nada de sus males; y habiéndome enseñado la experiencia que así   -111-   lo practicas con toda fidelidad, ya no se adelantan mis pronósticos a más que a lo que merece tu desnuda relación; y exonerada la imaginación de su incumbencia, solo le queda al corazón la que le corresponde, que ni se le puede quitar, ni es posible moderarla. Dios la dé el sufrimiento que necesita para que no pierda el mérito de lo que padece, y a nosotros nos conceda la resignación que hemos menester para que nuestra compasión no exceda los límites de cristiana. La esperanza de nuestra próxima vista pudo ser ocasión inocente de que se la irritase más la fluxión, porque un gran   -112-   gusto no suele alterar menos los húmeros que una grande pesadumbre.

Darás a padre mil gracias por su benigna carta, que no puede venir mejor, y ayer la recibiría en Arévalo el P. Provincial, siendo muy factible que mañana reciba yo su respuesta; y suponiendo que esta será como se pide, veo que mi viaje urge mucho, y consiguientemente voy ya tomando mis medidas para salir de aquí el miércoles de la semana de Pascua; y a no haberme encargado del Mandato sin reparar en la incomodidad de la Cuaresma, ni en la destemplanza del tiempo, me pondría inmediatamente en camino.

  -113-  

Pero no pudiendo ya ser esto, emprenderé, queriendo Dios, mi viaje el día señalado, estando aquí el Domingo o Lunes de Pascua la mula y mozo que espero de allá. Como este último sea un hombre de satisfacción y de juicio a quien yo pueda enteramente confiar mi gobierno, importa poco que no sea guarda; y supuesto que este ha de ir a caballo, porque yo tengo ya una haquita de malísima figura, pero de admirables hechos, que me ha de llevar y traer, no hay que examinarle los pies, sino consultarle la cabeza. Mi viaje será vía recta sin más detención que medio día en Villafranca, pero   -114-   las jornadas no podrán ser muy tiradas, porque es indecible el trabajo que me cuesta andar a caballo.

Penetro la política que te movió a manifestar a N... la carta de Valparaíso, pero yo no lo hubiera hecho, siendo del genio tan reservado como me pintas porque no se le antoje valerse en Madrid de esta noticia, dándola los colores que le vengan más a cuento para sus ideas. Si viniere por aquí le trataré como a grande amigo tuyo, y como a mayor amigo suyo, de manera que vaya satisfecho de mi franqueza, sin que se ría de mi bobería, persuadiéndole a que mi mayor confianza de tus ascensos   -115-   está colocada en su amistad, y en sus buenos oficios. Manda y vive como ha menester

Tu amante hermano y amigo: Jhs. José Francisco.

Mi amado hermano Nicolás.




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Carta IX

Escrita en Villagarcía a 7 Marzo de 1755 a su hermana


Hija mía: ¿Y tendrían la culpa las aguas y las nieves de que tu carta de 19 del pasado (atrasado ocho días redondos) viniese por la valija de Rioseco, extravío   -116-   que hasta ahora no he experimentado en ninguna carta de ese reino? ¿Si algún turbión o remolino, que sirviese de bata a un par de brujas, desvalijaría el maletón de Villar de Frades, desatacaría los pliegos, y metería el de Villagarcía en el de Rioseco solo por divertirse y por juguete? Piadosísima señora, el que juzga lo peor no hace bien, pero lo acierta por lo común; y supuesto que una mujer bonita y recién casada fue causa de todos los males que padecemos en el mundo: ¿qué agravio se la hace a la novia de Villafranca en atribuirla este pequeñito mal? Mas, para que veas que yo   -117-   también alguna vez me descuido en ser piadoso, y que si me empeño en ello soy hombre de razón, doy por legítima la falta de tu carta correspondiente al día 26, y por muy prudente el precepto que te impuso tu maridote de que no escribieses atento al rabioso dolor de muelas con que quedabas, y al flemón que se te iba formando, sin que por eso se mitigasen los dolores. Más hay en el caso: tengo ya tan corregida la imaginación en este punto, en virtud de los latigazos que me ha descargado ese cómitre de cavilaciones, que ya ni por ella se me pasa adelantar sobre tus males más   -118-   de lo que él me dice. ¡Ojalá que hiciera el mismo milagro en la parte sensitiva, que me tendría mucha cuenta! Pero ese no le hará, y se reserva únicamente para aquel qui facit mirabilia solus. Di a Frazco o a Perico que te expliquen este latín: pues cuando yo les escriba en griego te encargaré a ti que se lo expliques a ellos, siendo cosa averiguada que gallegos y griegos todos nacieron de un mismo solar. Pero no extraño que con la noticia de mi próximo viaje te hubieses puesto tan hinchada: no extraño el esponjamiento porque moverse un hombre como yo sesenta o setenta leguas por ver a   -119-   una chula como tú, dóyselo a la más humilde. Al fin, queriendo Dios, tendrás la desmerecida dicha de verme y de conocerme. Pasmada te quedarás al ver qué estatura tan heroica, qué distribución de miembros, qué despejo de persona, qué delicadeza, qué brillantez de colores, qué nariz tan proporcionada, qué vivacidad de ojos, qué cabellos tan blondos y tan rubios. Pero debo prevenirte que como no se ha acabado aquella maldita casta de encantadores, malandrines y follones que tanto persiguieron al heroico D. Quijote de la Mancha, y que es cosa averiguada que uno de ellos ha muchos   -120-   años: que también me persigue a mí; temo con gravísimos fundamentos que al ponerme en tu presencia ha de trastornar enteramente mi figura, y que siendo esta ni más, ni menos como arriba te pinté, sin perderla pizca, harto será que no me represente como una almondiguilla, mola o turumbón de carne cazcarrienta, podrida, legañosa, arrebujada en sí misma, y que te dé asco el mirarla. Si esto sucediere, está cierta que es por arte de encantamiento; y representándote allá en la imaginación con la mayor viveza que puedas el retrato mío que arriba te dibujé, no dudes que te   -121-   pareceré bien, especialmente siempre que cierres los ojos para ayudar más a la consideración.

Lo mismo se ha de entender de las prendas de entendimiento y de alma. El envidioso malsín que me persigue también me las desfigura cuando se le antoja. Yo de mi cosecha soy discreto, chistoso, jovial, esparcido, sociable, franco y popular; pero el maldito casi siempre me representa tonto, pesado, frío, taciturno, melancólico, amigo de la soledad, muy casado con el encierro, reservado, medio salvaje y misántropo, voz hueca, que quiere decir antagonista de todo aquello de que gustan los   -122-   demás. Pero esto tiene fácil remedio para que no te alucines. En oyéndome una necedad da por supuesto que dije la mayor discreción: las frialdades ten por cierto que son mis mayores gracias: cuando te parezca que estoy taciturno entonces hablo más con el corazón ya que no pueda con la boca: de melancólico no creas que haya más que las apariencias: sobre lo reservado, en diciéndote a ti misma todos aquellos secretos que tú quisieres saber, ve aquí que te hablo con el corazón de par en par, y así de lo demás. Con esta clave no hay que temer, y más que lluevan encantadores,   -123-   que no por eso dejaré de parecerte el hombre más cabal que has conocido.

A la pregunta que me haces, por mejor decir al conjuro con que me exorcizas para que te diga de dónde nacieron las voces de &c. te responderé en una palabra. Nacieron de que yo tengo algunos amigos muy ligeros. Este enigma te le descifrará Nicolás a quien respondo largo en el asunto; y tú, grandísima mentecata, otra vez no me hagas tan poca merced. De aquí a dos meses me conocerás mejor, y te correrás de haber sospechado de mi semejante ligereza; bautízala como quisieres.   -124-   A Dios, que te guarde mis iras porque quedo muy enojadísimo.

Tu enojado Capellán, mi persona.

Mariquita mía.




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Carta X

Escrita en Villagarcía a 14 de Marzo de 1755 a su hermana


Hija mía: Mudemos de papel, puesto que Filis lo manda y sean menos estrechas las márgenes de la conversación, que esto no cuesta mucho a los habladores; mas por ahora te sucederá lo que a los ríos poco caudalosos, que cuanto más   -125-   se ensancha la madre llevan menos agua, y a fe que esta carta la podrá vadear cualquiera. Es el caso que nos hallamos a la puerta del jubileo de las doctrinas, y cargados de ejercitantes, cuatro de los cuales quieren mudar ropa limpia, y dejarme con cuenta y razón toda la sucia en los oídos; y como todos ellos son gente de mucha ropa, el recuento consumirá muchas horas que es preciso se ahorren de tararira. Pero no quisiera que se me olvidase darte la enhorabuena de que hubiese parido ya tu carrillo con tanta felicidad que se excusase el ministerio de la comadre de acero, y que tu   -126-   cara perdurable se hubiese restituido ya a su llanura natural. Queriendo Dios presto veré ese retrato del valle de Josafat, que dicen es cuadrilongo, y se hará el juicio universal de todas cuantas perrerías, picardías, infamias, y desvergüenzas me has dicho, sin respeto a mis anteojos, que es lo que más siento.

Mañana espero la licencia formal de tu amigo con la respuesta a la carta de padre, que estará descansando aquí siete días; y en llegando Piña, que parece me conduce los bagajes, podré regular con corta diferencia el día de mi partida. Hasta venir dicho permiso   -127-   con las formalidades acostumbradas no puedo avisar al Colegio porque se tendría por ligereza; pero si padre comunicare antes la noticia, que sí lo hará como se le acuerde, no será de mi cuenta la anticipación.

Mi señora Doña Antolina es mujer de fondos, y no necesito verla para conocerlo, así como sin haberte visto a ti sino cuando no eras para vista pude definirte. No me quiebres la cabeza, y hazme tío cuando te se antojare, que en tío de Campos me convierta yo si volviere a tocarte esta especie. A lo más puede ser que alguna vez diga a Nicolás lo que un oficial   -128-   escribió a un cuñado suyo desde Lima: Por amor de Dios encarga mucho a Mariquita que no para hasta que vuelva yo de las Indias; y cierta Reina de Francia a una dama suya que se hallaba en los ocho meses: Duquesa no quiero que paras hasta el buen tiempo, y era por noviembre. Si han de esperar a él para hacerlo las que en Castilla se hallan en ese estado pocas señas hay de que lo logren en muchos meses, porque el de marzo hasta ahora ha ido tan cruel como el de enero; y a mí me esperarán los puertos con algunas picas de nieve; pero ¿qué picas no atravesaré yo por   -129-   verte?, y ¡qué tonta serás tú si me lo crees! A Dios, gitana, que voy a darme una panzada de pecados.

Tu dije.

Mi cañona.




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Carta X

Escrita en Villagarcía a 14 de Marzo de 1755 a su cuñado


Amado hermano y amigo: Mañana espero la respuesta del P. Provincial si la carta de padre y la mía le alcanzaron en Arévalo, y en vista de ella se tomarán las medidas arregladas a la providencia que has dado, y me comunicas   -130-   en tu carta de 5 del corriente, las que son muy acertadas. Yo tenía ya mi rocinejo en nuestra caballeriza para que en estas tres semanas fuese cobrando las fuerzas que no tiene, y necesitaría para la jornada larga que le esperaba; pero luego que recibí la tuya se le restituí a su dueño, que me había regalado con él con la mayor bizarría, sin haberle podido reducir a que me le vendiese, ni aun con el pacto de la retrovendición. Sintiolo mucho, y yo también siento no hacer mi entrada pública en esa ciudad sobre una Hacanea que me envidiarían todos los sardineros, y me aseguraría   -131-   los gritos de los muchachos y los tronchos de las verduleras; pero como ha algunos años que me río del mundo por lo menos tanto como él se ríe de mí, en afianzando mi conveniencia me divierto con todo lo demás. En fin montaré en el palafrén que me destinas, y marcharé de pupilaje a las órdenes del señor guarda, circunstancia que aprecio sobre todas las demás; pero no el que le hubieses proveído de dinero porque para un viático desde aquí a Santiago ya había formas en el copón de mi parroquia.

Quedo enterado de las nuevas instrucciones que me das en   -132-   orden a la conferencia con Piña y no saldré un punto de ellas; pero la advertencia que me haces de que le tenga prevenida una posada decente solo pudo ser necesaria para que sepa con corta diferencia cuando ha de ocuparla, pues por lo demás ha un mes que tiene dispuesta la que honraron con su presencia los señores novios, y le trataré de manera que solo pueda quejarse de la cortedad del lugar, pero no de la de mi corazón, porque en esto más que en alguna otra cosa me precio de ser hermano tuyo.

Hasta que venga la licencia formal de mi Jefe no puedo escribir   -133-   a D. Andrés de la Torre, ni al colegio, porque sería ligereza; pues aunque parece no puede tener contingencia, supuestos los pasos que él mismo me precisó a dar, dicta la prudencia no anticipar los efectos de las resoluciones humanas hasta que salgan enteramente de sus causas. El hijo no acabará la gramática en todos los días de su vida, y así se lo tengo avisado repetidas veces a su padre; pero como este solo quiere que gaste aquí con menos libertad aquel tiempo que perdería con mayor perjuicio suyo donde tuviese más, si no tiene a qué destinarle prontamente en Santiago le   -134-   dará menos que sentir en Villagarcía. Si resolviere el que le lleve conmigo le haré un grande sacrificio; porque es de los insignes morlacos y cazurros que comen pan.

El martes se apareció aquí el colegial Losada, y por él te remití los dos tomitos de aquella obrilla mía que se imprimió en Alemania, aunque suena impresa en Flandes. Tiene muchas erratas la impresión, y por eso no se divulgará esta, sino la segunda que se está haciendo de letra mucho más hermosa, arreglada a las correcciones que remití. Ha contentado a los pocos que la han visto; y en las notas   -135-   corrigen no solo los descuidos o cuidados del P. Duchesne, sino algunas groseras inadvertencias de nuestros mejores historiadores. Es día, y aun semana muy ocupada, y no puedo dilatarme más. A Dios que te me guarde como necesita

Tu amante hermano y amigo: Jhs. José Francisco.

Mi amado Nicolás.



  -136-  
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Carta XI

Escrita en Villagarcía a 21 de Marzo de 1755 a su hermana


Hermanita mía: hijita mía, gitanita mía, cuernito mía, y todos los acabados en ita y en ito con su añadidura de gato. ¡Han visto el estilo que ha tomado el diantre de la muchacha ahora en las vísperas de nuestra visitación, disminuyéndome hasta aquellos dictados que me franqueó en su estatura natural la misma naturaleza! ¿No es esto ir haciendo la cama para cercenarme hasta la misma persona,   -137-   dejándola en estado en que no se pueda divisar ni aun con microscopio? Oyes, bruja, si otra vez me hermaniteas el alma, a la vista ajustaremos la cuenta, y en verdad que tengo tanta gana de ajustarla como que siento un poco más que tú la inevitable dilación que ocasiona Piña con su retardado viaje. Pero pasión no quita conocimiento; y es menester confesar que será un insigne temerario si le emprende en tiempo tan riguroso, a menos que intente quedarse garapiñado en el Cebrero, y que de aquí a cien años le encuentren enjuto sobre su caballo, como después de un siglo se hallaron en   -138-   la cordillera de Chile lo primeros españoles que pretendieron atravesarla aun estando menos cargada de nieve que lo están ahora cuantos puertos nos rodean y nos dividen. Es cierto que mi vehemencia, mi borrachera y mi perverso gusto ya me representan como eternidades los instantes, pero también lo es que si me quedara por estaca en Foncebadón tardaría más en verte; y que en este punto como buen teatino llevo la opinión que se atribuye a los de mi ropa; de que antes andarán una jornada por buscar el puente que vadear un río, porque si se ahogan, sin duda tardarán más en pasarle. Por lo que   -139-   a mí toca ya estoy haldas en cinta con todas las licencias necesarias, y despedido por escrito de todos aquellos que tienen derecho a saber dónde paro, a fin de que no anden a tientas para marearme; y aunque me alegrará mucho estar ahí antes que se abriera el punto, y se rompiera la guerra, por ver si podía atajar la declaración, no hemos de querer lo que Dios no quiere, y la conformidad también es medio para que el autor de la paz eche su bendición a mis derechos fines. Aquí venía de perlas contestar al parrafito de Cuaresma: lenguas de fuego, corazones helados, espíritu vivificador,   -140-   y toda la demás retalla mística con que nos retas al P. Ambrosio y a mí, haciéndote la merced de suponerte más apostólica que entrambos. Pero en materia de lenguas y de viento ¿qué hombre se las ha de apostar a una mujer?, ni ¿quién dejará de confesarte la preferencia? Si se tratara de mentiras, contra las cuales prediqué uno de estos viernes con tanto aplauso del auditorio, que me llaman por excelencia el Padre de las mentiras, acaso podría disputártela; pero ni aun en esto te la disputo, porque conozco que tampoco en materia de embustera tienes contrarresto. A lo que podría desafiarte   -141-   con mayor seguridad es al sermón de mandato que me espera porque siendo su asunto el amor, sobre el cual se representan en el púlpito tantas jácaras, estoy cierto de que no me habías de hacer competencia. Con especial gusto hubiera visto tras de una cortina la que hubo entre ti y el señor visitador de fetos bailarines cuando concurristeis a la cabecera de madre, aprobando desde luego el partido que tomaste de contestarle en su estilo, porque los presumidos y los necios no entienden el idioma de la modestia. Como en este correo se publicará en esa ciudad mi viaje por las cartas que   -142-   me ha parecido razón escribir a varios, me alegraré mucho saber cómo les ha sentado a los dos perillanes, y qué calendarios hacen de él, cuya noticia me importará también para arreglar mis medidas. Discurro que con esta novedad pedirán, prontamente instrucciones para mi recibimiento. A Dios, gallegota: memorias a madre y las chicas hasta que yo bese la mano de la primera, y las segundas me la besen a mí.

Tu calabaza: Jhs. El peregrino.

Mi esclavina.



  -143-  
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Carta XI

Escrita en Villagarcía a 21 de Marzo de 1755 a su cuñado


Amado hermano y amigo: Tengo ya las licencias necesarias con toda amplitud y bizarría para marchar cuando quisiere, y aun me encarga el Provincial que lo haga cuanto antes lo permitiere el rigor del tiempo; para ver si puedo evitar el rompimiento, y cuando no, para solicitar cortar el fuego antes que tome más cuerpo; con que ya solo me detendré el tiempo que tardare Piña en resolverse a   -144-   venir, y conducirme el equipaje, que hará muy bien dilatarlo hasta que deje de ser temeridad, porque si él o yo nos garapiñáramos en los puertos, ambos tardaríamos más en arribar a nuestros respectivos destinos. Discurro que no habrá salido de La Coruña por lo menos hasta el día después de S. José, que fue el primero en que aquí descubrimos algún asomo de serenidad, y de esa manera no le espero hasta fines de Semana Santa, ni el equipaje podrá estar aquí de vuelta de Madrid hasta después de la primera semana de Pascua. Esta dilación mortifica mucho las vivas ansias que tengo   -145-   de daros un estrecho abrazo; pero como no debemos querer lo que Dios no quiere, es justo que la pasión ceda a la razón y a la conformidad. A Dios, que te me guarde como necesita

Tu amante hermano y amigo: Jhs. José Francisco.

Nicolás mío.




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Carta XII

Escrita en Villagarcía 28 de Marzo de 1755 a su hermana


Hija mía: Tus flemones por un lado, la flema con que la nieve ha tomado esto de estarse regodeando   -146-   sobre los puertos por otro, la que en consecuencia de la misma gasta D. Antonio de Piña en La Coruña y en El Ferrol, sin que yo me atreva a condenarla, los dolores que afligen a madre con tanta porfía, y el tener desahuciado a este P. Rector, sin que pueda vivir sino que sea por una especie de milagro, perdiendo en él mucho todos, y yo un buen amigo, me han retirado el gusto de manera que solo le siento en suspirar, y aun esto me lo recatea el corazón, porque está muy sofocado. Añádese a esto que en las primaveras y en los otoños regularmente se me desenfrena la   -147-   hipocondría, siendo estas las flores y los frutos que produce mi terreno. Hoy extraño menos esta visita, porque solo la dilación de la tuya, aunque faltaran los demás motivos alegados, bastaría para desazonarme toda la gracia; y así por lo que toca esta carta no temo que me repitas la desvergüenza de llamarme el atrevido gracioso, y estará más en su lugar el epíteto del vejete insulso, o el de Marica con barbas. Con efecto, teniendo poblado de cerdas el corazón para algunas cosas, cuando se trata de perder a quien quiero bien, le tengo tan lampiño que es una lástima. En fin, hija mía, no está   -148-   gracia en casa, ni ya lo estará hasta que te vea, que será cuando Foncebadón lo permita, el Cebrero dé licencia, y D. Antonio de Piña se le antoje.

Tu amante Pepe.

Mi amada Maruja.




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Carta XII

Escrita en Villagarcía a 3 de Abril de 1755 a su cuñado


Amado hermano y amigo: D. Antonio de Piña llegó bueno el Domingo de Pascua, hícele descansar lunes y martes: partió el miércoles: dejome a Ignacio y al caballo,   -149-   por no malograr el bellísimo tiempo; y yo salgo de aquí mañana viernes 4 del corriente. No sucediendo azar o demasiada fatiga que me obligue a tomar en el camino algún día de descanso, espero dormir en esa ciudad sábado o domingo 14 u 15 tomando la ruta por Lugo. Mientras tanto diviértete con las adjuntas, y resérvalas, porque la del Doctoral no he de responder hasta que ponga la fecha de Santiago, y ahí también responderé la de esa brujuela desvergonzada, porque me falta tiempo para mucho, y en el ínterin dala dos bofetadas a letra vista. Avisa en el colegio, y recoge   -150-   el baúl que va por Rioseco, si llegare antes que yo, que lo dudo mucho. A Dios, que te me deje ver con la felicidad que desea.

Tu amante hermano y amigo: Jhs. José Francisco.

Mi amado Nicolás.




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Carta XIII

Escrita en la Bañeza a 5 de Abril de 1755 su cuñado


Amado hermano y amigo: Voy a comer en este mesón de la Bañeza hoy sábado 5 del corriente; y a pesar del grande viento que   -151-   nos ha molestado dormiré esta noche, queriendo Dios, en Astorga, porque deseo verme cuanto antes del otro lado de Foncebadón, que ahora está limpio, y pasado mañana puede no estarlo. Según estas jornadas, no habiendo novedad en el camino, espero dormir el sábado en ese colegio. Parte el correo: a Dios, y un abrazo a esa embustera.

Tu amante hermano: Jhs. José.



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Carta XIV

Escrita en Sobrado a 12 de Abril de 1755 a su cuñado


Amado hermano y amigo: A vista de la tierra de promisión estoy detenido sin entrar en ella cuando pensaba. Después de un viaje, bastantemente feliz, y tirado llegué ayer esta posada de Sobrado calado de viento, granizo y agua que me acompañaron desde Lugo. Por más instancias que me hicieron los monjes para que durmiese en el monasterio no lo admití, con la resolución y con el ansia   -153-   de darte hoy un abrazo. Pero habiendo amanecido el día como considero los del diluvio, tengo por temeridad ponerme en camino hasta enjugarme siquiera hoy, pero mañana le continuaré aunque sea navegando. Desde las Herrerías acá vengo hecho mayordomo de mí mismo, porque al buen Ignacio Cambeyro le clavaron el caballo en Villafranca, de manera que no pudo pasar de aquella infeliz posada; y me ha venido sirviendo de proveedor Pepe López tu futuro paje, y actual amanuense mío. Para que no estés con cuidado te anticipo ese propio, que es el mozo de Villafranca, que ha de volver   -154-   con la haca de Pepe. Paciencia hasta mañana, y di a mi señora Doña Teodomira que la tenga también.

Amigo, el pulso está húmedo, y hasta que se seque no puede regir. Casualísimamente supe ayer tarde que estaba en el monasterio el señor Abad recluso: pasé a darle un abrazo: oíle, consolele, repetirelo hoy; y en habiendo oído a todos se hará lo que se pudiere. A esa chula abrázala por mi intención, que yo haré lo mismo por la tuya cuando se me ponga delante. A Dios, que te me guarde cuanto quiere

Tu amante hermano: Jhs. José.



  -155-  
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Carta XV

Escrita en La Coruña en primero de Junio de 1755 a su cuñado


Amado hermano y amigo: Ayer a las cinco de la tarde entramos felizmente por la barra de la Pescadería sin más azar que los que dejamos a las espaldas: estos, dice el señor D. José Manuel que fueron muchos, pero que todo lo azaroso de ellos consistía en dejarlos, y lo dice tan de veras, que es preciso creérselo mucho más que en cortesía. Oyó leer la carta que me entregó D. Manuel de la Puebla   -156-   con sobrescrito para mí y con el contexto para su Señoría con singular complacencia, tanta, que me persuado que daría por bien empleado volver a doblar el cabo de Rabo de Egua, hacer aguada en Carral, y echar áncoras en Poulo, a trueque de verse sentado enfrente del alma de S. Javier, junto al espíritu y cuerpo de D. Nicolás de Ayala: esto es así; y también lo es que yo me encontré la carta de Doña María de la Llera en el aposento de La Coruña bien abrigada en mi cartera, sin acordarme de quien me la metió allí. Al fin hoy se la remito por el mismo guarda que lleva esta; y   -157-   por cuanto han dado ya las siete y media voyme a cenar a la mesa del colegio, antípoda de la tuya; suponiendo que esta carta con las expresiones contenidas en ella se dirigen a mi señora la Duquesa de Medinasidonia en representación, por mano de su marido en propiedad D. Nicolás Jacinto de Ayala, quien guarde Dios muchos años.

A tu orden: Jhs. José Francisco.

Señor mi cuñado.



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Carta XVI

Escrita en La Coruña a 6 de Junio de 1755 a su cuñado


Amado hermano y amigo: Mañana sábado marchamos al Ferrol, estando dispuesto el viaje por tierra; pero si llueve tanto como ayer y antes de ayer navegaremos en la litera, y si no peligraremos en la Marola daremos al través en el Peñón, que de estos no faltarán en el camino de la costa. Nuestro D. José Manuel no solo ha ejercitado el empleo de Visitador general, sino el de generalmente   -159-   visitado, de manera que título más inútil no le ha despachado el Rey, pues sin el sello de su Majestad será visitador general en cuantos pueblos entrare. Aquí le han hecho todos la misma justicia que ahí; pero enmedio de los atractivos herculinos respira siempre por los encantos de la rúa nueva, dando cada día más señales de que jamás se olvidará de ellos, y según los términos en que se ha explicado no me cogerá de susto que te haga saltar de repente hasta las colunas gaditanas, porque hace tanta burla de tus melindres honrados y políticos, como ha formado concepto de tus talentos aun para mucho   -160-   más. No te ha escrito por haberlo hecho yo en nombre de entrambos, a cuya voz va también esta carta, en la que se deben entender todas las expresiones respetosas que corresponden de su parte para esa chula, y todas las cariñosas que corresponden de la mía.

El día 11 u 12 se bota un navío en la Graña: inmediatamente que se acabe esta función el señor D. José toma su ruta, y yo la mía a esa ciudad, pero no puedo decir el día que entraré en ella, porque eso dependerá del tiempo, del cansancio y de las circunstancias.

A padres y hermanitas una visita   -161-   con mil respetosas memorias a madama Valdivieso y a tu ahijada. A Dios.

Tu amante hermano y amigo: Jhs. José.

Nicolás mío.




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Carta XIII

Escrita en Esteyro el Real a 12 de Junio de 1755 a su hermana


Excelentísima señora: D. José Manuel Domínguez se metió esta mañana en su litera con todo el hombre exterior sano y robusto a lo que parecía, y por lo que toca al interior, vuecelencia, que parece   -162-   está más dentro de él que yo, lo sabrá mejor. Dejome hecho el encargo de que pusiese esta gustosa noticia en la soberana comprensión de vuecelencia, a quien en cambio ruego yo pase a la de mi señora Doña Juana Tomasa la de que este su cautivo caballero finca de hinojos a los pies de su hermosura, acatando su grandeza, hasta que cansándose la suerte de ser cuitada me lleve piano piano hasta el tapete de su trono.

Excelentísima señora: Besa los pies de vuecelencia

El tercero de su hermana.



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Carta XVII

Escrita en Esteyro a 12 de Junio de 1755 a su cuñado


Amado hermano y amigo: Si hubieras esperado a escribir el día 6 la carta que escribiste el día 5, la que Concha me remitió al Esteyro con puntualidad, excusarías el encendimiento del atrabilis, que es perjudicial a los pulmones, y ahorrarías un juicio temerario para otra ocasión en que hiciese más falta, porque recibirías la segunda carta que te escribí desde La Coruña el mismo instante en que me apeé   -164-   del valle de Barcia, donde no fui el Tobías del ángel S. Rafael, sino el Aarón de la María de Moisés, y faltó poco para convertirme en Noé, según lo mucho que llovió los dos días que el Procurador de La Coruña y yo nos detuvimos en aquellos nuevos estados hereditarios de su colegio, tan aislados que hasta en la misma cama no estábamos seguros del naufragio. Esto fue el viernes de la semana pasada, y el día siguiente por la tarde salimos a dormir a Betanzos, de donde el domingo seguimos nuestra derrota al Esteyro en cuya bahía dimos fondo a la una y media del día conducidos por todos los dependientes   -165-   a casa de D. José Alcalá, cuyos excesos, los del señor Intendente tu verdadero apasionado, y de toda la Oficialidad y Marinería de los tres Sitios piden mucho papel, larga conversación y más elocuencia que la mía para pintar el embeleso del señor D. José Manuel y el mío. Finalmente, ayer miércoles a las tres y media de la tarde se botó el Vencedor de sesenta cañones con la mayor felicidad; y hoy a las cuatro de la mañana partió el señor D. José, y nos arrancamos entrambos en el desembarcadero de Neda, hasta donde le acompañé con toda la Dependencia o Departamento de   -166-   Rentas, dejando a tu consideración lo que pasaría en aquel doloroso tierno lance, y los encargos que me haría para ti, y para esa mi señora, especialmente habiendo recibido anoche tu carta y la esquela de su Excelencia, con la cual quedó tan derretido como si fuera de la misma mismísima señora Duquesa de Medinasidonia en original. Esta noche voy a dormir a Bañobre, cuyo Cura D. Francisco Marín de Robles me estaba ya esperando en el Esteyro; y mañana viernes le pasaré en ver las obras o fábricas de Sada por complacer a este señor Intendente que se empeñó en eso, y dio orden a su subdelegado   -167-   Taboada para que me recibiese y tratase en aquel Sitio como a su misma persona. Y aunque el Cura de Bañobre traía la pretensión de que me detuviese algunos días en su casa, ya le he desahuciado de ella, diciéndole que solo me detendré hasta el domingo a medio día por la misa, y durmiendo ese mismo día en Betanzos, y el lunes en el valle de Barcia, espero darte un abrazo el martes por la tarde, y dar fin a esta primera peregrinación, que aunque tan divertida no ha templado mis suspiros por das vecindades y esquinazos de la parroquia de Salomé. Así el señor Intendente como   -168-   Alcalá me encargan mil expresiones para ti, cuyo recibo me darás a boca, pasando las mías a padres y a las chicas.

Tu amante hermano y amigo: Jhs. José.

Nicolás mío.




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Carta XVIII

Escrita en Goyanes a 10 de Agosto de 1755 a su cuñado


Amado hermano mío: Ahí va la respuesta a la carta de Perea, que encaminarás con prontitud y con seguridad por mano de Alcalá para que conste de su recibo. Es necesaria   -169-   esta precaución por la gracia para el cirujano de Marina que le pido en ella, y si la pudiere recibir antes del día 16 mejor, por ser en ese la revista. Muy al caso me ha hecho el encuentro de este cirujano, pues sobre la fechuría de la cotorra se añadió ayer (después de escrita la esquela para María Francisca) el desenfrenárseme la erisipela en la pierna derecha, aumentada con el disimulo de haber salido a pescar al mar, por no quitar esta diversión, y para evitar el cuidado a estos señores. Mareeme también a mayor abundamiento, con que fue preciso volvernos a tierra, y yo inmediatamente   -170-   a la cama bien lleno de dolores, pero con los remedios que me aplicó nuestro cirujano se aplacaron dentro de pocas horas, y aunque no me permitió dormir la fatiga y el excesivo dolor, pude levantarme hoy a oír misa con sola una memoria sorda del dolor, y muy corregida la inflamación.

Al faco se le dieron dos sangrías, se le pusieron dos cañones y se le aplicó una untura, con cuyos remedios, y con habérsele quitado el verde por consejo del mariscal, dándole paja y cebada con moderación, queda casi restablecido sin toser apenas ya. No hubo otro motivo para su enfermedad   -171-   que la barbaridad de Manchiles, a quien, si yo fuera Rey, le pagaría pensión para que fuese a cuidar de la caballería enemiga, y en poco tiempo la convertiría en infantería.

No habiendo novedad saldré de aquí para Melón el día 16 u 17, por dar lugar a que llegue antes el hermano Virto a prevenirme la cama. Dale una caja grande de tabaco flojo y ordinario, porque la que yo traje con esta prevención me la alivió alguno de los criados, encontrándola en el cuarto donde duermo, que está sobre su palabra.

Estimete mucho la gaceta y   -172-   papeleta que con las demás cartas podrás remitir el correo que viene al Administrador del tabaco de Ribadavia, adonde enviaré yo por ellas. Ahora no más sino que hagas una visita a padres y a las chicas en mi nombre, y envíes las adjuntas a sus respectivos dueños. Vive cuanto desea

Tu amante hermano: Jhs. José Francisco.

Nicolás mío.



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Carta XIV

Escrita en Goyanes a 10 de Agosto de 1755 a su hermana


Amada Mariquita mía: Ya sabes que llegué, cómo llegué. Lo que se sigue es que estas señoras me confunden a favores, me embelesan a diversiones mientras una pícara de una cotorra me quiso comer a picotazos. ¿Serían celos, envidia? Es cuestión que hasta ahora no se ha podido decidir, ni tampoco ha habido tiempo, porque todo este se le lleva la música, la   -174-   caza, pesca, la mesa y la cama, después de cumplir con el breviario y con el misal lo más aprisa, y lo peor que se puede. ¡Ola!, también se debe quitar una hora casi de rosario de invierno, tan aforrado en padres nuestros, que no lo estará más el refectorio del convento de S. Francisco de París, donde se cuentan como unos quinientos frailes en tiempo de qüesta en que falta la mitad. Las señoras no pueden ser más agradables, el sitio no puede ser más delicioso, las frutas no pueden ser más delicadas, ni las ostras pueden tampoco ser más frescas, salvo que se convierta en ostra la Marquesa   -175-   de A... Mañana domingo nos embarcamos para la isla de los Conejos, donde llevamos ánimo de matar el lunes como hasta unos tres mil; y uno solo que falte daremos por perdido el día, que la noche no podrá serlo más, puesto que será preciso pasarla debajo de una gran peña; y si el día siguiente fuéremos a amanecer a Argel, como es muy natural, no por eso te aflijas, que ya tendré cuidado de regalarte con algunos dátiles. Olvidábaseme decirte cómo he encontrado aquí una bellísima fuente te de agua escobilladora y barrendera, que me tiene ya la barriga tan limpia como Nicolás deja los platos.   -176-   ¿Puede ponderarse más? Ninguna mejor que tú puede comprehender hasta dónde llega esta virtud purificadora y mundificativa, pues sabes bien cuánto había que limpiar. De mi señora Doña María Teresa sólo te podré decir que te pudrirías si me vieras a su lado; y yo te dejaría podrir tan lindamente, porque dicen que los nísperos saben mejor así. Con todo eso esta señora ha dado en la manía de quererte mucho, porque la encajó no sé quien que eras esto, aquello, lo otro y lo de más allá: yo la dejo en su buena fe, y engaño adelante, porque mientras no gastes calzones no perjudica. También   -177-   estima mucho a tu amiga y mi señora Doña Juana, de quien tiene grandes noticias; y es de tan buena condición, que me ha dado licencia para que cada día la quiera más y más, porque si en el coro de un convento caben muchas monjas, ¿quién quita que dentro de un mismo corazón se acomoden muchas vírgenes? Aprende a tener buen genio, y di a esa señorita que precisamente la he de agradecer infinito lo mucho que te estima. Y ¿por qué no se lo agradeceré también a mi señora Doña Nicolasa Marín? Allá cuidarás tú de que lo sepa, con tal que María Isabel y Antolina Cándida tengan entendido   -178-   que es hermano suyo el que es

Tu amante padrino, José María.




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Carta XIX

Escrita en Goyanes a 17 de Agosto de 1755 a su cuñado


Amado hermano mío: Sobre el capítulo de mi salud remítome a la esquela, y a lo que diría el cirujano. No hay más, ni menos, porque soy de tu opinión en este punto. Voy temiendo que he de llevar de Galicia esta compañera de por vida, y en verdad   -179-   que no es tan amable como la tuya.

Toda esta casa es tu apasionada, porque lo fue el difunto D. Juan Caamaño, y mi señora Doña María Ventura me encarga que nunca te escriba sin hacer memoria de las veras con que te estima. La señorita es digna de un Monarca, así por lo que vale como por lo que parece. Muérese por nuestra Mariquita Francisca, habiendo formado un concepto superior de sus talentos. Dispón que la responda en esquela aparte con todo el cariño que pueda, correspondiéndola en el mismo tratamiento, y que se fíe sobre mi   -180-   palabra de la realidad y de la vehemencia de la suya.

Anticipo esta hoy domingo porque mañana vamos todos por mar al Esteyro, que dista media legua de aquí, donde estas señoras quieren darme un día de campo en la bella casa que allí tienen.

Ayer y hoy han sido unos días muy apacibles: los antecedentes fueron turbados y lluviosos, lo que aumentó la desazón de mi pierna.

Dispón que se entregue la adjunta al hermano Cayetano, previniéndole que al sujeto para quien va le advierta que responda luego, pero que no se mueva hasta que le avisen.

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Si no hubiere salido el hermano Virto dile que no me espere, porque en el estado en que me hallo será temeridad emprender la jornada de Melón. Si hubiere salido puedes decir de mi parte al P. Procurador escriba al hermano de Pazos que le diga no me aguarde.

El faco ya está bueno, habiendo purgado mucho por los cañones. Curvina también lo está, aunque un poco flaca; y creo sea de amores, porque no hay forma de separarse de mí ni un solo instante, menos cuando fue a la isla donde nada perdió por ella la religión, no obstante que los tres mil   -182-   conejos se redujeron a cinco, pero esto fue sin duda por la mala voluntad de los malsines y encantadores que nos persiguen.

A Perico y a Frazco mis memorias con una gran visita a madre y a las chicas, a quienes escribiría si no fuera por la jornada de mañana. A Dios que te guarde cuanto desea

Tu amante hermano y amigo: Jhs. José

Nicolás mío.



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Carta XV

Escrita en Goyanes a 17 de Agosto 1755 a su hermana


Amada Mariquita mía: Ni fui a tal caza, ni fui a tal pesca, ni he podido salir de casa, y aun con mucho trabajo de la cama hasta ayer que pasé a ver a mi señora Doña María Nogueira. De todo tuvo la culpa la erisipela, que se ha servido hacerme una visita tan cansada y tan prolija como las que acostumbra cierto Conde, aunque no tan molesta, porque más quiero erisipelas que mazas, aunque   -184-   sean con señoría, ni con excelencia. Mi cirujano D. Ramón Jiménez, a quien encargué te hiciese una visita, y por quien no pude escribir, porque a las once de la noche supe que partía el día siguiente a las cuatro de la mañana: mi susodicho cirujano os informaría del estado en que me dejaba, y en el mismo me mantengo poco más o menos, aunque ya casi sin dolor, pero la pierna inflamada; por lo que ni estas señoras me permiten montar a caballo, ni creo que ya pueda hacer mi viaje a Melón, así por el peligro de que se inflame más, como por el desconsuelo de verme en   -185-   aquella bárbara montaña con este enfadoso huésped, y expuesto a las resultas demasiadamente serias que suele tal vez traer. Esto quiere decir que me veréis allá cuando menos se piense, porque en estando para montar soy con vosotros. Mientras tanto no te puedo ponderar lo que debo a estas señoras, con especialidad a la tocaya de la Emperatriz Reina, que nada la debe, ni en el espíritu, ni en el cuerpo; pero tú la debes infinito, y tanto, que me llenaría de celos si no fuera por el sexo si me hubieras pegado tu genio, y si no fuese la mayor lisonja mía todo lo que es mayor estimación tuya. Estoy   -186-   firmemente persuadido a que cuanto hace conmigo lo hace precisamente por ti; y tan lejos está de que este conocimiento disminuya o temple mi gratitud, que antes la enciende mucho más, dando un nuevo primoroso realce a sus finezas. Tengo en mi poder unas tabletas de memoria con que te regala para que nunca la desvíes de la tuya, y de contado quiere regalarte con una posdata suya en esta esquela, si a reparar en que será un diamante engastado en plomo, solo porque sirva de primera prenda a vuestra correspondencia. Yo no sé que diablos ha imaginado de ti concibiéndote como   -187-   una mujer allá de no sé qué materia y de qué forma, sin querer persuadirse por más que se lo juro a que eres de carne y hueso como todas las demás. Allá se las haya con su engaño, y buen provecho os haga a las dos vuestro futuro amancebamiento, que ya veo irremediable. Lavo mis manos; y por hacer lugar a las suyas para aquí esta esquela con las mismas memorias que la pasada, y con iguales protestas de que no quiere más D. Jorge Caamaño a su Mariquita Teresa que ama

A su Mariquita Francisca

José María.

No sabes bien cuánto significa esta expresión.



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Carta XX

Escrita en Goyanes a 24 de Agosto de 1755 a su cuñado


Amado hermano y amigo: Pensé abrazarte en lugar de escribirte, pero no ha querido el bárbaro del herrador, que clavó a la haca, y me enclavó a mí, no sin mucho gusto de estas señoras, que dicen con gracia deben más al caballo que al jinete, y no podían levar en paciencia que hablase de viaje, sin hacerse cargo de que ya me podían echar la mayordomía del Sacramento a título de vecindad.   -189-   El albéitar de Noya la recetó una untura, y el descanso de algunos días, que por la inclinación de mi señora Doña María Ventura y de su hija debieran de ser meses, los que tampoco me harán daño para que acabe de disiparse la erisipela, pues aún se mantiene inflamado, aunque sin dolor, el empeine del pie, y solo se supuró la inflamación de la caña. Por lo demás he estado aquí con grandísimo gusto por la confianza, sinceridad y cariñosa llaneza con que me tratan como si fuera hijo de la casa, siendo estos y los del Ferrol los únicos días de recreo que he logrado en Galicia libres   -190-   de aquellos cuidados y molestas, atenciones que en esa ciudad no me permiten disfrutar completamente la satisfacción de vuestra amable compañía, que por ninguna del mundo trocaría si pudiese lograrla a gusto lleno, y aun ahora recelo que podré gozarla menos, porque si entra toda la comunidad en ejercicios el día último de este mes, y me dejan sin compañero, habré de pasar los ocho días encerrado sin el consuelo de veros, que será la pena de Tántalo, por cuyo motivo salí ya de ahí con ánimo de no restituirme a Santiago hasta el día 7 del que viene, en el cual se acaba   -191-   el encerramiento. Para que no me suceda este chasco convendrá estés con el P. Lorenzo, y aun con el P. Retor, suplicando a uno y a otro que suspenda aquel sus ejercicios hasta otro tiempo, pues no siendo así será inútil, y aun enfadosa mi asistencia ahí durante esta temporada.

La congregación salió como todos discurríamos y como deseábamos todos, ni había otro modo de suplir la falta que haría en Villagarcía el P. Idiáquez, supuesta la remoción de su ayudante, sino hacer volver al P. Villafañe, cuyo pensamiento también se me ofreció, y también le dije, pero me hacía fuerza quisiesen exponer segunda   -192-   vez su importante salud los peligros pasados, y más habiendo clamado él mismo para que le exonerasen de aquella pesada carga. Sea como fuere, todo se ha compuesto a mi satisfacción, menos el viceprovincialato, para el cual no es el que le tiene, y creo que así lo conoce el Provincial, pero la política no siempre va de acuerdo con la razón, ni la deja obrar libremente.

Estas señoras desean mucho tener todas mis obras o semiobras, y así enviarás a pedir de mi cuenta al P. Cayetano el primero y segundo tomo del Año cristiano, con otro de La juventud triunfante,   -193-   y tú me remitirás el Compendio de la Historia de España, Las fiestas de Pamplona, y la Historia de Teodosio, si las tuvieres, sobre la seguridad de que todo te lo reemplazaré, deteniendo al muchacho lo que fuere menester para que no se venga sin estos libros.

Aquí estuvo a verme dos veces el Abad de Fruime, y la segunda le detuvieron estas señoras tres días para que nos acompañase al Esteyro, donde tuvimos un día de campo sumamente divertido. Siente mucho haber perdido tu amistad sin saber por qué: yo le procuré desvanecer esta aprehensión, aunque no sé si lo conseguí.

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A Padres te servirás hacer una visita en mi nombre, y a Dios, que te me guarde cuanto desea

Tu amante hermano y amigo: Jhs. José Francisco.

Nicolás mío.



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