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Casa con dos puertas mala es de guardar

Comedia famosa

Pedro Calderón de la Barca


[Nota preliminar: Edición a cargo de Luis Iglesias Feijoo. Grupo de investigación Calderón de la Barca. Proyecto TC/12.]



PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA
 

 
LISARDO,    galán.
DON FÉLIX,    galán.
CALABAZAS,   criado.
HERRERA,   escudero.
FABIO,   viejo.
MARCELA,   dama.
LAURA,   dama.
SILVIA,   criada.
CELIA,   criada.
LELIO,    criado.





ArribaAbajoJornada I

 

Salen MARCELA y SILVIA en corto con mantos, como recelándose, y detrás LISARDO y CALABAZAS.

 
MARCELA
(¿Vienen tras nosotras?).
SILVIA
(Sí).
MARCELA
(Pues párate). Caballeros,
desde aquí habéis de volveros,
no habéis de pasar de aquí;
porque, si intentáis ansí5
saber quién soy, intentáis
que no vuelva donde estáis
otra vez; y, si esto no
basta, volveos porque yo
os suplico que os volváis. 10
LISARDO
Difícilmente pudiera
conseguir, señora, el sol
que la flor del girasol
su resplandor no siguiera;
difícilmente quisiera15
el norte, fija luz clara,
que el imán no le mirara;
y el imán difícilmente
intentara que obediente
el acero le dejara.20
Si sol es vuestro esplendor,
girasol la dicha mía;
si norte vuestra porfía,
piedra imán es mi dolor;
si es imán vuestro rigor,25
acero mi ardor severo;
pues ¿cómo quedarme espero,
cuando veo que se van
mi sol, mi norte y mi imán,
siendo flor, piedra y acero?30
MARCELA
A esta flor, hermosa y bella,
términos el día concede,
bien como a esa piedra puede
concederlos una estrella;
y, pues él se ausenta y ella,35
no culpéis la ausencia mía;
decid a vuestra porfía,
piedra, acero o girasol,
que es de noche para el sol,
para la estrella de día;40
y quedaos aquí, porque,
si este secreto apuráis
y a saber quién soy llegáis,
nunca a veros volveré
a aqueste sitio, que fue45
campaña de nuestro duelo,
y, puesto que mi desvelo
me trae a veros aquí,
creed de mí que importa así.
LISARDO
De vuestro recato apelo,50
señora, a mi voluntad
y, supuesto que sería
no seguiros cortesía,
también será necedad.
Necio o descortés, mirad55
cuál mayor defeto es:
veréis el de necio, pues
no se enmienda; y así, a precio
de no ser, señora, necio,
tengo de ser descortés.60
Seis auroras esta aurora
hace que en este camino
ciego el amor os previno
para ser mi salteadora;
tantas ha que a aquella hora65
os halló a la luz primera,
oculto sol de su esfera,
de su campo rebozada
ninfa, deidad ignorada
de su hermosa primavera.70
Vos me llamastes primero
que a hablaros llegara yo,
que no me atreviera, no,
tan de paso y forastero.
Con estilo lisonjero,75
áspid ya de sus verdores,
no deidad de sus primores,
desde entonces fuistes, pues
áspid, que no deidad, es
quien da muerte entre las flores.80
Dijístesme que volviera
otra mañana a este prado
y puntual mi cuidado
me trujo como a mi esfera.
No adelanté la primera85
ocasión, porque bastante
no fue mi ruego constante
a que corriese la fe,
-que adora lo que no ve-,
ese velo de delante.90
Viendo, pues, que siempre es nuevo
el riesgo y el favor no,
quiero a mí deberme yo
lo que a vuestra luz no debo
y así a seguiros me atrevo,95
que hoy he de veros o ver
quien sois.
MARCELA
Hoy no puede ser,
y así dejadme por hoy,
que yo mi palabra os doy
de que muy presto saber100
podáis mi casa y entrar
a verme en ella.
CALABAZAS
¿Y a ella
doncella desa doncella
-la verdad en su lugar,
que yo no quiero infernar105
mi alma-, hay cosa que le obligue
a taparse?
SILVIA
Y si me sigue,
tenga por muy cierto...
CALABAZAS
¿Qué?
SILVIA
...que me persigue, porque
quien me sigue me persigue.110
CALABAZAS
¡Ya sé el caso, vive Dios!
SILVIA
¿Qué va que no le declaras?
CALABAZAS
Muy malditísimas caras
debéis de tener las dos.
SILVIA
Mucho mejores que vos. 115
CALABAZAS
Y está bien encarecido,
porque yo soy un Cupido.
SILVIA
Cupidos somos yo y tú.
CALABAZAS
¿Cómo?
SILVIA
Yo el pido, y tú el cu.
CALABAZAS
No me está bien el partido. 120
MARCELA
Esto os vuelvo a asegurar
otra vez.
LISARDO
Pues ¿qué fianza
le dejáis a mi esperanza
de las dos que he de lograr?
MARCELA
La de dejarme mirar. 125

 (Descúbrese.) 

LISARDO
Usar desa alevosía
para turbar mi osadía
ha sido traición, pues ya
viéndoos ¿cómo os dejará
quien sin veros os seguía?130
MARCELA
Quedad, pues, de mí seguro
de que muy presto sabréis
mi casa y entenderéis
cuánto serviros procuro.
Esto otra vez aseguro.135
LISARDO
Ya en seguiros soy de yelo.
MARCELA
Y yo sin ningún recelo,
de que agradecida estoy,
por esta calle me voy.
LISARDO
Id con Dios.
MARCELA
Guárdeos el cielo.
140

 (Vanse las dos.) 

CALABAZAS
¡Linda tramoya, señor!
Sigámosla hasta saber
quién ha sido una mujer
tan embustera.
LISARDO
Es error
Calabazas, si en rigor 145
ella se recata así,
seguirla.
CALABAZAS
¿Eso dices?
LISARDO
Sí.
CALABAZAS
¡Vive Dios, que la siguiera
yo, aunque hasta el infierno fuera!
LISARDO
¿Qué me debe, necio, di,150
de haber cuatro días hablado
conmigo en este lugar
para darla yo un pesar
de quien ella se ha guardado?
CALABAZAS
Debe el haber madrugado 155
estos días.
LISARDO
Ya que estamos
solos, ya que así quedamos
sobre lo que podrá ser
tan recatada mujer,
discurramos.
CALABAZAS
Discurramos.
160
Dime, tú ¿qué has presumido
de lo que has visto y notado?
LISARDO
De estilo tan bien hablado,
de traje tan bien vestido,
lo que he pensado y creído165
es que esta debe de ser
alguna noble mujer
que, donde no es conocida,
disimulada y fingida
gusta de hablar y de ver,170
y por forastero a mí
para este efeto eligió.
CALABAZAS
Mucho mejor pienso yo.
LISARDO
Pues no te detengas, di.
CALABAZAS
Mujer que se viene así175
a hablar con quien no la vea,
donde ostentarse desea
bachillera y importuna,
que me maten si no es una
muy discretísima fea180
que por el pico ha querido
pescarnos.
LISARDO
¿Y si la hubiera
visto yo y un ángel fuera?
CALABAZAS
¡Vive Dios!, que me has cogido:
la dama duende habrá sido,185
que volver a vivir quiere.
LISARDO
Aun bien, sea lo que fuere,
que mañana se sabrá.
CALABAZAS
Luego ¿crees que vendrá
mañana?
LISARDO
Si no viniere,
190
poco o nada habrá perdido
la necia esperanza mía.
CALABAZAS
¿El madrugar a otro día
poca pérdida habrá sido?
LISARDO
El negocio a que he venido195
a madrugar me ha obligado;
no le debo a este cuidado.
CALABAZAS
Cerca de casa vivió,
pues de vista se perdió
cuando a casa hemos llegado.200
LISARDO
Y tarde debe de ser.
CALABAZAS
Sí, pues vistiéndose sale
quien a los dos nos mantiene
sin ser los dos justas reales.
 

(Salen DON FÉLIX y HERRERA, escudero, como vistiéndose.)

 
LISARDO
Don Félix, bésoos las manos. 205
FÉLIX
El cielo, Lisardo, os guarde.
LISARDO
¿Tan de mañana vestido?
FÉLIX
Un cuidado que me trae
desvelado no permite
que sosiegue ni descanse,210
pero vos, que os admiráis
de que a esta hora me levante,
¿no me dijistes anoche
que a dar unos memoriales
habíais de ir a Aranjuez?215
Pues ¿cómo a Ocaña os tornastes
desde el camino?
LISARDO
Si bien
me acuerdo, regla es del arte
que la pregunta y respuesta
siempre un mismo caso guarden220
y, puesto que a mi pregunta
fue la respuesta más fácil
un cuidado, de la vuestra
otro cuidado me saque,
que es el que a Ocaña me ha vuelto.225
FÉLIX
¿Apenas ayer llegastes,
y hoy tenéis cuidado?
LISARDO
Sí.
FÉLIX
Pues por obligaros -antes
que me obliguéis- a decirle,
este es el mío; escuchadme.230
CALABAZAS
En tanto que ellos se pegan
dos grandísimos romances,
¿tendréis, Herrera, algo que
se atreva a desayunarse?
HERRERA
Vamos hacia mi aposento,235
Calabazas, que al instante
que entréis vos en él, en él
no faltará algo fiambre.

 (Vanse los dos.) 

FÉLIX
Bien os acordáis de aquellas
felicísimas edades240
nuestras, cuando los dos fuimos
en Salamanca estudiantes;
bien os acordáis también
del libre, el glorioso ultraje
con que de Venus y Amor245
traté las vanas deidades,
de su hermosura y sus flechas
tan a su pesar triunfante
que de rayos y de plumas
coroné mis libertades.250
¡Oh, nunca hubiera, Lisardo,
luchado tan desiguales
fuerzas, porque nunca hubieran
podido los dos vengarse
o hubiera sido su golpe,255
puesto que a todos alcance,
por costumbre solamente
flecha disparada al aire
y no por venganza flecha,
bañada en venenos tales260
que salió del arco pluma,
corrió por el viento ave,
llegó rayo al corazón,
donde se alimenta áspid!
La primer vez que sentí265
este golpe penetrante
-que sabe herir sin matar,
y aun esto es lo más que sabe-,
en la juventud del año
una tarde fue agradable270
del abril, pero mal dije,
al alba fue; no os espante
ser por la tarde y al alba,
que con prestados celajes,
si bien me acuerdo, aquel día275
amaneció por la tarde.
Este, pues, como otros muchos,
por divertirme y holgarme
salí a caza y empeñado
llegué de un lance a otro lance280
al sitio de Aranjuez,
que, como poco distante
está de Ocaña, él es siempre
nuestro prado y nuestro parque.
Quise entrar a sus jardines285
sin saber qué me llevase
a ver lo que tantas veces
había visto, que esto es fácil
todo el tiempo que no asisten
al sitio sus Majestades.290
En el de la Isla entré...
¡Oh, cómo, Lisardo, sabe
la desdicha prevenirse,
el daño facilitarse!
Pues como la mariposa,295
que halagüeñamente hace
tornos a su muerte, cuando
sobre la llama flamante
las alas de vidro mueve,
las hojas de carmín bate,300
así el infeliz, llevado
de su desdicha al examen,
ronda el peligro sin ver
quién al peligro le trae.
Estaba en la primer fuente305
-que es un peñasco agradable
donde, temiendo el diluvio
de sus cruzados cristales,
parece que van huyendo
a él todos los animales-310
una mujer, recostada
en la siempre verde margen
de murta, que la guarnece
como cenefa o engaste
de esmeralda, a cuyo anillo315
es toda el agua el diamante.
Tan divertida en mirar
su hermosura en el estanque
estaba que puso en duda
sobre ser mujer o imagen,320
porque como ninfas bellas
de plata bruñida hacen
guarda a la fuente tan vivas
que hay quien espere que anden,
y ella miraba tan muerta325
que no pudo esperar nadie
que se pudiese mover,
la naturaleza al arte
me pareció que decía:
«No blasones, no te alabes330
de que lo muerto desmientes
con más fuerza en esta parte,
que yo desmiento lo vivo,
pues, en lo contrario iguales,
sé hacer una estatua yo,335
si hacer tú una mujer sabes,
o mira un alma sin vida
donde está con vida un jaspe».
Al ruido que en las hojas
hice, ¡ay de mí!, por llegarme340
a mirarla de más cerca,
del éxtasis agradable
-¡no fuese de amor!- volvió
con algún susto a mirarme.
No me acuerdo si la dije345
que ufana no contemplase
tanta beldad por el riesgo
de ser de sí misma amante,
que donde hubo ninfa y fuente
no fue posible escaparme350
del conceto de Narciso.
Ella, honestamente grave,
sin responderme volvió
la espalda y siguió el alcance
de una tropa de mujeres355
que andaba más adelante
midiendo de los jardines,
ya los cuadros, ya las calles,
hasta que su pie llegó
a hacer a todos iguales,360
porque al pequeño contacto
flores produjo fragrantes
tantas la arena que ya
no pudo determinarse
si eran calles o eran cuadros365
el jardín por todas partes,
pues fueron rosas después
las que eran veredas antes.
El traje que se vestía
era un bien mezclado traje,370
ni bien de corte ni bien
de aldea, sino a mitades:
de señora en el aliño,
de aldeana en el donaire.
En un airoso sombrero375
llevaba un rizo plumaje,
a quien tuvieron acción
la tierra después y el aire
por el matiz o la pluma
sobre si era flor o ave.380
Seguila hasta que llegó
a la cuadrilla, que, errante
coro tejido de ninfas,
a los templados compases
de hojas, pájaros y fuentes385
sonoramente suaves,
cada paso era un festín,
cada descuido era un baile.
A todas las conocía,
en fin, como a naturales390
de Ocaña, y solo ignoré
quien era de mis pesares
la ocasión, que ya lo era,
porque desde el mismo instante
que la vi, sentí en el alma395
todo lo que hoy siento. Nadie
diga que quiso dos veces,
que aunque aquí mire, allí hable,
aquí festeje, allí escriba,
aquí pierda y allí alcance,400
no ha de querer más que una,
que no pueden ser iguales
en el mundo dos efetos,
si de una causa no nacen.
De algunas de las que iban405
con ella pude informarme
de quién era y hallé en ella
más calidad por su sangre
que por su beldad. La causa
de no haberla visto antes410
fue por haberse criado
en la corte con su padre
hasta que a Ocaña se vino,
por que viva donde mate.
No os digo que la serví415
feliz y dichoso amante,
porque dichas que se pierden
son las desdichas más grandes;
sólo digo que, obligada
a mis finezas constantes,420
a mis servicios corteses
y a mis afectos leales,
merecí que alguna noche
por una reja me hablase
de un jardín, donde testigos425
fueron de venturas tales
la noche y jardín, que solos
a los dos quise fiarme,
porque al jardín y a la noche,
que son el vistoso alarde,430
ya de flores, ya de estrellas,
hiciera mal de negarles
a las unas lo que influyen
y a las otras lo que saben,
puesto que estrellas y flores435
siempre en amorosas paces
enlazadas unas de otras
eran terceras o amantes.
Desta suerte, pues, teniendo
la Fortuna de mi parte,440
viento en popa del amor
corrí los inciertos mares
hasta que, el viento mudado,
levantaron huracanes
de una tormenta de celos445
montes de dificultades.
Tormenta de celos dije;
ved, si alguna vez amastes,
qué esperanza hay del piloto,
qué seguro de la nave.450
Bien creeréis, Lisardo, bien,
cuando ansí escuchéis quejarme
de los celos, que soy yo
quien los tiene; no os engañe
el afecto de sentirlos455
desta suerte, porque antes
soy quien los he dado, y ellos
son en sus efetos tales
que me matan dados, como
tenidos pueden matarme.460
¡Oh, a qué nacen los que a ser
dados ni tenidos nacen!
Hay una dama en Ocaña
a quien yo, rendido amante,
festejé un tiempo; esta, pues,465
por darme muerte y vengarse,
se ha declarado con ella,
fingiendo finezas grandes
que a mi amor debe. ¡Ay, Lisardo,
qué prontamente, qué fácil470
en los celos las mentiras
sientan plaza de verdades!
Con esto se ha retirado,
tal que, aun para disculparme,
no permite que la vea,475
no me deja que la hable.
Mirad, pues, si este cuidado
consentirá que descanse,
cercado de tantas penas,
cargado de tantos males,480
muerto de tantos disgustos,
lleno de tantos pesares
y, finalmente, teniendo
sin culpa ofendido un ángel,
pues el padecer sin culpa485
es la desdicha más grande.
LISARDO
Don Félix, aunque los celos
de quien así os quejáis basten
a dar pesadumbre dados,
en no ser tenidos traen490
anticipado el consuelo,
que el dolor es tan distante
desde darlos a tenerlos
cuanto hay de ser un amante
la persona que padece495
o la persona que hace.
Con lástima empecé a oíros
cuando los celos nombrastes,
mas, cuando dijistes que eran
engaños y no verdades,500
la lástima se hizo envidia,
porque no hay gusto tan grande,
cuando hay desengaños, como
hacer damas y galanes
o paces para reñir505
o reñir para hacer paces.
Id a ver a vuestra dama,
que yo sé, aunque más se guarde,
pues ella tiene los celos,
que ella está en aqueste instante510
más que vos desengañada,
deseando desengañarse.
 

(Salen MARCELA y SILVIA abriendo una puerta que estará tapada con una antepuerta, y detiénense detrás della.)

 
MARCELA
(Por esta puerta, que al cuarto
de mi hermano, Silvia, sale,
desde el mío a verle vengo,515
porque, aunque él esté ignorante
de que he salido hoy de casa,
con esto he de asegurarle).
SILVIA
(Detente, que está con él
el tal huésped y ya sabes520
que no quiere mi señor
que llegue a verte ni hablarte).
MARCELA
(Y aun ésa fue mi desdicha;
oigamos desde esta parte).
LISARDO
Y, si en tanto que este gusto525
llega, queréis que yo trate
de divertiros, pues fue
concierto que os escuchase
un cuidado y dijese
el mío, oídme, escuchadme.530
MARCELA
(Oye).
LISARDO
Después que troqué
el hábito de estudiante
al de soldado, la pluma
a la espada, la suave
tranquila paz de Minerva535
al sangriento horror de Marte,
la escuela de Salamanca
a la campaña de Flandes,
y después, en fin, que hube,
sin valedor que me ampare,540
merecido una jineta,
premio a mi servicio grande
por haberme reformado,
entre otros capitanes,
ya la campaña acabada545
-que no me viniera antes-,
pedí licencia y partí
a España por ver si honrarme
merezco el pecho con una
de las cruces militares,550
que sobre el oro del alma
son el más noble realce.
Con esta pretensión vine
y su Majestad, que guarde
el cielo, para que sea555
fénix de nuestras edades,
remitió mi memorial
a tiempo que a desahogarse
de molestias cortesanas
vino a Aranjuez, admirable560
dosel de la primavera.
Mas ¿qué mucho que se alabe
de serlo, si la más bella,
la más pura, más fragrante
flor, la flor de lis, la reina565
de las flores, tras sí trae
cuantas a envidia del sol
rayos brillan, luz esparcen?
Seguí la corte, traído
más de mi afecto constante570
que de mi necesidad,
porque de ministros tales
hoy el Rey se sirve, que
no es al mérito importante
la asistencia, porque todos575
acudir a todo saben
gracias al celo de aquel
con quien el peso reparte
de tanta máquina, bien
como Alcides con Adlante.580
Llegué, en efeto, a Aranjuez,
donde vos me visitastes
en una posada y, viendo
tan incómodo hospedaje
como tienen en los bosques585
escuderos y pleiteantes,
que me viniese con vos
a Ocaña me aconsejastes,
pues los días de la audiencia
dos leguas era tan fácil590
andarlas por la mañana
y volverlas a la tarde.
Yo, por vuestro gusto más
que por mis comodidades,
obedecí. Todo esto595
ya vuestra amistad lo sabe,
pero importa haberlo dicho
para que de aquí se enlace
la más estraña novela
de amor que escribió Cervantes.600
MARCELA
(Aquí entro yo agora).
LISARDO
Un día
que madrugué vigilante
por llegar antes que el sol
nuestro horizonte rayase,
junto a un convento que está605
de Ocaña poco distante,
entre unos álamos verdes
vi una mujer de buen aire.
Saludela cortésmente
y ella, antes que yo pasase,610
por mi nombre me llamó.
Volví en oyendo nombrarme
y, diciendo a Calabazas
que con el rocín me aguarde,
llegué diciendo: «¡Dichoso615
el forastero a quien saben
su nombre las damas!». Y ella,
con más cuidado en taparse,
me respondió a media voz:
«Caballero desas partes620
no es forastero en ninguna»;
y añadió favores tales,
que me obliga la vergüenza
por mí mismo a que los calle,
porque no sé cómo hay hombres625
tan vanos, tan arrogantes,
que de que ha habido mujeres
que los buscaron se alaben.
SILVIA
(Él cuenta nuestro suceso).
MARCELA
(¡Oh, quién pudiera estorbarle630
antes que en Félix las señas
alguna malicia causen!).
FÉLIX
Proseguid.
LISARDO
Ella, en efeto,
siempre embozado el semblante,
me despidió con decirme635
que, como no examinase
quién era ni la siguiese,
otro día estaría a hablarme.
Seis veces, pues, corrió al sol
las cortinas orientales640
sumiller el alba y seis
tapada halló entre unos sauces
esta mujer. Yo, enfadado
de recato semejante,
determiné de seguirla645
hoy cuando a Ocaña tornase,
pero no pude, porque,
volviendo ella, por instantes
me vio y no quiso pasar
de la vuelta desta calle.650
SILVIA
¿De esta calle?
LISARDO
Y a la cuenta
vive hacia aquí, que al instante
la perdí de vista. Aquí
me dijo que la dejase
otra vez, porque su vida655
aventuraba mi examen.
FÉLIX
¡Estraña mujer!
MARCELA
(Ya es fuerza
que las señas me declaren).

 (Sale CELIA con manto.) 

FÉLIX
Proseguid.
LISARDO
Yo pues...
CELIA
Don Félix,
¿podrá una mujer aparte 660
hablaros?
FÉLIX
Pues ¿por qué no?
MARCELA
(¡Oh, a qué buen tiempo llegaste,
mujer o ángel para mí!).
FÉLIX
Luego irá el cuento adelante,
permitid ahora, por Dios,665
que con esta mujer hable,
que es criada de la dama
que os dije.
LISARDO
Pues que me maten,
si ello no es lo que yo he dicho.
Ved el recado que os trae670
y adiós, porque para estotro
no importa que tiempo falte.

 (Vase.) 

FÉLIX
¿Era hora, Celia, de vernos?
CELIA
No te admires, no te espantes,
que no me atreva a venir675
a verte, porque, si sabe
mi señora que te he visto,
no habrá duda que me mate.
FÉLIX
¿Tan cruel conmigo está?
CELIA
Viniendo yo hacia esta parte680
a un recado, no he querido
dejar de verte ni hablarte.
FÉLIX
¿Y qué hace tu hermoso dueño?
CELIA
Sentir es lo más que hace
tu ingratitud.
FÉLIX
¡Plegue a Dios
685
si la ofendí, que él me falte!
CELIA
¿Por qué a ella no se lo dices?
FÉLIX
Porque no quiere escucharme.
CELIA
Si tú hubieras de callar,
yo me atreviera a llevarte 690
donde la hablaras.
FÉLIX
¡Ay, Celia,
no habrá mármol que así calle!
CELIA
Pues vente agora conmigo;
yo haré una seña, si sale
mi señor, y dejaré695
la puerta abierta; tú entrarte
hasta su cuarto podrás.
FÉLIX
Dasme nuevo aliento, dasme
nueva vida.
CELIA
Aquesta es
la hora mejor. Más no aguardes;700
vente tras mí.
FÉLIX
Tras ti voy.
CELIA
(¡Ay, bobillos, y qué fácil
a la casa de su dama
es de llevar un amante!).

 (Vanse los dos.) 

MARCELA
¡Yo salí de lindo susto! 705
SILVIA
Pues ¿cómo afirmas que sales?
Si luego han de verse, luego
proseguirá el cuento.
MARCELA
Antes
lo habré remediado.
SILVIA
¿Cómo?
MARCELA
Escribiéndole que calle710
hasta que se vea conmigo,
y esto ha de ser esta tarde.
SILVIA
¿Declarada por quién eres?
MARCELA
¡Jesús, el cielo me guarde!
SILVIA
Pues ¿qué has de hacer?
MARCELA
¿No es mi hermano
715
de Laura, mi amiga, amante?
¿No sabe lo que es amor?
Pues hoy he de declararme
con ella y hoy has de ver,
Silvia, el más estraño lance720
de amor, porque yo fingida...
Pero no quiero contarle,
que no tendrá después gusto
el paso, contado antes.
 

(Vanse. Salen LAURA, dama, y FABIO, viejo.)

 
FABIO
Notable es la tristeza725
que el rosicler turbó de tu belleza.
¿Qué tienes estos días
que, entregada, ¡ay de mí!, a melancolías
tales, a todas horas
triste suspiras y rendida lloras?730
LAURA
Si yo, señor, supiera
la causa de mi mal (a Dios pluguiera
no la supiera tanto),
el consuelo mayor, menor el llanto
fuera, pues fuera entonces el sabella735
el primero aforismo de vencella;
pero la pena mía
es, señor, natural melancolía
y así el efeto hace
sin que llegue a saber de lo que nace,740
que esta distancia dio naturaleza
en la melancolía y la tristeza.
FABIO
No sé lo que te diga,
sino que a tanto tu dolor obliga
que, riguroso y fuerte,745
padeces tú el dolor y yo la muerte,
pues ya vivir no espero
mientras tan triste a ti te considero.

 (Vase.) 

LAURA
¿Qué haré yo, que rendida,
a pesar de mi vida,750
vivo? ¿Qué es esto, cielos?
Mas bien se deja ver que estos son celos,
porque una ardiente rabia
que el sentimiento agravia,
una rabiosa ira755
que la razón admira,
un compuesto veneno
de que el pecho está lleno,
una templada furia
que el corazón injuria,760
¿qué áspid, qué monstruo, qué animal, qué fiera
fuera, ¡ay, Dios!, que no fuera,
compuesta de tan varios desconsuelos,
la hidra de los celos,
pues ellos solos son a quien los mira765
furia, rabia, veneno, injuria y ira?
¡Oh, quién antes supiera
aquella, Félix, voluntad primera
tuya!, que no empeñara
tanto la mía que hasta el fin llegara,770
pues, aunque no sabía
de amor cuando tan libre, ¡ay, Dios!, vivía,
tampoco no ignoraba
que tarde o nunca el que lo fue se acaba.
Quiere a Nise en buen hora,775
pero déjame a mí morir.
 

(Sale CELIA arrugando el manto.)

 
CELIA
¿Señora?
LAURA
¿Qué hay Celia?
CELIA
Que ya he hecho
mi papel y sospecho
que no muy mal, así tu beldad viva.
Entré en su casa; díjele que iba780
a un recado y que acaso
pasando por su calle, aunque de paso,
le quise ver. Con un suspiro entonces
que ablandara los mármoles y bronces
me preguntó por ti, turbado y ciego.785
Encarecile luego
tu enojo y que, si acaso tú supieras
que le había ido a ver, muerte me dieras;
y, como que salía
de mí, le dije por qué no venía790
por instantes a darte
satisfaciones y desenojarte.
Dijo que porque estabas
tal que no le escuchabas;
díjele que viniera,795
que yo, aunque a tanto riesgo me pusiera,
hasta tu mismo cuarto le entraría
con tal que no dijese en ningún día
que yo le había traído.
Juró el secreto y, muy agradecido,800
el caso se concierta,
y está esperando enfrente de la puerta
la seña; voyla a hacer, pues no está en casa
mi señor. Esto es todo lo que pasa.

 (Vase.) 

LAURA
Llámale, pues, que aunque de Nise creo805
los celos que me da, tanto deseo
ver cómo se disculpa,
que quiero hacerle espaldas a la culpa,
pues la que más celosa
se muestra, más colérica y furiosa,810
más entonces desea
satisfaciones, aunque no las crea;
que es dolor el de celos tan estraño
que se deja curar aun del engaño,
pues, cuando el desengaño no consiga,815
conseguiré a lo menos que él lo diga.
 

(Salen CELIA y FÉLIX.)

 
CELIA
(Fuera está de casa Fabio,
mi señor; el tiempo es éste
mejor para entrar a hablarla).
FÉLIX
(Vida y ventura me ofreces).820
CELIA
(Disimula, que llamado
de mí, a entrar aquí te atreves).
Señor don Félix, ¿qué es esto?
¿Cómo os entráis...?
FÉLIX
Celia, tente.
CELIA
¿...hasta aquí?
FÉLIX
Celia, por Dios,
825
que calles.
LAURA
¿Qué ruido es ese?
CELIA
¿Qué ha de ser? Que hasta esta sala
se ha entrado el señor don Félix
sin mirar, sin advertir
que, si acaso ahora viniese830
mi señor, tú...
LAURA
Caballero,
pues ¿qué atrevimiento es éste?
¿Cómo en mi casa, en mi cuarto,
os entráis de aquesa suerte?
FÉLIX
Como quien morir desea835
nada mira, nada teme;
y si mi muerte ha de ser
venganza de tus desdenes,
quiero morir a tus ojos
por hacer feliz mi muerte.840
LAURA
Tú tienes la culpa desto.
CELIA
¿Yo, señora?
LAURA
Si tuvieses
cerrada esa puerta tú...
CELIA
Cerrada estaba.
FÉLIX
No tienes
que reñir a Celia, que ella845
de mi error ¿qué culpa adquiere?
Yo sólo tengo la culpa;
ríñeme a mí solamente;
castígame sólo a mí,
si no es ya que a reñir llegues850
a Celia por la costumbre
con que la inocencia ofendes.
LAURA
Dices bien; error es mío,
de que me he dejado siempre
llevar, pues, no habiendo tú855
escrito a Nise papeles,
no habiendo entrado en su casa
y no habiendo ella ido a verte
a la tuya, yo cruel,
colérica e impaciente,860
inocente te persigo,
que eres tú muy inocente,
y siendo así que yo soy
tan injusta, tan aleve,
tan desigual, tan mudable,865
¿qué me buscas, qué me quieres?
FÉLIX
Solo quiero persuadirte
al engaño que padeces
de tus celos.
LAURA
¿Quién te ha dicho
que yo tengo celos, Félix? 870
FÉLIX
Tú misma te contradices.
LAURA
¿De qué suerte?
FÉLIX
Desta suerte:
o tienes celos o no;
si dices que no los tienes,
¿para qué finges enojos,875
Laura, de lo que no sientes?
Si los tienes, ¿por qué, Laura,
desengañarte no quieres?,
pues ninguno al desengaño
celoso la espalda vuelve;880
luego para disculparme
o para satisfacerte,
si los tienes, has de oírme,
o hablarme, si no los tienes.
LAURA
Si fuera argumento tal885
que negarse no pudiese,
quien está enojada está
celosa, muy sutilmente
arguyeras; mas, si no
se sigue precisamente,890
pues puedo estar enojada
sin que a estar celosa llegue,
ni yo tengo que escucharte
ni tú qué decirme tienes.
FÉLIX
Pues ¡vive Dios, que has de oírme895
antes que de aquí me ausente,
celosa o quejosa!
LAURA
¿Iraste
si te oigo?
FÉLIX
Sí.
LAURA
Pues di y vete.
FÉLIX
Negarte que yo he querido,
Laura, a Nise...
LAURA
Oye, detente,
900
¿Y es estilo de obligarme,
modo de satisfacerme,
decirme, cuando esperaba
mil rendimientos corteses,
mil finezas amorosas905
-fuesen verdad o no fuesen,
que hay duelo de amor adonde
queda bien puesto el que miente-,
decirme en mi misma cara
que a Nise has querido? Advierte910
que, aun con lo mismo que piensas
que desenojas, ofendes.
FÉLIX
Si no me oyes hasta el fin...
LAURA
¿Desto disculparte puedes?
FÉLIX
Sí.
LAURA
(¡Plegue a amor!).
FÉLIX
Oye, pues.
915
LAURA
¿Iraste?
FÉLIX
Sí.
LAURA
Pues di y vete.
FÉLIX
Negarte que yo he querido,
Laura, a Nise fuera error,
mas pensar tú que este amor
es como el que te he tenido920
mayor error, Laura, ha sido,
pues si a Nise un tiempo amé,
no fue amor, ensayo fue
de amar tu luz singular,
que, para saber amar925
a Laura, en Nise estudié.
LAURA
A ciencias de voluntad
las hace el estudio agravio,
porque amor para ser sabio
no va a la universidad,930
porque es de tal calidad
que tiene sus libros llenos
de errores propios y ajenos;
y así en su ciencia verás
que los que la cursan más935
son los que la saben menos.
FÉLIX
Pues explíqueme mejor
otro ejemplo: nace ciego
un hombre y discurre luego
cómo será el resplandor940
del sol, planeta mayor,
que rumbos de zafir gira;
y, cuando por fe le admira,
cobra en una noche bella
la vista, y es una estrella945
la primer cosa que mira.
Admirando el tornasol
de la estrella, dice: «Sí,
éste es el sol, que yo así
tengo imaginado al sol»;950
pero, cuando su arrebol
tanta admiración le ofrece,
sale el sol y le escurece.
Pregunto yo: ¿ofenderá
una estrella que se va955
a todo un sol que amanece?
Yo así, que ciego vivía
de amor, cuando no te amaba,
como ciego imaginaba
cómo aquel amor sería;960
adoraba lo que vía,
presumiendo que era ansí
el amor; mas, ¡ay de mí!,
que no vi al sol, vi una estrella
y entretúveme con ella965
hasta que el sol mismo vi.
LAURA
Eso no, pues, si me doy
por entendida contigo,
que Nise fue mi sol digo
y que yo su estrella soy.970
Pruébolo, pues si yo estoy
contigo la noche fría
y ella de día te envía
a llamar y estás con ella,
¿quién será el sol o la estrella?975
¿Cúya es la noche o el día?
FÉLIX
¡Vive Dios!, Laura, que son
engaños tuyos y plegue
al cielo que, si la he visto,
que un rayo me dé la muerte,980
desde que a Ocaña veniste.
¿Qué más desengaños quieres
de lo que cuenta de mí
que escuchar que ella lo cuente?
Pues es el mayor desaire985
del duelo de las mujeres
confesar sus celos donde
lo escucha de quien los tiene.
LAURA
Yo sé que han sido verdades,
y no engaños aparentes. 990
FÉLIX
¿De qué lo sabes?
LAURA
De que
es mal que a mí me sucede
y no puede ser mentira,
porque de los males suele
decirse, Félix, que fueron995
astrólogos excelentes,
porque siempre adivinaron
y dijeron verdad siempre.
FÉLIX
Por lo menos ya confiesas
que son celos y los sientes. 1000
LAURA
Si me estás dando tormento,
¿es mucho que los confiese?
FÉLIX
Si tanto aprietan fingidos,
ciertos, ¿qué...?
CELIA
Mi señor viene.
LAURA
Vete por aquesa puerta 1005
de esotro cuarto, pues tiene
puerta a la calle.
FÉLIX
Di ¿cómo
quedamos?
LAURA
Como quisieres.
FÉLIX
Yo querré desenojada.
LAURA
A verme esta noche vuelve,1010
que quiero verte esta noche,
aunque de Nise me acuerde.
FÉLIX
¡Ah, Laura, cuánto te engañas!
LAURA
¡Ay, cuánto me agravias, Félix!
CELIA
¡Ay, cuánto nos sirve una 1015
casa que dos puertas tiene!

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