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201

Para una mejor comprensión del peculiar carácter de la criadita, vid. Javier Montesinos, «Cristina en 'El viejo celoso' de Cervantes», Anales cervantinos, 20 (1982), 205-12.

 

202

San Pablo, I Corintios, VII, 9.

 

203

Adviértase, de paso, que este fundado temor de Cañizares conforma una clara prolepsis que, como tal, anticipa un suceso posterior (en este caso, prácticamente inmediato). Con ella, Cervantes refuerza la «conversación» que, por debajo de los hilos de la trama, sostienen emisor y receptor.

 

204

Así anota Miguel Herrero García, en su ed. de los Entremeses (Madrid: Espasa-Calpe, 1945), p. 227, n. 19: «Doblados: Palabra de un doble sentido atroz, que se encarga de subrayar la línea siguiente». Como ejemplo de crítica gazmoña, este estudio no tiene desperdicio.

 

205

Este tinte grotesco facilita, en opinión de Avalle-Arce, el descenso hacia lo sicalíptico: «Y al extremar las líneas caricaturescas, Cervantes agudiza también las notas obscenas, que singularizan a este entremés dentro de la producción cervantina» (Introducción a su ed. de las Novelas ejemplares [Madrid: Castalia, 1982], I, 35).

 

206

Alonso Velázquez de Velasco, La Lena (Valencia: Prometeo, s.a.), p. 118. Por otra parte, la lírica popular ofrece numerosos ejemplos de esta peculiarísima extracción molar:

«A.-
Pues llamemos al barbero
que nos saque sendas muelas,
y arrimalle las espuelas
si no anduviere ligero;
y, pues no cuesta dinero,
que nos haga una sangría:
B.-
Darémonos un buen día».


Cito por Pierre Alzieu, Robert Jammes e Yvan Lissorgues, Poesía erótica del Siglo de Oro (Barcelona: Crítica, 1984), p. 170.

 

207

«Lo común es que este lenguaje del cuerpo erótico se encubra bajo la forma de eufemismos, metáforas y símbolos diversos [...]. Cervantes es maestro en el arte de la matización verbal a la hora de designar el cuerpo erótico» (Javier Huerta Calvo, «El cuerpo en escena», Le corps dans la société espagnole des XVIe et XVIIe siècles [París: Publications de la Sorbonne, 1990], en la p. 285).

 

208

Si el jardín de Chipre se te cerrare, da al jardinero-dinero, darte ha la llave.

(Alzieu, Jammes y Lissorgues, p. 258).                


 

209

George Cirot, «Gloses sur les 'maris jaloux' de Cervantes», *Bulletin hispanique, 31 (1929), 1-74, en la p. 28.

 

210

Para profundizar en esta clasificación -tan sencilla como manejable- del vocabulario erótico, vid. Vicente Reynal, El lenguaje erótico medieval a través del Arcipreste de Hita (Madrid: Playor, 1988), p. 43.